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Revista del Museo de Antropología

Print version ISSN 1852-060XOn-line version ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.7 no.2 Córdoba Jan. 2014

 

DOSSIER ARQUEOLOGÍA DEL LITORAL

Las implicancias arqueológicas del Diario de Pero Lopes de Sousa (1531) durante su viaje al Río de la Plata y al Delta Inferior del Río Paraná

The archaeological implications of the Diary of Pero Lopes de Souza (1531) during his trip to the La Plata River and to the Lower Delta of the Paraná River

Gustavo G. Politis*

INCUAPA- CONICET, Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN y Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP. gpolitis@fcnym.unlp.edu.ar

Recibido 28-07-2014

Recibido con correcciones 01-08-2014

Aceptado 04-09-2014

Resumen

En este trabajo se estudia el diario del explorador portugués Pero Lopes de Souza en 1531 al Río de la Plata y al delta Inferior del río Paraná desde una perspectiva histórica y arqueológica. Este relato es el único documento de la época escrito en tiempo real por un testigo directo de los acontecimientos que describe y por lo tanto es una fuente de calidad superlativa para conocer los primeros momentos de la exploración europea en el Río de la Plata y para abordar el estudio de los indígenas que habitaban el área a principios del siglo XVI. En este artículo se resumirán y discutirán las observaciones de Lopes de Sousa en el contexto de la historia del Río de La Plata en la primera mitad del siglo XVI y de las investigaciones arqueológicas recientes.

Palabras clave: Chana-timbú, Arqueología del NEA, Crónicas siglo XVI

Abstract

In this paper the diary of the Portuguese explorer Pero Lopes de Sousa to the La Plata River and to the Lower Delta of the Paraná River is analyzed from a historical and archaeological perspective. This narrative is the only document written in real time from a direct witness of the accounts he described. Therefore it is a unique high-quality source to know about the early times of the European Conquest to the La Plata River and to approach the study of the indigenous people of the area at the beginning of the XVI Century. In this article, the observations and comments from Lopes de Souza are summarized and analyzed within the context of the history of the first half of the XVI Century and in the light of the recent archaeological investigations.

Keywords: Chaná-timbú, Archaeology of Northeastern Argentina, XVI Century Chronicles

Introducción

En 1531 Pero (o Pedro) Lopes de Sousa se internó en un bergantín con 30 hombres por el Río de La Plata desde la actual Punta del Este y llegó hasta la orilla occidental del río Paraná a la latitud 33º 40´ S. Durante este viaje de ida y vuelta que duró 35 días, Lopes de Sousa llevó un diario en el que escribía día a día los eventos más importantes. Además localizó espacialmente estos eventos con bastante precisión, sobre todo con respecto a la latitud. Este relato es el único documento de la época escrito en tiempo real por un testigo directo de los acontecimientos que describe. En este artículo se resumirán y discutirán las observaciones de Lopes de Sousa en el contexto de la historia de la primera mitad del siglo XVI y de las investigaciones arqueológicas recientes. Los objetivos principales son: a) estudiar la ocupación indígena del delta inferior del río Paraná y la costa oriental del río de la Plata y discutir su filiación étnica, b) analizar la presencia y abundancia de los recursos en la primera mitad del siglo XVI y c) explorar las implicancias arqueológicas y antropológicas del relato.

El diario de Lopes de Sousa fue escrito en portugués entre 1530 y 1532 y permaneció inédito hasta que Francisco Adolfo Varnhagen descubrió un manuscrito en la Biblioteca Real do Paco da Ajuda y lo publicó con un estudio preliminar en 1839, con el título “Diário da navegação da armada que foi a terra do Brasil en 1530”. Desde entonces se hicieron 10 ediciones más (Guirado 2001). El diario contiene un registro fiel de los hechos más significativos de la expedición desde el 3 de diciembre de 1530 hasta el 23 de noviembre de 1532. Para este estudio me he basado en tres de éstas ediciones: Varnhagen (1839), Eugenio de Castro (1940) y Guirado (2001); para la localización geográfica del viaje he usado la de de Castro por ser la más precisa y fundamentada (el estudio preliminar de Varnhagen tiene algunos errores a este respecto) y de esta versión se copian también las citas textuales que se analizan.

El viaje de Martim Afonso de Sousa y Pero Lopes de Sousa

Pero Lopes de Sousa llegó al Río de la Plata formando parte de la expedición comandada por su hermano Martim Afonso de Sousa. La expedición salió de Belém (Portugal) el 3 de diciembre de 1529 y tenía varios objetivos. Los más importantes eran: explorar la costa del litoral brasileño desde la desembocadura del río Amazonas hasta el Río de la Plata, expulsar a los franceses que estaban explotando ilegalmente los bosques de pau-brasil, restablecer el monopolio portugués en el comercio de maderas e instalar poblaciones en el litoral brasileño en los lugares más estratégicos para llegar a las minas de oro y plata del Perú (Guirado 2001). Además, parece claro que una de las metas importantes era precisamente explorar el Río de la Plata y tomar posesión de la región para la Corona de Portugal.

Es importante destacar que el viaje de Lopes de Sousa al Río de la Plata tiene varios antecedentes portugueses, de los que seguramente ya se había obtenido información. O sea, que si bien era un viaje exploratorio, había ya mucho conocimiento adquirido previamente. En principio, es probable que Pero Lopes de Sousa haya estado antes al menos en las costas del Brasil, y quizás incluso en el río de La Plata como miembro de uno de los viajes de Cristóvão Jacques quizás entre 1524 y 1526 (Varnhagen 1844:120). Por otro lado ya era conocida la presencia portuguesa en el Río de La Plata antes y después de Solís (1515-1516) (Medina 1897, Laguardia Trias 1973, Bueno 2006).

