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Revista del Museo de Antropología

versão impressa ISSN 1852-060Xversão On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.10 no.1 Córdoba jun. 2017

 

ANTROPOLOGÍA SOCIAL

Explicar la eficacia de una operación de paz, buscando reconocimiento como militares: la experiencia de los Cascos Azules Argentinos en Haití.

Explain the efficacy of a peace operation, searching recognition as militaries: the experience of Argentinean Peacekeepers in Haití

Sabina Frederic*

*Sabina Frederic, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes, CONICET, Argentina. E-mail: sabinafrederic2011@gmail.com

Recibido 16-12-2016. Recibido con correcciones 15-02-2017. Aceptado 07-03-2017

Resumen

La operación de paz en Haití es considerada por los ex cascos azules argentinos, la más importante de sus carreras profesionales. Entre 2004 y 2015 fueron desplegados trece mil militares, mayoritariamente del Ejército. Al relatar su experiencia, los integrantes de los primeros batallones explicaban su eficacia en la pacificación, introduciendo su sensibilidad a la pobreza de los haitianos en el ambiente operacional y la consiguiente ejecución de acciones cívicas. En sus narrativas así respondían también a la ausencia de reconocimiento de las Fuerzas Armadas en el ámbito doméstico. Al analizar la construcción del ambiente operacional mostraremos cómo una operación considerada militar se atribuye su éxito a una variedad de tareas cívicas de aproximación a la población local y de qué manera produjo ambigüedades en la condición de militares, guerreros y humanizados. Indagamos esta cuestión en entrevistas etnográficas realizadas a ex cascos azules para introducirnos en el debate sobre: el rol de las Fuerzas Armadas argentinas en el proceso de la Posguerra Fría; la referencia al escenario nacional en la construcción de los ambientes operacionales en misiones de paz extraterritoriales; y la condición cambiante de los militares en procesos de pacificación. 

Palabras Claves: Militares; Eficacia; Reconocimiento; Operaciones de paz.

Abstract

The former Argentinean peacekeepers considered the peace operation in Haiti as the most important of their professional carriers. Between 2004 and 2015 were deployed to it thirteen thousand militaries, the majority from the Army. When telling their experience, members of the firsts battalions explained efficacy in pacification, introducing their sensibility toward Haitian poverty into the operational environment, and the consequent achievement of civic actions. Thus in their narratives they also answer to the lack of Armed Forces recognition in the domestic stage. Analyzing the operational environment construction, we are going to show how an operation considered military ascribe its success to a variety of civic tasks of approach to the local population, and in which way it produced ambiguities in military condition as warriors and humanized.  We study that question in ethnographic interviews made to ex peacekeepers to introduce us in the debate about the role of Argentine Armed Forces in the Post-cold War process; the reference of the national stage in the operational environment construction in extraterritorial peace operations; and the shifting condition of the militaries in pacification processes.

Key words: Militaries; Efficacy; Recognition; Peace operations.

Introducción

¿Cómo narran los militares argentinos la eficacia de la operación de paz en Haití, la operación militar más importante de sus carreras profesionales? ¿De qué modo el escenario político doméstico intervino en la construcción del ambiente operacional en el que intervinieron?  Por qué la operación es considerada militar cuando su éxito es atribuido a un sin número de tareas cívicas de aproximación a la población haitiana? Nos proponemos dar respuesta a estas preguntas mostrando, desde una perspectiva antropológica, como los militares argentinos buscaron a través de la operación, restaurar el reconocimiento de la sociedad argentina y con ello la propia revalorización de sí mismos como profesionales eficaces. El énfasis de sus narrativas en la empatía y sensibilidad hacia la población produjo en las primeras contingentes tensiones, superposiciones y mezclas, entre el militar guerrero y el militar humanizado. Las ambigüedades y el modo en que lidiaron con ellas para restituir su reconocimiento como militares imponiendo la paz, es una cuestión central de este trabajo.

Entre 2004 y 2015 las Fuerzas Armadas argentinas desplegaron tropas militares en Haití distribuidas en tres unidades: el Batallón Argentino Conjunto (BAC) ubicado en la ciudad de Gonaïves, el Hospital Reubicable y la Unidad Aérea Argentina, localizados en Puerto Príncipe.  La misión de estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) determinó que el BAC con asiento en la segunda ciudad más grande de ese país, tuviera la región de Artibonite, cuya capital era Gonaïves, como su área de responsabilidad. En ella la misión tuvo el objetivo general de convertirla en "un ambiente estable y seguro". Durante una década, veinte contingentes de unos quinientos efectivos se alojaron en la base de dicha ciudad, renovando cada seis meses la totalidad del personal en el cumplimiento de la misión, hasta alcanzar unos trece mil militares desplegados.

El carácter específico de la misión a lo largo de esos años, varió, se inició con el mandato de imposición de la paz y culminó con el de mantenimiento de la paz.  Entre los comandantes de los primeros BAC, los que enfrentaron las condiciones más adversas de la misión, la autonomía en un escenario crítico y con permanentes desafíos, fue de los aspectos más valorados. Para el conjunto de los ex integrantes del BAC, Haití es contada como la operación militar más importante de su experiencia profesional1.
Los relatos de quienes participaron dan cuenta de un escenario caracterizado por miseria extrema, violencia y colapso de las instituciones estatales haitianas debido a la disolución de las Fuerzas Armadas, la inoperancia y falta de legitimidad de las fuerzas policiales, judiciales y políticas. Sin conocer el idioma creole y muy poco de su cultura, los militares argentinos entendieron que debían "acercarse a la población". Un acercamiento marcado en sus relatos por la profunda sensibilidad por el contacto con personas sufrientes, viviendo en la más absoluta miseria, sin atención sanitaria, que dejaba a miles de niños con un futuro incierto y adverso. "Llegar a la gente" fue la llave para dar sentido a una misión en tierras desconocidas, hostiles y míseras. Podrían así limitar el uso de la fuerza a la disuasión y ganar reconocimiento entre los haitianos, la mirada internacional y sobre todo, la nacional. Reducir el uso de la fuerza, imponer la paz y ganar autoridad legítima en un ambiente operacional como el encontrado, fue el gran desafío.

En ese margen de autonomía dejado o ganado, los integrantes del BAC cuentan acerca de las variadas tareas no militares, tales como "acciones cívicas", "ayuda", "negociaciones" u "operaciones psicológicas"; ajustándose con flexibilidad al concepto de "ayuda humanitaria" esgrimido por Naciones Unidas (ONU). El propósito de este texto es mostrar: cómo fue construido el ambiente operacional por las narrativas de los integrantes de los primeros BAC, la gravitación de las acciones cívicas en la explicación de la eficacia de la operación, y la búsqueda simultanea de reconocimiento y autoridad entre los pobladores haitianos, como de remoción del desprestigio de las Fuerzas Armadas en Argentina. La perspectiva adoptada por los ex peacekeepers2 en los relatos sobre su experiencia durante las operaciones de paz en Haití, poco se parece a cualquier perspectiva que encapsule lo militar y lo oponga a lo civil, como ocurre con el enfoque de las relaciones cívico militares. Mientras este asume la distinción taxativa de los militares y los civiles, y combate cualquier invasión de las acciones militares sobre las que están dadas a cumplir los civiles3, los relatos sobre la experiencia de los militares argentinos indican que ciertas situaciones tornan difuso el límite entre lo militar y lo civil del comportamiento (Luckham 1971). A veces porque esos rasgos identitarios se combinan de un modo renovado para dar sentido a su experiencia, como en el caso de los veteranos de guerra cuando retornan a sus hogares (Sorensen 2015). En otro caso, porque lo militar se nutre de rasgos emocionales procedentes del mundo civil, como la masculinidad entre los combatientes israelíes (Ben-Ari 1998). O como indica la experiencia de algunos pilotos de la Guerra de Malvinas, donde la incertidumbre e imprevisibilidad de un combate aeronaval incorpora en la experiencia de la "persona castrense" conocimientos y destrezas, ajenos a priori al mundo militar (Guber 2015).
También para contarnos su experiencia durante seis meses de despliegue en Haití, los militares hacían foco en las tareas cívicas allí realizadas, aun habiendo transcurrido diez años y estando completamente reabsorbidos por las tareas de la organización militar. La faceta civil retornaba en sus relatos, contrastando con la socialización en las academias donde los militares trazan una distinción tajante con los civiles (Castro 1991; Badaró 2009)4.  De manera que en sus narrativas las acciones cívicas involucraban habilidades producidas por su sensibilidad hacia los haitianos, que valoraban su competencia como militares. Así explicaban su eficacia en la misión a partir de la flexibilidad del militar argentino, su solidaridad, calidez y generosidad.

