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Revista del Museo de Antropología

versão impressa ISSN 1852-060Xversão On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.8 no.2 Córdoba dez. 2015

 

DOSSIER

Elías y el Holocausto. Sobre los desafíos de la producción de un conocimiento sociológicamente distanciado de las víctimas y los victimarios en la Argentina

Elias and the Holocaust. On the challenges of producing a sociological distanced knowledge from victims and perpetrators in Argentina

Virginia Vecchioli*

*IDAES, Universidad Nacional de San Martín

Recibido 12-02-2015. Recibido con correcciones 03-12-2015. Aceptado 06-12-2015

Resumen
En este artículo me propongo explicitar la manera en que los trabajos de Elías y, en particular su libro Los Alemanes, constituyen un aporte clave para pensar los procesos de violencia política en Argentina, una temática abordada desde los estudios académicos locales por perspectivas fuertemente prescriptivas sobre el pasado reciente comprometidas centralmente con la institucionalización de una memoria emblemática de la dictadura. Me interesa destacar el tipo de preguntas empíricas que abre la lectura de Los Alemanes y la manera en que una apropiación sustantiva - y no meramente declarativa - del trabajo de este autor supondría nuevos desafíos para el análisis del caso argentino, especialmente en relación a la ampliación de los temas de análisis y de las fronteras temporales y espaciales que recortan el trabajo de campo. Me interesa abordar también los dilemas que plantea el trabajo de Elías, tanto en su condición de académico como de víctima del Holocausto, en la construcción de un punto de vista sociológicamente comprensivo de los conflictos políticos que atravesaron nuestra sociedad y las actuales lecturas académicas sobre el tema.

Palabras clave: Norbert Elías; Holocausto; Víctimas; Argentina.

Abstract
In this paper, I will analyze the way in which Elias´s works, especially his book The Germans, constitute a crucial contribution to understand contemporary processes of political violence in Argentina, a subject matter approached from the academic local studies on memory by strongly prescriptive perspectives centrally engaged on the institutionalization of an emblematic memory about dictatorship. I´m interested in emphasizing the type of empirical questions that The Germans opens and the way in which a substantive appropriation - and not merely declarative - of Elias' work would assume new intellectual challenges for the analysis of the Argentine case, especially in relation to the possibility to open and create new research issues and the expansion of temporal and spatial borders. I'm interested also on analyzing the dilemmas his work raises, as well as an academic and as a Holocaust's victim, in terms of the construction of a sociologically comprehensive point of view.

Keywords: Norbert Elias; Holocaust; Victims; Argentina.

Introducción

Norbert Elias es uno de los pensadores más importantes del siglo XX. Por la dimensión y alcance de su obra, por su intención de producir grandes síntesis analíticas, "Elías puede ser considerado al mismo tiempo como el último de los grandes pensadores clásicos y como un autor contemporáneo que abrió nuevos caminos a la ciencia social" (Zabludovsky: 10:2009). A largo de su vida, Elias asumió el desafío de hacer inteligible lo impensable: la experiencia trágica y devastadora del Holocausto, de la que fue a la vez víctima y testigo. Sus reflexiones a lo largo de más de 30 años fueron integradas en el libro Los Alemanes. La lucha por el poder y la evolución del habitus en los siglos XIX y XX1 (1989), considerado su última gran obra. En este trabajo el sociólogo alemán vuelve sobre las hipótesis centrales desarrolladas tempranamente en El proceso de la civilización. Investigaciones Sociogenéticas y Psicogenéticas (1939) para dar cuenta de la antítesis de la experiencia civilizatoria: el exterminio de ciudadanos alemanes en manos de sus propios conciudadanos.

En este artículo me propongo mostrar de qué manera la perspectiva de Norbert Elias ha servido de inspiración a mi propio trabajo de investigación, orientado a comprender el universo de las víctimas de la violencia terrorista del Estado argentino en el marco de la última dictadura militar y el surgimiento de la causa por los derechos humanos en dicho contexto. Para ello me propongo en primer lugar, ofrecer una breve reseña biográfica que sitúa a Elías y su trayectoria profesional en el contexto del ascenso del nacional-socialismo y la experiencia del Holocausto. En segundo término, sintetizo la manera en que Elias construye un punto de vista sociológicamente comprensivo sobre la experiencia del exterminio nazi. Y por último, muestro de qué manera la obra de Elias orientó mi propio trabajo de investigación, sugiriendo también posibles vías de profundización de esta perspectiva a futuro, con la expectativa de que la inspiración de este autor permita abrir muchas líneas de investigación que continúan aún hoy como canteras inexploradas a pesar de la profusa producción sobre las temáticas memoria y derechos humanos.

