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Papeles de trabajo - Centro de Estudios Interdisciplinarios en Etnolingüística y Antropología Socio-Cultural

versión On-line ISSN 1852-4508

Pap. trab. - Cent. Estud. Interdiscip. Etnolingüíst. Antropol. Sociocult.  n.17 Rosario ene./jun. 2009

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Metamorfosis de los modelos evangelizadores en el Chaco Central. Las ONGs para el desarrollo y su razón intervencionista en un espacio de expansión productiva reciente1

Sergio Braticevic2

RESUMEN

A partir de la proliferación de las ONGs y el agenciamiento de diversos programas de desarrollo, el modelo evangelizador logró nuevamente contener parte de las demandas de la población indígena, pese al desgaste sufrido por las iglesias en la zona. Del mismo modo, generó diques de contención a la inestabilidad producida entre el avance de la frontera agraria y las comunidades locales, estableciendo la continuidad de los desequilibrios espaciales propiciados por la explotación de economías de enclave.

Palabras Clave: Frontera Agraria; Desarrollo; Razón Intervencionista; ONGs; Modelo Evangelizador.

ABSTRACT

From the NGOs proliferation and the implementation of diverse development programs, the evangelizing model managed to contain part of indigenous population demands again, despite the wear suffered by the local churches in the zone. In the same way, it generated dams to the instability produced between the agrarian frontier advance and the local communities, establishing the continuity of spatial imbalances propitiated by the development of enclave economies.

Keywords: Agrarian Frontier; Development; Interventionism Reason; NGOs; Evangelizing Model.

RÉSUMÉ

Á partir de la prolifération des ONGs et l'organisation de plusieurs programmes de développement, le modèle évangélisateur a réussi, à nouveau, à contenir une partie des demandes posées par la population indigène, malgré l'usure soufferte par les églises dans la région. De la même façon, ce modèle a crée des barrages contre l'instabilité associée à l ´expansion de la frontière agricole et conséquences sur les communautés locales, en établissant la continuité des déséquilibres spatiaux favorisés par l'exploitation des économies d'enclave.

Mots- clé : Frontière agricole; Développement; Raison Interventionnisme; ONGs; Modèle Évangélisateur.

Fecha de recepción del artículo: Marzo 2009
Fecha de evaluación: Mayo 2009

1. Introducción

La fuerte influencia que las misiones religiosas desplegaron en el Chaco Central durante gran parte del siglo pasado tiene alcances hasta la actualidad. Con rupturas y continuidades en el plano organizacional (se retiran los misiones y se desarman las reducciones, pero dejan el legado de haber formado a los pastores para la prédica), las iglesias logran mantener su preponderancia relativa en la vida social de las comunidades locales, pese a la reconversión de los sujetos misionales y pastores hacia organizaciones de otro tipo (ONGs). En la primera parte del trabajo, se intentan examinar las transformaciones de los modelos de evangelización de las iglesias en el Chaco Central que tuvieron lugar durante los últimos treinta años, centrándose en dos ejes que se dan en el plano organizacional. Por un lado, el retiro de las misiones y el desmantelamiento de las reducciones, con su reverso en la formación de un número significativo de pastores para la prédica. Por el otro, la fuerte proliferación de ONGs relacionadas con algún culto religioso.
En este sentido, se realiza un análisis de las similitudes entre el papel de la iglesia y de las ONGs en el "desarrollo" reflexionando sobre su "razón intervencionista", a partir de responder la siguiente pregunta: ¿porque los modelos y proyectos de desarrollo se agencian desde la iglesia y las ONGs hacia las comunidades indígenas?
Seguidamente, teniendo en cuenta las trayectorias tanto de las ONGs como de las iglesias en la región, se estudian los recientes avances en materia productiva (ya sea agrícola-ganadera como hidrocarburífera), así como las relaciones que este proceso de expansión comporta con respecto a las intervenciones desde el Tercer Sector a través de los programas de desarrollo.

