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Revista del Museo de Antropología

versão impressa ISSN 1852-060Xversão On-line ISSN 1852-4826

Rev. Mus. Antropol. vol.15 no.1 Córdoba jan. 2022

http://dx.doi.org/http://doi.org/10.31048/1852.4826.v15.n1.35367 

DOI: http://doi.org/10.31048/1852.4826.v15.n1.35367

ANTROPOLOGÍA SOCIAL

“El estudio era el único camino para cambiar mi destino”: posicionamientos de mujeres migrantes chinas en Buenos Aires respecto a su rol en la familia

“Studying was the only way to change my destiny”: Chinese migrant women’s positionings regarding their role in the family at Buenos Aires city

Luciana Denardi* y Chenxi Luo**

*CONICET- Escuela IDAES de la Universidad Nacional de San Martín. Buenos Aires, Argentina. Email: ldenardi@unsam.edu.ar

**Centro de Estudios de Países Hispánicos, Southwest University of China, China. Email: chenxiluo@swu.edu.cn

Resumen
El objetivo del artículo es analizar las trayectorias de las mujeres migrantes de origen chino que residen en Buenos Aires desde una perspectiva de género. Específicamente, nos preguntamos cómo se posicionan estas mujeres respecto a los roles que desde las configuraciones culturales de origen y de residencia se les presentan. Así, la propuesta se inserta en una discusión más amplia sobre migración y género y en particular entre los estudios sobre mujeres migrantes chinas. De manera sintética, estas investigaciones dan cuenta de una marcada feminización de los roles en las sociedades de residencia y una superposición de roles: reproductivo, productivo y de representación social. En este sentido, la hipótesis indica que entre las mujeres chinas con las que trabajamos en Buenos Aires, observamos una tensión que las lleva a distanciarse del rol tradicional. Metodológicamente, nos valemos de historias de vida realizadas entre 2019 y 2020 a dos mujeres chinas residentes en Buenos Aires y de trabajo de campo etnográfico. Realizamos un estudio multinivel para comprender de manera integral las trayectorias en estudio. Concluimos que estas mujeres chinas en Buenos Aires se distancian del rol tradicional de mujer que se espera que desarrollen. En ese distanciamiento, negocian mandatos, dilatan tiempos y cuestionan acciones, encontrando así espacios para satisfacer sus necesidades, deseos y ambiciones.

Palabras clave: Mujer china; Migración china; Roles de género; Argentina.

Abstract
The objective of the article is to analyze the trajectories of migrant women of Chinese origin who reside in Buenos Aires from a gender perspective. Specifically, our research question is how these women position themselves in relation to the roles that are presented to them from the cultural configurations of origin and residence. Thus, the proposal is part of a broader discussion on migration and gender, and among studies on Chinese migrant women. In a synthetic way, these investigations show a marked feminization of roles in the societies of residence and an overlapping of roles: reproductive, productive, and social representation. In this sense, our hypothesis indicates that among the Chinese women with whom we work in Buenos Aires, we observe a tension that leads them to distance themselves from the traditional role. Methodologically, we use life stories made between 2019 and 2020 of two Chinese women living in Buenos Aires and ethnographic fieldwork. We conducted a multilevel study to comprehensively understand the trajectories under study. We conclude that these Chinese women in Buenos Aires distance themselves from the traditional role of women that they are expected to develop. It would not be a feminization of roles or an overlapping of diverse roles, but rather they negotiate or distance themselves from mandates, delay times and question actions, finding spaces to satisfy their needs, desires and ambitions.

Keywords: Chinese women; Chinese migration; Gender role; Argentina.

Recibido 28-10-2021

Recibido con correcciones 04-04-2022

Aceptado 05-04-2022

Introducción

El artículo tiene como objetivo analizar las trayectorias de las mujeres migrantes de origen chino que residen en Buenos Aires desde una perspectiva de género. Esto implica prestar especial atención a la manera diferenciada en que las mujeres experimentan el proceso migratorio respecto de los hombres (Ho, 2006). Específicamente, nos preguntamos cómo se posicionan estas mujeres respecto a los roles que desde las configuraciones culturales (Grimson, 2011) de origen y de residencia se les presentan.

En este sentido, este artículo se inserta en una discusión más amplia sobre migración y género. De la mano de las teorías feministas de la segunda ola de los años 70 (Vázquez Laba, 2019), a partir de la década de 1980, algunas investigadoras sociales comenzaron a señalar el sesgo masculino presente en los estudios clásicos sobre migración. Allí, las mujeres eran invisibilizadas -en estadísticas, teorías y representaciones- (Camacho, 2010; Nash et al, 2005; Cacopardo, 2011) o visibilizadas como meras acompañantes de los varones, reducidas a roles tradicionales y económicamente pasivos (Zontini, 2005; Cacopardo, 2011; Malimaci Barral, 2011). El aporte de los estudios de género permitió pensar en otras razones, además de las economicistas, para explicar por qué las mujeres migraban. Así surgieron investigaciones que daban cuenta de los conflictos familiares, las situaciones de violencia, de discriminación étnica y la orientación sexual como parte de las cuestiones que se dejaban atrás con la migración. En ese sentido, diversas investigaciones dieron cuenta de cómo el proceso migratorio implica un mayor grado de libertad y un abanico de más posibilidades en la vida de las mujeres (Cacopardo, 2011; Gregorio Gil, 1998).

Específicamente sobre mujeres migrantes chinas, las investigaciones pueden dividirse entre aquellas que se centran en el movimiento al interior de China, desde el campo a la ciudad (Davin, 2005); y otras indagaciones sobre migración desde China hacia otros países del mundo (Ho, 2006; Man, 2004; He, 1999; Lee et al, 2002; Liu, 2004; Kim, 2004; Huang, 2020; Sainz López, 2001; 2007; 2015). En este último grupo, es frecuente el análisis de los roles desempeñados por las mujeres chinas y los cambios o continuidades que surgen en los lugares de residencia luego de la migración. De manera sintética, podríamos afirmar que estas investigaciones dan cuenta de dos tendencias. Por un lado, existiría una marcada feminización de los roles en las sociedades de residencia (Huang, 2020), es decir, una tendencia de las migrantes chinas a desarrollar actividades ligadas al papel reproductor de la mujer: ser madres y dedicarse a las tareas de cuidado y del hogar. Por otro lado, Sainz López (2015) observa para el caso de mujeres empresarias chinas en España, una superposición de roles: al reproductivo, se suma un rol productivo -mujeres profesionales que trabajan fuera del hogar- y de representación social -mujeres que lideran asociaciones con objetivos caritativos y solidarios-.

En este sentido, la hipótesis de este artículo indica que entre las mujeres chinas con las que trabajamos en Buenos Aires, observamos otras tendencias respecto a los roles que se espera que desempeñen. Proponemos que existe una tensión con el rol tradicional que las lleva a negociar las expectativas y mandatos que sobre ellas se depositan y sus deseos, intereses y ambiciones personales. En esa negociación, las mujeres encuentran intersticios en los cuales logran tomar sus propias decisiones sin para ello romper con los mandatos tradicionales.

