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Subjetividad y procesos cognitivos

versión On-line ISSN 1852-7310

Subj. procesos cogn. vol.21 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2017

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Exploración de la subjetividad y mecanismos de defensa en niños latentes mediante la interpretación del cuestionario desiderativo

Exploration of subjectivity and defense mechanisms in latent children by means of the interpretation of the desiderative questionnaire

 

Susana Sneiderman1, Lucila Salvay2, María Agustina D’Acunti3, Melanie Ghidella4, Fiorella Martino5, María Victoria Sivori6 y colaboradores7

1 Doctora en Psicología (UCES). Directora de la Investigación. Docente Titular UCES y USAL. E-mail: susanasneiderman@hotmail.com
2 Especialista en Psicoanálisis con Niños (UCES). Codirectora de la Investigación. Docente Adjunta UCES y USAL.
3 Licenciada en Psicología (USAL). Docente auxiliar UCES y USAL.
4 Licenciada en Psicología (USAL). Docente auxiliar USAL.
5 Licenciada en Psicología (USAL). Docente auxiliar UCES y USAL.
6 Licenciada en Psicología (USAL). Docente auxiliar USAL.
7 Han colaborado en la Investigación las alumnas Susana Bertuzi, Ana Domínguez Ferreyra y Maia Kurka, de USAL.


Resumen

El Cuestionario Desiderativo infantil explora la subjetividad captando las sutilezas de los cambios evolutivos a partir de símbolos y argumentaciones, deseos y defensas. Explora fantasías, temores, capacidad simbólica, elaboración de pérdidas y grado de cohesión alcanzado por el yo. Emprendimos una aproximación normativa en niños de 7 a 10 años de ambos géneros (2014, CABA). Algunos resultados denotan respuestas teñidas por diferentes conflictos evolutivos, ligados a la elaboración del Edipo y castración o bien al advenimiento de la pubertad. Se infieren también valores, ideales, vivencias, que darán cuenta de ciertos rasgos de personalidad en formación. En latencia temprana y tardía observamos respuestas y defensas fálico uretrales y fálico genitales, que al fracasar dan lugar a respuestas alusivas a sensaciones corporales displacenteras de desconocimiento del propio cuerpo o bien los diques anímicos asco, moralidad y vergüenza. En la muestra total se observan mayores resultados y también diferencias importantes por género.

Palabras clave: Cuestionario Desiderativo Infantil; Deseos; Defensas.

Abstract

The Desiderative Questionnaire for children explores subjectivity capturing the subtleties of evolution changes from symbols and rationale, wishes and defences. It explores fantasies, fears, symbolic capacity, loss bereavement and degree of cohesion achieved by the ego. We undertook a normative approach in children 7–10 years old, of both genders (2014, CABA). Some outcomes denote answers suggesting different evolution conflicts, linked to the development of the Oedipus and castration or to the advent of puberty. Values, ideals, experiences, which allow to assume certain personality traits in formation are also inferred. In early and late latency, we observed urethral phallic responses and defenses as well as genital phallic ones, which when failed result in responses alluding to body disagreeable sensations due to unawareness of own body or else mind ramparts relating to grossness, morality and shame. The sample as a whole shows further results as well as significant differences by gender.

Keywords: Desiderative Questionnaire for children; Wishes; Defences.


 