2. Metamorfosis del modelo evangelizador, programas de desarrollo y su razón intervencionista

La estructuración del territorio chaqueño durante el siglo pasado se organizó, en gran medida, a través de la expansión de la frontera agropecuaria. A partir de diversos frentes de cultivo, explotación maderera y ganadería, ya sea tanto desde el sureste (sistema de ríos Paraná-Paraguay y Salado) como desde el oeste (siguiendo a Reboratti [1996] el denominado "Umbral al Chaco"), la apropiación de la tierra se desarrolló de manera diferencial. Predominando el minifundio en la zona más húmeda del este, apenas un poco hacia el oeste más árido prevaleció el latifundio y la extracción con economías de enclave, siendo el caso más reconocido el del tanino.
Además de la tierra, no hay que dejar fuera del abordaje el papel que tuvo en el territorio la formación de diferenciados mercados de trabajo, así como la movilidad de la mano de obra chaqueña. Ahora bien, para el caso que se cita a continuación (la economía de los ingenios azucareros) la producción se desarrolló estrictamente en la región del NOA, mientras que el reclutamiento de la mano de obra se llevó a cabo en el Chaco Central, así como en el Gran Chaco.3
La economía de enclave de los ingenios salto-jujeños se abasteció durante la primera mitad del siglo pasado de fuerza de trabajo indígena que, mayoritariamente, procedía del Chaco. A partir del período de cosecha, la mano de obra reclutada en las misiones religiosas se dirigía a los ingenios. Como menciona Trinchero: "El comienzo del accionar de la Iglesia Anglicana en la zona estuvo fuertemente apoyado por los patrones ingleses del segundo ingenio de la región, el ingenio La Esperanza. Hacia 1914, esta empresa dona a la South American Missionary
Association los terrenos para fundar Misión Chaqueña, cerca de Embarcación". [...] "El establecimiento de las misiones anglicanas ha sido paralelo a lo que podría denominarse como segunda gran expansión de los ingenios salto-jujeños. Fue durante las décadas de 1920 y 1930 que éstos incrementaron su peso relativo en la producción de cultivos industriales en el país" (2000:180-181).
A su vez, "el control del reclutamiento y la reproducción de los productores que estas fracciones del capital requerían para valorizar el trabajo indio se realizó, entonces, en forma mediatizada, es decir, a través de instituciones como la Iglesia Anglicana. La relativa escasez de fuerza de trabajo, producto de la también relativamente baja composición orgánica del capital [.] junto con las constricciones específicas de localización y de la modalidad recolectora cazadora [.] hicieron que el capital debiera recurrir a dicha forma de mediación" (Ibídem, 2000:181).
Conjuntamente con el requerimiento de fuerza de trabajo a muy bajo costo, el modelo de concentración poblacional comportó otra función, a saber: "tendía a desterritorializar el conflicto emergente de la ocupación criolla en la zona" (Ibídem, 2000:181).
A mediados de los sesenta, tras casi media década de reclutamiento de mano de obra indígena proveniente del Chaco Central, las agroindustrias azucareras estimuladas por el incremento de los precios internacionales mecanizan la carga y el transporte de la caña. Sube la composición orgánica del capital en esta rama, y por ende, la necesidad de trabajo manual desciende notablemente.
De forma paralela, y sin que el proceso de mecanización de la zafra sea su causa única y directa, va declinando el accionar misional en la región. Más bien, varios factores inciden en la decadencia y posterior retiro de las misiones a lo largo de unos veinte años. Además de la mencionada tecnificación del proceso de producción del azúcar, al cabo de unos cuantos decenios el principal objetivo del modelo evangelizador estaba cumplido: la formación de pastores a escala local. Si bien algunos misioneros permanecen en el Chaco hasta el día de hoy, el establecimiento de un importante cuerpo de pastores locales fue tornando innecesaria la presencia de la acción misional más tradicional (con misioneros foráneos y en formato reduccional).4
En una entrevista realizada en la Iglesia Anglicana Nazareno de El Potrillo, en el oeste formoseño, uno de los pastores comentaba que "según esta iglesia los misioneros tradicionales que venían de lugares muy lejanos están en completa extinción, por lo que se hace necesario formar en la palabra de Dios a los pobladores locales a través de los pastores, y para eso fue creado el bachillerato teológico de la localidad". Se puede desprender, a partir de esta afirmación y de otras declaraciones similares desde fuera y dentro de la iglesia, que el modelo evangelizador de la zona se encuentra en la actualidad en una etapa posterior a la de formación pastoral. Además, la integración con la comunidad local es mayor que antaño, más si se piensa en la oferta de un servicio educativo teológico, algo inusual en este rincón de Formosa.
Siguiendo este análisis, el recorte temporal del trabajo se identifica con un hecho esencial: la reconversión del modelo misional. En los años ochenta, y debido a múltiples causas, la Iglesia Anglicana (predominante en la región) comienza un proceso de metamorfosis que se venía gestando desde hace veinte años. Se abandona el formato reduccional y las comunidades indígenas, otrora agrupadas alrededor de las misiones, comienzan a dispersarse en el espacio contiguo.5
