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Papeles de trabajo - Centro de Estudios Interdisciplinarios en Etnolingüística y Antropología Socio-Cultural

versión On-line ISSN 1852-4508

Pap. trab. - Cent. Estud. Interdiscip. Etnolingüíst. Antropol. Sociocult.  no.20 Rosario jul./dic. 2010

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Situación ecolingüística venezolana contemporánea*

Natalia Bondarenko Pisemskaya1

Resumen

Este artículo trata la problemática de las lenguas habladas en Venezuela desde la perspectiva de la ecolingüística. El objetivo fue ubicar cada lengua en la dinámica histórico-político-social y proyectarla hacia el futuro. Las técnicas y los procedimientos fueron de tipo teórico y cualitativo; éstos se complementaron con entrevistas semi-estructuradas. Se concluye que la concientización y la educación se presentan como vías para evitar la homogeneización lingüístico-cultural del país.

Palabras clave: Lengua; Inmigración; Contacto lingüístico; Ecolingüística.

Résumé

Cet article traite les problèmes des langues parlées en Venezuela depuis la perspective de l'écolinguistique. L'objectif a été de placer chaque langue dans la dynamique historique - politique-social et la projeter vers l'avenir. Les techniques et les procédés ont été d'une type théorique et qualitative; ceux-ci se sont complétés avec des interviews semi-structurées. On conclut que la conscientisation et l'éducation se présentent comme voies pour éviter l'homogénéisation linguistique - culturel du pays.

Mots clés: Langue; Immigration; Contact linguistique; Écolinguistique.

Abstract

This article deals with the problem of languages spoken in Venezuela from the ecolinguistics perspective. The objective was to locate each language in the historical-political-social dynamics and project it towards the future. The techniques and the procedures were of theoretical and qualitative type; they were complemented with semi-structured interviews. It is concluded that awareness and education present themselves as ways to avoid linguistic and cultural homogenization of the country.

Key words: Language; Immigration; Linguistic contact; Ecolinguistics.

Introducción

El tema de la situación ecolingüística contemporánea tiene mucho que ver con la identidad nacional y con la venezolanidad. En efecto, Venezuela es uno de los países del mundo con mayor diversidad cultural: a partir del período colonial, en nuestro país se mezclaron indígenas, españoles y africanos, y hoy en día la mayoría de los venezolanos tiene una o más de estas ascendencias: 67% mestizos, 21% europeos, 10% negros, 1% indígenas, con un 1% de otros (XIII Censo General de Población y Vivienda 2001). Por otro lado y desde el punto de vista lingüístico, Venezuela es un país multilingüe, o lingüísticamente heterogéneo, donde en el mismo territorio cohabitan diversas lenguas; entre ellas el español se presenta como lengua materna del 90% de la población (Serrón 2007).
En relación con esta problemática, surgen las preguntas: ¿Cuáles son estas otras lenguas, además del español, que se hablan en el territorio venezolano? ¿Cómo llegaron a este país? ¿Cuántos hablantes tienen? ¿Cómo se distribuyen geográficamente? ¿Cómo se ha mantenido la diversidad lingüística del país en el tiempo? ¿Cuáles son las perspectivas de su evolución? En este artículo, se intentará responder estas y otras interrogantes.

Lenguas Indígenas
Hace más de 500 años, en el territorio que ahora es Venezuela se hablaban solamente lenguas indígenas, algunas de las cuales habían tenido miles de años de existencia antes de la llegada de los españoles. Según Mosonyi (2007), para el año 1500, la cantidad de lenguas indígenas que convivían en la región ascendía a más de cien. Durante miles de años, los indígenas transmitían a sus descendientes su lengua, y con ésta, su cultura y sus costumbres.
Actualmente, no existe uniformidad de criterio en cuanto al número exacto de lenguas indígenas que se hablan en el territorio venezolano; algunos autores (e.g. Mosonyi y Mosonyi 2000, Pérez 2002) indican que son treinta, otros autores encuentran que son más de veinte (e.g. Regnault 2005), otros aún calculan que son treinta y dos (e.g. Serrón 2007). Estas discrepancias se deben, principalmente, al dinamismo y la gran complejidad del fenómeno indígena. Por otro lado, como observa Biord (2004), es posible que existan pueblos indígenas que no han sido reportados, o que por alguna razón, han asumido la entidad étnica de otros pueblos. De igual manera, varía el número estimado de personas que componen estos pueblos. Así, por ejemplo, Mosonyi (2007) señala que el pueblo pemón cuenta con un total de 27.157 personas, mientras que Serrón (2007) afirma que son 18.871 individuos los que forman parte de esta etnia.
De acuerdo con los datos del XIII Censo General de Población y Vivienda (2001), la población indígena en Venezuela alcanza 534.816 habitantes, distribuidos entre 36 pueblos principales. En cuanto a la situación lingüística de estos pueblos, Regnault (2005:7) opina que "la diversidad de lenguas de los pueblos indígenas ha significado otra tensión en sus relaciones con la cultura nacional". Allais (2004) señala que de 1992 a 2001, el número de los hablantes de lenguas indígenas descendió el 10%; para el 2001, el 70% de la población indígena hablaba su lengua y el 25% no la hablaba, con un 5% no declarado. Tabuas (2002) indica que el 80% de los indígenas mayores de 5 años hablan su lengua indígena y de estos, el 75,69% es bilingüe, mientras que el 20% sólo se expresa en español. Las etnias indígenas en las que más del 90% de los hablantes mantiene su idioma, son sanemá, yanomami, jodi, yekuana, barí, eñepá, piaroa y pemón; en las que más del 80% mantiene su lengua, se encuentran warao, guajiro y pumé, y con el 70% figuran wayuu y yukpa (XIII Censo General de Población y Vivienda 2001). También existen casos de comunidades políglotas, como por ejemplo las de la cuenca del Río Negro, que "dominan conjuntamente el warekena, el baniva, el ñengatú, el español y el portugués" (Tabuas 2002), o grupos cercanos al Esequibo que dominan el castellano, el inglés y su propia lengua (op.cit.).
Por otro lado, los datos del Censo indican que ya no quedan hablantes del idioma waiquerí, mientras que el número de hablantes de los idiomas arawako (1), mapoyo (12) o arutani (25) es casi inexistente. De igual manera, es preocupante el número reducido de hablantes de añú, baré y baniva, en proporción con la cantidad total de los integrantes de estas etnias. En el caso de los añú, la situación es más grave aún, ya que estos están perdiendo de manera sistemática y simultánea tanto su lengua como su cultura (Tabuas 2002).
Proyectando la población indígenas venezolana hacia el futuro, se puede decir que su desaparición no se producirá ni hoy ni mañana y "la creatividad de los pueblos indígenas inventará seguramente en los próximos años muchas fórmulas novedosas para mantener y acrecentar el uso de sus lenguas" (Mosonyi 2003:22).

