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Papeles de trabajo - Centro de Estudios Interdisciplinarios en Etnolingüística y Antropología Socio-Cultural

versión On-line ISSN 1852-4508

Pap. trab. - Cent. Estud. Interdiscip. Etnolingüíst. Antropol. Soc.  no.45 Rosario ene. 2023  Epub 25-Ago-2023

 

Artículos originales

LA OBRA SOCIOLÓGICA DE DARÍO CANTON: UNA REIVINDICACIÓN DE LA SOCIOLOGÍA POLÍTICA Y LA IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA

Eugenia DICHIERA1 

ALFONSO, Silvana GALEANO2 

Jésica Lorena PLA3 

1 Becaria Agencia I+D+i, Observatorio de la Deuda Social Argentina, Universidad Católica Argentina. Alicia M. de Justo 1500, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. eugenia_dichiera@uca.edu.ar.

2 Becaria CONICET, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Pres. José Evaristo Uriburu 950, 6to piso, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. silvanagaleanoalfonso@gmail.com

3 Investigadora CONICET, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Pres. José Evaristo Uriburu 950, 6to piso, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. jesicapla@gmail.com

Resumen

En este trabajo revisitamos la obra sociológica de Darío Canton, un investigador argentino que realizó valiosos aportes a la sociología argentina. Principalmente, sus trabajos se centran en dos campos de estudio: los estudios de las “dirigencias” nacionales y aquellos vinculados a las bases sociales del voto. Sistematizamos ambos ejes y los ponemos en relación para analizar sus principales discusiones teóricas, fundamentadas en datos empíricos producidos durante décadas.

Palabras clave: Darío Canton; sociología política; estudios sobre el voto; elites; Argentina

Résumé

Dans cet article, nous passons en revue les travaux sociologiques de Darío Canton, un chercheur argentin qui a apporté une contribution précieuse à la sociologie argentine. Ses travaux se concentrent principalement sur deux champs d'étude : les études des "leaderships" nationaux et celles liées aux bases sociales du vote. Nous systématisons les deux axes et les mettons en relation pour analyser leurs principales discussions théoriques, fondées sur des données empiriques produites au fil des décennies.

Mots-clés: Darío Canton; sociologie politique; études sur le vote; élites; Argentine.

Abstract

In this paper, we review the sociological work of Darío Canton, an Argentinean researcher who made valuable contributions to Argentinean sociology. His work focuses on two fields of study: studies of national "leaderships" and those linked to the social bases of the vote. We systematize both axes and put them about each other to analyze his main theoretical discussions, based on empirical data produced over decades.

Keywords: Darío Canton; political sociology; voting studies; elites; Argentina.

1. Introducción

Darío Canton es argentino, nació en la localidad 9 de Julio, en la Provincia de Buenos Aires, el 12 de noviembre de 1928, a “minutos” de la década infame y poco menos de dos décadas antes de que se consolidara el movimiento que marcaría para siempre la historia política argentina y su obra sociológica: el peronismo. Obtuvo su título de grado en la Universidad de Buenos Aires, en Filosofía. Luego migró a Estados Unidos donde obtendría el grado de Magister en sociología en la Universidad de California, Berkeley. Su vida estuvo intrincada entre las ciencias sociales (pues su obra excede a la sociología) y la poesía. En el año 2014 ganó el Premio Konex 2014, Poesía: Quinquenio 2009-2013, por su obra poética.

Adentrarnos a repasar y sintetizar la obra de Darío Canton nos significó, como cientistas sociales jóvenes, repensar los orígenes de la sociología argentina, pero también, algunas de las transformaciones políticas más importantes de la historia de nuestro país: el surgimiento del peronismo, la sucesión de golpes de Estado, dictaduras y la vuelta a la democracia con sus procesos electorales complejos. Si el vínculo sociología-política no aparece hoy como algo “natural” en el campo de las ciencias sociales locales sí lo fue en los orígenes de nuestras disciplinas, no sólo por las preguntas constitutivas de la misma, sino porque como señala Darío en una entrevista que le realizaron en el año 2009 (Gómez, 2009) “la política era algo que estaba en la punta de los dedos de todos”. Aunque hoy podríamos decir lo mismo, menos es el esfuerzo que hacemos como colectivo de pensar nuestros procesos desde una mirada interdisciplinaria y crítica. Leer la obra completa del autor nos supuso ese desafío, hacia nuestra historia y hacia nuestra práctica presente.

En síntesis, la obra de Canton es un esfuerzo por entender los dilemas socio políticos de la (entonces) reciente historia política Argentina. Su análisis estaba abocado, de manera principal, a estudiar las bases sociales de los procesos políticos: para ello, analiza el rol de diferentes actores sociales, las elecciones, pero también de manera más general la relación entre estructura de clases, grupos sociales (partidos políticos, fuerzas armadas) y democracia. Lo hace a partir de un enfoque socio histórico minucioso, yendo a una multiplicidad de fuentes de datos, técnicas y, sobre todas las cosas, acudiendo de manera incansable a la “imaginación sociológica”.

La iniciación profesional del autor se da en 1958, en el Instituto de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, como parte de un grupo de graduados que colaboró con Gino Germani. Los primeros trabajos del autor dentro de la sociología datan de fines de la década del cincuenta, habiendo pasado ya el peronismo y la “revolución libertadora”1. De manera retrospectiva, podemos decir que dos fueron las grandes dimensiones sobre las que se “movió” el desarrollo de su obra dentro de la disciplina. Por un lado, la conformación histórica y social de las “dirigencias” del país, entendiendo por ellas a los partidos políticos y a las fuerzas armadas, y por el otro, la pregunta por las bases sociales del voto (y de la orientación de éste en cada momento histórico).

Sus primeros trabajos rondan alrededor del primer tema mientras que paralelamente empieza a desarrollar el segundo, e, inevitablemente, se solapan. Como señala el mismo Canton, su primera motivación fue política: ¿Quiénes eran las personas que ocupaban los puestos de importancia en el gobierno? (centrando acá un debate con José Luis de Ímaz2). Luego en un contexto de golpes militares y dictaduras recurrentes, esa pregunta derivó en la interrogación por el origen de esos golpes y la composición de quienes los llevaban a cabo (las Fuerzas Armadas). Finalmente, en contextos democráticos, el análisis se centró en quiénes votaban y a quién votaban. En términos amplios, se trata del estudio de la institucionalidad (o su imposibilidad) argentina, desde la ampliación y la utilización del sufragio hasta el análisis de su contrapartida: el periódico y sistemático desconocimiento de las elecciones por la irrupción de las Fuerzas Armadas en la vida democrática.