Uno de los antecedentes más importantes es la expedición de João de Lisboa y Estêvão Fróis quienes en julio de 1514 entraron al Río de la Plata y penetraron hacia el interior (Laguardia Trias 1973). Los pocos datos de esta expedición se encuentran en un documento valioso y poco estudiado titulado Newen Zeytungauss Presillg Landt (traducido como A Nova Gazeta da Terra do Brasil, Schuller 1915). Un análisis de la rica información que contiene este documento excede los fines de este trabajo pero hay algunos aspectos muy interesantes. En primer término, la expedición obtuvo en algún lugar impreciso del Río de la Plata un hacha de plata similar a la que los indígenas tenían también de piedra y otro objeto de metal, posiblemente de “ouro baixo”. En segundo lugar recogieron información muy precisa sobre la existencia de “um povo serrano que tem muito ouro e traz o ouro batido fino á maneira de arnez na fronte e ao peito“ (Schuller 1915: 119). Por último, sorprendentemente, expresan que un hombre de aquellas tierras (la de los serranos) se embarca en la nave de João de Lisboa porque quiere hablar con el rey de Portugal. Esto último tiene fuertes implicancias para entender los nexos entre las áreas del Río de la Plata y los Andes Meridionales y las Sierras Centrales, ya que la proveniencia de tal personaje, el “povo serrano”, sugiere que podría tratarse del imperio Inca y/o de las etnias sometidas o vinculadas a éste y que además tenía noción de lo que era una sociedad con jerarquías políticas marcadas, entendiendo que era el rey de Portugal (no el capitán de la flota) a quien debería dirigirse. Esto es un dato más que apoya la idea de que las etnias del Paraná Inferior y Medio, integraban un sistema macro-regional que incluía el Área Andina Meridional y las Sierras Centrales (ver discusión en Bonomo et al. 2011).

Por último, una de las fuentes de datos más relevantes de la región la constituían los náufragos de la expedición de Juan Díaz de Solís, quienes habían naufragado enfrente a la isla de Santa Catarina, en Brasil: Henrique Montes, Aleixo García y Melchor Ramírez y quizás también Francisco Chaves. García, Montes y Chaves eran portugueses (Medina 1897, Bueno 2006, Lezama 2008). Entre estos náufragos, Henrique Montes fue una figura destacada, no solo en la expedición de Lopes de Sousa sino en la exploración del Río de la Plata en general. Había estado primero en este río con Solís en 1516, luego acompañó a Cristóvão Jacques en 1521 y más tarde siguió con Caboto entre 1527 y 1529 hacia el río Paraná y regresó a España con él. En 1530 se embarcó con Lopes de Sousa y retornó a América. Su ayuda fue vital ya que sabía hablar guaraní y tenía un profundo conocimiento de los grupos locales y de sus territorios. También acompañó a esta expedición Pedro Annes, desterrado del barco Bretoa y conocedor de las lenguas locales (Bueno 2006). Posiblemente, como se verá más adelante, se sumaron al viaje algunos indios guaraníes que recogieron en el Puerto de los Patos.

En el Río de la Plata

Luego de varios meses de estadía en la costa de Brasil una parte de la armada emprendió un viaje hacia el sur con el fin de reconocer el río de la Plata y tomar posesión de estas tierras en nombre del rey de Portugal. En la entrada de este río, cerca de la desembocadura del río Solís Grande la nave capitana naufragó, pero la mayoría de los tripulantes logró salvarse. Allí encontraron un bergantín1 en la playa y lo acondicionaron para un viaje hacia el oeste que debía durar solo 20 días. Decidieron que mientras Martim Afonso se quedaba esperándolos con las naves que aún tenía en el fondeadero entre el cabo de Santa María (punta del Este) y la ilha das Palmas (isla Gorriti), Pero Lopes continuará con el bergantín y 30 hombres río arriba para tomar posición de la tierra para la Corona de Portugal. En este punto es importante destacar que el derrotero del viaje se basa en los viajes previos, los cuales ya habían proporcionado información y además contaba con el experimentado Henrique Montes.

En lo referente al viaje en el bergantín al mando de Pero Lopes de Sousa el diario comienza el 23 de noviembre cuando salió desde el río dos Bengoaís (actual Solís Grande). Esa noche duermen en un puerto natural al pie del monte de San Pedro (actual cerro de Montevideo).Al día siguiente, el 24 de noviembre, cuando salen de la ensenada de Montevideo Pero Lopes de Souza expresa “Aquí comecei a achar agua doce, e muito pescado morto“ (pág. 281). Es bastante claro que ya estaban en la parte del estuario del Río de la Plata (Acha y Mianzan 2003, Cavallotto 2002). Además, su comentario acerca de que había habido tormenta y fuertes vientos los días anteriores (que son conocidos actualmente como sudestadas y que son más frecuentes en el verano confirma que estos eventos en el estuario producen la mortandad masiva de algunas especies de peces que son muy sensibles a los cambios de salinidad). Las implicancias de estos eventos ya han sido discutidas por Politis y Leon (2010) y la especie más afectada es la corvina negra (Pogonias cromis). Los restos de esta especie han sido hallados en los sitios costeros del estuario, que se fue desplazando desde el oeste hacia el este (véase resumen en Politis y Leon 2010 para Argentina y Beovide 2010 para Uruguay) y apoya el consumo de estos recursos que habrían estado disponibles en grandes cantidades durante gran parte del Holoceno. La observación de Lopes de Sousa confirma la mortandad de peces en el estuario luego de las sudestadas y es el primer registro histórico de este fenómeno. Como se ha discutido previamente, esto tiene fuertes implicancias arqueológicas porque estos eventos de muertes catastróficas generan abundantes recursos ictícolas de muy fácil obtención.