El Español
A partir del siglo XV, con la conquista, empiezan los primeros contactos de los hablantes de los idiomas indígenas con los del español.
La política lingüística de los colonizadores españoles en Venezuela era de tipo confesional, profesada por el catolicismo imperial hispánico: su propósito no era enseñar el español, sino propagar la religión. Sin embargo, en 1686-1691 Carlos II expidió tres cédulas al gobernador de Venezuela por las que se disponía "se enseñe a todos los indios la lengua española y en ella la doctrina cristiana" (de Carrocera 1981:32). La razón de estas disposiciones no era social sino lingüística, porque "no se encontraban en las lenguas nativas las palabras y frases adecuadas para la explicación de la doctrina cristiana" (1981:33). A pesar de los esfuerzos de las órdenes religiosas que laboraban en el territorio que hoy es Venezuela, "era grande la dificultad con que los indios aprendían el español: [...] les repugnaba, y sobre todo se les hacía muy cuesta arriba el coordinar y expresar las más sencillas ideas en español [...] de tal modo que eran muy pocos los indios que sabían expresarlas (1981:47).
De cualquier manera, "las órdenes relativas a la educación, aparte de incumbir a un porcentaje ridículo de españoles y americanos, se cumplían tarde, mal y nunca" (Lodares 2002:89), y la mayoría de la población indígena no sólo mantuvo su lengua hasta bien entrado el siglo XIX como único medio de comunicación, sino que era lo normal que atrajo hacia ella a los españoles. Como resultado de este proceso, muchas de las lenguas indígenas cobraron más fuerza; otras, desaparecieron, o bien por la exterminación física de sus hablantes, o por el hecho de haber sido absorbidas por otras lenguas indígenas.
Sin embargo, la etapa religioso - apostólica en la historia del español en Venezuela fue seguida por la etapa civil. A los casi tres siglos de la colonización, los ministros de Carlos III intentan difundir de una vez por todas el español en América, para favorecer el comercio con España. En 1768, en España fue proclamada la Ley de Aranda, que obligaba impartir la enseñanza inicial en español. Sin embargo, este proceso no fue ni rápido ni fácil; como señala Lodares (2002), aún a mediados del siglo XIX, de cada diez hablantes ocho eran indígenas con escaso o ningún dominio del español.
Con el desarrollo de las industrias, de las comunicaciones y la democratización de la escuela, todo ello aumentado por el auge petrolero de 1925, el número de los hablantes de español en Venezuela creció exponencialmente; el español de Venezuela se mestizó, dejó de ser la lengua "pura" que se hablaba en España, se estandarizó y se convirtió en una variante de dicha lengua, sin llegar a ser un idioma independiente, teniendo, además, variaciones y dialectos diversos dentro de su propia estructura.

Lenguas Coterritoriales
Por lenguas coterritoriales, término introducido por Biord (2004), se entienden idiomas distintos al español (portugués e inglés), hablados por la población que vive en territorios fronterizos con los países vecinos. Comenta López (2001:65) que "el encuentro de lenguas diferentes en una frontera lingüística [...] puede dar lugar a diferentes resultados que van desde una situación de bilingüismo donde ambas lenguas conservan inalteradas su gramática y su lexicón, hasta la creación de unas variedades de frontera formadas por elementos de las dos lenguas fuente".
El portugués como lengua coterritorial, se habla en la frontera de Venezuela con Brasil, mientras que el inglés, en la frontera con Guyana. Biord (2004:165) afirma que actualmente "no se cuenta con diagnósticos actualizados sobre la vitalidad en el país de los idiomas coterritoriales [...]".

El Portugués Brasileño
La frontera entre Venezuela y Brasil fue delimitada por el Tratado de Límites y Navegación Fluvial de 5 de mayo 1859, y tiene una longitud aproximada de 2317 km. En las últimas décadas, esta extensa y fluctuante frontera ha sido un lugar de proliferación de toda clase de economías extractivas y delicuenciales (Serrón 2001). Esta problemática no ha merecido mayor atención por parte de las autoridades ni de los lingüistas, por lo tanto, el número de hablantes bilingües español-portugués brasileño que habitan esta zona fronteriza es desconocido y se constituye, en su mayor parte, por la población no asentada y no permanente. De igual manera, es importante mencionar que los indígenas de la etnia ñengatú (yeral) que habitan en esta zona, también hablan, además de su idioma indígena, el portugués brasileño.