1. El Holocausto en el marco de la trayectoria biográfica e intelectual de Norbert Elías

Elías nació en Breslau (actualmente la ciudad polaca de Wroclaw) el 22 de junio de 1897 y falleció en 1990, a los 93 años. Fue el único hijo de Hermann Elías - un comerciante de la industria textil y de Sophie, todos ellos miembros de una familia acomodada de judíos alemanes. Sirvió en el ejército alemán durante la primera guerra mundial. Sobre esta primera experiencia de violencia masiva, Elías señaló "nunca fue mi guerra, en secreto siempre estuve en contra de todo esto"2 . Finalizada la guerra, Elias se inscribió en la Universidad de Breslau para estudiar filosofía, medicina y psicología. En 1922 se graduó en medicina y durante 1923 y 1924 concluyó su doctorado en filosofía. Una vez que obtuvo su título de doctor (1924), comenzó a estudiar sociología en Heidelberg, donde predominaba una sociología con fuerte influencia de la historia. En aquél entonces, Heidelberg era considerada una suerte de meca para los estudiantes de sociología. Allí trabajó hasta 1930 bajo la orientación de Alfred Weber, el hermano menor del reconocido sociólogo alemán, Max Weber. Luego fue ayudante de cátedra de Karl Mannheim en Friburgo y se trasladó con éste a Frankfurt en 1932 donde esperaba asumir una cátedra y construir una carrera promisoria a partir de su habilitación, marcada para 1933 en el seno de la Escuela de Frankfurt, uno de los polos de ideas más importantes de Europa. Pero a partir del ascenso del Nacional Socialismo y con la llegada de Hitler al poder en 1933, Elias fue víctima directa de la represión cuando las SS persiguieron a los miembros de su seminario acusándolos de comunistas.

A partir de entonces, su vida y su trayectoria académica estuvieron signadas por la violencia política y el exilio: abandonó Alemania en 1933 y fue el único integrante de su familia que sobrevivió al Holocausto: sus padres murieron entre 1940 y 1941 en los campos de exterminio nazis (su madre murió en Auschwitz, su padre en Breslau). Cuando Inglaterra declaró oficialmente la guerra a Alemania y ya era inminente su invasión, Elias, en tanto ciudadano alemán y enemigo, fue conducido a los campos para refugiados de Huyton en Liverpool y el Hutchinson Camp de la Isle of Man, pasando seis meses detenido. Durante todos sus años de exilio Elías intentó obtener una posición en la Universidad. Sin embargo, esto no ocurrió hasta 20 años después de su partida de Alemania. Como él mismo señaló, "era demasiado mayor para iniciar una carrera y demasiado joven para obtener una cátedra"3 . Ya había abandonado Paris en 1935 - su primer destino en el exilio - con la esperanza de obtener trabajo en Londres, donde tampoco tuvo un puesto estable hasta 1954 cuando fue nombrado profesor en la Universidad de Leicester, a los cincuenta y siete años de edad, cuando apenas le faltaban ocho años para jubilarse4 .

Durante los veinte años anteriores a Leicester, Elias trabajó contratado como asistente de investigación en la London School of Economics (1939), dando cursos privados para adultos, conferencias y dirigiendo grupos terapéuticos5 . A su destino personal trágico se sumó el hecho de que durante gran parte de su vida, Elias no logró el reconocimiento de sus pares. Uno de sus libros más importantes, El proceso de la civilización (1939) no estaba traducido al inglés y la difícil coyuntura bélica en que apareció su libro en alemán - publicado con la ayuda financiera de sus padres - hizo que éste pasara desapercibido para sus colegas, al punto que su editor le comentó después de la guerra: "Vea usted el sótano lleno ¿no los podríamos liquidar? Nadie quiere comprarlo"6 . La importancia de este libro no se conocería sino hasta 30 años después, a mediados de los años sesenta, cuando las ciencias sociales se reformulan a la luz de las experiencias históricas del Mayo del 68 en Europa y del surgimiento de los movimientos de liberación nacional en las colonias. Luego de más de cuarenta años de aislamiento y de llevar una vida académica marginal, su trabajo comenzó a ser reconocido, cuando estaba cerca de cumplir los ochenta años. En los 70s, ya era, finalmente, un sociólogo ampliamente reconocido7 .