Metodológicamente, seguiremos la propuesta de Pina- Guerassimoff (2006) y Cacopardo (2011, 19) y realizaremos un estudio de tres niveles: micro, meso y macro. En primer lugar, analizaremos la macroestructura en donde se inserta el proceso migratorio de estas mujeres y que, en parte, lo explica. De la mano de análisis de fuentes indagaremos los procesos sociales, económicos y políticos del lugar de origen y de llegada. Además, presentaremos también los roles, expectativas y discursos que circulan sobre las mujeres en China y Argentina.

En segundo lugar, analizaremos el meso nivel a través de estudios previos sobre representaciones de la migración china en Argentina, que dé cuenta de las relaciones entre migrantes y no migrantes en el lugar de residencia de las mujeres con las que trabajamos.

Finalmente, con mayor énfasis, analizaremos las trayectorias de mujeres migrantes chinas que residen en Buenos Aires a través del método biográfico (Meccia, 2019). De esta manera indicaremos cómo, los elementos antes mencionados, se imbrican para explicar cuáles son las razones por las cuales decidieron migrar, cuáles son los capitales acumulados, qué tipo de trabajo remunerado desarrollan, cuáles son los roles que sienten que deben desempeñar y cuáles son los que están desempeñando, qué conflictos se generan entre esos mandatos y la elección tomada, cómo los gestionan y/o resuelven, aunque sea momentáneamente.

Para dar cuenta de estos hechos y experiencias realizamos entre 6 y 9 encuentros con dos mujeres chinas. Con la primera, desde mayo a diciembre de 2019. Con la segunda, de diciembre de 2019 a marzo de 2020. Abordamos la siguiente dinámica: en el primer encuentro realizamos un recorrido de su vida pautando algunos hechos que ellas consideraban significativos. Esos hechos sirvieron de guía y fueron profundizados a lo largo de los encuentros posteriores. Si bien había una guía de preguntas, ésta tenía sólo como objetivo orientar la conversación: de manera reiterada surgieron nuevas interrogaciones y cambios de dirección, de acuerdo con lo que la entrevistada proponía.

Esta estrategia interpretativa se complementa con trabajo de campo etnográfico ininterrumpido que una de las autoras viene realizando desde 20121. Si bien este método persiguió diversos objetivos, entendemos que brindó un conocimiento profundo del campo que permite una complejización y mayor comprensión de los datos recabados a través de las historias de vida. Al mismo tiempo, el trabajo etnográfico fue el marco en el que se construyó, sostuvo y fortaleció la relación de confianza con las interlocutoras. Por otro lado, como muchos investigadores que trabajan cuestiones vinculadas a China indican (Pinheiro Machado, 2011; Osburg, 2013; Denardi y Conconi, 2018), las conversaciones informales son un elemento que otorga un gran caudal de datos en las investigaciones.

Analisis multinivel

La propuesta de analizar las trayectorias de estas mujeres migrantes a través de un análisis multinivel (Pina Guerassimof, 2006), invita a reflexionar sobre el sujeto migrante como aquel que transita sobre diferentes estructuras, espacios y niveles y se ve afectado por ellos. De esta manera, en las siguientes páginas daremos cuenta de las múltiples imbricaciones y relaciones que pueden realizarse entre la vida de nuestras interlocutoras y los sucesos remotos o cercanos tanto temporal como geográficamente.

Macronivel: las condiciones estructurales de China y Argentina (1976-2020)
En este nivel indicaremos algunos de los procesos políticos, culturales y económicos más relevante sucedidos tanto en China como en Argentina desde 19762 en adelante. Este análisis macroestructural tanto del lugar de origen como de destino de las mujeres migrantes enmarca sus trayectorias lo que nos permitirá profundizar el análisis sobre sus decisiones y representaciones sobre las mujeres y sus roles.

En 1976, en Argentina comenzó el Gobierno de facto denominado Proceso de Reorganización Nacional. Además de ser el período en donde se cometieron las mayores atrocidades en términos de violación de derechos humanos, se profundizó las políticas neoliberales que generaron gran endeudamiento con organismos internacionales de crédito y crisis económica interna (González Lebrero, 2011: 135). Videla, el primer presidente de facto de la dictadura cívico militar, fue el primer mandatario argentino en ir a China, sin embargo, la visita no fue completamente exitosa debido a las complejas relaciones de Argentina y la Unión Soviética.

Durante el Gobierno de Alfonsín, las relaciones entre China y Argentina se afianzaron como parte de la estrategia de inserción internacional (Oviedo, 2000). En la gestión del presidente Menem, no solo se profundizó la aplicación de las políticas neoliberales iniciadas por la Dictadura, sino que para detener la inflación ideó el Plan de Convertibilidad que estableció la paridad cambiaria de la moneda argentina con el dólar estadounidense (González Lebrero, 2011: 142). Este plan fue un gran incentivo a los migrantes, que arribaban al país con la posibilidad de “ganar en dólares”. Sin embargo, al mismo tiempo, iniciativas y políticas anti migrantes fueron desplegadas por el Estado argentino teniendo fuerte impacto en las percepciones sociales de los extranjeros, utilizados como chivo expiatorio al presentarlos como causa del desempleo y del aumento de la inseguridad (Gavazzo, 2012; Halpern, 2005).

Durante el gobierno de la Alianza, a partir de 1999, a la crisis económica se sumó la crisis política con la renuncia del vicepresidente de la Nación en 2000. En 2001 el ministro de Economía Cavallo promulgó una serie de medidas que se conocieron como el “corralito”, que restringió la disposición de dinero de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro. Las medidas generaron protestas sociales que iban profundizando su nivel de violencia. Se declaró el estado de sitio y Fernando De La Rúa dejó el cargo de presidente en diciembre de 2001. En este periodo, muchos migrantes decidieron buscar nuevos destinos, como los taiwaneses. Además, Argentina pasó de ser un país de inmigración a uno de emigración (Courtis y Pacecca, 2007) con gran cantidad de argentinos viajando hacia Europa y Estados Unidos.

La reactivación se dio a partir de 2003, cuando la devaluación del peso trajo beneficios a las exportaciones argentinas y el precio internacional de la soja aumentó. Se aprobó la Ley 25.871, presentada como un “nuevo paradigma” migratorio en Argentina al proclamar que migrar es un derecho humano, dejando atrás la Ley Videla bajo la cual la imposición de obstáculos al acceso a la residencia legal constituyó la regla (Nicolao, 2010).

Los sucesos que tuvieron lugar a partir de 1976 en China fueron de gran relevancia y determinantes en la transformación del país en la potencia de hoy. En dicho año, falleció Mao Ze Dong. Poco tiempo después, en 1978, comenzó un proceso denominado de Reforma y Apertura: encabezado por Deng Xiaoping, el objetivo fue modificar los modos tradicionales de producción y gestión de las empresas chinas para reducir la pobreza y sacar al país adelante (Moneta y Cesarín, 2012: 30). Los pilares del proceso fueron la descolectivización de la tierra y la creación de Zonas Económicas Especiales (ZEE) que consistió en instalar en pequeños poblados antes dedicados a la pesca, establecimientos industriales y comerciales gracias a los grandes incentivos a la inversión promovidos por el Estado. Esta reforma industrial fue acompañada por otra del sistema financiero e impositivo estatal y una política de salida al exterior conocida como go out policy cuyo objetivo era posicionar las empresas chinas como firmas globalmente competitivas en los sectores energético, logístico, financiero, de la construcción, automotriz, de la información, computación y electrónica. Así, China se transformó así en la “fábrica del mundo” (Dussel Peters, 2015).