De todos modos, la presencia de las iglesias se mantiene y diversifica, incluso se incrementa, y toma otros canales que analizaremos a continuación.
El origen de la reconversión misional anglicana se propicia por diversos motivos entre 1960 y 1980, a raíz la declinación de la cantidad de adeptos por la aparición de otros cultos, la mencionada formación de pastores que convertía en innecesarias a las reducciones, concomitantemente un cambio de estrategia en general de la Iglesia Anglicana, la Guerra de las Malvinas (aunque esta más que una causa podría ser una excusa), y por último, los cambios productivos ocurridos en la región que también mediatizaron esta metamorfosis.
Es a mediados de los ochenta cuando comienza a darse la proliferación de ONGs y fundaciones relacionadas con algún culto religioso. Los antecedentes más emblemáticos proceden de la Iglesia Católica y son de los años setenta, INCUPO (Instituto de Cultura Popular) y FUNDAPAZ (Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz), ambas hijas de la Teología de la Liberación y del Concilio de Medellín. Más tarde, en noviembre de 1984, desde la Conferencia Episcopal se crea la Comisión Episcopal de Pastoral Aborigen (CEPA) que reúne a los agentes pastorales en el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA). Para la misma época se establece ASOCIANA (Acompañamiento Social de la Iglesia Anglicana del Norte Argentino) en el Chaco Central.
Así las cosas, se puede aseverar que para esa época el proceso de "desmisionalización"6 se encuentra concluido, mientras que las iglesias logran mantener su preeminencia en la vida social de las comunidades locales. Esto se debe, en parte, al hecho de haber formado gran cantidad de pastores, y también gracias a constituirse como el sostén (ahora a través del formato de ONG) como el canal más efectivo para las poblaciones indígenas, tanto para viabilizar sus reclamos, como para conseguir recursos económicos con el fin de implementar proyectos de desarrollo rural.
Más tarde surge una cantidad ingente de ONGs, fundaciones y agencias, pero específicamente a finales de los noventa es cuando se produce el momento de mayor auge del Tercer Sector en el Chaco Central. Paralelamente, comienza a haber financiamiento para la realización de programas y proyectos en la región, canalizándose estos recursos a través de los mencionados organismos no gubernamentales. La procedencia de la mayor parte de los recursos es la Unión Europea, o bien estados europeos, y son administrados por estas organizaciones, que en algunos casos, han sido creadas por los propios estados extranjeros.
Vale la pena realizar una aclaración en este punto, generalmente las ONGs y fundaciones que operan en el Chaco tienen financiamiento externo (habitualmente de iglesias) y funcionan con técnicos locales para la implementación de sus respectivos proyectos. Por su parte, los programas que se implementan desde las agencias internacionales también se financian desde afuera (pero desde los estados, en este caso europeos), poseen profesionales locales y extranjeros, y principalmente ostentan otro andamiaje jurídico ya que no siempre se ejecutan desde ONGs. Por esa razón se apoyan en agencias gubernamentales locales o supranacionales.
Las dos agencias internacionales de cooperación y desarrollo más reconocidas en el Gran Chaco son la Agencia Alemana de Cooperación Técnica para el Desarrollo (GTZ), que depende del BMZ (Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania), y la Cooperazione Italiana Nord Sud (CINS). Sin embargo, existe una diferencia entre ambas con respecto a las maneras de ejecución, mientras que el GTZ implementa su proyecto en el Gran Chaco desde la misma agencia con los Ministerios de Exterior y Ambiente de Bolivia, Paraguay y Argentina, la CINS lo hace a través de organizaciones del Tercer Sector. Actualmente, esta última se encuentra finalizando un programa de artesanado aborigen con la fundación Gran Chaco.
En el sector oeste del Chaco Central (área donde centramos nuestro estudio) el programa de desarrollo de mayor envergadura fue el DIRLI, en el cual trabajaron muchos técnicos de la CINS y de la actual fundación Gran Chaco. El Programa para el "Desarrollo Integral del Departamento de Ramón Lista"7 se implementó en el oeste formoseño entre 1997-2002, contó con un presupuesto de 20M de euros y dejó como resultado varias obras de aprovisionamiento hídrico, 364 viviendas de material y algunos avances en materia de salud y educación intercultural bilingüe. Como se analizó en otros trabajos (Braticevic, 2009a, 2009b, 2009c) el programa falló, en gran parte, por su carácter territorial fragmentario y focalizado.
De todos modos, está perspectiva del territorio no es exclusiva de los planificadores que trabajan en estas dos agencias de desarrollo, lo que se podría denominar como el "Tercer Sector de Culto o Evangelizador" en líneas generales también posee esta visión. Pero su carácter focal no se relaciona sólo con un enfoque, afirmar esto sería darle total preeminencia a las características ideológico-culturales de estas instituciones descuidando los aspectos socio-territoriales que se desarrollan en escalas superiores y superpuestas8