La falta de reconocimiento se vinculaba no sólo con las difíciles circunstancias de su época sino también con su originalidad y con la manera en que Elías rechazaba las modas intelectuales8 . Desde el inicio de su formación y a lo largo de toda su trayectoria, defendió una serie de ideas, teorías y perspectivas que iban a contra-corriente de las tendencias dominantes dentro de las ciencias sociales, como era el caso de la sociología de Talcott Parsons, quien privilegiaba el análisis sincrónico. Para Elias, este tipo de sociología corre el riesgo de ser profundamente etnocéntrica ya que elabora fórmulas generales basándose exclusivamente en observaciones hechas sobre seres humanos contemporáneos al investigador y que pertenecen a su propia sociedad, sin percibir que las teorías así construidas sólo se corresponden con las estructura sociales y emotivas propias de una fase específica del desarrollo social (la sociedad del investigador) mientras que, estas estructuras pueden variar según consideremos otras clases sociales dentro de una misma sociedad o en sociedades distintas en el espacio o alejadas en el tiempo. A diferencia de la sociología parsoniana, la perspectiva desarrollada por Elías se interesaba por realizar un examen de las transformaciones de larga duración tanto de las estructuras sociales como de las estructuras de sentimiento de los individuos.

2. Víctimas, violencia y reflexividad: la producción de un distanciamiento sociológico "improbable"

Los Alemanes se publicó en 1989, un año antes de la muerte de Elias. El libro compila distintos ensayos y conferencias escritas a lo largo de treinta años y que tienen su inspiración, sin duda, en la propia tragedia personal del exilio y la muerte de sus padres en los campos de exterminio nazi. Algunos de estos textos, en particular, estuvieron motivados por hechos políticos puntuales, como es el caso de El colapso de la civilización escrito a partir del juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén en 19619 .

En la introducción, Elías se presenta como un testigo y como alguien directamente afectado por el drama del Holocausto, al punto de descartar la posibilidad de instituirse como un observador imparcial de los hechos que analiza. Vale la pena tener bien presente esta condición de víctima de Elias ya que se trata de una situación que, a priori, justificaría ampliamente una lectura moral y prescriptiva del pasado alemán. Sin embargo, Elias no reconstruye esta experiencia desde el lugar de la víctima sino desde una mirada rigurosamente sociológica, llegando a asumir así una posición improbable: la de distanciarse de los sentidos moralmente prescriptivos de aquellos directamente atravesados por la violencia para introducirse en territorios poco recorridos y frecuentados por la academia, especialmente, aquel que lo lleva a preguntarse por el hábitus nacional, un tema considerado tabú a partir de 1945. Elias utiliza este concepto para desarrollar una perspectiva procesual y sortear así, con éxito, las trampas del esencialismo contenidas en la cuestionable categoría carácter nacional.

Interesado en comprender las condiciones de posibilidad de los campos de concentración y de exterminio, Elias se pregunta por los patrones sociales de conducta y de sentimiento que se trasmiten entre generaciones a lo largo de extensos procesos históricos que exceden ampliamente al período del Holocausto. Elias quiere comprender cómo fue posible, en el caso alemán, la propagación de modelos de violencia socialmente aprobados mientras que otras sociedades se sometieron al código de civilización impuesto por la modernidad. En la búsqueda de una respuesta Elías es taxativo: el uso de la violencia extrema y colectiva no estaba fijado en el instinto del pueblo alemán ni tampoco fue la expresión de un tipo de patología individual. En la mirada de Elias el exterminio fue la expresión de un patrón de sentimiento y conducta aprendido y cristalizado a través de un conjunto clave de instituciones que permitieron que las personas más diversas adquirieran un mismo hábitus nacional violento a través de un período muy extenso de tiempo (siglos XVII a XX).10 La socio-génesis del proceso des-civilizatorio alemán se convierte así en una poderosísima herramienta de distanciamiento del sentido común (académico) ya que permite comprender, por un lado, que la sociedad alemana que hizo posible la experiencia del Holocausto no estaba compuesta por buenos y malos (una visión dicotómica que tranquiliza y repara a las buenas conciencias pero que obstaculiza la comprensión y la producción de conocimiento) y que, en vista de la extensión del período temporal considerado, el señalamiento de la responsabilidad de un grupo o sector se vuelve una tarea menor o irrelevante frente al desafío de comprender un fenómeno mucho más complejo como es la formación y apogeo de un hábitus nacional violento. La atención a los procesos de largo plazo hace ver a Elías que la experiencia del Holocausto no puede reducirse a un acto de voluntad maligna o patológica de determinados individuos o grupos. Desde su perspectiva, es necesario dar cuenta, no del "contexto histórico", sino del entramado de múltiples actos intencionales que generan una serie de consecuencias no intencionales en la acción social que exceden la voluntad e intención de los individuos concretos y que se desarrollan en el largo plazo.

A pesar de la implicación personal del autor con el Holocausto, el desafío intelectual (y político) para Elias no consistía en juzgar sino en comprender la tragedia del exterminio desde un punto de vista sociológico11 . Esto incluía la construcción de una mirada comprensiva de la posición de aquellos grupos y sectores implicados en la producción de violencia, aun cuando Elias estuviera lejos de sentirse moral y/o políticamente identificado con ellos. Como resultado de este esfuerzo, el autor nos propone una mirada profundamente perturbadora de la sociedad alemana mostrando cómo los trazos de la violencia política están presentes y se van conformando progresivamente como los trazos dominantes de la vida política y cultural con el transcurrir de la historia nacional. La experiencia del exterminio es expresión, paradójicamente, tanto de un proceso des-civilizatorio de regresión a la violencia y la barbarie como de un proceso civilizatorio ya que la implementación de los campos y el uso de la cámara de gas presupone un componente racional y burocrático que presupone un fuerte auto-control de sí.

La enorme capacidad de Elías para producir un distanciamiento de la propia experiencia y su disposición a discutir el sentido común políticamente correcto puede mesurarse en función de la provocadora operación analítica de vincular la experiencia del nazismo con el surgimiento, en la Alemania de los años 70s, de grupos revolucionarios armados (Baaden-Meinof) que, aunque situados a la izquierda y con consignas, demandas y visiones ideológicas antitéticas a las del nacional socialismo, se originaban en una posición estructuralmente semejante: los conflictos entre generaciones y el común desprecio a las formas de la democracia como parte del hábitus alemán. Para Elías, los ideales nacionalistas y socialistas que movilizaron a muchos jóvenes alemanes de los años 30 y 70 deben ser analizados como medios de dar sentido y orientación a vasos sectores de la población en los Estados contemporáneos12 .

3. Etnografiando la génesis social de la violencia política y sus consecuencias en el escenario local

Las reflexiones de Elías sobre el horror y la violencia extrema, las víctimas, el testimonio, la memoria y el sufrimiento nos interpelan directamente en tanto investigadores y ciudadanos. Sus preguntas y análisis resultan extremadamente útiles y provocativos en relación a nuestra propia historia de violencia política, especialmente como posibilidad de cuestionar el tipo de mirada encantada y prescriptiva que caracteriza a mucha de la producción académica sobre esta temática, como posibilidad de abrir nuevos campos a la interrogación académica y de promover una mirada más compleja sobre el pasado político reciente que no se restrinja a la condena de las fuerzas armadas y a los civiles que participaron de la represión y a la expiación de las víctimas del terrorismo de Estado. ¿Pueden las ciencias sociales producir un tipo de conocimiento distanciado de esta posición moral?

Sin pretender equiparar mi trabajo de investigación con la enorme trascendencia del trabajo de Elías, respondo al desafío planteado por las organizadoras de este dossier señalando, en primer lugar, que la perspectiva procesual y sociológicamente distanciada adoptada por Elias fue central en la construcción de mi propia perspectiva de análisis, influyendo decisivamente tanto en la manera en que llevé adelante el trabajo de campo como en la adopción de mis distintas herramientas analíticas y metodológicas. Es especialmente este el caso de mi investigación sobre la génesis social de la causa por los derechos humanos en la Argentina que, en lugar de restringirse al consabido y previsible período 1976-1983, contempló un período temporal más extenso que abarcó desde los años 30 del siglo pasado hasta los inicios de los años 2000 al tiempo que trascendió las fronteras nacionales para abracar también el espacio trasnacional. Al buscar comprender la génesis de esta causa advertí - contra lo que el sentido común académico indicaba - que desde inicios del siglo pasado existían grupos y colectivos de actores que se reconocían y eran reconocidos en la Argentina como defensores de los derechos del hombre, como era el caso de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el Comité Argentino contra el Racismo y el Antisemitismo, la Organización Popular contra el Antisemitismo, el Comité Pro Amnistía a los Presos y Exiliados Políticos de América, la filial local del Socorro Rojo Internacional, el Comité de Ayuda Antifascista y la Asociación Jurídica Argentina, entre otros.

Mi trabajo de campo incluyó entonces entrevistas a profesionales del derecho argentinos que conformaron asociaciones desde las cuales defendieron a presos políticos, a profesionales del derecho europeos que posibilitaron la articulación de los mismo a las redes trasnacionales de defensa de los derechos humanos en los años 60s, junto con un arduo trabajo de archivo orientado a reconstruir la experiencia de los profesionales del derecho que actuaron entre los años 30 y 40 del siglo XX. Este trabajo me permitió descubrir que ya entonces un heterogéneo conjunto de actores disputaban en el espacio público y en los tribunales la legitimidad de las condenas a los presos políticos de los distintos gobiernos de facto, reclamaban en foros internacionales por las torturas y desapariciones de opositores políticos y cobijaban en su seno grupos de familiares de víctimas y de presos que, inclusive, se manifestaban como tales en la Plaza de Mayo. La operación de ampliación del campo empírico me permitió identificar las condiciones de posibilidad de este movimiento en el marco de un proceso más amplio cuyas claves de comprensión exigían, como hizo Elías para el caso del Holocausto, salirse de este período histórico y buscar más allá del acotado período 1976-1983.

Este mismo principio de análisis valió para mi trabajo sobre los profesionales del derecho que apoyaron decididamente el llamado Proceso de Reorganización Nacional (Vecchioli: 2015). Buscando sortear las trampas del sentido común (académico) que reducen la intervención de estos profesionales a la condición de "cómplices" de la dictadura, el examen de instituciones como el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, la Corporación de Abogados Católicos San Alfonso María de Ligorio y el Foro de Estudios sobre la Administración de la Justicia (FORES) me permitió ver la necesidad de recorrer un período aún más amplio ya que sus socios se caracterizan por poseer un enorme capital social heredado a través de vínculos familiares y personales tanto dentro del mundo de la dirigencia política y empresarial de la Argentina como del propio mundo del derecho, donde llegan a conformar verdaderos linajes familiares iniciados en el siglo XIX, como es el caso de los Martínez de Hoz, los Beccar Varela, los O' Farrell y de Estrada, entre otros, y que se continúan hasta la actualidad. Estos vínculos fueron forjados a lo largo de generaciones - los hijos se forman en los propios estudios familiares o en los estudios de otros socios amigos - y también a partir del hecho de compartir espacios de sociabilidad propios de las elites porteñas como el pasaje por determinados colegios católicos (como el Champagnat), la participación en la liturgia de la Iglesia Católica, la membrecía a clubes de golf, la asistencia y participación en torneos deportivos de rugby y de polo y en asociaciones de ex alumnos.

La atención a la red de relaciones más amplias que los vinculan y sus esferas de sociabilidad y a un período que excede ampliamente el de la última dictadura, permiten ver que - aún con diferentes posiciones doctrinales y políticas - los socios de estas asociaciones participan de un amplio mundo común de valores, de relaciones y de representaciones que los aproxima, vincula y cohesiona en torno a estrechos lazos profesionales, de amistad y parentesco. Se trata de algo más que cómplices, al conformar una verdadera comunidad moral constituida en torno a cosmologías comunes y desde la cual van a movilizarse a favor de creencias respecto de qué es el derecho y el Estado de derecho, creencias que no son apenas activadas interesada y coyunturalmente para justificar el golpe de Estado sino que lo trascienden. Se trata de creencias y valores fuertemente arraigados a lo largo de una experiencia común de más de un siglo. En la perspectiva de estos profesionales, mientras que los gobiernos de origen militar no dejaron de ser ejemplos cabales del Estado de Derecho, los gobiernos elegidos por el voto popular sintomáticamente fueron los que quebraron las garantías establecidas por la constitución nacional. Una expresión tangible del universo moral común del que participan es el lenguaje que utilizan: las categorías gobierno de facto, dictadura y sistema totalitario son aplicadas para referir a los tres períodos del gobierno del General Juan Domingo Perón. La hegemonía peronista es considerada como un proceso preparatorio hacia el comunismo que predominó entre los años 1973-1976, cuando guerrilleros y subversivos ingresaron al parlamento. Dentro de esta lógica argumental, el derrocamiento de Perón en 1955 no es considerado como una violación al Estado de Derecho ya que la cárcel para los opositores políticos, la persecución e, inclusive la tortura física hacían de su gobierno una dictadura. El mismo tipo de juicio valió para el golpe de Estado contra el presidente Frondizi en 1962. De la misma manera se aprecia el golpe de Estado contra el gobierno de Isabel Perón, que tampoco fue visto como contradictorio con el Estado de Derecho ya que durante ese período se produjo su hecatombe a partir de la sanción de la ley de amnistía, cuando la subversión pasó a estar encarnada en el propio gobierno13 .

A través de la ampliación del campo de trabajo empírico se hace visible que estos abogados movilizaron perspectivas, intereses y cosmologías en torno al derecho y la vida política nacional que son preexistentes a la última dictadura militar y que la trascienden, al punto que, en la actualidad, se continúan en una nueva asociación civil que apela, paradójicamente, a las categorías de memoria, verdad y justicia: la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia (2011), creada para defender los valores de la República y promover una visión de memoria completa sobre los hechos ocurridos en la década del 70.
En ambos casos se verifica la productividad de la perspectiva sociogenética propuesta por Elias y las limitaciones resultantes de acotar el análisis a una suerte de presente sociológico: de la que resulta una exotización de la experiencia de la última dictadura militar, convertida en un hecho absolutamente singular, distinto, extraordinario y único y, en correspondencia con esta premisa, la convicción (equivocada) de que la historia reciente se reduce a un episodio de violencia extrema llevado adelante por las fuerzas armadas con la complicidad de grupos civiles. Las mismas premisas de singularización extrema se aplican a la comprensión dominante sobre el movimiento por los derechos humanos, a pesar de la evidencia empírica que muestra la existencia de un número muy grande de asociaciones civiles dedicadas a la defensa de los derechos del hombre desde inicios del siglo XX.

Los trabajos que privilegian la singularización de la experiencia del terrorismo de Estado asumen un posicionamiento moral a partir del cual el investigador sirve al objetivo de proveer de pruebas irrefutables acerca de la verdad de las víctimas para poder enjuiciar así el lugar de las Fuerzas Armadas y sus cómplices. La impronta de esta premisa moral se pone en evidencia cuando se advierte la proliferación de trabajos orientados a dar cuenta de los grupos con los cuales nos identificamos valorativamente y la ausencia de investigaciones sobre aquellos grupos que defienden la "memoria" de los militares o de las llamadas "víctimas de la subversión", es decir, de aquellos agentes que no comparten el punto de vista hegemónico sobre el pasado reciente. Nuevamente el trabajo de Elías constituye aquí una inspiración central. Para este autor, es necesario llevar adelante una operación analítica de distanciamiento aún cuando los resultados obtenidos puedan ir en contra de ideales y creencias emocionalmente satisfactorios y tenidos en muy alta consideración14 y entren en tensión con el discurso consagrado sobre la dictadura y la causa por los derechos humanos.

4. Miradas a futuro: explorando nuevos caminos de investigación

"Wittgenstein dijo: "de lo que no se puede hablar, mejor es callar"
Yo creo que se podría decir con el mismo derecho:
"De lo que no se puede hablar, hay que investigar"
 Norbert Elías15 .

Si bien existe una producción sobre las víctimas del terrorismo de Estado en la Argentina y sobre el movimiento por los DDHH que crece exponencialmente, carecemos de análisis basados en perspectivas como la de Elías que habilitan a la formulación de nuevos interrogantes y la apertura de campos de investigación que permanecen aún inexplorados, especialmente en relación a aquellas experiencias comunes de interiorización de la violencia vigentes a lo largo de extensos períodos de tiempo en nuestra sociedad y a las actuales experiencias de las víctimas del terrorismo de Estado y de sus familias cuyos casos no condicen ni con la narrativa cristalizada de las asociaciones de defensa de los derechos humanos ni con la narrativa del Estado que, de no constituir temas tabú, supondrían verdaderos desafíos al investigador. Estos son los casos, por ejemplo, de apropiadores que hacen desaparecer a integrantes de sus propias familias y se apropian de sus hijos, a los que crían como propios, de hijos de desaparecidos que se niegan a ser restituidos a sus familias biológicas de origen una vez que saben de su condición de apropiados, de familias conformadas por represores y víctimas, de familias que no buscaron recuperar a sus hijos desaparecidos, de víctimas que no lograron el reconocimiento del Estado, de hijos restituidos que no mantienen ningún vínculo con sus familias de origen, aún cuando están vivos algunos de sus progenitores, de represores con hijos desaparecidos, de familiares de víctimas enfrentados en los tribunales, de hijos de desaparecidos apropiados por represores en democracia, de miembros de las fuerzas armadas desaparecidos, etc.

Si dejamos de lado las explicaciones psicologizantes en torno a supuestas anomalías, perversiones o síndromes, podríamos asumir el desafío de comprender sociológicamente estas situaciones dislocadas y aportar así a un conocimiento más riguroso, complejo e innovador sobre los clivajes en torno a los cuales se construyó la experiencia extrema de la violencia del Terrorismo de Estado y los conflictivos procesos de elaboración de sus memorias. En esta línea, se podría ahondar en el desafío de restituir la experiencia cotidiana de los actores en contextos de violencia, de comprender la proximidad social entre actores y grupos que son considerados por la academia en base a categorías dicotómicas, e ir más allá del estudio de las víctimas del terrorismo de Estado para ampliar la mirada e interrogarse por las personas que vivieron la última dictadura militar no como víctimas, como una forma imprescindible de recuperar la multiplicidad de voces y de resistir al discurso totalizador. Sería imprescindible también interrogarse por los procesos a más largo plazo de interiorización de un habitus violento. En este sentido considero que el trabajo de Norbert Elías constituye un estímulo decisivo para producir una renovación en la perspectiva con que estos temas han sido tradicionalmente abordados en nuestro país.

Entendiendo la complejidad del contexto actual en el que se desarrollan los llamados juicios de lesa humanidad y recordando el interés de Elias por la persecución penal de los criminales nazis, la perspectiva de este autor se mantiene vigente y resulta imprescindible aún en este contexto ya que, para Elias no se debe, de manera alguna,

"...confundir la necesidad social de responsabilizar individualmente a personas por los daños y sufrimientos que infligieron a otras, con la necesidad social de explicar, en términos sociológicos, cómo y por qué ocurrieron dichos daños. La segunda necesidad no extingue la primera. Aún cuando se esté orientado hacia la condena, se debe, no obstante, buscar una explicación y, la tentativa de explicar no es, necesariamente, una tentativa de exculpar16

Como se advierte en este párrafo, la condición de víctima y el ejercicio de la sociología desde una perspectiva distanciada y comprensiva no son excluyentes. Para Elias, explicar el pasado constituye una tarea central en relación al objetivo de evitar su repetición y, en este sentido, la dimensión moral atraviesa todo su trabajo científico. Sin embargo, no hay en todo su trabajo una sola condena moral a los alemanes en su conjunto ni hay asuntos excluidos del análisis por ser considerados tabú, ya que este autor comprendía suficientemente bien que explicar no es exculpar y que la impugnación moral constituye un obstáculo central a la interrogación sociológica. Sería deseable que, frente a las censuras y exclusiones que signan a quienes escriben a contracorriente de las perspectivas hegemónicas sobre memoria y pasado reciente, nuestra academia hiciera suya esta propuesta de Elias, una víctima directa del Holocausto cuyos trabajos académicos no se restringieron a dar cuenta del punto de vista de las víctimas sino a trascenderlo para alcanzar una visón comprensiva más amplia de la compleja y dramática experiencia del uso masivo de la violencia por el Estado alemán. Tal vez venga otra vez de Alemania y de las generaciones futuras el asumir este desafío si atendemos a las palabras dirigidas por el presidente alemán al parlamento con motivo de conmemorarse el día de la memoria de las víctimas del nacional-socialismo. Joachim Gauck expresó frente a los propios sobrevivientes del exterminio que:

"muchos alemanes se absolvieron de toda culpa al colocar la responsabilidad de lo sucedido sobre un pequeño grupo de sádicos y fanáticos: Hitler y su círculo íntimo (...) Muchos testigos directos reprimen el pasado (...) pero lo que estamos viendo ahora en la generación de los nietos es que una mayor distancia puede convertirse en una ventaja (...) No dejo de sorprenderme por la manera en que los nietos y bisnietos están deseosos de traspasar los tabúes, las historias familiares largamente enterradas (...) y sumergirse ellos mismos en las biografías de las víctimas y los victimarios"17

Tal vez sean las generaciones futuras las que asuman este importante desafío. Espero que así sea.

Bibliografìa

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18. Zabludovsky, G. 2009 "Prefacio a la tercera edición en español", en Elías, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México, FCE.         [ Links ]

1En adelante el libro será citado en forma abreviada como Los Alemanes. 

2En una entrevista con Carmen Thomas, Elías relata el horror de la experiencia de combatir en el frente: "La mugre, el barro, la sangre, los caballos moribundos, los compañeros moribundos al lado de uno, el fuego graneado. Recuerdo todavía la escena cuando el frente se estaba acercando. Oíamos a toda hora, día y noche, los truenos sordos del fuego graneado y veíamos los relámpagos de los cañones. El compañero al lado mío tocaba la armónica y cantaba: "Yo tenía un camarada" (citado en Korte: 34: 1998).

3Cit. En Korte 1998. Elías fue contemporáneo de una generación de sociólogos alemanes que - también signados por la experiencia trágica del Holocausto - habían  lograron fama internacional antes de la Segunda Guerra Mundial: Karl Manheim, Walter Benjamin, Max Horkheimer y Theodor Adorno

4Luego de su jubilación en 1962, trabajó como profesor emérito de sociología en la Universidad de Ghana durante dos años. Y finalmente se instaló en Amsterdam a partir de 1975 donde vivió hasta su muerte en 1990.

5Entre otras cosas, trabajó para el servicio secreto inglés, enseñó en la Worker´s Educational Association, entidad de caridad privada que provee de servicios educativo a sectores de bajos recursos y durante sus dos años de estadía en Francia vivió de la venta de juguetes En: Biographie de Norbert Elias. 2010.

6Cit. En Korte 1998. A su llegada a Inglaterra, Elias logró sobrevivir inicialmente gracias a una retribución otorgada por el Comité de Apoyo a Refugiados Judíos.  Esta ayuda le permitió concentrarse en escribir El proceso de la civilización. Vale la pena destacar que en su relato autobiográfico Elias mismo reconoce, por su parte, que "nunca había hecho los esfuerzos necesarios para ser aceptado por el establishment social inglés"  manteniendo, por ejemplo, su ciudadanía alemana hasta 1952 y  la escritura exclusivamente en alemán hasta los años 50. Citado en  Rotman 2005:165. Sobre la complejidad de la posición social de Elias, B. Lacroix ofrece un retrato del autor que relativiza  la figura clásica del "intelectual paria"  con la que se lo describe comúnmente.  Ver Lacroix 2001.

7Una de sus mayores obras, El Proceso de la Civilización se convirtió en un best-seller en 1978 y a partir de entonces sus libro son traducidos al inglés y al francés. En  español aparece el primer libro de Elías en 1982  cuando la editorial FCE publicó La sociedad cortesana. En 1987 se tradujo El proceso de la Civilización.

8Situación que tuvo su expresión crítica a la hora de defender su tesis doctoral, que fue rechazada por su propio director, Richard Hönigswald, un neokantiano. Elías había tenido la osadía de cuestionar las premisas centrales de Kant, como la universalidad de las categorías del pensamiento - espacio, tiempo, causalidad, etc., sosteniendo que las mismas derivan de la experiencia siempre histórica y particular de los hombres. Fue este rechazo lo que le hizo abandonar la filosofía y reorientarse a la sociología. Años más tarde, Walter Benjamin se negó a prologar El Proceso de la Civilización porque no escribía desde una perspectiva marxista.

9Dada la breve extensión de este artículo, se apuntarán aquí apenas algunas de las ideas desarrolladas por Elias en este complejo y extenso trabajo. Para una excelente síntesis de los principales argumentos del libro ver Neveau (1997).

10Esta perspectiva contribuye a invalidar la descripción de la sociedad masificada que es la base de muchas interpretaciones dominantes sobre el Holocausto como la de Hanna Harendt, por ejemplo. En: Neveu, 1997:645.

11Este modelo de conocimiento que exige al investigador el deber de distanciamiento de los hechos es desarrollado a fondo por Elias en su trabajo Compromiso y Distanciamiento (1990).

12Una perspectiva que podría ser también iluminadora de los actuales procesos de reforzamiento del habitus violento entre jóvenes migrantes o descendientes de migrantes de origen musulmán en el primer mundo que luchan contra occidente y de americanos y europeos que adoptan la fe islámica en sus versiones más radicales.

13En Los Alemanes Elias señalaba la manera en que los estudiosos del Holocausto subestimaban el valor de las creencias como fuerzas sociales. Para Elias la empresa nazi de exterminio de judíos constituye uno de los ejemplos más evidentes del poder que puede ejercer una creencia - una creencia nacional en este caso - sobre las personas. Elias: 1997.

14Elias: 1990

15Elias: 1998 pág. 154.

16Elias "O colapso da civilização" Em: Os alemães. Pág. 271. Mi traducción. Énfasis mío.

17 Speech by Federal President Joachim Gauck on the Day of Remembrance of the Victims of National Socialism 27.01.2015 Consultado en 30.01.2015. Mi traducción En: http://www.new-york-un.diplo.de/Vertretung/newyorkvn/de/__pr/Speeches/2015/20150127-president-gauck-on-holocaust-remberance-day.html?archive=3759636

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