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Revista del Museo de Antropología

versão impressa ISSN 1852-060Xversão On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.8 no.2 Córdoba dez. 2015

 

ARQUEOLOGÍA

Investigaciones arqueológicas en el Fortín Pescado, Partido de Benito Juárez, Provincia de Buenos Aires

Archaelogical research at Fortin Pescado, Benito Juárez county, Buenos Aires province

Vanesa Natalia Bagaloni*

* CONICET / Fundación Félix de Azara, Departamento de Ciencias Naturales y Antropología, CEBBAD - Universidad Maimónides. E-mail: vbagaloni@yahoo.com.ar

Recibido 07-10-2014. Recibido con correcciones 27-03-2015. Aceptado 11-05-2015

Resumen
En este trabajo se presentan los primeros resultados del estudio de los materiales recuperados en la localidad arqueológica Fortín Pescado, ubicada sobre la margen izquierda del arroyo Pescado Castigado, en el partido de Benito Juárez (provincia de Buenos Aires). Esta localidad se compone de dos sitios arqueológicos (Fortín Pescado 1 y Fortín Pescado 2) donde se efectuaron excavaciones y recolecciones en superficie y en el perfil de barrancas aledañas. El conjunto arqueológico de ambos sitios incluye restosfaunísticos (mayormente animales domésticos),materiales vítreos (botellas cuadradas y cilíndricas, frascos, tarros y damajuanas), fragmentos de gres (botellasde ginebra y/o agua mineral), lozas (tazas y bowls ingleses), metales (clavos, botón, cuchilla y arma), ladrillos y un fragmento de bola de boleadora. Según diversos documentos escritos procedentes del Servicio Histórico del Ejército, del Archivo General de la Nación y del departamento de Geodesia, este fortín se instaló en 1858 y funcionó por lo menos hasta fines de 1863, cuando pasó a ser usado como posta militar hasta el fin de la década. A partir de las intervenciones arqueológicas y el relevamiento de las fuentes escritas se pudieron determinar áreas de actividades específicas (vivienda, descarte pautado y no pautado, corral) dentro de esta localidad.

Palabras clave: Arqueología histórica; Espacio fronterizo; Fortín; Sudeste bonaerense; Siglo XIX.

Abstract
In this paper the first results of the materials recovered at the Fortin Pescado archaeological locality are presented. This locality is situated on the left bank of Pescado Castigado stream (Benito Juárez County, Buenos Aires Province). It is composed by two sites (Fortin Pescado 1 and Fortin Pescado 2) where excavations and surface surveys were developed. Surface surveys were also conducted on the profiles of the surrounding canyons. The archaeological assemblages of both sites include faunal remains (mostly of domestic fauna/animals), glassy materials (square and cylindrical bottles, flasks, jars and jugs), fragments of stoneware (bottles of gin and / or mineral water), crockery (cups and English bowls), metals (nails, a button, a knife and a gun), and a fragment of a bola stone. According to various written documents from the Historical Service of the Army, the General Archive of the Nation and the Department of Geodesy, this fortlet was installed in 1858, and it functioned at least until late 1863 when it became used as a military post until the end of the decade. From the archaeological excavations and the survey of the written sources specific areas of activities (housing, scheduled and non-scheduled discard, pen) were determined within this locality.

Keywords: Historical archaeology; Frontier space; Fortlet; Southeast of Buenos Aires province; 19th century.

Introducción

A partir de mediados de siglo XIX la presencia de instalaciones militares en la frontera Sur y Costa Sur bonaerense tenía como objetivo la apropiación de nuevas tierras y la protección de las poblaciones fronterizas iniciales. Para ello era esencial el control de las parcialidades indígenas de la región pampeana mediante tratados, alianzas y negocios que, culminaron en la década de 1870, cuando se produce un cambio en la política orientado hacia el enfrentamiento y aniquilamiento de los grupos originarios (Bechis 1992; de Jong 2011; Levaggi 2000; Ratto 2003a, 2003b). Por entonces, se sucedieron enfrentamientos de variable escala entre las fuerzas nacionales y los escasos pobladores fronterizos, y los distintos grupos comandados por caciques "amigos" (p.e. Catriel) y por caciques de "tierra adentro" (p.e. Calfucurá), entre otros (de Jong 2011, Levaggi 2000). Cabe destacar que la información manejada sobre estos acontecimientos remite mayormente a relatos militares que se encuentran teñidos por un fuerte sesgo nacionalista y "progresista" de una sociedad en el cual no había lugar para los grupos originarios. Por otro lado, Gómez Romero (2007) sostiene, además, que estos asentamientos defensivos constituyeron enclaves de disciplinamiento y control, de dominación y poder por parte del Estado hacia la tropa que estaba constituida principalmente por mano de obra rural.

En este trabajo se presentan los resultados de las tareas de campo y laboratorio desarrolladas hasta el momento en el Fortín Pescado. El estudio del mismo tuvo como objetivo evaluar la importancia de este tipo de asentamiento en el espacio fronterizo y caracterizar la vida en los fortines, la forma de emplazamiento y posibles dimensiones de las áreas ocupadas por los campamentos. Además, se buscó comenzar a estimar a través del registro escrito el tipo de provisiones que el Ejército Nacional enviaba a los fortines fronterizos, el grado de efectividad en la entrega de las mismas así como analizar las redes de abastecimiento local y regional de especies domésticas y artículos necesarios para la vida en la campaña.

Esta investigación se enmarca dentro de un proyecto mayor sobre asentamientos fronterizos del sudeste bonaerense del siglo XIX que comenzó en el año 2006 y que ya ha sido presentado anteriormente (Bagaloni 2014a, 2014b) por lo que en este artículo no se hará referencia específica al marco teórico- metodológico de abordaje general de este sitio. El lector podrá profundizar sobre las variables analizadas para el material óseo (Bagaloni y Carrascosa Estenoz 2013), vítreo (Pedrotta y Bagaloni 2006; Bagaloni 2010), metálico (Bagaloni 2014a), cerámico (Bagaloni 2010; Bagaloni y Martí 2013), entre otros. A continuación, se puntualizan las prospecciones efectuadas, se describe el fortín Pescado, se expone el análisis de los materiales arqueológicos allí descubiertos y se presenta el estudio de una serie de documentos relevados en el Archivo General de la Nación (AGN), en el Servicio Histórico del Ejército (SHE) y en el departamento de Geodesia (MOSP).

Ubicación, características y prospecciones arqueológicas

El Fortín Pescado se localizó sobre la margen izquierda del arroyo Pescado Castigado a 37° 51' 21.7" de Latitud S y a 59° 50' 58.4" de Longitud O, en el partido de Benito Juárez (Figura 1a). El fortín está constituido por un montículo de unos 22 m de diámetro rodeado por un foso de 3 m de ancho (Figura 1b). Esta estructura circular se localiza a unos 182 msnm en la planicie de inundación del curso medio del arroyo y a unos 20 m del mismo (Figura 1c). Este arroyo presenta un curso permanente, con barrancas que van de 1 a 4 m de altura y con riesgo de inundación, anegamiento, salinización, sobrepastoreo y erosión en surco (Munguía y Campo de Ferreras 2003). Estos procesos pudieron haber causado la desaparición de parte del foso perimetral. Según los datos recabados en la carta topográfica Álzaga del IGM que fue levantada en 1955 (Hoja 3760-34-3), este fortín se encuentra rodeado de abundantes bañados y lagunas temporarias y permanentes. La vegetación natural incluye a los géneros Andropogon, Stipa y Piptochaetiun, los cuales son propicios para la pastura de animales.

 

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Figura 1: Localidad arqueológica Fortín Pescado. a. Ubicación geográfica. b. Cuadrículas excavadas en FP1 (montículo y foso). c. Localización de los sitios FP1 y FP2 así como las transectas de recolección superficial y de barrancas (T1 y T2).