“Ahora, ¿por qué se me ocurrió a mí hacer eso? Yo tenía la experiencia de cualquier persona nacida en el año 1928. Muy poco después de mi nacimiento tuvo lugar el golpe de 1930, se habían celebrado elecciones con fraude en casi todo el país, salvo en la Capital Federal, aunque había una suerte de proscripción en el caso del radicalismo. Luego había años en los que no había elecciones. Después se produjo la llegada del peronismo, que fue un episodio que marcó a toda una generación y a todo un país. Entonces, me pareció que lo que podía hacer era explorar los antecedentes sociales de aquellas generaciones que habían estado en el poder y en el gobierno durante la década del ’90, las que habían llegado con el radicalismo en 1916 y finalmente la generación de 1946. Era este el objetivo, en función del clima en que se vivía y también de mis intereses particulares. Yo había sido un estudiante reformista, entonces la política era algo que estaba en la punta de los dedos de todos. Luego, al llegar al Instituto con otras armas, sociológicas, comencé a buscar datos con respecto a los orígenes de las personas y a indagar sobre si el peronismo había significado un cambio grande con respecto a lo que se había producido antes; tal como el radicalismo, se suponía, lo había representado respecto de la década de 1890. Todo esto fue lo que me llevó a presentar el proyecto. En principio era amplio ya que cubría los tres poderes. Después se reveló tan arduo el esfuerzo de reunir información que nos quedamos solo con los parlamentarios. Yo anduve dando vueltas por el Congreso y por cuanta biblioteca y diario había, en una época en que se podía consultar los archivos de La Nación o cualquier otro diario, como ya no se puede hacer hoy. También trabajé en la biblioteca principal del Congreso, hoy reservada a los congresistas, y en la Casa Rosada, en el Departamento Electoral, donde uno entraba como “Pancho por su casa” (entrevista de Analía Gómez a Darío Canton, noviembre de 2009).

1.1 El debate con Gino Germani

Como mencionamos anteriormente, Canton se inicia en el campo de la sociología de la mano de Gino Germani, tal vez, uno de los motivos por el cual el debate que entabla con él es parte central tanto del origen, como del desarrollo y culminación de su carrera. En su última obra sociológica el autor nos cuenta:

“Estando cerca de Germani conocí su hipótesis sobre el peso de los migrantes internos en el surgimiento del peronismo, algo que nunca me resultó creíble. No compartía su idea de que provenían de regiones “atrasadas” del país o carecían de experticia política. Tampoco podían ser tantos como se suponía. Sin contar con que el peronismo había ganado también en distritos en los que no se podía presumir la presencia masiva de migrantes internos” (Canton y Acosta, 2013: 2).

Buscando testear esta hipótesis, podemos recorrer toda su obra relacionada con las bases sociales del voto, tal como veremos en el punto 3 de este capítulo3. Esta coherencia interna del autor nos permite, además, seguir el hilo del desarrollo de la sociología científica argentina, que reconoce como fundador a Gino Germani pero que en términos generales aún no se atrevió a discutirlo con material y evidencias empíricas. En ese sentido, la obra de Canton manifiesta un enorme esfuerzo sociológico que, décadas después, debería servir para iluminar a las nuevas generaciones.

Al abordar su obra, señalaremos en un primer apartado lo referente a sus trabajos sobre partidos políticos, élites dirigentes, fuerzas armadas y su participación en la historia política de nuestro país. Luego, describiremos en profundidad una segunda línea de investigación, dedicada a la cuestión electoral, particularmente en torno a la noción de la composición ocupacional del voto.

2. Las tensiones del “desarrollo parcial”: partidos políticos y Fuerzas Armadas

En sus primeras obras, Canton (1964, 1966a) se aboca al estudio del origen y la conformación sociodemográfica del parlamento (Canton, 1965) y las Fuerzas Armadas, así como de su irrupción en la vida “cívica”. ¿Por qué estos dos análisis? Por el derrotero de la historia argentina, en la que conviven dictaduras militares, desde 1930, con períodos de democracia legislativa. Su interés es, entonces, analizar los diferentes grupos de poder político que emanan de esa trayectoria historiográfica

2.1 ¿Cómo se convirtieron las Fuerzas Armadas en un actor político?

En lo que podemos definir como su segundo libro, “La política de los militares argentinos: 1900-1971” (1971a), se recopilan cuatro artículos que ya habían sido publicados con anterioridad. Cada uno de ellos repasa diferentes aspectos por los cuales el autor sostiene la hipótesis de que las diversas intervenciones militares que se dieron entre 1900 y 1970 se explican como estrategia para contener una posible ruptura del statu quo, ante un contexto de decrecimiento de la oligarquía como factor de consecución del mismo.

En el último de los capítulos4 pasa revista a los antecedentes históricos, desde la creación del Estado Nación hasta la intervención militar de 1930, en relación con la conformación de las Fuerzas Armadas como una fuerza profesional con peso propio dentro del país. Señala dos hechos históricos concretos como antecedentes determinantes: la instauración de la Ley del servicio militar obligatorio en el año 1901 y el rol de las Fuerzas Armadas en la implementación de la Ley Sáenz Peña, en el año 1916. Entiende que con la Ley del sufragio universal (masculino) y obligatorio llegaron al poder nuevos grupos políticos que, para lograrlo, debieron enfrentar la oposición de los conservadores. En ese contexto, las Fuerzas Armadas quedan ligadas al desarrollo institucional del país. Canton resalta que en 1916 la realización de elecciones con padrones militares fue una de las exigencias del radicalismo para concurrir a las urnas.