Introducción

El Cuestionario Desiderativo es una técnica proyectiva verbal, reconocida y considerada en nuestro medio, como una herramienta sumamente útil y rica, dado que, con su sencilla y corta administración, logra explorar profundamente la subjetividad. Se aplica en todos los ámbitos: área clínica, laboral, forense, educacional; y se administra tanto a niños, como a adolescentes y adultos. Nos interesa, en esta ocasión investigar y revisar los indicadores de interpretación de la presente técnica, en su versión infantil.
Pensamos que es un instrumento sensible para investigar el desarrollo del psiquismo, captando las sutilezas de los procesos de cambio ligados a los diferentes momentos evolutivos, como también permite explorar a partir de los símbolos y argumentaciones, deseos, fantasías, identificaciones, temores, mecanismos de defensa, tanto en cuanto a su repertorio como a su eficacia. A su vez podremos evaluar si las defensas son concordantes con el momento evolutivo que atraviesa el niño. Por otra parte, en un análisis de caso permite observar también la capacidad simbólica, elaboración de las pérdidas, y el grado de cohesión alcanzado por el yo en desarrollo, dentro del proceso de subjetivación. Pensamos que se podrán explorar valores, ideales, vivencias, que darán cuenta de ciertos rasgos de personalidad y/o de carácter en formación. Por otra parte, postulamos la sensibilidad de dicha técnica para poder detectar situaciones traumáticas ligadas a la violencia y el abuso infantil. Presentaremos algunos hallazgos de nuestra investigación, con el objetivo de explorar las erogeneidades y defensas en el “Cuestionario Desiderativo” versión infantil, en una Muestra “no clínica”, de niños latentes (6 a 11) de la CABA del año 2014 al 2016.

Alcances del Cuestionario Desiderativo

Esta técnica verbal es propicia para investigar defensas estructurantes y también erogeneidades a partir de los deseos, llevándonos a ciertas hipótesis acerca del funcionamiento y estado del Yo, dando cuenta del repertorio de defensas con el que se cuenta y de su eficacia. Pensamos que en las respuestas positivas se despliega en forma secuencial el repertorio defensivo con que se cuenta, yendo de lo más adaptativo y funcional a lo más regresivo, en la medida en que el sujeto se siente acorralado. Podemos delimitar si prevalece la represión, la desmentida o la desestimación. En cambio, en las respuestas negativas aparece el temor de aquello que ocurría si fracasaran dichas defensas. Podremos observar pues, el retorno de lo reprimido, desmentido o desestimado. Es decir, que a partir del análisis de las respuestas en las catexias negativas podemos llegar a elaborar hipótesis predictivas.

Antecedentes históricos

El “Test Desiderativo”, originario de España (1946.), creado por los psiquiatras Pigem y Córdoba, fue modificado en Argentina por Jaime Bernstein (1956), transformándolo en el “Cuestionario Desiderativo” que se utiliza hasta nuestros días. En un momento intermedio, entre la propuesta axiológica de los psiquiatras españoles y la reformulación de Bernstein, en Holanda, D. Arn Van Krevelen, adapta la consigna de Pigem para la exploración del psiquismo infantil. El psicólogo holandés ajustó la consigna al mundo animista y mágico infantil, con el propósito de obtener más información y a su vez enfrentar al niño de manera atenuada con la problemática de la muerte y la finitud. Formula las preguntas tal como se realiza en los Test desiderativos de los “Tres deseos” y las “Tres bolsas de oro”, introduce así en la consigna la figura de un hada que posee una varita mágica con la que puede transformar al niño en lo que él quiera. Luego le pide que explique su elección. Este autor fue quien amplió la prueba e introdujo la exploración de los aspectos rechazados formulando una pregunta inversa. Se le dice al niño que el hada no quisiera transformarlo en algo que no le agradase y por eso desea saber qué es lo nunca querría ser. Para Bernstein esta propuesta fue muy adecuada, sin embargo, propone atenuar aún más la consigna infantil diciendo: Supongamos que estuvieses durmiendo y que soñases con un hada muy buena. Ella te pregunta si quieres que haga algo mágico para ti y te transforme en algo muy lindo, que a ti te guste pero en algo que no sea una persona puedes pedirle que te transforme en cualquier cosa. ¿Qué crees que le pedirías?”.
En la última década las investigaciones con esta técnica en Argentina se dedicaron mayormente a estudiar adolescencia y adultez. Pérez de Polacino y León M. (2010) publicaron su propuesta que tiene como eje transmitir los hallazgos y reflexiones de la aplicación del CD a una muestra de 267 niños, de entre seis y once años de edad en escuelas primarias, en la CABA. Coincidimos con las autoras al sostener que el acercamiento a alguna verdad del sujeto no se encuentra en el instrumento en sí, sino en la lectura que se haga de la respuesta. Han tomado conceptualizaciones de Piaget sobre la génesis del pensamiento y conceptualizaciones psicoanalíticas sobre el jugar, las etapas libidinales, y la construcción del cuerpo y especialmente se han detenido en testear el impacto del Cuestionario Desiderativo en los niños, preguntándose si en ellos moviliza tanta angustia de muerte como lo suele hacer en los adolescentes y en los adultos. Los propósitos que se fijaron para esta experiencia fueron testear las dificultades de los niños para responder a la técnica, ayudar a facilitar su administración como también probar la eficacia de una propuesta de una consigna adaptada a las necesidades evolutivas. También se han propuesto delinear referenciales que brinden parámetros generales para interpretar teniendo en cuenta que la categoría “niño” no constituye una clase homogénea, conjugaron aspectos evolutivos y una mirada psicoanalítica para leer tanto las maneras de preguntar como las respuestas obtenidas en la muestra.