El Inglés Criollo
A lo largo de la frontera venezolana con la República Cooperativa de Guyana y en la isla de Anacoco (Harewood 1985), es posible encontrar individuos bilingües que hablan español e inglés criollo, la lengua dominante de Guyana, especialmente en la franja fronteriza de Esequibo, territorio del macizo guayanés entre el río Cuyuni y el río Esequibo, que Venezuela ha reclamado con legítimos derechos a nivel internacional, por medio del acuerdo de Ginebra (17 de febrero de 1966)2. El territorio disputado entre las dos repúblicas se denomina Guayana Esequiba, o Zona en Reclamación, con una superficie aproximada de 159500 km y una población de 120607 habitantes (Censo 2001).
El número de individuos bilingües que hablan español e inglés en esta zona, donde prolifera minería ilegal, es desconocido; como señala Berglund (2004:41), "el gobierno nunca ha publicado estas cifras y es dudoso que siquiera las tenga". Sin embargo, se conoce que los indígenas de la etnia akawayo que habitan en la Zona en Reclamación hablan, además de su idioma indígena, el inglés.
También se ha producido el impacto del inglés en Güiria, Estado Sucre, zona aledaña de la isla de Trinidad. Las fronteras entre Trinidad y la Península de Paria fueron muy permeables hasta bien entrado el siglo XX: para ir o regresar no era necesario tener pasaporte y el transporte nunca faltaba (Escalona 2006). Es por esta razón que una buena parte de la población de Güiria hoy tiene un antepasado "inglés", como tradicionalmente se les llama a los trinitarios, que emigraron para la península venezolana de Paria en el siglo XIX (op.cit.). No hay cifras exactas en cuanto al número de los hablantes de inglés de esta zona.

Lenguas de las Principales Diásporas Extranjeras
La descripción de la situación lingüística actual de Venezuela sería incompleta, si no se incursiona en el fenómeno de la inmigración y su aporte invalorable a la perfilación, a través de tiempo, de lo que constituye hoy el bagaje lingüístico-cultural de la nación.
Los gobernantes de Venezuela siempre han entendido la importancia que tenía la inmigración para el desarrollo económico y cultural de Venezuela. El país se abrió a la inmigración poco después de declarar su independencia. Según Filippi (1994), sus razones para hacerlo fueron dos: población y nuevos conocimientos.
Según los datos del XIII Censo Nacional de Población y Vivienda (2001), en Venezuela viven actualmente 1.015.538 extranjeros, constituyendo el 4,4% de toda la población del país. Los datos del Censo revelan que en Venezuela viven actualmente 186.871 personas cuyo idioma materno no es el español. Al agrupar los países de procedencia de los extranjeros según el idioma materno, resulta que en el territorio venezolano se hablan aproximadamente 50 lenguas extranjeras.

Las comunidades lingüísticas más numerosas están representadas por personas de habla portuguesa (procedentes de Portugal, Brasil, Angola, Mozambique, Cabo Verde y Guinea Bissau, un total de 58.452 individuos), seguidos por los italianos (49.337 individuos), luego los árabes genéricos (que abarcan a personas cuyo idioma materno es árabe, nacidas en Siria, Líbano, Arabia Saudita, Marruecos, Palestina, Jordania y otros países de Medio Oriente y de Magreb, aproximadamente 23.500 individuos), personas de habla inglesa (23.282 individuos, distribuidos entre 40 diferentes países de nacimiento), y de habla china, procedentes principalmente de China y Taiwán (10.445 individuos). Estos y otros idiomas, junto con las lenguas indígenas, forman parte de la riqueza lingüística del país.
Por otra parte, en Venezuela viven miles de personas nacidas tanto en el país como en el exterior, que distan culturalmente y lingüísticamente de los venezolanos, y que han tenido la posibilidad de adquirir la nacionalidad venezolana o son descendientes de los inmigrantes; en tal caso, estas personas naturalizadas y/o descendientes pasan a considerarse venezolanos para todos los efectos, aunque sigan perteneciendo a otras colectividades culturales y lingüísticas. Esta es la razón por la cual algunas fuentes indican números mucho mayores de personas pertenecientes a comunidades extranjeras que hacen vida en Venezuela. Así por ejemplo, Grisanti (2005) afirma que la comunidad lusitana asciende a 550.000 personas, la musulmana a 500.000 y la china a 100.000, señalando también que unos 4 millones de venezolanos tienen un reciente antepasado italiano. A continuación, se describirá la situación lingüística de las cinco comunidades de inmigrantes más numerosas y más representativas de Venezuela, considerando la identidad de cada conglomerado social como unidad de análisis.