Figure 1: Fortin Pescado archaeological locality. a. Location. b Excavated squares (mound and ditch). c. FP1 and FP2 sites location and superficial recollection transects (T1 and T2)

A partir de las tareas arqueológicas se definió la localidad Fortín Pescado constituida, hasta el momento, por dos sitios (Figura 1c). El Sitio 1 (FP1), descripto anteriormente, abarca el montículo, el foso y sus adyacencias. La extensión de los restos arqueológicos, que se encontraron tanto en superficie como en estratigrafía, comprendió sectores aledaños al montículo. Se registraron materiales hasta los 15 m al norte del montículo así como hasta los 60 m hacia el sector sudeste del mismo. En el Sitio 2 (FP2) ubicado a 37° 51' 23.9'' de Latitud S y a 59° 50' 55.1'' de Longitud O y, a unos 100 m al sureste del montículo, se recogieron restos arqueológicos entre los 0,30 y 0,40 m, en el perfil de una barranca menor a 2 m.

Las prospecciones arqueológicas se desarrollaron durante tres campañas (2008, 2010 y 2011). Las tareas realizadas en FP1 consistieron en el relevamiento de la estructura actual del fortín y sus alrededores, la determinación del estado de conservación del mismo y en la búsqueda de información sobre su historia de vida. Asimismo, se excavaron 15 cuadrículas de 1 x 1 m con orientación norte-sur: 10 en el interior del montículo y cinco en el foso, por medio de niveles de excavación artificiales de 0,5 cm. La diferencia de altura entre el centro del montículo y el foso es, en promedio, de 1,24 m. En este sitio se plantearon dos transectas de recolección superficial: una perpendicular al arroyo y en su bajada, de orientación norte-sur, con una extensión de 35 m (Transecta 1); y otra, paralela al arroyo y a la barranca, dispuesta en sentido noroeste-sudeste y de 60 m de largo (Transecta 2). Los materiales se registraron, a su vez, dentro de cada una siguiendo subtransectas perpendiculares a las mismas. Estos se registraron tanto sobre la bajada y las barrancas paralelas al arroyo así como sobre la planicie de inundación. Las barrancas tienen una altura mínima de 3 m y los materiales registrados en las mismas se encuentran entre los 0,10 y 0,15 m y entre 0,40 y 0,45 m desde la superficie del suelo actual. La excepción se da en el sector donde se encuentra el foso del fortín visualizándose desde la planicie de inundación un rasgo que constituye un canal rellenado de 1,50 m de profundidad. En el mismo se hallaron restos vítreos y óseos entre los 0,80 y 1 m de profundidad con respecto a la superficie actual del terreno.

En la Tabla 1 se sintetiza la distribución de la totalidad de los materiales descubiertos en FP1 (n = 1592) y en FP2 (n = 135). En ambos sitios los conjuntos arqueológicos se componen mayormente de restos óseos (80,5 %) y vítreos (15,2 %). Luego le siguen materiales cerámicos (3,5 %) hallados en la recolección y los metales (0,5 %). Los materiales líticos (0,1 %) y los ladrillos (0,2 %) exclusivamente se consignaron en FP1. En este sitio es destacable la abundancia de huesos en todas las cuadrículas conformando el 90,75% del total. Asimismo, existe una mayor concentración de los restos en los niveles inferiores del foso -entre los 1,5 y 3 m- así como en los niveles superiores del montículo -en el primer metro-. Nos preguntamos si esta disposición sería la esperable para este tipo de estructuras militares de campaña. Sin embargo, en los fortines cercanos investigados arqueológicamente -p.e. Miñana y Otamendi (Gómez Romero 1999; 2007), El Perdido (Langiano et al. 2007; 2009)- no se registró este tipo de asociación, ya que entre los 0,30 a 0,55 cm aparece la roca de base tanto en el montículo como en el foso y, el mayor número y densidad de restos se encontró en los montículos. Por tal motivo, con este panorama previo en el inicio de las prospecciones, se tomó la decisión de explorar mayormente el montículo del fortín y de seguir niveles de excavación acotados de 0,5 cm, para registrar y visualizar detalladamente cada material descubierto. En nuestro caso y al contrario de los fortines antes mencionados, se evidencia por el momento un significativo número y una mayor densidad de piezas en el sector del foso. Principalmente, los materiales se encontraron entre los estratos 7 y 10 -como veremos a continuación-, abarcando desde el nivel 23 hasta el nivel 35 de excavación. El 83% del conjunto del foso que fue estudiado proviene de estos niveles.

Tabla 1: Distribución de los materiales arqueológicos descubiertos en la localidad Fortín Pescado.

Table 1: Archaeological materials distribution from Fortin Pescado locality.

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Es necesario comentar brevemente las características geomorfológicas para abordar la estratigrafía de esta localidad arqueológica. Se trata de sedimentos post-pampeanos sobre sedimentos pampeanos. Los suelos de la zona son Argiudoles Típicos caracterizados por la presencia de un horizonte delgado subsuperficial de acumulación de arcillas (horizonte argílico), por debajo de las cuales aparecen concreciones de carbonato de calcio y después tosca (horizonte petrocálcico) a menos de 0,50 m (INTA 1996; Hurtado et al. 2005). Además, en líneas generales, en este sector de la cuenca del arroyo se encuentra un mayor porcentaje de limos y arcillas en detrimento de las arenas (Munguía y Campo de Ferreras 2003).

En relación con la estratigrafía de FP1 encontramos una variación según se trate del centro del montículo, la periferia del montículo o el foso propiamente dicho. En el montículo, tomando como base la cuadrícula 3, se presenta 1,30 m de relleno constituido por loess redepositado con grava carbonática, lo que le da un aspecto moteado al perfil. Cabe aclarar que este relleno es de origen humano, producto de la construcción del fortín. En general, las gravas de carbonato son menores a los 2 cm. A su vez, en algunos sectores hallamos "lentes" exclusivamente de grava y sedimentos más finos y claros de 0,10 m de espesor y entre los 0, 80 y 1 m de profundidad. Este paquete apoya sobre sedimentos más finos y de color más oscuro según se pudo establecer a partir de una calicata que alcanzó los 1,80 m de profundidad. A medida que nos acercamos al foso, y acorde a lo registrado en las cuadrículas 10 y 15, el espesor del depósito de relleno disminuye a 0,25 m, seguido por una capa de 0,15 m de grava apisonada (menor a 1 cm) y por debajo más gruesa. Los materiales arqueológicos se hallaron en el depósito de relleno. Posteriormente, continúan los sedimentos más finos y oscuros hasta los 0,50 m, nivel en que se detuvo la excavación.

En cuanto al foso, se describe el perfil tomando de base a la cuadrícula 6. La misma se excavó hasta los 2,15 m de profundidad. Su estratigrafía es más extensa y compleja, registrándose distintos eventos de inundación. La porción superior del depósito (hasta 1,10 m por debajo del suelo actual) está conformada por distintos estratos producto de los regímenes de oscilación del nivel de las aguas del arroyo que habrían ingresado al foso, algunos de mayor potencia (por ejemplo, el estrato 2: arena con caracoles y estrato 5: limo arcilloso con clastos de carbonato grandes) y otros de menor fuerza (estratos 3, 4 y 6 de loess redepositado). Luego, a partir de 1,25 m y hasta 1,60 m (estratos 7, 8 y 9), se trata de estratos más estables con presencia de materiales arqueológicos. En todo el perfil se hallaron restos arqueológicos pero en estos estratos, que corresponden a los niveles del 25 al 35, se destaca su abundancia y densidad. A su vez, el estrato 8, se compone exclusivamente de una capa cultural de unos 4 cm, representada por bloques de huesos quemados. Este mismo evento se registró en las cuadrículas 1 y 2. Por debajo de 1,60 m, se excavaron dos estratos más, que constituirían la base del foso, uno con baja (estrato 10) y otro con nula presencia de materiales arqueológicos (estrato 11, último excavado). Por último, en cuanto a la estratigrafía del sitio FP2 se registró en la base del paquete de loess un estrato con materiales arqueológicos a los 0,30 m de profundidad y con un potencial aproximado de unos 15 cm, apoyando sobre sedimentos pampeanos.