A la tarde del 24 de noviembre buscaron un puerto donde varar el bergantín para pasar la noche pues amenazaba tormenta nuevamente (Figura 1). Bajaron a tierra en la ensenada donde desemboca el río Santa Lucía y con 10 hombres exploró las inmediaciones buscando rastros de gente, pero no halló nada. Durante la mañana del 25 cazan y recolectan en abundancia. En este punto comienza una descripción, que luego se repite con el mismo tono varias veces, en la que destaca la riqueza y abundancia de los recursos de la zona, entre los que se mencionan peces, venados (Ozotoceros bezoarticus), emas (ñandúes, Rhea americana) y sus huevos, miel y cardos comestibles.

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Figura 1. Recorrido de Pero Lopes de Souza en el Río de La Plata

Figure 1. Pero Lopes de Souza voyage in the Río de La Plata

El mismo día 25 a las 2 de la tarde continúan la navegación a lo largo de la costa y con una profundidad de 6 brazas; el agua ya era toda dulce y abundaban los peces. Evidentemente en este punto ya habían dejado atrás la zona estuárica y estaban en pleno Río de la Plata. Luego de navegar dos leguas2 (ca. 12 km) se produce el primer encuentro con indígenas. La descripción de este breve encuentro es corta pero extremadamente rica; como en el viaje de regreso también se encuentra en este lugar el 21 de diciembre con la misma gente y hace también referencias muy interesantes, se tratarán ambas citas en conjunto a pesar de que no sigan la secuencia cronológica del viaje. La primera mención en el diario expresa:

saíram da terra a mim 4 almadias3, com muita gente``[…]remavan-se tanto, que parecia que voavam. Foram logo comigo todos; traziam arcos e frechas e azagaias de pao tostado, e elles com muitos penachos todos pintados de mil cores […] a fala sua não entendiamos; nem era como a do Brasil; falavam do papo como mouros: as suas almadias eram de 10, 12 braças de comprido [20 metros de largo] e mea braça de largo [ca. 1 m de ancho]: o pão dellas era cedro, mui bem lavradas: remavam nas com hûas pás mui compridas; no cabo das pás penachos e borlas de penas; e remavam cada almadia 40 homês todos em pé: e por se vir a noite nam fui ás suas tendas, que pareciam em hûa praia de fronte donde estava; e pareciam outras muitas almadias varadas em terra; e elles acenavam que fosse lá, que me dariam muita caça; e quando viram que nam queria ir, mandaram hûa almadia por pescado[…]: e deram nos muito pescado”(pags. 287-288).

De regreso, el 21 de diciembre en el mismo lugar, escribe en el diario:

[...]achei a gente que á ida topára nas tendas; e saíram-me 6 almadias, e todos sem armas, senam vinham com muito prazer abraçar-nos: e o vento era muito; e fazia gram mar; e elles acenavam-me que entrasse para hum rio, que junto das suas tendas estava…[mandó un marinero a nado que dijo]…e que nam podiamos estar seguros da gente, que era muita:- que lhe parecia que eram 600 homês; e que aquillo, que pareciam tendas que eram 4 esteiras, que faziam hûa casa em quadra, e em riba eram descobertas: e fato lhe nam víra: senam reides da feição das nossas. Como vi isto me despedi delles; e lhes dei muita mercadoria; e elles a nós muito pescado”(págs. 311-312).

[cuando se fueron] “E vinha ma poz de nós, hûs a nado e outros em almadias, que nadam mais que golfinhos; e da mesma maneira nós com vento á popa muito fresco: -nadavam tanto quanto nós andavamos. Estes homes sam todos grandes e nervudos; e parece que tem muita força. As molheres parem todas mui bem. Cortam tambem os dedos como os do cabo de Santa Maria mas nam Sam tam tristes”(págs. 312-313).

Ambas citas permiten abordar temas de tecnología, subsistencia, asentamiento y filiación étnica. Se destacan como características de esta gente, según el relato de Lopes de Sousa, que:

- No eran guaraní parlantes ni usaban el guaraní como lingua franca y además eran distintos a los que habitaban el cabo de Santa María (punta del Este).

- Tenían canoas muy grandes, de hasta 20 m de largo, para 40 personas; usaban remos largos y remaban parados con mucha destreza y velocidad.

- Se adornaba con plumas de muchos colores.

- Tenían flechas y lanzas con punta de madera quemada.

- Estaban viviendo en un asentamiento grande en la costa (entre 500 y 600 personas) ocupado por lo menos durante casi un mes (25 de noviembre al 21 de diciembre) con viviendas de esteras rectangulares. O sea, que se trataba de una aldea permanente o semi-permanente o un asentamiento de agregación.

- Eran eximios nadadores (a la velocidad del barco con viento en popa) y estaban adaptados a manejarse en el medio fluvial.

- Tenían abundante pescado en la aldea en los dos momentos de contacto.

- Se cortaban los dedos de la mano (igual que los del cabo Santa María) aunque estos eran diferentes, más alegres. Tenían una actitud amigable y propiciaron un contacto pacífico.

Estos rasgos los diferencian nítidamente de los cazadores-recolectores nómades de las llanuras de Uruguay, mencionados en las crónicas del siglo XVI como charrúas (véase revisión en Bracco 2004) y grupos afines. Si bien es cierto que los charrúas tenían canoas y explotaban algunos recursos fluviales, ambos rasgos no tenían la importancia que se desprende de las citas de Lopes de Sousa en el grupo que encontró el 25 de noviembre. Además el hacer viviendas de esteras (no de cueros) parece ser una modalidad de los indígenas adaptados al medio fluvial. En 1622, un informe del gobernador Diego de Góngora menciona que halló una gran cantidad de indios chaná en los brazos e islas del río Paraná “en sus rranchos de toldos de esteras que tenían hechos en toldos y en canoas”.

