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Revista del Museo de Antropología

Print version ISSN 1852-060XOn-line version ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.7 no.2 Córdoba Jan. 2014

 

DOSSIER

Arqueología del Litoral

Debate entre niveles artificiales y unidades estratigráficas: el entierro humano posterior al Fuerte Sancti Spiritus (1527-1529), Puerto Gaboto (Santa Fe)

Artificial levels vs. stratigraphic units: the human burial subsequent to Sancti Spiritus Fort (1527-1529), Puerto Gaboto (Santa Fe)

Cristina Pasquali*, Iban Sánchez-Pinto**, Héctor Meletta***, Carolina Giobergia****

*Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe. E-mail: crispasquali@hotmail.com;

**Universidad del País Vasco (UPV/EHU). E-mail: ibansanpin@gmail.com;

***Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe. E-mail: hectormeletta@hotmail.com;

****Dpto. de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe. E-mail: giobergiacarolina@hotmail.com

Recibido 09-12-2013

Recibido con correcciones 13-03-2014

Aceptado 07-06-2014

Resumen
Se presenta el estudio y análisis de un entierro humano hallado dentro del alcance del proyecto de investigación del Fuerte Sancti Spiritus, en la localidad de Puerto Gaboto (provincia de Santa Fe). La recuperación del mismo se realizó en el año 2010, mediante la metodología de excavación por niveles artificiales. Dentro del marco del proyecto, a partir del año 2010, con la incorporación del equipo de arqueólogos pertenecientes a la Universidad del País Vasco se aplica una nueva metodología de intervención en el campo: excavación en extensión (open area) por unidades estratigráficas. Este trabajo consta de una primera parte, en donde se presenta la recuperación de los restos óseos por niveles artificiales y su curaduría, así como, la clasificación y descripción de los materiales asociados al entierro. En una segunda etapa, se presenta la secuencia histórica del sitio determinada por las excavaciones estratigráficas y su relación con el entierro. A esto se le agrega el proceso de trabajo seguido para integrar el entierro dentro de la secuencia estratigráfica y para poder señalar a cuál de las fases de la secuencia histórica pertenece.

Palabras clave: Esqueleto humano; Niveles artificiales; Unidades estratigráficas; Siglo XVI; Nordeste argentino.

Abstract
This study analyses a human burial found within the excavations of the Fort Sancti Spiritus (Puerto Gaboto, province of Santa Fe). Artificial levels excavation methodology was used to recover it in 2010. Subsequently a new excavation methodology was applied, open area through stratigraphic units. The recovery and treatment of the bones by artificial levels is initially presented, as well as the classification and description of materials linked to the burial. Secondly the historical sequence of the site deduced by the stratigraphic excavations and its relationship to the burial is provided. Additionally the process followed to integrate the burial into the stratigraphic sequence and to identify the phase of the historical sequence to which it belongs is presented.

Keywords: Human skeleton; Artificial levels; Stratigraphic units; XVIth century; Argentinean Northeast.

Introducción

El espacio geográfico denominado Nordeste Argentino (NEA) incluye las provincias de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Chaco y Formosa, como así también, la cuenca inferior de los afluentes santafesinos del río Paraná y la margen bonaerense del Río de la Plata. Desde el punto de vista morfogenético y poblacional está vinculado a los procesos producidos en el Paraguay, Uruguay y los estados limítrofes de Brasil (Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul) relacionados todos por la enorme Cuenca del Plata (Ceruti 2000).