El registro arqueológico

El conjunto óseo

El análisis de los materiales óseos se centró en determinar las prácticas de explotación, consumo y descarte que fueron llevadas a cabo en la localidad arqueológica, así como la elección de determinadas especies domésticas y silvestres por parte de la dotación militar. Además, se buscó evaluar este patrón teniendo en cuenta las posibles vías de abastecimiento oficial y local. El estado de conservación de los conjuntos arqueofaunísticos de ambos sitios en general es bueno, encontrándose de manera decreciente del primero al cuarto grado de meteorización según la escala propuesta por Behrensmeyer (1978). En cuanto a la termoalteración, el 27,3 % de las piezas de FP1 -con excepción de los restos procedentes del montículo- y menos de la mitad del conjunto de FP2 está afectado en alguna medida, hallándose parcialmente quemados, quemados y calcinados. Los fragmentos alterados por acción térmica oriundos del foso se limitan a los niveles que van desde el 23 al 35. Con relación a las marcas, se registraron aquellas producidas por el grabado de raíces, adherencias, la acción de carnívoros y de corrosión. Asimismo, casi la totalidad del conjunto de FP2 y el 63% de FP1 presenta algún tipo de fractura.

Los taxones identificados en FP1 se detallan en la Tabla 2. En este conjunto se observa una mayor proporción de especies domésticas, tales como vaca, oveja, caballo y cerdo, así como otros mamíferos silvestres autóctonos -p.e. peludo, mulita, vizcacha, coipo, zorrino y comadreja colorada- e introducidos -p.e. la rata noruega-. Entre los restos de aves se determinaron aquellos del orden Paseriformes, ñandú y perdiz común. También se reconocieron reptiles como la familia de serpientes Viperidae. Dentro de los peces e invertebrados de agua dulce, se consignaron bagre sapo y caracol del barro. Similar representación se registró en FP2. El conjunto de los mamíferos indeterminados se subdividió a partir de una identificación anatómica y siguiendo la clasificación propuesta por Silveira y Cordero (2011), en: mamíferos grandes, medianos y pequeños. Los dos primeros grupos corresponderían a ungulados. En FP1 el número mínimo de individuos (MNI) es de 46 mientras que en FP2 es de 10.

Tabla 2. Representación taxonómica de restos arqueofaunísticos del sitio FP1. Notas: * 11 son placas dérmicas; ** 142 son placas dérmicas; *** 18 son placas dérmicas; **** todos son fragmentos de cáscara de huevo.

Table 2. Taxonomic representation from FP1 site. Notes: *11 are dermal scales; **142 are dermal scales; ***18 are dermal scales; **** eggshell fragments.

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En cuanto a la representación anatómica las especies de peludo, vaca y oveja exhiben una mayor diversidad de unidades anatómicas que las demás, hallándose representadas casi la totalidad de las partes esqueletarias de sus respectivos cuerpos. El 7,6% del total del conjunto faunístico de FP1 (n=102) exhibe huellas de corte producidas con algún tipo de objeto metálico. El mayor número de éstas (n=70) las encontramos en las cuadrículas del foso (Figura 2) destacándose en vaca, oveja, mulita, peludo, caballo y cerdo y corresponden a huellas de procesamiento (desarticulación, descarne y obtención de la piel). En cambio, en FP2 no se ha registrado ningún tipo de huella antrópica en los elementos estudiados.

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Figura 2: Huesos con huellas de corte. a. Costilla de Ovis aries (pieza 1198), cuadrícula 8, nivel 27 b. 2da. Falange de Sus scrofa (pieza 1026), cuadrícula 1, nivel 29 c. Escápula de Chaetophractus villosus (piezas 1103-1104), cuadrícula 2, nivel 23 d. Costilla de Bos taurus (pieza 1180), cuadrícula 7, nivel 25.

Figure 2: Bones with cut marks. a. Ovis aries rib (pieza 1198), cuadrícula 8, nivel 27 b. 2da. Sus scrofa phalanx (pieza 1026), cuadrícula 1, nivel 29 c. Chaetophractus villosus scapula (piezas 1103-1104), cuadrícula 2, nivel 23 d. Bos taurus rib (pieza 1180), cuadrícula 7, nivel 25.

Los materiales vítreos

El conjunto vítreo total analizado se compone de 230 piezas provenientes tanto de FP1 (n = 153) como de FP2 (n = 77). Los restos vítreos de ambos sitios presentan la misma tendencia en cuanto a las dimensiones y las marcas postdepositacionales. El tamaño de los fragmentos en promedio es de 3 cm de largo, 2,5 cm de ancho y 0,3 cm de espesor. Las marcas postdepositaciones consignadas consistieron, sobre todo, en microlascados, lascados pequeños y medianos, seguidos por rayaduras, fracturas, adherencias y lascados grandes. La totalidad de los fragmentos vítreos de FP2 posee pátina en ambos lados, al igual que el 90% del conjunto recolectado en superficie y la mitad del grupo vítreo excavado en FP1. El 15,7% de los restos vítreos en FP1 y el 13% en FP2 lograron remontarse, siendo porcentajes significativos en términos de integridad del contexto arqueológico. En FP1 se determinó un número mínimo de recipientes (NMR) de 13 y un número mínimo de botellas (NMB) de 9, mientras que en FP2 el NMB fue de 2 aunque es muy probable que en este sitio el NMR (así como el NMB) sea mayor debido a la diversidad de tonalidades de verde y características de manufactura de los fragmentos de paredes.

En FP1 se clasificaron mayormente botellas cuadradas y cilíndricas seguidas por frascos y tarros, recipientes cilíndricos -entre ellos, se logró determinar el tipo damajuana- y recipientes cuadrados. En FP2 se encuentran representados dos tipos de recipientes: botellas cuadradas y botellas cilíndricas. En relación con las partes de recipientes identificadas en ambos sitios sobresalen las paredes como es de esperar teniendo en cuenta la prevalencia de botellas y recipientes similares dentro del conjunto. En menores proporciones, se consignaron las bases, picos, hombros y cuellos. En cuanto a los colores se destacan la gama de los verdes, que constituyen 95,2% de los fragmentos. Otras características relacionadas con distintas evidencias de la manufactura (burbujas, hoyuelos, estrías, líneas horizontales y verticales, marcas en las bases, paredes y picos) sugieren el uso de métodos no industriales en la fabricación como el soplado en molde profundo o en molde giratorio, el uso de molde de dos o más piezas así como la utilización de snap case y pinza de vidriero. Es destacable un ejemplar de pico aplicado en botellas de ginebra hallado en FP2 que consiste en un hilo grueso de vidrio terminado con paleta (Figura 3a). Este tipo de pico más rudimentario se elaboró en los primeros tiempos, a partir de 1750 y hasta 1850 (Moreno1997).

Además las dimensiones y características tecnomorfológicas de este conjunto nos interesó determinar origen, función y cronología. En el foso (cuadrículas 1, 2 y 8) se clasificaron tres botellas cilíndricas (dos de producción francesa de vino y/o champagne, y otra de vino y/o licor); una botella cuadrada de botella de ginebra de origen holandés identificada a partir de un sello aplicado en el hombre que consta de una estrella central y la inscripción "VANDEVIN C° DE STERRE" (ver Figura 5c en Bagaloni 2014b); y un frasco cilíndrico entero, color aguamarina, hecho en molde de tres piezas con la inscripción lateral y vertical "AGUA DE FLORIDA, MURRAY Y LANMAN, N° 69 WATER St NEW YORK" (ver Figura 5b en Bagaloni 2014b). Este último artículo de uso medicinal y/o de perfumería, provenía de una fábrica instalada desde 1835 hasta 1870 en Nueva York y según Sullivan (1994:84-86) este tipo de envase se produjo entre 1857 y 1871. En la recolección superficial de las transectas T1 y T2 se hallaron cuatro botellas cuadradas de ginebra o limetas (una presenta vértices redondeados como las confeccionadas hasta 1850), una botella cilíndrica similar a las de tradición francesa de vino de Bordeaux; dos frascos (en uno traslúcido se distinguen las letras "OGN" en la parte inferior, lo que indicaría que se trata de un agua de colonia o "eua de cologne"); y un recipiente cilíndrico tipo botellón o damajuana. En FP2 se consignaron dos botellas mediante dos picos, uno de limeta acabado con paleta y otro de una botella cilíndrica de vino y/o champagne elaborado mediante un listón agregado, técnicas empleadas hasta mediados de siglo XIX.

