SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.14 número2Suelos, estratos, cosasMinería, patrimonio cultural y público visitante índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista del Museo de Antropología

versión impresa ISSN 1852-060Xversión On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.14 no.2 Córdoba abr. 2021

http://dx.doi.org/http://doi.org/10.31048/1852.4826.v14.n2.34211 

DOI: http://doi.org/10.31048/1852.4826.v14.n2.34211

DOSSIER

Epílogo. Tras la interpretación: otros materialismos y ontologías en arqueologías argentinas actuales

Afterword. Beyond interpretation: other materialisms and ontologies in current argentine archaeologies

Benjamin Alberti*

*Framingham State University, EEUU. E-mail: balberti@framingham.edu

Recibido 27-07-2021

Aceptado 28-07-2021

Resumen
El autor, invitado como comentarista del dossier “Tras la interpretación: otros materialismos y ontologías en las arqueologías argentinas” actuales presenta comentarios y reflexiones a partir de la lectura de los artículos desde el punto de vista del papel que juegan los materiales en su propia interpretación. El analiza en cada trabajo las principales propuestas teóricas desde esa perspectiva, la relación con los materiales y las cuestiones claves de las mismas. Finaliza con una invitación a considerar cómo trabajar arqueológicamente con las ideas de la nueva metafísica u ontologías alternativas y cómo construir nuestras categorías dejando que los materiales locales transformen nuestras nuevas teorías a la par que nuestras nuevas teorías transformen nuestros viejos antecedentes, y no al revés.

Palabras claves: Interpretación; Nuevo materialismo; Ontologías; Teoría arqueológica

Abstract
The author, invited as a commentator on the dossier “After Interpretation: Other Materialisms and Ontologies in Current Argentine Archaeologies”, presents comments and reflections based on reading the articles from the point of view of the role that materials play in their own interpretation. He analyzes in each work the main theoretical proposals from that perspective, the relationship with the materials and their key questions. It ends with an invitation to consider how to work archaeologically with the ideas of the new metaphysics or alternative ontologies and how to construct our categories by letting local materials transform our new theories as our new theories transform our old antecedents, and not the other way around.

Keywords: Interpretation; New materialism; Ontologies; Archaeological theory

Introducción
 
En lo profundo de la lectura sobre el fascinante rompecabezas arqueológico representado por el material generalizado asociado con los guaraníes, me acordé de un dicho Nukak. Gustavo Politis (2006) en su etnoarqueología de este grupo amazónico informó que cuando se le preguntaba: “¿Por qué te mueves tanto?” el Nukak respondía: “Porque somos Nukak”. La actividad y la identidad eran una y la misma. Así mismo, Rocío Torino en este volumen argumenta convincentemente que la respuesta del rompecabezas de la expansión guaraní y la consistencia de la forma y el diseño en la cultura material, es entender que hacer cerámica de esta manera es ser guaraní. En una línea similar, Andrés Laguens y yo (Laguens y Alberti 2019) hemos argumentado que uno puede entender que cuando los grupos de personas se encuentran con nuevos lugares, no son nuevos en el sentido de desconocido. Los grupos ya tendrán mundos llenos o relaciones con otras entidades y seres animales, plantas, características del paisaje, espíritus, etc. El “nuevo” lugar o paisaje ya tendrá sentido, ya es significativo para “aquellos que saben cómo verlo”, como escribió Ingold (1993). De este modo, la gente “llevaba consigo sus paisajes”.

