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Revista del Museo de Antropología

versão impressa ISSN 1852-060Xversão On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.12 no.3 Córdoba dez. 2019

http://dx.doi.org/10.31048/1852.4826.v12.n3.27101 

DOSSIER

http://dx.doi.org/10.31048/1852.4826.v12.n3.27101

Dossier: Conociendo a Marit Melhuus
Las moralidades de Marit

Rosana Guber*

*Centro de Investigaciones Sociales, (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas- Instituto de Desarrollo Económico y Social) E-mail: guber.rosana@gmail.com

Recibido 04-11-2019

Aceptado 18-12-2019

En 2006, el antropólogo argentino Santiago Álvarez, de la Editorial Antropofagia y el Centro de Antropología Social del IDES de Buenos Aires lanzaron el Premio Archetti a la mejor tesis de Maestría sobre la Argentina, Ecuador, Guatemala y Noruega. De hecho, el Premio estaba destinado a honrar a nuestro amigo y colega Eduardo ‘Lali’ Archetti, que había trabajado y vivido en estos cuatro países. Desde entonces, y durante 13 años, hubo 180 competidores, 30 de los cuales ganaron el 1er Premio y las menciones 1ra y 2da. Ganaron alternativamente y en las tres categorías candidatos de los cuatro países. Los temas han sido de lo más variados: ‘fans’ de cantantes populares fallecidos prematuramente, sirvientes en haciendas, barras bravas de fútbol, ​​productores y trabajadores de yerba mate, maestros de niños internados gravemente enfermos, usos contemporáneos del calendario maya, la arquitectura en la Puna argentina, sexualidad lésbica, trabajadores de atención primaria de la salud en barrios pobres, entre muchos otros. Este concurso fue posible gracias a un jurado integrado por excelentes antropólogos: Beatriz Alasia de Heredia, una antropóloga argentina que vivió en Brasil desde 1975 y falleció hace unos años; Fernando García y Mercedes Prieto de FLACSO-Ecuador; José Alejos, antropólogo guatemalteco que vive hace muchos años en la Ciudad de México, y Marit Melhuus.

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Figura 1: Rosana Guber. Foto R. Guber

Figure 1: Rosana Guber. Photo R. Guber

Marit debe haber leído entre 40 y 50 tesis de maestría durante el tiempo que permaneció como miembro del jurado desde su creación y hasta la décima edición en 2017, y proporcionó evaluaciones sumamente detalladas y cuidadosas de la mayoría de ellas.

Hoy me gustaría agradecerle su gran dedicación. Su móvil fue contribuir al recuerdo de Lali, no anotar un nuevo renglón en su currículum ni retribución monetaria alguna. Pero aquí me gustaría agregar cuánto y cómo Marit contribuyó, a través de su participación en el Premio, con la antropología argentina. De paso, intentaré analizar un tipo de escritura en la que la mayoría de los académicos pasamos bastante tiempo, aunque rara vez le dispensamos una atención analítica. Se trata de un tipo de escritura destinada a establecer y a aplicar criterios que nos permitan distinguir lo bueno de lo malo, quién merece el premio, quién no lo merece y por qué.

Marit solía comenzar sus evaluaciones por mail en castellano con -Querida Rosana …, y después de citar el título, avisaba que “Sigo en inglés, me hace más fácil”. Por cierto, la mayoría de los textos enviados estaban escritos en castellano, no en inglés.

Una y otra vez, Marit estructuraba sus evaluaciones básicamente en las mismas líneas y siguiendo la misma secuencia: describía el tema, apreciaba la redacción, introducía el enfoque analítico, daba una breve explicación de su relevancia y contextualizaba el fenómeno bajo examen; elogiaba la calidad, la profundidad y la duración del trabajo de campo, la adecuación de las referencias bibliográficas, tanto clásicas como recientes, y del enfoque teórico. Finalmente, consideraba cómo estos aspectos se relacionaban entre sí y se comunicaban a lo largo del argumento general. Cuando le gustaba el texto, comenzaba con una calificación muy positiva, pero generalmente iniciaba la evaluación con un tono más neutro y pasaba de una simple descripción a una crítica cuando decía algo así como: “Sin embargo, tengo algunas observaciones ...”. Este giro no necesariamente implicaba que el candidato estaba fuera de concurso. El lector no se enteraba de la conclusión de Marit hasta el final. El misterio se revelaba después de media página de comentarios, con palabras tales como: “Dicho esto, sin embargo, debo admitir que estoy impresionado por este trabajo y creo que debe estar entre los mejores”.

Ahora: ¿el mejor para quién? Dados los debates actuales sobre el conocimiento científico del sur y el norte y acerca de la dudosa y desigual globalización de la ciencia, también en la antropología, ¿es posible afirmar que existe un único estándar en nuestra disciplina? Los colegas del jurado con sus respectivos temas de interés, antecedentes y localizaciones de sus puestos de trabajo empleos y de sus campos empíricos, llegaban a la misma conclusión a través de un interesante proceso de intercambio y consenso. Esa conclusión se fundaba en, a la vez que contribuía a reproducir, una disciplina global hecha por y desde entornos locales y profesionales, con sus estándares y trayectorias específicos.