El conjunto cerámico

Este conjunto se compone de fragmentos de gres (n = 57), lozas (n = 4) y ladrillos (n = 3). Las piezas de gres proceden de la recolección superficial y de barranca tanto de las transectas 1 y 2 de FP1. En FP2 sólo se hallaron nueve fragmentos de gres cuyo análisis se presenta en conjunto con FP1 ya que comparten las mismas características y tendencias generales en cuanto a la parte de recipiente, tipo de recipiente, vidriado, pasta, color, marcas de manufactura y marcas postdepositacionales ya presentadas en una anterior publicación (Bagaloni y Martí 2013). Cabe señalar que se trata de un conjunto con alta fragmentación -apenas superan los 3 cm de largo y ancho-, con presencia de lascados de diferentes tamaños, adherencias, rayaduras y fracturas. A su vez, se realizaron 20 remontajes que junto con el tamaño de los fragmentos nos permite sostener un alto grado de integridad del conjunto. Se identificaron bases, paredes, hombros, cuellos, picos y asas pertenecientes la totalidad de los fragmentos a botellas de ginebra y/o agua mineral.

Sin embargo, estas botellas presentan atributos tecnológicos diversos. Los colores de las pastas oscilan en la gama de los grises. El vidriado, los colores y las marcas de manufactura se registraron tanto para la superficie interna como externa. Los vidriados externos de los fragmentos han sido mayormente semi-opacos y brillosos, mientras que los vidriados internos han sido fundamentalmente opacos. Entre los colores de la superficie externa predominan los marrones, rojos, amarillos y grises; internamente, se reconoce la gama de los grises, marrones, amarrillos y rosas. En lo que respecta a las marcas de manufactura tanto internas como externas, encontramos principalmente marcas de torno como líneas y estrías -coincidentemente con su forma de fabricación torneada-, inclusiones, hoyuelos, adherencias, imperfecciones, rebordes, incisiones, marcas de huellas dactilares, fracturas, saliencias e impresiones. El NMR estimado es de 11 siendo el NMB de seis (cinco de FP1 y una de FP2). Este número se determinó a partir de 4 bases y/o grupos de bases, un pico y un fragmento de pared con asa. Estas botellas de ginebra y/o agua mineral ingresaron al Río de la Plata a partir de 1820, procedentes desde Holanda y/o Alemania.

Por otro lado, tres fragmentos de cuerpo y uno de borde de lozas hallados en la T1 de FP1, corresponden al tipo pearlware. Dos de ellos remontan y pertenecen a una taza cuyo interior es rojo sobre blanco y su exterior es rojo y verde sobre blanco (Figura 3b). Se encuentra pintada a mano y en su decoración se destacan líneas, hojas y flores. Se trata del tipo floreal policromo, también llamado estilo Gaudy Dutch, cuyo auge se dio entre 1820 y 1840 (Schávelzon 2001: 210; Colección Digital del Museo de Historia Natural de la Florida). Los otros dos fragmentos también pudieron remontarse, de color interno blanco y externo azul y celeste sobre blanco (Figura 3b), posiblemente se trate de un bowl o un bacín anular con motivos estampados (Schávelzon 2001: 212).

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Figura 3: a. Pico de limeta (pieza 1455) en FP2. b. Lozas pearlware procedente de FP1: borde de taza tipo floreal polícroma (piezas 44 y 47 remontadas, izquierda) y paredes tipo anular con motivos estampados (piezas 45 y 46, derecha). c. Botón de la Guardia Nacional hallado en T2 (pieza 18, vista anterior).

Figure 3: Limeta bottleneck (pieza 1455) en FP2. b. Pearlware from FP1: floral polychrome style cup edge (piezas 44 and 47 rejoined, left) and stamped motives annular type (piezas 45 and 46, right). c. Guardia Nacional button from T2 (pieza 18, anterior view).

Los ladrillos corresponden a trozos de distintos tamaños -de 1 a 11 cm-, hallados en estratigrafía (cuadrícula 1) y en superficie (transectas 1 y 2). Están constituidos por tierra cocida, con un bajo porcentaje de inclusiones calcáreas, poseen líneas de traza de fabricación manual y evidencias de oxidación incompleta como la amplia gama de colores -rojos, naranjas, marrón y negro- y su forma irregular. Es destacable un brillo en algunas zonas del exterior.

Los metales y otros

A pesar de los escasos materiales metálicos hallados tanto en la excavación (n = 2) como en la recolección (n = 5) de FP1 y en FP2 (n = 2) existe una variabilidad significativa de objetos representados. Entre ellos, identificamos clavos de hierro (de cabeza y sección redonda y rectangular) así como fragmentos de alambre y chapa plana. Además, se consignó una hoja de cuchilla o machete de hierro, de 39 cm de longitud, 3,5 cm de ancho y un espesor promedio de 0,3 cm. La hoja presenta un mango corto de 10 cm que también fue confeccionado con algún material metálico. Un artefacto similar se encontró en el fortín Miñana (Gómez Romero 2007: 297). Esta arma blanca posiblemente formó parte del instrumental de uso en tareas cotidianas del fortín o como parte del armamento de sus pobladores. De igual forma, una parte de un arma de aleación desconocida podría corresponder a la parte del disparador de algún tipo de armamento de la época como las armas de avancarga o los fusiles franceses e ingleses que han aparecido en otros fortines de la región como, Miñana y Otamendi (Gómez Romero 2007) y El Perdido (Langiano et al. 2009).

Asimismo, se descubrió un botón que presenta un diámetro de 2,25 cm y 0,1 cm de espesor. En la parte exterior se lee en relieve "Guardia Nacional - I - (un dibujo con cuatro hojas de roble)" (Figura 3c). Detrás tiene un orificio en forma de gancho para sujetarlo a la prenda de vestir. Se trata de un botón del Regimiento I de la Guardia Nacional, similar a los hallados en otros contextos militares de la provincia de Buenos Aires, como por ejemplo los que fueron usados por las tropas del Gral. Bartolomé Mitre en la Batalla de Cepeda (1859) contra el Gral. Justo José de Urquiza (en http://botonesdelpasado.blogspot.com.ar/2007_05_01_archive.html, acceso marzo 2013).

Por último, en la Transecta 2 de FP1, en las cercanías del montículo, se recuperó un fragmento de bola de boleadora. La misma está fabricada en granito y presenta un surco central de 0,5 cm de ancho. El hallazgo de este tipo de artefactos es común en los fortines del sudeste bonaerense antes mencionados (Gómez Romero 1999, 2007; Langiano et al. 2009).

Las fuentes escritas

La porción de tierra donde se ubica este asentamiento militar correspondió al partido de La Lobería. En 1832, fue concedida en enfiteusis a Juan J. Unanué y luego, a Domingo Lastra quien compró 11,6 l2 en 1862 (en Registro Gráfico de los terrenos de propiedad pública y particular de la provincia de Buenos Aires de 1855 y duplicado de la mensura N° 22 del partido de Benito Juárez de 1865). Algunos de sus descendientes, Nicolás, Rosa, Juan y José Lastra, mantuvieron parte de dicho terreno hasta entrado el siglo XX. Héctor y Juan B. Chayer y Ducasse lo compraron en 1940. Desde la década de 1990, esta fracción pertenece al campo "Las Cuchitas" (según mapa rural del partido de Benito Juárez de 1990), cuya dueña desciende de la familia Chayer y es la tía de Juan Chayer quién fue nuestro guía, colaborador e informante durante la primer visita al campo (2008) y posteriores campañas (2010 y 2011).

En el duplicado de la mensura N° 22 del partido de Benito Juárez (1865), que corresponde a la testamentaria de Domingo Lastra, el agrimensor C. de Chapeaurouge asentó la existencia de un "Campamento Viejo" primero emplazado en la laguna de los Perros y, luego, a unos 12 km al noroeste a orillas del arroyo Pescado Castigado. En dicho duplicado de mensura también se observa la existencia contemporánea de 20 poblaciones o puestos, cuatro pulperías y tres campamentos militares más dentro de un radio de 3,5 km2. Catorce años después, en otro duplicado de mensura N° 47 pedido por Félix de Álzaga (partido de Gonzales Chaves, 1879), el agrimensor Julio C. Serna señala la localización del "fortín viejo". En la cartografía de la época la situación del fortín es disímil, si bien aparece como un punto más integrando la línea de frontera en dos cartas elaboradas por Martin de Moussy, Carte de la Confederation Argentine de 1866 y Carte de la Province de Buenos-Ayres et des regions voisines de 1867, no fue registrado en otros mapas topográficos relevados (p.e. Carta Geográfica y Topográfica de la provincia de Buenos Aires de 1866; Czetz y Hoffmeister 1868 y 1869; Wysocki 1877).

El fortín Pescado u Once de Septiembre junto con otros fortines conformaban "líneas de fronteras" con el objetivo de defender los incipientes poblados fronterizos y sus haciendas así como efectuar el avance militar sobre territorio indígena. Según informó el teniente coronel Ignacio Rivas, este fortín se situaba en las nacientes del arroyo Pescado Castigado desde agosto de 1858. Esta instalación militar tenía el fin de proteger y facilitar las comunicaciones y de vigilar ese sector de la frontera alertando sobre el paso de malones (AGN, Comandancia de Fronteras, 1858-19-8-4). El nombre "Pescado" se debe a su ubicación en las orillas del arroyo homónimo (MOSP1993; Thill y Puigdomenech 2003). La denominación "Once de Septiembre" hace referencia a la fecha del derrocamiento del general José María Galán, delegado gobernador de la provincia de Buenos Aires y hombre del general Justo J. Urquiza, por el movimiento encabezado por el general José María Pirán, el 11 de septiembre de 1852.

La construcción del fortín demandó más de medio año como consecuencia de diversos inconvenientes en el traslado de las maderas usadas a tal efecto. Por tanto en sus inicios, el personal se alojaba provisoriamente en carpas de campaña: 20 carpas para la tropa y cuatro carpas para los oficiales (AGN, Comandancia de Fronteras, 1858-19-8-4; MOSP 1993; Thill y Puigdomenech 2003). Como bien sintetiza Gómez Romero, este tipo de estructuras militares en la Frontera Sur y Costa Sur siguieron el mismo patrón constructivo: circular, de 20 m de diámetro, con foso perimetral, mangrullo de troncos y paja, corral de caballos, rancho para el jefe y otro para la tropa, cocina, depósito; alojando entre 5 y 30 soldados (García Enciso 1980:37 en Gómez Romero 2007:242-247). El rancho podía ser de adobe (ver descripción de López Osornio en Eiras y Vassolo 1981:48; y en Thill y Puigdomenech 2003:674) o de palo a pique, generalmente de ñandubay, con techo de junco a dos aguas. En la descripción del fortín Machado efectuada por Thill y Puigdomenech (2003:681) se indica que el foso tenía un ancho de 2 m y 3 m de profundidad así como un terraplén de césped de una vara de altura. Este modelo arquitectónico se mantuvo, por lo menos, en los fortines Miñana y Otamendi (Gómez Romero 2007), El Perdido (Langiano et al. 2007), Machado, Tapera de Sabino, Del Mojón, Toscas, Quinto, Sauce, Libertad, entre otros, según relevamos bibliográficamente y en terreno, para la microrregión de estudio.

De igual forma, Gómez Romero (2007) sostiene que la continuidad de este patrón por más de 150 años obedece a que el fortín constituía una prisión cuyo propósito radicaba en "disciplinar, controlar e inculcar hábitos proletarios de trabajo a los segmentos sociales más bajos de la campiña pampeana", quienes estaban allí acantonados por largos períodos de tiempo (Gómez Romero 2007: 244). Este disciplinamiento de las dotaciones de los fortines se basaba en un conjunto de tareas tales como alertar a las poblaciones criollas del paso de un malón, perseguir y combatir a las partidas indígenas, rescatar hacienda, cautivos y botines; explorar las zonas aledañas, cuidar la caballada y otros animales domésticos, preparar de los alimentos para el consumo diario, realizar actividades de mantenimiento y reparaciones del fortín y de los útiles y herramientas, limpiar las áreas de habitación y circulación, entre muchas otras (Gómez Romero 2007; Pedrotta 1998).

En un primer momento este fortín estuvo al mando del coronel I. Rivas (1858-1859) y posteriormente, del coronel B. Machado (1859-1864). Este último militar se estableció primero en Tandil (Fuerte Independencia) y luego, hacia 1862 en el fortín Pescado, del cual se ausentó para participar de la batalla de Pavón en contra de la Confederación (1861). Los regimientos N°14, 17 "Sol de Mayo" y el 15 de Guardia Nacional servían en esta frontera (SHE, Doc. 367/1863). Diversos documentos consultados en la sección "Frontera Sud y Costa Sud contra los Indios" del SHE dan cuenta de la dinámica y algunos sucesos ocurridos en este fortín a través de la correspondencia oficial, principalmente entre Machado y el Ministro de Guerra y Marina, Gral. Juan A. Gelly y Obes. En estas comunicaciones y pedidos, realizadas mayormente desde y hacia el fortín Pescado, apuntamos distintos temas relacionados con: cuestiones administrativas y de aprovisionamiento referidas a la guarnición, los pagos, el abastecimiento de alimentos, la vestimenta, el armamento así como medicamentos, camas y demás artículos para el Hospital del Departamento (Doc. N° 4 de 1858; 184, 200 y 298 de 1862; 362, 366, 367, 368, 375, 2139, 2149, 491 y 2447 de 1863); regalos a caciques, visitas y raciones a distintas parcialidades (Doc. N° 298 de 1862; 484 y 644 de 1863); movimientos, invasiones y robos a establecimientos fronterizos y/o rurales por parte de tribus ubicadas en el arroyo Tapalqué y grupos ranqueles así como sus persecuciones y rescate (Doc. N° 298 de 1862; 374, 434, 645, 646, 647, 648, 678, 696, 698, 2373 de 1863); quejas por la instalación de estancias y sus haciendas, y poblaciones fuera de la línea de frontera (Doc. N° 105 y 1847 de 1862; 645, 646 y 702 de 1863); construcción de nuevos fortines en los arroyos Tres Arroyos y Seco (Documentos N° 485, 488, 494, 702 de 1863); y la guarnición de la nueva frontera en Tres Arroyos, familias y raciones de carne (Doc. N° 500 de 1863; 8961 de 1865).

En otros escritos, Machado solicita se le provea de 500 banderolas azul y blanco para las lanzas de la Guardia Nacional (SHE, Doc. 374/1863) y comunica que se devenguen 460 racionados (SHE, Doc. 484/1863). Es posible que esa sea la cantidad aproximada de soldados que había ese año en la Frontera Costa Sur. Por el momento, no contamos con datos de las listas de revista específicas del fortín Pescado. No obstante, estimamos que era similar al número de hombres de las dotaciones de algunos fortines cercanos, que funcionaron en la misma época y tenían una estructura semejante, como Miñana y Otamendi cuya dotación osciló entre 20 y 50 personas durante los años 1861, 1862 y 1864 (Gómez Romero 2007). Sin embargo, en determinados momentos este número podría aumentar momentáneamente. Por ejemplo, Machado informa que en 1863 se presentó en el campamento Pescado un contingente del Regimiento N° 11, compuesto por 93 guardias nacionales al mando de dos oficiales (SHE, Doc. 375/1863). Años más tarde, se señala que la distribución de los efectivos de la Frontera Costa Sur es de 126 soldados para toda la frontera (SHE, Doc. 8961/1865).

El Estado Nacional, por otra parte, debía abastecer a las dotaciones militares de ganado en pie, equipos, vestimenta, armamento y medicamentos, entre otros, como se ve reflejada en las solicitudes que hacía Machado para la frontera Costa Sur entre 1862 y 1863. Las inclemencias climáticas, las situaciones de pobreza y las reiteradas carencias en los fortines de la frontera Sur, y en general de las fronteras bonaerenses, ya han sido retratadas por distintos militares, viajeros, literatos (p.e. Barros [1872] 1975; Ébelot 2008; Hernández [1770] 1969; Levalle en Raone 1969; Prado [1870] 1960; Walther 1974). En esta línea, en un documento de 1863, Machado acusa recibo de una resolución que dispone que los jefes militares no autoricen pago alguno (SHE, Doc. 366/1863). No sólo eran habituales las irregularidades en el pago y entrega de "vicios" a los soldados reclutados y a cargo de oficiales y militares de carrera (Gómez Romero 1999; Landa et al. 2008), sino también era común la corrupción en el manejo y la entrega de raciones a los "indios amigos" por parte de los proveedores del ejército y los comisarios de partido generando conflictos entre las propias parcialidades indígenas (de Jong 2008; Hux en de Jong y Satas 2011). Estos conflictos se fueron acrecentando, sobre todo con el fin de la Guerra del Paraguay (1865-1870), llevando al quiebre de las relaciones pacíficas con algunas de las tribus de "indios amigos" y aquellas con las que mantenían distintos tratados de paz (de Jong y Ratto 2008; de Jong 2011; Pedrotta 2005). Asimismo, contamos con una lista de "Regalos á Indios" que fueron comprados en la casa Galván y Cía. durante todo el año 1862 donde se observan los artículos y bienes que circulaban por el espacio fronterizo del sudeste bonaerense (SHE, Doc. 644, 3/2/1862). Destacamos, entre estos, las botellas de ginebra y aguardiente, frascos de anís y caña, y las cuchillas y chuchillos grandes en relación al registro arqueológico hallado en FP1.

El funcionamiento de este fortín, por lo menos, implicó un lapso de cinco años: desde su creación en 1858 y hasta fines de 1863. En este momento, según lo evidencia la correspondencia anterior, la bibliografía (Eiras y Vassolo 1981; MOSP 1993; Thill y Puigdomenech 2003; Walther 1974) y la cartografía (Carta Geográfica y Topográfica de la provincia de Buenos Aires de 1866; Czetz y Hoffmeister 1868 y 1869; Wysocki 1877) consultadas, continuó el avance de la Frontera Costa Sur hacia la zona de Tres Arroyos, comenzando la construcción del fortín Tres Horquetas o Tres Arroyos el 19 de Noviembre de 1863 (SHE, Doc. 702/1863). Pensamos dos alternativas al respecto: 1) que el fortín Pescado haya dejado de funcionar completamente y haya sido abandonado a fines de 1863 o principios de 1864 y 2) que haya dejado de funcionar parcialmente, pasando a ser usado como posta militar hasta el fin de la década. Por ahora, no contamos con ningún escrito que apoye fehacientemente ninguna de estas dos hipótesis. Sin embargo y en relación con la segunda idea, en dos informes escritos por Machado de 1866 se describió el establecimiento de postas desde el campamento Tres Arroyos hasta Tandil para facilitar la correspondencia y control de los caballos patrios (SHE Doc. 855 y 864/1866). Recordemos que cercano a este camino se ubicó el fortín Pescado.

Discusión y consideraciones finales

Es necesario sintetizar y discutir los resultados obtenidos del análisis de los dos sitios arqueológicos de la localidad Fortín Pescado. Primeramente, el sitio FP1, donde se localizó el fortín propiamente dicho, presentó una estructura de planta circular compuesta por un montículo donde se encontraría el área de residencia de la tropa y los jefes militares, rodeada actualmente por un foso semiperimetral que ha sido afectado por distintos procesos naturales y antrópicos. Este sitio además comprende un área alrededor de la estructura monticular que contiene materiales en superficie y en barranca. Estos últimos materiales se hallaron en estratigrafía dentro de un sector delimitado en una barranca al noroeste (T1) y a lo largo de la línea de barranca que corre paralela al arroyo y hacia el sureste del fortín (T2). Ambos sectores, podrían pensarse como: áreas de descarte y/o áreas de vivienda. En segundo lugar, en FP2 se descubrió otra concentración de materiales que posiblemente formó parte de: 1) un basural (área de descarte pautada) y/o 2) un área de habitación transitoria por parte de la guarnición. A continuación se discuten la distribución de los residuos, las posibles dinámicas internas, los procesos de descarte e interpretaciones de ambos sitios.

En FP1 se observó una gran diferencia en cuanto a la distribución de materiales entre el área interna y externa del montículo. Por un lado, en el montículo se excavó el mayor número de cuadrículas (10 m2), que arrojaron el menor número de piezas (8,8% de los materiales hallados en todo el sitio). En cambio, en el foso sucede lo contrario, en la mitad de las cuadrículas (5 m2) se halló el 49,6% de materiales descubiertos en el sitio. El restante 41,6% corresponde a las recolecciones superficiales y de la barranca, cuya concentración mayor coincide con el área más cercana a la estructura circular. Asimismo, el 86% de las piezas halladas en el foso provienen de un tramo acotado en la estratigrafía, entre los niveles de excavación 23 y 35. Esta distribución estaría relacionada con las actividades desarrolladas por los fortineros y el uso del espacio interno/externo que éstos hicieron. El mantenimiento del fortín y la limpieza continua de las áreas de habitación y circulación podría ser la causa del bajo porcentaje de materiales dentro del montículo. Siendo lo esperable una concentración de desechos zonas aledañas a los ranchos y vías de circulación y en los sectores inmediatos al perímetro del montículo. No así, en las áreas de circulación y, de entrada y salida de los ranchos o estructuras de vivienda (Pedrotta 1998).

Las cuadrículas 4, 5, 9, 13, 14 y 15 son las que presentan un número de piezas igual y/o superior a la media hallada en el montículo (promedio es de 14 piezas por cuadrícula y en un volumen inferior al m3). En todas las cuadrículas se registran fragmentos o elementos completos de un tamaño menor a 1,7 cm en promedio y sólo en la cuadrícula 15 se realizaron 3 remontajes de un mismo elemento óseo. En cuanto al tipo de materiales, las cuadrículas 3, 9, 13 y 14 son las que presentan restos vítreos que corresponden paredes de una botella cuadrada. Además, en las cuadrículas 3, 5, 9, 13 y 15 se recuperaron huesos con huellas de procesamiento de oveja, peludo y mamíferos medianos. Asimismo, en las cuadrículas 10, 11 y 12 únicamente se encontraron restos óseos siendo los más escasos hallados en todo el montículo. También en las cuadrículas 9, 10, 12, 13 y 14 se descubrió un posible piso de grava muy pequeña (menor a 1 cm) y apisonada. En síntesis, hasta el momento, no hay un patrón claro establecido de áreas de vivienda y circulación, debido a que tanto las cuadrículas del centro y borde como las del sector intermedio del montículo presentan características similares. Sin embargo, las cuadrículas 10, 11 y 12 podrían proponerse como un paso de circulación, teniendo en cuenta el bajo número de hallazgos por m3 y su ubicación cercana a otras cuadrículas con mayor diversidad y número de objetos. Esta última idea debería contrastarse con la ampliación del área excavada en ese sector y en otros del montículo. No obstante esta tendencia preliminar, debemos ser cuidadosos a la hora de interpretar la distribución espacial de los materiales arqueológicos, ya que el montículo, sobre todos los demás sectores de FP1, se encuentra perturbado por la actividad actual de Chaetophractus villosus, favoreciendo la migración de piezas tanto vertical como horizontalmente. A futuro se pretende realizar estudios tafonómicos para dilucidar este problema así como ampliar el área de excavación para tener una visión más integral del mismo.

A pesar de esta última situación, es relevante el alto número de objetos desechados, el grado de integridad de los mismos y la ubicación espacial restringida dentro de la estratigrafía del foso. En cuanto al conjunto óseo recuperado, el 26% de los restos óseos hallados se encuentra completo, se realizaron 64 remontajes óseos y 14 piezas articulan entre sí. Por ejemplo, se hallaron vértebras caudales articuladas de Bos Taurus en la cuadrícula 1 (nivel 27) y Ovis aries en la cuadrícula 6 (nivel 30) así como una carcasa de un peludo en la misma cuadrícula. Además, es clara la existencia de uno o varios eventos de quema, en el o los que tanto el sedimento como los restos óseos se hallan comprometidos. Este/os evento/s está/n conformado/s por un gran paquete de huesos quemados compuesto por restos de vaca, oveja, caballo, mulita, peludo, mamíferos medianos y mamíferos grandes. Esta concentración se registró claramente en sectores de los niveles 24, 25 y 26 de las cuadrículas 1 y 2 y, en sectores de los niveles 31, 32 y 33 de las cuadrículas 6 y 7. A su vez, algunos fragmentos de vaca, caballo, mamífero mediano y grande de estos niveles con restos óseos termoalterados presentan huellas de procesamiento: marcas de descarne los tres primeros y huellas de desarticulación los mamíferos grandes. Asimismo, por encima y por debajo de este/os evento/s se registraron materiales óseos, vítreos y metálicos pero, como ya mencionamos, el mayor número de estos provienen de los niveles del 23 al 35. Dentro de los materiales óseos y en estos niveles, hay una mayor diversidad taxonómica y anatómica. Además de vaca, caballo, oveja, peludo y mulita, se identificó cerdo, perdiz común, cáscara de huevos de ñandú y otras aves no determinadas, así como ratas y caracoles de agua dulce. Igualmente hay una amplia representación de unidades anatómicas diferenciales y se registraron 49 piezas con marcas de procesamiento con algún filo metálico. Por encima de estos niveles (del 2 al 21), se clasificó vizcacha, caballo, vaca, oveja y mamífero mediano, también con huellas de corte. Algunas piezas de estos niveles superiores podrían ser producto de la migración vertical (ocasionada por las dos cuevas de peludo registradas) desde niveles más bajos, y/o evidencia de una migración horizontal producto de los episodios de inundación del foso. En las cinco cuadrículas del foso y en los niveles del 14 al 27, se estimó un NMB de cinco y se efectuaron 15 remontajes. Por tanto, la distribución e integridad del foso es precisa así como lo es la variedad de especies y tipos de recipientes de vidrio hallados. De esta forma, existió una elección ocasional y/o pautada por parte de los pobladores del fortín por deshacerse de sus desechos en el foso y, en algunas ocasiones, hasta quemarlos. Estas prácticas seguramente se relacionaron con la eliminación de malos olores y con el objetivo de no atraer animales carroñeros, roedores y microroedores.

En cuanto a la dinámica de descarte en los fortines bonaerenses, un desarrollo teórico se puede consultar en la tesis de licenciatura de Gómez Romero (1999). Este autor destaca que no había una pauta oficial establecida en relación con el tratamiento de los residuos (ver cita del Virrey Vértiz en Gómez Romero 2007: 296). Pero también puntualiza que no sería esperable que se arrojara basura en los fosos para que éstos no se llenaran y perdieran funcionalidad defensiva (Gómez Romero 2007). Quizás esta práctica anárquica de deshacerse de la basura sea la que está prevaleciendo en fortín Pescado y no así en otros de la misma época, como Miñana y Otamendi. No obstante, en el fortín La Parva, tanto en la fosa nordeste del montículo central como en la fosa nordeste del montículo secundario se recuperó gran cantidad de restos óseos, que fueron interpretados por sus investigadores como áreas de basural (Langiano et al. 2011:170). Esto indicaría que en La Parva también se estaría dando esta práctica de arrojar residuos en el foso perimetral.

En este sentido, es importante evaluar qué sucede por afuera de la estructura circular en FP1, para tener una visión más acabada de todo el fortín. La zona externa presenta materiales arqueológicos inmediatos a la estructura monticular en toda su extensión norte y noroeste (T1, bajada al arroyo) y en el sureste (T2, paralela al arroyo). Fuera de estas transectas no se ha encontrado material en superficie ni en las barrancas, salvo el caso de FP2 que trataremos más adelante. Juan Chayer mencionó la existencia de un corral, como mucho a unos 100 m aproximadamente, al norte de la estructura del fortín. Él lo distinguía desde niño debido a la diferencia de color de los pastizales. Esta zona se prospectó en las campañas de 2010 y 2011 a pesar de su baja visibilidad arqueológica. Si bien se exploraron las barrancas y las superficies aledañas a las mismas, no se halló ningún tipo de material arqueológico ni la diferencia de color en los pastizales que él mencionaba. Esto, a su vez, se contrastó con una visita de Chayer al sitio que tampoco tuvo resultados positivos. No obstante, es importante hacer referencia al dato acerca de la existencia de esta estructura porque es de esperar que en los corrales de ganado -sobre todo caballar, que constituían el elemento fundamental para la movilidad y persecución de los grupos indígenas -, y sus cercanías, el porcentaje de materiales descartados sea nulo o bajo, sobre todo de elementos cortantes como metales y/o vidrios (Gómez Romero 2007).

Justo en el área opuesta al sector donde supuestamente se hallaba el corral del fortín, es donde registramos la mayor parte de restos arqueológicos tanto en superficie como en las barrancas. No obstante, hacia el noroeste del montículo recolectamos a través de la T1 materiales arqueológicos, cuya mayor concentración se encuentra en los primeros 20-25 m de dicha transecta y hasta 5 m de distancia de la estructura monticular (Figura 4a). Coincidiendo con el lugar que ocupó el foso en el pasado y que hoy se encuentra destruido por el tránsito continuo del ganado que baja al arroyo, la erosión y retracción de las barrancas, entre otros procesos. Entre los restos encontramos huesos de vaca, oveja, peludo, mulita, mamíferos de distinto porte sin identificar y cáscaras de huevo de ñandú; vidrios correspondientes a botella cilíndrica de vino, limetas, damajuana y un frasco; una taza y un bacín de loza pearlware; dos botellas de gres de ginebra y/o agua mineral y tres fragmentos de ladrillo. Algunos huesos de vaca y de mamíferos medianos exhiben huellas de corte. De esta manera, observamos una mayor diversidad de tipos de materiales que los que fueron hallados tanto en las cuadrículas excavadas en el foso como en las cuadrículas del montículo.

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Figura 4: Localidad arqueológica Fortín Pescado con áreas de descarte y/o vivienda y sector de ubicación posible del corral. a. Área de descarte no pautado en relación en el foso, actualmente destruido. b. Área de descarte pautado, continuación de los niveles de cuadrículas del foso con mayor concentración de materiales arqueológicos. c. Área de viviendas transitorias. d. Basurero.

Figure 4: Fortin Pescado archaeological locality showing discard areas and possible corral location. a. non systematic discard area related to the ditch, actually destroyed. b. Systematic discard area, ditch squares with more frequent archaeological material. c. transitory household area. d. Dump

Por otro lado, en la T2 se pueden delinear dos agrupaciones de materiales arqueológicos. El primer grupo coincide con el foso del montículo, entre los 10 y 20 m de T2 (Figura 4b). En esta recuperamos huesos de oveja, vaca, peludo, mamíferos medianos y grandes -algunos con huellas de procesamiento (n=6)-, restos de mulita y cáscaras de huevo de ñandú. En esta misma agrupación de materiales identificamos dos botellas de vidrio y un frasco de colonia; una fracción de alambre y un fragmento de bola de boleadora. Este grupo se interpreta como un área de descarte utilizada por la guarnición militar, coincidiendo con el mismo patrón que se viene dando en ese sector del foso, ya que sigue la línea de rasgo del foso y los niveles de concentración de los materiales arqueológicos excavados en las cuadrículas 6, 7 y 8.