Es necesario tener en cuenta que las formas de visualizar, identificar y producir espacio en el Chaco Central están permeadas por nociones tanto ingenieriles como aespaciales (en cuanto a la producción de infraestructuras de viviendas, viales e hidráulicas), así como por visiones que reconocen a estos territorios como ámbitos de gran "vulnerabilidad social" sin considerar, a la hora del análisis, al contexto que las produce.
En este sentido, la metamorfosis del modelo evangelizador en el Chaco Central ha tenido su manifestación espacio-temporal más substancial durante los últimos quince años, constituyéndose la implementación de proyectos de desarrollo como su expresión más visible en el territorio, a través de las organizaciones no gubernamentales que motorizaron los mencionados programas.
Las causas de este giro son múltiples y complejas, y se relacionan esencialmente con transformaciones que se dieron tanto desde el seno de las iglesias, así como desde la esfera del estado. Como se mencionó más arriba, las iglesias Anglicana y Católica han sido históricamente las de mayor peso en la región. Con la entrada de otros cultos ambas pierden gravitación y, pese a haber formado una enorme cantidad de pastores, visualizan un escenario desfavorable hacia el futuro. No obstante, si bien los otros cultos no lograron conformar ONGs de relevancia en el Chaco Central, sí consiguieron instalarse en algunas comunidades sumando nuevos adeptos.
Tras unos cuantos años, a mediados de los noventa comienzan a "agenciarse" diversos proyectos de infraestructura, productivo-artesanales, educativos, sanitarios y de bienestar en general a través de diferentes ONGs que cuentan con recursos provenientes de las citadas iglesias. A su vez, algunas organizaciones que se venían desenvolviendo como los brazos más orgánicos del modelo evangelizador, y que habían realizado algunas "ayudas al desarrollo", empiezan a implementar proyectos en comunidades indígenas y criollas.
Más adelante, en la presente década, el proceso de "agenciamiento" de los programas de desarrollo a través de las "organizaciones de culto", y la implementación de proyectos en general, se iría profundizando enormemente hasta alcanzar una importancia central en la vida de las comunidades locales. En relación a esto, no hay que descartar el papel que jugó el Estado.
A partir del deterioro que se dio durante los noventa en las condiciones del sistema educativo y de salud, del mercado de trabajo y la baja en el salario real, el Estado comienza a generar diversos "dispositivos de contención" a la pobreza a través de programas focalizados (en detrimento de los universales) o, sencillamente, deja a merced del Tercer Sector la política de asistencia social en espacios rurales marginales (pero no prescindibles desde el punto de vista de la expansión de la frontera agropecuaria y la acumulación capitalista).
Durante los últimos quince años en el Chaco Central, la aplicación de políticas de bienestar social queda en manos del Sector No Gubernamental, lo que se traduce en la identificación por parte de las comunidades locales como el "Estado" o los organismos "que hacen Estado" al Tercer Sector.
En este sentido, la apropiación del papel ejecutorio de políticas públicas por parte de estas entidades no es casual y se relaciona, en gran medida, con la reconversión del modelo misional a partir de la implementación de planes de desarrollo a través de las ONGs de culto. Organizaciones que responden y están financiadas directa, o indirectamente, por las iglesias. La institución que realiza la mayor cantidad de aportes económicos a estas ONGs es Misereor, autodenominada como "obra episcopal de cooperación al desarrollo" y creada por la Iglesia Católica Alemana en 1958.
Entre las instituciones de mayor actuación en el Chaco Central que se financian a través de Misereor se encuentran FUNGIR, INCUPO, EPRASOL, APCD, FUNDAPAZ y el Servicio Jurídico de Pueblos Indígenas del Centro-Oeste de Formosa (SERVIJUPI). Las otras fundaciones de importancia y que no son financiadas por iglesias son Gran Chaco (sustentada con aportes de la CINS) y el GAEP (Grupo de Apoyo a Emprendimientos Productivos en Comunidades Marginadas financiado por la petrolera Pluspetrol).
Es suficiente con pensar que la mayoría de los emprendimientos productivos hoy en día, así como el abastecimiento hídrico y la construcción de viviendas hace algunos años, tienen y han tenido la actuación primordial de las entidades mencionadas, hecho que les proporciona un rol central en la vida social de las comunidades locales. Sin embargo, en el anverso, se manifiesta como la reconversión del antiguo modelo evangelizador con misioneros extranjeros y reducciones, ahora con pastores, técnicos, ONGs y programas de desarrollo.
Respondiendo a la pregunta planteada en el inicio del trabajo, el agenciamiento de los proyectos a través de las instituciones mencionadas se podría haber dado a partir de la metamorfosis sufrida por las iglesias asentadas en la región, lo que al cabo de un tiempo propició las bases para que la "razón intervencionista" se dirigiese de vuelta hacia las poblaciones indígenas, pero esta vez desde las ONGs para el "desarrollo".

