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Subjetividad y procesos cognitivos

On-line version ISSN 1852-7310

Subj. procesos cogn. vol.18 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires June 2014

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

¿Cuáles son los parámetros para la valoración de la pareja parental?

What are the parameters for the assessment of parental partner?

 

Patrizia Velotti1 y Giulio Cesare Zavattini2

1 Investigadora del departamento de ciencias de la educación, docente de Psicopatología de la adulte", Universidad de Génova, Italia. Email: Patricia.velotti@unige.it.
2 Profesor regular, docente de Evaluación e intervención psicodinámica-clínica en la pareja, departamento de psicología dinámica y clínica, Facultad de Medicina y Psicología, La Sapienza, Roma, Italia. Email: giuliocesare.zavatti@niuniroma1.it.

 


Resumen

En este trabajo hemos delineado tres principales áreas de investigación (competencias adquiridas, representaciones e interacciones) para profundizar en el estudio y la evaluación de las funciones parentales. En relación con cada área se describen algunos de los instrumentos utilizados con el fin de ejemplificar el tipo de evaluación que es posible obtener. En general, en la revisión de la bibliografía sobre el tema se evidencia la riqueza de las informaciones que llaman la atención de clínicos e investigadores, pero también la dificultad en obtener una lectura abarcativa. Al mismo tiempo se señalan las numerosas cuestiones que permanecen abiertas.

Palabras clave: Parentalidad; Pareja conyugal; Representaciones; Interacciones; Evaluación.

Abstract

In this article we showed three main areas of investigation (acquired competences, representations and interactions) to deep in the study and the evaluation of parental functions. In relation with each area we could describe some of the instruments applied in order to illustrate the kind of evaluation that it is possible to obtain. In general, in the bibliographic review of the subject it is possible to see the richness of the information that attracts the clinic and investigators attention, but also the difficult to get an abarcative lecture. At the same time the paper stress the quantitiy of the matters that remain open.

Key words: Parenthood; Couple; Representations; Interactions; Evaluation.


 