Marit siempre se preocupaba por la unidad conceptual de una tesis, la belleza y la claridad de su escritura, su organización lógica, por la amplitud de sus datos y por la solidez de su perspectiva teórica. Pero todas estas dimensiones debían apuntar al mismo fin: una buena antropología basada en una buena etnografía. Quizás alguien había escrito una tesis basada en trabajo de campo y en literatura antropológica actual, pero no había logrado “antropologizar su tema”. Por lo tanto, el candidato ni siquiera tenía derecho a una mención. La fuerza del argumento y un análisis estricto, un stringent analysis, expresión que Marit utilizaba todo el tiempo, debían integrarse en un argumento original, astuto, fundamentado y creativo.

Marit observaba, por ejemplo, que
“los amplios argumentos teóricos presentados en la introducción no se incorporan de manera sistemática en el análisis posterior”.

De hecho, muchos antropólogos y academias antropológicas están repletos del teoricismo y de intelectualismo, el hábito de concebir a los datos como material solamente discursivo.
“En lugar de (relacionar teoría y datos) se nos presenta una serie de citas aisladas, que se presentan como ejemplos ilustrativos sin estar empíricamente integrados en los procesos y las contradicciones que el autor se propone explorar. Además, no se nos da ninguna información acerca del contexto dentro del cual se dicen las cosas, ni quién las dice; ni tampoco las contradicciones y diferencias de opinión que existen entre (los interlocutores del autor).
“Como etnografía le falta (porque). Este es un análisis discursivo / textual, que carece de una perspectiva interactiva y cotidiana. / ... /, necesitamos más que entrevistas para crear descripciones densas ”.

Incluso cuando
“hay una enorme cantidad de trabajo en esta tesis: históricamente, estadísticamente / ... / pasando por el debate (tema principal) y sus implicaciones para la comprensión del Desarrollo / ... / para mí esta tesis, importante como su tema, no es realmente antropológico en el sentido de que carece de una etnografía sólida que nos dé una idea de qué / cómo las personas mismas entienden el (proceso que atraviesan)”.
“Descriptivo” no es lo mismo que “Etnográfico”. Ser empírico/descriptivo no es lo mismo que ser teórico/analítico.

La tercera falta es la “Proximidad: el texto fue escrito para una audiencia conocedora” (knowing audience) El autor no necesita fundamentar su argumento y, por lo tanto, “el material parece relativamente superficial y fragmentado”. “La tesis no se sostiene empíricamente”. “La base empírica es débil”.

Por el contrario, puede suceder que “Etnográficamente la tesis es rica. El autor tiene ojo no solo para los detalles sino, lo que es aún más importante, para su significado”. De hecho, uno no puede esperar que todos los trabajos sean perfectos, pero objetar la falta de antropologización es sumamente significativo en el contexto argentino y en un concurso en honor a un antropólogo santiagueño y lanzado desde la Argentina al mundo.

Como ustedes saben, la etnografía se ha vuelto bastante popular en las Humanidades y las Ciencias Sociales, al menos en América Latina (y en muchos países europeos). Hoy en día, muchas propuestas de tesis en Ciencias Sociales, al menos en mi país, incluyen técnicas etnográficas tales como las entrevistas no estructuradas o en profundidad, los informantes clave y la observación participante. A los lectores no se les dice por qué, cómo y con qué fines se usan esas “técnicas”, pero los jóvenes (p.ej.) sociólogos, politólogos y comunicólogos que eligen un camino cualitativo creen que sus tesis son etnográficas porque se basan en un trabajo de campo asistemático y más o menos experiencial. Aunque no suelen participar en el concurso Archetti, paradójicamente son ellos quienes más promovieron al trabajo etnográfico. Mientras tanto, los candidatos con tesis de maestría en Antropología representan una postura similar. Eligieron la antropología como especialización o provienen de una licenciatura en antropología. Pero fueron instruidos por profesores autodidactas en Antropología Social que iniciaron sus carreras profesionales a mediados de los años ‘80s, que sostenían que la antropología era la asistente del colonialismo y que los antropólogos contemporáneos deben ser intelectualmente comprometidos y denunciar la desigualdad y la discriminación.

Más allá del hecho de que los comentarios de Marit son esclarecedores e incluso pedagógicos, y de que sus colegas del jurado los encontraron sumamente útiles para escribir los propios, creo que la moral antropológica de Marit ha sido una contribución real a la antropología argentina contemporánea. Y esta contribución no comenzó con el Premio Archetti sino cuando decidió trabajar con los productores de tabaco en el nordeste, más específicamente en la mitad occidental de la provincia de Corrientes, para su propia tesis de maestría. Esto sucedió a mediados de los años ‘70s, cuando Lali y Kristi-Anne estaban haciendo su propio trabajo de campo en la provincia vecina de Santa Fe con productores de algodón.