En efecto, el radicalismo llevaba casi dos décadas de abstención electoral y sólo estaba dispuesto a abandonarla si se le daban las garantías que juzgaban necesarias. El Ministerio de Guerra fue el encargado del enrolamiento general de los ciudadanos, como garantía de imparcialidad, visto los largos abusos de funcionarios del ejecutivo hasta ese entonces encargado de confeccionar los padrones. No solo eso; Sáenz Peña habría de contar también con el ejército para asegurar la realización de elecciones libres…” (Canton, 1965: 299)

Este cambio tuvo lugar dentro de un momento histórico en el que varios factores habrían confluido para incentivar a que las Fuerzas Armadas decidieran volcarse cada vez más a funciones no militares: el decrecimiento del desarrollo económico y la primera guerra terminó con la llegada de inmigrantes que, sumados al desarrollo de las comunicaciones, posibilitaron un mayor control de las grandes potencias sobre las menores. De manera análoga, se asiste a un proceso de obsolescencia del armamento adquirido, consecuencia del desarrollo tecnológico de la primera guerra, y a un proceso de profesionalización producto de la ausencia de conflictos armados nacionales.

Para el autor, en base a su estudio historiográfico, este es el momento en el que comienzan las formulaciones ideológicas del grupo social constituido por las Fuerzas Armadas y/o de lo sectores vinculados a ellas, que son las que han de llevar a la intervención de 1930. Para ejemplificar esas formulaciones, el autor cita la obra de Carlos Smith “¡Al pueblo de mi patria!” donde se pueden encontrar como blanco de sus ataques al internacionalismo, antimilitarismo y a las huelgas generales. Las Fuerzas Armadas se muestran más explícitas en su definición del enemigo, esta vez “desde adentro”, argumento que será uno de sus principales vectores ideológicos hasta el último golpe militar y la subsiguiente y sangrienta dictadura militar del período 1976-1983. La conformación de este núcleo ideológico dentro de las Fuerzas Armadas, formarán en 1921 dos logias militares que luego se unirán para ser partícipes del derrocamiento de Yrigoyen.

Asimismo, en esta obra (1971a) se señala la existencia de distintos encuentros a partir de la iniciativa del Círculo de militares (sobre todo al término de la primera presidencia de Yrigoyen) con la intención de generar “lazos de camaradería”. Estos encuentros fueron convirtiéndose en los espacios ideales para le expresión de las preocupaciones de las Fuerzas Armadas, tanto respecto de sus temáticas internas como de la situación vigente en el país en ese momento.

De este modo, el autor va señalando hitos que considera descriptores de un largo proceso que de manera paulatina va ligando a las Fuerzas Armadas al orden institucional hasta concluir en los primeros años de la tercera década del siglo XX en una abierta intervención. Lejos de determinismos, para el autor, esta intervención no era la única salida ni la necesaria, sino en realidad, algo que había sido preparado por la estrecha relación de casi tres décadas entre las Fuerzas Armadas y la ciudadanía y por un sentimiento de relevancia fuera de proporción con lo que el país era realmente, así como también posibilitada por la incapacidad del gobierno para enfrentar la situación. La injerencia de las Fuerzas Armadas en el cuerpo social no pasaba (solamente) por el servicio militar obligatorio, sino que se corporizaba como una pieza más del engranaje que haría posible las elecciones libres para la ciudadanía. En los siguientes artículos del libro, continúa analizando los factores que llevaron a las Fuerzas Armadas al poder, pero ya no sólo en 1930 sino hasta 1966.

En la introducción de este capítulo señalábamos que el análisis de la obra de Darío Canton nos lleva, necesariamente, a sumergirnos en la historia de la sociología argentina y en los debates que se daban a mitad del siglo pasado con respecto a la caracterización de los procesos sociopolíticos por los que atravesaba el país. Si nos adentramos en el análisis de “La política de los militares argentinos: 1900-1971”, aparecen dos tesis que el autor debate con otros sociólogos de la época. La primera de ellas, de José Luis de Ímaz, es la tesis relativa a los estudios sobre estratificación social de los militares. A diferencia de Luis de Ímaz, Canton no considera que pueda atribuirse un papel muy relevante al origen social de los militares como explicación de las intervenciones acontecidas. Por otra parte, la tesis de José Nun relativa al acceso del partido Radical al gobierno y el papel del ejército -según la cual los militares fueron el instrumento de acceso al poder del partido de la clase media (Radical)- también es refutada por Darío. Los argumentos que esgrime para discutir las tesis señaladas giran en torno a dar respuestas a esta serie de preguntas: ¿Quién controla la movilización de la población cuando ésta ha pasado a ser razonablemente “moderna” según las pautas más habituales o cuando se intenta darle caracteres modernos, pero se la mantiene dentro de los límites de los que gobiernan? ¿En qué condiciones pudieron llegar al poder por vía electoral después de 1912 los movimientos populares que contaban con apoyo mayoritario y cuál fue el papel del ejército en cada caso? Y responde con la siguiente tesis: el ejército argentino se hizo cargo de la movilización de la población que antes se hallaba en manos de la oligarquía, entendiendo por movilización al “proceso activador de energías total o parcialmente adormecidas o latentes en los miembros de una comunidad, desencadenado por una élite” (1971a) Este proceso puede presentar problemas ulteriores de mantenimiento de las fuerzas puestas en marcha bajo la “debida” dirección y también puede salirse de su cauce por haber cumplido la élite con sus objetivos o verse comprometidas sus posiciones. En ese sentido, y resumiendo lo visto anteriormente, cuatro son los elementos propuestos para el análisis del reemplazo de la oligarquía por el ejército: el profesionalismo, la movilización del cuerpo electoral por el sufragio universal, los modelos extranjeros seguidos por ambas partes (oligarquía y Fuerzas Armadas) y los conflictos y conciliaciones entre los mismos.

En síntesis, la creciente intervención militar durante el siglo XX Canton la explica a partir del declive de la influencia de la oligarquía en el manejo del poder, proceso que como mencionamos se encuentra íntimamente ligado a la sanción de la Ley Sáenz Peña y a la llegada al poder de movimientos populares, como así también con el proceso de profesionalización que las Fuerzas Armadas atravesaron a principios de siglo XX. Si bien no puede entenderse a la oligarquía y a las Fuerzas como un mismo bloque, es importante recordar que la posición política de la Fuerzas siempre fue a favor del mantenimiento del statu quo. Como resultado, una vez decaída la oligarquía, fueron las Fuerzas las responsables de hacerse cargo de la contención de los distintos procesos de movilización. Aparecen entonces, para las Fuerzas Armadas, dos interrogantes principales a los que intentarán dar solución: ¿Cómo se puede desarrollar una nación sin abrir canales de expresión popular? ¿Cómo es posible buscar el consentimiento del pueblo corriendo el riesgo de la desautorización?