Consigna y administración

Por nuestra parte, podemos hacer referencia a la consigna propuesta por las mencionadas autoras, con la que no acordamos enteramente ya que utilizan en la misma el verbo “gustar”, mientras que para nosotros es sumamente importante preguntar por el “deseo”. Entendemos que “gustar” tiene que ver con el agrado, la complacencia y una atracción o rechazo por el símbolo de manera más o menos consciente, mientras que hablar de deseo nos remite de manera directa al inconsciente. Además, sabemos por estudios realizados respecto del valor semántico de las palabras y actos del habla (Maldavsky, 2012) que este verbo se acerca a los rasgos Fálico genitales, pudiendo inducir a respuestas ligadas a la armonía estética o bien en las catexias negativas, su contrapartida, el rechazo o arruinamiento de ese equilibrio, mientras que el término deseo es más profundo y apunta a un sentido identificatorio. El deseo alude a un concepto capital en la obra Freudiana, que se refiere a la primera experiencia de satisfacción, que inaugura un camino en el desarrollo, diferenciándose de la necesidad. Para Freud la necesidad nace de un estado de tensión interna y encuentra su satisfacción por la acción específica que procura el objeto adecuado (por ejemplo, la madre que brinda alimento). El deseo se halla indisolublemente ligado a las «huellas mnémicas» y encuentra su realización en la reproducción alucinatoria de las percepciones. La fantasía es el correlato del deseo. Freud (1915c) prestó fundamental atención a este estímulo interno, derivado de la pulsión, como un motor básico de los diferentes procesos psíquicos. Como estos deseos son a su vez derivaciones de las pulsiones, sobre todo las libidinales, se pueden categorizar tomando en cuenta las correspondientes mociones eróticas o psicosexuales. Es decir que tendremos deseos vinculados específicamente con las diferentes etapas erógenas. Así encontraremos 1) libido intrasomática (LI), 2) oral primaria (O1), 3) sádico–oral secundaria (O2), 4) sádico–anal primaria (A1), 5) sádico–anal secundaria (A2), 6) fálico–uretral (FU) y 7) fálico–genital (FG). El interpretar los deseos nos va a permitir inferir no solo la fantasía identificatoria, sino también, la etapa psicosexual subyacente que nos permitirá operacionalizar el tipo de defensa.

Objetivo

El Objetivo general de la presente Investigación denominada “Exploración de la subjetividad y mecanismos de defensa en niños latentes mediante la interpretación del Cuestionario Desiderativo”, realizada en la Universidad del Salvador, Buenos Aires, es realizar una aproximación normativa a las respuestas del “Cuestionario Desiderativo” en su versión infantil en niños latentes (6 a 10) de la CABA. En esta etapa hemos trabajado como objetivos específicos explorar las respuestas en niños latentes, ambos géneros, e inferir deseos, defensas, fantasías, temores, ideales, valores, etc., pudiendo también señalar prevalencias de símbolos. En cuanto a las argumentaciones hemos interpretado las erogeneidades subyacentes, y revisado también los indicadores de interpretación aplicados.