Pero esa caracterización introducía ambigüedad en su condición militar. Los integrantes de los primeros dos BAC reinterpretaban diferencialmente esa faceta civil de su desempeño para lidiar con esa ambigüedad.5 Mientras en el primer BAC las acciones cívicas realizadas parecían entrar en conflicto con las tareas netamente militares, como dar seguridad, en el segundo quedaron subsumidas en la doctrina militar. 
Analizaremos los relatos de quienes participaron como peackeepers en los primeros dos contingentes, durante el primer año de la operación en Haití, entre 2004 y 2005.  Esos relatos sobre la experiencia se sucedieron en entrevistas y conversaciones informales, mantenidas durante el trabajo de campo etnográfico realizado entre el 2014 y el 2015 en unidades militares del territorio argentino que fueron núcleo de cada BAC: una Brigada Aerotransportada, la Fuerza de Operaciones Especiales y un Regimiento de Infantería. Si bien el trabajo de campo abarcó a integrantes de diez de los veinte BAC desplegados, aquí tomaremos los relatos de cuarenta y tres militares entre: oficiales, suboficiales y soldados, la mayoría de ellos aún en actividad quienes desplegaron durante ese primer año de la misión6.
Esos relatos son analizados como narrativas por medio de las cuales los militares dan cuenta de los eventos críticos que jalonaron la misión y mayores desafíos acarrearon.  Como señala Edward Bruner (1984) el orden narrativo ilumina la diferencia entre a 'life-as-lived' (what actually happened), a 'life-as-experienced' (the images, feelings, desires, thoughts and meaning known to the person whose life it is) and a 'life-as-told'. Así, los relatos suponen una discontinuidad con la experiencia pasada. No obstante el análisis narrativo muestra como esos relatos introducen al sujeto en un mundo social, dando sentido a su existencia pasada y presente, ratificando o reconfigurando identidades sociales y relaciones (Ricoeur 1991).

A partir de dicho enfoque, quisiéramos contribuir con algunos debates. En primer lugar, a comprender los alcances de esa tendencia a la flexibilidad de las Fuerzas Armadas  producida en occidente por los conflictos de la Posguerra Fría y un cambio de prioridades e intensificación de las misiones de paz (Dandeker 2006).  En segundo lugar, a mostrar como paradójicamente en Argentina reafirmándose como guerreros, estos militares pueden responder a demandas de intervención humanitaria (Miller y Moskos 1995) y cómo lo hacen sin una preparación ni prolongada, ni muy intensiva (Nuciari 2006). En tercer lugar, a contribuir con el estudio de la primera fase de despliegue de tropas en una operación de paz a una antropología de los procesos contemporáneos de pacificación.  Esta fue definida como el análisis de formas de mantenimiento del orden y de resolución de conflictos: "dispositivos difusos formados por diversos actores, instituciones, discursos y prácticas, estatales y privadas que no se entienden por su relación a un mismo proyecto" (Agier y Lamotte, 2016:21).

Por último, a comparar en la línea marcada por Chiara Ruffa (2014) el modo en que es construido el ambiente operacional en una operación de paz. Su estudio, de carácter sincrónico con observación participante en Líbano, muestra cómo bajo las mismas ordenes de ONU cuatro unidades militares pertenecientes a distintos países interpretan el ambiente y actúan en él de manera distinta: "Each army systematically linked the context to its experience in the country" (Ruffa 2014:211).  Si bien nuestro análisis repone un ambiente operacional de dos unidades argentinas consecutivas con la misma área de responsabilidad a través de relatos obtenidos años después del despliegue y sin observación participante, existen elementos en común al análisis de Ruffa (2014). Uno de ellos es la relación al escenario nacional y ligado a esto, la autonomía operativa y flexibilidad respecto de ONU, que les permitió desarrollar su propio estilo. El otro es cómo la experiencia de conducción pasada y futura, y la doctrina doméstica de inteligencia, les trazó en su auto percepción como militares un derrotero sin grandes discontinuidades.

El escenario de la democratización en Argentina: desmilitarización y debate parlamentario

La decisión política de las autoridades gubernamentales de enviar el mayor contingente militar de la historia contemporánea argentina a una operación de paz estuvo atravesada por un intenso debate parlamentario. De acuerdo a una ley sancionada en marzo de 2004 la salida de tropas debía ser autorizada por el Congreso de la Nación. La  MINUSTAH introdujo una variable controvertida. Se desarrollaría inicialmente en el marco del capítulo VII de la Carta de ONU. Este capítulo de "imposición de la paz" autorizaba la aplicación de medidas coercitivas, el uso de la fuerza bajo las limitaciones establecidas por reglas de empeñamiento (ROE)7. El escenario haitiano de entonces demandaba una intervención distinta de la que exigió la misión argentina en Chipre, aprobada en el marco del capítulo VI de la Carta de ONU, para el "mantenimiento de la paz".
La controversia producida en el parlamento, aprobada la salida de tropas, tuvo una influencia decisiva sobre la operación militar en Haití, en particular para los primeros contingentes. La actuación de los cascos azules argentinos no debía asumir la de una fuerza de ocupación militar al servicio de Estados Unidos, ni desarrollar acciones policíacas de seguridad interna, prohibidas a las Fuerzas Armadas en la Argentina.  

La aprobación del despliegue de tropas fue sin duda respaldado por tratarse de la primera misión encabezada por una fuerza armada latinoamericana en el contexto de un proceso de integración regional sudamericana a instancias de la Unión de Naciones de América del Sur (UNASUR) (Hirst 2016)8. El Force Commander sería siempre brasilero y las tropas latinoamericanas ocuparían la mayor proporción del total de efectivos desplegados, el 70% en 2004, con un descenso al 60% hasta 2010 y un incremento hasta el 79% en 2014. El proceso de integración comprometía el desempeño argentino con Brasil y Chile, líderes en la región. Se los consideraba capaces de transmitir valores democráticos a la sociedad haitiana, siendo Estados que habían iniciado procesos de democratización relativamente exitosos. Argentina además lideraba la región con su política de Derechos Humanos aplicada en los tribunales de justicia para juzgar a los responsables de los crímenes cometidos durante la última dictadura militar (1976-1983).