Las Fuerzas Armadas son uno de los grupos sociales que Canton considera relevante para entender el devenir institucional del país y sus grupos de poder. Por otro lado, se aboca a comprender la conformación del parlamento y los partidos políticos que lo componen.

2.2 ¿Quiénes conforman el Parlamento?: origen social y partidos políticos

Canton, en su artículo del año 1966, “El Parlamento argentino en épocas de cambio: 1889, 1916 y 1946”, realiza un análisis de las características sociodemográficas básicas de los parlamentarios argentinos en los períodos 1889, 1916 y 1946, con el fin de confrontar dicha información con un rasgo básico de la Argentina de entonces: la sucesión de dictaduras y crisis políticas durante el siglo XX, a pesar de la existencia de tendencias democráticas, rasgo que el autor denomina “paradoja argentina”.

Las fuentes utilizadas en primer lugar fueron datos secundarios obtenidos del archivo de las respectivas cámaras, pero al ser insuficientes, optó por realizar una encuesta con preguntas cerradas y abiertas. Al no haber un gran número de respuestas los datos fueron complementados con diccionarios biográficos y fuentes históricas.

Al analizar las características de los parlamentarios por período y cámara, el autor observa que se produjo un proceso de “apertura” desde el comienzo del periodo analizado (1889) hasta el final (1946): el nivel educativo de quienes conforman las cámaras disminuyó, aparecieron con más frecuencia profesiones que no están relacionadas con lo legal, aumentó el número de extranjeros y el nivel educativo y ocupacional de los padres de los parlamentarios también descendió. Otro factor para señalar es que la cámara de diputados se mostró más “abierta” que la de senadores a estos cambios.

En el análisis por partido político, se puede observar que el partido laborista, -y el radical en algunos casos- parecería reemplazar para el año 1946 las tendencias socio ocupacionales que se observan en los miembros del partido socialista para 1916. La composición es la misma en ambos períodos: los más jóvenes, por lo general extranjeros o primera generación de argentinos, provenían de los sectores más bajos y resultaron ser los que pertenecían al partido socialista. Para el segundo período analizado, la relación se repite, pero esta vez representada en los miembros del laborismo o el partido radical.

Sumado al análisis cuantitativo que tanto caracteriza la obra del autor, en este libro también se incorporó un análisis de tipo cualitativo sobre las carreras políticas de los parlamentarios. Se consultó a los entrevistados si consideraban que existiera algo llamado “carrera política”, y si bien no se hallaron casos idénticos, todos concluyeron en que existe un recorrido a seguir para alcanzar ciertas posiciones. Si hacia 1889 el partido no tenía tanta entidad y las figuras independientes podían alcanzar posiciones de relevancia, este proceso mutó hacia la década de 1920, donde cada vez se hizo más necesario un camino recorrido dentro del partido para asentarse como figura y comenzar una carrera. A la vez que los partidos comenzaron a estructurarse más, perdieron relevancia las posiciones locales y provinciales frente a las partidarias. El análisis continúa y se suman indagaciones sobre razones por las cuales los legisladores optaron por el partido político por el que fueron candidatos, lo que permitió elaborar una tipología dicotómica: los motivos no racionales, por un lado, basados en un sentimiento de indignación positiva o negativa, donde la moral es el motor de la iniciación política y se menciona mucho la influencia de los padres en la iniciación; y los motivos racionales, que implican menos a las personas y son menos formales y ambiguos, basados en ejemplos concretos. Las razones no racionales se identifican principalmente en los miembros de los partidos más viejos (radicales y conservadores) y las racionales entre los que conformaron lo que luego fue el peronismo (laboristas, ex conservadores, socialistas).

Otro factor para aproximarse a la concepción del mundo de los distintos partidos fue analizar cómo éstos definían a las clases bajas, hallando entre los pertenecientes a los partidos más viejos términos como “gente” o “masas populares” mientras que los partidos más recientes (al momento del análisis eran los más cercanos al peronismo), utilizaban conceptos específicos como “obreros” o “trabajadores”5.

Finalmente, se construye una tipología sobre las carreras de los políticos, basándose en cuatro dimensiones para cada período (1889, 1916, 1946): la continuidad y diversidad de la carrera, los prerrequisitos para el éxito, los canales de acceso y la movilidad política y social.

2.3 Partidos políticos y Fuerzas Armadas: el desarrollo parcial

Como corolario de estas obras en torno a los funcionarios públicos y las Fuerzas Armadas, retomamos la explicación que da el autor en su libro del año 1966 sobre la cuestión de la “paradoja argentina” y la pregunta sobre por qué el potencial para la democracia en Argentina no logró desarrollarse por completo y cuáles fueron las causas de este derrotero.

Sin lugar a duda, la primera conclusión que extraemos es el peso que le da a los “legados históricos” en la conformación y consolidación del Estado Nación. Resulta curioso que, a pesar de modificaciones en la estructura social, el desarrollo de un país industrializado, donde se produjeron cambios en varias líneas -urbanización, y movilidad social, por ejemplo- no se correspondió totalmente en otros aspectos de la estructura. El término desarrollo parcial no refiere tanto a la cantidad de desarrollo sino a las combinaciones peculiares que surgen entre lo nuevo y lo viejo. Resuena aquí el famoso desarrollo incompleto, o esa frase “cuando lo viejo no termina de irse y lo nuevo no termina de nacer”.

Así las cosas, mientras el desarrollo económico se presenta como necesario para la democracia no por eso es suficiente para alcanzar valores más democráticos. Estratificación social e injusticia política son las dos dimensiones sobre las cuales se explica la paradoja.

Por otro lado, el autor identifica y analiza el desarrollo de tres “semillas del cambio” (la inmigración, la educación y el desarrollo económico) que fueron, según él, consideradas por la élite dirigente como el medio para introducir la democracia y el progreso material en la Argentina:

Con respecto a la inmigración, señala que una gran mayoría de inmigrantes no se nacionalizaron, en tanto que la adquisición de derechos civiles -incluido el de propiedad- era igual para nativos como para extranjeros, y más aún, quienes no se nacionalizaban quedaban exentos de realizar el servicio militar. Por otro lado, los inmigrantes que llegaron a la Argentina no tenían en sus países de origen tradición de ejercicio de derechos políticos, por lo tanto, tampoco aspiraron aquí a obtener la posibilidad de sufragar. A su vez, los extranjeros que obtenían la nacionalización seguían siendo considerados como extraños, e incluso como un ataque a la soberanía y un peligro para las instituciones republicanas.