El asentamiento de Sancti Spiritus, cuyo establecimiento fue obra de la iniciativa personal de Sebastián Gaboto en 1527 tras contravenir las capitulaciones firmadas con la corona castellana, es el primer establecimiento fortificado en el actual territorio argentino. La constatación definitiva de dicho emplazamiento en la desembocadura del río Carcarañá en el Coronda, en la localidad de Puerto Gaboto (Santa Fe, Argentina), se produce en el año 2009. Sin embargo, la valoración de los restos de forma extensiva no comienza hasta el año 2010, momento en el que el Grupo de Investigación en Patrimonio Construido de la Universidad del País Vasco se involucra en el proyecto, siendo el resultado de esta colaboración el rediseño de la metodología de excavación y la extrapolación de la experiencia del equipo vasco al yacimiento, fundada en los planteamientos que la arqueología europea consolidó durante la segunda mitad del siglo XX gracias a los trabajos de Philip Barker, Edward C. Harris y Andrea Carandini (Azkarate et al. 2012: 12; Azkarate et al. 2013: 621). En este sentido, como se ha indicado, el cambio metodológico respondió a la necesidad de valorar los restos del asentamiento mandado construir por Sebastián Gaboto en extensión, un ejercicio que planteaba problemas al sistema de cuadriculas por su tendencia a valorar pequeños espacios de forma intensiva y vertical (Azkarate et al. 2012: 12). Las tareas de excavación desarrolladas de forma coordinada y conjunta entre los integrantes del proyecto a partir de 2010 han permitido comparar, no enfrentar, dos metodologías distintas: por una parte, una estrategia de cuadrícula, un procedimiento de excavación por decapages y una documentación articulada en torno a los niveles artificiales; por otra, una estrategia de excavación en extensión, un procedimiento de excavación por unidades estratigráficas y una documentación analítica mediante fichas de registro estandarizadas (Azkarate et al. 2012: 12-13; Azkarate et al. 2013). En este sentido entendemos por Unidad Estratigráfica la acción mínima identificable; ésta puede ser tanto positiva (depositación de un relleno, construcción de un muro, enlucido de una pared, etc.) como negativa (zanja de construcción de un muro, corte para la colocación de un poste, etc.).

Dentro del alcance del proyecto de investigación, en el año 2010, se recupera un entierro primario, aunque muy alterado por procesos postdepositacionales. El estudio de cementerios y entierros humanos tiene una larga historia en el NEA desde fines del siglo XIX. Las primeras investigaciones fueron llevadas a cabo por Zeballos y Pico (1877) en el Túmulo de Campana (provincia de Buenos Aires); por Lista (1878) en los cerritos Mazaruca y Medina del sur entrerriano; Ambrosetti (1895) en el Alto Paraná; Torres (1903, 1907a, 1907b,1911) en el Delta del río Paraná y el sur de Entre Ríos; Frenguelli y de Aparicio (1923) en los sitios de la margen derecha del río Malabrigo (provincia de Santa Fe); Greslebin (1931) en los cerritos en el departamento de Gualeguaychú (provincia de Entre Ríos); Vignati (1941) en las islas del Delta del Paraná; González (1947) en el Cerro Grande del Paraná Pavón (Entre Ríos); Gaspary (1950) en la isla Los Marinos (Entre Ríos); Lothrop (1932) en el Delta Inferior del río Paraná; Lafon (1971) en las barrancas del río Paranacito o Paraná Miní (Santa Fe); Caggiano et al. (1978) en el Delta del Paraná, son algunos ejemplos de los trabajos efectuados durante el transcurso del siglo XX. Asimismo, estudios actuales como los de Ceruti (2003), Cornero (1999) y Feuillet et al. (2007); Ceruti y González (2007); Mazza y Loponte (2012) y Bonomo (2012) presentan una síntesis de las prácticas mortuorias. Las investigaciones mencionadas corresponden a entierros primarios sin ningún tipo de tratamiento, secundarios en paquetes funerarios, entierros en urnas, entierros de huesos en desorden, entierros incompletos, entierro de huesos calcinados con o sin ajuar funerario. La síntesis presentada muestra la complejidad de las prácticas funerarias presentes en la región del NEA.

Primera parte

El entierro en el contexto del Fuerte Sancti Spiritus y su recuperación

El esqueleto recuperado se encontraba extendido en posición decúbito supino con una orientación sur-norte (Figura 1A). Presentaba características particulares ya que sólo se conservaba la parte inferior del mismo, desde el tórax hasta las extremidades inferiores. No se recuperaron elementos óseos de los pies, hallándose en su lugar un bloque de caliza. Del tórax sólo se conservaban fragmentos de algunas vértebras dorsales, lumbares y costillas. El sector superior se encontraba perturbado y destruido por algún proceso de remoción posterior, recuperándose fragmentos del cráneo y tres molares.

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Figura 1: A) Posición del entierro humano. B) Bloque de piedra caliza incluida como ajuar funerario.
Figure 1: A) Human burial position. B) Limestone block as funerary trousseau.