El símbolo

El Símbolo es diferente del Signo, puesto que no posee un único sentido. El signo es una expresión semiótica, podríamos decir que es una abreviatura convencional para algo reconocido. El signo es algo concreto, un esquema, un código, que cobra sentido solo cuando se le asigna un significado simbólico, es decir un valor subjetivo. Una característica patognomónica del Símbolo es la variedad y diferencia del sentido que se le asigna, su polisemia. Sin embargo, se observan a veces respuestas concretas, que carecen de un trabajo simbólico y metafórico. Para Freud, el símbolo será, aquel elemento del contenido manifiesto que señala la presencia de algo reprimido y emplazado en lo latente. Una serie de manifestaciones universales y culturales como los mitos y los cuentos representan esta serie de expresiones. Hacer uso del símbolo es mucho más que una simple apropiación pasiva de su sentido. Usarlo significaría para un niño reactualizar las condiciones en que fue creado, pareciera que lo individual reproduce lo universal y filogenético.
El símbolo es definido (Laplanche, 2004) como el modo de representación indirecto y figurado de una idea, una fantasía, un conflicto o un deseo. Sin embargo, hemos visto, especialmente en niños, que no siempre lo simbolizado es abstracto sino que también puede ser concreto. El símbolo incluye formas de representación indirecta propias del proceso primario como el desplazamiento y la condensación y además puede presentar relaciones por analogía en cuanto a su forma, tamaño, función, o ritmo. Freud también aludía a que a veces el símbolo se ve influenciado por las reglas de la contigüidad y de contraste. Por lo general la simbolización alude en última instancia a ciertas temáticas o contenidos como la representación de los padres, los vínculos más trascendentes, el nacimiento, el cuerpo, la sexualidad la genitalidad y la muerte. Los símbolos son pues eminentemente plásticos y capaces de transportar significados múltiples y condensarlos. Nos planteamos si en las respuestas del CD infantil habrá significados ligados a las protofantasías originarias como escena de seducción, escena primaria, vida intrauterina y temor a la castración, ya sea morigeradas o teñidas por los avatares de cada etapa psicosexual.

Deseos y defensas

Ya mencionamos que el deseo representa a la vivencia de satisfacción ligada a las pulsiones sexuales, y se enlaza a representaciones y características propias de cada etapa psicosexual. En cada una de estas fases predomina también una defensa, fantasía, vínculo, vivencia, percepción y motricidad. También predominara un modo de expresión verbal y no verbal al cual haremos alusión más adelante. La siguiente Tabla 1 presenta el repertorio de defensas evolutivas para cada etapa del desarrollo y la defensa que luego será estructurante para determinar la corriente psíquica prevalente (neurosis, psicosis, narcisismo no psicótico).

Tabla 1


El concepto de libido intrasomática

Un concepto trabajado en la presente investigación, es la noción de libido intrasomática, propuesta por D. Maldavsky. La misma hace referencia a tiempos arcaicos del desarrollo libidinal y la estructuración psíquica, que corresponden tomando en cuenta el abordaje de la evolución psicosexual de la libido, a un estadio preoral, ligado a la vida intrauterina y a los primeros momentos luego del nacimiento. Freud (1926), en el texto “Inhibición Síntoma y Angustia” refiere que inmediatamente después del nacimiento la investidura erógena va a recaer sobre los órganos internos del bebé, como ser el corazón y los pulmones. Deseamos además agregar la importancia de los estudios de Pierre Marty (1992), quien plantea también, que otro órgano de relevancia a ser investido es la piel, pensada además como tejido conectivo. Indudablemente en los primeros tiempos evolutivos lo más importante para el bebé es la supervivencia, poder investir corazón y pulmones para respirar. Luego cobrará importancia el poder ser erotizado, sostenido y acariciado por un agente externo. En este tiempo primitivo, los estímulos del mundo interno y externo se confunden y no pueden ser neutralizados sin un agente externo.
La madre va a funcionar como un yo auxiliar y “filtro” de cantidades imposibles de tramitar; lo que va a permitir que paulatinamente el niño constituya su propia barrera de protección antiestímulo. Es un momento arcaico donde solo se captan cantidades y aún no existe la cualificación. Se trata de un momento de desvalimiento psíquico y orgánico donde lo importante es la auto conservación y neutralizar la Pulsión de muerte. Pensamos que en la clínica actual donde predomina el desvalimiento psíquico y/o físico, es importante poder prever el advenimiento de síntomas puestos en el cuerpo, como una forma de anunciar el peligro que no es sentido. En niños latentes, la perturbación en la conciencia primordial da lugar a la pérdida de la cualificación, es decir, el registro de los afectos y de los matices sensoriales diferenciales. No hay una angustia como señal sino solo un estado de malestar con descarga o apatía, no plausible de ser ligado a ningún contenido representacional. Tal es el caso en cuadros con hiperkinesias, síntomas psicosomáticos, anorexia, adicciones, tendencia al accidente, entre otros.