En cuanto a la incidencia de la educación en el cambio, en el ámbito formal se dio un proceso lento de expansión -sobre todo en cuanto a las tasas de analfabetismo- respecto de otros países, que implicó una continuidad con el pasado. En el ámbito informal, que refiere principalmente a los medios de comunicación de masas, el autor señala, a partir del análisis de letras de tango y algunas caricaturas políticas en medios gráficos, que también existe una continuidad de valores elitistas difundidos por todo el cuerpo social.

Respecto del desarrollo económico, se ve a la década de 1910 como un momento cercano al “despegue”, donde si bien hay cada vez mayor dependencia de productos importados este proceso es acompañado por un aumento de la producción industrial en el país y un desplazamiento de la población ocupada de la agricultura hacia la industria. Este fenómeno, sin embargo, se ve truncado por la ausencia de una política consciente de industrialización, que dio paso libre a un desarrollo fragmentario y azaroso, siguiendo alzas y bajas del comercio internacional. Esta situación, sumada a un gobierno incapaz de actuar contra los intereses rurales, desembocó en un limitado desarrollo de la industria liviana fomentado por la ausencia del proteccionismo necesario para otro tipo de desarrollo. En consecuencia, si bien hubo un cambio en la estructura hay una esencia tradicional que permanece.

En el ámbito político, se produce lo que el autor denomina “aceptación a regañadientes de nuevos actores” que conduce a una secuencia típica de acontecimientos. En primer lugar, la oposición adopta un carácter sumamente intransigente. Cuando la situación se vuelve intolerable para los grupos en el poder éstos optan por permitir el acceso al sector que consideran menos peligroso, y en caso de que éste se vuelva mayoría, se lucha contra él incluso llegando a utilizar la fuerza. Todo esto indica una precaria legalidad. Dentro de este contexto, su análisis del papel tomado por la Corte Suprema de Justicia y las Fuerzas Armadas resulta de utilidad. La Corte, por su parte, siempre mantuvo un papel de “independencia” que no fue más que la implícita aceptación del derecho del más fuerte, lo que redundó en una falta de fe en la acción judicial ante el uso de la fuerza. Por su parte, las Fuerzas Armadas tuvieron una larga tradición de intervención política, consecuencia de la falta de acuerdo entre los grupos políticos y su voluntad de dirigirse al ejército para resolver sus problemas. Ya hacia 1920 se convierten en garantía de imparcialidad en las elecciones, en 1930 ubican a sus hombres en la presidencia de la nación y para 1955 se convierten en el rector virtual del país. En consecuencia, lo que resulta es un movimiento repetitivo como norma: los ocupantes de las viejas posiciones cambian, pero no la manera de comportarse desde ellas. Existe una continuidad en medio de los cambios.

3. Las bases sociales del voto en Argentina

La segunda línea de investigación que Canton desarrolla es sobre las bases sociales del voto y sus orientaciones en diferentes momentos históricos. Como mencionamos, los primeros trabajos sociológicos los realiza junto a Gino Germani6, a quien luego va a discutirle la hipótesis central sobre el peso de los migrantes internos en el surgimiento del peronismo. En un contexto de época en el que se pensaba la relación entre la política y la estructura social, y con la mirada puesta en la teoría de Germani, se propone principalmente (junto a otros autores) describir la composición socio-ocupacional del voto.

Como primer hito en este tema, podemos señalar su artículo con J. L. Moreno, de 1970, donde se analizan las bases sociales del voto a los radicales en el período 1928-1930, antes del primer golpe de estado y en el momento en el que Darío nacía. Lo que los autores buscaron en este trabajo fue rebatir interpretaciones hasta el momento hegemónicas, identificando relaciones comunes entre 1930 -año del primer golpe de Estado- y 1946 -la llegada del peronismo al gobierno-, que pudieran inscribir a estos hitos dentro de un todo mayor. Reconocieron el triunfo de Hipólito Yrigoyen con el radicalismo como el antecedente más significativo del peronismo, e incluso que, en términos de popularidad, la elección de Yrigoyen fue mayor que la primera elección de Perón, quitándole el rasgo de cataclismo a ésta última que comúnmente se le atribuye7. Desde esta perspectiva, la alianza de clases que se diera en 1946 ya no queda aislada en el tiempo: para los autores, es posible entender al peronismo como continuación y ampliación de rasgos ya detectables en el radicalismo -aunque de forma menos orgánica-, como fenómeno de masas. Los autores reconocen también que el peso de los migrantes “más atrasados” no pudo haber sido significativo en la elección de 1946, en tanto Perón triunfó en las zonas “más atrasadas” como en las industriales. Esta hipótesis la sostendrá Darío hasta el final de su obra sociológica, la cual finalmente logrará probar con datos censales.

Continuando en esta línea, muchos de los trabajos los llevará adelante con Jorge Raúl Jorrat, un investigador que también inicia sus indagaciones en la problemática en aquellos años. En la década de los setenta y principios de los ochenta8, los trabajos de Canton (Canton, 1973; Canton y Jorrat 1978,1980; Acosta, Canton y Jorrat, 1985, entre otros) se enfocarán en el análisis de diferentes elecciones y partidos políticos, sobre todo a nivel nacional (como por ejemplo las elecciones de 1973 y 1983), para luego emprender junto a Jorrat9 un análisis sistemático de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires desde 1912, rango temporal que luego ampliarán hacia atrás hasta 1864, y que logrará extenderse hacia adelante hasta el año 2009 (Canton y Jorrat,1995, 1996,1997, 1998a, 1998b, 1999a, 1999b, 2003, 2011, entre otros). La novedad de este trabajo se constituye, primordialmente, en el hecho de intentar abarcar varias décadas a través de una herramienta de investigación común. El eje siempre estuvo puesto en describir la composición ocupacional del voto, a partir de los datos (secundarios) disponibles. Estos datos no fueron siempre los mejores o más completos. Por lo tanto, en su obra también puede percibirse, consecuentemente, la demanda frente a la necesidad de contar con datos (públicos) válidos y actualizados, correctamente relevados, evidenciando la importancia que éstos revisten no sólo para los análisis electorales sino para la labor científica en general. Otra demanda que nos lega el autor: la construcción del dato, la reflexión sobre ese proceso, la crítica (sin dejar de usarlos) hacia los datos existentes y la demanda (pública) por datos (públicos) que nos permitan avanzar en conocer (y transformar) nuestras sociedades

El tomo II de “Elecciones en la ciudad” (2001) compila gran parte de los estudios sobre el largo periodo que va desde 1912 a 1973. Ese momento histórico es testigo de los hechos más significativos y de mayor alcance en la escena nacional del siglo XX: el afianzamiento del socialismo y el radicalismo, el surgimiento del peronismo y el acontecer de diferentes dictaduras militares. Es allí donde los alineamientos de clase de los votantes se muestran con gran nitidez.

