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Olivar

On-line version ISSN 1852-4478

Olivar vol.16 no.23 La Plata June 2015

 

ENTREVISTA

 

Cine, teatro y prensa en la trayectoria de un exiliado republicano en Argentina. Entrevista con Nuria Madrid, hija de Francisco Madrid


Marcos Bruzzoni

IdIHCS, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Universidad Nacional de La Plata / CONICET
Argentina


Cita sugerida: Madrid, N., & Bruzzoni, M. (2015). Cine, teatro y prensa en la trayectoria de un exiliado republicano en Argentina. Entrevista con Nuria Madrid, hija de Francisco Madrid. Olivar, 16 (23). Recuperado de: http://www.olivar.fahce.unlp.edu.ar/article/view/Olivar2015v16n23a08

 

Francisco Madrid llega a la Argentina a bordo del Jamaique, el 17 de octubre de 1936, siendo ya, a sus 36 años, un destacado periodista. Junto a él viajan su esposa, la reconocida actriz María Luisa Rodríguez, y su hija de cinco años, Nuria.

Al igual que muchos otros exiliados republicanos, Francisco Madrid tendrá en el país una vasta y diversa producción en el ámbito de la industria cultural nacional. La obra del escritor catalán tendrá lugar en un periodo particularmente interesante para analizar el campo cultural argentino, como son los años comprendidos entre 1936 y 1952, año en el que, aún joven, fallece en Buenos Aires por complicaciones de salud.

Además de su trabajo como periodista, que lleva adelante en Madrid, Barcelona, París y que continuará en nuestro país, Francisco Madrid se desempeñará como traductor, ensayista, cronista cinematográfico y teatral, dramaturgo, será fundador en 1942 y posteriormente director de la Asociación Argentina de Cronistas Cinematográficos (AACC), entre otras tareas de igual interés y relevancia.

Como surge de la conversación mantenida con su hija Nuria, los vínculos que Francisco Madrid entabla en Buenos Aires, tanto con otros exiliados republicanos en el país y en el exterior, como también con escritores e intelectuales argentinos, permiten tomar dimensión de la vastedad de las relaciones intelectuales que tuvieron lugar entre el campo cultural español en el exilio y el argentino.

Cabe destacar aquí el hecho de que, pese a haber ocupado un lugar de relevancia en el campo cultural argentino de la época y de haber legado una obra periodística y crítica de notable valor, la figura de Francisco Madrid ha sido escasamente estudiada. En este sentido es destacable la labor de Olivar publicando, en su número 22, el programa de una obra de teatro del escritor catalán, con introducción de Paula Simón y, en el presente, la entrevista prologada por esta introducción.

A partir del interés que suscita un escritor destacado como lo fue Francisco Madrid y gracias a la cordialidad y la buena memoria de su hija, pudo llevarse adelante el presente trabajo. Si bien Nuria no siguió el camino de su padre, sí posee un innegable, y quizás heredado, gusto por el arte que uno percibe en cuanto entra a su departamento de Palermo, decorado con originales de Gori Muñoz y Pablo Ducrós Hicken, entre otros. En uno de los encuentros que tuvieron lugar en dicho departamento, se llevó adelante la entrevista que puede leerse a continuación.

 

Marcos Bruzzoni: ¿Cómo fue que llegaron a la Argentina usted y sus padres?

Nuria Madrid: Cuando estalla la guerra, mi padre se encuentra en Puigcerdá con dos amigos. Cuando quiere ir al partido republicano, los anarquistas se enteran de quién era él y lo toman prisionero. Siendo vicedirector del diario La Voz de Madrid, mi padre había escrito muy mal de los anarquistas, por esto lo juzgan y lo condenan a muerte. Sus amigos deciden llamar a la Generalitat, las comunicaciones estaban cortadas pero finalmente se ponen en contacto con Lluís Companys, quien avisa que Paco Madrid trae información de Francia, algo que no era cierto, y que si lo matan manda a arrasar Puigcerdá. Los anarquistas lo meten en un coche y salen para Barcelona. Cuando llegan a la Generalitat, mi padre vive oculto allí dos meses, escondido por Companys. Luego sale en un barco de guerra inglés, y mi madre y yo salimos de Madrid a Alicante, de allí a Orán, no sé bien por qué, y luego a Marsella. Al segundo día de estar en Francia nos encontramos con (Joan) Lluhí, que era Ministro de la República, quien le dio a mi mamá 5.000 pesetas. Nosotros no teníamos nada. En Marsella nos encontramos con mi padre, quien llegó con los pasaportes. De allí a Burdeos y luego partimos a Argentina.

