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Revista del Museo de Antropología

versión impresa ISSN 1852-060Xversión On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.10  supl.1 Córdoba jul. 2017

 

ARQUEOLOGÍA (?)

Cultura material y sociedad en el siglo XIX: las lozas en la ciudad de Mendoza

Material culture and society in the XIX century: the refined earthenware in the city of Mendoza

Horacio Chiavazza*; Valeria Zorrilla** y Lorena Puebla***

*Horacio Chiavazza, Área Fundacional, Centro de Investigaciones Ruinas de SanFrancisco. Instituto de Arqueología y Etnología, Laboratorio de Arqueología Histórica y Etnohistoria, FFyL, UNCuyo. E-mail: hchiavazza@gmail.com.

**Valeria Zorrilla, Área Fundacional, Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco. Instituto de Arqueología y Etnología, Laboratorio de Arqueología Histórica y Etnohistoria, FFyL, UNCuyo. E-mail: zorrillavaleria@gmail.com.

***Lorena Puebla, Área Fundacional, Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco. Instituto de Arqueología y Etnología, Laboratorio de Arqueología Histórica y Etnohistoria, FFyL, UNCuyo. E- mail: lorenaivanapuebla@gmail.com.

Recibido 16-02-2016. Recibido con correcciones 06-06-2016. Aceptado 21-06-2016

Resumen

Considerando a la ciudad de Mendoza como sitio, se analizaron las lozas procedentes de 16 excavaciones correspondientes a contextos previos y posteriores al terremoto de 1861. Las distribuciones de lozas en el espacio por categorías o clases discriminadas según su valoración y la comparación con las tendencias de las cerámicas de producción local permiten indagar las diferencias de consumo dentro de la sociedad mendocina a lo largo del siglo XIX.

Palabras clave: Mendoza; Lozas; Ciudad; Siglo XIX; Consumo.

Abstract

Considering Mendoza city as a site, the refined earthenware from 16 excavations corresponding to before and after the 1861 earthquake are analyzed. Earthenware distributions in space by categories or classes discriminated according to its value and comparison with trends in local production ceramics allow to investigate the differences in consumption within the Mendoza society throughout the nineteenth century.

Keywords: Mendoza; Refined Earthenware; City; 19th century; Consumption.

En la ciudad de Mendoza, el terremoto de 1861 se presenta como una bisagra. Éste materializó el final de la ciudad “antigua” y el comienzo de la “moderna”, con un claro reimpulso a partir de 1885 con la llegada del ferrocarril. A nivel internacional, los países centrales se consolidaban como potencias industriales. En el modelo económico impuesto, el capitalismo emergía como una fuerza auto-expansiva (O`Connor 2001), que comenzó a concretar una nueva globalidad otorgando roles concretos a diferentes regiones del planeta, en lo que se denominó División Internacional del Trabajo (DIT). Conforme se producía un aceleramiento en la concentración del capital y su dimensión financiera, se registró la cristalización de prácticas culturales que acompañan los valores construidos en torno a las ideas de nación, país y república; considerando a lo europeo y occidental como paradigmas de lo moderno. Éstos a su vez se asociaron a una consolidación conceptual de lo que se entenderá como progreso ordenado, dentro del cual, cabían roles específicos a cada ciudadano. En este marco se produjo una intensificación en la producción y una expansión en la comercialización de productos industrializados, entre ellos las lozas. Estas se involucraron, sobre todo, con las actividades cotidianas que las personas no pueden eludir, como comer, beber y descartar. Así, acciones tan simples y cotidianas fueron permeadas por convenciones muy rígidas, pautadas socialmente y vinculadas incluso a “modas”, que como fenómeno cultural comenzaron a concientizarse según lo demuestra un proceso de estandarización del lenguaje publicitario. En esto residió una de tantas aristas relacionadas con la visibilidad social, en la creciente identificación de los individuos como consumidores.