Otro de los actores fundamentales en este proceso de Reforma y Apertura, fueron los ciudadanos chinos residentes en el extranjero y sus descendientes. Anteriormente los Gobiernos chinos consideraban que quienes decidían migrar estaban faltando a las virtudes confucianas ya que, por ejemplo, no podrían cumplir con el deber de la piedad filial, por lo que se los trataba como traidores (Baranbatseva, 2012; Guerra Zamponi, 2010; Denardi, 2017). A partir de la década de 1980, a través de discursos, políticas y burocracias tendientes a la vinculación de los expatriados con sus lugares de origen, se inició un cambio en su concepción. El Estado Chino en un primer momento, exhortó a los migrantes a retornar al país. En un segundo momento, los instó a servir al país desde el exterior (Portes y Armony, 2016; Guerra Zamponi, 2010), considerándolos “sostenes, pioneros y promotores” de la reforma económica de China (Portes y Zhou, 2013). Actualmente, las “comunidades de ultramar” se erigen como un puente entre el lugar de origen y el lugar de residencia, el aquí y el allá (Zhang, 2006: 5).

De acuerdo a Busilli (2020), la llegada de Hu Jintao a la presidencia de China en 2003 abrió una etapa de “diversificación de sus relaciones internacionales”. Con ese objetivo, Hu visitó Argentina como parte de la gira por América Latina en 2004, momento en el que se firmó el Memorándum de entendimiento entre la República Argentina y la República Popular China, el primer paso de la llamada “asociación estratégica bilateral” (Busilli, 2020: 62). En 2010, durante el viaje de la presidenta argentina Cristina Fernández a China, se suscribió una Declaración Conjunta que implicó la profundización de la relación establecida años atrás (Busilli, 2020). En 2014 se firmó la Asociación Estratégica integral.

Con el estallido de la pandemia por Covid19 a fines de 2019, China se posicionó como una de las potencias que más colaboró en el manejo de la situación sanitaria en Argentina, proveyendo donaciones e insumos desde un principio. Con el transcurrir del gobierno de Alberto Fernández, las relaciones con China se fortalecieron al punto de firmar el ingreso de Argentina en la Iniciativa de la Frana y la Ruta.

Estos sucesos dan cuenta de los procesos internos que transcurrieron tanto en China como en Argentina. En el caso del país asiáticos, las políticas impulsadas desde 1978 generaron el crecimiento de la economía China y un desarrollo social de proporciones pocas veces vistas en la historia mundial. Los migrantes, en un primer momento apartados del proceso, luego fueron convocados por su rol estratégico al ser conocedores de los diferentes países con los que China debía intensificar sus vínculos para expandir su economía.

Al mismo tiempo, Argentina transitó una de las épocas más oscuras de su historia, crisis económicas profundas e inició un camino de recuperación. Como veremos en el nivel meso, la migración china llegó en mayor número en estas décadas, siguiendo los vaivenes económicos locales. Desde entonces, el acercamiento de ambos países no hizo más que fortalecerse, generando un intercambio en ámbitos económicos, políticos, culturales, educativos, entre muchos otros. Estos procesos tuvieron efectos en los procesos migratorios y en las trayectorias y representaciones de los migrantes, como veremos más adelante.

Con relación a la situación de las mujeres, consideramos conveniente destacar la fuerza de los valores confucianos en la RPC que se sostienen en la actualidad, aunque con variada intensidad. El confucianismo3 estableció normas de conducta apropiada para hombres y mujeres. Reservó para estas últimas el rol de reproductoras y sujetos sobre los cuales se ejerce autoridad y deudoras de piedad filial (Kristeva, 2016). Durante el siglo XIX y principios del XX, las mujeres debían ocuparse de los asuntos internos de la casa confinadas a su interior, mientras los hombres eran responsables de las cuestiones externas. La autonomía personal estaba flanqueada por la tradición del vendado de pies, fetiche erótico que pese a la tortura podía garantizarles contraer matrimonio con un “buen esposo”. Los matrimonios eran arreglados por los padres con hombres que las mujeres, de muy corta edad, no conocían. Una vez que contraían matrimonio pasaban a formar parte de la familia del marido, en un rol sumamente subordinado a la autoridad de la suegra. Las mujeres pasaban a cuidar de sus suegros en la vejez y no de sus padres. Por todo esto, los varones eran los hijos más deseados: eran los que se quedaban en la familia a trabajar y cuidar a los padres.

Previo a la década de 1980, los estudios históricos y antropológicos sobre la mujer en China condenaban una ideología confuciana que junto a una sociedad patriarcal reservaba a la mujer la condición de víctima (Botton Beja, 2001). Con la inclusión de la perspectiva de género y la popularidad de los estudios de la mujer, estos análisis revisitados dieron indicios de espacios propios de las mujeres chinas en donde establecieron cierto poder.

La Revolución Comunista de 1949 promovió una serie de medidas en pos de la igualdad de hombres y mujeres. La prohibición de la práctica de vendado de pies, la incursión de las mujeres en el trabajo remunerado fuera del hogar, la igualdad de propiedad y herencia, la ley matrimonial para fomentar la monogamia, el derecho a que tanto el hombre como la mujer puedan solicitar el divorcio y tengan igual régimen de custodia de los hijos (Davin, 2000) fueron algunas de sus iniciativas. No todas estas políticas tuvieron el éxito esperado: sobre todo en áreas rurales, el divorcio fue muy resistido y si bien las mujeres fueron ocupadas como mano de obra agrícola, esto no les brindó independencia económica. En las ciudades la participación de las mujeres fue más alta, aunque los ingresos de los hombres siguieron siendo mayores. El acceso a cargos públicos, incluso durante la Revolución Cultural fue de menos del 10%.

Luego de la muerte de Mao Zedong, en las empresas, ahora responsables de sus beneficios y pérdidas, consideran al trabajo femenino más caro por las licencias de maternidad y permisos para cuidado de sus hijos. También existe una marcada diferencia en cuanto a la creencia de que los varones son más capaces que las mujeres. Por otro lado, de considerar los cuidados de belleza como símbolos burgueses en la Revolución Cultural, en la actualidad proliferaron espacios de moda y cuidado personal. En universidades y medios de comunicación son cada vez más numerosos los discursos feministas que acompañan y propician cambios en los roles tradicionales asignados a las mujeres. Pese a la mayor independencia social y económica, existe discriminación hacia la mujer que no se casa a edad temprana y tienen altos niveles educativos: se les atribuye el término 剩女 (Shèngnǚ), traducido como las mujeres “dejadas de lado” o “mujeres sobrantes”, por apartarse del papel tradicional reservado a la mujer en China (Staiano, 2016: 141).