MB: ¿Qué motivos los llevaron a elegir Argentina como destino de su exilio en lugar de, por ejemplo, México?

NM: ¿Por qué elegimos Argentina? Lo que pasa es que mi padre era amigo de Camila Quiroga y Enrique de Rosas, dos grandes actores, y había recibido en España a Alfonsina Storni. De hecho años después, el hijo de Alfonsina me dijo: "Nuria, su padre era un hombre inolvidable, recuerdo que un día lo escucho preguntando ‘¿quién es Alejandro Storni?’ y me dio 500 pesetas, que era una fortuna". Es decir, había conocido a Alfonsina Storni, a Blanca de la Vega, una gran recitadora. Conocía a muchos argentinos y dijo "en Argentina conocemos gente, además Argentina es muy parecida a nosotros", y por eso vinimos.

MB: Cuando llegan a Buenos Aires, no se les permite desembarcar, ¿verdad?

NM: No, no nos dejaron. Mi padre había escrito, poco antes de llegar, a Matilde Rivera, quien estaba casada, o vivía, con Enrique de Rosas, avisando que llegábamos. Ella nos vino a buscar al puerto. Cuando vamos a desembarcar nos dicen que no nos dejan bajar, por problemas políticos, es decir no nos dejan bajar por rojos, en aquel momento éramos rojos. Mi padre logra decirle a Matilde que llame a la Embajada. En eso sube al barco Jaime Jakobson, quien era el periodista de Noticias Gráficas designado para cubrir las novedades del puerto. Cuando Jaime Jakobson se entera de que hay un periodista al que no le permiten desembarcar, y como él tenía pase, sube al barco. Le dice a mi padre más o menos: "Señor Madrid, usted no me conoce a mí, yo lo conozco a usted, ¿qué puedo hacer por usted?". Entonces le pide que llame al embajador. Finalmente a la tarde bajamos, creo que nos vino a buscar Jakobson en auto y Matilde Rivera nos llevó a su departamento en Libertad 257. El departamento era muy pequeño, Matilde no tenía un buen pasar. Mamá se dio cuenta y a los pocos días fue al Banco Municipal a empeñar su hermosísimo broche y las tres pulseras de oro que tenía, una por cada año de casada. Con ese dinero pudimos alquilar una habitación en ese mismo edificio en la planta baja. Esa es la historia de cómo llegamos a la Argentina.

Figura 1. Francisco Madrid

MB: Al poco tiempo de llegar al país, sus padres ingresan en la escena teatral nacional. ¿Cómo fue que comenzaron a trabajar en el teatro en Buenos Aires?

NM: Fue gracias a Pablo Suero, el periodista, quien también era un español pero ya afincado en Buenos Aires. Él le dijo a mi padre: "yo sé que usted tiene los derechos de la obra de Lilian Hellman The children’s hour". Papá tenía la traducción y Suero le propone revisarla y firmarla juntos. Papá no estaba en condiciones de decir que no, seguramente cobró menos de lo que se usaba pero puso como condición que mamá fuera la primera actriz. La obra se estrenó como Las inocentes.

Por otro lado, a los pocos días de llegar a Buenos Aires vino Jaime Jakobson a ofrecerle trabajo en Noticias Gráficas. De redactor. Papá era el vicedirector del segundo diario de Madrid (La Voz) pero nuevamente no estaba en condiciones de decir que no.

Con el cargo en Noticias Gráficas más el estreno de Las inocentes nos mudamos a una pensión en Avenida de Mayo 1236.

MB: Fue así entonces como su padre comenzó a trabajar en el país, gracias a Pablo Suero y a Jaime Jakobson.