Para entender el punto de Rocío Torino (2021) necesitamos pensar de manera diferente sobre la relación entre los grupos humanos, las cosas que hacen, las firmas arqueológicas que dejan y los conceptos que utilizamos para pensar estas relaciones. Esta inversión ontológica, esta nueva forma en que se nos pide que pensemos en viejos problemas, es emblemática de la obra del presente dossier. Los trabajos de este número son un desarrollo teórico refrescante, novedoso, interesantemente local, tanto para la arqueología argentina –hablando como alguien foráneo– como para la arqueología en general. Todos ellos, de una manera u otra, responden a la llamada a pensar más allá de los enfoques representacionales de la arqueología. En 2013, Andy Jones, Josh Pollard y yo publicamos un volumen editado titulado Archaeology After Interpretation (Left Coast Press). El propósito del volumen, que fue iniciado por Andy y Josh, era pensar en la arqueología desde el punto de vista de los materiales. El punto principal que queríamos transmitir era bastante simple (¡a pesar de las referencias a Deleuze y otros!): queríamos recentrar a los materiales arqueológicos en la teoría arqueológica. No hay arqueología sin sus materiales, por supuesto. Lo que queríamos era reconocer el papel de los materiales en su propia interpretación. En ese momento escribimos, “lo que buscamos es lo que sucede durante la interpretación, que es donde radica la cuestión de la ontología: ¿Qué tipo de trabajo está involucrado en el co-surgimiento de la interpretación y la realidad, y qué papel juegan los materiales en el proceso?” (Jones y Alberti 2013: 16). En esto, estábamos dispuestos a poner en tela de juicio la estratagema del representacionalismo de “un sujeto/cultura interpretativa bastante distinto del mundo que interpreta”. Es importante destacar que también queríamos evitar cualquier idea de que el conocimiento científico puede aspirar a una correlación singular y absoluta entre sus representaciones / declaraciones - sus verdades - y un “mundo real” por allí afuera.
 
Los documentos de este volumen no siempre están alineados con nuestra agenda en Arqueología después de la interpretación, ni deberían estarlo. No obstante, existen conexiones claras. Lo distintivo de los trabajos como grupo es su enfoque en materiales y entidades arqueológicas que surgen en el contexto de sus estudios de caso argentinos. Y, en línea con Andy y mi punto de que queremos examinar el papel de los materiales en su propia interpretación, la razón del carácter distintivo de los documentos en este volumen es una consecuencia del hecho de que prestan tanta atención a sus materiales (Jones y Alberti 2013). La cuestión ontológica sigue de cerca detrás también. La credibilidad dada a las afirmaciones ontológicas alternativas – ya sea de la física cuántica o de la metafísica indígena – es un sello distintivo de los enfoques recientes en la teoría arqueológica. Los documentos aquí dejan en claro el carácter distintivo del desarrollo y la interpretación de la teoría una vez que la ontología, no como creencia, sino como la realidad de uno, se centra: cada caso desarrollará su propio lenguaje, categorías y teoría en la medida en que permita que ese contexto local y esos materiales influyan en el trabajo de análisis.
 
En lo que sigue, me gustaría comentar brevemente algunas tendencias en este grupo de artículos. Esta es necesariamente una perspectiva parcial y parroquial; aunque he trabajado en Argentina durante muchos años, no soy “local” en ese contexto. Solo puedo interpretar estos casos sobre la base de mi propio punto de vista como arqueólogo con formación británica y radicado en los Estados Unidos. Lo que más me llama la atención de estos artículos es cómo afrontan el desafío de la indeterminación ontológica, la naturaleza agentiva de los materiales, las ontologías locales/indígenas y cómo los autores adaptan las influencias teóricas “pre-ontológicas” existentes a sus objetivos.

El gran reto: la indeterminación ontológica
 
El desafío a la arqueología de la indeterminación ontológica es puesto muy claramente por Jakel (2021) en su estudio del agropastoralismo y paisajes de tarea en el Valle Calchaquí Norte, cuando escribe: “Es claro que puede resultar problemático definir unidades de análisis estables cuando se parte de la base de una idea de inestabilidad constante y permanente devenir del mundo y las cosas.” De una forma u otra, todos los trabajos se enfrentan a la misma pregunta. ¿Qué hacemos, de hecho, una vez que reconocemos que la ontología (conceptos, categorías) es esencialmente indeterminada? Esta pregunta no es lo mismo que admitir que los propios conceptos y categorías están ligados a la cultura y limitados. Esto se ha reconocido desde hace mucho tiempo. Lo que Jakel está entendiendo, y lo que quiero decir con “indeterminación ontológica”, es que no podemos asumir que lo que consideramos los elementos constitutivos del concepto “concepto” o la categoría “categoría” siguen siendo los mismos. González Dubox (2021), en sus poéticas líneas finales sobre el arte rupestre, nos recuerda que, “Nada indica nada. Las cosas cobran sentido en relación.” Todo es relacional. Sí. Pero podríamos añadir, ¿qué significa “relacionarse”? Jakel proporciona una discusión útil de la crítica de Ingold de las “redes”, donde los nodos se ven como puntos puntuados y las líneas entre ellos no son importantes. Del mismo modo, la antropóloga británica Marylin Strathern (1996) –famosamente centrada en las relaciones– nos pide que consideremos que las relaciones (y no sólo lo que se relacionan) difieren. El hecho de no reconocer que cuando “nosotros” decimos relación y cuando “ellos” dicen relación es posible que no estemos diciendo lo mismo, socava todos los intentos de, bueno, relacionarnos. Del mismo modo, construir categorías arqueológicas que den cuenta de formas locales de ser, ya sean actuales o latentes en los materiales que tenemos delante, significa preguntarnos qué entendemos por categoría. Introducir determinación, hacer que algo exista de una manera determinada, medible y útil es un acto ontológico.
 