Una vez delimitado el entierro, que ocupaba hasta 3 cuadrículas de 1 m2 (I12, J12, K12), se excavó por niveles artificiales de 5 cm. Debido al mal estado que presentaban los elementos óseos, fueron extraídos en forma de paquete para mantener la asociación y posibilitar su limpieza en el laboratorio. Durante este proceso se recuperó, formando parte del relleno que se extrajo junto con el esqueleto, gran cantidad de fragmentos de cerámica indígena, cerámica europea, restos de fauna y valvas de moluscos.

Curaduría de los restos óseos humanos

Los restos óseos fueron acondicionados para su conservación y posterior análisis, bajo la supervisión del Dr. Mariano Del Papa del Museo de La Plata, Facultad de Ciencias Naturales y Museo (Universidad Nacional de La Plata) en el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de la ciudad de Santa Fe. En primer lugar, se efectuó una evaluación para decidir el procedimiento más conveniente para retirar los elementos óseos del relleno con el que fue extraído y acondicionarlos sin aplicar ningún tipo de producto de conservación. De esta manera, se procedió a la remoción de los restos de tierra que había en el material, para lo cual se utilizaron estecas de madera, exploradores metálicos de odontología y pinceles. En algunos casos, debido al endurecimiento del sedimento adherido fue necesario humedecer el material recurriendo al uso de agua destilada.

Una vez limpios los restos óseos, se procedió al reconocimiento de partes anatómicas en los casos en que era posible. El material presentaba un alto grado de fragmentación, lo que no permitió determinar sexo y edad del individuo. A cada elemento, fragmento o grupo de fragmentos, se le otorgó un número que se correspondió con el que se le había asignado en el esquema de planta realizado en el contexto de excavación. Asimismo fue registrado todo el material con su correspondiente número. Para el acondicionamiento de los restos óseos se utilizaron cajas de polipropileno, a las cuales se les colocó una plancha de tres centímetros de grosor de polietileno (FOAM), material que resulta adecuado para su protección. Los elementos y fragmentos fueron colocados previamente en bolsas etiquetadas.

Descripción de los materiales asociados al entierro

El relleno asociado al entierro contenía gran cantidad de fragmentos cerámicos de manufactura indígena (Figura 2A), europea (Figura 2B), así como restos de fauna y material malacológico. La muestra cerámica, como hemos señalado, presenta un alto grado de fragmentación. En el caso de la cerámica indígena se analizaron hasta 144 fragmentos con diferentes técnicas de aplicación: engobes, pinturas e incisos. Se destacan asimismo fragmentos de bordes de contenedores. A los efectos de estandarizar el procesamiento de los fragmentos, se confeccionó una guía de registro de variables tecnológicas, elaborándose una ficha de registro, y posteriormente, se realizaron cortes delgados de la muestra seleccionada para tal fin. Los resultados obtenidos muestran una abundancia recurrente de cuarzo cristalino, mica, biotita y gran abundancia de tiestos molidos con pastas compactas (Letieri et al. 2012). Igualmente fueron analizados 38 fragmentos de cerámica europea correspondientes a contenedores comerciales, vidriados y no vidriados y, en menor medida, mayólicas (Pasquali 2012). Se efectuó un estudio integral que incluyó además del concepto tipo y forma, las características de las pastas para, de esta manera, determinar grupos cerámicos y su pertenencia a los centros productores. A partir de estos grupos se efectuaron análisis arqueométricos, cuyos resultados preliminares indican un posible origen sevillano ligado a los talleres anteriores al área de Triana (Buxeda i Garrigós y Madrid i Fernández 2012). Los restos de fauna aparecen en cantidad muy reducida y se corresponden con fragmentos óseos indeterminados, restos de peces y malacofauna, actualmente en proceso de identificación y cuantificación taxonómica.

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Figura 2: A) Cerámica indígena. B) Cerámica europea.
Figure 2: A) Indigenous pottery. B) European pottery.