NM: Exacto, Pablo Suero murió en un accidente de auto poco tiempo después pero con Jaime Jakobson tuvo una amistad de toda la vida. Él era figurita repetida en mi casa. Después mi padre le devolvió muchos favores, con él editó un diario (revista) que se llamaba Cine. Cuando tradujo La vida heroica de María Curie lo tenía a Jakobson de dactilógrafo, o sea, una amistad muy grande. Mi padre siempre decía que tuvo dos hijos que no podían ser sus hijos, que fueron Jaime Jakobson y Leo Fleider, ellos fueron las dos personas que vio y quiso como si fueran sus hijos.

Figura 2. Francisco Madrid junto a Leo Fleider

 

MB: Jaime Jakobson fue una de las personas que le permitieron a su padre comenzar a trabajar en la prensa nacional.

NM: Exacto, no el único pero fue muy importante. Lo que sí recuerdo es que mi padre nunca se consoló de que no lo hubiera llamado [Natalio] Botana. Mi madre decía que Botana estaba esperando que Paco fuera a pedirle trabajo y Paco estaba esperando que Botana lo llamara.

Con respecto a Noticias Gráficas, pienso que le ofrecieron lo que había, sólo tenían un cargo de redactor pero bueno, gracias que se lo dieron.

MB: Trabajó también en otros periódicos como La Prensa.

NM: En La Prensa escribió siempre que podía. Es decir, si vos publicabas en Noticias Gráficas o en cualquier otro lugar te pagaban, por decir un número, 20 pesos, si sacabas un artículo en La Prensa de los domingos cobrabas 50 pesos. Y además era un honor. En aquel momento publicar en La Prensa era lo máximo a lo que podía aspirar un periodista. Mi padre publicó muchos artículos en La Prensa e incluso publicó su traducción de las memorias de [Winston] Churchill, pero ya años después.

MB: Quisiera preguntarle por la relación de su padre con España. Él escribe en Catalunya, una revista que tuvo un notable contenido político y social. ¿Cómo veía él a la España que había dejado atrás y a la que no volvió? ¿Qué recuerdo tenía de su ciudad natal, Barcelona?

NM: España era toda su vida. Es curioso porque mis padres trataban de no hablar mucho del pasado. Mi madre era la que más recordaba pero mi padre era como si se hubiera ido al futuro, lo que importaba era lo que venía. Además no la pasaron demasiado bien. En mi casa se escuchaba a mi madre preguntarle a mi padre por el pago de algún artículo de La Prensa y al responder él que no estaba la orden de pago, ella siempre decía: "Paco, mañana no comemos". Después comíamos (risas). O sea, no la pasaron muy bien. La única época en la que estuvimos bien fue cuando, al año y medio de llegar, a mi padre lo nombran tercer Secretario de la Embajada. Ahí pudimos mudarnos al departamento en el que había vivido la recitadora Blanca de la Vega.

MB: Por eso no solían hablar de España....

NM: Claro, hablaban de qué iban a hacer el día siguiente, qué iban a comer. El futuro, sobre hacer obras, las traducciones, etc.

MB: ¿Qué mirada tenía su padre sobre Cataluña?

NM: Una cosa que yo siempre recuerdo sobre Cataluña, ahora que está el tema en boca de todos, es que mi padre me decía: "yo los entiendo pero no lo comparto". O sea, siempre sentimos que éramos españoles y él decía que tienen derecho, tienen razones, tienen muchas razones. Los entendía pero no lo compartía.

Mi padre se sentía catalán, era catalán, pero sabía que era español y que Cataluña era parte de España.

MB: ¿Cuáles diría que son los factores que le permiten a su padre insertarse en el campo cultural argentino? ¿Otros exiliados, amigos argentinos quizás?

NM: Tenía, sí, amigos argentinos. Mecha Ortiz, por ejemplo, con quien estrenó Mujeres en el ‘38, creo. Tuvo un éxito sensacional. Era una comedia de Claire Booth [Luce] que mi padre traduce. Mecha Ortiz tenía el primer papel y la segunda actriz era Amelia Bence. También Mecha Ortiz le estrenó Los besos no pagan multa. Mi madre le estrenó El día que llegó Adelfa. Y así se empezó a meter, empezó a estrenar obras con traducciones suyas, como también Nuestro pueblo [de Thorton Wilder], que se la estrena Eva Franco; Luz de gas [de Patrick Hamilton] se la hizo Camila Quiroga. Él se relacionó con la gente del espectáculo estando en la Embajada y, posteriormente, escribió mucho para El Hogar. Hubo una época en la que El Hogar era prácticamente editada por mi padre. Allí firmaba como Francisco Madrid pero también como Carlos Madrigal y Hans Ratenauer. Era un hombre que valía y de a poco le fueron saliendo las cosas.

MB: Mencionó la traducción de La vida heroica de María Curie, que escribe la hija, Eva Curie. De esa traducción surge la idea de escribir una obra de teatro.

NM: Claro, la obra la escribe con Casona. Esa obra la estrenó Blanca Podestá. El primer acto lo escribe Casona, el segundo mi padre y el tercero lo escriben a medias. En realidad todo lo hicieron a medias porque siempre se consultaban, pero si lees el primer acto, es Casona, el segundo es mi padre y el tercero es una mezcla de ambos. Tuvo mucho éxito la obra.

MB: A su padre y Alejandro Casona los unía una amistad...

NM: Eran muy amigos. Inclusive la hija, Marta, fue una de mis mejores amigas, la recuerdo con mucho cariño. Mis padres eran muy amigos de Casona, se reunían en casa muy seguido y se divertían mucho. Jugaban a "dígalo con mímica" o cantaban canciones y se morían se risa, siempre digo que sus reuniones eran mucho más divertidas de lo que son las mías ahora. Más adelante, cuando vino Enrique Borrás, las reuniones en las que estaban Casona, Borrás y mi padre eran duelos a ver quién era el más ingenioso. Eran muy amigos en verdad. Mi mamá era amiga también de Rosalía, la mujer de Alejandro.

MB: Al hablar de Francisco Madrid es difícil no pensar en sus numerosos trabajos relacionados a la industria cinematográfica. Buena parte de su producción se enmarca en un momento en el que el cine argentino se encontraba en crecimiento. ¿Cómo recuerda su relación con el cine?

NM: Siempre se sintió atraído por el cine, pero había también una necesidad, recuerdo a mi padre diciéndole a mi madre: "María Luisa, vendí un guion, 10.000 pesos". Claro, luego de pagar las deudas no les quedaba mucho (risas).

MB: A partir de su incursión en el cine, comienza a relacionarse con directores como Mario Soffici.

NM: Con Mario Soffici fueron amigos. Hicieron La cabalgata del circo, y creo que ahí lo conoció a Leo Fleider, porque Leo era el ayudante principal de Mario. También hicieron un viaje al sur, a Ushuaia, y escribieron el argumento de una película que nunca se estrenó. Esa historia es sensacional pero nunca se hizo. Siempre siguió tratándose con Mario y con Leo también. De hecho Leo estrenó años después Campo Arado, con Silvia Legrand, y al final pone "En homenaje a Francisco Madrid".

MB. ¿Tenía relación su padre con exiliados en otros países?

NM: En el exterior, con exiliados en México, con Paulino Masip, con Alardo Prats, con Bayarte, pero él no era del mundo del espectáculo, era un ingeniero catalanista. Con Paulino Masip se escribió siempre. Paulino tenía un tío en Buenos Aires y mi padre, la amistad que perdió con Paulino por el exilio la tuvo con su tío, a quien veía con frecuencia. Paulino era el director de La Voz cuando mi padre era el vicedirector.

MB: En el país se relacionaba también con los exiliados ¿verdad?

NM: Por supuesto, tenía muy buena relación con Casona, con Borrás, con Mariano Perla, con Manuel Gurrea. Fue muy amigo del Doctor Juan Cuatrecasas, que escribió de psicología y muchos otros temas, era un gran intelectual. Él era profesor de la Universidad de Barcelona y lo contratan de la Universidad de Rosario, pero cuando quiere ejercer, lo obligan a rendir todas las materias de nuevo. En general, se trataba con toda la comunidad republicana y, especialmente, con la comunidad catalana. Era muy amigo de [Ángel] Ossorio y Gallardo luego de que trabajaran juntos en la Embajada. Recuerdo que Ossorio le decía a mi padre: "Paco, usted va a volver a España porque es joven, tenemos Franco para 30 años" y papá le decía "No". Ninguno de los dos volvió a España.