3. Desequilibrios espaciales y las respuestas económico-territoriales desde los programas para el "desarrollo"

La región del Gran Chaco tiene una extensión de aproximadamente 1M de km2 con diversas subregiones de norte a sur (utilizándose como referencias a los ríos Pilcomayo y Bermejo) y de este a oeste (de acuerdo a los niveles de precipitación). Las diferentes oleadas de avance de la frontera productiva fueron conformando un territorio con fuertes desequilibrios espaciales, característica dada por el tipo de economía extractiva y de enclave, principalmente dirigida hacia la producción forestal e hidrocarburífera.
En este sentido, las inversiones se orientaron fundamentalmente a la producción de infraestructura para la explotación de estos recursos, dejando de lado al equipamiento destinado para las poblaciones locales. En la actualidad, se puede afirmar que se está dando un proceso similar en el Chaco centro-occidental a partir, esencialmente, de la industria gasífero-petrolera.
En este sector del Chaco, de unos 150.000 km2, el desarrollo infraestructural se direccionó exclusivamente hacia el aparato productivo, conformando un tipo de espacio de enclave, tanto en zonas que se especializan en cultivos agrícolas como en áreas hidrocarburíferas. A escala nacional, este vasto territorio ha sido considerado, hasta hace poco, como uno de los menos "densos" del país, entendiendo a esta densidad en términos de accesibilidad y desarrollo de la red de transportes, servicios básicos para la población e integración territorial en general.
No obstante, pese a haber sido reconocidos históricamente como lugares poco rentables debido a limitaciones en materia de transporte y los obstáculos jurídicos para el desarrollo de un mercado de tierras, a partir de la implementación de inversiones en infraestructura y de ciertas ventajas arancelarias se ha producido lo que el geógrafo David Harvey entiende como compresión espacio-temporal. Siguiendo esta noción, se puede aseverar que las distancias en regiones consideradas como marginales (con respecto a las áreas tradicionalmente receptoras de inversiones) se han reducido para el capital, de acuerdo a la notables mejoras para el traslado de la producción, ventajas impositivas y mejor acceso para la explotación de tierras, por medio de compra y arriendo, generando la posibilidad de obtención de plusganancias.
De esta manera, se motorizó la expansión de la frontera agropecuaria en el "Umbral al Chaco", primero a finales de los setenta con la producción porotera y desde los noventa con la sojera, hasta la isoieta de 600 mm de precipitación inclusive (con ayuda del riego en algunos casos, teniendo en cuenta que el requerimiento hídrico de estos cultivos es elevado, en especial de la soja).
En el mapa 1 pueden verse los distintos usos del suelo, entre los 600 y 800 mm predominan los cultivos de secano extensivos (poroto, maíz y soja) y algunos enclaves a base de riego. Por su parte, en las zonas más áridas o cercana al Bermejo se desarrolla el sector silvoganadero. A su vez, pueden observarse las propiedades indígenas en Formosa (tituladas) y el territorio en disputa en Salta (lotes fiscales 55 y 14) con sus respectivos centros principales a la vera del Pilcomayo en el límite internacional.

El principal objetivo del mapa es mostrar el arrinconamiento de las comunidades indígenas hacia zonas de frontera con pocas precipitaciones y baja productividad de la tierra, área dónde la economía indígena cazadora-recolectora y pesquera se mantuvo, en cierta medida, gracias a las condiciones físicas y la escasa valorización del territorio. Por su parte, la economía criolla ha sido desde siempre primordialmente ganadera, mientras que en algunos casos se desarrolló la variante silvopastoril.9
Se pueden apreciar también unas pocas propiedades privadas particulares en la zona de Ingeniero Juárez, en el oeste formoseño, lo que muestra el avance hacia áreas indígenas, principalmente en dirección al sector Toba de Sombrero Negro.
En el mapa 2 se registra claramente el avance del frente productivo diversificado en cuatro sectores de explotación: el agrícola (con la soja y el poroto a la cabeza en el nordeste de Salta), el forestal en la misma subregión, el ganadero extendido a las zonas más áridas a causa de la "sojización" (no sólo de la Pampa Húmeda, sino también del propio Umbral al Chaco) y el hidrocarburífero. Este último, se localiza en la denominada Cuenca del Noroeste tanto en las áreas más conocidas de Salta (Tartagal-Mosconi y Orán-Embarcación), como en las de exploración y obtención reciente de petróleo y gas, cercanas a territorio indígena en la provincia de Formosa.

Mapa 2. Chaco Central. Usos del suelo y avance del frente productivo.