El reto no es menor. Hay un reconocimiento general, yo diría, entre los arqueólogos de que la ontología de sustancia cartesiana es bastante peculiar del pensamiento moderno (Thomas 2004; véase también la discusión en Weissel (2021), este volumen). No creo que tal bifurcación describa con precisión las relaciones de las personas con sus mundos. No obstante, es útil que nos preguntemos si vamos a descubrir o reconstruir de alguna manera los principios ontológicos subyacentes a las relaciones de los pueblos pasados con sus mundos, entonces ¿qué debemos hacer con los mundos que se conciben y viven como fluidos, cambiantes y contextualmente dependientes de conjuntos de relaciones en constante cambio? Si esas categorías ontológicas sólo son determinadas bajo ciertas condiciones y susceptibles de cambio, ¿cómo se construye una base de datos, por ejemplo, que pueda de alguna manera capturar esa fluidez de contingencia?
 
Podemos observar la misma lógica de indeterminación ontológica que se determina en el caso de la cerámica zoomorfa Goya-Malabrigo analizada y comentada por Bastourre (2021). Por lo tanto, cuando Bastourre argumenta que, “Es de este proceso relacional que los sujetos, objetos, materiales, significados, humanos y animales emergen, sin distinciones ontológicas a priori entre ellos”, ella está reconociendo claramente que el terreno en el que basamos nuestras categorías es de hecho contingente - dependiente de las particularidades de cada caso.
 
El artículo de Bastourre (2021) también nos proporciona un ejemplo de un principio clave del giro ontológico en la arqueología, que tratamos los compromisos ontológicos indígenas a la par con los nuestros. Las formas cerámicas que ella describe en el caso de la cerámica Goya-Malabrigo no son representaciones. Deberíamos detenernos en este punto, porque creo que a menudo se pasa por alto todo el impacto de esa declaración. Cuando afirmamos que algo no es una representación, ¿qué significa eso? Por un lado, significa claramente que no es un símbolo de otra cosa, no es, por ejemplo, una imagen de un espíritu ausente. No significa algo en abstracto. La dificultad llega cuando tratamos de pensar en el significado de las cosas presentadas en la cerámica Goya-Malabrigo. Si asumimos, por ejemplo, que las personas que hicieron las cerámicas estaban comprometidas con una realidad de múltiples mundos descritos por la teoría del perspectivismo, digamos, entonces se convierte en una posibilidad emocionante que las figuras zoológicas o antropomorfas en la cerámica se refieran al estado liminal de los chamanes, capaces de ocupar distintas posiciones de sujeto y, por lo tanto, pueden ver diferentes mundos. Es decir, pueden transformarse en otras formas corporales. Bastourre (2021) nos dice que tengamos cuidado, sin embargo, con las tentaciones de volver a caer en el pensamiento representacional. La cerámica no puede “representar” la transformación chamánica bajo la lógica de una metafísica perspectivista. Las cerámicas, por lo tanto, no representan a los chamanes. Entonces, ¿cuál es la alternativa? ¿Qué están haciendo estas formas en la cerámica? ¿Por qué hacerlas?
 