Introducción

La parentalidad es entendida (Benedek, 1959) como una fase específica del desarrollo del individuo en la cual la gratificación del adulto es satisfacer las necesidades del hijo, así como su frustración surge cuando no lo logra, hechos que influyen en su propia vida emocional y la del niño (Zavattini, 1999).
El estudio de la función parental y de las implicaciones en el desarrollo psíquico ha requerido años de considerable esfuerzo de clínicos e investigadores que se han dedicado a considerar el mundo intrapsíquico de los padres, pero también su mundo interpersonal, para lograr incorporar en su plenitud y evolución la dinámica del proceso parental (Casellano, Velotti, Crowell, Zavattini, 2013; Tambelli, Odorisio F., Simonini C., 2013). Ser padres es seguramente una experiencia diversa para cada persona en la que contribuyen múltiples factores, dado que la misma requiere "habilidad" de diversos géneros y sensibilidad a las diferentes necesidades en las diferentes fases evolutivas. Los padres están llamados a proporcionar un entorno adecuado para favorecer el desarrollo del niño, pero esta situación puede ser favorecida o limitada por diferentes factores, tales como: las propias experiencias como niño y las representaciones de los primeros vínculos significativos (Gigli, Velotti 2009); el aprendizaje previo adquirido en el curso de la interacción con los hijos ya nacidos; la presencia de desórdenes mentales como la depresión; el rol de la relación de pareja y el efecto que la misma ejerce sobre el padre (Cramer, Palacio.Espasa, 1993).
La psicología se ha ocupado del estudio de las funciones parentales, como fenómeno molecular o como fenómeno molar. Con el primero enfoque se estudian las diferencias en el desarrollo de los niños en virtud de las diferencias en cuanto al tipo de ambiente de aprendizaje al cual fueron expuestos. Según esta apreciación, que se apoya en la teoría del aprendizaje social, el estilo parental es definido a partir de una serie de esquemas de comportamientos adoptados por los padres. Surge entonces la importancia de individualizar esquemas de comportamiento disfuncionales, que son la base de las dificultades relacionales entre padre e hijo, como por ejemplo, el caso de los "ciclos de exacerbación" que involucran a padres e hijos agresivos (Messina, 2005). Otras contribuciones (Darling e Steinberg, 1993) subrayan que la parentalidad es considerada no solo en la práctica educativa implementada por los padres, sino también en una serie de otros aspectos, por ejemplo la dimensión afectiva y los valores que caracterizan la relación entre padres e hijos.
El estilo parental es definible, según esta perspectiva, como el conjunto de recursos relacionados con el cuidado del niño, a quien se le comunica, y que caracterizan "el clima emotivo" interno en cual se desarrollan los comportamientos de los padres. En la línea de estas consideraciones, el estilo parental ha sido conceptualizado como el resultado de las prácticas educativas implementadas por los padres, junto a todas aquellas manifestaciones verbales y no verbales que caracterizan el contexto emotivo de la relación entre padre e hijo (Darling e Steinberg, 1993). Los autores sugieren, desde este punto de vista, considerar a la parentalidad como una variable contextual en la relación entre las acciones específicas ejecutadas por los padres y los resultados concretos en el desarrollo.
En la perspectiva molar, se ha buscado describir las dimensiones que caracterizan el estilo parental, con la individualización de algún comportamiento estable en momentos y contextos diferentes, y que llevan a delinear el estilo del "buen padre", es decir, capaz de proveer los cuidados apropiados para el niño. Se trata en este caso de una lectura configuracional del estilo parental. Desde esta perspectiva, es necesario considerar cuáles son los diversos aspectos que lo caracterizan y a que configuración general da lugar. Baumrind (1971, 1991), por ejemplo, describió el papel de dos dimensiones: la disponibilidad, es decir la capacidad de poner límites al propio comportamiento, y la responsabilidad, la capacidad del padre de responder a las necesidades de su hijo. Sobre la base de la presencia de un equilibrio entre esas dimensiones, o en virtud de la prevalencia de una sobre otra, la autora ha individualizado tres tipologías de parentalidad: con autoridad, autoritario y permisivo. Hoffman (1988), a su vez, ha analizado el rol de la gestión de la autoridad por parte de los padres, y agrega a la descripción cuatro estilos parentales: constrictivo (basado en el poder físico), constrictivo (basado en la sustracción del afecto), inductivo y empático emotivo.
A partir de estas reflexiones, el estudio de las funciones parentales ha dado un progresivo viraje. Estas no fueron investigadas exclusivamente para predecir el desarrollo de los hijos, sino que se convirtieron en objeto de estudio autónomo (Lanz y Marta, 2000), en el cual se profundizaron los componentes cognitivos y afectivos (Bugental y Johnston, 2000), el componente empático (Kochanska, 1997) y el rol de las representaciones individuales (Slade, Belsky, Aber y Phelps, 1999).
La perspectiva dinámica ha afrontado el estudio de las funciones parentales profundizando en el tema de las representaciones individuales de los padres y desde allí en el papel de la influencia recíproca entre padres e hijos. El psicoanálisis ha realizado importantes contribuciones al poner en evidencia que el término "parentalidad" conlleva una serie de temas, como ser la representación en relación con la imagen interna del padre o madre, la construcción de una representación del propio hijo (hijo interno o representado), de los padres mismos en el papel de padres y de relación de ellos mismos con el niño (Gigli, Velotti, Zavattini, 2012a, 2012b).
La parentalidad puede también ser investida con muchos significados, como la oportunidad para una suerte de renacimiento indirecto a través de los hijos o una segunda oportunidad en la vida, la inversión de los roles de los padres con sus propios padres, con la posibilidad de fallar, igualar, sobrepasar, desafiar, no hacer lo que con ellos hicieron. Varios estudios subrayan la importancia de las representaciones internas de los padres, por la relación que ellos habrán de establecer con el hijo al nacer, en el sentido de que en cada padre será evocada la naturaleza de las relaciones con el propio padre, la propia madre y con los hermanos, con los recursos relativos y las angustias que se llevan dentro (Testor, Castillo, Davins Pujols, 2009).
Erik Erikson (1982) atribuye a la edad adulta la antítesis crítica de la generatividad contrapuesta al estancamiento y la preocupación exclusiva por sí mismo. La nueva "virtud" emergente de esta antítesis, asignada a la madurez verdadera, es el "cuidado", en otras palabras una nueva forma de compromiso en constante expansión que se expresa en la preocupación por las personas, las cosas, las ideas. La generatividad consistirá sobre todo en la preocupación por crear y guiar la próxima generación.
Hay personas que no concentran este impulso sobre sus propios hijos sino sobre otros intereses altruistas y creativos, que pueden satisfacer su deseo personal de paternidad. Si este deseo falta, se produce una regresión y una necesidad obsesiva de seudointimidad, acompañada generalmente de un sentido difuso de parálisis, aburrimiento o empobrecimiento personal. Los individuos entonces generalmente comienzan a comportarse como si vieran en sí mismos el propio hijo único.
Lo que observa Erikson no está lejos de otras importantes contribuciones del movimiento psicoanalítico, como la referida a la capacidad de preocuparse o la capacidad de contener. En su conjunto, la idea de fondo de estos paradigmas presupone que el padre o una figura significativa y afectivamente estable en cuanto a la recepción de las proyecciones primitivas del niño y su transformación en estados mentales "comprensibles" y "tolerables" crea una suerte de marco para una capacidad elaborativa.
La teoría del apego representa un marco fundamental conceptual en el estudio de las representaciones de sí y del otro, como en la investigación relativa a los mecanismo conectados a la parentalidad (Dazzi, Zavattini, 2011). En esta aproximación, dos construcciones aparecen particularmente relevantes. La primera corresponde a la responsabilidad parental (Ainsworth, Blehar, Waters e Wall, 1978) que en el niño promueve la utilización del padre como "base segura" de la cual partir para la exploración. La segunda es el "modelo operativo interno" (Bowlby, 1972), consistente en las representaciones de sí y de los otros elaboradas sobre la base de los patrones repetidos de experiencias interactivas con los propios cuidadores. Los aportes empíricos producidos han evidenciado que algunos comportamientos parentales pueden ser previstos antes del nacimiento del niño, a partir de las afirmaciones de los padres sobre la calidad de la relación con su familia de origen (Cox, Owen, Henderson y Margand, 1992; Macfie, Mc Elwain, Houts y Cox, 2005; Mcfie, Fitzpatrick, Rivas y Cox, 2008).
Otro enfoque relevante consiste en fin en la atención que la perspectiva sistémicorelacional ha dado a los aspectos transgeneracionales (Scabini y Cigoli, 2000), al destacar que cada pareja parental en tanto sistema con su historia, sus rituales y procesos de significación, interpreta las propias funciones o explica las propias competencias parentales sobre la base del "paradigma" que la guía y orienta (Reiss, 1981). Estas convenciones influyen de modo considerable en los intercambios cotidianos de la familia con su ambiente social (Olivieri y Reiss, 1986), y tienen una función de guía del accionar en la esfera de la parentalidad (Costantine, 1986). Desde tal óptica, la valoración de la parentalidad se conjuga con el análisis de las relaciones que los padres mantienen internamente con el sistema del cual forman parte.