No obstante, es necesario marcar una importante distinción entre la localización de las explotaciones foresto-agropecuarias de mayor productividad (que se ubican detrás del "cordón verde" en el mapa) y los yacimientos formoseños de descubrimiento más reciente. Estos últimos se encuentran en el departamento Ramón Lista, el distrito con mayor proporción de población indígena del país (65,6% de la población, según datos del INDEC de 2005). Además, como se muestra en el mapa, es territorio indígena titulado desde 1984.
Por su parte, si bien existen gran cantidad de lotes de exploración a lo largo de toda la región desde hace más de medio siglo, en Formosa la producción se inicia en 1983 con el hallazgo en la localidad de Palmar Largo, tras varios años de búsqueda. Recientemente, durante 2008 se anuncia un nuevo pozo petrolífero con participación del estado provincial en la exploración y extracción en la zona de El Surubí.10 A su vez, hay varias empresas privadas que explotan petróleo en el oeste formoseño: las trasnacionales con base en Argentina Pluspetrol y CGC, Gran Tierra Energy (Canadá), Repsol YPF (España) y la coreana Golden Oil (que también se encuentra en el área de El Vinalar, en la provincia de Salta).
Ahora bien, en la región del Chaco centro-occidental se están desarrollando varios microemprendimientos con comunidades nativas a partir de la producción y comercialización de artesanías. Una parte considerable de estos proyectos son financiados por las petroleras y se llevan adelante con el trabajo de diversos profesionales (antropólogos y trabajadores sociales principalmente). En este sentido, se puede aseverar que los mencionados emprendimientos se han ido erigiendo como diques de contención ante conflictos latentes por la prospección petrolera en territorio indígena con títulos de propiedad.
Esta estrecha relación entre el complejo hidrocarburífero y algunas ONGs, como es el caso del GAEP y la Pluspetrol, se podría analizar a partir de la necesidad que tienen las empresas petroleras de no cargarse con "externalidades negativas" en una región de disputa territorial entre criollos y paisanos. No hay que olvidar que, por ejemplo, en Ingeniero Juárez (el principal nodo urbano del oeste formoseño a unos 100 km de los lotes petroleros) existen fuertes conflictos por la propiedad de la tierra en el periurbano de la ciudad11
Este fenómeno ha generado la presencia de discursos fuertemente racializados en Juárez. La discriminación no se origina tanto en el color de la piel (ya que existe una importante presencia de población comerciante proveniente de zonas andinas), sino más bien en la identificación de los wichí con el no-trabajo desde una percepción ideológica dominante que no contempla las actividades en el monte en cuanto a la reproducción social de estos grupos indígenas.
Siguiendo esta línea de análisis, los mismos programas financiados por las petroleras, agencias e iglesias poseen una visión productivista del trabajo, orientándose exclusivamente al mercado y mostrándose como la única alternativa viable para salir del atraso. Como se afirmaba en otro trabajo: "Una parte significativa de los programas aplicados se orienta al desarrollo del capital comercial a través de los emprendimientos de artesanías, tomando como modelo el ejemplo del noroeste argentino, estimulando la producción autóctona en las comunidades originarias. Sin embargo, más allá de algunos exiguos avances, las limitaciones estructurales de inserción en los mercados locales y regionales ralentizan la capitalización de los emprendimientos, mientras que se desarrolla una incipiente apropiación de valor en la esfera de la circulación por parte de actores externos a este proceso de producción" (Braticevic, 2009a:20).
Los proyectos no son la única herramienta que utilizan las empresas, en algunas comunidades realizan pequeñas obras de salud y educación como "parte de pago" por el usufructo de sus tierras.
Pero además de hacer obras y armar proyectos, las petroleras deben pagar primordialmente una renta por la utilización de las tierras indígenas. Sin embrago, los montos que las petroleras abonan son irrisorios, oscilando entre los 500 y 1000 pesos por mes por terreno. Resulta muy difícil conseguir cifras sobre la producción en Palmar Largo, pero de cualquier forma se considera insignificante el monto del pago o servidumbre.12
Mistol Marcado es una de las comunidades que inició acciones legales para modificar los contratos de usufructo de tierras a través del SERVIJUPI. Actualmente, en el lote de esta comunidad hay un pozo en producción y se pudo constatar que el cacique de Mistol Marcado firmó al menos dos contratos de explotación (con Gran Tierra y Pluspetrol) y que existen algunos acercamientos con Golden Oil, de capital coreano. No es de sorprender entonces que, según contaba unos de los entrevistados de esta comunidad, misioneros evangelistas de la misma nacionalidad estuviesen recorriendo la zona y se contactaran con este cacique para ofrecerle ayuda económica a cambio de una "buena predisposición" a la hora de firmar algún contrato de explotación.
Más allá de las acciones directas o indirectas que el capital hidrocarburífero realiza en el Chaco centro-occidental, ya sea con pequeñas obras de infraestructura, ya sea a partir de microemprendimientos locales, se desarrollan otras mediaciones que no son tan claras y que merecen ser señaladas.
Como se mencionó anteriormente, las ONGs y fundaciones que actúan en la zona se financian principalmente a través de iglesias y agencias de desarrollo, mientras que son muchas menos las que se sostienen con los recursos del complejo petrolero. De todos modos, se puede afirmar que la ejecución de obras de infraestructura (viviendas, puentes y caminos) y la implementación de proyectos de desarrollo local, que pueden o no estar directamente dirigidos al aparato
productivo, van generando condiciones propicias para el avance de los diversos frentes productivos, así como la gestación de un mercado de tierras.
A partir de estas condiciones de valorización comienzan a darse no sólo conflictos interétnicos por la propiedad de la tierra, como se marcó más arriba, sino también una nueva manera de producir espacio, fuertemente inequitativa, que alterna enclaves de extracción de plusganancias con enormes áreas de pobreza extrema. Y si bien el Estado tiene un rol substancial en la producción de infraestructura, el papel que ejercen las instituciones del Tercer Sector en la política social (a través de los programas de desarrollo) no es menor, ya que la distribución de recursos económicos en poblaciones fuertemente empobrecidas les brinda un poder significativo
En este sentido, la reconversión hacia el sector no gubernamental no es exclusiva del modelo evangelizador, también las trasnacionales y los organismos multilaterales de desarrollo identificaron múltiples ventajas para conseguir sus propósitos a través de este tipo de organización. A su vez, si bien no se trató de una estrategia deliberadamente planificada, las fracciones de capital de los diferentes frentes productivos han estimulado, de manera directa o indirecta, estas formas de mediación con el objetivo de expandir sus intenciones de acumulación. Y, por su parte, las mismas ONGs y fundaciones encontraron en estas iglesias, empresas y agencias las posibilidades para su propia reproducción.