El camino a la respuesta desde un enfoque ontológicamente sensible, es tomar precisamente en serio las proposiciones presentadas por una perspectiva ontológica alternativa. Por lo tanto, si el perspectivismo proporciona el marco ontológico para explorar la arqueología, entonces debe ser asumido por completo; debe desafiar nuestro terreno ontológico en lugar de simplemente proporcionar kits de identidad para las figuras cerámicas (ver Laguens próximamente para una visión general). Esto, creo, es lo que quiere decir Bastourre (2021) cuando escribe, “interpretación representacionalista de los modelados zoomorfos es contraria a la propia lógica de la teoría perspectivista, porque impone una separación entre las cosas y sus significados.” En otras palabras, si el perspectivismo no contiene dentro de sí una lógica de representación, entonces la cerámica no puede estar representando nada. Debe haber otra razón para modelar la cerámica de esta manera. Una vez más, Bastourre sugiere que los cuerpos de cerámica, al igual que los cuerpos de carne, recibieron la capacidad de actuar como sujetos.
 
Los demás documentos del volumen responden de una manera u otra a la cuestión de las categorías. Si nuestras formas tradicionales de pensar sobre las categorías ya no son adecuadas, ¿qué nuevos conceptos podemos implementar? ¿Cómo determinamos cuáles son los límites de una categoría? En este esfuerzo, el “ensamblaje” aparece en gran medida en el trabajo presentado aquí (por ejemplo, Álvarez (2021), González Dubox (2021), Saghessi (2021), así como el concepto de “cosa” de Ingold (2010). El ensamblaje es útil porque no presupone límites a priori, y no presupone lo que podría ser ontológicamente similar a qué antes que haya tenido lugar el análisis. Por lo tanto, podemos producir ensamblajes bastante heterogéneos que incluyen elementos generalmente separados. En su fascinante discusión de los suelos arqueológicos, además, Álvarez (2021) emplea el concepto de “cosa” de Ingold para proporcionar una perspectiva extremadamente refrescante sobre la relación entre las entidades arqueológicas que damos por sentadas (estratos, suelos, secuencias sedimentarias) y las interpretaciones que permiten. Una aplicación inmediata de la “cosa” del suelo de Álvarez serían las terras pretas amazónicas. Entendida como antropogénica, trabajando con la estratigrafía producida, los análisis de los suelos y la arqueología local permitirían que emerja una nueva “cosa”.
 
La discusión de González Dubox (2021) sobre los sitios de la Meseta Central de Santa Cruz demuestra la utilidad de pensar en el arte rupestre como un ensamblaje, destacando para nosotros un aspecto clave de los ensamblajes tal como se conciben actualmente, que es su contingencia. En el caso de los paneles de arte rupestre, la unión de superficie, icono, prácticas de marcaje, las marcas previas en la roca, y las actividades que se desarrollaron en torno al arte, produjeron el arte como una cosa determinada dentro de ese conjunto de prácticas e imágenes en ese momento. Ese ensamblaje y sus significados acompañantes, sin embargo, no deben tomarse como el significado definitivo del arte. Describir cada uno de los tres ejemplos de imágenes – manos, humanos-guanacos y felinos-antropomorfos – como ensamblajes permite a González Dubox (2021) argumentar que el arte rupestre es contingente y emergente, no estático y dado. Del mismo modo, Saghessi (2021) nos presenta la provocativa idea de que las dietas son en realidad ensamblajes, entidades que incorporan tanto la placa que se encuentra en los dientes como los materiales vegetales consumidos.
 
La cuestión de los límites, también es planteada por Saghessi: ¿cuál es el alcance del ensamblaje? ¿Dónde termina? Marylin Strathern (1996), sugiere varias respuestas en relación a la aparente proliferación ilimitada, inducida tecnológicamente, en la que los límites, las paradas o los puntos de descanso son proporcionados por intereses personales sociales (en su caso, la propiedad promulga inevitable los límites). En otras palabras, la falta de límites es una quimera interpretativa.
 