En un proceso temporal corto y acelerado, la producción industrial de loza se generalizó y expandió, generando a su vez, pautas del “deber hacer y ser” del consumidor en pos de su acercamiento hacia aquellas ideas de civilización naturalizadas. Dialécticamente, las lozas pasarán de ser un bien de lujo deseado a uno consumido masivamente (Andrade Lima 1995); logrando así transformarse en un producto comercial exitoso, de gran expansión global y con control sobre las formas valorativas (culturales en general y estéticas en particular) en torno al cual se demarca su consumo.

Justamente y en relación al período que aquí nos ocupa, en la segunda mitad del siglo XIX, se produjo en Inglaterra una saturación del mercado por las lozas impresas, lo que determinó la declinación en su producción y el surgimiento de nuevas preferencias hacia los servicios de mesa blancos (Andrade Lima 1995). Desde tal situación, un análisis arqueológico de las lozas consumidas en la ciudad de Mendoza, en relación a los contextos de hallazgo (en diferentes escalas espaciales y temporales) permitirá acceder a los contextos del gusto (lo deseado) y los usos (lo posible), registrados dentro del rol de “consumidores” (asumidos consciente o inconscientemente) por los ciudadanos.

Así, la correlación establecida entre sectores de hallazgo de lozas según su cronología y la contrastación con tipologías organizadas según los patrones de valor postulados entre los siglos XIX y XX, redunda en información útil para conocer los procesos sociales y diferenciaciones que se registraron en relación a los consumos en un contexto de cambios que tenían ritmos diferentes. Por un lado, la trayectoria dada por la industrialización de las lozas, sus cambios estilísticos e incorporación en los mercados hasta su consumo y descarte (Dosztal 2013). Por otro lado, el desarrollo de la ciudad a fuerza de integración política post-colonial dentro de un modelo más dependiente en lo económico y por último los procesos urbanos truncados por un evento natural imprevisible (el terremoto de 1861) y su impacto en la configuración social del espacio urbano, claramente identificable en las denominaciones (ciudad nueva vs. ciudad vieja, barrio de las ruinas, etc.) (Figura 1.B. y 1.C.)

Figura 1. 1.A. Esquema temporal de crecimiento urbano sobre la plantilla actual de la ciudad de Mendoza con los Puntos Arqueológicos excavados numerados y con sus denominaciones. 1.B. Litografía de Goering de 1858, vista desde la plaza central de Mendoza. 1.C. Foto de Christiano Junior de la plaza principal de Mendoza hacia ca. 1880 después del terremoto (ambas figuras tomadas de Ponte 2008). 1.D. Tendencias de los materiales cerámicos en la ciudad antes y después del terremoto.


Figure 1. 1. A. Time scheme of urban growth on the current staff of the city of Mendoza with numbered excavated archaeological sites and their denominations. 1.B. Goering litograph, 1958, view of the main square of Mendoza. 1.C. Photo Christiano Junior from the main square of Mendoza to ca. 1880 after the earthquake (both figures taken from Ponte 2008). 1.D. Trends of ceramic materials in the city before and after the earthquake.

 

Una aproximación a las tendencias del consumo en sentido de las relaciones generales hacia el interior de una ciudad que experimenta un proceso de segregación, puede servir como una entrada al problema, considerando una comparación en general, de los contrastes entre los consumos de lozas importadas y de cerámicas rojas de producción local. De este modo entonces, cruzamos datos de la valoración de lozas con su comparación cuantitativa con las locales según el contexto social de su consumo (urbano central y periférico).

Dentro de este marco pretendemos hacer un aporte desde el análisis de la cultura material, como reflejo de una realidad social vinculada con patrones de consumo dentro del proceso de evolución de la ciudad de Mendoza hasta el terremoto de 1861 y a partir del mismo. Esto lo haremos desde el análisis de uno de los productos de consumo masivo y global durante ese período: las lozas.

En primer lugar, haremos referencia a los procesos históricos de la ciudad y su correlato urbano para después reseñar las hipótesis que orientan el trabajo y explicar la metodología seguida. Por último, abordaremos los resultados del análisis y las conclusiones elaboradas a partir del mismo.

