SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue20Perspectivas socio-antropológicas sobre el campo del derecho y la justicia author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Papeles de trabajo - Centro de Estudios Interdisciplinarios en Etnolingüística y Antropología Socio-Cultural

On-line version ISSN 1852-4508

Pap. trab. - Cent. Estud. Interdiscip. Etnolingüíst. Antropol. Sociocult.  no.20 Rosario July/Dec. 2010

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Relaciones de ayuda mutua y más allá de ellas.
El cuidado infantil y lazos de asociatividad en contextos de desigualdad social
.

Laura Santillán1

Resumen

En el siguiente artículo abordaremos desde el registro etnográfico las prácticas cotidianas relativas al cuidado infantil que tienen lugar en barrios populares del Gran Buenos Aires. Para ello nos centraremos en un análisis crítico del lugar que ocupan las relaciones de ayuda mutua y de proximidad. Principalmente discutiremos la centralidad y la naturalización por parte de muchos estudios de la disposición de los sectores populares en concretar préstamos recíprocos y la omisión recurrente a las relaciones de desigualdad y poder que las mismas encierran.

Palabras clave: Educación infantil; Prácticas cotidianas; Relaciones de ayuda mutua; Proximidad; Desigualdad social

Abstract:

The following article will discuss, with an ethnographic approach, child care everyday practices in popular neighborhoods of Buenos Aires. In order to do this, we focus on a critical analysis of the place of mutual aid relationships and proximity. We mainly argue the centrality and naturalization of reciprocal relations in popular sectors that many studies take for granted and the lack of attention given to the inequality and power relations that they contain.

Keywords: Early childhood education; Everyday practices; Mutual aid relationships; Proximity; Social inequality

Résumé

L'article suivant vise à faire un point sur les pratiques quotidiennes concernant la garde d'enfants dans les quartiers populaires de Buenos Aires avec une approche ethnographique. Pour ce faire, nous nous concentrons sur une analyse critique de la place des relations d'aide mutuelle et de proximité. Nous remettons, principalement, en question le fait que dans de nombreuses études la réciprocité est considérée comme un sujet central et naturel dans les classes populaires alors qu'elles omettent souvent de tenir compte des relations d'inégalité et de pouvoir qu'elle contient.

Mots-clé: L'éducation de la petite enfance; Les pratiques quotidiennes; Les relations d'aide mutuelle; La proximité; L'inégalité sociale

Introducción

En el siguiente artículo nos proponemos analizar algunas dimensiones que encierran las iniciativas relativas al cuidado y la educación infantil en barrios populares del Gran Buenos Aires. El punto de partida es una investigación más amplia que venimos desarrollando acerca de los contenidos que adquieren las intervenciones sociales sobre la crianza y la educación de la niñez en los contextos contemporáneos de desigualdad social.
En la indagación que venimos realizando en asentamientos y barrios populares ubicados en la zona Norte del Gran Buenos Aires, una de las cuestiones que relevamos es que las iniciativas ligadas con la crianza y la educación de los niños involucran un conjunto de relaciones y actores sociales que muchas veces rebasan los espacios prototípicos (como son las familias y las escuelas). Por cierto las escuelas y las familias constituyen espacios relevantes en la experiencia formativa de los chicos que conocimos. Sin embargo los niños y las niñas ligan entre sí a estos y otros actores sociales a través de relaciones no siempre formalizadas, y que no necesariamente alcanzan su total visibilidad, al menos respecto a la incidencia en las concepciones sociales y parentales sobre el "cuidado infantil".
Como desarrollaremos en las siguientes páginas, las iniciativas parentales sobre la educación de los niños, lejos de restringirse a la "privacidad" del mundo familiar, se producen al calor de un conjunto de interacciones próximas y barriales. Las relaciones de ayuda mutua tienen relevancia en las decisiones que los adultos ponen en juego alrededor de la educación. Pero esto no sucede de cualquier modo. En tal caso, y sólo a modo de anticipación, las relaciones de proximidad tienen lugar simultáneamente --y en el marco de-- otros procesos que complejizan cualquier intento de leer estas interacciones por fuera de movimientos más amplios, ligados con la acción colectiva y también la conflictividad social. Es sobre todo en referencia a esta cuestión que nos interesa detenernos en esta presentación.
A lo largo del desarrollo de las Ciencias Sociales, las relaciones de ayuda mutua y reciprocidad han integrado una parte importante de la literatura sobre los sectores subalternos (Lewis, 1972, Lomnizt, 1975, Ramos, 1984, González de la Rocha, 2002, Bazán, 1998, Forni, 2002). En buena parte de esta bibliografía, las relaciones de proximidad se incorporaron con el interés de explicar la capacidad de sobrevivencia de los sectores económicamente desfavorecidos (Lomnitz, 1975), así como los procesos de reproducción de la pobreza (Lewis, 1972). Si bien más adelante varios estudios señalaron las limitaciones que presentan, al menos en los marcos contemporáneos de desigualdad, las relaciones de ayuda mutua (González de la Rocha, 2002, Bazán, 1998), un rasgo que caracteriza a la mayoría de los trabajos es la centralidad que adquieren la organización y cooperación familiar y/o de la vecindad como modos para suplir las crisis, ya sean eventuales como aquellas ligadas con la pobreza estructural.
Consideramos que en la coyuntura actual resulta particularmente sugestivo detenernos en una revisión crítica sobre los modos en que se interpretan las interacciones y relaciones locales. Como sabemos, en las últimas décadas, junto con la producción académica, los organismos internacionales se sumaron a estas consideraciones que insisten en situar a las relaciones de proximidad y los lazos de asociatividad como formas de mejorar las condiciones de vida de las poblaciones pobres.
A saber, las recomendaciones de los organismos multilaterales de invertir en la capacidad organizativa de los pobres (Banco Mundial, 2000), con atención a los recursos morales y culturales comunitarios de las poblaciones (BID, 2001), y las relaciones informales de confianza y cooperación de la familia y el vecindario (CEPAL, 2008) cobraron, sobre todo a través de conceptos tales como capital social, una fuerte difusión e impregnaron en los imaginarios del sentido común científico y en los contextos de implementación de las políticas2. Consideramos que a través de estas recomendaciones no sólo se ha naturalizado una suerte de"disposición" de las clases populares a establecer relaciones de cooperación y ayuda mutua, sino también se dan por sentadas las condiciones de desigualdad estructural que sufren vastos sectores de la población.
En este artículo el objetivo es abordar a través del registro etnográfico las producciones de sentidos --y de intervención-- respecto al cuidado y la educación de los niños recuperando para ello los contextos de interacción cotidianos que vinculan a determinados grupos familiares con diversos actores y espacios de organización social. A partir de esta indagación nos proponemos discutir: 1) la centralidad que cobran en los estudios sobre sectores populares las relaciones de ayuda mutua y proximidad, vistas además estas interacciones por fuera de relaciones sociales más amplias; 2) la naturalización de la "disposición" de los sectores subalternos a establecer relaciones de ayuda mutua y reciprocidad y 3) el ocultamiento e invisibilización de dimensiones claves en las relaciones próximas tales como son el poder y la desigualdad.
Para el análisis nos basamos en el trabajo de campo que realizamos entre el año 2001 y 2006 y retomamos en el año 2008, en un conjunto de villas y asentamientos ubicados en los Partidos de Tigre y San Fernando, en la Zona Norte del Gran Buenos Aires. Estos barrios se encuentran en las márgenes más contaminadas del Río Reconquista, cerca de un corredor industrial de no muy amplias dimensiones, pero relevante por la ubicación que tiene de importantes frigoríficos, industrias menores, que en los años noventa se convirtieron en centros de distribución (de la industria de los lácteos, indumentaria, entre otros).
La indagación empírica combinó entrevistas en profundidad con observación participante. El análisis que presentamos se basa en el registro que realizamos de distintos eventos de la cotidianeidad de los espacios escolares visitados, centros de salud, espacios dedicados al complemento alimentario ("comedores" y "merenderos"), instituciones ligadas a la religiosidad (sobre todo capillas y templos evangélicos), ONGs (ligadas con el problema del género, la vivienda, la regularización de tierras). Junto con la observación, para el análisis recuperamos las entrevistas de tipo biográfico (Berteaux, 1999) que realizamos en estos espacios a los padres de los niños, a educadores y a voluntarios y referentes barriales. Nos dedicamos más que nada a la reconstrucción de trayectorias de vida de nuestros entrevistados. Desde la perspectiva que manejamos, el análisis de trayectorias implicó incluir, además del interés por el aspecto biográfico del individuo, una conceptualización renovada de "prácticas" y "modalidades de acción" que supone la contemplación de procesos de apropiación por parte de los sujetos (de Certeau, 1996).
En el estudio que sigue el interés no es hacer una tipificación de las relaciones de ayuda mutua y reciprocidad que incluyen las iniciativas familiares en torno a educación y el cuidado de los niños. Tampoco la intención es aportar al debate acerca de si las relaciones de solidaridad y ayuda mutua son suficientes para suplir los procesos de fragmentación de las protecciones sociales ligadas con el trabajo y otras instituciones sociales 3. El propósito, más bien, es explorar, a través de un registro sustentado en el plano de la vida cotidiana de los sujetos, de qué manera las iniciativas familiares sobre la crianza y la educación se construyen a partir de un bagaje importante de influencias externas y mediaciones, entre ellas las que provienen de las relaciones de proximidad (parentesco y vecindad) y ayuda mutua, pero en vista de esferas más amplias vinculadas con organizaciones e instituciones locales y sociales.
En un primer apartado nos dedicaremos a describir y analizar las iniciativas y relaciones que implica el cuidado y la educación infantil según lo registramos en el trabajo de campo. Aquí nos interesará mostrar algunas aristas y dimensiones que incluyen las relaciones de proximidad relativas a la crianza y cuidado de los niños. En un segundo y tercer apartado nos dedicaremos a demostrar la inscripción de las relaciones de "vecindad" y ayuda mutua en procesos de intervención más amplios. Para ello retomaremos las trayectorias de vida y los registros realizado durante la indagación y que incluye, como dijimos, diversos espacios e instituciones barriales.