Materiales agentivos
 
La naturaleza agentiva de los materiales es central también para los artículos en este volumen. Saghessi (2021) discute la idea de que agentivo significa el poder de actuar o tener un efecto, basándose en Gell (1998) y los arqueólogos británicos que escribieron a principios de la década de 2000. Saghessi pregunta de manera similar “¿Qué papel jugaron las plantas?” en su propia conceptualización. Creo que la segunda es una pregunta ligeramente diferente, y tal vez una que se alinea más con nuestras intenciones de Arqueología después de la Interpretación. En lugar de otorgar a los no humanos un poder de acción similar al humano, nos interesaba colocar las capacidades y cualidades inherentes de los materiales al frente del análisis. Es decir, los materiales no son pasivos en su propia teorización o conceptualización. 

Antecedentes
 
Lo que es particularmente interesante de estos artículos es la forma en que crean puentes entre los cuerpos teóricos existentes y los nuevos enfoques. Es fácil afirmar que lo que estás haciendo es radicalmente nuevo y que todo lo que vino antes estaba mal. Es más difícil presentar un enfoque equilibrado que se base en las ricas tradiciones teóricas ya presentes en una arqueología regional. Hay tensiones, naturalmente, ya que la crítica ontológica de la última década no siempre encaja bien con enfoques anteriores que dan por sentada una forma determinada de existencia del mundo. El relato reflexivo y detallado de Jakel (2021) del paisaje del Valle Calchaquí Norte es un ejemplo. El concepto principal del capítulo es “paisaje de tareas” (taskspace), un término utilizado por Tim Ingold en su artículo seminal de 1993, The Temporality of the Landscape. Como señala Jakel, el concepto tenía la intención de empujarnos a pensar más allá de los lugares como puntos fijos en el espacio y hacia lugares como significativamente constituidos a través de prácticas: “tareas”. En otras palabras, los lugares no son la dotación de significado de los seres humanos sensibles a una ubicación física inerte y muda. Los lugares, la ubicación física, el significado, todos emergen juntos, es decir, los “lugares” adquieren una determinación a través de las relaciones entre todos estos elementos constitutivos.
 
Curiosamente, Ingold (2017) se ha distanciado un poco del concepto de “paisaje de tareas”. Ha comentado que el concepto no tiene en cuenta el “descanso”, la inacción, otros tipos de ritmos. “Así, los cosechadores de Bruegel”, escribe Ingold (2017: 26), “son los habitantes no tanto de un paisaje como de un mundo tierra-cielo. En lugar de paisaje y paisaje de tareas, entonces, tenemos la tierra-cielo y la malla”. De hecho, dice que realmente no importa si uno usa “paisaje” o “paisaje de tareas”:

“«Dondequiera que viva algo», escribió el filósofo Henri Bergson, «hay abierto, en algún lugar, un registro en el que se inscribe el tiempo» (Bergson 1911: 17). ¿Cómo deberíamos llamar a ese registro? ¿Paisaje? ¿Paisaje de tareas? Cualquiera de los dos lo hará, aunque con sus ricas resonancias históricas, el paisaje significa más para mí. Sin embargo, lo que no necesitamos son ambas cosas. Porque cuando todo está dicho y hecho, no hay dos registros para la inscripción del tiempo, sino sólo uno.” (Ingold 2017: 26)

En su artículo, Weissel (2021) demuestra esta íntima conexión entre tiempo y paisaje. Trabajando desde una posición de múltiples ontologías, rastrea la tensión en la construcción del tiempo entre múltiples actores en la lucha generada por el megaproyecto de explotación de hidrocarburos Vaca Muerta. Aquí vemos esta estrecha relación en acción. Los paisajes locales (paisaje de tareas, mundo tierra-cielo) surgen a través de historias de relaciones materiales. Las ontologías locales son las consecuencias. Estas historias de relaciones materiales que inscriben el tiempo no son inocentes y producen ontologías controvertidas que mapean ciertos espacios. La comunidad mapuche contemporánea en Campo Maripe está fuertemente influenciada por la lucha y la violencia. De hecho, con base en el trabajo de Alejandro Haber (por ejemplo, 2013), Weissel (2021) sostiene que “la ontología indígena es una forma de discutir la violencia constituyente que establece las reglas básicas por las que se rige el mundo y el desarrollo”. La lección de pensar localmente y trabajar con el material disponible también es clara aquí. En lugar de importar al por mayor lo que podríamos llamar una “ontología moderna” y asumir que la industria petrolera son todos ejemplos perfectos de esa estructura generalizada, Weissel rastrea las formas en que la compañía petrolera delibera sobre la construcción de una historia particular en la que inscribe el tiempo en este paisaje particular. La línea de base puede ser una “estratigrafía de la violencia asumida por una sociedad colonial moderna contemporánea”, pero una pregunta fascinante que se plantea en este artículo es “¿cómo conciben el tiempo las empresas petroleras?” El espacio vacío convertido en tiempo cero. Como en el caso de Ingold, el tiempo se inscribe como espacio.
 