El último gran período analizado por Canton y Jorrat, y que se pretendió sintetizar en el tomo III de “Elecciones de la Ciudad” (2007) es el que comienza con la recuperación de la democracia en 1983. Casi cuatro décadas de elecciones ininterrumpidas en el país son observadas sistemáticamente por los autores, llegando a captar las elecciones de 2007.

Canton escribe el libro “El pueblo legislador. Las elecciones de 1983” (1986) pensado para un público no especializado, además de publicar tanto de forma personal como en colaboración con Jorrat diversos artículos o capítulos (principalmente los que luego serán compilados en el libro Elecciones de la Ciudad) que se centran en diferentes momentos de todo el periodo estudiado. Aunque agrega a sus trabajos variables como la edad, el sexo y dimensiones sobre la opinión pública, el trabajo siempre va a seguir centrado en la relación entre ocupación y voto para pensar el “voto de clase”.

Una de las principales conclusiones de estos estudios es, en primer lugar, la refutación de la tesis que sostiene que luego de la aplicación de la Ley Sáenz Peña se produce una variación en las bases sociales de apoyo a los distintos partidos. El radicalismo, en la década de 1890, continúa con pautas parecidas al mitrismo: es apoyado por niveles socioeconómicos altos y hasta 1916 muestra pautas atribuibles a un partido “conservador”; mientras que el socialismo recibe apoyos populares, principalmente de sectores manuales. En un segundo momento (1918-1924), el radicalismo empieza a mostrar pautas socioespaciales más indefinidas. Es recién en una tercera etapa que tiende a aproximarse a la imagen socioespacial de un partido de apoyo “popular”. El período de 1946-1954 es un momento en el que los enfrentamientos políticos se cristalizan. El Partido Socialista muestra una pauta desconocida y el peronismo adopta el claro perfil típico del socialismo previo a 1930, mientras que la UCR adopta su cara opuesta, tiende a un perfil conservador. Con el surgimiento del peronismo, las bases del Partido Socialista y la UCR se aproximan.

Finalizada la dictadura militar, la comparación con la última elección antes de 1976 era inevitable. Así, Canton y Jorrat (2007) deciden relacionar la ocupación y el voto en ambas elecciones con el fin de mejorar los datos y resultados con que se contaba hasta entonces. Varios años después, ya en abril de 1994 -elecciones convencionales constituyentes-, en Capital Federal se introduce un nuevo actor, el Frente Grande, cuyo crecimiento será el foco de atención de sus trabajos10. Más adelante, también, los autores profundizan el estudio de la ocupación y el voto en cinco elecciones presidenciales desde la vuelta de la democracia hasta 2003. Se observa de 1983 a 2003 una sistemática relación del voto del Partido Justicialista con la clase obrera, en particular con la de menor calificación. De similar forma, se expresan las asociaciones entre los sectores medios y la UCR y los sectores medio-altos por partidos de centro.

Como venimos demostrando hasta ahora, presentando las investigaciones más relevantes de Canton (la mayoría de las veces en colaboración con Jorrat) sobre las bases sociales del voto, lo que subyace en el desarrollo de la obra del autor es fundamentar la existencia del voto de clase a partir de la relación con la ocupación. Así, con la investigación empírica se retoman discusiones teóricas profundas sobre las prácticas políticas de clase. Son muchos los autores que a nivel internacional discuten sobre si persiste o no el voto de clase a fines del siglo XX y durante el siglo XXI. Algunos siguen la línea del individualismo creciente en términos electorales. Canton y Jorrat retomarán a varios autores (2007), evidenciando las influencias del estructuralismo y estructural-funcionalismo que caracterizaron su formación11.

Dentro de las discusiones sobre el voto de clase, el debate se centra en comprender el “declive” de una tendencia clasista más marcada y la vigencia del concepto para entender la sociedad actual. Una pregunta que introduce Mair (1997) al respecto es si basta con que los miembros de una misma clase voten como bloque unido, independientemente del objeto que se vote, para hablar de voto de clase y cuál sería la diferencia con la política de clase. Aportando a la discusión, con encuestas realizadas por el Centro de Estudios de Opinión Pública de la Universidad de Buenos Aires, los autores (Acosta, Canton y Jorrat, 1997) analizaron el “voto económico” en el AMBA desde 1993. Considerando el momento histórico, es importante destacar el impacto que tuvo el proceso de hiperinflación al finalizar el gobierno de Alfonsín en la consideración del peso de “lo económico” para analizar el voto. Así, en su artículo “Economic Evaluations, partisanship, and social bases of presidential voting in Argentina, 1995 and 1999” (Canton y Jorrat, 2002) los autores continuaron con el estudio del voto económico en el periodo siguiente, comparando las elecciones presidenciales de 1995 con la de 1999. Partieron de la premisa de que las personas tienen un sentido general de la macroeconomía y es ese sentido de desarrollo o retroceso lo que está implicado en las elecciones. Utilizaron también dentro de este análisis un modelo adaptado de autores que estudiaron el voto francés (Lewis-Beck y Nadeau, 2000), pero modificado al caso local, que releva la clase, la identificación partidaria o ideología y la evaluación de la economía. Coincidieron con los autores en que la estructura social y la ideología sirven como guías a largo plazo, pero en el corto plazo, los sucesos económicos pueden incidir en las decisiones de los votantes: observaron que en Argentina las identificaciones partidarias motivan a los votantes, pero la economía moviliza, sobre todo considerando las crisis económicas y la hiperinflación sufrida en el país en 1989. Concluyeron que, aunque el voto económico existe en la Argentina urbana, su fuerza depende del contexto político y social de las elecciones. En este análisis, se nutren también de la tesis que indica que la lógica recompensa-castigo del voto económico es importante la existencia de un conjunto de partidos opositores creíbles y viables políticamente a los que apoyar si los ciudadanos consideran que el desempeño de quienes se encuentran en el gobierno no es el mejor.