La Lengua Italiana
La presencia italiana se hace notar en Venezuela desde los tiempos de las guerras de la independencia. A lo largo de los siglos XIX y XX, Italia fue uno de los países europeos mayormente afectados por el fenómeno de la emigración. Sin embargo, sólo el 5,5% de la emigración global italiana vino a Venezuela, en su mayoría de Italia centro-meridional.
A partir del año 1945, empieza una masiva inmigración de italianos hacia Venezuela; para el 1961, el empadronamiento acusaba la presencia de 113.980 italianos, y en 1971, ya residían en Venezuela 211.576 ciudadanos con pasaporte italiano.
De acuerdo con el XIII Censo de Población y Vivienda (2001), actualmente residen en Venezuela 49.337 personas que hablan italiano como lengua materna, representando el 4,86% de todos los extranjeros residentes del país. La comunidad italiana más grande en Venezuela es la siciliana, seguida por la abruzzese y luego la calabrese, mostrando una marcada emigración desde los pueblos de Pratola, Peligna y Padula (Berglund 2004).
Por otro lado, hace cinco años se abrió un registro en el Consulado italiano para aquellos venezolanos, hijos de italianos, que deseaban recuperar su nacionalidad italiana (M. Castelli, entrevista personal3). De acuerdo con las cifras del Consulado, por este medio recuperaron su nacionalidad unos 80 mil italianos. De esta manera, actualmente la comunidad italiana en Venezuela, con naturalizados y descendientes, se compone de unas 600 mil personas.
En nuestros días, el saldo inmigratorio italiano es negativo. Del 1990 al 2001, se fueron de Venezuela aproximadamente 10 mil italianos (Vannini 2004).
La comunidad italiana ha sido una de las pocas que se ha integrado muy rápidamente a la vida nacional. Actualmente, la segunda y la tercera generación de italianos tienen español como lengua materna e italiano como segunda lengua. La lealtad lingüística de esta diáspora en Venezuela se estima en 16,43% (López 2001).
Con el propósito de difundir la lengua italiana entre los descendientes de los italianos y conservar sus tradiciones y su cultura, los italianos que residen en Venezuela fundaron en 1952 el Instituto Italiano de Cultura. En 1964, fundaron la Asociación Civil Centro Italiano Venezolano de Caracas. Hoy en día, los miembros del Centro suman unas 22 mil personas. Lamentablemente, en los pasillos del Centro predomina el habla en español. Otros Centros Italiano-Venezolanos se encuentran prácticamente en todas las grandes ciudades de Venezuela (Centro Italiano-Venezolano 2009).
Además de la pertenencia a las diferentes asociaciones, los italianos en Venezuela conservan su lengua y sus tradiciones a través de los medios de comunicación, tales como el canal RAI transmitido por las empresas Unicable, Supercable y DirecTV, que ofrece todo tipo de programas en italiano. Hay programas radiales que se transmiten desde Venezuela, producidos por italianos y dirigidos a la comunidad italiana. El periódico La Voce d'Italia también es muy leído por esta comunidad.
Proyectando la comunidad italiana hacia el futuro, se estima que dentro de unos 15-20 años ésta va a desaparecer, ya que la tercera generación tiende a fundirse en el medio social circundante, y "en las familias italianas prefieren enseñar el español a sus descendientes" (López 2001:114). Además, en el futuro no se prevé una nueva inmigración masiva desde Italia a Venezuela.

La Lengua Portuguesa
En Venezuela, se tienen referencias de los portugueses desde la época del descubrimiento. A partir de los siglos XVI y XVII, los portugueses se instalan en este país, dedicándose al comercio, la agricultura, la pesca, la construcción y a los oficios manuales como la zapatería o carpintería.
En el siglo XVIII, la presencia de los portugueses en el territorio venezolano se diluye debido al cruce con la población criolla, convirtiéndose en "una de las fuentes de la personalidad nacional" (Acosta 1993:107).
A pesar de las salidas constantes hacia Venezuela, la mayor ola inmigratoria desde Portugal a Venezuela se produjo antes y después de la segunda guerra mundial. Desde la isla de Madeira, salieron para Venezuela entre 1937 y 1940, 7.734 personas (Moreira 1998). En la década del 50, inmigraron legalmente a Venezuela 36.236 portugueses (Antunes 1973). También, a partir de esta misma época, empiezan a venir los portugueses en calidad de inmigrantes políticos, opositores al régimen de Salazar (Moreira 1998). Al llegar a Venezuela, la mayoría de ellos trabajó inicialmente en agricultura, y luego se estableció en Caracas, Valencia y Maracaibo, abriendo pequeñas bodegas, panaderías, restaurantes, carnicerías, ferreterías y otros negocios; los portugueses han desarrollado en Venezuela obras tan importantes como la represa de Guri y el nuevo aeropuerto de Maiquetía (De Sousa 2004). Pero el aporte de los portugueses va mucho más allá: en el léxico y las características el castellano de Venezuela, se encuentran muchas raíces portuguesas, de allí proceden casal, íngrimo, maguarse, empatar, garúa, botar, botiquín, palabras del habla venezolana de hoy (Acosta 1993).
En cuanto a la integración lingüística de los portugueses, según Moreira (1998:90), "hasta hoy se puede encontrar portugueses con más de 30 ó 40 años de permanencia en Venezuela y absolutamente identificados con el país y que hablan terriblemente la lengua española". Es un español a la portuguesa, el famoso portunhol, que se ha transformado en casi un dialecto. Tavares (s.f. a) afirma que como resultado del contacto lingüístico entre el español y el portugués de los inmigrantes, está surgiendo una especie de sociolecto con dos características fundamentales: las interferencias (fonéticas y fonológicas) y el cambio de código, sobre todo de tipo intraoracional.
Actualmente, la edad promedio del inmigrante portugués adulto que está arribando a Venezuela comprende entre 18 y 30 años (Tavares s.f. b) y por su origen rural la mayoría tiene educación primaria (op.cit.). La Universidad Autónoma de Lisboa estima que la cantidad de portugueses de nacimiento y sus descendientes asciende en Venezuela a 480.000 personas (De Sousa 2004); otras fuentes (e.g. Grisanti 2005) indican que la comunidad portuguesa, incluidos los naturalizados y los descendientes, cuenta con 550.000 personas, y de ellos unos 200 mil (casi 50%) viven en Caracas (Tavares s.f. a). Sólo 3% viven en las áreas rurales de Venezuela (Romero 1992). Todos ellos conservan la lengua portuguesa en familia, pese estar radicados en un país de habla hispana, y aseguran la presencia de Portugal en su vida cotidiana a través de los medios de comunicación, como por ejemplo el canal RTP Internacional, viajes vacacionales a Portugal y la convivencia en los centros sociales (Tavares s.f. a), como el Centro Portugués de Caracas, la institución de mayor prestigio para los portugueses residentes en Venezuela. Otros centros importantes de la comunidad portuguesa se ubican en Aragua, isla de Margarita, Puerto Ordaz, Catia La Mar, Turumo, Charallave y Valencia (op.cit.).
La integración de los hijos y los nietos de los inmigrantes portugueses a la vida nacional es total: ellos tienen el español como lengua materna y manejan el portugués como segunda lengua.
Actualmente, el saldo migratorio portugués es negativo, ya que muchos portugueses mayores, sobre todo provenientes del continente, están regresando a sus lugares de origen. Moreira (1998) predice que por lo menos en los próximos tiempos no se prevé que los portugueses vuelvan a inmigrar masivamente a Venezuela.