Segunda parte

Cambio metodológico: secuencia histórica del sitio

El cambio metodológico implementado en los trabajos de excavación del yacimiento, que ha dado como fruto cuatro campañas de excavación desde el año 2010, ha permitido establecer una secuencia estratigráfica del sitio que, por el momento, se reproduce de forma homogénea en toda el área intervenida (Azkarate et al. 2013). A pesar de ello, hay que indicar que la sucesiva ampliación de la zona de excavación está permitiendo constatar la presencia de actividades intercaladas en dicha secuencia, que no la alteran pero que sí la enriquecen. Por ello, aunque sólo se ha intervenido en algo más de 200 m2, de los 10.000 m2 que estimamos que pudo llegar a alcanzar todo el asentamiento, los datos con los que contamos en la actualidad han permitido establecer una secuencia de ocupación del sitio que se articula cuando menos en tres momentos o fases:

A) Un primer momento, o Fase I, compuesto por el suelo de uso (UE 34), aún por excavar y que está construido sobre el paleosuelo que se corresponde con la Fm Tezanos Pinto. Este suelo, por tanto, es resultado de la depositación intencional de un relleno (un aporte) y la sedimentación provocada sobre su superficie producto de la actividad ejercida sobre él (el uso). Sobre este suelo, construido por los moradores del lugar, se desarrolla toda una serie de acciones antrópicas, fundamentalmente estructuras compuestas por agujeros de poste pertenecientes de forma mayoritaria a las cabañas de madera del asentamiento indígena previo a la llegada de los europeos (se han registrado por el momento más de 350). La adscripción cronológica de estos agujeros viene determinada por la relación estratigráfica de muchos de los mismos con respecto a las estructuras europeas posteriores.

B) Un segundo momento, o Fase II, relacionado con el asiento de Sancti Spiritus construido por Sebastián Gaboto en la zona y del que, por el momento, únicamente se han podido registrar los restos de la fortaleza, no así de las casas de paja en las que habitaron los españoles que señala la documentación (Medina 1908). Así, en el proceso de excavación se ha documentado la zanja de construcción practicada para la erección del muro de tapia de la casa fuerte (UUEE 31, 303) así como los rellenos de la misma (UUEE 30, 298, 302), el propio muro de tapia (UE 289) de 120 cms de ancho y un foso de protección (UE 29) en cuyos rellenos de colmatación se han registrado una serie de unidades estratigráficas superpuestas relacionadas con el momento de ocupación europea (UUEE 795, 799, 796). Sobre la pertenencia de estas evidencias a un segundo momento de ocupación, el registro estratigráfico es claro, mostrando cómo la zanja de construcción del muro de tapia y el foso del fortín español se superponen y cortan a los agujeros de las cabañas del asentamiento originario de la Fase I (Figura 3).

C) Un tercer momento, o Fase III, representado por la presencia de un estrato (UE 8) que se desarrolla por toda la superficie intervenida y que sella la estratificación previa. Finalmente, sobre la UE 8, se registra el nivel vegetal (UE 1), producto de los aportes foráneos y la remoción efectuada por las labores agrícolas que se documentan, así como por las actividades realizadas por el ganado.

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Figura 3: Detalle de la superposición entre los elementos de la Fase I y los de la Fase II.
Figure 3: Detail of superposition between the elements of Phase I and those of Phase II.

Discusión

Reconstrucción de la secuencia estratigráfica

Una vez determinada la secuencia ocupacional del sitio era necesario correlacionar el enterramiento, excavado por niveles artificiales, con ésta para poder atribuirlo a una de las tres fases de ocupación, o establecer una nueva etapa en la que integrarlo. Para ello se analizaron las planillas efectuadas a lo largo de las campañas de excavación mediante niveles artificiales, así como la propia posición topográfica de la inhumación. Además, a partir de las planillas, se sabía que el difunto fue depositado sobre la superficie superior del Nivel VI y que, por tanto, se situaba cuando menos a la altura del Nivel V (a 20-25 cm con respecto a la superficie del nivel I) y muy probablemente también del nivel IV (a 15-20 cm de la superficie del nivel I). Ahora sólo restaba identificar la posición tanto del nivel VI como del nivel V con respecto a la secuencia estratigráfica registrada tras la adopción de la nueva metodología de trabajo, para tratar de definir en cuál de las fases se podían situar.

Para poder equiparar los diferentes niveles artificiales del sector en el que se encontró el enterramiento con la secuencia estratigráfica anteriormente enumerada, varios han sido los aspectos tenidos en cuenta. Asimismo, se debe señalar que dicha equiparación ha sido posible debido a que la zona en la que se excavó el entierro se encontraba rodeada por sectores excavados ya estratigráficamente en los que se documentó la misma secuencia, por lo que ésta debía repetirse.