Retomando la línea temporal, una de las elecciones más recientes analizadas por Canton y Jorrat (2007) es la que se produce en 2007 en la Ciudad de Buenos Aires para elegir Jefe de Gobierno. En esta ocasión, la victoria del PRO -mencionaron los autores- era más que predecible, siendo que Filmus y Telerman, candidatos enfrentados, formaron parte de la gestión de Aníbal Ibarra, fuertemente desprestigiado luego de la tragedia de Cromañón. Si bien Macri ganó en todas las secciones de la Capital, es importante señalar que esto no atenúa las pautas o tendencias de voto por clase.

Finalmente, sus estudios sobre las bases sociales del voto concluyen, de algún modo, donde empezaron: debatiendo sobre las bases sociales del peronismo con Gino Germani, en particular con referencia sobre el rol de los migrantes internos en dicho proceso (Canton y Acosta, 2013). Como ya mencionamos, Darío sospechaba que fueran tantos como para “incidir” en la elección y que fuera un fenómeno tan “novedoso” en la historia política argentina. En sus primeros trabajos (Canton y Moreno, 1970, 1972) señala la relación entre el voto popular y las dos elecciones en las cuales Hipólito Yrigoyen salió ganador: 1916 y 1928. Encuentra, por lo tanto, una línea de continuidad entre esos fenómenos y la masiva victoria del peronismo en 1946. En su publicación del 2013 vuelve sobre la misma inquietud sociológica a partir de un arduo trabajo empírico, realizado junto a Luis Acosta, y con la colaboración de J. R. Jorrat. Lo hicieron a partir del acceso a los datos de la Cámara Nacional Electoral, reconstruyendo los padrones de Capital Federal y el Conurbano Bonaerense y extrayendo una muestra para el análisis.

Sus principales conclusiones le permiten retomar su hipótesis de mediados de siglo: en la victoria de Perón de 1946 fue relevante el voto de los trabajadores de tipo manual, pero no así el de los migrantes internos, que eran un porcentaje muy pequeño del padrón, no suficiente para tener un rol decisivo. Como señala Liliana de Riz (2019), de quien tomamos las palabras por su acertada manera de decirlo, la importancia de esta contribución es precisamente la rigurosa fundamentación empírica de una interpretación política de los orígenes del peronismo, siendo un ejemplo de rectificación de una hipótesis cuya lógica instruye sobre el quehacer científico en las ciencias sociales.

Así, Darío culmina su trayectoria sobre el estudio de las bases populares del peronismo con una rigurosidad metodológica impecable, una interpretación basada en décadas de evidencia empírica, el mismo compromiso a lo largo del tiempo y una imaginación sociológica digna de revisitar.

Democracia y dictaduras: una obra que sintetiza la historia argentina

Podríamos decir, de manera retrospectiva, que la obra de Darío Canton es la obra de la disputa con el sentido común sociológico. Las investigaciones del origen de la sociología traspasaron las barreras del campo científico y se convirtieron en sentido común de las clases medias urbanas, instalando el debate en el problema político y no como problema cultural.

En un encuentro en agosto de 201912 Darío recordaba cómo él mismo había hablado con Gino Germani sobre sus dudas con la hipótesis del autor sobre la tesis de las bases sociales de migrantes internos en el peronismo, dudas que compartía con otros colegas, como Miguel Murmis.

La tesis de Germani sale refutada de la obra de Canton y sus colaboradores, y si bien hay común acuerdo en que se refutó tempranamente, repasar la obra de Darío nos lleva a una problemática central: la necesidad de historizar y correlacionar los procesos sociales. La confluencia de sus diferentes objetos de estudio poner en su justa dimensión procesos políticos que no podían en 1945 ni pueden ser hoy entendidos si no es a la luz de cómo se conforman en el proceso histórico.

Así, su detallado análisis de las Fuerzas Armadas, como grupo de poder político, se centra en el poder que fueron teniendo los militares desde la sanción de la Ley de Servicio Militar obligatorio (en un país sin un conflicto de defensa externa aparente), como herramienta de cohesión social de una amplia masa de sectores de migrantes recién arribados al país. Lo complementa con otras dos dimensiones: el hecho de que el ejército se convirtió en el “guardián” de las elecciones “libres” (a partir de 1916) y de los partidos conservadores, y la dimensión cultural de agrupamiento simbólico que va teniendo las Fuerzas al reconocerse como “garantes de la República”. Esos elementos eclosionan en 1930 y se mantienen hasta la última dictadura cívico-militar sangrienta de 1976 (e incluso, sería interesante rastrear como hoy en día se reconstruyen desde otros sectores).

Luego, analiza las bases sociales, -el origen social- de los legisladores del Parlamento para dar cuenta de que no son necesariamente de “clases medias emergentes” (robándole al pasado una terminología de nuestro presente), quienes llegan a los puestos de legisladores por la UCR, el “nuevo partido”.

Finalmente, su tercera dimensión de análisis va hacia las personas, los votantes (masculinos en general, siendo pocos los trabajos que abordan el voto femenino), y sus adscripciones políticas, en particular en lo referente al voto. Para hacerlo recurre, en gran medida, a datos de padrones electorales, y en menor medida lo hace con encuestas primarias (particularmente hacia la década del 2000 en adelante). A partir de toda su obra va reconociendo un hilo conductor: el apoyo de los sectores populares a los “partidos de masa”, identificando con ello primero al radicalismo y luego al peronismo. A medida que el último emerge, el otro declina y se va tendiendo a convertir en un partido más “conservador” en términos de su base social y a partir del surgimiento de un eje peronismo/antiperonismo que pasa a articular la vida política nacional.