En los últimos años en Argentina se dio una sucesión de hechos vinculados a la conquista de derechos para diferentes grupos sociales como la aprobación de la ley de matrimonio igualitario en 2010, la ley de Identidad de género en 2012, y la resonancia inusitada (Acosta, 2018; Natalucci y Rey, 2018) del movimiento feminista a partir de 2013. En 2015, un grupo de periodistas mujeres instalaron el reclamo de políticas contra la violencia machista conocido como #NiUnaMenos4, que logró reunir en su movilización a una cantidad de mujeres de todas las edades en las calles de más de 120 ciudades del país (Natalucci y Rey, 2018). Al año siguiente el mismo colectivo propuso un paro de mujeres. Los reclamos ya no solo eran de políticas contra la violencia machista, sino también de derechos sociales y políticos es pos de la igualdad entre hombres y mujeres. En el año 2018, la Campaña Nacional por el Aborto Legal presentó por séptima vez el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) precedida por una movilización masiva y un “pañuelazo” verde5. Si bien ese año no fue aprobada la ley, en 2019 sería una de las promesas de campaña del entonces candidato a presidente Alberto Fernández quien una vez al mando del poder ejecutivo envió al Congreso el proyecto de ley, logrando su aprobación los últimos días de 2020.

Los Encuentros Nacionales de Mujeres6 contaron cada edición con más asistentes. Se conformó lo que se denomina “marea verde” u “ola verde” que instó a muchas mujeres a descubrir nuevas formas de hacer política con base en las redes sociales: el ciberactivismo (Acosta, 2018).

Todos estos hechos estuvieron muy presentes en la agenda política, la opinión pública y los medios de comunicación. Los debates en contra y a favor del aborto legal, seguro y gratuito permearon los discursos sociales. En particular el debate a favor de la IVE posicionó al feminismo en los medios de comunicación. Al mismo tiempo, generó una serie de cuestionamientos al rol unívoco de madre a ser desempeñado por la mujer, pidió por el respeto de decidir sobre el propio cuerpo dando la posibilidad de pensar nuevos roles que tensionen algunos mandatos en un país de fuerte tradición religiosa católica.

Análisis meso
En este nivel, caracterizaremos las relaciones entre migrantes y no migrantes en Argentina a través de las representaciones que genera la llegada y consolidación de la migración china en las dos primeras décadas del siglo XXI a Argentina.

Migración China en Argentina
Si bien desde fines del siglo XIX y tempranos años del siglo XX Argentina comenzó a recibir migrantes chinos, se trataba de grupos reducidos de hombres solteros que pocas veces se asentaban en el país. Según datos del INDEC, en 1914 se registraron 463 personas de origen chino y en 1947 unas 365. En su gran mayoría residían en Buenos Aires (Bogado Bordázar, 2002).

Los grupos más numerosos provenientes de Taiwán arribaron al país recién a fines de la década de 1970 y principios de la década del 80 en parte motivadas por la creciente tensión entre China y Taiwán. La llegada de familias y el mayor tiempo de establecimiento generó la necesidad de crear instituciones que atendieran las necesidades que surgían en la vida cotidiana: escuelas, templos, asociaciones civiles y la entonces denominada Calle Taiwán -actual Barrio Chino de Buenos Aires-, fueron fundados por taiwaneses. Estos migrantes si bien no tenían mucho dinero, contaban con dólares en una etapa de devaluación del peso en un 400% (González Lebrero, 2011: 136) lo que facilitó la compra de inmuebles y la instalación de comercios (Bogado Bordázar, 2002).

Instalaron “almacenes” o “supermercados”, restaurantes, lavaderos de ropa y casas de revelado de fotos, rubros en los que no hace falta conocer demasiado el idioma del lugar de residencia (Denardi, 2017). A mediados de los ‘90, la cantidad de taiwaneses ascendía a 25.000 personas, de las cuales 23.000 vivían en Buenos Aires y alrededores (Pappier, 2011). Los niños que llegaron en ese período lograron acceder a la universidad y se convirtieron en médicos, ingenieros o contadores. Otros se dedicaron a la enseñanza del chino mandarín y la traducción e interpretación. Por último, otra de las ramas en las que los descendientes abrieron nuevos comercios son la computación, la venta de comida y vinerías.

Debido a las nuevas políticas sobre los migrantes que mencionamos más arriba, durante las décadas del ‘80 y ‘90 el Estado chino promovió el retorno de los migrantes a China, lo cual se percibe como un factor más para comprender la predominancia de los taiwaneses en este periodo (Guerra Zamponi, 2010). Los chinos de la RPC llegarían gracias a los “llamados” de parientes que realizaban los ya residentes en nuestro país. Mayoritariamente llegaban sin capital, aunque con grandes expectativas de progreso económico (Denardi, 2017)

Luego de la crisis de 2001, el número de migrantes descendió a 20 mil: los taiwaneses emprendieron viaje a Estados Unidos, o Taiwán debido a la “inseguridad” y la “inestabilidad” en Argentina (Denardi, 2017).

Desde 2004, con el inicio de la recuperación económica en Argentina se dio una cuarta ola de migrantes chinos. En 2007, fuentes extraoficiales calculaba en 120.000 la cantidad de personas de origen chino en Argentina (Zhang Tuo, 2007). En 2014 se estimaba una cantidad de 300.000. La mayoría provenían de Fujian, región del sudeste de China. Ese número se ha mantenido con pequeñas subas y bajas. El surgimiento de la pandemia por Covid19 en 2020 generó dos procesos que redujeron lentamente el tamaño de la diáspora: por un lado, muchas familias enteras que viajaron en China para las vacaciones no pudieron regresar por un largo tiempo. Por otro, la crisis económica que tuvo como efecto la pandemia, generaron un retorno de migrantes porque, según algunos de ellos, “ya no es negocio trabajar en Argentina”.

Las actividades más desarrolladas entre los chinos de la RPC son el supermercadismo, el comercio de artículos importados y los restaurantes. Con el correr de los años, la migración china continuó diversificándose. La llegada de empresas chinas a Argentina y la creciente cantidad de convenios empresariales entre ambos países, viene acompañada de empresarios y profesionales altamente capacitados. A diferencia de los antes mencionados, estos migrantes viven en edificios de alta categoría en los barrios más caros de Buenos Aires, cercanos a las oficinas de sus empresas. Toman vacaciones en Europa, visten ropa cara y a la moda y asisten a restaurantes exclusivos de la ciudad. (Conconi y Soffieto, 2015; Denardi, 2017). Además, al fortalecerse los vínculos entre entidades educativas, Argentina se posiciona como una buena plaza para aprender español y estudiar posgrados en prestigiosas universidades. En este grupo se encuentra Cristina, que había empezado a estudiar español en China. Así conoció a Borges y decidió visitar Argentina, la tierra natal de su escritor favorito.

Pese a que la pandemia por Covid 19 exacerbó las expresiones racistas sobre las personas de origen chino en Argentina (Baumann y Denardi, 2022), una encuesta realizada por Badaró, Denardi y Wang (2022) indica que un alto porcentaje (55%) de los encuestados tiene una imagen positiva de China y el 54% considera que los migrantes hacen un aporte positivo al país. El estudio también preguntó por grados de acuerdo o desacuerdo sobre adjetivos que suelen utilizarse para referirse a las personas de origen chino: un 50.4% de los encuestados respondió estar de acuerdo en considerarlos trabajadores, un 48,2% en considerarlos inteligentes, y un 50% en considerarlos organizados. Muy bajo porcentaje de acuerdo lograron adjetivos tales como maleducados y poco confiables (28%, respectivamente). Respecto a la predisposición de los encuestados a mantener vínculos laborales o entablar relaciones de pareja con personas de origen chino, los porcentajes de aceptación también fueron elevados (58.9% y 70.8% respectivamente). Sin embargo, el estudio revela también un gran desconocimiento sobre China (el 82% de los encuestados manifiesta tener escasos y nulos conocimientos sobre aquel país) y la necesidad de promover más ámbitos de contacto entre chinos y argentinos ya que el 60% de los encuestados manifestó que el principal espacio de interacción es el supermercado propiedad de personas de origen chino en la Ciudad. (Badaró, Denardi y Wang, 2022).

Análisis micro
Para el análisis de este nivel micro nos valemos fundamentalmente del método biográfico. El mismo tiene por objetivo dar cuenta de hechos (sucesión de cuestiones fácticas que efectivamente pasaron) o reconstruir experiencias (formas en que se significan esos hechos) de la vida de una persona (Meccia, 2019). Para dar cuenta de estos hechos y experiencias realizamos numerosos encuentros con dos mujeres chinas. Con la primera, desde mayo a diciembre de 2019. Con la segunda, de diciembre de 2019 a marzo de 2020. Abordamos la siguiente dinámica: en el primer encuentro realizamos un recorrido de su vida pautando algunos hechos que ellas consideraban significativos. Esos sucesos sirvieron de guía y fueros profundizados a lo largo de los encuentros posteriores. Si bien había una guía de preguntas, ésta tenía sólo como objetivo orientar la conversación: más de una vez surgieron nuevas interrogaciones y cambios de dirección, de acuerdo con lo que la entrevistada proponía7.

Las trayectorias de estas mujeres son sumamente diferentes: Lorena8, tiene alrededor de 45 años y más de 30 años de residencia en el país. A través de sus narraciones podemos dar cuenta de una tensión y permanente negociación entre las actividades que se espera de ella como esposa del hijo mayor de una familia taiwanesa, y sus preferencias, habilidades, deseos y necesidades que van en contra, muchas veces, de ese rol tradicional. Cristina tiene poco más de 30 años y cuenta con menos de 10 de residencia en Argentina. A través de la reconstrucción de sus experiencias, observamos una distancia y/o ruptura con el rol tradicional. Indagaremos más en sus trayectorias para profundizar en estas reflexiones.

Lorena
Lorena nació a comienzos de la década de 1970 en una ciudad de la provincia de Jiangsu, China. Fue la primera hija de una familia pobre que vivía en casa de adobe con techo de paja y piso de tierra. “Como en la edad media” diría, entre asqueada y resignada al recordar la escena. Además de las carencias que marcaron los primeros años de su vida, Lorena tiene un nítido recuerdo de la muerte: de personas que sucumbían en la calle por el hambre y de niños que se ahogaban en el lago cercano. También recuerda como un suceso relevante en su trayectoria a su madre al borde de la muerte tras el nacimiento de su hermano.

En esos momentos, habían pasado pocos años desde que se conocieron las primeras medidas de Reforma y Apertura relatadas más arriba, por lo que era muy temprano para dar cuenta de resultados. Ellos no vivieron la recuperación económica de China, ni las mejoras en las condiciones de vida de la actualidad. Esto explica, en las representaciones de Lorena, cuando se nombra a China aparecen estas imágenes de pobreza, peligro e insalubridad.

La llegada a Argentina junto a su familia se produjo en 1981, cuando Lorena tenía menos de 10 años. Viajaron con el objetivo de reunirse con el abuelo, un funcionario del Partido Nacionalista que desde hace un tiempo estaba en el país.

Lorena recuerda hechos de esa etapa de su infancia con angustia: en primer lugar, la depresión de su madre que, según relata, “vivía en el pasado”, anhelando el retorno a China y sufriendo la pérdida de su red de contención familiar. Luego, tener la responsabilidad del cuidado de su hermano menor cuando sus padres trabajaban durante todo el día en un local gastronómico. En un primer momento, la familia dormía en el piso superior del comercio. Lorena da cuenta del temor que le generaba esconder los colchones por si llegaba la policía. Esto nos da la pauta de la consciencia en la irregularidad de su condición migrante desde muy temprana edad. Con el correr de los años la situación económica mejoró y pudieron tener un espacio más acogedor donde Lorena podía invitar amigas a jugar.

La escolarización de Lorena no estuvo libre de sobresaltos: por las dificultades derivadas de la incomprensión idiomática tuvo que repetir un año de la escuela. Ya en el nivel secundario atravesó una depresión profunda y perdió otro año de estudios. Desde ese momento, ella cultivó un profundo conocimiento de sí misma: sabe identificar las acciones que repercuten en su salud mental y toma decisiones para evitar caer en otro episodio.

En el año 93 ingresó a la Facultad de Medicina ya que “[le] pesó mucho las historias de muerte” de su vida. En el mismo período conoce a un joven taiwanés que luego sería su marido. Al ser parte de una de las pocas familias chinas que llegaron en la década de 1980 a Argentina, la adolescencia y juventud de Lorena transcurrió junto a migrantes taiwaneses.

Al respecto del matrimonio y la posibilidad de formar una familia, Lorena afirma que quería casarse “para no estar sola”. Sin embargo, uno de los elementos que conlleva la adhesión al rol tradicional esperado para la mujer, se le presentó como imposible: la convivencia con los suegros, el pasar a ser parte de la familia del marido y obedecer a la autoridad de la suegra. Como estrategia para evitar la situación que, según Lorena, la llevaría a otro episodio depresivo, extiende el noviazgo durante años, por el rechazo que le generaba la convivencia con sus suegros: “mis suegros son tan chinos, tratan a la suegra como la mamá, yo no la iba a sentir como mi casa”, dice.

Contrajo matrimonio con un joven taiwanés para evitarles a sus padres el disgusto de casarse con una persona de otro origen. Siguió las tradiciones chinas: la novia usó un vestido rojo, agradeció a sus familiares con el ritual del té en una ceremonia que organizó su suegra en un restaurante vegetariano chino. Pero logró que su marido alquile un departamento sólo para ellos, evitando así la convivencia con sus suegros.

Lorena también se aparta del rol tradicional asignado para la mujer en la familia china cuando afirma que no es “la esposa y madre modelo”, es decir, aquella que se hace cargo de todas las tareas de cuidado y que trabaja también en el comercio del marido. Mientras su madre considera “obvio” ser idónea en la cocina y trabajar dentro y fuera del hogar, Lorena afirma: “Yo, en realidad, fallo bastante en eso, porque cuando tengo que cocinar hago un guiso que me dure toda la semana”.

Esta tensión que vive Lorena respecto al rol tradicional que se espera que ella desempeñe, la vio plasmada en una viñeta que circuló en redes sociales durante los meses en los que se realizaron los encuentros para reconstruir su historia de vida; momento en cual, se estaba dando una amplia circulación de los debates sobre roles y derechos de las mujeres en Argentina (2019).

“Y, le digo mira vieja no es tan así (…) viste que puso en una corredera hombres y mujeres, o sea, trabajadores. Donde el hombre tiene el corredor libre y las mujeres tienen lavarropa, la cocina, los hijos, los pañales (…) la mujer no solamente tiene que trabajar de afuera sino en casa hace todo. Y es lo que yo veo en mi mamá labura más en el comercio y en casa, se encarga todo, o sea (…) Y eso lo ven como el ideal de familia. En cambio, yo distinto porque desde chiquita, siempre mis amigos de juego eran varones y siempre yo envidié las ventaja (sic), los privilegios que tenía el varón”.

En el año 2001, el marido de Lorena instala un supermercado que luego deberá cerrar por la crisis económica en Argentina. Él le pide que trabaje allí. Lorena lo intentó por un tiempo, pero no le gustaba ser cajera. Ante la posibilidad de volver a deprimirse que ella encontraba en esa situación, “dije que no, que esto no es para mí, me volví a, volví a hacer el curso de posgrado”. Lorena cuenta que su marido le decía “nena, vos estudiás para no laburar”9. Ella priorizó su salud mental y eligió no trabajar con su marido sabiendo que “se resiente la pareja” y que no cumple con el rol establecido para la mujer china.

“mi pareja se resintió, pero yo, en realidad, priorizo mi propia salud mental y física primero. No lo acepta, pero tuvo q aprender. No lo queda otra, me acepta. De todas maneras, me dice “nena, quédate un rato más en el negocio, no te vas a morir”. Yo le digo: si, sí, me voy a morir. Para mí se hace eterno el día en el super. (…) Incluso el hermano dice ¡ay, ahora él se puso [otro comercio] ¿vos no te vas a quedar con él? Le digo: mirá, yo me meto en tu vida así que …no te metás en la mía”

En estos pasajes del relato de Lorena observamos varias cuestiones que nos parece importante resaltar. En primer lugar, la afirmación que hace Lorena sobre su infancia y los juegos con varones: desde pequeña, desde antes de migrar, está en ella la noción del privilegio del que gozan los varones respecto a las mujeres. En segundo lugar, que la manera de evitar asumir un rol tradicional sea estudiar. Lorena afirma que, por ser mujer dentro de una familia china, sus padres tenían pocas expectativas sobre ella ya que sería su hermano quien se haría responsable de atender el negocio familiar. De esta manera, Lorena pudo concentrarse en sus estudios, pues nadie esperaba que ella trabajara una vez terminada la escuela secundaria. Y de la mano de los estudios pudo dilatar el momento de cumplir con ciertos mandatos como el de casarse y ser madre.

Finalmente, que el reclamo por el desempeño de un rol tradicional proviene del entorno, que evidencia la distancia que pone Lorena con ciertas actividades que no se siente en condiciones de realizar.

Luego de hacer el posgrado, Lorena comenzó a trabajar en un hospital ejerciendo su profesión. Reconoce que el estrés la paraliza, y que le da miedo trabajar con personas que mueren, quizás, por las marcas que dejó el sufrimiento de su familia y vecinos en la China de su infancia. En ese momento decide quedar embarazada, a una edad mucho mayor de la considerada deseable para sus padres y suegros. Para no tener que lidiar con el estrés y la muerte, Lorena trabaja como traductora médica de migrantes chinos ya que “en la traducción no hay tanto riesgo”.

Cristina
Cristina nació a mediados de la década de 1980 en una ciudad del este de China que se convirtió en ZEE tras el proceso de Reforma y Apertura, descripto más arriba. A diferencia de Lorena, ella pudo observar las transformaciones que sucedían con gran velocidad en su pueblo natal. Impulsada por las políticas del momento, la fábrica de su padre pronto creció tanto que pudo comenzar a exportar y su familia que ingresó en un período de prosperidad. Su madre, vio interrumpidos sus estudios primarios con la Revolución Cultural y nunca pudo retomar, quedando casi analfabeta. Se dedicó al cuidado de hijos de la familia hasta que se casó y tuvo sus propias hijas.

Desde niña, Cristina acompañaba a su padre a hacer negocios. En una oportunidad, observó una escena que la llevó, según su relato, a saber qué quería para su vida.

“Ahí me di cuenta que una chica de 30 años hacía llamadas, y mi papá por el ejemplo, el costo era $8 y vendía a $10 al local, ganaba solo $2 pesos y esa chica le dice $50 a su cliente. Y está haciendo ese número en la calculadora, la veo a ella tan limpia y la ropa tan limpia y una sola llamada, mi papá tiene que estar sucio, en el verano hace un calor bárbaro. Y yo dije “Yo voy a ser ella”, por eso yo quiero dedicarme al comercio”

Supo también que para lograrlo debía ser de las mejores estudiantes de su clase: de esa manera obtendría una plaza en las mejores instituciones educativas del país: la universidad en Beijing.

“Cristina: siempre tuve que estar en los primeros 3 porque en realidad sino podés ir a esa escuela o universidad porque tiene diferentes niveles. En primaria van todos y en secundaria ya tiene un ranking: A, B, C, D; entonces los primeros diez van a la A, los próximos diez van a la B, los otros a C.
Luciana: ¿Y eso vos como lo aprendiste? ¿Cuándo tuviste noción de eso?
Cristina: Porque mi hermana mayor no pudo ir a la universidad porque no pasó el examen, entonces yo siempre tenía miedo, porque si yo no pasaba el examen tenía que quedarme acá como campesina en el pueblo, entonces para mí el estudio era el único camino de cambiar mi destino”.

Hasta aquí podemos evidenciar dos cuestiones relevantes que se presentan en los relatos de las dos mujeres con las que trabajamos. Por un lado, ambas manifiestan tener conciencia de cuál era el rol que desempeñaban las mujeres desde muy pequeñas, incluso desde antes de migrar. Por otro lado, ambas vieron en la continuación de los estudios la manera de distanciarse de ese rol tradicional.

Cuando Cristina estaba cursando los últimos años de su carrera universitaria, decidió hacer un viaje a Estados Unidos ya que, según su relato, era una experiencia que le daría mayor puntaje en su currículum, con lo cual, podría destacarse entre sus compañeros. De ese viaje, Cristina comenta que volvió a China con dos premisas. Por un lado, la certeza de que tenía que salir de China para trabajar en comercio exterior y ganar más dinero del que ella sabía que se pagaba como sueldo por esa labor. Así lo manifiesta cuando indica que: “No, seguro voy a trabajar, pero yo no quiero vivir de sueldo, nunca quise. Yo me siento mejor ser presidente de una empresa”.

Además, entendía, por su experiencia en el exterior, que en su tierra natal le costaría más desarrollar sus proyectos, aludiendo a la feroz competencia que se genera entre grandes cantidades de personas por un mismo puesto de trabajo. Por otro lado, y vinculado con el rol que debía desempeñar como mujer, al volver de viaje también tomó la decisión de terminar con el noviazgo de 5 años que mantenía con un médico de Beijing.

“después de volver, de ir a Estados Unidos, ahí yo ya me siento que eso, no quiero vivir esa vida que yo sé cómo va a terminar, cómo va a pasar, porque yo viendo a él, a su madre, a su vida en Beijín, yo sé cómo… yo voy a trabajar, él va a trabajar, vamos a ver una serie, en fin de semana vamos a un lugar, en feriado largo vamos a viajar, como yo ya sé que va a pasar más o menos”

En este sentido, podemos decir que Cristina quería posponer el momento de asumir un rol tradicional como mujer. No quería una vida de casada que se le presentaba como monótona y predecible y casi incompatible con su proyecto laboral y personal: Cristina quería hacer dinero, recorrer el mundo y tener una relación más independiente. Todo esto sería lo contrario a permanecer en pareja dependiendo de un hombre:

“me da comida todo el tiempo, es una está criando una novia, una chancho (sic), yo no quiero ser un chancho, yo quiero ser su par, una mujer independiente, mirá su manera de cuidarme, me da su tarjeta, me paga todo”

Empezó cursos de español en el Instituto Cervantes de Beijing, porque había decidido viajar a hacia América del Sur. Esta decisión la tomó en parte, porque Europa ya estaba muy saturada de migrantes chinos, y especialmente España, limitaba las visas a personas de su región de origen. Estados Unidos no era una posibilidad, porque según Cristina, existen muchas dificultades para la obtención de papeles. En Argentina no tendría ninguno de esos inconvenientes, Cristina sabía, como muchos otros chinos, que en este país era más fácil regularizar la situación migratoria.

Llegó a Argentina en 2009. Empezó a montar empresas de exportación de diferentes productos. Una serie de infortunios en términos económicos -de los cuales le llevó más de 4 años salir- coincidió con lo que ella denomina “crisis de los 30”, algo que, según Cristina, preocupa a todas sus amigas chinas. Al llegar a los 27 años, las mujeres sienten la presión del matrimonio y la maternidad para no ser “dejadas de lado” (Staiano, 2016). Muchas de las mujeres chinas que están en el extranjero vuelven a sus lugares de origen para cumplir con el mandato de convertirse en esposas y madres. Ese fue el caso de Cristina: a pesar de haber estado viviendo unos años en Buenos Aires, intentando evitar asumir un rol tradicional de mujer, sintió la necesidad de volver a China para decidir cómo continuar. Allí se encontraría con un entorno que le indicaba cómo actuar, cómo vestir, cómo reír. Un problema de salud, la motivó a regresar a Argentina dispuesta a quedarse.

En ese momento, estaban en pleno auge los debates sobre la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, Cristina no dudó en sumarse a la causa, traduciendo documentos en chino y sumando apoyos y brindó charlas en donde compartía sus experiencias como empresaria en el mundo de los negocios, considerado masculino.

Su trabajo le permite disfrutar de un nivel de vida alto: vivir en uno de los barrios más caros de la ciudad, vestir a la moda, conducir un auto de alta gama, tomar vacaciones varias veces al año. Además, continuó sus estudios de posgrado en prestigiosas universidades locales. A veces le inventa historias de noviazgos a su madre cuando ésta le insiste con que tenga hijos. La lejanía de China y Argentina y la imposibilidad de que su madre viaje a visitarla, permiten tomar distancia y no asumir un rol tradicional de mujer. No descarta ser madre, pero no tiene pareja estable y no considera necesitar una para ser madre. Cristina encontró en Argentina la posibilidad de ser la mujer en la que siempre quiso convertirse: independiente, exitosa y libre.

Reflexiones finales

En este artículo analizamos las trayectorias de las mujeres migrantes chinas en Buenos Aires desde una perspectiva de género, para analizar sus posicionamientos respecto al rol de mujer que se espera desempeñen en las familias chinas.

Partimos del análisis de estudios sobre la temática que establecían una refeminización de los roles de las mujeres, es decir, una vuelta a los roles tradicionales de reproducción y cuidado en las mujeres migrantes chinas residentes en el exterior. Por otro lado, encontramos estudios en donde se daba cuenta de una superposición de roles: reproductivo, productivo y representativo.

Para dar cuenta de lo que sucedía en Argentina, abordamos una perspectiva metodológica que hace hincapié en el estudio multinivel. Es por esto que, en primer lugar, abordamos la estructura social, política y económica de China y Argentina desde 1976 a la fecha, indicando aquellos acontecimientos que marcaron las trayectorias de estas mujeres, tanto en el lugar de origen como en el de recepción. Además, establecimos cuáles son los discursos, mandatos y roles que en cada configuración cultural circulan sobre las mujeres.

Luego, en el meso nivel, profundizamos en las particularidades del proceso migratorio de personas de origen chino a Argentina y la relación entre migrantes y no migrantes que se generó en este país. Eso permitió, por un lado, destacar la buena imagen de China, las representaciones positivas de los migrantes y su aporte al lugar de residencia. Por otro lado, vinculamos la migración con los sucesos presentados en el nivel macro, dando cuenta de las correspondencias entre los procesos que suceden entre uno y otro país, y las motivaciones y decisiones de los migrantes.

Finalmente, en el nivel micro, analizamos las trayectorias de dos mujeres migrantes chinas residentes en Buenos Aires. A través de sus relatos, obtenidos con la aplicación del método biográfico, observamos una tensión con el rol tradicional de la mujer. En el caso de Lorena, esa tensión se manifiesta es una negociación en los tiempos y en las actividades que se asumen como parte del rol tradicional, aunque no podríamos hablar de una ruptura con los mandatos. Así, si bien contrae matrimonio, no vive en la casa de sus suegros; si bien tiene hijos, no se presenta como el “ideal de esposa y madre” que su entorno demanda y que ella entiende como una mujer abnegada, dedicada a las tareas del hogar y el cuidado.

En el caso de Cristina, entendemos que la tensión con el rol tradicional la llevan a desarrollar acciones ligadas a un rol más moderno: de mujer soltera con más de 30 años, sin hijos, sin deseos de contraer matrimonio, económicamente independiente y profesionalmente exitosa.

El análisis macro y meso realizado nos permite complejizar el análisis sobre los posicionamientos respecto a roles tradicionales o modernos que desarrollan estas mujeres. Tanto en los relatos de Lorena como de Cristina, la distancia con el rol tradicional y la consciencia de la diferencia entre varones y mujeres, se muestran de manera más o menos incipiente desde sus infancias en China, previo a la migración. Ambas ven en la continuación de los estudios la posibilidad de distanciarse de ese rol tradicional. Entendemos que esto podría deberse al analfabetismo preponderante en la generación anterior, es decir, las madres de Lorena y Cristina, como consecuencia de la Revolución Cultural en la que vivieron. Quizás estas mujeres, para evitar repetir la historia de sus madres que desarrollaron un rol tradicional, ponen sus expectativas y esfuerzos en estudiar carreras universitarias y posgrados.