Proceso histórico local y desarrollo urbano

La instalación colonial europea en el territorio comenzó en 1561 con la implantación urbana. La economía de los primeros años estuvo signada por el alquiler de los servicios de los huarpes a vecinos de Chile contraviniendo las normativas, por parte de los encomenderos (Prieto 2000). La ciudad se consolidó a principios del siglo XVII, surgiendo nuevas estrategias económicas que le dieron un perfil ganadero como principal actividad comercial, complementada por la agricultura de trigo, cebada y vid. Los excedentes de la agricultura fueron integrados al circuito comercial del que Mendoza era un estratégico punto de intercambio en el eje Atlántico-Pacífico. (Brachetta et al. 2011).

La élite local volcó las ganancias del comercio a actividades industriales derivadas de la vitivinicultura: manufactura de botijas, tinajas, cerámica vidriada, etc. Lograda la independencia, los gobiernos locales propiciaron el proteccionismo republicano. La ciudad del siglo XIX materializaba este carácter agrícola al combinar en el núcleo urbano las viviendas y edificios con viñas, potreros y chacras dispersas, conforme la disposición de agua por medio de acequias y canales lo permitía.

La Bisagra

El terremoto del 20 de marzo de 1861 afectó a la ciudad de Mendoza y a las localidades vecinas (San Vicente, Luján, Valle de Uco y San Carlos). La ciudad fue reconstruida bajo el paradigma de la modernidad hacia el suroeste del antiguo núcleo colonial. No obstante, el sector que nos ocupa siguió albergando a quienes no pudieron rehacer su vida en la nueva ciudad por lo que terminaron integrados en un nuevo planteo urbano que segregó a sus habitantes según la posibilidad económica en ciudad nueva y ciudad vieja (o barrio de las ruinas). Otro gran cambio que se concretó hacia 1870, en sintonía con los procesos capitalistas generales, fue la transformación socioeconómica que llevó adelante la elite dirigente conocida como “gobierno de notables” que estimuló el cambio económico hacia una exclusivamente vitivinícola (Mateu y Dussel 1999).  La matriz productiva favoreció la conformación de emporios empresariales dedicados al negocio vitivinícola y empresas vinculadas o derivadas de él fuertemente impulsado por la llegada del ferrocarril (en 1885).

La Ciudad Nueva

Después de discusiones se acordó trazar la nueva Ciudad en la antigua Hacienda de San Nicolás. El traslado no fue fácil, para incentivarlo el gobierno instaló edificios públicos de estilo francés: la Casa de Gobierno, Iglesia Matriz, el Cuartel de Policía,  el Club Social y la sede de la Legislatura (Mateu y Dussel 1999: 20). Recién hacia 1881 lo hacen las familias Villanueva, Correa, Segura, Palma, Rosas, Videla, Molina, Rafo y Monteavaro (Ponte 2008: 241-242). La nueva ciudad de a poco fue adquiriendo los rasgos que aún se observan: arboledas, plazas, calles anchas, acequias y bulevares. Los dirigentes quisieron diseñar una ciudad nueva donde fuera posible hacer una sociedad distinta, sin dejar rastros del pasado colonial. A fines de siglo XIX en la traza de la ciudad nueva quedaban pocos alfalfares y chacras.

El barrio de las ruinas

“Pero la ciudad de las plazas y los bulevares no era para todos…” (Mateu y Dussel 1999: 21). En el antiguo núcleo fundacional que pasó a denominarse “barrio de las ruinas”, quedaron unas pocas familias tradicionales en el Barrio de Loreto (actual plaza Sarmiento)  y los más pobres. En ese sector se reconstruyó el Hospital San Antonio y se instalaron las instituciones y edificios que albergaban las actividades que no se querían ver: Matadero, Asilo de Mendigos, Asilo de Huérfanos, la mayoría de los prostíbulos. Además de algunos hoteles, también se instaló la Sociedad de Artesanos, la Escuela Práctica de Mujeres y más hacia el N el cementerio y los basurales (estos en el entorno del viejo Cabildo y el canal zanjón). Los escombros fueron parte del paisaje hasta que durante la intendencia de Lagomaggiore (1884-1888) se retiraron. A fines del siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo XX, los inmigrantes se instalaron en los conventillos o inquilinatos que se levantaron en el barrio de las ruinas pero las condiciones continuaron siendo precarias ya que el equipamiento urbano tardó en llegar, sobre todo el agua potable (restringida a un sistema de surtidores públicos localizados en la ciudad nueva). El alcantarillado y el sistema de cloacas llegarán a la ciudad vieja en la década de 1920.