El proceso de democratización de las Fuerzas Armadas argentinas se inició apenas caída la dictadura militar que gobernó entre 1976 y 1983, precipitada por la derrota de la Guerra de Malvinas. Dos leyes claves establecieron que las fuerzas armadas sólo podían ocuparse de la intervención en asuntos de defensa exterior y frente al ataque de un Estado extranjero9. Todas aquellas tareas de seguridad interior quedaron bajo la exclusiva competencia de las fuerzas policiales y de seguridad.
  Esas leyes convertidas en política de Estado, fueron emblemas de la des militarización del campo político que dominó el siglo XIX (Halperin Donghi 1978) y XX (Potash 1981; Rouquié 1981, 1982). Fueron concebidas para impedir la repetición de la más encarnizada persecución política que en los años '70 dejó un saldo de 30.000 desaparecidos, un número indeterminado de muertos, sobrevivientes de torturas, exiliados, y miles de afectados aún hoy por la tragedia10. También justificaron la reducción drástica del presupuesto en Defensa respecto del PBI. Los militares argentinos nombraban los efectos de ese proceso de contracción como "cargar una mochila"; la incidencia del pasado reciente sobre su desprestigio. Pertenecían a las generaciones reclutadas en democracia, no habían sido responsables del terrorismo de Estado de los años '70, y aun así, el peso de la culpa traducida en falta de reconocimiento público, seguía recayendo sobre ellos (Frederic, et.al. 2015).
Con la desmilitarización y democratización, también se instaló cierta indeterminación sobre la función de las Fuerzas Armadas, escenario que hacia 1992, intensifica la participación de las tropas militares argentinas en operaciones de paz de ONU. La intervención en asuntos de defensa extraterritorial fue resistida por mucho tiempo por ciertos sectores de las Fuerzas Armadas hasta ganar una aceptación progresiva ya entrado el siglo XXI. Y si bien el debate en las ciencias sociales pivoteó sobre la pregunta acerca de si la intervención de las fuerzas armadas argentinas en Operaciones de Paz las democratizó y/o reconvirtió su organización (Worboys 2007; Sotomayor 2014) para los militares la intensificación de las operaciones de paz los desafíaba en otro sentido11. En verdad, si los golpes de Estado dejaron de ser interés de los militares, realmente poco han tenido que ver las operaciones de paz, son otros los factores que lo explican.
 
Desde el punto de vista institucional el Ejército concibe a la guerra y la defensa del territorio nacional como la operación militar por excelencia, y las operaciones de paz, como tareas subsidiarias. Ahora bien, al convertirse gradualmente en la operación real -no simulada-, que más ha involucrado a las Fuerzas Armadas, los militares que fueron cascos azules interpelan y reconfiguran en sus narrativas esa visión institucional.

Pero la desmilitarización del campo político iniciada en 1983 la Argentina, colocó a los militares en una zona de deriva, sin un rol socialmente consentido.  En suelo argentino, se ocupan de sostener los medios materiales, alistar y adiestrar a sus efectivos, intervenir en emergencias, apoyar acciones comunitarias, como distribución de recursos (libros, computadoras, alimentos, agua potable, etc.), apoyo en zonas de climas extremos o geografías de difícil tránsito o acceso, colaboración en barrios segregados o villas, entre otros intercambios con la población civil. Sin embargo, aunque algunos militares crean en la "función social" de las Fuerzas Armadas, y en el modo en que así se ejercita la soberanía nacional, no son en ningún caso objetivos de los ejercicios de adiestramiento en terreno. No obstante, en Haití se integraron bajo un concepto de la inteligencia militar que fuera aplicado allí al inicio de la misión. En verdad, esas tareas donde el uso de la fuerza en combate no es el medio principal, tienen una larga historia.  Fueron denominadas en plena Guerra Fría durante los años 60 y 70 como "acciones cívicas" como parte de la doctrina contrainsurgente bajo el asesoramiento norteamericano y francés a las fuerzas armadas latinoamericanas. Se integraron a las "operaciones psicológicas" y se combinaban tácticamente por entonces con torturas en interrogatorios a prisioneros, falsos enfrentamientos, y otros métodos para aterrorizar a la población (Robin 2005). El objetivo era contrarrestar el avance de los movimientos de liberación -en Indochina y Argelia- y de la ideología comunista entre la población que simpatizaba con las guerrillas revolucionarias, la protegía o podía enrolarse en ellas. Esas acciones incluían la intervención de los militares en actividades sanitarias, educativas, recreativas entre muchas otras para que su reconocimiento mejorase a los ojos de la población y desalentara su apoyo a los "revolucionarios" o "subversivos"12.
Si bien el contexto político cambió radicalmente en el escenario de la Posguerra Fría, y desterrar al comunismo nada tuvo que ver con los objetivos de la MINUSTAH, existen continuidades subrayadas por los militares. En sus relatos las tareas aplicadas en Haití que permitieron ganar reconocimiento, limitar el uso de la fuerza y aislar a las "bandas armadas" de la población local, exigieron tanto de "acciones cívicas" como de "operaciones psicológicas".  Al momento del trabajo de campo, nos pidieron discreción sobre el uso de este término. Es que al año siguiente de haberlas aplicado en Haití, fueron prohibidas en el ámbito de la inteligencia militar. Esto ocurrió cuando en 2006 se descubrió que marinos de una base de la Patagonia argentina, realizaban tareas de inteligencia sobre sectores políticos, contrarias a la ley vigente.

Así, luego de esa prohibición, algunos militares argentinos que estuvieron en Haití prefieren hablar de acción cívica, lo que para ONU es "ayuda humanitaria". En sus relatos se trata de una serie de servicios que luego describiremos, destinados a ganar adhesiones, confianza y cierta dependencia de los pobladores de la ayuda suministrada por las tropas argentinas, contra la que pudieran suministrarle los "bandidos". Supone una interpretación propia de lo establecido por ONU, para quien esas acciones corresponden fundamentalmente a las organizaciones integradas por civiles, los Cascos Blancos en Argentina, o no gubernamentales, más que a los propios militares, aunque no lo descarta13.  El margen de autonomía destacado en los relatos de los militares parece haber dado rienda suelta a toda esta clase de acciones. En tanto los militares describían a los Cascos Blancos como "paracaidistas", carentes de la capacidad para auto garantizarse su permanencia en el terreno, con poca conciencia de las necesidades logísticas y de seguridad.
En los relatos de quienes fueron cascos azules, veremos cómo se diversifican e intensifican sus acciones cívicas dando un nuevo carácter a lo militar, asociado a la sensibilidad al sufrimiento humano, el pragmatismo y la eficacia de la operación.  Pero ese relato no puede escindirse de una situación concreta, la proximidad con esa población empobrecida y sufriente que rodeaba la base en Gonaïves. De esta forma, Haití se presentó como una ocasión para probarse a sí mismos y probarle a la sociedad argentina que podían destacarse por su eficacia, sensibilidad humana y responsabilidad pública, y ser militares.

El ambiente operacional en Gonaïves: sufrimiento, violencia armada y autonomía

En la construcción del ambiente operacional en Haití, el escenario doméstico antes señalado, no estuvo ausente.  Las narrativas de los militares ubicaban el desafío de responder en la operación militar de paz a ambos frentes: el haitiano y el argentino. Así, los jefes del BAC cuidaron de limitar el uso de la fuerza en extremo. Tuvieron la indicación expresa del entonces presidente Néstor Kirchner sobre la crítica situación que les esperaba. Gonaïves era uno de los focos del conflicto expresado en su forma más violenta. Grupos políticos enfrentados, ex militares armados pertenecientes a las disueltas fuerzas armadas haitianas, "bandas armadas" con pretensiones políticas y grupos de bandidos, disputaban el control territorial.   

Los jefes de los primeros dos BAC intentaron sortear la complejidad del escenario en el que desplegaron sus tropas. El primer contingente argentino lo hizo en agosto de 2004. El BAC con unos cuatrocientos efectivos integrados en un 70 % por personal del Ejército, 29% de la Armada y un efectivo de la Fuerza Aérea, ocuparon  por decisión de ONU un predio abandonado en la ladera de una colina, en una de las márgenes de la ciudad de Gonaïves.  Contaban con algunas carpas y los pocos enseres que habían podido cargar en el avión que los llevó a Haití, el cargamento por vía marítima llegaría dos meses más tarde.   