Las relaciones de proximidad y el cuidado de los niños

El trabajo de campo en los barrios ubicados en las márgenes inferiores del Río Reconquista lo comenzamos a mediados del año 2001. La coyuntura marcada por diciembre del año 20014 fue por demás elocuente para advertir los efectos de las medidas de corte neoliberal implementadas en nuestro país en las dos últimas décadas. La indagación en terreno, que llega a la actualidad, nos deja así mismo constatación de cómo a pesar de la mejoría de los indicadores de desempleo, pobreza e indigencia, la realidad de la mayoría de las familias que habitan esta zona del conurbano alude a procesos de precarización y desigualdad en términos de la privación de recursos materiales y simbólicos que son estratégicos para sus modos de vida5.
En el barrio Reconquista, ubicado en el Partido de Tigre, en donde profundizamos nuestra indagación, los grupos familiares se asientan en dos momentos poblacionales. Mientras que los primeros vecinos lo hacen entre los años 40 y 60 a partir de la compra de terrenos que se lotean y venden a precios populares, un alto porcentaje lo hace entre mediados de los años ochenta y durante los noventa en un proceso de asentamiento de tierras fiscales y privadas. Esta ocupación no legal de terrenos incluyó un conjunto de relaciones próximas entre parientes y vecinos y prácticas de acción colectiva, tanto en el momento de "instalación", como en el de trazado del espacio urbano, que fue un común denominador de este tipo de asentamiento en diversas zonas del conurbano bonaerense (Cravino, 1999).
El análisis que sigue se basa sobre todo en los registros y las entrevistas que realizamos a pobladores que habitan en esta zona de asentamiento y ocupación no legal de terrenos. Al momento de ser entrevistados, la mayoría de los jefes de estos hogares se encontraban desempleados o bajo relaciones laborales profundamente precarizadas. Aún en la actualidad un número importante de pobladores desarrollan actividades como cuentapropistas, sobre todo ligadas a la albañilería, la plomería y la jardinería. Las actividades de cartoneo, si bien son tradicionales en esta zona, desde fines de los años 90 se extendieron a un importante número de grupos domésticos. En algunos casos la actividad de juntar cartones para vender involucra sólo a uno de los cónyuges, a veces a los dos, y también a algún otro miembro de la familia (generalmente hijos mayores y en menor medida los niños).
Las familias que tomamos en cuenta para el análisis prácticamente en su totalidad reciben distintos subsidios estatales. Nos referimos a los programas y planes estatales compensatorios vinculados con la alimentación, la desocupación y asistencia a la pobreza. En el período que va del año 2009 a la actualidad varios de nuestros entrevistados comenzaron a percibir la Asignación Universal por hijo para Protección Social.
Según surge de nuestros registros, frente a un conjunto amplio de problemas (tales como la falta de dinero efectivo, la cobertura alimentara, el cuidado de parientes enfermos) las familias de esta zona establecen relaciones de ayuda mutua. Se trata de relaciones e interacciones que según lo puntualizaron nuestros entrevistados se basan preferentemente en los lazos de parentesco. En estos barrios es habitual que la llegada de un núcleo familiar sea el primer paso para la instalación de otros grupos domésticos de la misma parentela. Por ello, no es extraño que dos, tres, cuatro familias emparentadas compartan el terreno o vivan en lotes muy próximos entre sí.
Esto se puso en evidencia en nuestro trabajo de campo. El encuentro con las familias de los niños en los domicilios particulares implicó y aún implica ponernos en contacto con otras tantas a partir del hecho que comparten un mismo terreno. No resulta difícil comprobar cómo la proximidad espacial tiene correspondencia con ciertas formas de ayuda mutua y la posibilidad de compartir varios aspectos de la cotidianeidad. Nos referimos tanto a distintos momentos de sociabilidad (alrededor de algunas comidas como el "mate") como al uso de recursos elementales (referidos a la limpieza, la alimentación y el descanso).
Las relaciones de parentesco y vecindad, entre otros, median -y mediaron a lo largo del tiempo-- en la resolución de diversas problemáticas ligadas con la vivienda (compra y venta de terrenos, préstamo o alquiler de locales y piezas), la salud (cuidado de familiares enfermos, ancianos), los conflictos barriales y la posibilidad de acceder a los subsidios estatales (ligados, como dijimos, a la alimentación, la desocupación y la pobreza). También como veremos en lo que sigue, las relaciones de proximidad median las iniciativas ligadas con la educación y el cuidado de los niños.
En nuestra zona de estudio, por ejemplo, la escolaridad de los niños que conocimos, incluye, además de la escuela común y un espacio comunitario de apoyo escolar, a miembros de la familia ampliada de los padres. No es infrecuente que entre familiares circulen y se concreten préstamos relativos a los útiles que solicita la escuela tales como manuales, libros de texto, entre otros.
Las prestaciones no se circunscriben a "colaboraciones" materiales. En algunas ocasiones los parientes van reemplazándose entre sí cuando se solicita la presencia de algún adulto en la escuela. Estamos aludiendo a la participación en citaciones, reuniones de padres y/o para la recepción de los boletines de calificación de los niños.
No es menos infrecuente, asimismo, que el inicio de la escolaridad de muchos chicos, sea motivo suficiente para que sus progenitores (ó adultos a cargo) se pongan en contacto con otros vecinos del barrio. Sobre todo se trata de aquellos vecinos con los que no sólo se tiene una relación de confianza, sino que portan un lugar destacado en el barrio. Referentes de programas sociales y punteros políticos se constituyen actores relevantes para obtener informaciones diversas, entre ellas sobre la reputación de los establecimientos escolares, por ejemplo.
Las relaciones próximas son también un aspecto a tener en cuenta al momento de incorporar a un hijo a alguna institución barrial dirigida a la infancia. Al respecto la entrada de un niño a un centro de apoyo escolar6, por ejemplo, tiene muchas veces como punto de partida los intercambios que los padres y tutores establecen con parientes y/ o vecinos. Junto con el tema de la educación, las decisiones referidas a la salud (qué especialistas y hospitales elegir) están atravesadas por las informaciones y contactos que se obtienen en relaciones de proximidad y reciprocidad (Santillán, 2007).
Sin embargo, a contrapartida de lo que resalta la bibliografía especializada en el tema, no es posible sostener -al menos desde el registro etnográfico-- que todas éstas sean prácticas y eventos, que sustentadas en relaciones "informales", estén libres de "selecciones", negociaciones y algunas contrariedades. Nos referimos a conflictos o disputas, ligadas la mayoría de ellas a jerarquías y otras dimensiones (como el poder) que suelen quedar soslayados en los estudios especializados. Tampoco es posible pensar estas relaciones como cuestiones que se concretan mecánicamente. En tal caso un análisis en profundidad requiere recuperar aristas y dimensiones, en ocasiones invisibilizados, que encierran los lazos próximos y de ayuda mutua que hombres y mujeres llevan adelante en función de la educación de los niños.
Una de las primeras cuestiones a desarmar es la relación estrecha que suele establecerse entre la cercanía física (vista como propia de las barriadas populares) y las relaciones de ayuda mutua. Como lo pudimos constatar a partir de la permanencia en la zona de estudio, aún cuando la mayoría de las familias compartan un mismo lote o terreno, de ningún modo la proximidad física implica mecánicamente la configuración de interacciones sociales estrechas.
En tal caso, para un número importante de familias que conocimos, las entradas y salidas entre "las casas" están limitadas, en la práctica, a determinados momentos e implican la inclusión o exclusión intencionada de algunos miembros. Esto comprende especialmente a los niños, quienes, a pesar de su insistencia por transitar sin condicionamientos por las casas de los parientes, reciben continuamente indicaciones acerca de los usos de los espacios domésticos.
Tampoco, como lo sugieren muchos estudios, las relaciones de ayuda mutua se circunscriben a decisiones "espontáneas" ó discrecionales; sin contener ningún tipo de discernimiento ni selección sobre las áreas que comprenden. Respecto al tema que nos convoca, los dichos de los padres fueron justamente elocuentes para resaltar los matices y entretelones que incluyen las relaciones e intercambios que los adultos mantienen a nivel barrial en relación a los niños.
Según señalaron los entrevistados, las relaciones próximas resultan relevantes, pero en tanto contribuyen a la resolución de cuestiones "pragmáticas" de la escolaridad y el cuidado de los niños. Entre estas cuestiones pragmáticas se encuentran la retirada o el acompañamiento de los niños a la escuela, el préstamo de útiles o libros de textos, por ejemplo. Pero las relaciones de ayuda mutua no necesariamente involucran un conjunto de toma de decisiones leídas como "responsabilidades exclusivas" de los tutores. Algunas de ellas son, por ejemplo, "retirar temporariamente" a un niño de la escolaridad, decidir algún "castigo" y/o "recompensa" por los comportamientos de los chicos, terminar de definir la inscripción de un hijo en alguna institución comunitaria. En palabras de una de nuestras entrevistadas:

Claro, uno va recibiendo ayuda de distintos lados. Sobre todo de la familia. Yo tengo a mi familia cerca, al lado mío están mis hermanas, un poco más hacia la ruta mis cuñadas. Nos vamos ayudando, pero hay cuestiones que decidimos mi marido y yo, hay cosas importantes en donde no pedimos ayuda, ahí decidimos nosotros...por ejemplo la escuela de los chicos. Los que decidimos somos nosotros, los padres (Entrevista con Graciela, agosto de 2004).

Los registros que reconstruimos en nuestro trabajo de campo, fueron dejando al descubierto algunos tintes que las relaciones de ayuda mutua y reciprocidad adquieren en su concreción. Se tratan de matices que nosotros identificamos con respecto a la educación de los hijos pero que son extensibles a otras dimensiones de la vida de estas familias. Como anticipamos, en la literatura sobre las relaciones próximas, un rasgo compartido -aún por parte de las posturas críticas— ha sido la interpretación de que los intercambios se basan casi exclusivamente en lazos que son "personales" e "informales" (González Rocha, 2002) y cargados de afectividad (Cariola, 1989). El hecho de que la mayoría de las relaciones próximas se sustentan sin una mediación monetaria fue argumento suficiente para que muchos estudios sitúen a dichas relaciones conformando un sistema "no jerárquico". Desde estos estudios, la "disponibilidad" del otro para intercambiar se debe en definitiva a patrones normativos comunes que surgen de las relaciones de confianza basadas en la "amistad", la "vecindad" y el "parentesco" (Ramos, 1984).
Consideramos que buena parte de la bibliografía sobre las relaciones próximas, al focalizar en los "tipos" de intercambios y recursos (sean éstos materiales ó simbólicos) de las prestaciones, dejan de algún modo afuera otras preguntas. En referencia al tema que nos convoca en tal caso nos interrogamos ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad para que se concreten determinados intercambios -y no otros—respecto a la educación y el cuidado infantil? ¿En que movimientos más amplios suceden las relaciones de ayuda mutua? ¿Qué efectos de sentido producen los intercambios próximos en las decisiones e iniciativas dirigidas a los niños?
Como venimos analizando, las relaciones de ayuda mutua permean las decisiones e iniciativas en torno al cuidado y la educación de los niños. Pero una mirada más atenta nos permite situar a las relaciones de proximidad en esferas más amplias que aquellas que las restringen a la vecindad y confianza recíproca. Para dar cuenta de ello recuperaremos las trayectorias de algunos de nuestros entrevistados. No intentamos presentar estos relatos como "representativos" de los modos de vida de los sectores subalternos. Sino que nos importan porque dejan al descubierto un conjunto complejo de relaciones sociales que en definitiva aluden a las particularidades sociales e históricas de los barrios que tomamos como referencia en la indagación.

Relaciones próximas ¿Meras relaciones de parentesco y vecindad?: la presencia (cotidiana) de la Iglesia Católica en los contextos barriales y la educación infantil

Juana tiene 28 años y vive en el barrio Reconquista, en el Partido de Tigre desde que nació. A Juana la conocimos en el año 2002. En ese momento Juana tenía 21 años, ella comenzaba a trabajar como voluntaria en el centro de apoyo escolar en donde estábamos realizando nuestro trabajo de campo. Luego, con el tiempo, pasaría a cumplir allí su contraprestación por la recepción del Plan Jefa de Hogar. La crianza y educación de Juana están marcadas por algunos hitos significativos que nuestra entrevistada nos reconstruyó. Cuando sus padres llegaron al barrio, previo a su nacimiento, se instalaron en la casa de la abuela paterna. Los padres luego de muchos años de pagar los impuestos lograron ser propietarios de un terreno que su dueño abandonó en donde construyeron su casa. Juana es la cuarta de siete hermanos y se crió los primeros años en una casa austera pero donde no faltaba el trabajo. Luego vendrá un acontecimiento que marcará su infancia. Cuando Juana tenía nueve años, su mamá se fue de la casa a escondidas, para armar una nueva familia con otro hombre. Recién la volvieron a ver a los dos años de aquella partida. Cuando su madre se marchó del hogar, ella y sus hermanos abandonaron la escuela. El padre, como no se sentía en condiciones de ocuparse de los chicos, decidió repartirlos en distintas casas. Vecinos y parientes próximos ayudaron a Pedro, ya sea para ubicar a los niños en las casas de familiares y conocidos ó en sus propios hogares. Juana primero estuvo en la casa de su madrina y después en la casa de la madrina de su hermana. Una de las causas del traslado tuvo que ver con la necesidad de que la ayudaran a estudiar. Juana venía repitiendo por segunda vez su tercer grado. Juana también transitó por distintas escuelas porque ninguna le gustaba. Ella es la única de los hermanos que terminó la escolaridad básica. Juana recuerda el momento en que aprendió a leer y a escribir. Eso recién ocurrió cuando ella estaba en séptimo grado. En la trayectoria escolar de Juana intervinieron distintas personas allegadas a ella, que muchas veces la sacaron adelante "a la fuerza": "la madrina de mi hermana era la que más me hacía estudiar, había veces que yo no quería aprender". Pero sin dudas para nuestra entrevistada quienes la ayudaron mucho a salir adelante fueron los maestros del centro de apoyo escolar que se había levantado por iniciativa de la capilla del barrio. Ella conoció este centro comunitario por recomendación de un grupo de mujeres, vecinas del barrio. Estas mujeres tenían una participación en este Centro a partir de su trabajo en la capilla, sobre todo en el área de Cáritas. Allí, y gracias a la intervención de estas mujeres, Juana recibió ayuda para proseguir sus estudios, a la vez que se puso en contacto con algunas acciones de la Iglesia. Con el tiempo, en su adolescencia, Juana hizo nuevas amistades en el barrio. Según nos relata nuestra entrevistada: Cuando era pibita, a los dieciséis años, tenía mi "junta", casi todos los que estaban en la banda se drogaban. Sin embargo ella no agarró la droga. Juana insiste que ella nunca se involucró con la toma de estupefaciente porque la salvó la entrada al Movimiento Columna. Juana cuenta que la llevaron tres días a un retiro y gracias a eso no agarró nada. El movimiento Columna se organiza a partir de retiros "donde se puede ayudar a la gente, donde se puede entender lo que es la vida". El conocimiento de este Movimiento no fue azaroso. A ella la convocó Héctor, un vecino del barrio. A Héctor lo conocía desde chica. Héctor también vivió toda su vida en el barrio. Cuando se organizaba alguna actividad en la capilla o en el centro de apoyo escolar, Héctor, como había hecho con otros chicos del barrio, se acercaba con la invitación a participar de los retiros organizados por este Movimiento ligado con el laicado cristiano. Juana no dudó. Los vínculos entre su familia y este vecino siempre habían sido estrechos. Héctor colaboró con el padre de Juana cuando su madre se fue del hogar y también en distintos momentos que lo necesitaron. Héctor, como otros vecinos del barrio, está presente en la memoria de Juana. En la actualidad cuando ella planea la educación de su pequeño hijo de tres años, Juana insiste en darle a su hijo algo de la suerte que ella tuvo: "Yo podía hacer tenido una mala vida sin embargo me ayudaron mucho acá en el barrio". Aunque significó que en ocasiones otros intervengan en su vida privada está agradecida por la ayuda.