Hipótesis y objetivos

En términos generales buscamos conocer el impacto que tuvo la producción industrializada europea de lozas en el consumo de los habitantes de la ciudad durante el siglo XIX. Para ello indagamos de qué forma impactaron estos cambios en el gusto y el consumo de lozas en Mendoza en relación con la posición social inferida por los lugares de habitación. Dentro del proceso urbano brevemente descripto, postulamos que los cambios registrados en el consumo material en general y de las lozas dentro del ámbito urbano, se manifestarán en el registro, desfasados en el tiempo con relación a su período de producción y según su posición en la ciudad. La situación de marginalidad que pasa a revestir el otrora centro urbano, luego de 1861 se acentúa hacia fines del siglo XIX, como consecuencia de la arrabalización. Hipotéticamente, el acceso a estos bienes (generalmente importados de Europa) en cantidad y variabilidad, sería mayor en los emplazamientos cercanos a la plaza fundacional para momentos pre-terremoto y operaría de modo inverso para el período post-terremoto. A su vez, sería esperable que las lozas adquirieran un papel relevante en relación a las cerámicas rojas y vidriadas de producción local a partir de la segunda mitad del siglo XIX y que disminuyan entrando al siglo XX, por su reemplazo por el vidrio.

Material y método

Considerando la ciudad como un sitio en constante proceso de expansión y contracción, se trabajó con las lozas recuperadas en un radio de ca. 2000 m en relación a la plaza del Área Fundacional (actual plaza Pedro del Castillo), tomada como punto central (Figura 1.A., sector 1.1) y dentro de los contextos históricos ya descriptos. Las lozas ascienden a 1.147 y las cerámicas rojas y vidriadas a 3.819 (entre piezas fragmentadas y fragmentos) (Tabla 1)  y proceden de una superficie excavada de 680 m2 en 16 Puntos Arqueológicos (PA), cuyos nombres y localización presentamos en la Figura 1.A.

 

Tabla 1. Cantidad de Puntos Arqueológicos (PA) analizados por distancia al punto central, metros cuadrados excavados y porcentajes de clases de lozas según contextos previos y posteriores al terremoto del 20 de marzo de 1861.

Table 1. Number of Archaeological Points (PA) analyzed by distance to the center point, square meters excavated and percentages of faience classes as before and after the earthquake of march 20, 1861 context.

 

El estudio morfotipológico comprendió dos ejes, espacial y temporal. Desde el espacial, se concibe a la plaza del Área Fundacional como lugar central y vertebrador de estatus en etapas pre-terremoto. A su vez, el temporal se abordó tomando al terremoto de 1861 como momento de inflexión, ya que como consecuencia de éste la ciudad relocaliza su foco central. El sector que había sido el núcleo político, administrativo y económico social desde su fundación en 1561, pasó a ser marginal, (con todas las implicancias socioeconómicas) desplazándose al SO el foco principal (Figura 1.A, sector 1.1., 1.b y 1.c.).