Olvidaba a Gori Muñoz, íntimo de la familia, un hombre estupendo. Mi padre se trataba también con [Clemente] Cimorra, un personaje divertidísimo. Él vino con los Muñoz en El Masillia. A ellos, como a nosotros, no los dejaron desembarcar. Ninguno pudo entrar al país excepto Salvador Valverde, quien había nacido en la Argentina. De aquí la famosa historia de Botana. El caballo de Botana gana ese día el Carlos Pellegrini, gana un premio de 10.000 pesos y Botana va al puerto. No le permiten subir al barco y Botana dice "¿Cómo no puedo subir? Yo voy a subir y además voy a bajar con ellos". Y repartió los 10.000 pesos entre todos los republicanos, entre ellos Gori Muñoz, Cimorra, etc.

MB: ¿Nunca pensó su padre en volver a España?

NM: Según mi hijo, que estuvo en España y habló con la familia de mi madre, mi padre escribió diciendo que tenía ganas de volver estando Franco. Él supuestamente había averiguado y no le iban a hacer nada, como no le hicieron nada a Casona. Yo no lo sé. A lo mejor tuvo esa idea de preguntarse "¿Y si vuelvo?".

MB: Usted sí volvió a España años después.

NM: Sí, pero yo volví en los 90. En Barcelona visité la casa en la que mi padre y yo nacimos. Todavía está porque está en la zona reservada. Y en Madrid vi la casa donde viví, es preciosa, está en la Casa de las Flores, allí también vivió Neruda cuando fue cónsul en Madrid.

MB: Para ir finalizando, no puedo evitar preguntarle sobre su madre, María Luisa Rodríguez. ¿Cómo se conocieron ella y Paco?

NM: Se conocieron en el ambiente, mi padre era un conquistador, le gustaban las mujeres y mi madre lo acusó toda su vida de infidelidades, y recuerdo que él me dijo un día: "Si fuera cierto todo lo que me achacó tu madre, no hubiera tenido tiempo de vestirme" (risas). Pero le caía bien a todo el mundo. Mi madre también era encantadora.

Él curiosamente vivía atrás de donde vivía ella, eran vecinos. Los dos tenían un carácter muy fuerte pero se querían mucho. Cuando se casaron, dos de sus testigos de bodas fueron Enrique Borrás y Joan Pich i Pon, un político catalán millonario.

Mi madre era una gran actriz que nunca se valoró a sí misma. Trabajó en la compañía catalana con Enrique Borrás desde muy joven. De a poco fue convirtiéndose en "La Rodríguez" y ya no hubo techo para ella.

Luego va a seguir su carrera en Madrid, ya casada con mi padre. Él no quería que ella actuase, pero se queda sin trabajo y a mi madre le presentan en un estreno a Pedro Muñoz Seca, que era muy popular en ese momento. Muñoz Seca le da su tarjeta y le dice que el día que quiera trabajar, lo llame. Como mi padre no tenía trabajo, mi madre llama a Muñoz Seca, quien la pone en contacto con Tirso Escudero. Con la compañía de Tirso Escudero debuta en el ‘33 con una comedia de Muñoz Seca. Inclusive Muñoz Seca escribió una obra para mi madre, ¡Sola!, de gran éxito. Es una obra en tres actos que mi madre hacía con un traje blanco muy bonito. Ese traje blanco se lo mandaron cuando vinimos acá en un baúl. Con ese traje blanco fue a la cena de asunción de Ortiz y luego al Teatro Colón. Como mi padre trabajaba en la Embajada, los invitaron. Mi madre siempre contaba que cuando llegan, los reciben con un "¡España!" y ella pensaba: "parece mentira, hace un año no nos dejaban bajar por rojos y ahora escucho que gritan ‘¡España!’ y entro yo".

 

Figura 3. María Luisa Rodríguez, reconocida actriz y esposa de Francisco Madrid



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