Como venimos sosteniendo, en los barrios que conocimos, las iniciativas relativas a la educación y la crianza se sustentan en buena medida en interacciones próximas. Sin embargo, estas interacciones basadas en la proximidad, lejos de quedar escindidas de relaciones sociales más amplias, se inscriben en marcos de vinculación a mayor escala. En tal caso se trata de tramas de intervención que se configuran al calor de procesos que son propios de la historia y el presente de los barrios. En la zona de nuestro estudio, uno de los espacios que sobresale como aglutinador de relaciones sociales y en la producción de sentidos sobre la educación infantil es el de la religiosidad.
Como marcan otros estudios, desde las últimas décadas del siglo XX, en los barrios de la conurbación creció el asentamiento de distintos credos y religiones (Forni, 2002, Mallimachi, 1996). Templos evangélicos, pentecostales, umbandas, así como misioneros del credo Testigos de Jehová, mormones y por supuesto capillas de la Iglesia Católica son parte casi permanente del paisaje de los barrios populares del Gran Buenos Aires.
En los párrafos que siguen nos dedicaremos a documentar cómo, al menos en algunas de sus expresiones, las relaciones de ayuda mutua y proximidad, muchas de ellas ligadas con la educación y el cuidado de los niños, se estructuran en el marco de las acciones que organiza una institución específica como es la Iglesia Católica. Como lo expone el relato de Juana, se trata de una presencia (de la Iglesia) que tiene lugar a través de cuadros de base y que se pone en juego a través de nuevas modalidades de interpelación y configuración de relaciones sociales, que incluyen la reciprocidad y también como veremos la transacción7.
Para este registro, que se centra de manera particular en el contexto local, es necesario profundizar en varias cuestiones. Por un lado en los rasgos que asumió en las últimas décadas la actuación de la Iglesia Católica en las barriadas populares. Por otro lado, esto implica una descripción de las formas de "entrada" de esta tradicional institución en los barrios de la periferia. También un detalle de algunos efectos de sentido que esta institución produjo respecto a distintas dimensiones de la vida social, entre ellas la educación y el cuidado infantil8.
Como lo hemos analizado en otros trabajos (Santillán y Woods, 2005), en los últimos años la Iglesia Católica ha intentado ejercer mayor influencia en los sectores populares desplegando para ello formas renovadas de interpelación y reconversión del laicado.
En nuestra zona de estudio, sería forzoso escindir las relaciones próximas y de ayuda mutua de las acciones que la Iglesia Católica impulsó al menos desde las dos últimas décadas. La entrada misma de esta histórica institución en los barrios periféricos de la conurbación alude a un conjunto de interacciones basadas fuertemente en vínculos de confianza y reciprocidad gestados a nivel barrial.
Para decirlo con mayor precisión, la entrada de la Iglesia Católica en los barrios ubicados en las márgenes inferiores del Río Reconquista tiene lugar entre fines de los años setenta y durante los ochenta. En este movimiento confluyen varios procesos: por un lado, los intentos de descentralización que llevaron adelante las parroquias cabeceras con el aval del Obispado de San isidro. En esta decisión de "llevar" la Iglesia a la periferia incidió no sólo la falta de un crecimiento, al menos numéricamente significativo de feligreses, sino la competencia que comienza a gestarse frente a la presencia progresiva de distintos cultos no católicos (Santillán, 2009).
Por otro lado, la expansión de la actuación en los barrios de la conurbación bonaerense tuvo como motor la movilización de los propios pobladores, sobre todo de aquellos que querían convertir las zonas recientemente pobladas en "barrios respetables". A través de relaciones recíprocas y basadas en la "ayuda mutua", clérigos y referentes barriales (sobre todo aquellos ligados a los momentos fundacionales de los barrios) fueron estableciendo vínculos suficientemente sólidos como para llevar adelante varias obras: no sólo emplazar la capilla, sino fomentar la "buena educación" de los niños a través de la catequesis y otras actividades especialmente dirigida a ellos. Esta articulación permitió asimismo concretar varias obras de infraestructura para el barrio (como clubes, entrada del colectivo local, el edificio de la junta vecinal).
Con el transcurso del tiempo, la presencia de la Iglesia Católica tendrá efectos concretos en las dinámicas de los barrios del conurbano. Esto sobre todo tiene lugar cuando al accionar de los clérigos se suma el trabajo voluntario de algunos vecinos y vecinas. En este trabajo voluntario se destaca la actuación de grupos de mujeres, principalmente pobladoras de las zonas más antiguas de los barrios. En los barrios estos grupos de mujeres comienzan rápidamente a intervenir en distintas acciones que emprenden las Iglesias, muchas de ellas referidas al cuidado y la educación de los niños de las zonas postergadas y económicamente más desfavorecidas. El relato de Juana nos introduce en algunas de las acciones que llevaron adelante las voluntarias de la Iglesia, tales como incentivar la presencia de los niños en las instituciones que se levantaban en los barrios.
Hacia mediados y fines de los años ochenta, el levantamiento de guarderías, centros de apoyo escolar y comedores (sobre todo en momentos de la hiperinflación) serán una constante en los barrios del Gran Buenos Aires. Tal como lo expone la trayectoria de Juana estos espacios comunitarios marcarán las experiencias educativas de muchos niños y jóvenes de los barrios populares. Junto con ello también serán muy influyentes las visitas que comienzan a concretar con regularidad el cuerpo de voluntarias de la Iglesia Católica. En los recorridos por las casas, las voluntarias no sólo se encargaron del diagnóstico de las problemáticas de los grupos familiares sino también de su resolución. Sobre todo se tratará de la diligencia y el tratamiento de los problemas vinculados con las condiciones de vida de los habitantes más postergados de los barrios, que las voluntarias y los clérigos intentan resolver en base a las relaciones de confianza y también "vecindad".
Desde las voces de nuestros entrevistados, la intervención de las voluntarias de la Iglesia es recordada en forma muy vívida, con sentimientos que reúnen el agradecimiento y también la deuda por la ayuda recibida.

Yo nunca me voy a olvidar de la ayuda que me dio doña Sara. Ella se preocupó mucho por mis hijos. Cuando yo no podía los venia ella a buscar para ir a la escuela y al apoyo escolar. Ella trabaja para la Iglesia. Siempre estuvo cerca y yo le tenía toda la confianza porque la conocía de acá, del barrio. Hacia mucho que la conocía así que me quedaba tranquila cuando pasaba a buscar a mis hijos. Tengo una gran deuda con ella por todo esto que hizo, claro! (Dora, septiembre de 2003).

En el caso que presentamos se trató de las articulaciones llevadas adelante entre "voluntarios" (de la Iglesia Católica) y "pobladores" que incluyeron un conjunto de acciones, además de las iniciativas dirigidas a la infancia. Al respecto, las acciones que se gestaron en esta época, referidas a la regularización dominial de los terrenos y la "urbanización" del asentamiento aluden a los procesos de intersección y acción colectiva entre la Iglesia y los pobladores (Santillán, 2009). También se trató de vinculaciones que, construidas en base a las relaciones de confianza, contribuyeron en la resolución de problemáticas acuciantes de los núcleos familiares a la vez que también pusieron en juego acciones de control y ejercicio del poder. Nos referimos a las orientaciones que en diversas ocasiones las voluntarias de la Iglesia dieron a las madres y padres sobre como llevar adelante la crianza de los hijos, así como prácticas concretas de regulación y fomentación de determinados comportamientos. De ningún modo hay que pensar las vinculaciones entre las voluntarias y los feligreses como interacciones "entre equivalentes". En la mayoría de los casos observados, el grupo de voluntarios de la Iglesia estaba formado por vecinos "fundadores" de los barrios, portadores de un posicionamiento económico más favorable que la mayoría de las familias objeto de intervención que se ubicaba en las zonas más postergadas de los barrios.
Hay que decir que en los barrios populares las formas de actuación de la Iglesia Católica, basadas en lazos de confianza, ayuda mutua y "vecindad", fueron una "característica" pero también un objetivo de esta institución. En esta área del conurbano así como no es posible analizar las relaciones próximas por fuera de lógicas más amplias (como las que se configura a la luz de la Iglesia Católica), tampoco es posible comprender la actuación de esta institución por fuera de los Programas específicos que la misma implementó y continúa haciéndolo en la actualidad.
En la periferia de la Zona Norte, como en otras zonas de la conurbación, entre inicios de la década del ochenta y durante los noventa se plasmaron diversos programas pastorales a cargo de la Iglesia Católica, basados casi todos ellos en la interpelación del laicado y la animación comunitaria. En el Barrio Reconquista el Programa Nueva Imagen de Parroquia, por ejemplo, es paradigmático por las relaciones y vinculaciones que aglutinó9. Al respecto, las "mateadas", tal como fueron bautizadas las reuniones que se realizaban al calor de este movimiento y para la lectura de la Biblia, lograron en tal caso reunir a distintos sectores del barrio.
En simultáneo, junto con los Programas de animación comunitaria, en el seno de la Iglesia Católica se gestaron otras iniciativas basadas en los lazos de confianza y afinidad. Un caso paradigmático --y que quedó reflejado en el relato de nuestra entrevistada Juana-- lo constituye el Movimiento Columna.
El Movimiento "Columna" es una iniciativa de la Iglesia Católica que se inscribe dentro de los movimientos llamados Cursillistas10. Este movimiento surge, en la diócesis de San Isidro, a mediados de la década de los ochenta a partir del impulso de cursillistas vinculado otra experiencia laica llamada "De Colores". Mientras el Movimiento "De Colores" ha tenido mayor arraigo en las clases medias y altas, el Movimiento Columna está dirigido principalmente- aunque no de modo excluyente-- a las clases populares.
Este movimiento organiza su accionar básicamente a través de una serie de reuniones y "retiros" rotativos organizados para grupos de laicos. Los retiros se realizan en determinados momentos del año y por el lapso de un número determinado de días. Si bien la agenda de los encuentros no es cerrada, en buena medida focaliza en una serie de problemas, casi todos ellos vinculados con situaciones definidas como de riesgo (tales como las adicciones, la delincuencia, la "desidia"). Las reuniones del Movimiento Columna no solo recortan una agenda de preocupaciones sino que también una población "objeto", basada fundamentalmente a partir de su condición de "vulnerabilidad".
Por el tema que nos convoca, vale la pena detenernos en la práctica de "reclutamiento", es decir la práctica de la "elección de los candidatos" que tiene lugar dentro del Movimiento. Uno de sus rasgos de esta selección es cómo la misma permea distintos espacios y momentos de la cotidianeidad de los barrios. Esto es, los procesos de reclutamiento los llevan a cabo hombres y mujeres que viven en los mismos barrios y tienen lugar en espacios disímiles entre si: las escuelas, centros comunitarios dirigidos a la juventud, encuentros deportivos:

Cuando estamos en el momento de reclutamiento ponemos el foco en quién está más necesitado en el barrio. Nos fijamos entre nuestros conocidos y vecinos quienes estén en situación de riesgo. Es importante como yo le digo a la gente fijarnos en aquel que por alguna razón no valoramos, que está en la droga, la violencia. Cuando se hace Columnita11, buscamos a las familias que nos parece que están en riesgo. También vamos buscando a los chicos según nuestros contactos en la escuela, o el apoyo, en donde sea. Invitamos a los chicos pero también tenemos que tener la autorización de los padres, así que ahí vamos a visitarlos. Casi siempre nos dan la autorización porque muchas veces ellos no saben qué hacer con un hijo que se droga o se metió en la delincuencia. (Entrevista con Héctor, vecino del barrio de Reconquista, septiembre de 2003)

La sugerencia de que algún adulto ó niño ingrese al movimiento promueve por cierto una batería importante de relaciones e intercambio de información que se transmite de voz a voz. Hay que decir que en su superficie, si bien estas relaciones se invisten en interacciones"interpersonales", más bien tienen lugar en el marco de la programación y organización del Movimiento.
Se trata en tal caso de la interacción entre sujetos que, en el marco de esta iniciativa de la Iglesia, quedan situados en distinta posición y peso de influencia en determinada correlación de fuerzas. El concepto de interdependencia forjado por Norbert Elias (1984) ilumina varios de los registros sobre estas iniciativas basadas en lazos "próximos" y de "vecindad" que reconstruimos en el trabajo de campo. Siguiendo a este autor, entendemos que muchas de las relaciones próximas que se ponen en juego a nivel local deben comprenderse dentro de una configuración más amplia que se ha forjado en el tiempo y que tiene que ver con procesos situados en contextos determinados y atravesados por relaciones de poder.
Como intentamos reconstruir a partir del registro etnográfico, muchas familias se vieron favorecidas por la ayuda y las prestaciones recibidas por parte de la Iglesia Católica. También fue relevante el papel que jugaron representantes de la Iglesia en la articulación de demandas y reclamos de los pobladores de los asentamientos hacia el Estado y en relación a la educación de los niños. Al mismo tiempo, muchas familias se vieron constreñidas a ceder decisiones vinculadas con la vida doméstica. Entre otros se trató de cambios en las rutinas y horarios ligados con el descanso, la alimentación y la limpieza. También decisiones sobre la tutela de los niños, la filiación y la crianza. Esto no implica de ningún modo que los hombres y mujeres de esta zona aceptaran linealmente las recomendaciones, pero es significativo cómo impregnaron en sus percepciones muchas de las representaciones de los referentes de la Iglesia Católica con las cuales interactuaron los tutores en la cotidianeidad barrial.
En la vida de los barrios hay otras interacciones que investidas en relaciones de vecindad aluden a tramas más amplias de intervención y regulación social. En el apartado que sigue indagaremos acerca de ello.

El relato de Noemí: ó cuando las relaciones próximas incluyen la ayuda mutua y también procesos de regulación social

Noemí nació en la ciudad de Tigre y vive en el Barrio Reconquista desde que decidió convivir con Marcelo, su segundo marido. Ellos tienen tres hijos, Jesica de siete años, Melisa de cinco y Nicolás de tres. Noemí comparte el terreno con su suegra. Ella y su esposo pusieron una casilla en el fondo de su casa. Al momento de preguntarle sobre la crianza y educación de los hijos, lo primero que comenta Noemí es que lo que más desea es que los chicos terminen el colegio, que puedan culminar los estudios. Los hijos de Noemí van a la escuela del barrio, la misma escuela en la que cursó el padre de los niños. Marcelo no pudo terminar el colegio, en forma temprana fue derivado a una escuela de la rama de Especial y no prosiguió los estudios. Además de la escuela, Noemí y su marido envían a la hija mayor a un centro de apoyo escolar ubicado a pocas cuadras de su casa. Allí la ayudan a realizar los deberes y completar los aprendizajes de la escuela. Para Noemí es una gran ayuda porque a ella le cuesta acompañar a su hija en la realización de la tarea que pide la escuela. Además de la educación, otro problema que le preocupa a Noemí es la buena alimentación y la salud de los hijos. Un problema es la falta de ingreso monetario. Marcelo trabaja cargando y descargando camiones. En ocasiones la comida no alcanza para todos. En esos casos el matrimonio recibe la ayuda de su suegra que suele agregar algún plato de comida en su mesa cuando los nietos lo necesitan. Noemí recibe también los beneficios del Plan estatal Más Vida. Dos veces a la semana se dirige a la casa de la vecina encargada de la distribución de los beneficios del plan, la manzanera. Para Noemí, Gloria, la manzanera, es un referente muy importante. A ella le consulta todo lo que necesita saber sobre el subsidio y también sobre otros asuntos ligados con la salud, la atención del Centro de salud, etc. Además Gloria es su vecina desde hace varios años. Con ella siente mucha confianza. Esto no implica que no haya tenido altercados con esta referente barrial. Estos altercados sobre todo tuvieron que ver cuando Gloria no le guardó la partida de leche y alimentos que le correspondía por no llegar a retirarlos en el horario pautado. Noemí sabe que su responsabilidad es estar a las 8 de la mañana, pero como se levantaba muy cansada solo le queda tiempo para llevar a los chicos al colegio. Noemí dice que también recibe otras ayudas de los vecinos del barrio. Desde hace algunos meses ella envía a sus hijos a un merendero que organizaron los vecinos de la cuadra. El merendero lo abrió Juana en un local que ella tenía desocupado en la parte delantera de su casa. Son varios los vecinos que se pusieron a colaborar en el merendero. Un grupo de mujeres receptoras del Plan Jefa de Hogar Desocupado se encargan de repartir la leche. Juana sobre todo se encarga de obtener los recursos y controlar que todo esté en orden. Noemí siente mucho agradecimiento por la ayuda recibida. A Juana le consulta sobre distintos temas y espera de ella algunos consejos. Juana ahora es una de las vecinas más informadas por la relación que tiene que llevar adelante con el dispensario de salud y el Municipio cada vez que tramita la obtención de algún subsidio. No son muchas las ocasiones en que Noemí se hace presente en este espacio dirigido a los chicos. Como ocurre con otras familias son pocos los adultos que se hacen presentes en el merendero. Noemí no deja de repetirnos que confía mucho en esta vecina. Por la ayuda que recibe de ella le permite que participe en algunas cuestiones de sus hijos. Hace poco Juana reemplazó a Noemí en la entrevista que ella tenía con la directora de la escuela. Igual no quiere que esto se repita más adelante porque en definitiva, como nos refirió Noemí, "ella es la madre de los chicos". Aunque reconoce que Gloria tiene más capacidad que ella para conversar con la directora de la escuela y el Centro de salud.