Por un lado, Ingold (1993, 2007, 2010, 2017, entre otros) es una influencia importante en la teoría arqueológica contemporánea, su máxima de “seguir los materiales” se puede ver en varios de los trabajos aquí que vuelven a centrar los materiales. No obstante, es interesante considerar en qué difiere su enfoque. Por otro lado, por lo tanto, él es muy de la opinión de que hay una mejor manera posible de entender el mundo físico. Como el propio Ingold (2017) ha declarado, está decidido a redescribir el mundo en la línea de una nueva metafísica. Su obra es un correctivo en ese sentido, resultando en una mejor descripción de una ontología singular. Esa ontología privilegia el movimiento sobre lo estático, las líneas sobre los nodos y la fluidez sobre la estabilidad. Y es muy útil para pensarlo, y los frutos se pueden ver en los trabajos de Jakel, Saghessi y Álvarez en el volumen actual (Revista del Museo de Antropología 2021 (2)). De hecho, su crítica de la agencia (Ingold 2007), podría ser un documento interesante para Saghessi para incorporar en su estudio. Como González Dubox (2021) argumenta en el caso del arte rupestre de Santa Cruz, cualquier noción de agencia debe considerarse el resultado o la propiedad del conjunto en lugar de pertenecer a un solo elemento. La agencia o acción es una consecuencia de cómo se unen las cosas. González introduce el concepto de “territorialización” de Deleuze para describir cómo las rocas son ensamblajes “adquieren agencia y producen efectos”, incluyendo el de la identidad de grupo.
 
Otras influencias teóricas importantes en la arqueología argentina también están presentes en estas obras, como Pierre Bourdieu (e.g. 1972, 1980) y más recientemente Alfred Gell (1998). En mi experiencia, Bourdieu ha sido un elemento básico de los estudios argentinos que buscan comprender la relación entre la estructura social, la práctica y el material arqueológico. En el volumen actual, Rocío Torino (2021) presenta un interesante caso en el que la noción de habitus de Bourdieu se utiliza con nuevas influencias materialistas en una discusión sobre la identidad guaraní.
 
Igual de importantes, sin embargo, son los autores locales citados y utilizados, entre los que destacan Alejandro Haber, Andrés Laguens y Verónica Lema. Cada uno de ellos es un teórico que, aunque influenciado por autores de otros lugares, ha producido una visión muy específica y regional sobre la base de la materialidad y las condiciones locales, políticas, históricas y sociales de la arqueología en esta parte del mundo. Son estos autores cuya influencia, sospecho, se sentirá de manera más duradera entre una nueva generación de teóricos en arqueología.
 
Arqueología científica
 
Para terminar, me gustaría señalar algunos trabajos importantes que estos artículos –individualmente y en grupo– están realizando para señalar un carácter esencial de las teorías neo materialistas y ontológicamente orientadas, en particular la primera. Es decir, la centralidad de los estudios científicos. Este punto puede parecer contradictorio para algunos, dado que los desarrollos teóricos en la disciplina a veces se ven como anticientíficos o, al menos, presentan datos científicos como de alguna manera maleables e interpretativamente fluidos. Ciertamente, algunas corrientes del post-procesualismo parecían alinearse con el lema “interpretación, interpretación, interpretación”, algo de lo que la Arqueología después de la Interpretación estaba tratando de alejarse deliberadamente.