En consecuencia, si se trataba de grupos no-guaraníes fuertemente adaptados a los ambientes fluviales y litorales, es altamente probable que puedan ser asignados a alguno de los grupos del complejo chaná-timbú (véase también Acosta y Lara 1954). En este sentido, hay varios elementos que apoyan esta hipótesis, sobre todo a la luz de nuevos datos arqueológicos y de una re-lectura de las fuentes (Politis y Bonomo 2012). La densidad de gente viviendo en el mismo lugar por lo menos un mes, reportada en el diario de Lopes de Sousa, es compatible con la existencia de aldeas permanentes o semipermanentes, organizadas políticamente no en bandas (como los cazadores-recolectores de las llanuras vecinas) sino en sociedades de rango. Estas características asignadas a los chana-timbú, también han sido inferidas para la entidad Goya-Malabrigo, la cual sería el antecedente arqueológico de este grupo histórico-etnográfico (Serrano 1972, Ceruti 2003; véase discusión reciente en Politis y Bonomo 2012).

Esto tiene fuertes implicancias arqueológicas, porque la ubicación de este asentamiento (a pocos km al oeste de la boca del río Santa Lucía) coincide con el límite oriental de la expansión de los artefactos cerámicos de Goya-Malabrigo, sobre todo las “campanas” de alfarería (Acosta y Lara 1955, Politis y Bonomo 2012). Si bien es cierto que el solo registro de artefactos aislados no es suficiente para detectar las fronteras de una entidad arqueológica y hay artefactos que se intercambian y cuya distribución es trans-étnica, en el caso de las campanas, su complejidad y la recurrencia de rasgos asociados (forma, tecnología y diseños decorativos) le dan un alto contenido idiosincrático y las transforman en un buen indicador de la distribución geográfica de la entidad arqueológica Goya-Malabrigo (Serrano 1950, Acosta y Lara 1955, Ceruti 2003, Politis y Bonomo 2012).

El 27 de noviembre en las islas frente a la actual Colonia se prepara para pelear porque ve muchas columnas de humo en tierra e interpreta que eso significaba que se estaba juntando gente: “mandei concertar a padesada do bargantim, e pôr a artelharia e mordem, e írmos concertados para pelejar; porque na terra viamos muitos fumos, que he sinal de ajuntamento de gente”. Poco más tarde llegó a la isla Martín García “onde matei muito pescado de muitas maneiras… tomavamos peixes d´altura de hum homem, amarelos e outros pretos com pintas vermelhas, - os mais saborosos do mundo”(pag. 291). En esta cita se desprende que continúa la preocupación por un posible conflicto. Además, continúa con una descripción favorable del ambiente y sobre todo de la abundancia de los recursos. Los peces amarillos “d´altura de hum homem”, podrían ser manguruyú amarillos (Pseudopimelodus zungaro) o eventualmente dorados (Salminus brasiliensis), aunque estos últimos son más pequeños.

El 2 de diciembre se adentra en el delta del Paraná por el brazo más ancho, el Paraná Guazú, (de Castro 1940) siguiendo la ruta que usó Caboto (Medina 1908) seguramente guiado por Henrique Montes (Figura 2). Una vez que pasa las islas más bajas e inundables de la boca del delta, avanza río arriba y nuevamente pondera las riquezas del ambiente. Pocos días más tarde, el 5 de diciembre, ya en pleno delta del río Paranáreitera su visión positiva de las islas y expresa:

“índo pelo dito braço arriba, achei muitos sinaes de gente. Faziam muitos fumos pelas ilhas: a terra da banda do sueste me parecia, onde era firme, a mais fermosa que os homês viram: toda chea de froles, e o feno d´altura de hum homem”(pag. 298).

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Figura 2. Recorrido de Pero Lopes de Souza en el delta del río Paraná.

Figure 2. Pero Lopes de Souza voyage in the Paraná river delta.

Este pasaje tiene dos datos importantes. El primero es que encuentra señales, humos, que vienen de los indígenas de las islas, pero a estos no los ven. Lo mismo le había sucedido a Caboto 14 años antes cuando entró por primera vez por el Paraná Guazú (Medina 1908). Esto sugiere que a principios del siglo XVI, los principales asentamientos no se encontraban en las orillas de los ríos y brazos más anchos del delta, sino en las márgenes de los riachos y cursos de aguas más pequeños. Esto tiene su correlato arqueológico, ya que los sitios más grandes asignados a Goya-Malabrigo en el delta del Paraná, especialmente las construcciones en tierra llamadas cerritos, se encuentran en las orillas de cursos de agua menores como por ejemplo Los Tres Cerros, Cerro Grande de Los Marinos, El Durazno, El Castaño, etc. (Bonomo et al. 2011, Castiñeira et al. 2013).

Siguiendo con rumbo NE, el 10 de diciembre Lopes de Sousa relata que durmieron en la orilla sur, aún en las islas “…e fui dormir da banda do sul debaxo de hûs frechos. E de noite matamos 4 veados, os maiores que nunca vi”(pag. 300).Los venados, los mayores que nunca vio, serían ejemplares del ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) claramente identificables por su gran tamaño. Al día siguiente, 11 de diciembre expresa “neste rio ha hûas alimarias como raposas, que sempre andam n´agua, e matavamos muitas: tem sabor como cabritos”. La identificación de esta especie es dudosa, podría tratarse del lobito de río (Lontra longicuadis) (según opinión de Ceruti, 2013) aunque la mención a la abundancia de esta especie genera cierta duda y abre la posibilidad de que se esté refiriendo a los coipos (Myocastor coypus) que tienen una abundancia comparable.

