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Olivar

versão On-line ISSN 1852-4478

Olivar vol.16 no.23 La Plata jun. 2015

 

RESEÑAS

 

Guillem Martí, ¡Quemen Barcelona!, con la colaboración y traducción al español de Jordi Solé, Buenos Aires: Destino, Colección Áncora & Delfín, 2015, 576 pp.


Luciano Miglierina

Universidad Nacional de La Plata
Argentina

 

Decir que la Guerra Civil española fue un enfrentamiento de españoles contra españoles o de Sublevados contra Republicanos si se quiere es decir una verdad a medias. Lo cierto es que, si no mundial, la Guerra Civil fue una guerra europea y antesala de la que vendría. Sabido es por demás que El Caudillo recibió el apoyo considerable de Hitler y Mussolini, que el Komitern ruso tuvo incidencia en las filas comunistas españolas y que participaron del conflicto en territorio español las Brigadas Internacionales.

La victoria franquista no solo fue el comienzo de una larga dictadura sino que también provocó una masa inimaginable de exiliados y sepultó en el olvido a todo aquello relacionado a la Segunda República. Escritores, políticos, celebridades, profesionales, combatientes y un largo etcétera se vieron por muchos años, incluso luego de la muerte de Francisco Franco, a vivir borrados del mapa español tanto físico, como político, económico y cultural. Ya en los ’90, con Franco muerto hacía más de quince años, se fue consolidando un proceso lento y gradual de recuperación de la llamada Memoria Histórica Republicana. Así, una suma importante de autores olvidados por el franquismo fueron reeditados. Del mismo modo las historias de muchos héroes republicanos vieron la luz luego de décadas en la penumbra. El punto destacado llegó en la primera década del siglo XXI de la mano de una nueva narrativa sobre la Guerra Civil, con Soldados de Salamina de Javier Cercas como título emblemático, aquella escrita por los nietos de la guerra.

En esta doble línea (una histórica, la otra cultural) podemos enmarcar esta primera novela de Guillem Martí, escrita con la colaboración de Jordi Solé, quien es además traductor del original catalán, publicado en marzo de este mismo año por Columna Edicions con el título Cremeu Barcelona!, al castellano. A propósito, cabe señalar que dicha traducción presenta una diferencia entre las ediciones para los mercados español e hispanoamericano, en sus respectivos títulos: ¡Quemad Barcelona! y ¡Quemen Barcelona!, respectivamente.

La novela de Guillem Martí se enfoca en los últimos días de guerra en la Ciudad Condal y en el papel preponderante que jugó Miquel Serra i Pàmies, tío abuelo del autor, antiguo Masón, miembro de PSUC (Partido Socialista Unificado Catalán) y Conseller de la Generalitat, ante la orden llegada desde la misma URSS de destruir Barcelona para que, ante la inminente nueva guerra que se avecinaba, España no se convirtiera en un teatro de operaciones al servicio de la Alemania Nazi, a quien Franco debía gran parte de la victoria. A partir de material documental relacionado con este hecho (cartas, fotografías y documentación personal), Martí construye una novela en la que incorpora sucesos a los que había ya dedicado artículos en publicaciones periódicas como la Revista de Catalunya (en 2009), Barcelona Metròpolis y Núvol (2013).

La novela está dividida en trece capítulos sin numerar. La apertura y el cierre se ubican en una estación de autobuses en Ciudad de México hacia septiembre de 1946, es decir siete años después de los sucesos narrados, donde Miquel vive la vida de exiliado a la que se ha visto obligado luego de la derrota de la República y espera reencontrarse con Teresa, su gran amor, y su hija. En el primer capítulo la novela nos muestra la imagen “de un hombre mucho mayor de los cuarenta y cuatro años que tiene, amargado, vencido y exhausto [...] que es en aquello en que lo han convertido la derrota, el desengaño y el exilio” (13) y cómo es el trato de los mexicanos hacia los refugiados españoles; sentado en un restaurant el ex Conseller ve “la mirada despectiva de: ‘Pues claro que nada, güey, si es nomás un gachupín muerto de hambre’”(14). Los restantes once capítulos corresponden a los días que van desde el lunes 16 al jueves 26 de enero de 1939 y tienen su escenario en la ciudad de Barcelona, protagonista de fondo de la novela.