La obra de Darío Canton se nos aparece tanto como el reflejo de un momento histórico (de crisis, de transición, de cambio estructural, de dictaduras y democracias), de una época de la historia del pensamiento sociológico (la de la hegemonía del estructural funcionalismo coexistiendo con el surgimiento de una fuerte sociología crítica latinoamericana), pero también como una gran caja de herramientas para quienes ejercemos la sociología hoy, para quienes intentamos comprender nuestras sociedades, tan lejanas y tan cercanas a aquellas, para quienes bregamos tanto por la necesidad de una sociología histórica, política y teóricamente centrada como por el uso de las más variantes técnicas metodológicas al servicio del pensamiento social.

Anexo: Principales hitos de su labor sociológica

El ingreso al instituto de investigaciones que dirigía Gino Germani, puntapié inicial de su carrera como investigador.

La publicación de su primer texto orgánico, “La saga del Peronismo” escrito durante su estadía en Berkeley, que fuera publicado en Argentina en el año 1964.

El pequeño censo de 1927, llevado adelante con la colaboración de José Luis Moreno, implicó un esfuerzo considerable y un gran aporte, considerando el amplio lapso que se abre entre los censos de 1914 y 1947.

La compilación del material en “Elecciones en la ciudad”, donde se reúnen todos los trabajos realizados en el marco de su paso por el Instituto Di Tella (1963-1971)

Trabajo junto con José Luis Moreno y Alberto Ciria para la colección sobre historia argentina dirigida por Halperín Donghi, publicada en 1972. Los autores trabajaron el período 1916-1943, titulándolo “La democracia constitucional y sus crisis”.

La publicación de "Una hipótesis rechazada: el rol de los migrantes internos según Gino Germani en los orígenes del peronismo", en el año 2013, obra en la cual, junto a Luis Acosta y la colaboración de Jorge Raúl Jorrat, termina de refutar la hipótesis germaniana sobre el origen migrante de los votantes a Perón en 1946.

"Al doctor Héctor Vázquez

(1941-2023)

Fundador de la revista Papeles de Trabajo

In memoriam"

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1 Así se autodenominó el proceso que comenzó con el Golpe de Estado al Gobierno de Perón en el año 1955

2En su trabajo “Los que mandan” (1964) este autor analiza los distintos grupos que considera pertenecientes a las clases dirigentes (Fuerzas Armadas, Iglesia, Sociedad Rural, cúpulas de sindicatos, entre otros).

3Cabe señalar también que estos debates son, como dijimos, deudores de un clima de época. La publicación de Juan Carlos Torre “Sindicatos y clase obrera en la Argentina post-peronista”, y de “Estudios sobre los orígenes del peronismo” de Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero son deudores de la misma esfera de debate intelectual. De hecho, señalan Canton y Acosta (2013: 2), que junto a Murmis conversaron reiteradamente sobre los orígenes del peronismo y las interpretaciones de Gino Germani.

4Des-ordenando el orden que nos propone el autor

5En su artículo El mundo de los tangos de Gardel (1968a) puede apreciarse un análisis de la percepción que las clases más bajas hacen de sí mismas y de su realidad. A través del análisis de las letras de 99 tangos, el autor observa la frecuencia con que determinadas formas de expresión aparecen en los mismos. En ellos encuentra que quien enuncia siempre es un varón, hablando en la mayoría de los casos de sí mismo o de sus relaciones amorosas y de cómo estas se desenvuelven. El ámbito al que refiere en sus relatos es la Ciudad de Buenos Aires y sus barrios, y pocas veces menciona hechos que no son tristes. En los tangos prevalece el fatalismo, la tristeza: la felicidad está casi por completo ausente. El pasado es observado con nostalgia, el presente es triste y el futuro no se muestra esperanzador. Además de lo que se menciona, el autor hace hincapié en aquello que no aparece: la familia, -entendiendo esto como posibilidad de un padre ausente-, el trabajo y la religión. En cuanto a las mujeres, en las pocas veces en que estás son narradoras sólo hablan sobre los varones. Puede decirse entonces que las letras de tango aparecen en un contexto de urbanización y grandes cambios en los modos de vida, otorgando a nativos y extranjeros por igual palabras con las que describir su realidad cotidiana, precisamente en el momento en que Argentina comenzaba a dejar atrás su mundo rural. La novedad no era completa, sin embargo: por debajo de los nuevos ropajes, nuevas palabras y ámbitos, rasgos antiguos percibían, por ejemplo, la imagen que se daba de la mujer y el rol a ella atribuido.

6El libro “Pequeño censo de 1927” (1971b) de Canton (proyecto en colaboración con José Luis Moreno) realizado con información del padrón electoral de 1927, sirvió para aportar datos sobre la estructura social argentina, dado el largo periodo que existe entre el censo de 1914 y de 1947. Buscaban, en ese proyecto sostenido por Germani, rescatar elementos para conocer las bases sociales del voto al peronismo.

7Las elecciones de 1928 son las que convocan al mayor porcentaje de electores hasta entonces (80,8%, sólo superado en 1946) e Yrigoyen ganó con el 57,4% (mayor porcentaje que el que obtuvo Perón).

8En 1968 analizó la “primera encuesta política” en Argentina. (Canton, 1968b).

9Luego de varios años, a través de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires y el Centro de Estudios en Opinión Pública, para 1993 el autor se propone junto con el Profesor Jorge Raúl Jorrat, realizar un análisis sistematizado de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires a partir de la sanción de la ley Sáenz Peña.

10Todo indicaría que el triunfo y crecimiento del FG no se asocia de manera relevante a variables sociodemográficas, sugiriendo cierta indiferenciación en la composición de su electorado. Aparece entonces la pregunta por la debilidad del compromiso de los votantes, favoreciendo la posibilidad de un voto táctico circunstancial para derrotar al oficialismo y a la otra fuerza mayoritaria convertida en una especie de aliada en pos de reformar la constitución. Es en estas circunstancias que una tercera fuerza encuentra terreno favorable, ya que castigar el comportamiento oficial podía concretarse sin comprometer demasiado las identificaciones electorales más estables.

11Los autores señalan que se puede hablar de un declive creciente del voto tradicional de clase, pero no se puede hablar de un comportamiento individual de los votantes. Además, hay que tener en cuenta el ambiente social o contexto socioespacial que da una mayor relevancia a los sujetos con quienes interactúan o se asocian los individuos. Podría decirse, desde esta perspectiva, que mientras más interactúen los individuos con otros pertenecientes a distintas clases menos atenuado estaría el voto de clase.

12Disponible en https://youtu.be/Si6s66lq-Vc

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