En los barrios populares del Gran buenos Aires, junto con el lugar que ocupa la religiosidad, hay otros espacios en donde se "reorganizan" y resignifican las relaciones de ayuda mutua y reciprocidad ligadas con el cuidado y la educación infantil. Algunos de esos espacios son los que se habilitan con la implementación de las políticas sociales de orientación compensatoria, muchas de ellas dirigidas a la infancia.
En nuestra región de América Latina, las reformas en el modelo de Estado, que se aplicaron desde mediados de los años 70, derivaron en profundas transformaciones en el campo de los derechos que durante décadas se forjaron en todo un proceso de construcción hegemónica, lucha y conflictividad. Sintéticamente estos cambios pueden resumirse en el pasaje del paradigma previamente dominante de los sistemas de bienestar (aún con sus contradicciones) de acceso universal y redistributivo de las políticas sociales al modelo de privatización, subsidio a la demanda y focalización que alcanzó su máxima expresión durante la década de los 90 (Duhau, 2001).
Si bien en los años 2000 las gestiones de gobierno nacional y provincial de Buenos Aires intentan no reproducir las expresiones de las políticas focalizadas de los 90, el escenario local de los barrios continúa siendo sitio en donde se materializan y disputan las políticas sociales para los sectores subalternos. El territorio local se constituye de un tiempo a esta parte no sólo eje de las intervenciones del Estado, sino también de las demandas y disputa por parte de los sectores subalternos (Cravino, 1999; Woods, 1999; Svampa y Pereyra, 2003; Manzano, 2009). Por cierto los programas sociales del Estado no se aplican mecánicamente en los barrios. Sino que su disputa, demanda y gestión incluye no sólo un conjunto diversificado de actores sociales sino también de valoraciones y expectativas que se juegan a nivel local. Asimismo los programas sociales tampoco se producen por fuera de relaciones sociales que se traman en los escenarios cotidianos y en base a interacciones que suelen identificarse como de "proximidad". El relato de Noemí nos pone de cara frente a procesos y relaciones ligados con la infancia que tienen lugar en esferas propias de la cotidianeidad barrial como son, entre otros, los espacios de complemento alimentario.
En distintos momentos de conflictividad social, en los barrios del conurbano emergieron un conjunto de espacios dedicados al complemento alimentario de los niños tales como son los comedores y merenderos12. Los merenderos, espacios que quedan retratados en el relato de nuestra entrevistada, son centros que se encargan de repartir, generalmente a la hora de la tarde, una ración de leche y pan a niños cuyas condiciones de vida se encuentran muy precarizadas. En los últimos años, buena parte de estas iniciativas están a cargo de grupos de vecinos, ya sea nucleados a partir de algún movimiento de desocupados, por vinculación con el gobiernos local o en forma autogestionada. Para llevar a cabo la distribución del refrigerio se eligen dentro del barrio viviendas -prácticamente todas ellas muy precarias-- o locales abandonados.
Los merenderos suelen funcionar todos los días o algunos días de la semana. Siempre después de las diecisiete horas, una vez que los chicos terminan su jornada en la escuela. La rutina diaria está marcada primero por la espera de los cartones de leche (provenientes del Municipio, de la sede central del Movimiento a cargo, etc). Después se acomodan las banquetas y las mesas en las cuales se ubican los chicos y las chicas para merendar. Aún cuando el merendero no es un espacio para la ayuda escolar, muchos de los comentarios que llevan adelante los organizadores de estos espacios se refieren a la escuela. Qué hicieron los niños durante la jornada escolar, o qué dejaron de hacer. También los merenderos son sitios en los cuales se habla acerca de cómo resolver algunas cuestiones que la escuela solicita (como tareas, útiles, materiales). En estas conversaciones muchas veces quedaban incluidas algunas mujeres del barrio, madres de los niños que asisten al merendero.
Un rasgo común de los merenderos es la presencia casi exclusiva de los niños. A contrapartida de lo que ocurre con la escuela común, no es usual que se convoque a los tutores de los niños. Sin embargo, en nuestra permanencia en los barrios observamos cómo en ocasiones es posible encontrar algunos adultos, preferentemente mujeres. Más que nada se trata de mujeres embarazadas o atravesando condiciones de pronunciada precariedad. No es muy frecuente que estas madres intervengan en las actividades del merendero. La mayoría de las veces las mujeres que se acercan suelen no interrumpir con la rutina de trabajo de los organizadores de estos espacios, que como dijimos en general son los propios vecinos de los niños y los padres.
Junto con ello, hay que destacar que aún cuando la mayoría de los responsables de los merenderos vivan en las inmediaciones de los tutores de los chicos, en el marco del "merendero" esta relación de proximidad no implica un trato totalmente simétrico entre los pobladores. Es frecuente que quienes dirigen el merendero sean quienes inicien las charlas e interrogatorios tanto a las mujeres que ese día pasaron por allí como a los niños. Las indagaciones que los vecinos a cargo de los merenderos hacen de forma "espontánea" se vinculan con el cuidado y la educación de los chicos. Entre otros sobresalen los testeos por el cumplimiento de los chicos a los controles médicos, los cronogramas de vacunación y la cuota de alimentación en la casa. El interrogatorio también suele comprender las problemáticas de la escuela. Es frecuente que los coordinadores de los merenderos consulten a las madres si han asistido a las citaciones que les hacen los maestros, si llevaron alguna documentación solicitada por la escuela o si han inscripto a los niños más pequeños a la escuela, así como también a otros espacios barriales dirigidos a la infancia.
Si bien podríamos decir que todas éstas son dimensiones posibles de hallar en cualquier relación de "vecindad", la organización del merendero permite por cierto a sus coordinadores (los vecinos y vecinas "a cargo" del mismo) intervenir en forma bastante concreta en los problemas de la educación y cuidado de los hijos de otras mujeres. En ocasiones, como adelantamos, esta intervención se extiende incluso a la escuela común. Nos referimos a los casos en que los referentes de los merenderos concurren a la escuela pública, por ejemplo, para tener una entrevista con los maestros y directivos de los niños que asisten a la misma. Todo un conjunto de acciones que difícilmente se hubieran concretado por fuera de la existencia del "merendero". En las ocasiones que lo hemos registrado se trató de la decisión de los vecinos de mediar cuando los progenitores o tutores no podían hacerlo o cuando los coordinadores de los merenderos consideraron que los mismos no estaban "capacitados" para arreglar "asuntos" con los directivos de los establecimientos escolares.
Hay otras interacciones barriales que tramadas en la ayuda mutua y la proximidad, son por cierto significativas en la producción de sentidos alrededor del cuidado y la educación infantil. En la búsqueda cotidiana de alimentos, los adultos a cargo de los niños -principalmente las mujeres— interactúan con diversos actores sociales. Por un lado se trata de la interacción con los agentes estatales, como los trabajadores sociales que dependen de la Secretaria de Acción Social de los municipios. En el partido de Tigre por ejemplo, al momento del trabajo de campo se implementaba el Plan Alimentario13, que es un programa de Asistencia directa a familias y que consiste en la entrega de mercadería una vez al mes y el Programa de Apoyo a la Nutrición que da asistencia alimentaria y capacitación a los adultos responsables de niños en riesgo nutricional. Los encuentros mensuales, semanales o diarios con los trabajadores sociales y el grupo de colaboradores14 para la distribución del beneficio incluyen intercambios de pareceres respecto del cuidado de los niños y derivaciones a instituciones específicas por problemas de salud, pero también en el comportamiento y la escolaridad de los niños. El relato de Noemí hace referencia del lugar que ocupa la manzanera del Plan Más Vida tanto en la percepción del subsidio (Más Vida) como en la obtención de información y ayuda. También en un conjunto de "ordenaciones" ligadas con la crianza y la vida familiar, llevadas todo a través de las relaciones de intercambio y proximidad.
El Plan Más Vida es un programa del Ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires que consiste en la entrega de alimentos básicos a mujeres embarazadas o que tengan hijos hasta los seis años. El programa también incluye un conjunto de actividades de prevención en salud y acciones comunitarias a través de una red integrada de Trabajadoras vecinales, beneficiarios, instituciones barriales, gubernamentales y no gubernamentales. Dos veces a la semana la manzanera, coordinadora de la entrega de los beneficios, recibe a las perceptoras del programa, que a la vez son sus vecinas. La entrega de la mercadería del Programa Más Vida (que va variando en el tiempo pero que básicamente consiste en leche, huevos, maicena, polenta, arroz y azúcar) provoca el contacto directo de las "manzaneras" con los adultos a cargo de los niños, generalmente las mujeres. Junto con ello también se produce una densa trama de relaciones sociales, aprendizajes y prácticas que desde nuestro punto de vista teórico no es posible leer como meras relaciones "interpersonales".
Una característica del Plan Más Vida desde su creación a mediados de la década del 90 ha sido la centralidad que el mismo ha adquirido como ordenador de distintas prácticas y relaciones cotidianas (Neufeld, et al, 2002). Las mujeres receptoras del Programa organizan los tiempos domésticos y las salidas del hogar según el momento en el cual la manzanera distribuye el beneficio. Al mismo tiempo la "manzanera" organiza los tiempos y espacios de su hogar en función de la distribución de la leche y demás productos. Como pudimos observar en las viviendas de las manzaneras que conocimos, un pequeño sector de los hogares está muchas veces destinado exclusivamente a guardar la mercadería del Plan. Las manzaneras asimismo, en el marco de la atención a sus vecinos, reorganizan los horarios de la domesticidad.
Los momentos de la entrega de los beneficios del Programa Más Vida son instancias en las cuales las mediadoras del subsidio se constituyen en una fuente de información relevante para diversas problemáticas de la vida doméstica y familiar. Como nos lo transmitieron la mayoría de las manzaneras con quienes dialogamos, ellas al momento de constituirse en distribuidoras del Plan estatal cobraron mucho reconocimiento en el barrio y también adquirieron bastante conocimiento sobre los problemas de los vecinos. Como lo observamos en más de una ocasión, es frecuente que las consultas y los intercambios de pareceres entre la manzanera y las beneficiarias se trasladen por ejemplo al ámbito de la calle. Según pudimos constatar, al calor de la cotidianeidad barrial, las manzaneras intervienen en las preocupaciones que los adultos traen, entre ellas la educación y el cuidado de los niños.
Al mismo tiempo, las relaciones de confianza y proximidad permean decisiones y prácticas que no siempre son analizadas en los estudios sobre el tema. Una de estas prácticas es la evaluación del "merecimiento" de la recepción del beneficio. Según nuestros registros, las vecinas que organizan la distribución de este Plan, así como sucede con otros planes sociales, suelen medir el merecimiento de sus vecinas para recibir el subsidio. Para ello recuperan un conjunto de ítems que se construyen socialmente. Hay que decir que en buena medida esos ítems incluyen parámetros asociados a los valores socialmente difundidos acerca de "un padre responsable". Es decir, lejos de ser parámetros surgidos de la inventiva individual de quien "entrega", se trata de esquemas de preferencias que circulan a nivel social y que se sustentan en rasgos predefinidos relativos al "descanso", la higiene doméstica, demostración de "interés" y "afecto" sobre los niños15.
Este procedimiento de la "evaluación" y "estimación" del "merecimiento" por cierto tiene un plus cuando quien gestiona los beneficios (como es el caso de las manzaneras y también de las voluntarias barriales de Cáritas y otros referentes) se encuentra estrechamente vinculado con quien recibe la ayuda, ya sea por vecindad, o parentesco.
Tal como lo constatamos durante el trabajo de campo, las instancias "informales" son en tal caso altamente significativas para el relevamiento de "datos" y la consecuente evaluación de la "pertinencia" o no de recibir la ayuda estatal. Así también se expresa en el relato de Marta, una manzanera del barrio Presidente Perón, en San Fernando:

La gente que recibe el plan [Más Vida] es muy necesitada, como estamos todos, yo también. Acá las mujeres cumplen con el horario pero muchas veces queda el sobrante. Y después te aparecen a las once de la mañana como si nada. Yo a veces pienso, si vos estás preocupada por tus hijos, los cuidás y los querés, y vas a estar acá a las ocho en punto. Por supuesto que te puede pasar algo, así que yo veo. Cuando yo sé que a la madre le pasó algo, trato de guardarlo lo que más puedo. O cuando es una madre que se ocupa. Vos te das cuenta. Pero con algunas mujeres no sabés qué hacer. Hay una mujer que tiene a los chicos así nomás, vos los ves siempre en la calle, andan sucios. Y no se trata de necesidad. Yo cuando cruzo la ruta ahí la veo comprando cositas, cuando la parroquia hizo el festival iban cada dos por tres a la parrilla a comprarse algo. Yo no le voy a dar de baja del plan pero si no viene a término prefiero que la leche la tenga otra madre que lo necesite y se ocupe de los hijos, no? (Entrevista con Marta, San fernando, año 2004)

Los encuentros de las familias con los mediadores de los programas del Estado tienen lugar en tramas vinculares que muchas veces, como vemos, exceden al momento específico de la distribución del subsidio.
En definitiva, las interacciones entre los intermediarios de los programas sociales y los adultos que tienen niños a cargo incluyen una dosis importante de acercamiento y confianza, que contribuyen, entre otros, a la circulación de información significativa y la consolidación de lazos solidarios. Junto con ello las intervenciones comprenden prácticas de regulación y control, que extendiéndose a múltiples instancias de la cotidianeidad y puestas en juego a través de relaciones personales de los sujetos, quedan invisibilizadas como tales y naturalizadas.

Palabras finales

Como deja al descubierto el análisis, en los barrios en donde investigamos las prácticas relativas al cuidado y la educación infantil se traman al calor de intervenciones y decisiones que rebasan las instituciones esperables para ello. Sin desmerecer el lugar que ocupan las instituciones tradicionales, en la realidad de los barrios populares del Gran Buenos Aires, las acciones relativas a los niños se llevan adelante en base a una densa trama de relaciones recíprocas y ayuda mutua que los tutores de los niños establecen con diversos actores sociales.
Consideramos que la presencia de esta trama de relaciones por cierto pone en cuestión los supuestos generalizados acerca la "privacidad" de las decisiones parentales y de los ámbitos domésticos de los niños. También acerca de las visiones que suelen regir en los análisis sobre las relaciones próximas y de ayuda mutua.
Como anticipamos en la introducción, es usual que en la bibliografía dedicada al tema se señale y enfatice en una suerte de disposición de los sectores subalternos para concretar relaciones de ayuda mutua. Si bien es innegable que las relaciones recíprocas y de ayuda mutua permean buena parte de la vida cotidiana en los barrios populares, las interacciones no constituyen procedimientos llevados delante de forma mecánica. Como quedó asentado en el trabajo, la proximidad física, por ejemplo, contribuye en la concreción de lazos de afinidad y cooperación recíproca entre los pobladores para el cuidado infantil. Pero esto sucede siempre en base a selecciones y marcaciones claramente definidas por parte de quienes protagonizan las interacciones (sobre con quienes se establecen los vínculos, cómo y en referencia a qué aspectos del cuidado de los niños, por ejemplo)
Junto con ello, el registro en profundidad nos ha permitido reconocer matices a la centralidad que muchos estudios otorgan a las relaciones de ayuda mutua en función de la sobrevivencia de los sectores populares. En coyunturas de pronunciada conflictividad social y frente a la privación económica, las colaboraciones recíprocas son, como nos lo han manifestado los entrevistados, muy relevantes y significativas. Sin embargo, las relaciones de proximidad exceden ampliamente el papel paliativo y compensador de carencias que suele atribuírseles. En los contextos en donde trabajamos, las relaciones de cercanía y ayuda mutua operan en dimensiones diversificadas de la vida social y constituyen el telón de fondo para la producción de sentidos en distintas esferas, entre ellas, como vimos, para el cuidado y la educación de los hijos.
Pero insistimos que las interacciones locales no pueden definirse circunscriptas a relaciones de vecindad. Sino que los intercambios y las interacciones recíprocas que se originan en función del cuidado y la atención de las generaciones más jóvenes involucran a un espectro diversificado de instituciones y actores colectivos. La presencia de estos actores y las interacciones que llevan adelante no es de ningún modo azarosa. En buena medida, las prestaciones y contraprestaciones que describimos se configuran al calor de cambios y procesos que tuvieron lugar en las últimas décadas en los territorios de pertenencia de los niños y que podemos resumir en: 1) los procesos de conflictividad social vividos en nuestro país con la implementación de las políticas neoliberales y que se expresaron en el deterioro de las condiciones de los sectores subalternos; 2) las respuestas estatales a partir de políticas de resarcimiento y compensación (expresada territorialmente en los planes de alimentación, en los comedores, merenderos, en la presencia de técnicos y referentes barriales) y 3) en las formas de estructuración y reestructuración del campo popular (expuesta en las demandas, iniciativas y acciones de los pobladores, portadores de distintas tradiciones y trayectorias de vida) y la intervención en este proceso de otros actores de la sociedad civil (como ONGs, fundaciones, la Iglesia Católica).
Como vemos, se trata de interacciones inscriptas en coyunturas y correlaciones de fuerzas específicas. Y por ello consideramos tan relevante incorporar las preguntas que nos hicimos al comienzo del texto. Es decir interrogarnos sobre las condiciones de posibilidad para que se concreten determinados intercambios -y no otros— . También sobre los movimientos más amplios en los cuales tienen lugar las relaciones de ayuda mutua y reciprocidad. Como dejó expuesto el análisis, se trata de relaciones que en ocasiones aluden más a la transacción y la interdependencia entre distintos sujetos y actores colectivos que a relaciones basadas en la horizontalidad y simetría.
También son interacciones que rebasan el plano personal de los individuos y que por cierto incluyen en algunas de sus expresiones importantes asimetrías y producción de diferenciaciones. Como dijimos anteriormente, los tutores de los niños son agentes activos y responden a estas regulaciones, en el marco de posibilidad que dejan la relaciones subalternizadas en las que se encuentran.

Notas:

1 Dra en la Universidad de Buenos Aires, con mención en Antropología Social. Docente en la Faculta de Filosofía y Letras. UBA. Investigadora en UBA y CONICET. Uriarte 2130. 6 F. cp 1425. laursantillan@gmail.com

2 Como señalan Menéndez y Spinelli, desde al menos la década del 60 organismos internacionales (como la CEPAL y ONU) se han encargado de presentar a la participación social como una actividad "necesaria" en América Latina para lograr determinados objetivos en campos sociales específicos y estratégicos como es el de la salud, la educación y la economía (Menéndez y Spinelli, 2006)

3 Al respecto, ver el trabajo de Merklen (2005).

4 Nos referimos a los acontecimientos que se producen entre el 19 y 20 de diciembre en Argentina, de estallido popular y destitución del entonces presidente Fernando De la Rúa electo en 1999.

5 Según lo detallan algunos estudios, la profundización de la desigualdad tiene lugar ya que a pesar del crecimiento del PBI en los últimos años, nuestro país experimenta un estancamiento estructural de la economía de al menos tres décadas (Documento CTA, 2005).

6 En referencia a los centros comunitarios que en forma colectiva ofrecen ayuda a los niños para resolver las tareas que demanda la escuela común.