Sentado a la espera del autobús que le devolverá a su Teresa, Miquel recuerda los días finales de la guerra, más precisamente el día en que llegó la orden de tierra quemada directa desde Moscú. A pesar de no estar de acuerdo Miquel se ofrecerá como voluntario para llevar a cabo la misión que se cobraría la vida de miles de civiles. Pero sus intenciones son otras, ayudado por Julián, encargado junto a sus dinamiteros de preparar las cargas, y por Corbacho, un sargento desertor del ejército republicano que esconden en su propia pensión, Miquel intentará por todos los medios posibles evitar la hecatombe, aunque eso le cueste la vida o lo que es peor aún la de Teresa. A pesar de las consecuencias atroces que le puede acarrear su posición las convicciones de Miquel son claras. En diálogo con el camarada Julián leemos al respecto: “̶ Hermano ̶le suplica, inclinándose una vez más hacia él ̶,te suplico que me ayudes a impedir esta locura que va contra todos los principios de nuestra orden. ¿Es que la gente no ha sufrido ya bastante? ¿Servirá de algo destruir Barcelona? Porque si de verdad eres capaz de encontrarle algún sentido a esas órdenes absurdas que hemos recibido, estoy incluso dispuesto a ayudarte de verdad a cumplirlas. Pero si no puedes, si no hallas otra cosa que no sean la locura y el odio que provocan la guerra, entonces... ¿qué derecho tenemos nosotros a cobrarnos tanta sangre inútil e inocente?” (167).

Guillem Martí despliega a lo largo y ancho de la novela una amplia gama de personajes cargados de complejidades. El mismo Miquel que, a pesar de cargar con el título de héroe, purga culpas por el destino de la República y de las vidas jóvenes e inocentes que se robó la guerra. Así mismo le devuelve el prestigio arrebatado por sus propios dirigentes a generales como es el caso del general Sebastián Pozas que luego de combates heroicos se ve desplazado y relegado de su cuerpo de ejército para terminar en una incipiente Gerona. Interesante es ver como también se pone en evidencia la guerra interna que vivía el propio ejército republicano y sus desastrosas consecuencias. En una de las tantas conversaciones que mantienen Miquel y Corbacho éste lo espolea argumentando que “si nuestros bien amados líderes de la república se hubiesen preocupado un poco más de tirotear a los facciosos y un poco menos de matarse entre ellos, ahora las cosas serían diferentes” (149). Miquel le dará la total y absoluta razón. El acto propio de asumir responsabilidades tiene en la novela un doble mérito. Por un lado, carga las culpas a los verdaderos responsables; por el otro, libera a los combatientes de la misma y da la voz a los protagonistas para que se descarguen. En la visita al frente un soldado increpará a Miquel; “‘toda la culpa es suya’, le había reprochado con aquella mezcla aterradora de agotamiento y desprecio. ‘¡Suya! Nos hemos dejado la vida aquí, por la República, y ustedes sólo han sido capaces de pelearse entre ustedes, como perros que se disputan un hueso sin carne’” (21), leemos en uno de los primeros capítulos.

Existen dos preguntas implícitas que flotan durante toda la novela: ¿Qué será de Cataluña cuando ellos pierdan? ¿Qué será del mundo cuando los otros ganen? Esta última se inscribe en una de las dos líneas que señalábamos al comienzo. En la Guerra Civil española había mucho más en juego que el futuro de España.

Resulta interesante la forma en que la novela presenta y construye a los diversos personajes que la transitan. Los fascistas –españoles, alemanes e italianos–, aparecen en forma de bombas que caen constantemente en Barcelona, como una fuerza que amenaza segundo a segundo con ganar el conflicto y ajusticiar a los vencidos, y su materialización en personajes efectivos solo ocupa unas pocas hojas. Tampoco Yuri Lazarev, agente de NKVD y antagonista de Miquel, puede encarnar el papel del “villano”, ya que sigue órdenes del Kremlin. ¿Cómo se puede tildar de villano, en una guerra, a quien comete su primer asesinato al final de la misma y con el único propósito de ayudar a salvar a cientos de chicos huérfanos? ¿Cómo condenarlo si a pesar que su novia Trini lo engaña, él acaba salvándole la vida? Mucho menos se lo podría poner en ese lugar a Corbacho, desertor que había combatido en el sitio de Madrid –en donde ve cómo a su novia la mata una bala fascista–, en el Ebro y en el frente del Segre, y que luego de tres años de lucha constante decide abandonar una guerra que para entonces ya estaba perdida.