La convivencia con el entorno haitiano puso de manifiesto ciertas sensibilidades en los militares. Las narrativas de quienes fueron cascos azules evocaban la miseria de la ciudad de Gonaïves y sus pobladores. Ninguna imagen de pobreza en Argentina era comparable con esa ciudad haitiana, decían. Gonaïves era reiteradamente descripta como una "gran villa miseria", niños abandonados, sin alimento ni agua suficiente; la precariedad de las viviendas; la ausencia de trazado urbano, de semáforos y servicio de recolección de residuos; un calor insoportable y olores nauseabundos, le daban el carácter profundamente indigente al lugar. 

No era la violencia armada sino esa precarización de las vidas de sus habitantes aquello que más impresionó de Haití a los militares argentinos.  Los niños habían sido la principal preocupación de muchos de ellos, verlos descalzos, mal alimentados, solos. Esto retornaba en sus relatos y no pocas veces los hacía lagrimear y disculparse por sus emociones durante las entrevistas (Frederic 2016).  Este contexto destacado como lo más duro de la experiencia contrastaba con el problema de la violencia armada, el eje prioritario de la operación de paz al comienzo de la misión.

Aun así, la preocupación principal de los jefes del BAC durante el primer año de la MINUSTAH fue neutralizar la acción de las "bandas armadas" que amenazaban la región; en especial las conformadas por ex militares de las disueltas fuerzas armadas haitianas.  Por entonces, la policía estaba completamente desacreditada. Meses antes de la llegada de las tropas el destacamento policial había sido atacado por algunos sectores de la población quienes a machetazos habían asesinado o herido a los policías, liberando a los detenidos.    

En ausencia de instituciones estatales capaces de detentar el uso de la fuerza pública, las tropas argentinas se encontraban en la situación de cumplir dicha función en su jurisdicción.  El mandato de ONU era "crear y mantener un entorno seguro", y según coincidían los ex jefes de BAC, no existían muchas más precisiones por parte del Force Commander más allá de las ROE, para un uso racional y proporcional de la fuerza.  A esto, se sumaba el aislamiento del BAC producido por las dificultades en la comunicación con Puerto Príncipe y la distancia de 100 km conectada por una ruta casi intransitable debido a su estado y asedio de las "bandas armadas". Los jefes del BAC resolvían y comunicaban; así construían la autonomía operacional.

La autonomía de la operación fue de los valores destacados positivamente por los primeros jefes del BAC. Aprovecharon esta condición para gozar de cierta flexibilidad y darle a la operación militar el "sello argentino". La relación con la población no podía estar sostenida en el uso de la fuerza. Otros debían ser losmedios. Pero el desafío no era menor. Sabían que un sector de la población haitiana los veía como una fuerza de ocupación lo mismo que al resto de la MINUSTAH, como una versión renovada de la ocupación militar norteamericana de principios del siglo XX.

Esa impronta se nutrió entonces de rasgos concebidos como propiamente argentinos en su vínculo con los haitianos, destacaban la "solidaridad", el trato "colaborativo" y "cálido".  En su aproximación constante a la población de Gonaïves el objeto fue dejar de ser vistos como "tropas de ocupación" para ser considerados "tropa argentina". El modo en que esto se llevó a cabo involucró acciones diversas reforzadas por la tragedia desatada por el huracán Jeanne que dejó a Gonaïves bajo el agua acercando a los integrantes del BAC a la población de un modo excepcional. Con ello ganaron aceptación, reconocimiento y legitimidad, frente al debate político y su desprestigio en Argentina.

Cómo llegar a la gente: sobre la flexibilidad del militar y la ambigüedad de su condición

Así, la cuestión para los primeros jefes del BAC fue, en sus propios términos, "cómo llegar a la gente". Ser aceptados, reconocidos y valorados, era un medio táctico para cumplir la misión sin hacer uso de la fuerza. El reconocimiento de las Fuerzas Armadas argentinas estaba en juego como su reconciliación con una profesión desprestigiada. Reapropiarse del carácter humano de sí mismos le dio a su autopercepción como guerreros un lustre positivo, no por eso menos ambiguo. Por esta razón no es posible hablar aquí de cambio de identidad, del guerrero al peacekeaper, o al diplomático, las narrativas indican la tendencia a explicar el buen desempeño en esas tareas cívicas como muestra de la flexibilidad y reafirmación del militar, aun en su ambigüedad.

De acuerdo a los relatos de los militares podemos agrupar las acciones cívicas de aproximación a la población en: ordinarias y extraordinarias, integradas a una operación o complementarias. Encontramos, entre las tareas ordinarias, la de organizar partidos de futbol y torneos, la ayuda regular para la construcción o reparación de una escuela y un orfanato,  la distribución diaria de agua potable. Extraordinarias fueron aquellas provocadas por el huracán Jeanne y la organización de fiestas populares en Gonaïves. Comprendidas en una operación militar, describiremos los relatos sobre las negociaciones de los jefes del batallón en dos situaciones, las amenazas de ex militares armados y la obstrucción total de una ruta. 

Al inicio de la operación en julio de 2004, estaba todo por hacer. Poco a poco el jefe y el suboficial ayudante del primer BAC tomaron contacto con algunos referentes de la población, obispo, sacerdotes, integrantes del club, el alcalde, entre otros.  Algunos efectivos como los suboficiales de mayor antigüedad, se ocuparon de informarse acerca de la cultura de los haitianos. La escasa información recibida en el curso de pre despliegue no alcanzó para   imaginarse lo que verían. El impacto fue muy grande. Aunque este país integra la región latinoamericana, no ha sido de interés en la Argentina. El idioma francés y el creole, entre otros factores han contribuido a su desconocimiento por el mundo hispano parlante americano.  

Para los militares, especialmente suboficiales y soldados, familiarizados con el culto católico, lo más enigmático de los haitianos era el vudú, una religión sincrética con profundos elementos africanos. Un suboficial ya retirado, explicaba sus lecturas sobre los haitianos previas al despliegue, y afirmaba "para entender a los haitianos hay que conocer el vudú". Este era, según él, el fundamento de ese comportamiento exótico. Asumía que esa relación de los haitianos con la muerte, el desvalor de la vida, la miseria y la violencia eran en parte explicadas por dichas creencias14. Recabar esta información les dio más confianza en su aproximación a la población de Gonaïves.
 
Aun así, el entorno para los militares fue muy hostil.  Las dificultades para abastecerse sin la llegada de los contenedores despachados en Buenos Aires con alimentos y productos de higiene, los dejaron alimentándose a raciones de combate durante un mes. Se sumaron el asedio de las bandas armadas, el huracán Jeanne y una inundación que se cobró cerca de dos mil vidas; situación que alteró las prioridades de las tropas argentinas. El campamento militar también había sido cubierto por el agua que se llevó las prendas y enseres de muchos de ellos, un Unimog y un camión.

En el relato del comandante e integrantes de la plana mayor del BAC, se presentó un "dilema": ya no podrían seguir prestando seguridad. Con lo puesto, salieron a atender a la población.  El reducido cuerpo médico del BAC responsable de atender solo a sus integrantes, se dedicó a curar a los cientos de heridos que se acercaban pidiendo ayuda.  Ubicados en plena ciudad en los lugares donde el agua ya había escurrido, el personal militar de comando, logística y sanidad se consagró a atender lesiones cortantes en las extremidades inferiores, partos y otras situaciones de emergencia.  

Mientras se socorría a los vivos los militares debieron ocuparse de disponer los cientos de cadáveres dejados por la catástrofe. Los pobladores depositaban los cuerpos de las víctimas mortales a la vera de la base militar.  Esta tarea dejó a la inmensa mayoría de los militares profundamente conmovidos, especialmente por los bebes y niños muertos.

Para quien fuera el jefe del BCA 1 un teniente coronel de infantería, lo peor llegó después, con la hambruna. Sin agua potable ni alimento, el BAC se convirtió en el encargado de la recepción, administración y distribución de víveres provisto por ONU. Esta tarea fue altamente riesgosa. Si bien los acercó a la población local, la crítica situación puso en riesgo la confianza. La desesperación de los pobladores, sumada a la pretensión de las bandas armadas de recuperar el control de la población, llevó a los oficiales al mando a alterar permanentemente las tácticas para conseguir que los niños y las mujeres contaran con el alimento.

A los pocos días de la inundación que afectara principalmente a Gonaïves, el Force commander reforzó el batallón argentino con una compañía de cien uruguayos, y una sección de treinta brasileros por unos días. El desgaste físico y psíquico y los niveles de contaminación luego de la inundación dejaron por más de dos semanas a más de la mitad del batallón, debilitados, por las constantes descomposturas. La planta potabilizadora de agua era insuficiente. 

Los desafíos no cesaron. El jefe del BAC fue cambiando las intervenciones a medida que se producían problemas, mostrando su flexibilidad. Inicialmente para evitar que la gente se abalanzara sobre el alimento a distribuir, lo rodearon con sentina, un alambre enrollado con filo. Pero la desesperación no detenía a los pobladores aunque se lastimaran. Entonces tuvieron que dejarlos entrar, uno a uno. Cuando en las colas para retirar el alimento los militares dejaban a todos, los hombres les pegaban a las mujeres. Cuando solo dejaron retirar mercadería a las mujeres, supieron que los hombres las buscaban afuera y les pegaban para sacarles lo recibido. Entonces tuvieron que dar seguridad en la periferia.

Organizada la distribución de alimentos, aparecieron los exmilitares armados con pistolas, escopetas y palas, acompañados por mujeres y niños, para disputar el control territorial ganado por el BAC y recuperar Gonaïves.  Calcularon una centena de personas.  En esa ocasión quien fuera el jefe del BAC protagonizó una negociación tensa por unas horas.

El líder de los ex militares era un general que portaba un sable curvo y aún vestía parte del uniforme, tenía un asesor duro y otro blando. Del lado de la MINUSTAH el jefe del BAC llevaba la posición dura. La policía francesa de la misión que lo acompañaba, quería dejarlos entrar a la escuela donde se distribuían alimentos. La posición del Teniente Coronel argentino era evitar su ingreso, para no perder el control territorial; y así sucedió.  Luego de la negociación que incluyó la entrega de alimentos, se retiraron a las afueras esperando reingresar. Las mujeres y los niños, les sirvieron de protección. Varias patrullas del BAC los cercaron del otro lado del camino y finalmente, unas horas después, se fueron.

La puesta en juego de habilidades de negociación, a la que refiere esa narración, es otro modo de destacar capacidades que no son netamente militares pero que tienen a estas como condición. La demostración de poder del BAC al sostener ese control frente a la población local, como la imposición de reglas en el acceso al alimento y la defensa de estas bandas y otros bandidos, fue construyendo el reconocimiento de las tropas argentinas al convertirse en una suerte de regulación y garante, sustituto del Estado, en esa jurisdicción.  De hecho, el BAC 1 consiguió eliminar la amenaza de los ex militares. Al llegar el BAC 2 este ya no era un problema. Al mismo tiempo,  el BAC 1 organizó otras actividades.  Entre las más destacadas estuvo la realización de partidos de futbol entre militares integrantes del BAC y pobladores que asistían a la cancha. Estos torneos estuvieron abiertos al público y eran recordados como una herramienta de integración y reconocimiento. Los suboficiales y soldados se ocuparon que no faltase la religiosidad popular, tanto del vudú como del catolicismo para conjurar cualquier interferencia que hiciese perder al equipo argentino.

Sobre el final del despliegue, dos meses después de la inundación, llegó un batallón de Sri Lanka. La evaluación de los oficiales argentinos muestra el valor otorgado al acercamiento con tareas cívicas, donde el uso de la fuerza no fuera aplicado. "Eran un desastre, lo primero que hacían era tirar, lo único que sabían hacer. Nos dieron más problemas que soluciones. Si nos hubieran mandado un refuerzo de brasileros, que tienen disciplina, hubiera funcionado bien" comentaba un ex peacekeeper argentino.  El control del uso de la fuerza se atribuía a la disciplina militar, que en última instancia depende de la capacidad del comandante.

Así, en los relatos, ese solapamiento de acciones no militares desempeñadas por los militares se fue disolviendo, incrementando la valoración de las habilidades del comandante.  En los diez años posteriores el ex jefe de este BAC fue requerido unas dos o tres veces por el Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz (CAECOPAZ) dependiente del Estado Mayor Conjunto para que transmitiera su experiencia en negociación15. Pero no así por el Ejército. Para la institución fue una experiencia muy satisfactoria de su carrera militar que probaba su competitividad fundamentalmente como conductor. Por eso lo fue llevando por destinos de comando en unidades de combate de elite hasta alcanzar el rango de General de División.
Para este primer contingente negociaciones, distribución de comida, partidos de futbol y otras tareas cívicas o no militares explican el éxito obtenido y el reconocimiento ganado. Pero en el relato de quien fuera su jefe, el momento de la inundación retorna como el "dilema del comandante": ¿seguridad o ayuda humanitaria? Optó por lo segundo y por capitalizar la experiencia como "de comando" dejando las tareas cívicas en Haití y al margen de la doctrina militar. Veremos cómo resuelve esta ambigüedad del militar cívico, el segundo contingente o BAC.

Los cerca de quinientos efectivos de BAC 2 desplegaron en enero de 2005 y replegaron en julio de ese mismo año. Compartieron con el BAC 1, solo una semana donde pudieron transmitirles el estado de la operación. La dinámica de los despliegues fue siempre el reemplazo total de los efectivos. Para ese entonces el sistema de comunicación con el Force Commander había mejorado y el segundo comandante era una General argentino con quien el jefe del BAC 2 tendría diálogo directo.   

En la narrativa sobre la eficacia de las operaciones del BAC 2 existió para su ex jefe un punto de inflexión, cuando dejaron de ser vistos por la población de Gonaïves como una "fuerza de ocupación" para serlo como "la tropa argentina". Esta fue una meta deliberada que consiguieron materializar en una fiesta de despedida donde concurrieron funcionarios locales, políticos, judiciales, religiosos, y de la MINUSTAH.  

Pero es la explicación de este éxito la que nos interesa destacar pues aquí la ambigüedad producida por esta multiplicación de acciones cívicas realizadas por los militares, no sólo es superada por la experiencia de conducción, lo es articulándolas a la doctrina militar. En la perspectiva del jefe del BAC 2 convertido diez años después en General y destinado desde 2014 al Estado Mayor Conjunto, la clave de la eficacia, fueron esas acciones cívicas. Al hablar de estas, se reafirma como guerrero al mismo tiempo que afirma no haber disparado un solo tiro en Haití. Eso sí, cada tanto sacaba a la inmensa mayoría de los integrantes del BAC y todos sus vehículos completamente pertrechados a marchar, con el solo objeto de "mostrar los dientes", amenazar con su potencial.

¿Cómo explica esa ambigüedad, esa mezcla, de actuar como civiles siendo militares?  Para el comandante del BAC son los ex integrantes de la sección de inteligencia quienes mejor pueden contarlo. Uno de ellos aún en actividad, me explicaría de qué se trataba. Estaba cursando un posgrado en Derechos Humanos, particularmente por las regulaciones internacionales y su aplicación en tiempos de guerra. Luego de Haití, estuvo destinado en las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE) del Ejército.  Así, me explicaba la conexión entre su tarea en Haití y la actividad de las FOE, estaban unidas por un mismo "concepto": El concepto es que un ejército del Tercer Mundo solo puede ganar una guerra siguiendo a Clausewitz, quebrando la moral del enemigo, y para eso debe ganar la voluntad del pueblo.  Las FOE en territorio nacional son la herramienta para que a través de operaciones psicológicas o lo que ahora llaman COSACO [Comunicación Social Aplicada al Combate] se lleve a la gente lo que necesita. Finalmente las operaciones psicológicas son formas de comunicación con la gente. El ejército no está para matar sino para ayudar a la gente, para darle lo que necesita… Hoy la población es parte del problema y tenés que tratar de resolverle el problema para aislarla del enemigo.

La ambigüedad de esa irrupción de tareas cívicas en el desempeño de los militares en tanto cascos azules, quedaba explicada por la tradición militar; subsumidas no sólo a la doctrina militar sino a la capacidad de un ejército del "Tercer Mundo" para ganar una guerra. Y aunque las operaciones psicológicas fueron prohibidas un año después del despliegue del segundo BAC, se mantuvo el dispositivo COSACO para alcanzar los mismos fines16.
La operación que había permitido aislar al enemigo fue la que realizaron en un poblado alejado de Gonaïves dentro de la región de Artibonite. Habían identificado a ese pueblo como el sitio donde se alojaba una banda armada. Para ello hicieron un análisis de los episodios de violencia. Se habían cometido asesinatos de noche en distintos puntos y estudiaron el tiempo que llevaba ir y volver del lugar del hecho. Encontraron que el sitio donde se alojaban estaba a unos 50 km de Gonaïves. Les había llegado información que iba a producirse el linchamiento de tres personas. Fueron con una patrulla y se encontraron al costado de un camino, con un pozo, una pala y un muerto. Preguntaron y averiguaron que querían matar a otro miembro de la familia de un hombre, al que acusaban de haberle hecho brujería a otro y enfermarlo. Los integrantes de la sección conversaron con esta familia y les dijeron que les convenía irse de ahí. 

También habían establecido contacto con ese poblado por un hombre que había quedado preso por una acusación errónea. Las tropas argentinas, por orden de un juez, lo detuvieron, lo fueron a buscar sin tener muy claras las causas. Un día se les apareció una mujer embarazada llorando, para decirles que el marido había sido injustamente apresado, que solo había cortado unas ramas con mangos y que el vecino lo había acusado por eso. Frente a esa situación hablaron con el juez y este lo libero. El hombre, poco tiempo después se apareció con una barra de hielo de regalo para ellos. Luego descubrieron que era el pueblo de donde era oriundo el ex general líder de la banda de ex militares. 

Todos estos episodios y los vínculos establecidos con la población los proveyeron de información, contactos y cierta confianza de los pobladores. Entonces el comandante del BAC tomó la decisión de desplazar a una sección de unos veinte hombres incluidos el personal de sanidad del batallón argentino. La mitad llegó en helicóptero, descendieron en rapel mientras arrojaban panfletos que en creole decían que los dirigentes de esa banda eran conducidos por gente que vivía en Nueva york que se quedaba con el dinero de ellos bajo amenazas. La llegada en helicóptero comenta uno de ellos, era una demostración de poder: "ven, llegamos a cualquier parte" era el mensaje tácito. La otra mitad se desplazó en un camión militar llegando, por el estado del camino, algunas horas más tarde.

En el poblado armaron un campamento y comenzaron a ofrecerle ayuda a la gente, a preguntarle que necesitaban, y a sensibilizarlos sobre la importancia de participar de las elecciones.  La clave de estas acciones cívicas era como nos señalaron separar la "amenaza" de la gente y que los pobladores así consideraran a estos grupos armados.  Llevaron un odontólogo y un médico. En el relato de sus protagonistas, ex integrantes del grupo de inteligencia, la clave estaba en la comunicación, conocer las necesidades y ayudar:

El odontólogo estaba sorprendido de las bocas, completamente torcidas, nunca habían recibido atención.  Nos ofrecían cosas, mucho mango, nos hartamos de comer mango. Igual todo lo que recibíamos lo pagábamos. También hicimos un puente que pasaba un rio estacional, para que lo crucen con sus animales. Lo hicimos con los pobladores, pero pagándole.  No es cierto que los haitianos no trabajen, no es así. A la banda la desarticulamos y todo fue hablando con la gente, de eso se trata comunicarse con la gente y ayudarla.

Ahora, estas situaciones resultaban de un trabajo cotidiano para lograr ese objetivo de "llegar a la gente", para lo cual era necesario comprenderlos. Habitualmente cuando salían las patrullas, había una pareja de la sección de inteligencia que las acompañaba. Muchas veces llevaban un megáfono para hablar a los vecinos en creole, para eso contaban con la ayuda permanente de los intérpretes, cuyas palabras monitoreaban para que reflejasen claramente las suyas.

Cierta vez, el BAC 2 debió negociar con pobladores de una localidad a raíz de un conflicto producido por el corte de una ruta. Habían tomado esta medida porque el estado de destrucción del camino desviaba a los vehículos por los costados, levantando una polvareda tan intensa que enfermaba a sus habitantes.  Cuando llegaron al sitio, encontraron que había un referente deslegitimado que se presentaba como negociador. Con la ayuda de la sección de inteligencia, un intérprete y un megáfono, buscaron al líder real. Este era un bandido, pero representaba a la población.   El jefe del BAC 2 tomó contacto con el Segundo comandante de la MINUSTAH, el general argentino, le comentó lo que haría y tuvo su aprobación. La negociación consistió en que a cambio de levantar la obstrucción de la ruta, las tropas argentinas se ocuparían de conseguir las máquinas viales para reparar ese tramo destruido, lo que finalmente consiguieron hacer.

Finalmente el dispositivo para "llegar a la gente" se consumó con la realización del festival.  El jefe del BAC tomó la decisión cuando se aproximaba el momento del recambio ante la llegada del siguiente contingente argentino. Se estaban corriendo rumores de que irían los canadienses, que aparentemente lo haitianos no querían. Fue entonces cuando organizaron el festival, con un costó bajo de 140 dólares de alquiler del equipo de sonido. El éxito lo midieron por la convocatoria "llenamos la plaza de Gonaïves… el obispo le habló a más gente que en cualquier otro momento de su vida".En suma en las narrativas del BAC 2 la capacidad de movilización estuvo vinculada a esas tareas de aproximación a la población donde la sensibilidad de los militares era importante para comunicarse intentando comprender las necesidades. La inteligencia militar fue considerada sustantivo para ordenar a quién y cómo dar, para que la generosidad y la solidaridad argentinas tuvieran un curso operacional desde el punto de vista militar17.
La "buena imagen" alcanzada por el batallón argentino en Haití fue destacada en las lecciones aprendidas redactadas por los ex jefes del BAC posteriores a los aquí analizados. En ese documento enviado al Comando Operacional del Estado Mayor Conjunto se señalaba que esa buena relación era importante para garantizar el mejor desempeño de las actividades previstas. Son las actividades CIMIC, civil military coordination, nombre dado por ONU, las que consiguen sostener esa imagen. Así, en el escrito de uno de los ex jefes desplegados varios años después se lee:

La buena relación que mantiene el BCA con la población haitiana del lugar donde opere genera los siguientes efectos: a) Facilita el patrullaje y la obtención de información, b) Permite el conocimiento de las costumbres, horarios y movimientos en los sectores de responsabilidad, c) Permite prever los conflictos posibles a suceder y tomar las medidas para contrarrestarlos, d) Prestigiar el Batallón y a las FFAA.  Para sostener esa imagen positiva se recomienda planificar actividades  CIMIC (Civil Military Coordination),  que fortalezcan los vínculos con la población…  Una opción que tiene un efecto masivo es la ejecución de un festival de intercambio cultural, presentando música haitiana y argentina, esta actividad genera público en grandes cantidades y permite llevar el mensaje buscado a la mayor gente en menos tiempo. (Lecciones aprendidas BCA).

El militar describe como tareas CIMIC, esas acciones donde se enreda lo militar y lo civil, sin que importe la distinción. Se trata de actividades concentradas en un momento de la experiencia profesional de los militares argentinos, una demostración de su flexibilidad y capacidad para asumir responsabilidades asignadas por el Estado democrático. Con ellas pueden explicar la eficacia de la operación en el sentido de haber conseguido ser reconocidos como actores capaces de instrumentar dispositivos que resuelvan conflictos pacificando su área de responsabilidad y evitando el uso de la fuerza.

Ahora, estas situaciones resultaban de un trabajo cotidiano para lograr ese objetivo de "llegar a la gente", para lo cual era necesario comprenderlos. Habitualmente cuando salían las patrullas, había una pareja de la sección de inteligencia que las acompañaba. Muchas veces llevaban un megáfono para hablar a los vecinos en creole, para eso contaban con la ayuda permanente de los intérpretes, cuyas palabras monitoreaban para que reflejasen claramente las suyas.

Cierta vez, el BAC 2 debió negociar con pobladores de una localidad a raíz de un conflicto producido por el corte de una ruta. Habían tomado esta medida porque el estado de destrucción del camino desviaba a los vehículos por los costados, levantando una polvareda tan intensa que enfermaba a sus habitantes.  Cuando llegaron al sitio, encontraron que había un referente deslegitimado que se presentaba como negociador. Con la ayuda de la sección de inteligencia, un intérprete y un megáfono, buscaron al líder real. Este era un bandido, pero representaba a la población.   El jefe del BAC 2 tomó contacto con el Segundo comandante de la MINUSTAH, el general argentino, le comentó lo que haría y tuvo su aprobación. La negociación consistió en que a cambio de levantar la obstrucción de la ruta, las tropas argentinas se ocuparían de conseguir las máquinas viales para reparar ese tramo destruido, lo que finalmente consiguieron hacer.

Finalmente el dispositivo para "llegar a la gente" se consumó con la realización del festival.  El jefe del BAC tomó la decisión cuando se aproximaba el momento del recambio ante la llegada del siguiente contingente argentino. Se estaban corriendo rumores de que irían los canadienses, que aparentemente lo haitianos no querían. Fue entonces cuando organizaron el festival, con un costó bajo de 140 dólares de alquiler del equipo de sonido. El éxito lo midieron por la convocatoria "llenamos la plaza de Gonaïves… el obispo le habló a más gente que en cualquier otro momento de su vida". En suma en las narrativas del BAC 2 la capacidad de movilización estuvo vinculada a esas tareas de aproximación a la población donde la sensibilidad de los militares era importante para comunicarse intentando comprender las necesidades. La inteligencia militar fue considerada sustantivo para ordenar a quién y cómo dar, para que la generosidad y la solidaridad argentinas tuvieran un curso operacional desde el punto de vista militar17.
  La "buena imagen" alcanzada por el batallón argentino en Haití fue destacada en las lecciones aprendidas redactadas por los ex jefes del BAC posteriores a los aquí analizados. En ese documento enviado al Comando Operacional del Estado Mayor Conjunto se señalaba que esa buena relación era importante para garantizar el mejor desempeño de las actividades previstas. Son las actividades CIMIC, civil military coordination, nombre dado por ONU, las que consiguen sostener esa imagen. Así, en el escrito de uno de los ex jefes desplegados varios años después se lee:

La buena relación que mantiene el BCA con la población haitiana del lugar donde opere genera los siguientes efectos: a) Facilita el patrullaje y la obtención de información, b) Permite el conocimiento de las costumbres, horarios y movimientos en los sectores de responsabilidad, c) Permite prever los conflictos posibles a suceder y tomar las medidas para contrarrestarlos, d) Prestigiar el Batallón y a las FFAA.  Para sostener esa imagen positiva se recomienda planificar actividades  CIMIC (Civil Military Coordination),  que fortalezcan los vínculos con la población…  Una opción que tiene un efecto masivo es la ejecución de un festival de intercambio cultural, presentando música haitiana y argentina, esta actividad genera público en grandes cantidades y permite llevar el mensaje buscado a la mayor gente en menos tiempo. (Lecciones aprendidas BCA).

El militar describe como tareas CIMIC, esas acciones donde se enreda lo militar y lo civil, sin que importe la distinción. Se trata de actividades concentradas en un momento de la experiencia profesional de los militares argentinos, una demostración de su flexibilidad y capacidad para asumir responsabilidades asignadas por el Estado democrático. Con ellas pueden explicar la eficacia de la operación en el sentido de haber conseguido ser reconocidos como actores capaces de instrumentar dispositivos que resuelvan conflictos pacificando su área de responsabilidad y evitando el uso de la fuerza.

Consideraciones finales

Puestos a relatar su experiencia en Haití, los militares argentinos ex cascos azules de los primeros BAC, construyeron una ambiente operacional en el cual las tareas de patrullaje para imponer la paz y dar seguridad, se mezclaban con su sensibilidad hacia el sufrimiento del pueblo haitiano. La explicación de la eficacia como cascos azules introducía en sus narrativas la ambigüedad entre ir a probarse como militares y finalmente desplegar un sin número de acciones cívicas para evitar el uso de la fuerza. Los militares argentinos debían responder a su propia búsqueda de reconocimiento en el complejo escenario doméstico nacional, marcado por la democratización pos terrorismo de Estado, la desmilitarización tanto del campo político y de la seguridad interna. Si bien esas acciones cívicas les devolvían una imagen de sí mismos como seres solidarios, generosos, un modo argentino de ser, más humano, al mismo tiempo reforzaban un militar valorado por su civilidad, concepto que no apreciaban. La flexibilidad operativa les dejaba un rastro ambiguo que resistían. Querían ser reconocidos como militares sin con ello civilianizarse.

La narrativa de los militares que se desempeñaron como cascos azules da cuenta de una tendencia a buscar la desambiguación de esa invasión de rasgos civiles en el accionar militar, conectando su experiencia en Haití con su desempeño antes y después de la operación de paz.  Como vimos existen variaciones en cómo los militares reconectan su experiencia pasada, presente y futura, para lidiar con esa ambigüedad cívico militar encarnada en sus actos.

En un caso fue la conducción, el valor recuperado y transferido a la carrera posterior, el que llevara a su protagonista al máximo nivel de comando en el Ejército. Aun cuando las acciones cívicas desbordaron incluso la ayuda humanitaria de ONU, ser reconocido como comandante fue lo que primó. De ahí que en aquella situación de la inundación, el relato expresaba el dilema del comandante entre prioridades (seguridad o ayuda).

En el otro BAC, la desambiguación sin embargo incorporó el valor de las acciones cívicas en la doctrina de inteligencia militar, a través de las operaciones psicológicas luego denominadas COSACO. Estas tácticas de aproximación a la población a través de la comunicación donde los militares ganaban la confianza de los haitianos resolviendo sus problemas. Entonces la operación de paz se narra como una operación militar más. Una forma de ganar experiencia para reinsertarse en sus carreras como conductores de combatientes, aunque estos combatan con las palabras, y solo hagan demostraciones de su capacidad para hacer, eventualmente, uso de la fuerza.

Las tropas argentinas finalmente se retiraron de la MINUSTAH en mayo de 2015. En los relatos de los integrantes de los últimos BAC la misión era monótona, tediosa, con tareas rutinarias, sin desafíos. El contraste con los aquí analizados parece haber dejado a los primeros BAC la capacidad de explicar cómo produjeron los dispositivos de una regulación legítima sobre la población, una pacificación al estilo argentino sin apartarse del mandato de ONU. Si atendemos el frente doméstico e internacional, la imagen de los cascos azules argentinos no tuvo escándalos, ni episodio alguno que la pusiera en entredicho. Cientos de videos subidos a youtube, algunos programas especiales de la televisión estatal, hasta fotografías tomadas en Haití de la entonces presidenta usando una boina azul y rodeada de militares argentinos, dan buena cuenta de ello.

Temperley, 3 de enero 2017

 

Agradecimientos

Agradezco los generosos comentarios a versiones previas de este artículo de: Eyal Ben-Ari y Birgitte Soerensen; Máximo Badaró; y a Dirk Kruijt, Sabrina Calandrón, Laura Masson, Ivan Poczynok, Samuel Rivera y Omar Gutierrez Valdebenito durante el ISA-RC01 2016 en Rio de Janeiro.

Notas

1. Ninguno de los entrevistados durante el trabajo de campo había participado de la Guerra de Malvinas, excepto un suboficial del primer BAC quien al compararlo con Malvinas, solo traía la angustia por un joven camarada muerto. La guerra de Malvinas fue controversial para las Fuerzas Armadas y no dejó "lecciones aprendidas" sistematizadas en nueva doctrina militar, solo información dispersa y un informe profundamente crítico sobre el desempeño militar conocido como Informe Rattenbach.

2. Como los militares argentinas usaré en este texto en forma indistinta el término peacekeepers y cascos azules.

3. En Argentina y América Latina esta corriente analítica estuvo representada por David Pion Berlín (2001), Alfred Stepan (1988) y Ernesto López (1994).  Su orientación interrogó las condiciones de la intervención de los militares en asuntos políticos y tareas de seguridad interior en Argentina y América del Sur. También dio pistas para corregir esta desviación durante la transición democrática posterior a la dictadura militar de los años 70 del siglo XX, de modo de desmilitarizar el campo político y restringir la autonomía castrense, bajo mecanismos de conducción cívica.

4. Algunos contenidos dictados en las academias borran los límites entre lo civil y lo militar, o toman como militar conocimientos producidos por disciplinas no militares como los que refieren al liderazgo y los valores morales en el combate  (Frederic 2013).

5. Siguiendo a Marilyn Strathern (1992) no entendemos a la persona reducida a una identidad cerrada y completa, resultado de una socialización fundante y definitiva, en la adquisición de una "cultura". Compartimos su idea, para concebir a los militares como personas en las que operan partes o dimensiones divergentes y hasta conflictivas, a veces en simultáneo y otras en orden sucesivo.

6. El proyecto de investigación fue iniciado en forma individual con financiamiento de la Universidad Nacional de Quilmes y luego contó con el apoyo del Ministerio de Defensa.

7. Las reglas de enfrentamiento (RDE) o de empeñamiento (ROE) son formas distintas de denominar el conjunto de normas e instrucciones para el uso de la fuerza.  De acuerdo con el Contralmirante Gustavo Trama (2013)  para la ONU son: "Directivas para los Comandantes Operacionales, que definen los parámetros dentro de los cuales la fuerza puede ser usada por el personal militar designado por la ONU durante una operación de mantenimiento de la paz. /…/ Permiten el uso del grado necesario de fuerza para garantizar la auto defensa y definen las circunstancias bajo las cuales el uso de la fuerza por el personal militar de la Misión, puede estar justificado." (Trama 2013).

8. El contingente argentino ocupó el tercer lugar en cantidad. Así por ejemplo de 3134 militares desplegados en 2004 Argentina aportó 559 un 17% (Frederic y Hirst 2016).

9. Las leyes fueron de Defensa Nacional (1987) y de Seguridad Interior (1992).

10. Sobre la espiral de agitación y violencia política de los años 60 y 70 en Argentina, la guerra revolucionaria y la reacción de gobierno constitucional y militar durante la Guerra Fría puede consultarse Antonius Robben (2005).

11. El estudio de Arturo Sotomayor (2014) se dirige a analizar los casos de Argentina, Brasil y Uruguay para determinar si reforman las organizaciones militares las misiones de paz, si pueden las misiones de paz socializar a los militares para civilianizarlos y democratizarlos, y si mejoran las misiones de paz la política internacional de integración y de defensa.

12. Como señalaba Davis Bobrow  "The civic role of the military has become a principal American instrument to cope with communist revolution, political instability, and economic backwardness. Expressed in the doctrine of civic action, the civic role refers to the use of military forces on projects useful to the local population at all levels in such fields as education, training, public works, agriculture, transportation, communications, health, sanitation, and others contributing to economic and social development, which would also serve to improve the standing of the military forces with the popular" (102: 1966) 

13. Según el Handbook de operaciones de paz producido después del informe Brahimi el rol de las tropas militares en la ayuda humanitaria se define del siguiente modo: "Support to humanitarian activities. The military component will not normally be structured, trained or funded for the direct delivery of humanitarian assistance, which is a civilian task. The military is more likely to be asked to provide a secure environment in which humanitarian assistance can be delivered successfully or to provide security and protection for humanitarian relief operations. This may take the form of ensuring freedom of movement, convoy escorts, protection of humanitarian personnel and storage sites, among other assistance. /…/ Military contingents also undertake humanitarian activities on their own initiative, using their own resources. Some governments consider this humanitarian dimension an essential part of their peacekeeping contribution and, often, an important factor in mobilizing national support for the military deployment. Humanitarian projects undertaken by the military can contribute significantly to improving relations with the local population and the parties to the conflict, thereby increasing security and building consent. These activities should be based on the international humanitarian objectives and policy framework in the mission area and avoid duplication of effort with humanitarian agencies. It is vital that the initiatives help build local capacity and be sustainable in the long term". (DPKO 2003:64)

14. El vudú es un culto popular en Haití. Su origen es africano e incluye elementos católicos.  Se le atribuye un poder especial en la vida y la cultura general de ese país.  Si bien fue prohibido por la iglesia católica ha pervivido. 

15. El CAECOPAZ fue creado en 1995 a partir del incremento de la participación argentina en operaciones de paz, sus cursos están acreditados por el Peace Operations Training Institute de Naciones Unidas.

16. Hasta el 2005 inclusive no existía prohibición sobre las operaciones psicológicas. En 2006, luego del conflicto suscitado en la Base Almirante Zar en Trelew el Ministerio de Defensa las prohibió. Desde entonces las acciones cívicas son comprendidas por la doctrina bajo la denominación de COSACO.  

17. El valor de la inteligencia militar ya había sido destacado por el informe Brahimi (2000) redactado por decisión del entonces Secretario General de la ONU de mejorar el desempeño y eficacia de las operaciones de paz y evitar los daños, ineficacias y falta de garantías al respeto de los Derechos Humanos de experiencias previas como la de Ruanda. En el informe se señala "En particular, las fuerzas de las Naciones Unidas empleadas en operaciones complejas deberán contar con la inteligencia sobre el terreno y otros recursos necesarios para montar una defensa eficaz contra una oposición violenta (Brahimi, 2000:X)

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