La lengua Árabe
Contrario a lo que muchos piensan, las noticias sobre inmigrantes árabes en Venezuela se conocen desde la época del descubrimiento (Árabes con identidad Latinoamericana 2008).
La presencia de los árabes, sin ser propiciada por el gobierno venezolano, fue aceptada sin mayores restricciones y se debió principalmente a la pobreza y al maltrato físico de que fueron objeto en su país (López 2001). La primera ola, masiva y espontanea, de inmigrantes árabes llegó a Venezuela en la época del General Guzmán Blanco, a finales del siglo XIX (Velásquez 2004). Los venezolanos los llamaban "turcos", por estar estos pueblos árabes en aquella época bajo la dominación del Imperio Otomano, de cuyo dominio intentaban escapar. A mediados del siglo XX, se extendió la facilidad de entrada a Venezuela a los libaneses, aunque con límite de personas (op.cit.), lo cual permitió entrar al país a otro contingente nutrido de árabes.
Actualmente, los árabes en Venezuela están representados por tres nacionalidades: los libaneses, los sirios y los palestinos (Sheikh M. Bokhari, entrevista personal4). También existe en el país un número reducido de egipcios y de musulmanes provenientes de otros países de África o medio oriente. La mayoría de los árabes son comerciantes y se dedican a la confección de ropa o a negocios de alimentos. Algunos libaneses han alcanzado puestos destacables en el gobierno venezolano.
Al-Shereidah (2004) considera que el proceso de inserción de los inmigrantes árabes en la sociedad venezolana no ha sido de todo exitoso por los prejuicios que siguen existiendo en Venezuela contra éstos, fomentados por el hecho de que el mundo árabe-islámico está muy apartado de Venezuela geográficamente; por otro lado, opina la autora, los inmigrantes árabes residentes en Venezuela tampoco tan tenido la voluntad de incorporarse plenamente.
En cuanto a la inserción lingüística de estos inmigrantes, las dos formas en las que los árabes aprenden el español en Venezuela son a través de los institutos de idiomas y por imitación; la mayoría lo aprenden en la calle, o conversando con los clientes venezolanos, ya que el roce con la sociedad receptora se considera la base principal para el aprendizaje del idioma (op.cit.). Es conocida la capacidad de los árabes por pronunciar cualquier sonido en cualquier idioma del mundo muy fácilmente; por eso, esta comunidad lingüística aprende el español muy rápidamente y sin complicaciones. Más aún, muchos de los árabes-venezolanos de la nueva generación no saben hablar el idioma árabe.
El Sheikh Mohamad Alí Bokhari comenta que en la actualidad, no existe un censo que establezca la cantidad exacta de árabes en el país, pero se estima que entre los árabes cristianos y los árabes musulmanes, la cifra asciende a un millón de personas; entre ellas, los árabes musulmanes son aproximadamente 400 mil, y de éstos, unos 100 mil residen en Caracas.
Para mantener sus costumbres y su idioma, los árabes se organizan en centros o sociedades. En Venezuela existen 15 Centros Islámicos repartidos entre 10 estados del país: dos en Caracas, uno en Valencia, Maracay, Maiquetía, Maracaibo, El Tigre, Margarita, Coro, Ciudad Bolívar, entre otros. Algunos de estos centros gozan de una considerable antigüedad. Así por ejemplo, en la ciudad de Puerto La Cruz, funciona desde 1961 el Centro Cirio-Venezolano (Centro Sirio- Venezolano 2009).
Otro sitio de encuentro para los árabes son las mezquitas, las cuales tienen en el Islam una importancia particular, porque son centros de la propagación lingüística y cultural, además de ser un lugar de adoración religiosa. La segunda mezquita más grande de Latinoamérica es la Mezquita Sheikh Ibrahim Bin Abdulaziz Al Ibrahim, ubicada en Los Caobos, Caracas.
López (2001:52) estima que la lealtad lingüística de los inmigrantes árabes en Venezuela es de 53,57% y comenta que "en las comunidades bilingües de una sola religión, es mucho más íntimo el uso de la lengua materna", ya que la religión es transmitida a través de la misma.
En nuestros días, las relaciones comerciales, turísticas, deportivas entre Venezuela y los países árabes, sobre todo con Irán, van en aumento, hecho que implica una profundización de contactos lingüístico-culturales entre nuestras sociedades.