4- Reflexiones finales

Como se planteó desde el comienzo del trabajo, el desmantelamiento de las reducciones religiosas, que funcionaban como polo centrípeto para las comunidades indígenas hasta principios de los ochenta, reconfigura las relaciones socio-territoriales de la región. El reacondicionamiento misional en organizaciones y fundaciones del Tercer Sector canaliza la ayuda al desarrollo hacia las poblaciones originarias del Chaco Central, asistencia no propiciada exclusivamente desde las agencias de culto (se analizaron también los casos la fundación Gran Chaco y el GAEP que se apoyan financieramente en organismos foráneos o petroleras).
Tal como se analizó, la implantación de la Iglesia Anglicana a principios del siglo XX se vehiculizó a raíz de la necesidad de mano de obra barata por parte de los ingenios salto-jujeños. Tras la mecanización de la zafra este requerimiento decayó notablemente. En este sentido, la prescindencia del trabajo indígena, la declinación de la cantidad de adeptos por la aparición de otros cultos y la formación de pastores convertían en innecesarias a las reducciones, dando origen a la reconversión misional anglicana.
A su vez, este reacomodamiento no se desarrolló sólo al interior de la Iglesia Anglicana, también la Católica sufrió esta metamorfosis, obteniendo desde la institución Misereor el financiamiento para la realización de sus programas. Por su parte, diversos organismos de cooperación internacional, así como empresas petroleras, financian instituciones del Tercer Sector intentando contener cualquier instancia de conflicto en un área de expansión reciente y enérgica del frente productivo.
Finalmente, se puede aseverar que el agenciamiento de programas de desarrollo en comunidades indígenas desde las "Organizaciones de Culto", y del Tercer Sector en general, ostentan su razón intervencionista desde modelos que identifican la vulnerabilidad social y la pobreza a partir de nociones aespaciales que no consideran las razones que producen estos desequilibrios socio-territoriales. De este modo, la generación de diques de contención a la inestabilidad en las relaciones entre el avance de la frontera productiva y las comunidades locales establece un continuum para los desequilibrios espaciales propiciados por una explotación sobre la base de economías de enclave.

7- Anexo: mapa del área estudiada

Notas

1 Trabajo realizado en el marco del Proyecto de Investigación UBACyT F144 "Transformaciones territoriales locales, apropiación del espacio y formas de valor en la formación social del Chaco Central" asentado en el Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras-UBA. La elaboración final del presente escrito es producto de la realización de diversos trabajos en campo entre Julio de 2007 y Octubre de 2008 en las localidades de las áreas de El Potrillo e Ingeniero Juárez (como se muestra en el Mapa del anexo). Con respecto a la recolección de información primaria, se realizaron entrevistas semiestructuradas. En relación a las fuentes secundarias se utilizaron estadísticas oficiales, ya sea nacionales (INDEC principalmente) como provinciales (Direcciones de Estadísticas y Censos).

2 Licenciado en Geografía y Doctorando en Antropología. Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires-CONICET - C.E.: seryii@hotmail.com

3 Geográficamente la región del Gran Chaco se encuentra delimitada de norte a sur por las Sierras de San José y San Carlos al sudeste de Bolivia, hasta el río Salado en Argentina, y de oeste a este desde las últimas estribaciones subandinas argentino-bolivianas hasta los ríos Paraná y Paraguay. Es una extensa planicie, mayormente semiárida, que va incrementando su amplitud térmica y disminuyendo su nivel de precipitaciones en dirección este-oeste desde los ríos Paraná y Paraguay hasta el sector este de la provincia de Salta. Por su parte, el Chaco Central se circunscribe al intersticio localizado entre los ríos Bermejo y Pilcomayo.

4 Si bien las misiones franciscanas y anglicanas son las primeras en llegar a la región a finales del siglo XIX, hacia la década del cuarenta hace su aparición la pentecostal sueca de la Asamblea de Dios, mientras que desde finales de los sesenta misioneros católicos de diversas órdenes comienzan a retomar las obras entre los wichí, pero con un carácter diferente, inspirados en la Teología de la Liberación. Para esta época las misiones anglicanas y pentecostales se encontraban consolidadas desde hacía tiempo, mientras que la reconfiguración territorial producida a partir de la entrada de los anglicanos había estructurado un espacio reduccional. A su vez, la Iglesia Pentecostal, que no propugnaba una vida comunitaria rígida como la anglicana, crecía en adeptos gracias al aparente culto "desordenado" que permitía, bajo la agitación extática, expresar la vivencia de la fe sin ocultar el carácter cultural propio. Así encontraron espacio para la expresión cristiana quienes habían sido marginados por la prédica de los evangelistas anglicanos. La Asamblea de Dios se desarrolló en menos de veinte años a lo largo del Pilcomayo, reuniendo a los grupos marginales y, en cierta medida, reordenó la ocupación territorial (De La Cruz, 1997:30-31).