A) En primer lugar se atendió a la descripción de las planillas de excavación (de los niveles artificiales) y de las fichas de registro (de unidades estratigráficas), tratando de buscar las similitudes en la descripción de las características de los rellenos.

B) En segundo lugar se georreferenciaron las diferentes evidencias para proceder a la reconstrucción topográfica del sector excavado mediante niveles artificiales. Para ello, sobre un mismo plano, se posicionaron:

I. los niveles artificiales (cada uno de los niveles cuenta con cotas referenciadas a partir de un punto “0” conocido);

II. el entierro, que además de haberse dibujado en su respectiva planilla, se documentó mediante el empleo de técnicas topográficas, lo que permite conocer su posición exacta;
III. las unidades estratigráficas, dibujadas todas ellas mediante estación total.

C) Con todos estos datos (descripciones y georreferenciación de los elementos) se procedió a la correlación entre los niveles artificiales y las unidades estratigráficas para, posteriormente, integrar los niveles artificiales de las cuadrículas en las que se situaba el entierro dentro de la secuencia estratigráfica establecida.

Gracias a la correlación se pudo establecer que estratigráficamente el entierro es posterior a la UE 8 y que, por tanto, se efectúa tras la destrucción y abandono del asentamiento de Sancti Spiritus (1529) (Figura 4). Asimismo pudimos establecer que para el entierro se excavó una fosa y que ésta se encuentra cortando a la UE 8 (Fase III) y más concretamente a alguno de los niveles (IV, V y VI) que se corresponden con esta unidad. Por ello, queda establecido que el enterramiento es posterior a los rellenos que componen la Fase III y anterior a la formación del relleno vegetal actual. Por el momento, y a falta de ampliar el área de excavación, se le ha asignado una nueva Fase IV que recién comenzamos a comprender.

A pesar de lo señalado, es preciso apuntalar una idea más en relación a las tres cuadrículas en las que se situaba el entierro (I12, J12 y K12) y los niveles artificiales. En todas ellas se excavaron hasta 12 niveles artificiales diferentes de 5 cm de espesor cada uno de ellos lo que supone, en las zonas más profundas, hasta un máximo de 60 cm de profundidad. Así, atendiendo tanto a su composición como a su posición, los niveles I a III-IV, se corresponderían con el nivel vegetal y las remociones del terreno efectuadas en la segunda mitad del siglo XX (no olvidemos que, según los habitantes de la zona, el lugar se empleó para la cría de ganado ovino y el cultivo de papas), tal y como denuncian los materiales recuperados [nos referimos fundamentalmente a la presencia de plásticos (bolsas, tapones de botellas, botellas), vidrios y elementos metálicos (clavos, latas)]. Los niveles IV-V a VIII-IX, se corresponden con el relleno, UE 8, que hemos interpretado como el resultado de la destrucción y posterior abandono del asentamiento de Sancti Spiritus. Finalmente, aunque de cara a la comprensión del entierro no es relevante, ya que se trataría de rellenos previos a la inhumación del mismo, los niveles VIII-IX a XII se corresponden con el suelo de uso (UE 34), dos agujeros de poste (UE 562, 12) y sus rellenos de colmatación (UE 563, 13) pertenecientes al asentamiento de la FASE I.

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Figura 4: Relaciones entre niveles artificiales, unidades estratigráficas y el entierro. Síntesis del proceso seguido.
Figure 4: Relationships among the arbitrary lots, the stratigraphic units and the burial. Synthesis of the process followed.

Consideraciones finales

El sistema de excavación basado en cuadrículas, procedimiento de excavación arbitrario y documentación gráfica acorde a los niveles artificiales, suponía un grave problema para la gestión del entierro una vez extraído del subsuelo, puesto que los hallazgos se asociaban predominantemente a los niveles artificiales y no tanto a su contexto estratigráfico. De este modo, resultaba muy complicado realizar asociaciones de objetos con certeza y la comparación entre conjuntos de objetos depositados en diferentes momentos. En consecuencia, se tendía a primar la consideración individual del objeto, lo que impedía obtener una visión contextual, renunciando a analizar la naturaleza de los procesos de desecho de los materiales en su contexto sistémico y a valorar la incidencia de las acciones posteriores en el contexto arqueológico (Azkarate et al. 2011).