El procedimiento de evaluación

Una consecuencia de esta multiplicidad de conceptos, en ausencia de una "teoría unificante" (O' Connor, 2002), es la dificultad que aparece cuando se trata de evaluar la calidad de las funciones parentales
1. La literatura, de hecho, presenta numerosos pero al mismo tiempo limitados sistemas de evaluación, frutos de los diversos aspectos, dimensiones y variables considerados esenciales para la comprensión de las competencias parentales. Con el fin de agilizar la enumeración de los distintos aspectos puede ser útil hacer referencia a las tres áreas de evaluación deducibles del campo de la literatura:
a. Área de las competencias adquiridas. Tienen como precursores las competencias cognitivas relacionales de los padres. Se trata de un área vinculada con la capacidad de gestionar desde el estrés hasta las expectativas y las creencias existentes en relación con el rol parental y que ha sido profundizada prevalentemente desde la perspectiva evolutiva (Azar, Lauretti y Loding, 1998). En este caso han sido de gran utilidad y relevancia los conceptos de resiliencia, recursos y factores protectores (Werner, 1993; Rutter, 1994).
b. Área de las representaciones. Tienen como precursores la historia individual y la experiencia de protección que ha encontrado amplio espacio en el campo de la teoría del apego (Bowlby, 1972/1983). Según John Bowlby (1989), cada ser humano posee una capacidad biológica innata de ser padre pero la forma específica de tal competencia dependerá de su propia historia.
c. Área de las inteacciones. Tienen como precursores el funcionamiento familiar y la comunicación. En este caso la mirada sistémico-familiar ha resultado ser más clara para poner el foco sobre la influencia recíproca entre los miembros del sistema comprometidos en la tarea evolutiva de acompañar (Scabini y Cigoli, 2000), por lo cual se propone, en último análisis, estudiar el funcionamiento de la organización de una estructura familiar frente a las especificas dificultades de la vida.
Para cada uno de estos aspectos se han elegido, a modo de ejemplo significativo, algunos instrumentos de estudio (self-report, entrevistas, observaciones) frecuentemente utilizados, según surge de una investigación empleando el motor de investigación de artículos de psicoanálisis.