La Lengua China
Los inmigrantes chinos llegaban a Venezuela a pesar de haber existido, por largo tiempo, en la legislación inmigratoria nacional, las restricciones sobre la raza. Los primeros chinos aparecieron en Venezuela durante la presidencia de Guzmán Blanco, no obstante la Constitución Nacional prohibía expresadamente la entrada al país a la gente de raza amarilla (Velásquez 2004). Sin embargo, en 1854, se promulgó una nueva Ley de Inmigración, curiosamente orientada hacia la inmigración asiática. En su artículo 3, esta Ley disponía que "el Poder Ejecutivo promoverá la inmigración asiática, prefiriendo en lo posible la de los chinos, contratados en su país por escrito, y temporalmente, para la labor de los campos, trabajos de arte y servicio doméstico" (Pellegrino 1989:88). Por otro lado, miles de chinos fueron traídos en la segunda mitad del siglo XIX como esclavos por contrata con los ingleses y otros colonizadores a través de Trinidad y otras colonias británicas del Caribe (op.cit.); luego, muchos de ellos fueron expulsados. Los chinos que llegaron, se dedicaron inicialmente al cultivo de la tierra, la lavandería familiar y las bodegas populares. Con la Guerra Federal, este movimiento se interrumpe, y en 1891 se prohíbe expresamente la inmigración de individuos de nacionalidad asiática. Aún durante el gobierno de López Contreras (1936-1941), estaba vigente la restricción de que los inmigrantes debían ser de raza blanca, aria o caucásica y no semitas (Gabaldón 2004). El inciso sobre la raza fue eventualmente quitado en 1966.
En nuestros días, las personas con pasaporte chino en Venezuela, según el XIII Censo de Población y Vivienda, suman 10.445. El 90% de los inmigrantes de origen chino en Venezuela que llegaron durante el siglo XIX y principios del siglo XX, son cantoneses. Recientemente, han llegado chinos de Hong Kong y unas 20 familias de Taiwán (alrededor de 200 personas). La mayoría de los chinos son residentes de las ciudades de Caracas, Valencia, Barquisimeto, Maracaibo, entre otras (op.cit.). La profesora Sofía Xu5 (entrevista personal) afirma que, sumando los inmigrantes con pasaporte chino, los chinos nacionalizados y los hijos de los inmigrantes chinos nacidos en el país, viven actualmente en Venezuela alrededor de 160 mil chinos.
En todos los lugares donde viven, los chinos tratan de mantenerse unidos para conservar su lengua, sus tradiciones y su cultura. Muchos se dedican al negocio de los supermercados, otros tienen centros comerciales, restaurantes, quincallerías, fábricas de plásticos o de cosméticos. Los taiwaneses radicados en Venezuela importan ropa, zapatos, cosméticos, alimentos, productos electrónicos.
En el país existen asociaciones de chinos con fines comerciales y sociales, como por ejemplo, el Centro Social de los Restaurantes Chinos, el Centro Chino, los Clubes Chinos de Caracas, Valencia, Barquisimeto y otras ciudades del país, donde los chinos se reúnen para hacer fiestas, celebrar el Año Nuevo Chino, jugar bowling o mahjong6 y mantener viva su lengua. Arévalo (2000) señala que los hijos y los nietos de los inmigrantes chinos se integran completamente (tanto socialmente como lingüísticamente) a la sociedad venezolana, mientras que sus padres, aunque logran aprender español, comparten su vida sólo con sus paisanos.
Malapanis y Calero (2006) afirman que la inmigración china está aumentando, debido a los recientes tratados comerciales entre Caracas y Beijing, para trabajar en proyectos de PDVSA.

El Alemánico
El alemánico es hablado por los descendientes de los 389 inmigrantes de la Selva Negra en Baden-Württemberg, Alemania, quienes llegaron a Venezuela el 8 de abril de 1843 (Serrón 2001), dirigidos por el cartógrafo italiano coronel Agustín Codazzi, desde el entonces independiente Gran Ducado alemán de Baden, y manifiesta su presencia en la Colonia Tovar, municipio Tovar, estado Aragua, ubicada a 42 km de Caracas. Los otros nombres con que se conoce esta lengua son: dialecto del alemannisch o alemán coloniero.
El Presidente Martín Tovar y Ponte (1861/62) y propietario del terreno donde se establecieron, les regaló el terreno de la Colonia en 1852. Para garantizar su pureza lingüístico-cultural, el certificado de la donación estipulaba que para los próximos 120 años, ningún venezolano tenía la potestad de comprar terreno en la Colonia. Inclusive, por un tiempo, a principios del siglo XX, se prohibían los matrimonios fuera de la colonia, con el fin de garantizar su continuidad étnica y cultural.
Hasta 1942, los colonos vivieron casi aislados, practicando el alemánico como único idioma. Pero de repente, el gobierno en Caracas se interesó en el pueblo alemán y declaró en 1942 el contenido del certificado de la donación de Manuel Tovar como resolución inválida, la administración de la Colonia fue abolida, la compra de terreno en la región fue autorizada para todos, se estableció en la colonia el español como lengua oficial y se permitió el matrimonio exogámico (Klaiber 2007).
Luego, el gobierno decretó el sistema educativo venezolano para la Colonia, acompañado por la prohibición de practicar el alemánico en el ámbito escolar. Como motivo de la prohibición, se declaró que la población de la Colonia estaba desintegrada social y culturalmente y no hablaba un dialecto alemán sino "el feo y sucio patuá, una lengua criolla basada en el portugués" (op.cit.)
En realidad, el alemán coloniero es un dialecto modificado del alemán superior, perteneciente a la familia de las lenguas germánicas, subdivisión del alto alemán, y está influenciado por muchos otros dialectos de la Alemania del sur, Austria y Suiza (Gordon 2005). Este dialecto resulta incomprensible para los hablantes del alemán estándar, ya que, por un lado, posee en su léxico palabras del castellano (venezolanismos) (Redlich 1978), y por el otro, ha conservado una serie de giros fonéticos y lexicológicos obsoletos, que ya no se usan en el alemán de Europa, y ha seguido fiel a su origen badense.
En 2001, de acuerdo con los datos del XIII Censo General de Población y Vivienda, el número de los habitantes de esta zona era de 14.309. Los datos del CNE del año 2008 indican que actualmente viven en la Colonia 18.118 personas (Plan de Gobierno 2008). Alrededor de 10.000 de los habitantes hablan el alemánico. Esta lengua se conserva por las personas mayores y también por algunas personas jóvenes. Aunque el dialecto alemánico de la Colonia Tovar fue declarado patrimonio histórico -cultural de la nación (Mosonyi 1982) y zona de interés turístico desde 1964 mediante el Decreto Presidencial N° 1165 de Rómulo Betancourt (Primera 2007), no obstante, aún hoy en día se están oyendo voces en pro de la eliminación del idioma local y la integración de la población a la cultura criolla; por otro lado, el turismo y las comunicaciones han mermado el aislamiento y la tranquilidad de la zona. Sin embargo, se puede afirmar que la comunidad local está haciendo enormes esfuerzos por mantener su idioma y transmitir el alemánico de generación a generación (Fundación Comunidades Alemanas en América Latina 2007).

Diversidad Lingüística Venezolana desde la Perspectiva Ecolingüística
Actualmente, todas estas lenguas están coevolucionando en el mismo espacio geográfico, en conjunto con los eventos demográficos, socioeconómicos, políticos y tecnológicos que se van produciendo en la sociedad. De esta manera, se puede afirmar que la diversidad lingüística venezolana actual está basada en la autopoiesis, o autoorganización (término introducido por Varela, Maturana y Uribe 1974) y es producto de las interacciones histórico-sociales de los individuos pertenecientes a todos estos elementos lingüísticos, fruto de las subordinaciones políticas y movimientos migratorios y resultado de la historia sociolingüística de Venezuela.
¿Cómo se ha mantenido la diversidad lingüística del país en el tiempo? En términos generales, esta continuidad está relacionada con el contexto demo-socio-cultural del país. El primer factor que influye en la continuidad lingüística de las lenguas venezolanas es la sobrevivencia física de sus hablantes: mientras que estén vivos, la lengua sigue viva. La exterminación física de los integrantes de las etnias indígenas durante la época de la colonización, condenada posteriormente, resultó en el declive y desaparición para siempre de más de setenta lenguas indígenas que existían en el territorio venezolano antes del siglo XVI. En nuestra época, la desaparición física sigue siendo factor importante de la desaparición de la respectiva lengua. Así por ejemplo, la lengua sapé tiene tan sólo seis hablantes ancianos; además, todos ellos son bilingües sapé-español. Una situación similar enfrenta la lengua arutani, ya que a pesar de ser esta etnia monolingüe en un 95%, tiene tan sólo 25 hablantes, también personas mayores.
Pero el concepto clave que influye drásticamente en el mantenimiento o discontinuidad de la diversidad lingüística es el contacto lingüístico. En palabras de Lodares (2002:53), "el aislamiento, el sedentarismo y la escasa comunicación son las bases de la diversidad lingüística". Esto significa que mientras que un grupo lingüístico vive en su propio hábitat sin la presencia de otras comunidades lingüísticas que puedan competir con él, la continuidad de la lengua está garantizada. Es por esta razón que los pueblos indígenas con escasos contactos con los criollos, tales como los yanomamis, los sanemá o los jodi, son monolingües en su mayoría (los yanomamis son monolingües en un 92%, los sanemá en un 93% y los jodi en un 98%). De los 767 jodi, por ejemplo, 752 personas solamente saben hablar la legua jodi y tan sólo 15 personas son bilingües jodi-español. Estos datos indican que para garantizar la continuidad lingüística, debe existir un alto nivel de relaciones intra-grupo y un nivel bajo de relaciones inter-grupo.
En contraste, contactos prolongados entre los hablantes del español y los de las lenguas indígenas condujeron a la existencia de etnias enteras que conservan sus rasgos culturales aunque hayan perdido su lengua, desplazada por el español. Este es el caso de las etnias añú (de sus 11.205 integrantes, 11.194, o 99%, son hispanohablantes y tan sólo 11 son bilingües añú- español). Otros ejemplos similares son los mapoyo (hispanohablantes en un 89%) y los kariña (hispanohablantes en un 63%). A veces sucede que un idioma indígena se debilita por un contacto con otra lengua indígena y no con el español; así por ejemplo, el yavarana está a punto de desaparecer, absorbido por el piaroa, debido a una gran cantidad de matrimonios entre los yavarana y los piaroa (Mosonyi 2007).
En algunos casos, los contactos interlingüísticos son multilaterales y de esta manera las influencias lingüísticas se vuelven aún más complicadas. Así por ejemplo, muchos de los integrantes de la etnia akawayo son trilingües akawayo-español-inglés, como también lo son los integrantes de la etnia ñengatú (ñengatú-español-portugués) y piapoco (piapoco-jivi-español) (op.cit.).
Los contactos intensos entre grupos lingüísticos pueden ocurrir en el contexto de la subordinación socio-política, como es el caso de las lenguas indígenas en contacto con el español, o en el contexto de los movimientos migratorios, como es el caso de las diásporas extranjeras presentes en el territorio venezolano. En este último caso, se afectan tanto los sistemas lingüísticos que reciben a los inmigrantes, como el sistema lingüístico importado. En su mayoría, los inmigrantes se integran a su nuevo ambiente y asimilan los comportamientos lingüísticos de la población receptora, abandonando su lengua materna; sin embargo, puede haber casos de equilibrio dinámico en el cual cada grupo lingüístico mantiene el número de sus hablantes, como es el caso de las comunidades china y árabe en Venezuela.
Las comunidades extranjeras disminuyen la cantidad de sus hablantes en la segunda y aún más en la tercera generación precisamente por el aumento de contactos, o una mayor integración, con la sociedad receptora, diluyéndose poco a poco en el medio social circundante. Un buen ejemplo de ello es la situación lingüística de la Colonia Tovar: en sus primeros 100 años de existencia (1843-1943), sus habitantes vivieron en un aislamiento total del resto del país, el 100% de la población hablaba el dialecto alemánico y la transmisión de la lengua materna a las nuevas generaciones era total. Sólo a mediados del siglo pasado, cuando la Colonia se abrió al mundo externo, empezaron sus contactos con los hablantes del español, aumentándose paulatinamente, lo cual, aunado a la campaña de desprestigio del idioma desatada por las autoridades, repercutió de inmediato en la situación del idioma, y actualmente el mismo se encuentra en peligro de desaparecer.
Como se puede ver, la diversidad lingüística venezolana se encuentra y se reproduce dentro de la dinámica ecológica. Como resultado de la evolución de la diversidad, se producen nuevas formas y variedades; por otro lado, esta misma evolución de la diversidad puede terminar en la desaparición sin rastros de lenguas, como ha sido el caso del timote, el chaima o el yavitero.
Aunque muchas veces el contacto lingüístico resulta en una especie de simbiosis, o coexistencia pacífica de lenguas, el contacto entre poblaciones que hablan lenguas diferentes generalmente tiende a terminar en la extinción de una de ellas.
Las razones de la preocupación por la pérdida de las lenguas radican en uno de los principios básicos de la ecolingüística. Esta ciencia, desarrollada en los trabajos de Haugen (1972) y Bastardas-Boada (2007), entre otros, promueve valores de conservación, cooperación, calidad y compañerismo, y desde el punto de vista de la ética de la sostenibilidad, la diversidad ecolingüística es un valor que merece ser protegido. Desde el punto de vista de la ecolingüística, los argumentos que abogan por la necesidad de una diversidad biológica también aplican al lenguaje. Crystal (2001) afirma que en el lenguaje de la ecología, los ecosistemas más fuertes son los más diversos, y la variedad puede ser una necesidad en la evolución de los sistemas naturales. La misma idea la expresa Esté, señalando que "la diversidad es causa de la riqueza humana" (1999:47), y que "la diversidad supone diferentes culturas y perspectivas que se considere necesario conservar y discutir para que haya justicia y enriquecimiento humano" (1999:170). La sostenibilidad ecolingüística hace un llamado a la continuidad y desarrollo pleno de los grupos lingüísticos, sin destruir los recursos lingüísticos y culturales que los identifican.
En este sentido, cada una de las lenguas venezolanas representa un inmenso valor estético y humano, tanto en sí misma como en conexión con la cultura respectiva. Suponiendo, por ejemplo, que el idioma wayuu desapareciera, la humanidad seguiría hablando a través de otros sistemas lingüísticos pero ninguno sería igual a wayuunaiki, cuya fonología también comprende vocales y consonantes pero articuladas e interconectadas de un modo irrepetible, de manera que "la red asociativa que reúne y preside todos estos rasgos solo se da en esta lengua y las leyes de posibilidades impiden que jamás se produzca nada similar" (Mosonyi 2003:16). Por estas y otras razones, conservar todas las lenguas que se hablan en el país, significa conservar la sabiduría y la diversidad.

Conclusión

Se puede concluir que la situación actual de las lenguas de Venezuela se impone como intrínsecamente compleja, revelando que aún siendo mayoritariamente monolingüe, Venezuela constituye un país con una gran diversidad lingüística, conviviendo en el territorio nacional unos 100 idiomas, con un número aproximado de hablantes que asciende a casi dos millones y medio de personas. Son cuatro las fuentes que han constituido la actual diversidad lingüística del país: (a) lenguas autóctonas (las más de 30 lenguas de las comunidades indígenas), (b) lengua de la conquista y de la colonización (el español), con todas sus numerosas variedades dialectales, sociales y estilísticas, (c) lenguas producto de contactos fronterizos (portugués brasileño e inglés criollo), y (d) lenguas de las corrientes migratorias (entre ellas, el italiano, el portugués, el árabe, el chino y el alemán coloniero). Estas lenguas forman parte de la riqueza lingüística de la nación y son los principales signos de identidad de sus comunidades respectivas que representan las formas diferenciadas de ver el mundo.
Las comunidades lingüísticas minoritarias en Venezuela aún conservan elementos propios de su esencia cultural genuina, pero éstos, "por efectos de la asimilación, tienden a diluirse, en forma progresiva, en el inmenso piélago de la sociedad que los entraña" (Castañeda 1996). Y ya que en un futuro próximo no se prevén olas masivas de inmigración a Venezuela, no es probable que se formen nuevas comunidades lingüísticas en el país, se tratará más bien de la evolución de las ya existentes. En este sentido, la concientización y la educación son las principales vías para evitar la homogeneización lingüístico-cultural del país y mantener el diálogo abierto entre las diferentes comunidades lingüísticas.

Notas:

* Trabajo financiado por la Comisión de Investigación de la Universidad de Oriente, Venezuela.

1 Universidad de Oriente, Venezuela npisemskaya@gmail.com

2 Venezuela declara en el artículo 10 de su Constitución de 1999, que: "El territorio y demás espacios geográficos de la República son los que correspondían a la Capitanía General de Venezuela antes de la transformación política iniciada el 19 de abril de 1810, con las modificaciones resultantes de los tratados y laudos arbitrales no viciados de nulidad."

3 Michele Castelli Morgante, Profesor Titular de la Universidad Central de Venezuela, Vice-Presidente del Centro Italiano Venezolano. Inmigrante italiano.

4 Sheikh Mohamad Ali Bokhari, Director de la Mezquita Sheikh Ibrahim Bin Abdulaziz Al Ibrahim en Caracas.

5 Sra. Sofía Xu, encargada de la Escuela Wei Jing, la única en Caracas donde se enseña el chino mandarín.

6 Dominó chino

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Fecha de recepción del artículo: Octubre 2010
Fecha de evaluación: Noviembre 2010

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