Los tipos de loza se analizaron y agruparon en las cuatro categorías o clases de loza aplicadas en estudios de Río de Janeiro (Andrade Lima 1995 a partir de Miller 1980). Estas se basan en elementos decorativos y las listas de precios de establecimientos ingleses en el siglo XIX. Luego se evaluaron las frecuencias para los contextos preterremoto y posterremoto de la ciudad de Mendoza y según distancias al lugar central (plaza del Área Fundacional). Además se consideran las cerámicas rojas y vidriadas de producción local para observar las tendencias de uso y decaimiento en el mismo, conforme se van incorporando las lozas importadas (Figura 1.D.). Las cuatro categorías de lozas están ordenadas de más económicas a más costosas en cuanto a su valor de mercado en el siglo XIX. La primera incluye todos los tipos de lozas lisas (tanto en Creamware, Pearlware como Whiteware) sin decoración y eran las más baratas. La segunda categoría incluye todos los tipos con decoración poco compleja. Dentro de los tipos decorados, estos serían los de menor valor comercial (por ejemplo los tipos borde decorado -Shell edge-, los anulares o los pintados a mano). En la tercera categoría se contemplan tipos decorados impresos de mayor valor económico, con estilos floreales, geométricos, paisajes chinescos, etc. Por último, las lozas moldeadas constituyen la cuarta categoría y la más costosa. Los análisis cuantitativos, en esta etapa de la investigación, se basan en el conteo de fragmentos.

Resultados

Hay que aclarar que no existe un muestreo representativo y estadísticamente comparable de las áreas excavadas en relación a la distancia al punto central, que oscilan desde los 50 a los 2100 m de distancia en superficies que van desde los 2 a los 402 m2 (Tabla 1)

Figura 2. 2.A. Indices de Diversidad y Heteregoneidad en contextos preterremoto y posterremoto. 2.B. Diversidad de lozas y frecuencias de distribución (porcentaje en eje Y) en metros respecto a la plaza central (eje X) de las diferentes categorias en contextos preterremoto (categorias 1 a 4 de lozas en diferentes tonalidades de las barras). 2.C. Diversidad de lozas y frecuencias de distribución (porcentajes en eje Y) en metros respecto a la plaza central (eje X) de las diferentes categorias en contextos posterremoto (categorias 1 a 4 de lozas en diferentes tonalidades de las barras).

Figure 2. 2.A. Diversity and Heterogeneity indices in preterremoto context and posterremoto. 2.B. Diversity of faience and distribution frequencies (percentages Y axis) in meters from the central square (X axis) of the different categories in preterremoto context (categories 1 to 4 of tiles in differents shades of the bars). 2.C. Diversity of faience and distribution frequencies (percentages Y axis) in meters from the central square (X axis) of the different categories in posterremoto context (categories 1 to 4 tiles in differents shades of the bars).

 

No obstante, se pueden observar tendencias porcentuales comparadas de las clases de lozas presentes por período y distancia al punto central (Figuras 1.A.; 2.B y 2.C.). Las tendencias porcentuales de los fragmentos cerámicos locales y de lozas en la ciudad, muestran que mientras las cerámicas rojas decrecen fuertemente, las vidriadas muestran leve aumento, pero que está lejos de acompañar los porcentajes que muestran las lozas que pasan de un 20% antes del terremoto a un 48% luego del mismo (Figura 1.D.). Si bien no alcanza al porcentaje de las cerámicas rojas previas al terremoto, hay que entenderlas en un proceso de persistencia de su uso y la incorporación del vidrio como recipiente, que reemplaza parte de las funciones que, previamente al terremoto, cumplían mayormente las cerámicas rojas y/o vidriadas.

En cuanto a las lozas y las tendencias de diversidad y homogeneidad1
en general (Figura 2.A.), en el sector fundacional se cumple la expectativa de que la loza antes de 1861 era más diversa y equitativa que la que se incorporará luego del mismo, como resultado de un proceso económico signado por el terremoto como inflexión. En la comparación, este evento que generó un reacomodamiento social en la ciudad, funciona como una variable de gravitación al considerar los descartes.