Concluimos que, a diferencia de los estudios previos analizados sobre mujeres migrantes chinas en otros países del mundo, en Argentina habría mujeres chinas que se distancian del rol tradicional de mujer que se espera que desarrollen. No estaríamos frente a una feminización de los roles o una superposición de roles diversos, sino ante una negociación de mandatos, dilatación de tiempos y cuestionamiento de acciones, a partir de los cuales estas mujeres encuentran espacios para satisfacer sus necesidades, deseos y ambiciones.

Si bien brindamos algunos indicios al respecto, queda pendiente, para futuras investigaciones, el análisis específico de las influencias del proceso migratorio y de las representaciones de la mujer en el contexto local en los posicionamientos de estas mujeres migrantes respecto al rol de género a desempeñar.

Chongqing, China- Córdoba, Argentina, abril de 2022

Notas

1. El trabajo de campo etnográfico que Denardi comenzó en 2012 para su tesis doctoral en Antropología Social (EIDAES- UNSAM) y tuvo como objetivo analizar los anclajes del proceso de diasporización encabezado por el Estado chino en diversos ámbitos de su diáspora en Buenos Aires (Denardi 2015, 2017, 2019). En el transcurrir de este trabajo de campo, la investigadora fue estrechando cada vez más los lazos con mujeres, lo que generó que su interés se volcara por describir y analizar los cambios en el rol desempeñado por las mujeres migrantes chinas y taiwanesas que residen en Buenos (2016-2020). Del trabajo con ellas surgió la inquietud de indagar cómo se desarrollaba el proceso educativo de migrantes y descendientes de migrantes chinos y taiwaneses en Argentina, ya que se manifestaba como una preocupación femenina de gran peso en las trayectorias de las migrantes (Denardi y Kuo, 2019). Durante 2020 y 2021, Denardi se volcó a otras técnicas de investigación por la situación de aislamiento producto de la pandemia por Covid19. Así, exploró junto a Clara Baumann en una etnografía online los procesos de cambio institucional de la diáspora china en Buenos Aires a través de la cual respondieron a los discursos y actitudes racistas exacerbadas durante la pandemia (Baumann y Denardi, 2022). En la actualidad, Denardi se encuentra comenzando un nuevo trabajo de campo etnográfico para dar cuenta de las prácticas extraterritoriales del Estado Chino en Argentina, como parte de su proyecto de ingreso a Carrera de Investigador Científico en CONICET.

2. Consideramos 1976 como punto de partida porque es un año relevante para los dos países en términos de sucesos históricos que tuvieron amplio impacto en el devenir de la historia de cada uno y de las relaciones bilaterales. Además, la vida de las mujeres con las que trabajamos comenzó en este momento.

3. “Confucio (551-479 a. C.) es conocido en China como Kongzi, es decir, Maestro Kong. (...) Confucio fue gran pensador y educador de los últimos tiempos del período de los Reinos Combatientes (770-476 a. C.), fue el fundador de la escuela filosófica conocida como confucianismo”. La misma se basa en “cinco virtudes más importantes para los chinos: la humanidad o benevolencia, Ren; la justicia o rectitud, Yi; la conducta ritual adecuada, Li; la sabiduría, Zhi; y la confiabilidad, Xin. Confucio es el iniciador de la tradición canónica en la historia china”. Sus enseñanzas promueven la armonía, la tolerancia, la piedad filial (o amor a los padres) (Zhao, 2014: 166, 167).

4. La convocatoria a “Ni una menos” apelaba a los tres poderes del Estado, ejecutivo, legislativo y judicial por igual: “1) Implementar con todos los recursos necesarios y monitorear el Plan nacional de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la violencia contra las mujeres, tal como lo establece la ley 26.485; 2) Garantizar que las víctimas puedan acceder a la Justicia. En cada fiscalía y cada comisaría debe haber personal capacitado e idóneo para recibir las denuncias. Las causas de los fueros civil y penal deben unificarse; las víctimas deben tener acceso a patrocinio jurídico gratuito durante todo el proceso judicial; 3) Elaborar el Registro Oficial único de víctimas de la violencia contra las mujeres. Realizar estadísticas oficiales y actualizadas sobre femicidios. Solo dimensionar lo que sucede permitirá el diseño de políticas públicas efectivas. 4) Garantizar y profundizar la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos, para formar en la igualdad y para una vida libre de discriminación y violencia machista. Sensibilizar y capacitar a docentes y directivos; 5) Garantizar la protección de las víctimas de violencia. Implementar el monitoreo electrónico de los victimarios para asegurar que no violen las restricciones de acercamiento que les impone la Justicia” (Rodríguez, 2015, pp. 117-118).

5. “El pañuelo verde (…) identifica a la Campaña por el Aborto Legal tiene la misma forma que la insignia blanca utilizada por las Madres de Plaza de Mayo, quienes usaban el pañuelo en sus cabezas durante las rondas en reclamo por la aparición con vida de sus hijos secuestrados clandestinamente, durante la última dictadura militar en la década de 1970 en Argentina. La Campaña por el Aborto Legal adoptó el pañuelo y lo resignificó: los derechos de las mujeres son parte de los derechos humanos”. la fecundación y omiten la violencia que puede generar en una mujer transcurrir un embarazo no deseado”. https://www.letraslibres.com/espana-mexico/politica/la-ola-verde-por-el-aborto-legal-en-argentina

6. Los ENM se celebran desde 1986 por iniciativa de un grupo de feministas argentinas que había participado en la Tercera Conferencia Internacional de la Mujer en Nairobi, convocada por Naciones Unidas en 1985. A estos encuentros fueron sumándose mujeres provenientes de los movimientos populares.

7. Vale la pena destacar que estas mujeres ya formaban parte de un trabajo etnográfico previo de una de las autoras de este artículo. Esto genera diversos aportes tanto en la elección de las interlocutoras como en la posibilidad de contar con un marco interpretativo más amplio. Por un lado, las mujeres ya habían sido entrevistadas con antelación y fueron elegidas para realizar historias de vida en base a la confianza ya establecida con la investigadora. Por otro lado, el vínculo previo permitió contar con la predisposición a sostener encuentros de varias horas cada uno, durante tantos meses. Además, tal como indica Meccia, eran de las personas con mayor “pensamiento biográfico” (2009, 34) con las que nos encontramos. Es decir, ambas hacen o hicieron terapia psicoanalítica que supone un ejercicio de rememorar y narrar la historia personal. En sus profesiones también están presentes estas habilidades: una se dedica a la psiquiatría y la otra es escritora, lo que indicaría que tienen cierta práctica en recorrer sus vidas.

8. Los nombres de las personas con las que trabajamos fueron modificados a los fines de preservar la confidencialidad. Las palabras entre comillas y en itálicas remiten a la transcripción textual de las interlocutoras.

9. Manera coloquial de referirse al trabajo

Agradecimientos

Agradecemos las atentas lecturas y atinados comentarios de quienes evaluaron el artículo, como así también de Florencia Blanco Esmoris, Eduardo Rodríguez Rocha, Máximo Badaró, Silvina Merenson, Romina Delmonte y Florencia Sartori.

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