El segundo grupo se encuentra entre los 40 y 60 m de T2, mayormente en estratigrafía (Figura 4c). Este conjunto arqueológico se compone de restos óseos de vaca, caballo, peludo, mulita, mamíferos grandes y medianos y cáscara de huevo de ñandú. El 44% de los huesos se hallan termoalterados y ocho de ellos presentan huellas de corte (vaca, caballo y mamífero mediano). Además, se descubrió una botella cuadrada y una botella cilíndrica de vidrio, tres botellas de gres de ginebra y/o agua mineral, un botón de metal de la Guardia Nacional, un clavo de sección rectangular y un fragmento pequeño de ladrillo. Para este sector de FP1 propusimos dos hipótesis: 1) que se trate de un área de descarte pautada con lugares específicamente elegidos y/o 2) que sea producto de la depositación y/o descarte eventual asociado a áreas de vivienda transitorias de las Guardias Nacionales (depositación o descarte no pautado). Por un lado, tenemos un porcentaje medio de huesos con distintos grados de termoalteración y con similar diversidad de objetos vítreos y cerámicos que en otros sectores superficiales de FP1. Además, el sedimento en el que se hallaron no estaba quemado. Asimismo, de tratarse de un basurero como área de descarte pautado, esperaríamos un área más acotada espacialmente y con una gran concentración de objetos en pocos metros cuadrados. Este patrón tampoco se estaría dando ya que el área que ocupa este conjunto material es mayor a los 20 m de largo. Por otro lado, es único el hallazgo del botón y del clavo rectangular puede explicarse como un descarte accidental debido al pequeño tamaño de estas piezas. Por tanto, sostenemos la posibilidad de que parte de la guarnición del fortín o contingentes militares que se encontraban de paso en el mismo hayan habitado en forma transitoria este sector de FP1. En este sentido, y en apoyo a esta idea, recordamos la llegada del contingente del Regimiento N° 11, compuesto por 93 guardias nacionales al mando de dos oficiales al fortín Pescado según informa Machado (SHE, Doc. 375/1863).

Por último, el sitio FP2 comprende una concentración de materiales en una barranca a 100 m de la estructura circular (Figura 4d). Esta agrupación ocupa 1,5 m de largo y abarca una franja de unos 10 cm de la estratigrafía. Entre los materiales se destacan huesos de oveja, peludo, mulita, mamíferos pequeños, medianos y grandes y aves; una botella de gres de ginebra y/o agua mineral; dos fragmentos de metales planos; y un mínimo de dos botellas de vidrio cuyas características nos indican una mayor antigüedad que las halladas en FP1. Es posible estimar en un mayor número de botellas cuadradas debido a la diversidad de colores y marcas de manufactura representadas por las paredes. Los restos óseos no presentan marcas de procesamiento antrópico y casi la mitad de los mismos se encuentran con distintos grados de termoalteración. Nos planteamos para este sitio las mismas hipótesis que para el sector de FP1 descripto en el párrafo anterior. En este caso, sostenemos la idea de la existencia de un basural debido a la diversidad de materiales tanto vítreos como óseos en un sector acotado, así como por los signos de termoalteración. Además, por su ubicación alejada tanto del montículo (a 100 m) como de las ocupaciones que se instalaron fuera del fortín (a unos 60 m) y en el lado opuesto al posible corral de animales.

Recapitulando, en base a los resultados de las pesquisas arqueológicas desarrolladas y teniendo en cuenta la información oral y las descripciones dadas en otros fortines de la Frontera Sur y Costa Sur (MOSP 1993; Thill y Puigdomenech 2003; Walther 1974), en la localidad arqueológica Fortín Pescado identificamos áreas con distintas características y funciones:
- sector habitacional y de circulación con una baja densidad y concentración de objetos (montículo circular),
- sector de descarte pautado (evento/s del foso entre los niveles 24, 25 y 26 de las cuadrículas 1 y 2 y en los niveles 31, 32 y 33 de las cuadrículas 6 y 7 de FP1) y/o no pautado (depósitos excavados en el foso distintos al anterior con baja densidad de materiales y parte de T1 en relación con la estructura monticular),
- áreas de ocupación ocasional con generación de depósitos aleatorios y/o de descarte no pautado (segunda agrupación de T2),
- área de descarte pautado con una alta concentración de elementos en un sector acotado, una gran diversidad artefactual y evidencias de alteración térmica (el sitio FP2),
- una posible área de corral para ganado hacia el sector norte de la estructura monticular, hasta el momento no constatada arqueológicamente.
 
Asimismo, es importante remarcar que la totalidad de los materiales vítreos y cerámicos, así como los fragmentos líticos, metálicos y el 99% del conjunto faunístico hallado (excluyendo los restos de peludo cuya depositación podría ser más reciente) corresponden a momentos de la ocupación del fortín. En cuanto al aprovechamiento y consumo de animales, el análisis del conjunto faunístico de la localidad Fortín Pescado exhibe una diversidad taxonómica destacable. Por un lado, los habitantes de FP1 y FP2 basaron su subsistencia en animales domésticos introducidos: vaca, oveja, caballo, cerdo. El ganado en pie era proporcionado periódicamente por el Estado Nacional. Sin embargo, estas partidas no siempre llegaban, por lo que las guarniciones tuvieron que satisfacer sus necesidades de alimento a través de la caza, la pesca y la recolección de especies silvestres y sus derivados. Por tanto, otra estrategia alimenticia paralela consistió en la explotación de animales autóctonos de menor porte, armadillos como el peludo y la mulita, vizcacha, aves, peces, huevos de ñandú, entre otros.

Según los estudios realizados distintas líneas de evidencia apuntan a un uso integral de los animales hallados. En este sentido, las huellas de procesamiento identificadas, tanto en la fauna autóctona como en la introducida, indicarían distintas actividades para la obtención del cuero, la extracción de carne y otros subproductos. Muchos de estos productos -plumas de ñandú, cueros, lana de oveja, etc.-, como sostiene Gómez Romero (1999), constituían bienes intercambiables mediante el trueque, dinero o especies con algunas parcialidades indígenas así como con vendedores ambulantes. Quizás en estos términos podemos explicar la aparición de un fragmento de bola de boleadora en las proximidades del fortín, utilizada posiblemente para cazar.

Los distintos artículos de consumo de origen europeos -p.e. las bebidas alcohólicas- así como otros "vicios" -p.e. yerba, azúcar, tabaco- debían, en principio, ser también suministrados a las guarniciones por el Estado cuando no existían negocios próximos a las instalaciones militares (Thill y Puigdomenech 2003). No obstante, estos productos eran mayormente obtenidos mediante el comercio y/o intercambio entre las guarniciones militares y los dueños de las pulperías cercanas que visitaban los fortines (Gómez Romero 1999, 2007; Landa et al. 2008). Como detallamos anteriormente, existían por lo menos cuatro pulperías cercanas a este fortín: una sobre la margen derecha del arroyo pescado Castigado y sobre el camino de Tandil a Tres Arroyos; otra sobre la margen izquierda del mismo arroyo cuyo dueño era D. N. Elejalde; otra, al norte del Cañadón del Chancho y la última sobre la margen izquierda del arroyo Quequén Grande (duplicado de mensura N° 22 del partido Benito Juárez, 1865).

De este modo, los restos arqueológicos vítreos y cerámicos nos indican algunos de los artículos que comerciaban y/o intercambiaban los fortineros. Entre ellos, botellas de vidrio de ginebra holandesa, vino francés y otras bebidas en damajuanas, botellas de gres de ginebra y/o agua mineral así como aguas de colonia y vajilla de loza inglesa estilo pearlware. La cronología relativa de estos objetos coincide con el momento de ocupación del fortín Pescado según lo relevado en la bibliografía y en los documentos escritos. Asimismo, los metales tales como el botón de la Guardia Nacional, el clavo rectangular y el fragmento de un arma factiblemente de avancarga, también apoyarían el mismo contexto.

Por último, cabe destacar que el estudio de los materiales de los dos sitios FP1 y FP2 de la localidad arqueológica Fortín Pescado ha arrojado resultados novedosos ya que hasta el momento no se contaba con datos arqueológicos de ningún fortín de la Frontera Costa Sur. En contraposición, sí son numerosas las investigaciones arqueológicas desarrolladas en fortines que formaron parte de la Frontera Sur para la misma época (1858-1869), entre ellos, Miñana, Otamendi, La Parva y El Perdido.

Berisso, 22 de Septiembre de 2014

Agradecimientos

Este trabajo fue realizado en el marco de mi tesis doctoral. Agradezco a Juan Chayer y a la familia Massigoge por el apoyo incondicional durante los trabajos de campo. A la Lic. Leire Estenoz Carrascosa por el análisis de los restos óseos y a Verónica Martí por acompañarme en el estudio de los materiales cerámicos. A mi directora Victoria Pedrotta por las sugerencias y comentarios de una versión preliminar. El contenido de este artículo es de mi absoluta responsabilidad.

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