Latencia

Freud en “Tres ensayos para una teoría sexual” (1905) hace referencia al período de Latencia como una etapa más dentro del desarrollo de la psicosexualidad infantil, hacia la genitalidad adulta. En este texto, destaca que la sexualidad humana se constituye en dos tiempos interrumpidos por un período de latencia, en referencia al adormecimiento de las pulsiones sexuales. El primer período, se inicia con una fase autoerótica, se pasa luego por un estadio narcisístico y por último se desenvuelve la etapa fálica atravesada por el Complejo de Edipo, siempre con el predominio de las pulsiones parciales. El segundo período se encuentra marcado por el despertar de las pulsiones sexuales que ahora tomarán otro valor en la pubertad y adolescencia. La latencia se puede subdividir en dos momentos, temprana (de 6 a 8 años) más cercana a las vicisitudes del Edipo, y tardía que se extiende desde los 9 años hasta aproximadamente los 10 u 11, momento en que comienza la prepubertad. Es esta fase la que le proporciona al niño aquellos instrumentos, en términos del desarrollo del Yo, que lo preparan para el incremento pulsional que sucede en la Pubertad.
Al finalizar la etapa fálico genital y declinar el Complejo de Edipo, las etapas pregenitales caen bajo la denominada “amnesia infantil” por una intensa represión. Uno de los logros durante la latencia, es que las funciones del yo hayan adquirido mayor estabilidad y una mayor resistencia a la regresión y desorganización. Se trata de un yo paulatinamente más autónomo y capaz de defenderse con menor ayuda del mundo exterior. Podemos observar algunas diferencias entre la latencia temprana y tardía, ya que no es cierto que la sexualidad esté ausente, dado que existen actividades como la masturbación, las actividades voyeuristas, exhibicionistas y sadomasoquistas. Durante la primera etapa de la latencia, se va construyendo la instancia superyoica. Habrá identificaciones secundarias que junto con la represión modificarán las metas de las pulsiones sexuales y aparecerá así la ternura para mantener el vínculo con el objeto. Habrá también menor ambivalencia. Los cambios se producen entonces en la desexualización y mudanza de meta. Aparece la posibilidad de la sublimación, defensa que es siempre funcional, y además se denota una mayor capacidad adaptativa y plasticidad yoica. Habrá también un incremento del control yoico y del superyó sobre la vida pulsional. Con la represión de las pulsiones sexuales se incrementa la actividad consciente y preconsciente. Toma valor en este período el despliegue de una mayor capacidad de simbolización y el despliegue de recursos creativos. Habrá un mayor control, inhibición o modificación de impulsos. Resumiendo, se espera en este período una mayor cohesión del yo, capacidad simbólica y sublimatoria, creatividad, capacidad de frustración, pasaje desde el Principio de Placer hacia el Principio de Realidad, fundamental para encarar exitosamente el trabajo del aprendizaje en esta etapa. Se instalan al mismo tiempo los diques anímicos que, a saber, son: 1) Asco o repugnancia, vinculado con la formación reactiva y el cambio de meta sexual. 2) Pudor o vergüenza, que se relaciona con la transformación del deseo exhibicionista y 3) Conciencia Moral o culpa, es la instancia que formará parte del superyó, es el reconocimiento del tabú del incesto, que permite diferenciar lo que está bien y mal, lo que está dentro y fuera de la ley y de esa manera definir cuáles son las transgresiones. Se relaciona también con las aspiraciones morales y éticas. Por acción de la sublimación los niños pueden promover actividades socialmente aceptadas, investigar, conocer, emprender actividades artísticas. Es un tiempo de tranquilidad teñido más o menos de una casta homosexualidad. La dependencia en el apoyo materno y paterno respecto de los sentimientos de valía, son reemplazados de a poco por un sentido de autovaloración derivado de los logros y la aprobación social y objetiva. Se espera que con el superyó, el niño sea capaz de un mayor equilibrio narcisista y mayor estabilidad en el afecto y en el estado anímico.
Se consolidan las actividades de la llamada “esfera libre de conflicto” (concepto de la Psicología del yo) como el aprendizaje, la percepción, memoria y pensamiento. No solo hay un mayor nivel de abstracción sino también pensamiento deductivo. Ya no requiere pues de la percepción visual para constatar la castración materna. Los varones, por la forma en que abandonan abruptamente el Edipo, son portadores de un superyó más rígido. Esta característica hace que recurran a regresiones durante la latencia y aun más en los comienzos de la pubertad (regresiones orales y anales). La niña, en cambio, como su declinación del Edipo es de forma paulatina, posee menor conflicto. Podemos decir también que su identificación es aún fálica y de características bisexuales. Recordemos que a fines de la latencia temprana, alrededor de los 7 años, comienza a elaborarse la noción de finitud. Aquí se observará con qué recursos y defensas, cada niño enfrenta esa realidad, así como también sus fantasías y construcciones al respecto.
Durante este período ambos, niño y niña se irán decepcionando del padre idealizado que todo lo podía, e irán engrandeciendo otras figuras de identificación. Estas figuras al principio se proyectan en personajes no reales, revestidas de poderes mágicos y omnipotentes. Son figuras antropomórficas o semihumanas que condensan poderes (Hombre araña, Power Ranger) y distintos saberes. Luego, con la complejización del preconsciente, estos superhéroes se acercarán más a figuras reales, aunque aún idealizadas, como ídolos del deporte, modelos o artistas. Por lo general son personalidades ligadas a ámbitos exogámicos, no familiares y que de alguna manera ocupan un lugar en su medio o en la sociedad. Estas figuras representan los diferentes ideales.