La teoría arqueológica contemporánea influenciada por el nuevo materialismo en particular es muy diferente a la arqueología post-procesualista en este sentido. El nuevo materialismo no argumenta que los datos científicos se construyen socialmente. La ciencia ha estado en el centro de muchos nuevos estudios materialistas, con el trabajo de Karen Barad en física cuántica particularmente influyente en la arqueología. Barad (2007) demuestra que se pueden obtener datos objetivos y mensurables a través de técnicas científicas. Sin embargo, su punto es que estos tienden a ser logros locales, momentos de determinación en los que las relaciones, los sujetos y los objetos se alinean en fenómenos relativamente estables (ver Marshall y Alberti 2014 para una discusión). Estos fenómenos estables pueden ser duraderos y soportables. Sin embargo, no son “dados”. Estos puntos se destacan bien en esta serie de artículos, muchos de los cuales se basan en amplios conjuntos de datos. Los suelos requieren análisis científicos, por supuesto, pero esos análisis se pueden incorporar en fenómenos (o ensamblajes) que son relativamente estables y se pueden medir de manera confiable y repetida. Son hechos “objetivos” en este sentido, aunque las partes constituyentes no sean todas lo que tradicionalmente consideramos medible. El artículo de Saghessi (2021) es un buen ejemplo de esta tendencia. Parece particularmente oportuno que el nuevo materialismo – este tipo de fusión de lo teórico social y científico – esté dejando su huella ahora. Como señala Saghessi, la cantidad de material arqueobotánico en la Patagonia Norte está aumentando rápidamente.
 
Desde la perspectiva de un foráneo, este volumen demuestra la vitalidad del trabajo teórico en la arqueología argentina. Tiene un enfoque regional tanto por la ubicación de los estudios de caso como por las trayectorias teóricas de cada uno de estos artículos. Además, yo diría que la importancia de la ciencia arqueológica y su incorporación a enfoques teóricamente ricos es también un rasgo reconocible de la arqueología de la región. Sin embargo, el volumen no está limitado regionalmente: muchos de los puntos discutidos aquí son relevantes para la comunidad arqueológica en general. Aquí hay lecciones objetivas sobre cómo repensar los enfoques y temas arqueológicos tradicionales, ya sea paisaje (Jakel), tiempo (Weissel), plantas (Saghessi), cerámica (Bastourre y Torino), arte rupestre (González Dubox) o suelos (Álvarez). La importancia de los materiales, las cosas, es central en todos los trabajos. Cada uno hace justicia a lo que estudia, lo que en sí mismo impulsa la discusión teórica y, por tanto, cuál es la teoría más adecuada para su caso en particular. Como tal, la forma en que trabajan con sus antecedentes teóricos, así como los nuevos enfoques, está necesariamente fuertemente guiada y condicionada por lo que el material les exige. El desafío, por supuesto, es el mismo para estos autores que para el resto de nosotros: ¿cómo trabajamos arqueológicamente con las ideas de la nueva metafísica u ontologías alternativas? ¿Cómo construimos nuestras categorías? Si, como le gusta citar a Viveiros de Castro (2010), “Traducir es traicionar”, también debemos asegurarnos de que los materiales locales transformen nuestras nuevas teorías, y nuestras nuevas teorías transformen nuestros viejos antecedentes, y no al revés. En última instancia, se pregunta González Dubox, ¿cómo pueden nuestros materiales obligarnos a repensar nuestras propias categorías y formas de describir mundos y pasados?

Hawaii, 26 de Julio 2021

Agradecimientos
 
Agradezco a los editores de la Revista del Museo de Antropología por la invitación a comentar estos fascinantes e innovadores artículos. Es un privilegio. Admito que cada documento merecía mucha más atención de la que pude prestarle en este breve comentario. Si la discusión ha caído más fuertemente en una dirección particular, eso es simplemente un artefacto de la dirección de mi pensamiento más que una reflexión sobre los méritos relativos de los documentos. También estoy agradecido a Andrés Laguens por su traducción extremadamente rápida. 