5 "La principal característica espacial producto de la misionalización fue el agrupamiento condensado alrededor de las reducciones. A su vez, se puede aseverar que gran parte de las misiones que estructuraron este modelo espacial se retiran tras la Guerra de las Malvinas, originándose nuevos patrones territoriales: fragmentación de las antiguas comunidades, lo que no implica necesariamente dispersión territorial en el monte. Se desarrollan dos tipos de ocupación del espacio: a) La agrupación alrededor de centros con mejor provisión de servicios y mayor nivel de asistencia estatal. b) La dispersión en el monte, obteniendo un acceso más directo a los recursos de la tierra. De todos modos, el proceso de segmentación se ocasiona de forma continua tanto en el ámbito de las comunidades agrupadas, como en el de las aisladas" (Braticevic, 2009a:16-17).

6 Siguiendo la noción de Hugo Trinchero desarrollada más arriba sobre el proceso de "misionalización" de los indios chaqueños (2000:180), se propone trabajar a partir de la discontinuidad de este fenómeno con el abandono del formato reduccional y la posterior aparición de las ONGs emparentadas con las iglesias.

7 El programa DIRLI fue producto de un convenio suscripto entre la Comunidad Europea y la Secretaría de Bienestar Social de la Nación Argentina, en 1997, para ser desarrollado en 2 etapas. La primera finalizó en diciembre de 1999, con la recopilación de toda la información disponible y la elaboración de un diagnóstico sobre la situación global de las comunidades aborígenes que habitan en el territorio del departamento con índice de NBI más alto del país. La segunda etapa, que concluyó en 2002, tuvo como objeto la autoconstrucción de viviendas y el aprovisionamiento hídrico, entre otros, en veinte comunidades wichí (Programa DIRLI; 1998).

8 Con esto se intenta hacer hincapié en los procesos que se desarrollan en los diferentes niveles de actuación, tanto de gobierno como de diversos actores sociales (agentes locales particulares, privados y del Tercer Sector), que estructuran cierta manera de producir espacio. En este caso, un espacio de fronteras desarticulado y con escaso nivel de integración territorial.

9 Según Gordillo, tanto el fenómeno de los ingenios como de la ganadería criolla no representaron elementos que provocaron una desarticulación completa de los wichí y los otros grupos nativos del Chaco. "En el Chaco centro-occidental (oeste de Formosa y nordeste de Salta), la desarticulación del modo de producción no significó una total destrucción de la dinámica económica cazadora-recolectora. Dada la semiaridez de esta región, la expansión del capital en ella no se basó en su ocupación directa, sino en el reclutamiento de los indígenas como mano de obra estacional por parte de sectores productivos situados a su alrededor: primero los ingenios salto-jujeños y más recientemente las fincas poroteras salteñas y las colonias algodoneras del Chaco oriental. En este sentido, el avance directo del blanco se limitó a la colonización por parte de pobladores criollos que, provenientes de Salta, practicaban una ganadería montaraz. En este contexto, a pesar de la presión territorial generada por los criollos, los indígenas mantuvieron el control de relativamente amplios territorios y del acceso a los ríos, lo que les permitió reproducir las actividades de pesca, caza y recolección y las relaciones sociales y económicas asociadas a ellas" (1995:106).

10 En el campo petrolero de Selva María, dónde se ubica el paraje El Surubí, se encontró petróleo el 2 de septiembre del año 2008. Un descubrimiento que se produjo en un área concesionada con una superficie de casi 368 kilómetros cuadrados, en una faja cercana al campo de Palmar Largo. La participación es del 85% para la petrolera canadiense Gran Tierra Energy SA, mientras que el 15% restante queda en manos del consorcio provincial REFSA-Recursos Energéticos Formosa SA.

11 En esta ciudad hace más de 20 años se había otorgado la propiedad de la tierra a grupos indígenas en sectores todavía no urbanizados y alejados del centro. Sin embargo, la localidad tuvo un crecimiento explosivo desde hace algunos años gracias a la intensificación del comercio y la pavimentación de la RN 81, afianzándose como nodo importante en la red que articula las regiones del NOA y NEA. De este modo, el loteo expansivo de los pobladores criollos se frenó con la propiedad indígena, lo que derivó en un incremento de las diferencias interétnicas a partir de la lucha por el espacio urbano.

12 En este caso, la servidumbre petrolera se refiere al pago por parte de la empresa explotadora a los propietarios del terreno. El desembolso convenido entre las partes se realiza a modo de indemnización por los perjuicios que se pudieran ocasionar en las tierras del propietario a partir de los trabajos de explotación.

5- Referencias bibliográficas

1.  BRATICEVIC, Sergio, 2009. "El papel de las ONGs en proyectos de desarrollo en una formación social de fronteras. El caso del programa DIRLI en el oeste formoseño". Cuadernos de Antropología Social nº 30. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras, UBA.         [ Links ]

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3. BRATICEVIC, Sergio, 2009. "Implementación de proyectos de desarrollo en el Chaco Central. Implicancias territoriales del programa DIRLI en comunidades indígenas". En Revista Frontera Norte, volumen 21 nº 42. Tijuana, México: Colef.         [ Links ]

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