7 Seguimos a Menéndez y otros para quienes el concepto de transacción alude a las relaciones de reciprocidad pero en marcos que incluyen también asimetrías pre existentes, mecanismos de coerción y relaciones de poder y hegemonía (Grimberg, 1989).

8 Con este recorte no estamos sosteniendo que las interacciones locales y recíprocas en los barrios que conocimos se inscriben exclusivamente en el marco de las acciones de la Iglesia Católica. Ni que todas las interacciones inscriptas dentro del accionar de la Iglesia se basen en relaciones de reciprocidad y ayuda mutua. Más que nada nos interesa hacer visibles determinados actores y formas de interacción que los análisis centrados en las relaciones familiares y próximas muchas veces soslayan

9 El Programa "Nueva Imagen de Parroquia" constituye una propuesta de renovación parroquial, post conciliar, a la vez que se desprende del Movimiento Por un Mundo Mejor, fundado en los años 50 y basado en la animación comunitaria. La propuesta N.I.P, surgida especialmente para el contexto latinoamericano y aún vigente en varios países, consiste en la implementación de un trabajo pastoral a través de niveles, detalladamente planificados de inserción en el espacio local y con estructuras claramente delimitadas de participación a través de la conformación de CEBs (Comunidades Eclesiales de Base) o Comunidades de Familia.

10 El Movimiento de los "Cursillos de Cristiandad" surge en la década del cuarenta en España y se propone el acercamiento del evangelio o los contenidos de lo que se define como "Fé cristiana" a partir de lo vivencial. En nuestro país, la experiencia cobra difusión recién entre las décadas de los 60 y 70.

11 Con el nombre de Columnita los entrevistados se refirieron a la experiencia de "Columna" para los adolescentes (los varones de 12 a 16 años de edad y las mujeres de 11 a 15 años).

12 El período de hiperinflación a fines de la década del 80 ha sido un momento clave en la emergencia de espacios de ayuda alimentaria, también la crisis de los años 2001 y 2002.

13 Los criterios de inclusión de este plan son: ser familias monoparentales ó con dos o más niños en edad escolar, o embarazadas, o con algún integrante discapacitado o personas mayores de 70 años sin algún beneficio previsional. El ingreso se realiza a través de una planilla censal completada por la Trabajadora Social del Centro de Salud. Al no concurrir el beneficiario a la entrega dos meses consecutivos egresa del sistema.

14 Se trata de receptores del Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados que de ese modo cumplen su contraprestación por los beneficios recibidos.

15 Según los mediadores de programas sociales con quienes conversamos, desde su punto de vista, un receptor no está en condiciones (o sus condiciones son muy dudosas) de recibir la "ayuda" si se levanta "tarde", "no tiene limpio a los hijos", "no lleva a los niños seguido a la salita", "no los llevan en forma y tiempo a la escuela" y si "no demuestran afecto ni interés en los niños".

Bibliografía

1. BAZÁN, L (1998): El último recurso: las relaciones familiares frente a la crisis. Ponencia presentada en LASA, CIESAS, México.         [ Links ]

2. BERTAUX, D (1999): El enfoque biográfico: su validez metodológica. Sus potencialidades. En Proposiciones 29, Costa Rica: Universidad de Costa Rica        [ Links ]

3. CARIOLA, C, (1989): Crisis, sobrevivencia y sector marginal, Caracas, ILDIS-CENDES, Nueva Sociedad.         [ Links ]

4. CRAVINO, C (1999): "Los asentamientos del Gran Buenos Aires. Reivindicaciones y contradicciones". En Neufeld, Tiscornia, Grimbreg y Wallace (eds.) Antropología Social y Política. Hegemonía y Poder: el mundo en movimiento. Buenos Aires: Eudeba.         [ Links ]

5. DE CERTAU, M (1996): La invención de lo cotidiano I. Artes de hacer. México: Universidad Iberoamericana.         [ Links ]

6. DUHAU, E (2001): "Política social, pobreza y focalización. Reflexiones en torno al programa de educación, salud y alimentación". En Zicardi (comp.) Pobreza, desigualdad social y ciudadanía: los límites de las políticas sociales en América Latina, Buenos Aires, CLACSO.         [ Links ]

7. ELIAS, N (1984): La sociedad cortesana. Fondo de Cultura Económica, México.         [ Links ]

8. FORNI, F (2002): De la exclusión a la organización. Hacia la integración de los pobres en los nuevos barrios del conurbano bonaerense. Ediciones Ciccus, Buenos Aires.         [ Links ]

9. GRIMBERG, M (1989): "Internalizar y resistir: prácticas y demandas de "salud" entre trabajadores gráficos". En Cuadernos Médicos Sociales Nº 49-50. Rosario.         [ Links ]

10. HELLER, A (1994): Sociología de la vida cotidiana. Barcelona, ed Península.         [ Links ]

11. GONZALEZ ROCHA, M: (2002), "Los límites de las estrategias de sobrevivencia: Viejos y nuevos enfoques para el análisis de las respuestas familiares y domésticas". En Estudios Del Hombre N 13 y 14, México (págs 219-238).         [ Links ]

12. LEVINE, D y S MAINWARING (2001): "Religión y protesta popular en América Latina: Experiencias contrastantes". En S Eckstein (eds) Poder y Protesta popular. Movimientos sociales latinoamericanos. México, Siglo XXI.         [ Links ]

13. LEWIS, O (1972): Antropología de la pobreza. Fondo de Cultura Económica, México.         [ Links ]

14. LOMNITZ, L (1975): ¿Como sobreviven los marginados? Siglo XXI. México.         [ Links ]

15. MALLIMACI, F (1996): "Demandas sociales emergentes: pobreza y búsqueda de sentido. Redes solidarias, grupos religiosos y organismos no gubernamentales". En Peñalva Susana y Rofman Alejandro (comp): Desempleo estructural, pobreza y precariedad, Nueva Visión.         [ Links ]

16. MANZANO, V (2009): "Un barrio, diferentes grupos: acerca de las dinámicas políticas locales en el distrito de La Matanza". En La vida política en los barrios populares de Buenos Aires. Grimson, Ferraudi Curto y Segura (comp). Ed Prometeo, Buenos Aires.         [ Links ]

17. MENENDEZ, E y SPINELLI (2006): Participación Social. ¿Para qué?. Buenos Aires, Lugar Editorial.         [ Links ]

18. MERKLEN, D. (2005): Pobres ciudadanos. Las clases populares en la era democrática (Argentina, 1983-2003). Editorial Gorla, Buenos Aires.         [ Links ]

19. NEUFELD, M.R., CC.CRAVINO, M.FOURNIER, D.SOLDANO (2002) "Sociabilidad y micropolítica en un barrio bajo planes". En Andrenacci, L (ed) Cuestión social y política social en el Gran Buenos Aires. Documentos de Trabajo del Instituto del Conurbano, Universidad Nacional de General Sarmiento.         [ Links ]

20. RAMOS, S (1984): Las relaciones de Parentesco y ayuda mutua en los Sectores Populares Urbanos. CEDES, Buenos Aires.         [ Links ]

21. SANTILLÁN, L (2007): "La "educación" y la "escolarización" infantil en tramas de intervención local: Una etnografía en los contornos de la escuela". En Revista Mexicana de Investigación educativa. Vol XII, nº 34. Comie, México (págs 895-919).         [ Links ]

22. SANTILLAN, L (2009): "Prácticas cotidianas e intersecciones entre la Iglesia Católica y grupos familiares en asentamientos populares del Gran Buenos Aires". Revista Cadernos de Campo. Vol 17. Universidad de Sao Paulo, Brasil (págs 111-132).         [ Links ]

23. SANTILLAN, L y M. WOODS (2005): "Iglesia y cuestión social: la intervención de la Iglesia Católica en la construcción de demandas de educación, tierra y vivienda en el Gran Buenos Aires". Revista de Antropología, Volumen 48 Nº 1 Departamento de Antropología, Faculdade de Filosofia, Letras e Ciencias Humanas, Universidade de Sao Paulo (págs 281-314).         [ Links ]

24. SVAMPA, M y PEREYRA S (2003): Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras, Buenos Aires. ed Biblos.         [ Links ]

25. WOODS, M (1999): "Redes clientelares en el Conurbano Bonaerense: usos del espacio y formas de estructuración del poder local". En revista Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, nro. 18. (441 a 456).         [ Links ]

Fuentes consultadas

Banco Interamericano de Desarrollo, 2001: Iniciativa interamericana de Capital social, Ética y Desarrollo. Disponible en www.iadb.org/etica/inicitiva.cfm, agosto de 2001        [ Links ]

Banco Mundial, 2000: Página sobre pobreza y Capital social. Disponible en www.worldbank.org/poverty/scapital/index.htm, Ciencias Sociales: Historia Oral e Historia de Vida, 18:55-80.         [ Links ]

CEPAL 2008: Futuro de las familias y desafíos de las políticas. Irma Arriaga editora., Santiago de Chile.         [ Links ]

CTA, 2005: Crecimiento económico o estancamiento estructural. Documento de trabajo, febrero 2005.         [ Links ]

Fecha de recepción del artículo: Julio 2010
Fecha de evaluación: Septiembre 2010

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License