Ideales y símbolos en la latencia

Una de las funciones del superyó es la producción de ideales, que tendrán diferentes contenidos y coloraturas de acuerdo con la erogeneidad: Si prevalece la libido intrasomática el ideal está ligado al número (cantidad) y la ganancia especulativa, al mismo tiempo en que se desarrolla un falso self sobreadaptado y complaciente. Se busca la satisfacción a través de sensaciones corporales y con exclusión del afecto. Cuando prevalece la oralidad primaria, el ideal es la verdad y se aspira a lograr la paz cognitiva y mental. Se identificará con símbolos que aluden al conocimiento científico, el observar a distancia para explorar o contemplar, en el que prevalece un pensar abstracto sin vinculo vital. Para la oralidad secundaria, el ideal es el amor, que es en definitiva la unión con el objeto. Por ello se identificará con símbolos románticos que reciben o dan amor incondicional. Además, se observa especialmente en las niñas, el deseo por identificación, de formar una familia, y tener hijos pequeños que la hacen imaginar una casa llena de alegría y afecto. En los varones aparece el ideal ligado a una figura paterna nutricia, protectora de su prole, como podría ser un perro guardián con sus cachorros.
Si prevalece la analidad primaria, el ideal será ante todo la justicia, la actividad vindicatoria heroica. Se identificará con símbolos de acción y transgresores, justicieros, independientes, con poder de convicción y persuasión sobre los otros. La fuerza estará no solo en el ataque sino en la astucia. Cuando se presenta un ideal ligado a la analidad secundaria, prevalecerá el orden y el control, la organización mediante clases y jerarquías, ligadas al control de impulsos y prevalencia por la utilidad y el saber. Se identificará con símbolos ligados al respeto por el poder jerárquico Así, en las niñas, se mencionan figuras con cierta jerarquía y poder como la maestra o directora de escuela. En los varones se enaltece el poder militar o eclesiástico. En la erogeneidad fálico uretral, el ideal está ligado a la dignidad, a la posibilidad de sostener un proyecto ambicioso a pesar de la angustia y eventualmente del temor que produce. Desean poder mantener la independencia y así eventualmente huir ante la cercanía del objeto de angustia. Se juegan aquí identificaciones con símbolos fuertes e independientes cuyos logros los han dignificado. Se jerarquizan los lugares y tiempos. Rechazarán la inmovilidad (plantas, arboles) y seleccionarán símbolos que aluden a la castración. Por último, en la erogeneidad fálico genital prevalece el ideal estético y de belleza. La fantasía subyacente es de completud. Aquí las identificaciones son con símbolos que impactan a través de lo estético, la armonía o la belleza. Por ej.: elecciones antropomórficas como la Sirenita, la Bella, que además realizan actividades con movimientos ondulatorios y rítmicos, flores coloridas, ropa con brillo, adornos, etc.

Lo adaptativo en latencia

Hablar de lo adaptativo implica referirnos tanto al yo y sus funciones como a las defensas acorde a fines. La capacidad de adaptación en un niño latente alude a la posibilidad de adecuación al principio de realidad por sobre el principio del placer, de aceptar lo nuevo, de acomodación a reglas y circunstancias diferentes a las conocidas, a la posibilidad de tolerancia de los propios límites, de experimentar regresiones sin disgregación, al tiempo que implicaría la habilidad de instrumentar defensas acordes al contexto que sean operativas. Existen defensas consideradas funcionales, instrumentales y por ello no patógenas. Nos referiremos a la sublimación, creatividad y la defensa acorde a fines. Podemos observar como a partir de la riqueza y creatividad de las identificaciones simbólicas y respuestas verbalizadas, es posible detectar fijaciones y defensas que aluden a un procesamiento adaptativo (o no) de los niños latentes.

Tabla 2. Ejemplos de respuestas infantiles con defensas adaptativas


En los ejemplos mencionados de latencia temprana adaptativa, observamos respuestas regresivas más narcisísticas propias de la oralidad primaria y secundaria que luego al fracasar, por la cercanía al atravesamiento del Edipo, dan lugar a respuestas fálico uretrales y genitales en las catexias negativas. En cuanto a la latencia tardía, como defensas funcionales aparecen respuestas donde prevalece el afecto ligado a escenas de cuidado y afecto (oralidad secundaria) donde los niños/as ya son capaces de ubicarse en lugares activos. Como contracara, al fracasar la defensa, la fantasía subyacente que aparece en las respuestas negativas está ligada a sensaciones corporales displacenteras, de desconocimiento del propio cuerpo, quizás por la cercanía al advenimiento de la pubertad, haciéndose presente de esta forma la libido intrasomática.

Interpretación de la argumentación

Al solicitar un símbolo y luego pedir que se justifique la respuesta, estamos pidiendo que se argumente, es decir, que se explique el por qué. Algunos niños solo logran emitir un simple “porque me gusta” mientras que la mayoría consigue emitir frases y hasta desplegar escenas. En nuestra investigación nos dedicamos a estudiar por edad y género aquellos recursos expresivos ligados al nivel formal, donde se emite actos del habla, y un nivel de contenido, donde se llegan a desplegar escenas temáticas.

Tabla 3





Muestra

La muestra total quedo conformada por un total de 123 casos no clínicos, 70 niñas (56.91%) y 53 varones (43.09%) de 6 a 11 años. Cabe destacar que se excluyeron de la muestra los casos clínicos como también abundantes casos mal administrados. La distribución por edades fue la siguiente:

Tabla 4

Procedimiento

Una vez recolectado los datos, se realizó un análisis exhaustivo de cada una de las respuestas de cada subgrupo, aplicando los siguientes indicadores: tipo de símbolo, secuencia, características del símbolo, nivel formal, nivel de contenido, defensa. Luego se realizó un análisis de confiabilidad interjueces. De esa manera se llegó a algunas conclusiones ligadas a erogeneidades expresadas en los deseos, defensas que acompañan, buscando también respuestas redundantes y propias de la latencia.

Algunos resultados y discusión

En esta oportunidad, haremos referencia a la variable deseos como expresión de las erogeneidades y defensas, en catexias positivas y negativas de ambos géneros. Como podemos observar en la Tabla 5, casi la mitad de las niñas (41,43 %) tiende a utilizar como primer recurso defensivo, la represión exitosa que acompaña los deseos fálico genitales. Esto da lugar a respuestas con adjetivos ligados a lo estético, alusiones a objetos agradables, vistosos, brillantes, etc. y expresiones con exageraciones y dramatizaciones. Como segundo recurso pero en una distribución muy alejada de esta proporción, aparece la oralidad secundaria propia de respuestas ligadas al afecto positivo y la compañía (14,29%) acompañadas de una desmentida exitosa, en general de los aspectos sádicos. Ya luego, se hacen presentes respuestas con iguales proporciones, de atributos fálico uretrales (12,86%) y anal secundario (12,86%), pudiéndose observar la importancia dada a los espacios y regulación de la distancia (FU) como también al orden, la utilidad y la moralidad (A2). Llamativamente, con la misma exacta frecuencia y porcentaje (12,86%), observamos la presencia de deseos ligados a la libido intrasomática, con repuestas donde se jerarquiza el cuerpo, las funciones, como respiración o el oído, las sensaciones, por ejemplo, de frio o calor, los movimientos como saltar, rebotar, nadar y los estados corporales de bienestar vinculados al dormir o comer. Esta escala permanece con pocas variaciones en las respuestas a las siguientes catexias. La Tabla 6, de respuestas generales de los varones, demuestra que los niños responden con una distribución más homogénea, ya que en primer lugar observamos deseos de la analidad primaria (24,53%) donde prevalece la fantasía de poderes que permiten la aniquilación y la venganza, acompañada de una desmentida exitosa. Luego tenemos argumentaciones fálico uretrales (22,64%) con jerarquización de los espacios y la regulación de la distancia y de oralidad secundaria (22,64%) que expresa afectos positivos. Cabe resaltar, que han sido los niños entre 9 y 11 años aquellos que recurren a deseos orales secundarios inclusive por sobre la analidad primaria. Es decir, que en la medida que avanza la edad hay mayor control de los impulsos y prevalece el afecto por sobre el acto.

Tabla 5. Mujeres catexias positivas

Tabla 6. Varones catexias positivas

Ahora bien, tomando en cuenta que las catexias negativas expresan el fracaso de las defensas, donde se puede predecir aquello que ocurriría en las situaciones en que no es posible apelar a las defensas, hemos notado que en ambos géneros tomando los totales, se da el mismo resultado, la prevalencia notoria del lenguaje de la libido intrasomática (Tabla 7 y 8). Ya en un análisis más fino, por edad y corte etario mencionamos que en las niñas más pequeñas de 6 se equipara (30%) la enunciación de repuestas ligadas a la libido intrasomática con un deseo fálico genital, al estilo del arruinamiento de un equilibrio estético. Esa prevalencia trepa a los 7 años (44,68%) donde ese tipo de respuestas serán las dominantes. En los varones, la presencia de la libido intrasomática (Tabla 8) como expresión de una defensa fracasada, prevalece de manera absoluta, observándose también un incremento en el grupo de 7 años, llegando a un 61,90 %.

Tabla 7. Mujeres catexias negativas

Tabla 8: Varones catexias negativas

A modo de cierre podemos confirmar que la importancia del procesamiento del Edipo en el desarrollo psíquico a los 6 y 7 años, como también la irrupción pulsional y su imposibilidad de tramitación en momentos previos a la pubertad (9 a 11 años) llevan a un protagonismo de respuestas y deseos fálico genitales y de libido intrasomática. Sin embargo, podemos notar la distribución más homogénea en los varones que da lugar a mostrar mayores recursos e inclusive mayor expresión del afecto. Quizás cabe preguntarnos qué ocurrirá con estos niños no clínicos a la brevedad en su pubertad y adolescencia, como también reflexionar porque estos resultados tienen en común los hallazgos en una muestra de adultos (Sneiderman, S. 2012) donde la libido intrasomática toma el podio al fracasar las defensas desplegadas en las respuestas positivas. Por ahora solo son enigmas que intentaremos responder en nuestras próximas investigaciones.

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Fecha de recepción: 31/01/17
Fecha de aceptación: 27/03/17

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