Áreas de las competencias adquiridas

Para comprender los temas más importantes que convergen en esta área es posible trazar el siguiente proceso: aprendizaje social à percepción de la autoestima parentalà modelo de resolución de problemas estrategia de afrontamiento à práctica de crianza à desarrollo del niño (Davies y Cummings, 1994; Patterson; Reid y Dishion, 1992).
Los instrumentos mayoritariamente utilizados son del tipo del self-report y de los instrumentos de observación.
Entre los self-reports se encuentra el Parenting Stress Index (PSI III edizione, Abdin, 1995), que se propone individualizar el nivel de estrés parental en relación con el desarrollo de la crianza. La construcción del instrumento se basa en un modelo teórico elaborado por el autor para especificar los componentes que intervienen en la parentalidad disfuncional. En el conjunto, se afirma que el nivel de estrés que el padre percibe es función de algunas características relevantes del niño, del padre y de variables contextuales ligadas al rol parental.
El instrumento, compuesto por 150 items, es suministrable a los padres que tienen hijos de edad variable de un mes a 12 años. La forma breve del instrumento, que comprende 36 items reunidos en las siguientes escalas: Parental Distress, (PD), Difficult Child (DC) y Parent Child Dysfunctional Interaction (PCDI), nos da un puntaje complejo del Total Stress.
La propiedad psicométrica del instrumento ha sido testeada en numerosos estudios (Hauenstein, Marvin, Snyder y Clarke, 1989; Castaldi, 1990, Solis, 1990) que reportan buenos niveles de consistencia interna (alpha de Cronbach entre .70 y .83 para los ítems relativos al Dominio "niño", y .70 y .84 para los ítems relativos al dominio "padre"). El instrumento ha sido validado en Italia (Forgays, 1993).
Entre los instrumentos de observación se utiliza el Family Interactio Coding System (FICS; Patterson, Ray, Shaw e Cobb, 1969; Reid, 1978), un sistema de codificación que surge desde la teoría del aprendizaje social para evaluar, en un nivel microanalitico, los comportamientos de tipo agresivo de padres y niños y los eventos que constituyen antecedentes y consecuencias de tales comportamientos. El instrumento está compuesto por 29 categorías interdependientes que refieren a dos dimensiones principales: los comportamientos antisociales y los comportamientos prosociales. La primera dimensión está caracterizada por la acción con altos niveles de conflictividad y deseos de dominio y bajos niveles de sostén y afecto positivo (por ejemplo, llorar, desaprobar, ser dependiente, humillar, ofender, lamentarse, gritar, ignorar), y la segunda está presente en las interacciones caracterizadas por altos niveles de sostén y afecto positivo y bajos niveles de deseo de dominio y conflicto (por ejemplo aprobar, prestar atención, obedecer, ser indulgente, sonreír, jugar, conversar, tocar). Las observaciones han sido efectuadas en el hogar familiar antes del almuerzo o de la cena y duran al menos 70 minutos. El instrumento tiene una buena confiabilidad interjueces (de 14 de las 29 categorías sobre .70) con una 'r' de Pearson comprendida entre .59 y 1.00 (Reid, Taplin y Lorber, 1981).