Ese mismo día llegó a tierra firme, a la barranca de la margen occidental del curso principal del río Paraná a aproximadamente a los 33º 41´ 13´´ S y 59º 38´ 01´´ W (Figura 2). Este es un pasaje muy importante del diario porque constituye el primer relato fidedigno de lo que es hoy el territorio de la provincia de Buenos Aires. Lopes de Sousa y sus hombres permanecen en este lugar, en las cercanías de donde hoy se emplaza la ciudad de San Pedro (de Castro 1940), desde el 11 al 13 de diciembre, y exploran las inmediaciones describiendo el ambiente y detallando sobre todo a los animales que encuentra.

E a terra da banda do sudoeste era alta, e parecia ser firme; e da mesma banda do sudoeste, achei hum esteiro, que na boca havia duas braças de largo e hûa de fundo; e segundo a informaçam dos índios era esta terra dos Carandins. Mandei fazer muitos fumos, para ver se me acudia gente, e no sartam4 me responderam com fumos mui longe”. (pags. 301-302).

“Esta terra dos Carandins he alta ao longo do rio; e no sartam he toda chãa [plana], coberta de feno [heno], que cobre hum homem: ha muita caça nella de veados e emas, e perdizes e cordonizes: He a mais fermosa terra e mais aprazivel, que pode ser. Eu trazia comigo alemães e italianos, e homês que foram á India e francezes, -todos eram espantados da fermosura desta terra; e andavamos todos pasmados que nos nam lembrava tornar. Aqui neste esteiro tomámos muito pescado de muitas maneiras… O ar deste rio he tam bom que nenhûa carne, nem pescado apodrece; e era na força do verão que matavamos veados, e traziamos a carne 10, 12 dias sem sal, e nam fedia. “(pags. 303-304).

La información contenida en estos pasajes tiene varias connotaciones:

1) Confirma que la expedición llevaba indígenas en el viaje. Probablemente se trate de guaraníes que embarcaron en el Puerto de los Patos junto con Henrique Montes.

2) No encuentra gente en las orillas y manda a hacer fuegos para atraerlos pero nadie viene a pesar de que estas señales son contestadas desde el interior (sertão). Esto confirma a los querandíes como los habitantes del interior de las llanuras del norte de la región pampeana, lo cual concuerda con otras menciones del siglo XVI, tanto anteriores (por ejemplo Luis de Ramírez, Alonso de Santa Cruz) como posteriores (Ulrico Schmidel, Domingo de Irala, Ruy Díaz de Guzmán, etc.). Como se ha planteado, los querandíes eran cazadores recolectores nómades cuyo territorio iba aproximadamente desde las márgenes del Paraná y río de la Plata hasta el pie de las Sierras Centrales, y desde el río Carcarañá hasta el río Salado de la provincia de Buenos Aires (Conlazo et al. 2006, Quintana 2009).

3) Describe a la tierra como toda plana con abundantes pastizales (el típico ambiente de la llanura pampeana en el noreste de la provincia de Buenos Aires) y la fauna que menciona es la típica en el este pampeano en el siglo XVI. Hace referencia sobre todo a los animales de caza, destacando la abundancia de venados, ñandúes, perdices y aves más pequeñas que llama “codornices”. A pesar de que Loponte (2008) insiste en la existencia de abundantes tropas de guanaco (Lama guanicoe) en la pampa ondulada bonaerense durante los primeros siglos de la conquista, no hay ninguna referencia histórica al respecto ni en este documento, ni en ningún otro del siglo XVI (por ejemplo Ulrico Schmidel, Diego Rodríguez de Valdez, Juan de Garay, Bartolomé García, Domingo Martínez de Irala, Fray Juan de Rivadeneyra, etc.). Por lo tanto, este documento confirma, junto con los citados, la inexistencia de guanacos en la pampa ondulada bonaerense durante la conquista europea (véase discusión en Politis y Pedrotta 2006).

El 12 de diciembre Lopes de Sousa cumplió uno de los objetivos del viaje: puso en tierra firme los padrões de armas del rey de Portugal y tomo posición del territorio en nombre de la corona portuguesa. Este es un punto interesante porque la instalación de los padrões, una costumbre portuguesa que simbolizaba la toma de posesión de una región, tuvo fuertes implicancias luego en la discusión de los límites de las colonias con la corona española. El hecho que eligiera tierra firme también es importante y marca el conocimiento que ya tenía del lugar, sobre todo por los datos de Montes y los indios que lo acompañaban. El diario no describe estos padrões, pero usualmente se trataba de pilares de piedra altos que tenían grabados los símbolos reales. Sin embargo, debido al naufragio de la nave capitana y al hecho de que la exploración del río se haya continuado en un bergantín, es posible que Lopes de Sousa no cargara con los padrões; podrían haberlos reemplazado por una cruz de madera con las inscripciones reales. Con los datos disponibles es imposibles inclinarse por una de las dos posibilidades.

En este punto, el más occidental del viaje, ya había llegado a la margen occidental del Paraná y había tomado, simbólicamente, posesión de la tierra para la corona portuguesa. Por lo tanto, sin encontrar gente (“por que via que nam podía tomar practica da gente da terra: e havía muito que era partido donde Martim Afonso estaba”, pag. 302) y teniendo en cuenta que había quedado en volver a los 20 días, emprendió el 13 de diciembre el retorno por la misma ruta hacia donde esperaba su hermano. En este viaje de regreso, yendo a las ilhas dos corvos (donde había parado a la ida, aproximadamente a los 33 º 57´ 40´´ S y 58 º 44´ 11´´ O, Figura 2) tuvo un segundo encuentro con cinco indígenas, cuatro hombres y una mujer, y produjo un relato muy interesante:

“Sendo a par das ilhas dos corvos, d´antre hum arboredo ouvimos grandes brados, e fomos demandar onde bradavam: e saío a nós hum homem, á borda do rio, coberto com pelles, com arco e frechas na mão; e fallou-nos 2 ou 3 palavras guaranís, e entenderam-as os linguas, que levava; tornaram-lhe a falar na mesma lingua, nam entendeu; senam disse-nos que era beguoaa chanaa e que se chamava ynhandú. E chegámos com o bargantim a terra, e logo vieram mais 3 homês e hûa molher, todos cobertos com peles: a molher era mui fermosa; trazia os cabelos compridos e castanhos: tinha hûs ferretes que lhe tomavam as olheiras: elles traziam na cabeça hûs barretes5 das pelles das cabeças das onças, com os dentes e com tudo. Por acenos lhe entendemos que estava hum homem com outra geraçam, que chamavam chanás, e que sabia falar muitas linguas; e que o queria ír a chamar, e estava la diante pelo rio arriba; e que elles íriam e viriam em 6 dias....e como lhes isto dei [cuentas y abalorios], foram a hûs juncais, e tiraram duas almadias pequenas, e trouxeram-me ao bargantim pescado e taçalhos de veado, e hûa posperna d´ovelha…. Aqui estive 6 dias esperando, nos quaes tomei muita caça e muito pescado, e muitos veados, tamanhos como bois, os quaes fazíamos em taçalhos, para levar ás nãos.”(pags. 305-307).

De estos párrafos se desprende que:

1. Se trataba de indígenas que pertenecían al complejo “chaná-timbú” y dentro de éste a los chaná-mbeguá. No está claro si esto era un autónimo o fueron así identificados por los indígenas que iban en el bergantín o por los “lenguas” guaraní-parlantes.

2. Sabían de la existencia del guaraní como língua franca en la región, de hecho las primeras palabras que le dijeron a los portugueses fue en esa lengua, pero no lo hablaban.

3. Reconocen la existencia de un tercer grupo al que ellos no pertenecerían (outra geraçam) llamado chaná. Al respecto es interesante el relato de Blas Jaime (un actual chaná-parlante que conserva parte de la memoria tradicional (véase Jaime y Viegas Barros 2013) quien expresa que chaná-mbeguá es un vocablo chaná y que significa “sombra pegada” (Jaime, com. pers. 2009). Según Jaime, el sentido está vinculado a una relación de dependencia de los mbeguá con los chaná. Este tipo de relaciones, de dependencia extrema, regular e institucionalizada es frecuente entre los indígenas de las tierras bajas tropicales y reside en “their being an extreme expression of the Amerindian political economy of life” (Santos Granero 2009:14, ver también Politis y Bonomo 2012).

4. Mencionan la existencia de un hombre que está con los chaná (pero que por la redacción pareciera que no es chaná) que habla muchas lenguas y a quien se ofrecen ir a buscar, tardando para esto seis días. Este párrafo debe ser tomado con cautela ya que hace referencias muy precisas al tiempo y a la distancia y a las capacidades de este hombre, todas ellas muy difíciles de comprender para Lopes de Sousa siendo que ni él ni ninguno de sus intérpretes hablaba la lengua de los indígenas que lo estaban informando. Si esto fuera así, se podría tratar de algún europeo, quizás algún sobreviviente de las expediciones de Caboto o García de Moguer. O podría ser también un personaje como el que se embarcó 15 años atrás con João de Lisboa para entrevistarse con el rey de Portugal (véase más arriba). Es decir, personajes que estaban circulando entre diferentes etnias y que servirían para articular un sistema de intercambio macro-regional, y que además tendrían algún rol político.

5. Nuevamente menciona la abundancia de recursos, de mucha caza y peces. Destaca la abundancia del ciervo de los pantanos (e muitos veados, tamanhos como bois) del cual cazaron e hicieron tasajo mientras esperaban el retorno de los indígenas. También menciona que los indígenas le dieron pescados, tasajo de venado y una posperna d´ovelha. Esta última es difícil de identificar, entre otras cosas porque lo que vieron Lopes de Sousa y sus compañeros, no era el animal entero, sino solo la parte superior de la “pierna” de un animal. En principio, no podría tratarse de una oveja europea para un momento tan temprano de colonización (aunque esta posibilidad no debe descartarse totalmente6). En un estudio preliminar hecho por Varnhagen en la edición de 1861 indica que esta pospierna podría ser ”provavelmente de paca [Cuniculus], anta [Tapirus] ou capivara [Hydrochoerus]” (pag. 56) y Loponte (1996-1998:45) sugiere que puede tratarse de un guanaco. Sin embargo, la presencia de un camélido (tanto doméstico como silvestre) en el medio de las islas del delta del Paraná en el siglo XVI es muy improbable. Dada la brevedad del relato, es difícil asignar la citada “pospierna” a alguna especie.

6. El hecho que se encuentren solo cinco personas en la canoa sugiere que eran parte de un grupo mayor (una banda o la población de una aldea). Este segmento entonces podría estar desplazándose como consecuencia de dos tipos de movilidad: o era una partida logística o bien un grupo en un daily foraging trip (en el sentido de Binford 1980). Es posible que se trate del primer caso, ya que como se desprende del pasaje, llevaban alimentos ya procesados como el tasajo de venado y la posperna d´ovelha, además de tener abundante pescado. Esto sería poco probable para un daily foraging trip donde se espera la obtención de alimentos para llevar al campamento/aldea el mismo día, lo que puede implicar un procesamiento inicial (por ejemplo la pospierna y los peces) pero que es incompatible con el proceso de preparación de tasajo de carne para su almacenamiento. Esta segunda instancia requiere de varios días, lo cual apoya, junto con el tamaño reducido del grupo, que quizás se tratara de una partida logística de hombres, con la compañía de una sola mujer.

Finalmente, la presencia de una vestimenta que incluía la cabeza de un felino con los dientes, tiene un alto valor simbólico que merece un comentario especial; según Roe (1998) el arte corporal en indígenas de América del Sur tiene básicamente cinco “funciones” (Roe 1998): 1. Estética, 2. Emulativa, 3. Performativa, 4. Protectora o talismánica y 5. Demostrativa o corroborativa. La brevedad de la cita impide abordar en profundidad la discusión de cuáles de estas funciones estaban operando entre los indígenas que encontró Lopes de Sousa. Sin embargo, como en los grupos amazónicos, los cazadores o guerreros se asocian a las cualidades del felino mediante la decoración corporal con partes de él (véase discusión en Saunders 1998). En este sentido, Bonomo (2012) propone que cuando partes del felino eran transformadas en objetos suntuarios y vestimentas, emulaban estos animales y simbolizaban su fuerza, destreza y agresividad.

En este caso, el uso del yaguareté representado por su cuero y sus fauces muestra a los felinos como referentes simbólicos importantes. Este es un rasgo típico de las sociedades de las tierras bajas tropicales de América del Sur y apoya la filiación amazónica de las sociedades indígenas no-guaraníes del Paraná inferior y medio y del Uruguay inferior (Serrano 1972, Politis y Bonomo 2012). En términos arqueológicos la importancia de los felinos en el mundo simbólico de los grupos del delta del Paraná se refleja por ejemplo en el entierro humano del sitio Río Luján que incluía a modo de ajuar un cráneo de yaguareté (Panthera onca) (Petrocelli 1975).

Al cabo de 6 días sin novedades de los indígenas que habían prometido volver partió de regreso cargado de tasajo de ciervo de los pantanos para llevar a las naves que los esperaban. El 21 de diciembre tuvo un nuevo encuentro con los mismos indios que a la ida, en el mismo lugar (Figura 2) como ya se ha mencionado previamente. Ese mismo día se meten en la boca de un esteiro para guarecerse del viento fuerte y pasar allí la noche, al día siguiente permanecen en el lugar y el 23 de diciembre salen de la boca del esteiro y van hacian en “hum porto de banda d´aloeste do monte de Sam Pedro [el cerro de Montevideo]” (pag. 317). Allí desembarcan y cazan muchas emas (ñandúes) y veados (venado de las pampas). Suben al cerro y escribe en su diario la visión casi idílica que desde allí tiene de la llanura:

“Nam se póde escrever a fermosura desta terra: os veados e gazelas sam tantos, e emas, e outras alimarias, tamanhas como potros novos e do parecer delles, que he o campo todo coberto desta caça– que nunca vi em Portugal tantas ovelhas, nem cabras, como ha nesta terra de veados” (pag. 318).

Ese mismo día continúan viaje y el viento los empuja hacia un islote cercano a la costa (probablemente el que está los 38º 48´ 10´´ S y 55º 34´ 04´´O) en donde quedan varados y pasan la noche. Este islote se encuentra a 15 km al oeste de la desembocadura del río Solis Grande (rio dos Begoáis), una distancia cercana a las dos leguas que calcula Lopes de Sousa. Al día siguiente, el 25 de diciembre, llegan casi a la noche a la desembocadura del rio dos Begoáis y pernoctan allí. Lopes de Sousa envía por tierra a un hombre para que llegue donde estaba fondeado su hermano Martim y le pida ayuda y “mantimento”. Mientras tanto, el recorre el campo y realiza otra interesante descripción de lo que encuentra:

fomos dar n´hum campo com muitos paós tanchados e reides, que fazia hum cerco, que me pareceu á primeira que era uma armadilha para caçar veados; e despois vi muitas covas fuscas, que estavam dentro do dito cerco das reides, entoa vi que eram as sepulturas dos que morrian: e tudo quanto tinham ilhe punham sobre a cova; porque as pelles, com que andarem cubertos tinhan ali sobre a cova e outras maças de pão e azagaias de pão tostado e as reides para pescar e as de caçar veados [...] aqui juntas estariam 30 covas”(pag. 321).

El pasaje se completa con una descripción del carácter de los indios del lugar, aludiendo a sus tristeza y a que todo el tiempo lloraban y de su economía basada en el pescado y en la caza del venado con redes. Estas citas muestran una adaptación más terrestre que la de los indígenas que había descrito en el viaje de ida. Se destacan dos elementos interesantes: 1) que a pesar de la movilidad residencial que tenían, depositaban los cuerpos de los muertos con sus pertenencias en lugares específicos y protegidos, 2) el uso de armas de caza como palos y lanzas de madera quemada y de redes para la caza.

El 27 de diciembre partió del rio dos Begoáis de ese lugar y llegó a las inmediaciones de punta del Este, a la ilha das Palmas (actual Isla Gorriti) en donde estaban fondeadas las naves de Martim Afonso. Se quedaron allí cuatro días haciendo los preparativos para salir hacia elpuerto de São Vicente en Brasil el 1 de enero de 1532.

Consideraciones finales

En primer lugar se debe destacar el gran contraste del relato de Lopes de Sousa con el de los cronistas españoles. Mientras que Lopes de Sousa retrata un paisaje casi paradisíaco con abundancia de recursos y bondades del clima, los españoles describen un ambiente pobre y hostil (véase El Jaber 2011). Esto estaría relacionado con las expectativas que cada expedición traía. Los portugueses estaban en la búsqueda de consolidar una presencia territorial en una región que había quedado para España en el Tratado de Tordesillas (1494). Sus objetivos eran además la explotación de recursos vegetales (el pau brasil en la costa brasilera) y la captura de esclavos. Los españoles buscaban sobre todo oro y plata y sus expediciones al Río de la Plata tenían como fin llegar a estos metales ya que legalmente estos territorios les correspondían. Por el contrario, para los portugueses, el Río de la Plata era un objetivo en sí mismo, tenían como fin tomar posesión de territorios que no les correspondían y que una ocupación efectiva los favorecía para un reclamo posterior.

En segundo lugar se destacan los recursos abundantes que había en la región. Reconoce en los tres ambientes una fauna distinta. En tierra firme: venado, ñandú, perdices y “codornices”. En el delta inferior y el Rio de la Plata: ciervo de los pantanos, yaguareté, aves y peces en abundancia y de gran tamaño (entre los que se encuentra el manguruyú), lobito de río o coipo. En el Río de la Plata: abundancia de peces, algunos de ellos de gran tamaño.

Llama la atención la ausencia de mención al carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris) en la enumeración de los animales que Lopes de Sousa describe, lo que podría estar indicando una muy baja densidad de esta especie en el delta inferior del río Paraná y en la llanura aluvial adyacente. En los sitios arqueológicos de esta área la presencia de restos de carpincho es muy baja y se registra en pocos sitios, lo que ha llevado a sugerir que quizás se trate de una presa que estaba sujeta a algún tipo de tabú alimenticio (Salemme y Tonni 1983, Acosta 2005: 230-232). Sin embargo, es posible que esta baja representación tenga también relación con la baja densidad de esta especie en el delta inferior del Paraná en el Holoceno tardío hasta el siglo XVI.

El tercer punto es el reconocimiento de dos grupos distintos, pero relacionados: chaná y chaná-mbeguá en las islas del delta y en la costa oriental del Río de la Plata y de un tercer grupo en la llanura adyacente: los querandíes. Los primeros genéricamente se engloban dentro de los chaná-timbú y eran cazadores-recolectores-pescadores y horticultores; claramente tenían una fuerte adaptación fluvial (véase discusión en Politis y Bonomo 2012). La entidad arqueológica Goya-Malabrigo está estrechamente asociada con los chaná-timbú del siglo XVI y representaría su antecedente arqueológico. La expansión de los chaná-timbú hasta cerca de la desembocadura del río Santa Lucía, como lo describe Lopes de Sousa, está también en coincidencia con la dispersión de elementos característicos de la entidad arqueológica Goya-Malabrigo hasta este sector del Río de la Plata (Acosta y Lara 1954, Politis y Bonomo 2012).

El cuarto punto es la referencia a las armas de caza de los indígenas que encuentra, se trata de lanzas y flechas de madera endurecidas al fuego, palos de madera y redes para pesca y captura de venados. Nada de esto (salvo quizás las improntas de red) tienen altas chances de preservación en el registro arqueológico de los sitios del delta del Paraná y de las orillas del Río de la Plata.

Es interesante observar que a pesar de estar por más de un mes en el Río de la Plata y en el delta inferior Lopes de Sousa no relata ningún encuentro con los guaraníes. En ningún caso los intérpretes que traían pudieron entablar una conversación fluida con los indígenas que encontraron en el viaje.

Por último y a modo de corolario, es pertinente evocar el párrafo final del artículo de Acosta y Lara (1955) sobre los chaná-timbú. Acertadamente este autor, nos recuerda que Lopes de Sousa fue un testigo privilegiado del modo de vida de estos indígenas cuando aún no habían sido impactados por la conquista europea:

“Es muy pobre en cambio la imagen que tenemos de los chaná-timbúes. Demasiado remotos los días en que daban vida y animación a nuestras playas hoy desiertas, las páginas de Lopes de Sousa nos ponen frente a escenas que aunque se adivinan llenas de colorido, sus protagonistas aparecen desvanecidos en el tiempo, semejantes y ya para siempre, a los personajes irreconocibles de un negativo fotográfico” (Acosta y Lara 1955: 24).

Notas

1. Los bergantines del siglo XVI eran naves pequeñas, rápidas y maniobrables, que combinaban remos con un vela latina (excepcionalmente dos). Tenían entre 10 a 15 remos por banda; la eslora máxima era de 13 m, la manga 3 m y el calado 0,80 m. Estas naves fueron las utilizadas en las primeras expediciones que subieron el río Paraná.

2. Cada legua correspondía a 5920 m, o sea casi 6 km(Amado y Figueiredo 2001: 74)

3. Almadias: embarcaciones estrechas y largas. El vocablo es de origen árabe y se refiere a una especie de jangada (Amado y Figueiredo 2001: 81)

4. En el siglo XVI se denominaba sertam o sertãoa una región desconocida generalmente del interior.

5. Barretes (birretes en español). Cobertura de cabeza generalmente hecha de paño, de lana o de lino, muy usada por los marineros portugueses (Amado y Figueiredo 2001: 79)

6. Las expediciones portuguesas solían llevar ovejas y gallinas sobre todo para la alimentación del capitán (Bueno 1998). Por ejemplo la armada de Cabral en 1500 traía ambos animales y se los mostraron a los indígenas de la costa del Brasil para a ver si ellos las reconocían (carta de Vaz de Caminha en Bueno 1998). Dado que antes de Pero Lopes de Sousa habían recorrido el Río de la Plata por los menos dos expediciones portuguesas, varias españolas y probablemente alguna francesa, la posibilidad de que se trate de una oveja europea, aunque muy poco probable no debe descartarse totalmente.

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