Referencias
 
1. Alberti, B. Jones, A. y J. Pollard (eds) (2013). Archaeology After Interpretation: Returning materials to archaeological theory. Walnut Creek, CA: Left Coast Press.         [ Links ]
 
2. Barad, K. (2007). Meeting the Universe Halfway: Quantum Physics and the Entanglement of Matter and Meaning. Durham &London: Duke University Press.         [ Links ]

3. Bastourre M. L. (2021). Las relaciones humanas/animales en las sociedades prehispánicas del Paraná Medio e Inferior: un giro ontológico. Revista del Museo de Antropología 14: 65-80.         [ Links ]

4. Bourdieu, P. (1972). Esquisse d´une théorie de la pratique. Précedeé de trois études d´ethnologie Kabyle. Paris: Droz.         [ Links ]

5. Bourdieu, P. (1991) [1980]. El sentido práctico. Madrid: Taurus.         [ Links ]

6. Gonzalez Dubox, R. (2021) Arte rupestre, agencia y ontología: Reflexiones actuales sobre el viejo animismo al sur de la Meseta Central de Santa Cruz. (Patagonia, Argentina). Revista del Museo de Antropología 14: 35-50.         [ Links ]

7. Gell, A. (1998). Art and Agency. Oxford, England: Clarendon Press.         [ Links ]

8. Haber, A. (2016). Arqueología indisciplinada y descolonización del conocimiento. En: Shepherd, N., Gnecco, C., & Haber, A. (eds.) Arqueología y decolonialidad (pp. 123-167). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: El Signo.         [ Links ]
 
9. Ingold, T. (1993). The temporality of the landscape. World Archaeology 25, 2: 152-174.         [ Links ]
 
10. Ingold, T. (2007). Materials against materiality. Archaeological Dialogues 14, 1: 1-16.         [ Links ]

11. Ingold, T. (2010). Bringing Things to Life: Creative Entanglements in a World of Materials, en: Realities Working Papers. www.manchester.ac.uk/realities.         [ Links ]

12. Ingold, T. (2017). Taking taskscapes to task. En: Ulla Rajala and Philip Mills (eds) Forms of Dwelling: 20 years of taskscapes, Oxford: Oxbow Books. pp.16-27.         [ Links ]
 
13. Jakel, A. (2021) El paisaje tras la interpretación. Agropastoralismo y taskscapes en el Valle Calchaquí Norte (Dto. de Cachi, Salta Argentina). Revista del Museo de Antropología 14: 9-24.         [ Links ]

14. Jones, A. and B. Alberti. (2013). Archaeology After Interpretation. En: B. Alberti, A. Jones y J. Pollard (eds) Archaeology After Interpretation: Returning materials to archaeological theory. Walnut Creek, CA: Left Coast Press. pp.15-35.         [ Links ]
 
15. Laguens, A. Perspectivism and Archaeology. Cambridge: Cambridge University Press (en revisión).         [ Links ]

16. Laguens, A. y B. Alberti (2019). Habitando espacios vacíos. Cuerpos, paisajes y ontologías en el poblamiento inicial del centro de Argentina. Revista del Museo de Antropología 12(2), 55–66.
 
17. Marshall, Y. y B. Alberti (2014). A Matter of Difference: Karen Barad, Ontology and Archaeological Bodies. Cambridge Archaeological Journal, 24, pp 19-36
          [ Links ]
18. Politis, G. (2006). Nukak. Left Coast Press. California, EEUU.         [ Links ]

19. Saghessi, D. (2021) Plantas que inspiran: ensayo de aplicación de categorías posthumanistas a la arqueobotánica del este de Norpatagonia (Argentina). Revista del Museo de Antropología 14: 25-36.         [ Links ]

20. Strathern, M. (1996). Cutting the network. The Journal of the Royal Anthropological Institute, Vol. 2, No. 3., págs. 517 a 535.         [ Links ]
 
21. Thomas, J. (2004). Archaeology and Modernity. Nueva York y Londres: Routledge.         [ Links ]

22. Torino, R. (2021) El rol de la cerámica en la expansión guaraní: ¿Cómo se relacionan la cultura material, los nuevos espacios y las personas? Revista del Museo de Antropología 14: 81-92.         [ Links ]

23. Viveiros de Castro, E. (2010) Metafísicas caníbales. Líneas de Antropología Posestructural. Katz Editores. Madrid.         [ Links ]

24. Weissel, A. (2021) Arqueología, Tiempo y “Vaca Muerta”. Revista del Museo de Antropología 14: 51-64.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons