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Olivar

versão On-line ISSN 1852-4478

Olivar vol.16 no.23 La Plata jun. 2015

 

ARTÍCULOS

 

De la rueda de libros a la escritura enciclopédica

Folke Gernert

Universität Trier
Alemania

 
Cita sugerida: Gernert, F. (2015). De la rueda de libros a la escritura enciclopédica. Olivar, 16 (23). Recuperado de: http://www.olivar.fahce.unlp.edu.ar/article/view/Olivar2015v16n23a02


Resumen
En 1588, el inventor italiano Agostino Ramelli publicó el libro Le diverse et artificiose machine. Entre las muchas máquinas de ingeniería hidráulica y militar, un total de 195 aparatos, destaca un artilugio construido para facilitar la lectura de varios libros a la vez. Esta llamada "rueda de libros" se suele citar en publicaciones recientes como precursora del hipertexto ya que esta máquina para leer permite saltar de un texto a otro de la misma manera que nos movemos entre páginas WEB y módulos textuales. Se trata de una invención que los investigadores describen como reacción al desafío que plantea la enorme cantidad de saber libresco que circula gracias a otra invención que era la imprenta con letras móviles. Aunque muy posiblemente nunca hubiera llegado a construirse, se trata de un artefacto que funciona potencialmente como una máquina de producir textos o, dicho de otra manera, como dispositivo de impulsar un determinado tipo de escritura. Me propongo leer florilegios, obras enciclopédicas y polianteas como Lugares comunes de Juan de Aranda o la escritura enciclopédica en obras como el Guzmán de Alfarache, La pícara Justina o el Libro de todas las cosas como productos virtuales de la rueda de libros.

Palabras clave: rueda de libros - historia de la lectura - literatura y técnica

Abstract
In 1558, the Italian inventor Agostino Ramelli published the book Le diverse et artificiose machine. Among the extensive number of 195 hydraulic and military machines, one apparatus stands out in particular: a device designed to allow a person to read several books at the same time. In recent publications, this reading machine, known as the "book wheel", is frequently mentioned as one of the precursors of the hypertext, since it allows jumping from one text to another in the same way as we move between webpages and textual modules. Researchers describe the invention as a reaction to the challenge posed by the enormous quantity of book knowledge, which circulates thanks to another invention, the movable-type printing. Though the book wheel has most probably never been built, it is an artefact that potentially functions as a text-producing machine or, in other words, as a device that promotes a specific type of writing. I intend to read florilegia, encyclopedic works and polyanthea, such as Juan de Aranda’s Lugares communes, or the encyclopedic writing in works such as Guzmán de Alfarache, La pícara Justina and Libro de todas las cosas, as virtual products of the book wheel.

Keywords: book wheel - history of reading- , literature and technology


Es bien sabido que las posibilidades de presentación y organización de materiales textuales y gráficos que nos brinda Internet afectan a nuestros hábitos de escritura y de lectura y nos acercan en ocasiones, por curioso que parezca, a experiencias, hábitos y conceptos de producción y recepción de textos de épocas anteriores. Pongo un ejemplo obvio: Wikipedia. Se trata de una enciclopedia que permite la continua colaboración de un número no limitado de autores que intervienen, sin mención expresa, en un texto ajeno, al igual que un sin fin de copistas y amanuenses medievales que cambiaban casi de la misma manera el texto manuscrito que transcribían. Esta práctica de reproducción textual hizo que Bernard Cerquiglini (1989) hablara en su estudio Éloge de la variante de la mouvance del texto medieval, un concepto que podríamos aplicar a Wikipedia y otras formas de textos abiertos, sin límites fijos y cambiantes, nacidos en nuestra era digital.

En cuanto a las prácticas de lectura experimentamos todos cómo van cambiando. No quiero entrar en absoluto en la polémica al respecto, esta nuestra Querelle des anciens et de modernes, ni aventurarme a hablar del desarrollo de un software que reprodujera el olor del libro antiguo para los nostálgicos1, sino dedicarme a un determinada práctica de lectura que existe desde siempre, pero que se ve facilitada por el desarrollo técnico: me refiero a la lectura de varios libros a la vez, que solía caracterizar en la Edad Media a los eruditos y los sabios, a los padres de la iglesia, por ejemplo: a san Agustín (354-430), a quien vemos leyendo al lado de un armarium lleno de libros en una miniatura del Livre de prières de Clément VII del siglo XIV, o San Jerónimo (340-420), representado en su estudio en una iluminación de la segunda mitad del siglo XV. En la actualidad, la lectura de diferentes textos –no necesariamente libros– al mismo tiempo ya no es necesariamente una práctica erudita. Observa Roberto Danese en su reciente artículo titulado "Qualche riflessione prologica sulla lettura nell’era del digitale" lo siguiente:

La lettura col digitale ha cambiato radicalmente la prospettiva del rapporto ‘fisico’ tra lettore e strumento di lettura. Oggi posso disporre di un unico oggetto, con caratteristiche tecniche, aspetto ed estetica ben definiti (un tablet, un desktop, un laptop, uno smartphone, un e-reader), che mi permette di leggere più libri di diversi editori, con differenti caratteristiche redazionali, in diverse lingue, mentre il mio rapporto fisico con lo strumento di lettura è sempre identico e dipende dalla marca, dalla tecnologia, dal software, dalla luminosità dello schermo di cui dispongo. (Danese, 2013: 133)

Un libro que permitiera la lectura de varios textos en un único soporte fue realizado mucho antes de los iPad y Kindle y otras tablets de nuestros días, según podemos ver en un curioso libro del siglo XVI, conservado en la Biblioteca Nacional de Suecia, descrito en el blog del historiador del libro neerlandés Erik Kwakkel2. Allí se inspiró el diseñador estadounidense Christopher Jobson, quien comenta:

Sure, the Amazon Kindle might have dynamic font adjustments, and it can hold thousands of books, but can it do this? Printed in the late 16th century this small book from the National Library of Sweden is an example of sixfold dos-à-dos binding, where six books are conjoined into a single publication but can be read individually with the help of six perfectly placed clasps. (Jobson, 2014)

Hacia finales del siglo XVI, al mismo tiempo que se ingenió este devocionario alemán, tenemos constancia de otros artefactos diseñados para facilitar nuevas prácticas de lectura. En 1578 se publica en Ginebra el Theatrum instrumentorum et machinarum del matemático e ingeniero francés Jacques Besson (ca. 1530-1572), Maître des machines du roi del rey francés Carlos IX3. En este libro encontramos un curioso atril-pupitre, descrito así:

Novum pulpiti genus, in quo duobus adversis et aptatis speculis iiterarum formae reflexae ac auctae ex altero lectionem reddunt magis expeditam minusque hebetatur oculorum acies4. (Besson, 1578: sin págs)

El libro de Jacques Besson, el primero ciertamente de su género, tenía un gran éxito a juzgar de las ediciones y traducciones5. En 1579 apareció una traducción francesa con un comentario del escritor François Béroalde de Verville (1556-1626) que escribe a propósito de la máquina que nos interesa:

La subtilité de ceste invention n’est moins gentille que profitable, car par la refluxion du rayon d’un miroir à l’autre on void dans un miroir ce que l’autre regarde, et par ainsi la veue n’est point offensée. Car on ne lit que dans le verre et est besoin d’avoir un miroir qui rende gros ce qui se void dedans. Or le pupitre est tel. ce qui se void vers septentrion est le pupitre entier et accompli de ses pièces qui son vers midi. Ceste vis qui est la plus prochaine de la ligne de midi est le pied: et ceste parti qui est enredeux et tend vers occident est le pulpitre, qui a deux partie, celle d’en haut pour soustenir le livre et celle d’en bas pour soustenir un miroir posé en mesme plan que le livre et le regarde, estant soustenu par ces deux règles fourchues qui paroissent à ses sostez, comme on peut voir au pulpitre assemblé, par le moyen duquel on lit dans le verre, car les lettres se jettent au rebours dans le miroir de dessus qui les rejette à droit dans le miroir de dessous ou elles se voient. Qui est l’usage de ceste invention. (Besson, 1579: sin págs.)

Este comentario de Béroalde reaparece en la traducción española, publicada siempre en Lyon, en 1602. A diferencia de las ediciones anteriores, la española combina texto e imagen en páginas contiguas. Además, añade a la "Declaración de la mesma XLII figura" del autor francés una "Adición":

Mas el espejo que, como ha sido declarado, es sostenido con los palos hechos a forma de horca es menester que sea cóncavo, digo de aquellos que representan las imágines de las cosas muy mayores de lo que son realmente para que suceda lo que el autor propone cuando dice que con el otro de los dos espejos las formas de las letras son por maravilla aumentadas, aunque no podiendo se hallar tales habrémonos de servir de un espejo común y llano, porque no va mucho en ello, mas el pie del púlpito ha der ser hecho a guisa de caracol interior para alzar o bajar el feristol6 que sostiene los libros según fuere cómodo al que lee. (Besson, 1602: sin págs.)

Se trata, pues, de un artilugio que posiciona dos espejos uno en frente del otro en un pupitre para de esta manera aumentar el tamaño de la letra y poder leer sin cansar tanto la vista. Es, evidentemente, una invención para lectores voraces y bibliómanos que al mismo propósito suelen utilizar gafas o lupas para este fin.

Mucho más interesante a mi propósito es la rueda de libros de Agostino Ramelli (1531-1600)7: En 1588, el inventor italiano e ingeniero al servicio del rey Enrique III de Francia publicó el libro Le diverse et artificiose machine con el subtítulo Nelle quali si contengono varii et industriosi movimenti, degni di grandissima speculatione per cavarne beneficio infinito in ogni sorte d’operatione8. Los comentarios de las invenciones son bilingües italiano y francés; en 1620 se publicó una traducción alemana. Ramelli inventó casi exclusivamente máquinas de ingeniería hidráulica y militar, p. ej. bombas para pozos, molinos o artilugios para asedios9.

Entre los 195 aparatos recogidos en total, destaca un artilugio construido para facilitar la lectura de varios libros a la vez10, recomendada por su inventor para los estudiosos afligidos por la gota:

Questa è una bella & artificiosa machina, la quale è molto utile & comoda a ciascuna persona che si diletta de lo studio, massimamente a quelli che sono indisposti & travagliati di gotte, essendo che con questa sorte di machina, l’uomo può vedere & rivoltare una gran quantità di libri, senza muoversi d’un luogo; oltra ch’ella porta seco un altra bella comodità, ch’e d’occupare pochissima [sic] spatio nel luogo dove ella si mette, come ogni persona d’ingegno può benissimo comprendere per il suo disegno. (Ramelli, 1588: 316r)11

Tras esta especie de publicidad, Ramelli explica el funcionamiento de la rueda que está construida de manera que los libros12 se quedan siempre en la misma posición sin caerse al girar la rueda13:

È fatta questa ruota con l’artificio che si vede, cioè construtta in tal maniera, che mettendo li libri sopra le sue tavolette, ancora che si torni la detta ruota e giri tutto all’intorno, mai i detti libri cascheranno, ne si moveranno del luogo dove si sono posti, anzi resteranno sempre nel medesimo stato e si rapresentaranno sempre avanti al lettore nella medesima maniera che si sono posti sopra le sue tavolette, senza che sia bisogno di legarli ne ritenerli con cosa alcuna. (Ramelli, 1588: 316r)

Esta máquina funciona, por lo tanto, de manera diversa que las ruedas que se usaron en las bibliotecas medievales, como en aquella del rey francés Carlos V en la que se hallaron en 1367 "deux roes" e "icelles roes estrécies chacune d’un pied tout autour"14. John Willis Clark, en su estudio sobre The care of books, identifica la mencionada rueda con el tipo de mueble que encontramos en una miniatura del Livre des cas des malheureux nobles hommes et femmes de Boccacio15:

Two gentlemen are studying at a revolving desk, which can be raised or lowered by a central screw. This is evidently the "wheel" of the French King’s library. [...] It should be noted that care has been taken to keep the wheel steady by supporting it on a solid base, beneath which are two strong cross-pieces of timber, which also serve as a foot-rest for the readers. (Boccacio, 1901: 295-296)

Este "wheel-desk", descrito por Clark, "was very generally used by scholars in the Middle Ages" (1901: 305) y aparece, por lo tanto, en gran número de miniaturas16.

Al igual que sus precursores medievales, la rueda de Ramelli es una invención que los investigadores describen como reacción al desafío que plantea la enorme cantidad de saber libresco que circula gracias a otra invención que era la imprenta de tipos móviles17. Esta "rueda de libros" se suele citar en publicaciones recientes como precursora del hipertexto ya que esta máquina para leer permite saltar de un texto a otro de la misma manera que nos movemos entre páginas WEB y módulos textuales18. Danese lo describe, por ejemplo, como "una sorta di desktop avveniristico che avrebbe permesso di lavorare su un proto-ipertesto" (2013: 137, nota 4).

No sabemos a ciencia cierta si la máquina diseñada por Ramelli ha llegado a construirse19. Algunos investigadores lo niegan rotundamente20, mientras que otros insisten en que sí se fabricaron y se usaron21. El historiador del arte Steffen Siegel (2009: 28-29) cita a un ingeniero alemán del siglo XVII, Andreas Jungnickel (1661: 4), quien reprocha en el prólogo al lector de su Schlüssel zur Mechanica de 1661 a Ramelli y otros antecesores suyos el haber diseñado máquinas que no pueden funcionar. Se trata, evidentemente, de una estrategia argumentativa para justificar su propia obra y no se dirige específicamente, como sugiere Siegel, contra nuestra rueda de libros. En cambio, tenemos constancia de la existencia de este tipo de artilugios construidos en los siglos XVII y XVIII22, que se pueden visitar en la Herzog-August-Bibliothek en Wolfenbüttel23, en el monasterio Strachow en Praga y en otro monasterio, en el Stift Lambach, en Austria.

Las primeras noticias que tenemos de una máquina para leer se remontan a los años 70 del siglo XVI: nos cuenta Jacopo Corbinelli (1535-1590)24 en una carta su visita a Jacques Cujas (1522-1590) en Valence –Valencia de Francia, para entendernos25– donde el famoso jurisconsulto francés vivió de 1567 a 1575.

A Valenza in casa il Cuiatio cioè nel suo studio vedemo una macchina nel mezzo della camera la quale era ruota, cioè si rotava per diversi motivi et però poteva contenere 60 o 70 pezze di libri aperti senza i minuti et piccoletti. Voi sedete et con le braccia vi fate rappresentare a 3 a 3 pezze di quei libri grandi. Insomma voi girate uno studio tutto intero et con tanta fatica che non è più che un soave esercizio. Poi siede sur [sic] una seggiola la quale gira da sé solamente che tu ti volti (ma questa io l’ho vista qui a un barbiere) et vi girate poi senza rizarvi a una tavola quivi dreto alle reni per scrivere.(Calderini de Marchi, 1914: 176)26

Rita Calderini de Marchi, la editora de la correspondencia de Corbinelli, nos cuenta además que "L’abbé [Piero] Del Bene", un íntimo amigo, "fut tellement enthousiaste de cette sorte de librairie, qu’il s’en fit promettre un modèle par Cujas. Corbinelli expliquait ce désir de Del Bene en remarquant finement: ‘Per esser prete ama le comodità’" (1914: 176). Este episodio demuestra que incluso antes de la publicación de Le diverse et artificiose machine de Ramelli27 existían artilugios para facilitar la lectura erudita de los humanistas. De hecho, Grafton & Jardine (1999: 46-47) insisten en su análisis de las prácticas lectoras del estudioso inglés Gabriel Harvey (1545-1630) en la necesidad de un apoyo técnico para llevar a cabo el cotejo de distintas obras:

Harvey’s method of reading requires something like the book-wheel to be physically feasible. And the book-wheel, when seen in the new light cast on it by Harvey’s practices, is more than a device for neat storage of momentarily interesting texts. It belongs to Harvey’s cultural moment, in which collation and parallel citation were an essential, constructive part of a particular kind of reading; it allowed the embedding of text in context, after the fashion that Harvey and (we would argue) many of his professional academic contemporaries practiced. The book-wheel and the centrifugal mode of reading it made possible amounted to an effective form of information retrieval – and that in a society where books were seen as offering powerful knowledge, and the reader who could focus the largest number of books on a problem or an opportunity would therefore appear to have the advantage28. (1999: 46-47)

Sabemos que Francisco de Quevedo disponía no precisamente de una de esas ruedas, pero de varios dispositivos para facilitar la literatura cruzada29 –"lectura polífaga" la llama François Géal (1998: 129)– según nos cuenta su primer biógrafo Pablo Antonio de Tarsia30:

[...] pues hallo haber sido tan incesable su estudio, que no solo no desperdició momento de tiempo, antes le quitaba a las ocupaciones precisas, y necesarias, para emplearle en leer libros y en hacerlos. Sazonaba su comida, de ordinario muy parca, con aplicación larga, y costosa; para cuyo efecto tenía un estante con dos tornos, a modo de atril, y en cada uno cabían cuatro libros que ponía abiertos, y sin mas dificultad, que menear el torno, se acercaba el libro que quería, alimentando a un tiempo el entendimiento, y el cuerpo; [...]. (1663: 29-30)31

Los investigadores suelen subrayar la 'voracidad' lectora32 de Quevedo, dueño de una amplia biblioteca33. Sabemos también que don Francisco se dedicó a la vez a una lectura extensiva e intensiva, como nos cuenta el ya citado Antonio de Tarsia:

Fue tan aficionado a libros, que apenas salía alguno, cuando luego le compraba, y de los que se imprimían en España, le tributaban sus autores con un tomo; leíalos Don Francisco no de paso, sino margenándolos, con apuntar lo mas notable, y con añadir, donde le parecía, su censura. Juntó número de libros tan considerable que pasaba de cinco mil cuerpos [...] (1663: 34-35)34.

Don Francisco disponía no sólo de una gran cantidad de libros, sino los leía detenidamente glosándolos y anotándolos como se puede todavía apreciar en los ejemplares supérstites de su biblioteca35. Peraita Huerta insiste a propósito del citado relato de Tarsia en el carácter creativo de esta forma de lectura intensiva:

En la reescritura quevediana de esos "otros autores observados y margenados" por don Francisco, muestra la dimensión activa de la lectura humanista. La lectura de un texto da lugar a la creación de otro nuevo, avecinado, "contiguo", pero diferente del texto leído. (2003: 283)

En Quevedo, como en otros autores, la lectura se transforma en escritura, la recepción en producción, como observa también Clamurro:

Pero Quevedo es también el escritor-lector. Es decir, el escritor que lee y relee. Se percibe en la obra de Quevedo la inclinación a incorporar otros textos, a citar un pasaje para proveer un análisis del texto citado y plantear un argumento ulterior [...] Para Quevedo, el escribir casi siempre sugiere invocar un complejo conjunto de lecturas, éstas a veces presentes como textos citados cuyo sentido original importa menos que el nuevo significado sorprendente que adquieren en sus manos. (2000: 460-461)36

López Poza subraya a propósito de la práctica lectora del mismo Quevedo la recopilación de citas típicamente humanista:

Como todo intelectual hijo de métodos transmitidos por Vives o Erasmo entresacaba sentencias y frases que le parecían especialmente acertadas en estilo o contenido, o acordes con su forma de ver el mundo, para utilizarlas ya como ayuda de la inventio que luego desarrollaría o como argumentos de autoridad que le auxiliaran en sus disquisiciones oratorias. (1995: 93)


Esta práctica de lectura y de escritura se ha materializado en el género de los florilegios latinos37 –la Polyanthea (1512) de Domenico Nani Mirabello38 o las Officina (1559) de Ravisius Textor39– y castellanos: la Silva de varia lección de Pedro Mexía o el Jardín de flores curiosas (1570) de Antonio de Torquemada; el primero describe en el prohemio la intención de su obra así:

[…] habiendo gastado mucha parte de mi vida en leer y pasar muchos libros […] parecióme que si desto yo había alcanzado alguna erudición o noticia de cosas, que […] tenía obligación a lo comunicar y hacer participantes dellos a mis naturales y vecinos, escribiendo yo alguna cosa que fuese común y pública a todos. (Mexía, 2003: 39-40)

Posteriores a la invención de Ramelli son los Lugares comunes de conceptos, dichos, y sentencias en diversas materias (1595)40 de Juan de Aranda y La silva curiosa de Julián de Medrano que me interesan como obras que, por un lado, se pueden considerar productos virtuales de un artilugio como la rueda de libros entendida como una máquina de producir textos o, dicho de otra manera, como dispositivo de impulsar un determinado tipo de escritura, acorde con el modo de 'leer', id est interpretar, los textos por contigüidades de sentido41. Por el otro lado son comparables a una invención de nuestros tiempos según observa Leah Marcus:

Moreover, the computer permits quick access to and retrieval of materials, and thus fulfills the same function as the late medieval and early modern florilegium and commonplace book. (2000: 18)

Los mencionados florilegios de Juan de Aranda y Julián de Medrano me interesan como textos que han producido otros textos. Mientras que los Lugares comunes están en el origen de la escritura enciclopédica en obras como el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán y La pícara Justina de López de Úbeda, La silva curiosa ha provocado como reacción paródica el Libro de todas las cosas de Quevedo.

Es bien sabido que Mateo Alemán se sirvió ampliamente, a la hora de redactar los comentarios moralizantes y partes discursivas del Guzmán42, de florilegios como la Silva de Mexía y, sobre todo, de Lugares comunes de Aranda43. Por si no fuera suficiente que el mismo Alemán reconozca en el prólogo al discreto lector que "no es todo de mi aljaba" y que "mucho escogí de doctos varones y santos" (Alemán: 14-15)44, quisiera recordar las reflexiones sobre la mentira (3), la Fortuna (214) o la venganza (86-87) que estudié recientemente en Gernert (en prensa).

Mientras que Mateo Alemán no menciona las obras de Pedro Mexía o Juan de Aranda que utilizaba de forma intensa, López de Úbeda nombra explícitamente la colección de curiosidades de Mexía cuando la protagonista, enfurecida con Perlícaro, que se había burlado de ella por su edad, dice:

Y pues se precia de haber comido del salpicón de Silva de varia lectión45, ¿parécele que fuera tan grave afrenta y maldición ser las mujeres estériles (según consta de las historias), si no fuera que la esterilidad es ajuar de viejas? La pícara Justina III, I, 1, ed. Mañero Lozano (2012: 728)

El personaje del que habla la protagonista es un tal Perlícaro que Márquez Villanueva (1984) identificó, contra el parecer de Michel Bataillon46, con Mateo Alemán. A ser cierta esta interpretación47 La pícara Justina se burlaría de la erudición de segunda mano del autor del Guzmán de Alfarache. Esto no quiere decir en absoluto que su autor no hiciera también amplio uso de florilegios y obras enciclopédicas. Los editores modernos señalan en muchos lugares su deuda con la Silva de varia lección sin mencionar en ningún caso a Juan de Aranda, a quien –según creo– hay una alusión muy clara por lo menos en un lugar, y –al igual que a menudo en el Guzmán– al comienzo de un capítulo. Se trata concretamente del principio del primer capítulo ("De la mirona gustosa") del libro segundo de la pícara romera de la tercera parte, donde leemos una larga disertación sobre la excelencia de la vista:

Dicen que la vista es el sentido más noble de los cinco corporales, y por esta causa los filósofos le dan muy honrosos epítetos. Y he oído que Aristóteles dijo ser la vista la más noble criada del alma y la más fiel amiga de las ciencias; y Platón la llamó espejo del entendimiento; Séneca, arcaduz de bienes; Cicerón, mina de tesoros; Eurípides llamó los ojos los galanes del alma; Teseo, escuderos de la voluntad; Menandro, espejos de la memoria; los excelentes griegos, reyes de lo criado; los poetas los llaman aljófares, perlas, cristales, diamantes y estrellas. La pícara Justina III, I, 1 ed. Mañero Lozano (2012: 728)

Los editores del texto no comentan la procedencia de las citas eruditas48, probablemente meras invenciones del autor49 que se burla así de esta forma de discurso salpicado de autoridades grecolatinas. La excelencia de la vista es un tema muy trillado en obras enciclopédicas. Lo encontramos por ejemplo en el capítulo IV, 11 de la Silva de varia lección, en el que "se muestra y prueba como el sentido de la vista es el mejor de los cinco sentidos corporales [...]" Silva de lección IV, 12, ed. Lerner (2003: 847). Al igual que López de Úbeda, Pedro Mexía cita entre las varias autoridades en este campo al Estagirita diciendo: "Con mucha razón afirma Aristóteles ser el sentido de la vista más principal y más excelente de todos los cinco sentidos exteriores del hombre" Silva de lección IV, 12, ed. Lerner (2003: 847). Asimismo en Juan de Aranda hay una entrada titulada precisamente "vista" que empieza relacionando la vista con los cuatro elementos y los cuatro humores y las teorías platónicas y aristotélicas sobre aspectos técnicos de la vista. Los lugares de autores clásicos no corresponden con las citas aducidas en La pícara Justina pero la forma de presentación es muy parecida:

Los ojos del hombre son ventanas de su anima.
Los ojos entre los demás sentidos son príncipes para conocer. etc. (1595: 78r)

Nos las habemos, por lo tanto, en el Guzmán y en la Pícara Justina con una forma de escritura que es producto de un tipo de texto enciclopédico que, a su vez, es resultado del tipo de lectura que quería posibilitar Ramelli con su rueda.

Para cerrar estas reflexiones quisiera volver sobre Quevedo que, a pesar de su gran erudición, fue usuario de las polianteas, como estudió en su momento Del Piero (1958). Al mismo tiempo, don Francisco se burló de las extensas y prolijas misceláneas que tanto éxito alcanzaron coetáneamente50, como se puede apreciar en su El libro de todas las cosas51, escrito probablemente entre 1629 y 163152 y publicado por vez primera en Los juguetes de niñez en 1631. Este libro se presenta como obra del "docto y experimentado en todas materias, el único maestro Malsabidillo"53 y su propósito era, además de ridiculizar las artes herméticas, una receta "Para saber todas las ciencias y artes mecánicas y liberales en un día" (ed. 2007: 301 sigs.). La Silva curiosa de Julián de Medrano fue quizá el modelo de la combinación de una obra miscelánea y un tratado de fisionomía del que se ríe don Francisco en el Libro de todas las cosas54.

Aunque sea de forma virtual y como traslación de ideas a partir de las propuestas de este encuentro sobre la relación entre literatura y tecnología no me parece del todo disparatado leer las obras mencionadas como productos virtuales de la rueda de libros de Agostino Ramelli, que es en cierto sentido un artefacto tecnológico que, a su vez, ha influido en la creación literaria.

 

Notas

1 Véase al respecto también Danese (2013: 136): "[...] addirittura si usano software che imitano illusoriamente l’effetto dello sfogliare le pagine (attendiamo un software olfattivo che ci restituisca anche l’odore della carta e della stampa). Ovviamente tutto ciò dà solo l’impressione di avere tra le mani un libro tradizionale: la versione elettronica è una cosa diversa, da certi punti di vista radicalmente diversa".

2 Véase el comentario en la página http://erikkwakkel.tumblr.com/post/74300240443/six-books-one-binding-heres-something-special: "Here’s something special. You may remember a blog I posted about dos-à-dos (or "back-to-back") books. These are very special objects consisting of usually two books, which were bound together at their, well, backs. When you were done with the one book, you would flip the object and read the other. The dos-à-dos book you see here is even more special. Not only is it a rather old one (it was bound in the late 16th century), but it contains not two but six books, all neatly hidden inside a single binding [...]. They are all devotional texts printed in Germany during the 1550s and 1570s (including Martin Luther, Der kleine Catechismus) and each one is closed with its own tiny clasp. While it may have been difficult to keep track of a particular text’s location, a book you can open in six different ways is quite the display of craftsmanship".

3 Para la biografía del ingeniero véanse Russo (1948) y Keller (1973).

4 Véase también el texto francés en Besson (1579: Proposit. XLII): "Nouvelle industrie de faire un pupitre, auquel estans appliquez deux miroirs l’un à l’opposite de l’autre, les formes des lettres réverbérées de tous deux, et augmentées par l’un qui est concave, on lit bien aisément un livre, au grand soulagement de la veue"

5 Véanse Keller (1973: 39, nota 24) y Heller (2002: 108).

6 Es decir, el "facistol" o "Atril grande donde se ponen el libro o libros para cantar en la iglesia. El que sirve para el coro suele tener cuatro caras para poner varios libros" (RAE).

7 Véase para la biografía de Ramelli Gnudi (1974) y Heller (2002: 126).

8 Véanse para esta obra en el contexto de la historia de la ingeniería la introducción de la traducción inglesa de Teach Gnudi & Ferguson (1976), Giacosa & Pica (1982), Millán Gasca (2006: 47 & 58), Sawday (2007: 102-108), Hilz (2008), así como Paz, Ceccarelli, Echávarri Otero & Muñoz Sanz (2010: 91-116). Para la influencia de Leonardo da Vinci sobre Ramelli véase Reti (1972).

9 Véase para la teoría y la práctica de la construcción de máquinas en el Renacimiento Ceccarelli (2008: 1538: "The practice of machines and theory of mechanics converged at the end of Renaissance into two lines of activity, namely Treatises in the form of rational collections of machines, and Studies on Mechanics of machinery as an application of Mechanics. Personalities representing this activity, whose a goal was a definition of an academic discipline, can be recognized in Francesco di Giorgio and Agostino Ramelli, from practical experiences; and Guidobaldo Del Monte and Galileo Galilei, from theoretical developments"),

10 Ramelli (1588: 3173, figura CLXXXVIII). Utilizo el ejemplar conservado en la ETH-Bibliothek de Zurich (Signatura: Rar 1255), disponible de forma digital en la página: http://dx.doi.org/10.3931/e-rara-8944

11 En el fol. 316v se halla el mismo texto en francés.

12 El mismo Ramelli nos dice que se pueden construir ruedas grandes y pequeñas e infiero que del tamaño depende la cantidad de libros a los que dará cabida.

13 Una descripción exacta y detallada en Hall (1970: 389-400), que insiste en el principio del "epicyclic gearing", Hanebutt-Benz (1989:89), y en Siegel (2009: 28). Véase Marcus (2000: 19) a propósito de Ramelli quien "describes and illustrates a book wheel that holds from twelve to twenty large folio volumes; it is cleverly ‘constructed so that when the books are laid in its lecterns they never fall or move from the place where they are laid even when the wheel is turned and revolved all the way around’ [...] making the required volumes almost instantly available for easy consultation".

14 Texto del manuscrito 6362 de la Bibliothèque de l’Arsenal apud Clark (1901: nota 524).

15 Véase la ilustración 135 de Clark (1901).

16 Véanse las ilustraciones 140-145 de Clark (1901).

17 Johns (2001: 287): "Still others mooted technological solutions, the best known being Agostino Ramelli’s book wheel. When rotated, this device brought a succession of open books into view, producing a kind of rude mechanical hypertext". Sawday observa a propósito de las relaciones de la imprenta con la invención de máquinas: "The extent to which the diffusion of machines and devices in the Renaissance was intimately linked to the development and distribution of printed books and images cannot be overestimated. In more ways than one, the Renaissance machine was the invention of print culture" (2007: 78).

18 Véase Sawday (2007: 111): "Ramelli’s famous book wheel, for example, has, in recent years, attracted considerable amounts of comments, in part because it seems to foreshadow (at least conceptually) our own age of mass data storage and retrieval".

19 Véase para la posibilidad virtual de construir las máquinas descritas e ilustrados Des Chene (2008: 125): „Was man in einem Text zu sehen bekommt, sind keine Maschinen, sondern Bilder von Maschinen, von denen viele, wie es eben so ist, nie wirklich gebaut worden sind. Stattdessen zeigen ihre Darstellungen –oder vielmehr die virtuellen Maschinen, die sich der Leser beim Betrachten jener Darstellungen vorstellt–, wie es möglich ist, dass bestimmte Wirkungen mithilfe der im Bild ausgestellten Mittel erzielt werden können. Die Maschine wird in den Vordergrund gerückt, um auf diese Weise den Leser zu überzeugen, dass bestimmte Dinge möglich oder wahr sind. Solche Überzeugung gelingt nicht durch eine mathematische Beweisführung oder, etwas allgemeiner formuliert, den bloßen Aussagegehalt, sondern durch das Ansprechen der Sinne und der Phantasie, des Sehens, des Fühlens und der durch die Fortbewegungsfähigkeit der Maschine hervorgerufenen Empfindungen".

20 Es el caso de Stevens (2005: 69) y de John Patrick Considine en un trabajo presentado en la conferencia anual de la Renaissance Society of America, Scottdale, Arizona (11 al 13 de abril, 2002), titulado "Bookwheels, Pigeonholes, and the Untidy Workspace", citado por Peraita Huerta (2003: 282, nota 44).

21 Véase Marcus (2000: 19): "Similar wheels were actually in use, and were particularly recommended for those suffering from the gout and for lawyers". Los abogados necesitaban este dispositivo para poder manejar los grandes códices del Corpus iuris glosado como recoge Grafton (1997: 59-60) con referencia a Leon Battista Alberti y Bartolomeo Scala.

22 Los cita también el propio Siegel (2009: 29).

23 Véase una fotografía y el comentario en Hobson (1970: 206-207).

24 Véase para su biografía el Dizionario biografico degli itali, vol. 28 (1983), accesible en línea: http://www.treccani.it/enciclopedia/iacopo-corbinelli_%28Dizionario-Biografico%29/

25 Tengo que precisar porque Peraita Huerta (2003: 282) ubica este episodio que tiene lugar en en Valence-sur-Rhône erróneamente en la ciudad española homónima. Véase para esta visita también Grafton & Jardine (1999: 46).

26 Véase la carta sin indicación de su fecha en Calderini de Marchi (1914: 176), quien comenta: "Dans une autre lettre Corbinelli donne la description du mobilier de Cujas. Je la rapporte, car ce mobilier était très curieux pour le temps et assez rare si l’on en juge par l’étonnement de Corbinelli et de Del Bene".

27 Hall (1970: 390), en cambio, insiste en la innovación de Ramelli: "The revolving bookcase in the form of a merry-go-round or "lazy susan" [...] must have been an uncommon, but nevertheless extant, item of furniture in Ramelli’s days. Although Ramelli is not generally very original in his work, here he seems to have created a novelty".

28 Véase también Grafton & Jardine (1999: 47): "We suggest that it was people who did accumulate volumes who conceived of themselves as "readers" in the sense in which we are excavating the term and provided themselves with the modern machinery for making such reading possible. In other words, the book-wheel suggests a social perception of certain individuals as skilled readers, as other men might be skilled woodworkers or leatherworkers. We imagine Harvey using the book-wheel –or a rival device– in London, during the periods in which we know he was employed for his reading skills, in some kind of advisory, secretarial position".

29 Véase también Peraita Huerta (2003: 282): "El énfasis en tener Quevedo "muchos libros prevenidos" alude a una práctica predilecta del humanismo: leer cotejando textos, una lectura (intertextual) compiladora de referencias interrelacionadas. En el ámbito de las invenciones mecánicas propiciatorias de la lectura de los humanistas, de atriles que facilitan una lectura entrecruzada, recuérdese la repetidamente reproducida ilustración de una rueda-atril múltiple del inventor Agostino Ramelli. Este atril-giratorio [...] pertenece de lleno a la cultura humanista, testimonio de la atención del erudito alto moderno al universo de los instrumentos de erudición, a aspectos prácticos que faciliten tal lectura "referenciada" de textos (clásicos), donde la collatio desempeña un papel ‘constructivo’".

30 Véanse para esta biografía Martinengo (1982) y el prólogo de Pedraza (1988) a la edición facsímil, de la que cito modernizando la ortografía.

31 Para poder leer por las noches don Francisco tenía otro artilugio: "Me refirieron por cosa notable, cuando estuve en su casa de la Torre de Juan Abad, el año de 1658 […] que tenía una mesa larga, que cogía el ancho de la cama, con cuatro ruedas en los pies, para llegársela con facilidad, despertando la noche para estudiar, y en ella muchos libros prevenidos, y pedernal, y yesca para encender la luz; pues solía tan a deshora comenzar su tarea, que por no aventurar los ratos de la noche muy acomodados para el estudio, no aguardaba, que un criado le trujese recado de estudiar" (Tarsia, 1663: 31). Véanse al respecto López Poza (1995: 88-90) y Peraita Huerta (2003).

32 Es una expresión utilizada por Villanueva (2007: 13); véase para el concepto de 'lectura voraz' en el Siglo de Oro Géal (1998).

33 Véanse además del trabajo pionero de Maldonado (1975) Pérez Cuenca (2003) o Fernández González & Simoes (2011 & 2012).

34 Véase al respecto también Peraita Huerta (2003: 281-282): "¿Por qué tiene Quevedo hasta ocho volúmenes abiertos antes sí (también precisamente mientras alimenta su cuerpo) y por qué Tarsia lo trae a colación? Para el biógrafo importa deslindar la "lectura entretenida", de la lectura de "estudio logrado". Además de recorrer con la mirada y escudriñar las palabras, descifrar e interpretar su sentido, leer consiste en seleccionar, copiar, compilar, inventariar lugares comunes, sententiae, exempla, etc. La lectura que realiza el "scholastico", los eruditos hábitos de leer ocupándose de varios textos al tiempo y margenándolos, desempeñan un propósito de atesorar sabiduría, acopiar erudición, recoger conocimiento, con el fin de poderlo poner en circulación, de desmentir errores".

35 Véanse López Grigera (1998), que estudia y edita las anotaciones de Quevedo a la Retórica de Aristóteles, publicadas en facsímil en 1997, así como Alonso Veloso (2010) que estudia las anotaciones autógrafas de Quevedo en un ejemplar suyo del Anticlaudiano de Alain de Lille, conservado hoy en la Biblioteca de Menéndez Pelayo en Santander.

36 Para el "acopio constante de citas eruditas" en Quevedo véase también Del Piero (1958). Para una lectura del famoso soneto Desde la torre como poética de la cita véase Bravo (1995), que concluye su estudio observando: "Frente al libro escrito, lo que reivindica Quevedo en su soneto es el libro que escribe y es esta concepción del libro no como producto, sino como productividad la que, además de fecundar su escritura, nutre aquí la reflexión del escritor" (374).

37 Con la biblioteca digital Poliantea (Enciclopedias, repertorios de lugares comunes y misceláneas de erudición humanística) Sagrario López Poza pone a disposición de los investigadores una herramienta de trabajo de enorme utilidad.

38 Véase para la estructura de la obra Paolo Cherchi: "L’originalità strutturale della Polyanthea, la ricchezza e varietà delle voci e delle citazioni, la facile consultabilità venivano incontro all’insaziabile bisogno di abbellire le pagine con grappoli di citazioni [....] Il successo, a sua volta, incoraggiò la diffusione dello stile che nutriva, per cui non si esagera dicendo che la Polyanthea creò in parte il gusto per la citazione" (1998: 44).

39 Véanse sobre este tipo de textos: Beugnot (1977), Infantes (1988), López Poza (1990) y (2000), Moss (1996), Cherchi (1998) y (1999), Lobbes (2000), Blecua Perdices (2003), Rallo Gruss (2003), Strosetzki (2003), Heß (2004), Lorenzo Lorenzo (2008) y Fernández López (2009).

40 Hay una reedición madrileña por Juan de la Cuesta en 1613.

41 Véase Grafton (1998: 281-328).

42 Véanse para la relación con las Moralidades del Baldo (König 2003: 136) y Gernert (2010).

43 Véanse además de Rico (1967: 181-182) y (1982: 61-62) los comentarios en las ediciones del Guzmán de Alfarache de Rico (1983), Micó (1987) y Gómez Canseco (2012) así como Gernert (en prensa).

44 Utilizo la edición de Gómez Canseco que cotejo con las ediciones de Rico y Mico.

45 Mañero Lozano alega en el comentario de su edición (2012: 297, nota 151) a propósito de esta mención otros lugares que son "muestra de la posible influencia de esta famosa miscelánea de Mejía en La pícara Justina".

46 "Se trata, con seguridad casi plena, de una caricatura del Licenciado Francisco Gómez de Quevedo, estudiante cojo y barbirrojo. El joven Quevedo escandalizaba en aquel entonces la ciudad de Valladolid con su vida y su poesía rufianesca [...]" (Bataillon, 1969: 32-33).

47 Roncero López (2010: 157) observa que cualquiera de estas "interpretaciones puede ser correcta, porque los rasgos del personaje podrían aplicarse a ambos escritores".

48 Compárense los comentarios de las recientes ediciones de Torres (2010: 609) y Mañero Lozano (2012: 728). Es curioso que Cristóbal Suárez de Figueroa repita en su Pusílipo. Ratos de conversación en los que dura el paseo la misma descripción de la vista: "SILVERIO. Ignorante mucho quien tal hizo, y del todo indigno de poseer joyas de tan gran precio y estima. Cuanto a lo primero, son los miembros más principales entre todos los sentidos; por quien más, que por otros, la naturaleza se llega más a la del alma y espíritu. Reyes en fin, del teatro y edificio del hombre. Atalayas, guías, y capitanes de todo el cuerpo. Por eso, ponderando en otra ocasión su magisterio raro, y superior excelencia, me acuerdo haberles aplicado los atributos que de varios Autores había recogido. Eurípides, galanes del alma; sus medianeros, sus intercesores. Teseo, escuderos de la voluntad. Menandro, espejos de la memoria. Los Griegos, Reyes de lo criado; concluyendo, con que no hay gozo sin vista; y que con ella son todos los gustos tributarios del corazón". ed. Enrique Suárez Figaredo, disponible online: http://users.ipfw.edu/jehle/CERVANTE/othertxts/Pusilipo.pdf).

49 Platón habla en varios lugares de la excelencia de la vista y su relación con el entendimiento, véanse p. ej. Politeia 507c-509b y Timaios 47a.

50 Véase Jauralde Pou (1982: 300): "Como en otras ocasiones, Quevedo ataca una moda literaria, la de los libros enciclopédicos y las misceláneas, que se habían venido desarrollando a partir de estructuras literarias tan conocidas como las del Decamerón y, en la época, la imitación de las sesiones académicas. En su burla hay algo de la jactancia despreciativa del ‘sabio auténtico’ que desdeña Calepinos y Polyantheas –él, que las usó tanto– o que se aparta de las obras con que el vulgo adquiere una cultura de segunda mano, muy superficial. La moda de los Ramilletes de flores historiales, de los Libros de secretos, etc. estaba inundando Europa".

51 Véanse García Valdés (2002: 107-108: "Con todo, creemos [...] que el Libro de todas las cosas es algo más que una crítica de supersticiones, errores y pedantería. Quevedo envuelve en él, en apariencia de fútil pasatiempo, una aguda sátira contra una modalidad de libros enciclopédicos, bastante frecuentes en su época, en los que se embutían multitud de géneros y de temas") y recientemente Martínez Bogo (2011: 285): " El Libro de todas las cosas pertenece a la prosa satírico-burlesca de Quevedo, conjunto de obras que, en su mayor parte, combinan la parodia de géneros con la burla y la sátira. En este caso, el opúsculo se presenta como una parodia de los repertorios enciclopédicos y las misceláneas, frecuentes desde mediados del siglo XVI".

52 La datación del Libro de todas las cosas es algo problemática; Jauralde Pou propone que fue redactado "entre agosto de 1629 y septiembre de 1631, probablemente con la intención expresa de que apareciera en juguetes como una muestra inocua de los muchos opúsculos festivos suyos que circularon en la época" (1982: 300).

53 Cito el Libro de todas las cosas en la edición de Azaustre Galiano en las Obras completas en prosa, dirigidas por Alfonso Rey (2007: 435), cotejando con las ediciones de Jauralde Pou (1981) y García Valdés (1993).

54 Véanse para la obra de Medrano la edición de Alcalá Galán (1998), Mata Induráin (2000: 281-296) y Lee (2011: 191-216).

 

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