En una línea paralela al hecho histórico, corren dos líneas amorosas: la de Miquel y Teresa y el triángulo amoroso formado por Lazarev, su novia Trini (una cantante de Cabaret) y Corbacho. Aunque interesantes las dos historias por momentos caen en un exceso de sentimentalismo que a veces raya en la cursilería total. Trini y Teresa, junto a Paloma (la novia fallecida de Corbacho), Helena Gabriel, Boleslava y Carolina de una forma un tanto estereotipada representan el lado femenino tanto de la novela como de la Guerra Civil española. Paloma será el símbolo de aquellas mujeres españolas que se levantaron en armas, hombro con hombro con los hombres para defender a la República; Helena Gabriel, por su parte, representa a ex mujeres combatientes que son apartadas del frente para cumplir tareas secundarias, en este caso cuidar de chicos huérfanos a los que la guerra les había arrancado a sus padres; Boleslava se alza como la imagen del reportero de guerra, que arriesga su vida en el frente para retratar y contarle al mundo lo que sucedía en territorio español, junto a ella aparecen célebres corresponsales como lo fueron Hemingway, Herbert, Capa o Buckley (a los que Martí defenestra sutilmente); Carolina y Trini son el estereotipo de mujeresque se ganan la vida en ambientes nocturnos aunque la suerte de una y otra sea totalmente opuesta, Trini posee la protección y el sustento de Yuri mientras que Carolina está abandonada a la ayuda que le pueda brindar Trini; por último, Teresa que es la personificación de la mujer incondicional, desinteresada que intentará ayudar a todo aquel que se vea necesitado.

Nos queda, por último, hablar de la protagonista de la novela, aunque, como ya dijimos, aparezca eclipsada por los demás personajes: la ciudad de Barcelona. Miquel la describe como “un barco que navega a la deriva, a merced de las corrientes y sin que haya nadie al timón. Los comercios están abiertos, pero no hay nada para vender. Los bares han levantado la persiana, a pesar de que no tengan nada para la clientela. Los servicios funcionan como pueden. Y en todas partes, el miedo omnipresente a las sirenas y a los motores de los bombarderos, ya sean italianos o alemanes, que anuncian que la muerte vuelve a amenazar desde el cielo” (63). El barco se ha quedado sin timón porque el gobierno catalán con Companys a la cabeza y el de la República con Negrín al frente están distanciados a más no poder, incluso el otro capitán de a bordo, los representantes del Komitern en España, en su mayoría ya han huido de la ciudad abandonándola a su suerte. No obstante, Miquel Serra i Pàmies no permitirá que se hunda. A pesar de todo Barcelona sigue en pie.

Repleta de personajes reales (Malraux, Aub, Hemingway, Machado, Líster, entre otros muchos), hechos históricos célebres (como los últimos días de Antonio Machado en Barcelona o la odisea que vivieron André Malraux y Max Aub, mientras terminaban de filmar Sierra de Teruel) y personajes ficticios la novela cuenta la larga agonía de Barcelona y pone de manifiesto las variadas posiciones de los personajes, tanto ficticios como reales, ante la inminente derrota de la República, desde los que ya no piensan en otra cosa que no sea salvarse a cualquier precio hasta los que todavía sienten que, a pesar de todo, la guerra aún puede ganarse y, en medio, Miquel que se debate entre el deber de salvar Barcelona y el amor por Teresa.

Concebida, según señala el texto de la solapa, como un “libro destinado a sacar a Miquel Sierra i Pámies del olvido y dar a conocer la heroica aventura de cómo salvó Barcelona, su ciudad”, ¡Quemen Barcelona! de Guillem Martí constituye una interesante novela en torno a un hecho histórico, de lectura amena, y en la que se mezclan y entrelazan varios géneros, como es característico de buena parte de la narrativa española de la memoria, convirtiéndola en una amalgama que va desde la novela histórica al thriller pasando por la novela romántica, la biografía y la crónica.




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