De su tesis publicada sólo en inglés como Campesinos, excedentes y apropiación. Un estudio de caso de cultivadores de tabaco de Corrientes, Argentina, en 1986, nos enteramos de que la presentó en 1978, ocho años antes, y que hizo trabajo de campo desde mediados de junio de 1974 hasta mediados de julio del año siguiente, 1975. En su Prefacio de 1986, Marit recuerda la dura situación política, a pesar de que fue tolerada en Corrientes. Esos años en la Argentina fueron “más que trágicos” y remite a sus lectores al Nunca Más (1985), el volumen de la CONADEP (Comisión Nacional de la Desaparición de Personas). que reúne los testimonios de represión, tortura y los aproximadamente 8900 argentinos y extranjeros desaparecidos. Marit recuerda que, después de leerlo, “Nuestras concepciones básicas de la dignidad y la responsabilidad humanas fueron puestas en cuestión”. De hecho, gracias a ese libro publicado en 1985, se enteró con espantoso detalle de lo que había sucedido incluso antes del golpe de estado de 1976, cuando ella todavía estaba allí. Y concluye: “El pasado reciente seguirá persiguiendo a la sociedad argentina de maneras que quizás, todavía, no podamos comprender” (1987:1).

Huelga decir que esa presencia no se disipó; aquel pasado militar, político y social, además de económico, alcanzó también a la antropología argentina, no sólo porque era una subdisciplina nueva y promisoria con muy pocos practicantes, sino también porque convirtió a los debates teóricos en lealtades ideológicas, allanando así el camino hacia un tipo de corrección política que establecería el molde de pensamiento en los años por venir. Curiosamente, y aunque es la única alternativa a un régimen dictatorial, la democracia en la Argentina no resultó tan bien; y curiosamente, además, este resultado no se debió sólo a la dictadura, sino también al período anterior y al posterior, ambos democráticos.

Y sin embargo, a pesar de las modas teóricas, los corsets del pensamiento y las estrellas académicas, la antropología social sigue siendo una disciplina indisciplinada, inquietante y creativa, y por lo tanto atrevida y subversiva. Ningún dogma teórico puede resistir a la etnografía; ninguna (buena) etnografía puede frenar el debate teórico; no hay debate real cuando las certezas ideológicas reemplazan a la buena etnografía. De hecho, como ha señalado Marit en sus evaluaciones a lo largo de estos años, el mejor antídoto contra el teoricismo dogmático y contra el racionalismo que parecen comunicar los datos discursivos, son la etnografía fundada y contextualizada, y la interpretación analítica. Es decir, el mejor antídoto contra el teoricismo dogmático es la verdadera y buena antropología.

Marit regresó a la Argentina correntina y a los sobrevivientes y descendientes de aquellos años ‘70 cuatro décadas más tarde. Traía consigo nuevas preguntas y nuevas nociones, y su reciente experiencia de ir leyendo tesis de maestría de jóvenes antropólogos argentinos. Desde los años ‘70, Marit ha sido una amable y discreta presencia cerca nuestro. Ella nos conoce mejor de lo que la conocemos los argentinos, lo cual puede ser injusto. Pero es también un punto de vista desde el cual nos ayuda a formar una mejor comunidad antropológica para enfrentar las profundas incertidumbres de los años globales y nacionales por venir. Hasta pronto, querida Marit, y a ver cuándo te vemos por acá.

Notas

Antropóloga Social, investigadora CIS-IDES/CONICET. Dirige la Maestría de Antropología Social del IDES-IDAES/Universidad Nacional de San Martín, el Centro de Antropología Social del IDES y el Programa de Antropología Social del CIS-IDES/CONICET. Sus áreas de investigación son la investigación etnográfica, la antropología de la antropología argentina, y la guerra de Malvinas desde la perspectiva de sus protagonistas directos. Sus libros más recientes son, entre otros, La articulación etnográfica (2013), Experiencia de halcón (2016) y las compilaciones Prácticas etnográficas (2014) y Trabajo de campo en América Latina (2018).

Referencias

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2. Melhuus, Marit. 1990. A Shame to Honour – A Shame to Suffer. Ethnos 55:1-2:5-26.         [ Links ]

3. Melhuus, Marit. 1990. Gender and the problem of hierarchy. When the left hand does no know what the right hand is doing, or an exercise in how to have your cake and eat it too. Ethnos:55:3-4:151-169.         [ Links ]

4. Melhuus, Marit. 1998. Configuring Gender: Male and female in Mexican heterosexual and homosexual relations. Ethnos (63) 3:353-382.         [ Links ]

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