Es por ello que el mayor esfuerzo ha residido en la integración de los datos procedentes de la excavación por cuadrículas dentro de la secuencia establecida. La asignación de los niveles artificiales en los que se excavó cada una de las cuadrículas con las unidades estratigráficas se ha podido efectuar a partir de un análisis minucioso y un prolijo trabajo de reconstrucción, tal y como se ha reseñado, a partir de las planillas de planta. Esta actividad, sin embargo, ha resultado muy compleja debido a las dificultades que presenta el método arbitrario al mezclar unidades, a pesar de que estas puedan estar registradas aunque de forma fragmentada en cada cuadrícula. Prueba de ello es que algunos de los niveles pueden ser atribuidos a dos Fases (niveles IV y VIII-IX). Si bien en estos niveles se indica que se produce un cambio en el sedimento, no se señala nítidamente la superficie de dicho cambio (la interfacie o película intangible «a la que se refieren los geólogos y que representan el período, que pudo ser corto, de exposición de un estrato, es decir, el lapso de tiempo transcurrido entre un estrato formado y uno que comienza a formarse encima del primero» (Carandini 1997: 32).

Establecida la posición del entierro dentro de la estratificación del sitio y adscrito el mismo a una nueva Fase de ocupación del lugar, posterior a la Fase III y anterior al nivel superficial, quedaba pendiente identificar cuáles eran los materiales arqueológicos que formaban parte del mismo. La reconstrucción de la estratificación en las cuadrículas en las que se situaba la inhumación permitió asociar con certeza los materiales que estaban en relación al entierro. Así, todos los materiales, a excepción de la piedra de caliza que se colocó a los pies del difunto, forman parte del relleno que se redepositó en la fosa después de inhumar al entierro y que, por tanto, responden a evidencias de ocupaciones anteriores mezcladas cuando se realizó la fosa para introducir al difunto. Idea esta, por otra parte, ya apuntada por M. Bonomo en relación a la problemática de los entierros del NEA (2012: 41-42). El bloque de piedra de caliza ubicado en la zona de los pies, sin embargo, (Figura 1B) quedó establecido como ajuar, entendido éste como la inclusión intencional de objetos por parte de los individuos vivos en el contexto mortuorio.

Finalmente, las fuentes históricas desde el siglo XVI hacen referencia al complejo panorama étnico de la región al momento del arribo de los europeos a la desembocadura del Carcarañá. Si bien no existen marcadores culturales objetivos de etnicidad, si existen una serie de elementos que, en función de cada contexto específico, pueden aparecer vinculados a ella y son susceptibles de ser analizados a través de la Arqueología, como por ejemplo la disposición de elementos de ajuar con arreglo a pautas normalizadas. Sin embargo, una de las dificultades que se plantean es cómo discernir los elementos materiales con significación étnica de aquellos otros que expresan formas distintas de identidad cultural. Un análisis diacrónico de los contextos culturales a partir de una variedad de fuentes y clases de datos permitirá comprender la expresión de la identidad a través de la cultura material y su uso en la definición de límites étnicos, ya que los indicadores étnicos están sometidos a continuas redefiniciones a lo largo del tiempo (Fernández Gotz 2009). Un primer paso para la construcción de una arqueología de la etnicidad debe ser rechazar definitivamente la ecuación entre “cultura arqueológica” y “grupo étnico” (Jones 1997). Sin embargo, dado el estado actual de la investigación, no es posible asignarle al entierro recuperado una adscripción cultural, aunque es un desafío de cara al futuro repensar la etnicidad en la región del NEA argentino.

Rosario, 9 de diciembre de 2013

Agradecimientos

A quienes apoyan y financian este proyecto: autoridades del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, Ministerio de Cultura (España) a través de las ayudas para proyectos arqueológicos en el exterior y al equipo del Grupo de Investigación en Patrimonio Construido de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) que desde el año 2010 forma parte del proyecto. Al Dr. Mariano Del Papa. A los estudiantes de la carrera de Antropología de la UNR que participan en el Proyecto: Carolina Alberico, Virginia D’addurno, Lara Ferré, Florencia Nicolari y María de los Ángeles Porfidia. A la Comuna y comunidad e instituciones educativas de Puerto Gaboto. A los directores científicos del proyecto: Gabriel Cocco, Guillermo Frittegotto y Fabián Letieri. A Askoa Ibisate González de Matauco profesora del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).

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