En el período preterremoto se destaca que en las distancias entre los 50 m y los 200 m se concentran las mayores cantidades y diversidad de materiales (Figura 2.B.), lo que tiende a coincidir con mayor cantidad de espacios domésticos excavados (en el entorno inmediato a la plaza predominaban espacios públicos). En ese caso, dominan las categorías más económicas 1, 2 y 3 respectivamente, pero a su vez, es donde aparece mayor representación de lozas clase 4, algo esperable en los basureros de los sectores más acomodados de la ciudad. Más allá de los 200 m, las lozas apenas son registradas y predominan las de clase 1. En el período posterremoto (Figura 2.C.) el predominio de lozas clase 1 es también marcado. Una diferencia ahora es que las lozas aparecen más dispersas en el espacio, mostrando en todo caso, dos puntos de concentración, uno entre los 50 y 200 m y otro entre los 450 y 600 m. En este caso, en términos generales, si bien siguen dominando fuertemente las clases 1, 2 y 3 respectivamente, la clase 4 tiene mayor representación, y aumenta notablemente (aún dentro de porcentajes comparados bajos), en sectores más asociados al desarrollo de la ciudad hacia la segunda mitad del siglo XIX.ConclusionesEl conjunto general de las lozas recuperadas en la ciudad de Mendoza muestra un panorama comparativo marcado por la modestia respecto de otras ciudades. No hay consumo de lozas caras, y en general son las de menor costo las que predominan en el proceso de reemplazo de las cerámicas rojas y vidriadas de producción local, que aunque decrecen en su uso, no desaparecen.  Esta tendencia es asociable a condiciones de difícil acceso a consumos costosos por parte de la sociedad urbana mendocina, aspecto que puede rastrearse desde etapas coloniales en relación al consumo de otros elementos materiales (como metales y vidrios –prácticamente sin evidencias de descarte en contextos anteriores al siglo XIX).En cuanto a las tendencias de dispersiones posterremoto (segunda mitad del siglo XIX), hay que interpretarlas considerando que los contextos excavados indican espacios de descarte, aspecto que sería consistente con el desarrollo allí de basurales (Prieto et al. 2006) del consumo generado en la ciudad nueva, donde, si bien hay lozas, son escasas en relación al consumo documentado para la época.En definitiva, el consumo de lozas, aunque aumenta en las frecuencias, no lo hace muy marcadamente en relación con las categorías más caras (4), predominando en todo el período las más baratas (1).  Las frecuencias serían coherentes con el modelo planteado por Andrade Lima en el sentido de que en la segunda mitad del siglo XIX los servicios de mesa blancos muestran un crecimiento porcentual. Pero, si tenemos en cuenta la espacialidad, no podemos soslayar para la interpretación el hecho de que en ese momento, en el sector de la ciudad vieja, se emplazan los sectores sociales más desfavorecidos, lo que sería contradictorio con el elevado valor de estas lozas. Al igual que con la situación de la categoría 3, se plantea que la presencia de estas lozas que marcan un mayor poder adquisitivo/status en esta área marginal se relaciona con el manejo de los residuos por parte de la ciudad nueva, que depositaba los mismos en el “barrio de las ruinas”.

Habrá que analizar lo que representan los fragmentos como parte no sólo de piezas completas, sino ya, de la totalidad del menaje, puesto que como sucede en otras ciudades del país (Schávelzon 1996), las clases acomodadas tendían a descartarlos en su totalidad ante la incompletitud del juego por alguna rotura menor. Esto pudo generar que, en los espacios más empobrecidos, se aprovecharan sólo algunas piezas de juegos de diferente estilo, cronología y categoría, generando contextos “collage” de mayor diversidad e incluso presencias no esperables por las condiciones socioeconómicas de los usuarios. No obstante, esperamos que este análisis permita comenzar una indagación de las conductas urbanas en torno al consumo de cultura material para trascender las simples descripciones tipológicas.

Mendoza, 10 de junio de 2016

Notas

Algunos de los índices de diversidad más ampliamente utilizados son el de Simpson (DSi) (1949), y el de Shannon-Wiener (H’) (1949). El índice de Simpson (1949) se deriva de la teoría de probabilidades, y aquí mide la probabilidad de encontrar dos elementos de la misma clase en dos muestras al azar sin reposición. Esto constituye una propiedad opuesta a la diversidad, se plantea entonces el problema de elegir una transformación apropiada para obtener una cifra correlacionada positivamente con la diversidad. El índice de Shannon y Wiener (1949), H’ se basa en la teoría de la información (mide el contenido de información por símbolo de un mensaje compuesto por S clases de símbolos discretos cuyas probabilidades de ocurrencia son pi ...pS).

Bibliografía

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