Área de las representaciones

En esta área es posible trazar el siguiente proceso: representación del apego a los padres à representación del apego a la pareja - estructuración de la relación padre-niño con su peculiaridad cualitativa à instauración de una capacidad de adaptación por parte del niño (Bowly, 1972; Cowan, 2000).
En el plano de la evaluación, el examen de las representaciones ha sido realizado principalmente en el ámbito de la teoría del apego a través de entrevistas semiestructuradas. Entre estas, la más importante es la del Adult Attachment Interview (AAI), de Mary Main (Main, Goldwyn, Hesse, 2003). Desde un punto de vista teórico, este instrumento se basa en la hipótesis de que las diferencias individuales en los estados de la mente de los padres respecto del apego, determinarían la capacidad de responder a las demandas de apego respecto de los hijos y orientan de manera significativa los comportamientos de la crianza.
La entrevista consta de 20 preguntas a fin de facilitar el recuerdo y la narración de las experiencias afectivamente relevantes y la evaluación de los efectos de tales experiencias sobre el funcionamiento actual de la mente. De la codificación emergen cuatro modelos de apego: apego autónomo (o seguro), caracterizado por transcripciones en las cuales el sujeto realiza relatos coherentes y fluidos de las propias experiencias de apego; apego rechazante (o distante), caracterizado por un discurso que parece minimizar las experiencias de apego; apego preocupado, caracterizado por un estilo discursivo que sugiere una preocupación excesiva, confusa y conmovida respecto de las relaciones particulares o experiencias de apego; apego desorganizado (o irresuelto), el cual se caracteriza porque, durante la descripción de eventos potencialmente traumáticos (la pérdida de una persona importante, el abuso físico o sexual), se encuentra índices de una falta de resolución, como lapsus en el monitoreo metacognitivo. Tal categoría está siempre asociada a uno de sus principales modelos de apego ya indicados.
Los aspectos psicométricos del AAI han sido objeto de numerosas investigaciones que indagaron la confiabilidad del test-retest, la confiabilidad del codificador (Bakermans Kranenburg y Van Ijzendoorn, 1993; Benoit e Parker, 1994), la validez discriminativa, considerando la influencia de posibles variables cognitivas y los efectos de la conveniencia social sobre los resultados de las entrevistas (Crowell, Waters, Treboux y O'connor, 1996), la validez convergente (Dozier y Kobak, 1992) y la validez predictiva (Ward y Carlson, 1995).
En este contexto, es útil la aplicación a las entrevistas de la escala de la función reflexiva (RF; Fonagy, Target, Steele y Steele, 1998). La finalidad consiste en evaluar la conciencia de los estados mentales en el contexto del desarrollo, de la organización y del mantenimiento de las relaciones de apego (Fonagy y Target, 2001; Fonagy, Gergely, Jurist y Target, 2002). En otras palabras, la finalidad consiste en esclarecer la calidad de la mentalidad del padre ligada a la cualidad de la relación precoz padrehijo, dado su rol reconocido en el proceso de regulación afectiva y de desarrollo de sí. La RF ha sido propuesta inicialmente por Peter Fonagy y colaboradores (Fonagy, Target, Steele y Steele, 1998) y se basa en la atribución de un puntaje a las preguntas específicas del AAI, identificadas como demand questions, porque obligan al entrevistado a exhibir si posee la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. El puntaje final debe ser consignado después de haber obtenido un puntaje de otras partes de la entrevista, consistentes en lo que los autores llaman permit questions, las cuales se limitan a permitir al entrevistado mostrar si posee la capacidad de reflexionar. Después de haber obtenido los puntajes parciales de las diversas preguntas se llega a la evaluación global que queda expresada en niveles con puntajes de 1 a 9.
El instrumento tiene óptimas cualidades psicométricas y el proceso de validación de la escala muestra al mismo tiempo una correlación muy alta con AAI con un alpha de .90 para las mujeres y de .92 para los hombres (Fonagy et al., 1998).

Área de las interacciones

Se trata de un área de investigación que ha analizado el rol de los intercambios comunicativos entre los miembros del sistema familiar, comprometidos en la actividad evolutiva de la crianza. Este enfoque ha ampliado el conocimiento de las familias funcionales y disfuncionales (Epstein et al. 1983), o en riesgo (Akister y Stevenson Hinde, 1991).
En este ámbito se desarrollaron sobre todo instrumentos del tipo self-report y observacionales. Uno de los instrumentos de self-report más conocidos es el Family Adaptability and Cohesion Scale (FACES III; Olson, 1986), un cuestionario basado en el modelo circunflejo de Olson (Olson, Russell y Sprenkle, 1983), en cuyo núcleo se halla la idea de que las familias puedan ser evaluadas considerando dos dimensiones independientes: la adaptabilidad y la cohesión. La primera es definida como la capacidad de la familia para realizar cambios en relación con los roles y las funciones, mientras que la segunda es definida como la alianza afectiva existente entre los miembros de la familia; de donde derivan tres estilos de funcionamiento: equilibrado, intermedio y extremo.
El cuestionario se compone de 40 ítems evaluados con una escala Likert de 5 puntos desde "casi nunca" a "casi siempre". El sujeto indica la propia percepción del funcionamiento familiar actual (familia percibida) y las expectativas y aspiraciones de cambio futuro de la familia misma (familia ideal). La discrepancia entre cohesión y adaptabilidad de la familia real y de aquella ideal indica el nivel de satisfacción del sujeto respecto de la situación actual de la familia. A estas dos dimensiones fundamentales se le agrega una tercera, definida como comunicación familiar, que tiene el objeto de esclarecer la función de facilitación de la familia para moverse hacia el polo de la cohesión y de la adaptabilidad.
La confiabilidad del instrumento es buena, con una consistencia interna de .77 para la cohesión y de .62 para la adaptabilidad; La confiabilidad test-retest a las cuatro semanas oscila entre .80 y .83 (Olson, 1986). La adaptación italiana del instrumento ha sido realizada por Galimberti y Farina (1990).
Un notable instrumento de observación desarrollado en este ámbito es el Losanna Triadic Play (LTP; Fivaz Depeursinge e Corboz Warnet, 1999). La observación se desarrolla en una sala donde se colocan dos sillas para los padres y una sillita para el niño, puestas sobre una mesa frente a los entrevistados. El problema aparece en el modo de formar un triángulo equilátero virtual. El juego se divide en 4 fases: Dos más uno, en el cual uno de los padres juega junto con el niño y el otro queda en posición periférica; Dos más uno, en el cual uno de los padres, quien primero había quedado en posición periférica, juega con el niño, y el otro, quien primero jugaba, queda en posición periférica: Tres juntos, en la cual la tríada madre, padre y niño juegan juntos; Dos más uno, en el cual padre y madre hablan entre sí mientras el niño se encuentra en posición periférica. Se pueden codificar las siguientes tipologías de alianza:

1. Alianza cooperativa, caracterizada por formaciones guestálticas adecuadas en las cuales todas las funciones de participación, organización, atención conjunta, contacto afectivo, están comprometidas.
2 . Alianza en tensión, caracterizada por formaciones guestálticas en las cuales algunas de las funciones fallan, en particular la atención conjunta o el contacto afectivo.
3. Alianza colusiva, caracterizada por formaciones guestálticas en las cuales fallan más funciones, como la organización, la atención conjunta y el contacto afectivo.
4. Alianza perturbadora, caracterizada por formaciones guestálticas en las cuales todas las funciones se encuentran en peligro, como la participación, la organización, la atención conjunta y el contrato afectivo.

Discusión y conclusiones

La asunción por el cónyuge de la función parental implica a menudo un reordenamiento de la personalidad de cada uno (Norsa, Zavattini, 1997) y de la propia relación. Varias investigaciones sobre los efectos psicológicos del pasaje de la pareja conyugal a la pareja parental muestran claramente cómo la satisfacción en la relación con el cónyuge disminuye, mientras que aumenta paralelamente una sensación de satisfacción y bienestar ligados al propio rol parental (Castellano, Velotti e Zavattini, 2013).
En consecuencia, la dificultad en la evaluación de las funciones parentales aparece como resultado de una más amplia dificultad, la de evaluar un proceso en constante devenir en el cual participan variables intraindividuales e interpersonales.
Además de las tres áreas ilustradas en este trabajo, la literatura ha puesto de manifiesto el rol de otros elementos que pueden influir, a saber, una particular práctica educativa o determinado estilo parental como, por ejemplo, la importancia de las características individuales del padre (Dadds, Sheffield y Holbeck, 1990; Antill, Cunningham y Cotton, 2003), la eventual presencia de rasgos psicopatológicos en al menos uno de ellos 2 (Procaccia, 2005), la expectativa sobre la parentalidad (Benasich y Brooks Gunn, 1996; Daggett, O'Brien, Zanolli y Peyton, 2000). Además, las características del niño, como su temperamento o su salud física (Belsky, 1984; Kochanska, 1991; Cowan y Cowan, 2000, 2003), junto a otros aspectos, entre ellos el estrés del padre en este rol (Abidin, 1995), la frustración en la cotidianeidad experimentada por el padre (Crnic y Greenberg, 1990), son factores igualmente importantes que influyen en el modo en que el padre cuida del niño (Crnic y Low, 2002; Kiang, Moreno y Robinson, 2004; Rodgers, 1998; Smith, Oliver e Innocenti, 2001).
En fin, la cualidad de la relación conyugal (Quinton, Rutter y Liddle, 1984; Zaccagnini y Zavattini, 2005) constituye un factor esencial que parece influir sobre la competencia parental. Por ejemplo, se sostiene que una madre que tiene una buena relación con su pareja estará en condiciones de ofrecer al niño interacciones más ricas (Cowan y Cowan, 2005). En este sentido, algunos investigadores se interesaron en la posibilidad de validar sistemas de evaluación multimetodológicos y multisistémicos (Wilkinson, 1993; Villar, Luengo, Gòmez Fraguela y Romero, 2006), pero esta orientación, aunque interesante, deja sin resolver cuestiones de orden aplicativo, es decir la efectiva posibilidad de que el procedimiento ideado y puesto a punto en el campo de la investigación sea real y efectivamente aplicado por los operadores de los servicios que deben efectuar la evaluación. En la práctica clínica, de hecho, es aún escasa la referencia a la metodología de indagación multidimensional, que, aunque ampliamente auspiciada, presenta diferentes problemas de empleo, vista la complejidad de los procedimientos requeridos. En efecto, el coloquio clínico sigue siendo el instrumento más utilizado en la práctica para indagar la competencia de un padre o de un aspirante a serlo. Como afirma Maestro (2013), "se podría concluir que uno de los puntos fuertes del acercamiento psicoanalítico consiste en suministrar una teoría explicativa del desarrollo infantil estrechamente relacionado con el desarrollo de su sistema vincular, con lo cual ofrece claves de lectura para la turbulencia afectiva y los conflictos que acompañan a los procesos de crecimiento del niño".
En tal sentido, surgen otras cuestiones que futuras líneas de investigación deberán profundizar: 1) la necesidad de evaluar la función parental de la pareja o de un partenaire en particular. Del análisis de la literatura surge un desvío que es consecuencia de la escasa atención otorgada al matching de la pareja parental, vale decir a aquellas situaciones en las cuales frente a las "carencias" de uno de los padres se ponen de relieve "las buenas cualidades" del otro, 2) la necesidad de evaluar la competencia del padre y/o la del sujeto que aún no es padre y los diferentes contextos en los cuales se requieren estas evaluaciones (se puede pensar en la diferencia entre la evaluación de la competencia en una pareja que aspira a la adopción de un niño y la evaluación de un padre sospechado de abuso contra su propio hijo).

Notas

1 En este analisis se ha puesto también una particular atención al contexto en que la relacion padre- hijo se encuentra. El desarrollo del niño puede ser plenamente comprendido solamente desde una perspectiva " ecologica " que considere el rol desde la perspectiva del sistema social más amplio en el cual la familia se encuentra; el estilo parental, de hecho, se configura de otro modo, se relaciona con los valores y la cultura compartida por la familia (Chao, 1994, Gershoff, MIller y Golden, 1999; Xu , Tung y Dunaway, 2000).

2 Sin embargo, en este aspecto el factor de riesgo determinante no parece ser el tipo de diagnóstico sino el comportamiento del padre en lo cotidiano (Ducan y Peder, 2003).

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Fecha de recepción: 23/04/14
Fecha de aceptación: 23/05/14

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