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Subjetividad y procesos cognitivos

On-line version ISSN 1852-7310

Subj. procesos cogn. vol.22 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2018

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Estudio de las narraciones de un sujeto joven en miras de evidenciar los pensamientos preconscientes, identificando los lenguajes y defensas mediante el Algoritmo David Liberman (ADL)

Study of the narrations of a young individual in order to highlight preconscious thoughts, identifying languages and defenses using the David Liberman Algorithm (DLA)

 

Antonio Sánchez Antillón1 y Lozano Gonzalez Elizabeth Santos2

1 Lic. en psicología por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Maestría en el Centro de Investigación en Estudios Psicoanalíticos (CIEP). Doctor en psicología por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), Buenos Aires Argentina. Académico de tiempo completo en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Universidad Jesuita de Guadalajara, México. Autor del libro “Introducción al discurrir ético en psicoanálisis” (2009). Y de otros capítulos de libro y artículos en revistas indexadas. Con más de 25 años de experiencia en la práctica psicoanalítica.
2 Psicóloga por la Universidad de Guanajuato. Especialidad en adicciones por la UNAM. Actualmente está cursando la maestría en psicoterapia en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores (ITESO). Actualmente trabaja en el Centro de atención primaria en adicciones.


Resumen

En el presente trabajo se analizan las narrativas acerca de la revelación de identidad sexual dadas por un sujeto que se autodenomina “gay” en miras de evidenciar en ellas los pensamientos preconscientes que subyacen; se destacan en dichos relatos los deseos y defensas. En los resultados, los lenguajes predominantes detectados son el fálico uretral y el oral secundario. Las escenas iniciales se sitúan en la etapa preadolescente, uno de los recuerdos es nodal en tanto que permite evidenciar cómo la tramitación de la excitación sexual, tiene correlato con la constitución del preconsciente. En el estudio de las defensas se destaca la falla en la represión y cómo ésta toma un matiz patógeno, sostenida en defensas secundarias, como la negación y la conversión en lo contrario. Al final se articulan los resultados con la teoría, para evidenciar cómo los relatos infantiles están vigentes en tanto que no están procesadas las fantasías inconscientes.

Palabras claves: Preconsciente; Deseos y defensas; Análisis de relatos.

Summary

In the present work, we analyze the narratives centered on the revelation of sexual identity as retold by an individual who says he´s "gay" in order to present his preconscious thoughts as well as the wishes and defenses that stand out in these narrations. In the results, the predominant languages detected are the urethral phallic and the secondary oral. The initial scenes are staged in his preadolescent stage. One of the recollections is central in that it makes it possible to demonstrate the correlation between the sexual arousal process and the constitution of the preconscious. In the study of defenses, the failure of repression stands out as well as how it takes on a pathogenic nuance, sustained in secondary defenses, such as disavowal and conversion to the contrary. To conclude, the results are articulated with the theory, to show how the children's narrations are present insofar as unconscious phantasies are not processed.

Keywords: Preconscious; Wishes and defenses; Analysis of narrations.


 

1. Proceso de pensamiento y fantasías

Siguiendo la teorización de Freud (1919), en su trabajo de Pegan a un niño, varios autores asumen que detrás de este escrito está un fantasma fundamental de la “especie edípica” propia de la etapa anal. Y hacen equivaler el relato consciente de pegan a un niño con la frase significante inconsciente: “el padre me castra” (Braunstein, 1994).
Landman & Pommier (2016) siguiendo a Freud, analizan el fantasma masoquista del relato de Pegan a un niño evidenciando tres momentos; el primero: “le pegan a un niño” (que odio), los tiempos previos “odio al otro niño”; “el padre odia al otro niño”; “el padre pega al otro niño en su relato-enunciado final: “el padre pega al niño”. Segundo momento, “el padre me pega a mí”; “el padre me pega”. Para concluir con “un adulto pega a niños; "pegan a un niño”. Este autor articula en su explicación las posiciones del sujeto, con el bucle pulsional: ver- ser visto, sadismo, masoquismo; el padre del Edipo y el tema del falo; la diferenciación del yo y el sujeto; con todas las identificaciones yoicas, con el niño y con el padre en sus distintas posiciones.
Esta fantasía, expresada en el lenguaje sádico-anal, es fundamental en la definición de la sexualidad tanto para niñas como para niños. Se sostiene en el supuesto de que el falo es el único genital. Estas argumentaciones le permiten inferir a Braunstein (1994), que el Edipo es un derivado del complejo de castración, y de acuerdo con Freud (1924), evidencia que la fantasía de flagelación equivale a poner a la persona con un atributo de feminidad. El fantasma de la flagelación no sólo nos permite entender el deleite onanista del neurótico, sino además que es la “génesis de las perversiones sexuales” (Braunstein,1994;155). Poissonnier (1999; 116-119), analizando este mismo relato de pegan a un niño, precisa que en el niño varón el contenido del fantasma en el tiempo uno y dos es inconsciente: soy amado por papá --soy golpeado por papá (fase regresiva) y en el tercer tiempo (consciente) es “soy golpeado por Mamá =Un(os) niño (s) (varones) es (son) golpeado(s) (por mujer-madre). En su forma el relato, en el primer y segundo tiempo es posicional: activo-pasivo, y en el tercer momento que es consciente, se expresa en escenas masoquistas. Esto conlleva a que por la posición pasiva el niño queda fijado en el Edipo invertido, por tanto, emerge en la tercera fase (consciente) una feminidad sin elección de objeto homosexual. Los actores de ese relato también aparecen de manera distinta en el pensamiento inconsciente, donde el golpeador es el padre y en la narrativa consciente es la madre. El sujeto golpeado siempre será el mismo narrador, inconscientemente es un sujeto varón, y emerge en el campo consciente como siendo víctima del maltrato de otros como sí mismo; varones, representantes del sujeto varón.
Maldavsky (2000) reconoce que Lacan, en el relato de Pegan a un niño, pondera la fantasía fundamental masoquista, la cual es el referente de otras como la de castración. Maldavsky (1977) siguiendo a Freud, dice que el “llenado” de las fantasías originarias implican el valor organizador de la palabra (oída desde un modelo) junto con la representación cosa (el objeto de deseo) y la experiencia vivida. En los sueños diurnos, como en las fantasías y las formaciones sustitutivas, se puede perseguir la relación entre la representación de cosa y palabra. Los supuestos teóricos alrededor de los cuales se sostiene la constitución del preconsciente son: la declinación del Edipo, el ingreso a la escuela y el fortalecimiento del código lingüístico (Maldavsky, 1977). Esto abarca desde la primera censura hasta la segunda, es correlativo con los inicios del desarrollo del Yo, y culmina en la vida adulta (Maldavsky et al. 2004).
El preconsciente regido por el proceso secundario, tiende a realizar procesos de pensamiento crítico y apela a un juez externo que sanciona el bien decir del sujeto. Estas
funciones nos indican que se ha establecido cierta censura y, por tanto, cierta desfiguración del deseo inconsciente (Lacan, 2014). Por ello, el uso de la palabra en las fantasías narradas permite pesquisar en los procesos analíticos las representaciones previas, los sistemas valorativos y de juicios generados especularmente, cuyo sentido se actualiza de manera retroactiva. La desfiguración y /o desconocimiento del placer experimentado, calificado vía lo escuchado en los actantes modelos, tiende a sostener el discurso del Otro.
Freud (1991a), sostiene que las fantasías en la histeria son contradictorias, dispersas, como automáticamente generadas con cierta temporalidad. La repetición vía reproducción de lo oído, visto o vivenciado en la época primitiva es en sí una forma de cumplimiento de deseo.
Widlöcher (2002) apunta que la psicología del yo propone que la temática representacional expresa el juego pulsional, el cual debe ser descifrado por el analista, mientras que la propuesta lacaniana reconoce que entre percepción y conciencia está el gran Otro, por lo que da cabida a la dimensión interlocutoria; ésta va más allá de una complementación de roles. El sujeto por tanto trata de hablar de algo, y después apela a hablar a alguien para mostrar su ser. Maldavsky et al. (2004) tiene en cuenta ambas perspectivas, en tanto que destaca que el preconsciente tiene diferentes funciones en el yo, tanto los procesamientos endopsíquicos como la comunicación con los demás. En consonancia con Freud (1991b) sostiene que la sexualidad está articulada con ciertas palabras y relatos, con expresiones discursivas. Maldavsky et al. (2004), expone además que “tales manifestaciones discursivas son, a su vez, una derivación de ciertas características (formas y contenidos) del preconsciente” (p.499), de tal modo que articula la teoría de las erogeneidades con las defensas, por lo que las fantasías y su configuración serán distintas dependiendo del lenguaje erógeno predominante, así como de la defensa concomitante.
En la analidad primaria los procesos de pensamiento están determinados por una serie de combinaciones representacionales en las cuales están en juego la simultaneidad de sensaciones, la analogía, la causalidad donde se enlaza un acto psíquico, un desempeño motriz y una percepción. El proceso de salida del complejo de castración y de Edipo, trae aparejado la tramitación del goce masoquista por ser humillado y avergonzado, la sensualidad anal se exterioriza como anhelo de carecer de leyes, aparece en sus fantaseos y narrativas un héroe solitario con afán de venganza, y emerge una certeza de desconfiar en el otro (Maldavsky, 1999). Las pulsiones de destrucción y homosexuales sublimadas dan la entrada a la analidad secundaria, la cual tiene como fin el
apoderamiento del mundo vía el conocimiento y la socialización. En la analidad primaria el goce está en perder, en la secundaria retener.
Por otro lado, Maldavsky (2000) advierte que el complejo de castración en la fase uretral, tiene su trauma específico en la ausencia de un nombre al cual investir para designar el falo materno, el cual se pretende encontrar en percepciones y representaciones. En la fase uretral el conflicto como “proceso represivo del deseo edípico puede desplazarse, sea a la atracción y furia contra la madre, o a deseos y hostilidad hacia el padre o sus sustitutos, y/o a la versión de goce en la castración” (Maldavsky 2000; p. 206). En el masoquismo erógeno, caracterizado por la humillación, vergüenza y angustia. Las fantasías expresadas tienen que ver con ser “arrojado(se) desde las alturas”, “ser quemado (se)”, en la voluptuosidad uretral, o “ser incinerado(se)” en la sensualidad fálica. Como se ve por los paréntesis, apuntan a la posición activo pasivo, pues en los relatos pueden aparecer el sí mismo como quien ejerce el acto. A nivel de los afectos el que emerge más claramente es el goce de la castración acompañado de angustia, el deseo queda sofocado. La función paterna es protectora de esa angustia si bien junto con eso confluyen deseos de muerte y procesos identificatorios.
Por lo desarrollado hasta aquí podemos advertir que los procesos de pensamiento implican tramitaciones cognitivas y afectivas del sistema inconsciente, al preconsciente y al consciente. Y como advierte Green, “la función del pensamiento es traer de nuevo una cosa que ya fue percibida antes, reproduciéndola mediante una representación sin que el objeto externo este presente” (Green,1995; 146). Ese procesamiento va acompañado de ciertos afectos que se articulan con las representaciones y las vivencias del sujeto, lo cual permite al sujeto proyectar su propio mundo entre los estímulos externos y sus propias excitaciones.
Se afirmaba arriba que las protofantasías son construcciones de lo oído, lo visto y lo vivido y que son la fuente de las teorías sexuales infantiles por lo que los usos de las palabras tienen cierta fijación singular en el hablante, de modo que, así como pegan a un niño puede analizarse como enunciado consciente, la incardinación de otros, lo no dicho, permite develar el relato o novela construida por el neurótico. Siguiendo a Freud se puede sostener que estas narraciones son “construcciones defensivas, sublimaciones y embellecimientos de los hechos, sirviendo simultáneamente al propósito de exoneración” (Maldavsky, 1977; p. 81). A tal planteamiento se puede inquirir, pero ser exonerados ¿de qué? A lo que Massota, responde desde Lacan: … “ese
saber del cual no se quiere saber. Dado que la pulsión no tiene objeto, el neurótico en la histeria queda endeble dada “la incapacidad de determinar el objeto de su tendencia sexual” (Massota,1991; p.41).
Green (1995), coloca la fantasía como la estructura imaginaria, pues deja aquello que de lo vivido tiene esencia afectiva. El mecanismo de defensa predominante en la neurosis apuntará a esa escisión entre representación y afecto; en un intento de encubrir la representación de la cosa, desplazando el afecto hacia otras representaciones.

2. Metodología

Este estudio es de corte cualitativo en tanto que mediante el análisis textual se trata de recuperar el campo del sentido del entrevistado para después pensarlo con la teoría psicoanalítica. En concordancia con la propuesta psicoanalítica, se usará el Algoritmo David Liberman (ADL).
El objetivo de este escrito es presentar el estudio de las narrativas expresadas por un varón joven a raíz de una entrevista donde se le preguntó sobre cómo fue su “salida de closet”, en miras de destacar los procesamientos preconscientes expresados en ellas, para lo cual se utilizó el análisis de los deseos y defensas desde el ADL.
Se asume aquí, que acceder a los deseos inconscientes se logra mediante el análisis de contenido que suele estar expresado en fantaseos diurnos, recuerdos encubridores etc. Y que a ese material se puede llegar mediante lo narrado por el sujeto. Es por ello que se decidió por el uso del análisis de los relatos (Maldavsky, 1977; 2004; 2013). Los cuales como referimos en el apartado teórico están determinados en su forma por las proto-fantasías y en su ramificación preconsciente por fantaseos diurnos y recuerdos encubridores.
Este escrito es parte de un trabajo de grado en donde se entrevistaron a cuatro personas, dos hombres y dos mujeres en miras de rescatar las historias sobre su proceso de “salida del closet”. El material que se analiza es de un solo entrevistado varón de 25 años, católico y que participa en grupos de apoyo para homosexuales, quienes son acompañados espiritualmente por religiosos que no pretenden condenarlos ni cambiarles sus preferencias en cuanto a la elección de objeto.
La información se recabó mediante una entrevista semiestructurada, tomando como puntos orientadores las preguntas siguientes: Cuéntame, ¿cómo fue tu proceso de salida de “closet”? ¿Qué cosas te ayudaron en ese proceso? ¿Cuáles fueron los obstáculos que encontraste?

Tratamiento de los datos
La entrevista realizada fue transcrita, el texto se ordenó de acuerdo a las temáticas narradas; posteriormente, se reordenaron los relatos para darle coherencia lógica y temporal. Ya reordenados los relatos en secuencias, se calificó cada micro relato señalando el tipo de lenguaje erógeno utilizado, así como el afecto concomitante. Cabe aclarar que el afecto que aparece en los relatos se toma en cuenta en la calificación ya que ello permitirá al lector entender el porqué de los lenguajes predominantes en las narraciones. Para detectar la erogeneidad predominante se tomó como criterio la escena final (coda) del relato. Como paso posterior se realizó un cuadro de actantes por cada secuencia. Finalmente, a partir de la información vertida en la tabla donde se califican los relatos y se exponen los actantes, se infirió el tipo de defensa expresada, como recomienda el método del ADL (Maldavsky 2004; 2013).

3. Presentación de resultados

El material obtenido en la entrevista se fragmentó y se construyeron tres secuencias narrativas, las cuales se discriminaron con base en la temporalidad temática expresada en las mismas, a saber: relatos referidos a las vivencias en la primaria, otros referidos a su trayecto en la escuela secundaria y; la tercera secuencia de relatos, narra sus vivencias de la preparatoria hasta la vida actual. Siguiendo este ordenamiento cronológico y temático de las secuencias, a continuación, se presenta la información bajo el siguiente orden: primero, la tabla de los relatos ordenados en cada secuencia, calificando los lenguajes erógenos y su prevalencia, de acuerdo a las grillas ofrecidas por el ADL (Maldavsky, 2013; pp. 61-79). En esa misma tabla se especifica en la calificación los afectos emergentes en los relatos, los cuales permiten presumir el indicador prevalente de cada uno de ellos siguiendo la categoría de los deseos expresados en los lenguajes erógenos. Después de los relatos expresados se hace un comentario explicativo e interpretativo de la secuencia. Seguido a esto, se muestra el cuadro de actantes presentes en la secuencia y se hace un análisis de las defensas teniendo en cuenta tanto la calificación de los relatos como la posición del entrevistado. Finalmente se infiere el tipo de defensa y su condición patógena o no. Para ello se usa el material relatado y la posición actancial, siguiendo la teoría psicoanalítica y las recomendaciones hechas por Maldavsky (2004; p.179 ss.). En las inferencias presentadas en estos resultados implican desde ya, el análisis de los deseos y defensas expresadas en los relatos (Maldavsky, 2013).
En esta primera secuencia narrativa presentada en la tabla 1, podemos evidenciar que la voz narradora inicia con un relato que apunta a un proceso de pensamiento, en donde a raíz de que se compara con actos que sus pares realizan y él no, concluye que es “raro”. Esta creencia es consistente con en el siguiente relato (1.2.), dada la vivencia de humillación (A1), lo cual lo hacía sufrir (O2). El despertar del deseo, se da a partir de una intromisión corporal por manoseo (A1) de chicos mayores que él (1.3). Esta vivencia deja una marca, fluctuación del sentir y del imaginar, entre el tocamiento y la excitación sexual, la cual produce una serie de fantasías como intentos explicativos de esa afección. Ahí se genera una incógnita respecto a la cosa vista y vivida, pero no dicha. Además de una confusión entre la exterioridad, el acto de los chicos que lo tocan y, la interioridad, su propio sentir; la cual se cristaliza al final del relato (excitación/rechazo). En el intento de resolver esa incógnita, hay diversos relatos que van del 1.4. al 1.6. En ellos se expresa el remordimiento (O2), y una repetición del evento vía reproducción obsesiva del pensamiento (A2) en donde se fijó el prever esa escena (1.3.) de placer-displacer (FU), con un sentido predominante de juicio condenatorio moral y religioso (O2). Al final de esta secuencia hay una escena salvadora (1.6) donde encuentra un amigo (modelo) que lo protege y le da tranquilidad, pero tal estado paradisiaco acaba al terminar la primaria. Esta secuencia finaliza de manera disfórica, pues vuelve a quedar sólo (O2).

Tabla 1. Primera secuencia de relatos con lenguajes predominantes y afectos concomitantes.

En síntesis, la posición actancial de esta secuencia se ilustra en el siguiente esquema. El Sujeto colocado de arranque como indigno y burlado, posición inicial a la cual se le agrega la intrusión corporal y la excitación, desde dónde emerge la censura (negación) del placer experimentado, pero no dicho.

Es claro, que la defensa expresada en la narrativa 1.3 tiene que ver con la represión, en tanto que el narrador se debate entre la excitación sexual devenida por una intromisión externa y un placer acallado internamente (negación e intento de expulsión). En este relato se puede considerar bajo la estructura de un recuerdo encubridor. Es decir, se conjuga con lo visto (representación cosa) y lo oído (representación palabra) previamente sobre el uso y posición de los cuerpos (experiencia de placer) en la emergencia de la fase fálica (temporalidad) (Maldavsky, 1977). En este despertar del deseo podemos sostener que hay una emergencia del pensamiento preconsciente, en tanto que entra en juego el juicio de existencia, el cual trata de discriminar lo percibido externo que produjo satisfacción, la admisión interna de lo experimentado (excitación) y su negación, a raíz de lo cual se desata el juzgar reproductor que desencadena otros procesos de pensamiento.
Los relatos 1.1 y 1.2, se pueden considerar como recuerdos conscientes que encubren escenas previas reprimidas en donde la desestimación de sí mismo emerge como una conclusión. Se puede inferir que esos relatos son retoños de fantasías que operan desde el campo de lo inconsciente, de escenas inconscientes más tempranas.
Estos tres relatos introductorios colocan al narrador como padeciendo burlas y una intromisión corporal (A1), una transgresión a su cuerpo. El ser tocado le provoca fluctuación del afecto y desorientación cognitiva (FU), dado lo cual se infiere una falla en la represión (es
fracasada), pues queda desgarrado el juicio de realidad y hay una fractura en el yo. La represión es patógena, ya que el narrador queda en la posición de padecimiento respecto a los otros actantes y de los propios contenidos de pensamiento en el juicio reproductor.
Resumiendo, la tabla 2 de actantes, se puede considerar que la represión como defensa ante la excitación vivida y el campo de sentido ofrecido por lo oído hasta esa edad, se puede leer como un desplazamiento del lenguaje fálico por el lenguaje oral secundario. Es decir, queda sometido el lenguaje FU y A2, por la predominancia de los relatos O2. Queda el sujeto desorientado en su juicio de existencia, intensificándose los fantaseos masoquistas de remordimiento. Si bien ya en los relatos iniciales hay una expresión de una creencia de indignidad (FU) y el fantaseo masoquista por ser humillado (O2), ésta posición pasiva toma consistencia por las burlas de los compañeros por ser gordo y la excitación por el manoseo (A1-FU). El relator queda fijado entre esos dos lenguajes, entre el placer provocado y su rechazo, lo cual posteriormente se expresa como una reproducción obsesiva a modo de fantasía diurna, por lo no dicho y “prohibidamente” vivido. Aparece en esa primera secuencia un modelo protector al cual se apega. Esta identificación le permite sostener el anhelo homosexual, a la vez que lo protege del fantaseo de ser tocado y volver a experimentar la excitación sexual. Inferimos que fracasa la defensa y se vuelve patógena también dada la posición pasiva en la que queda el narrador y por el entrampamiento afectivo (fijación libidinal); experiencia que queda enlazada a otra serie de representaciones (recuerdo-fantasía) de escenas de sometimiento y juicios de desautorización. El afecto de placer experimentado se desplaza o desfigura emergiendo en su lugar la angustia. La repetición de la escena aparece como una compulsión vía el pensamiento reproductor, en un intento de prevención del acto pasado (la excitación y su sofocación). Esta repetición en el pensamiento que aparece como prevención protectora se puede interpretar como una desfiguración, del anhelo por volver a experimentar el placer acallado.

Tabla 2. Actantes presentes en la primera secuencia y su relación con el narrador

La segunda secuencia presentada en la tabla 3, narra su tránsito por la secundaria, el estado inicial arranca con un proceso de pensamiento que prevé que la escena 1.3. se vuelva a repetir en esa escuela nueva (una espacialidad semejante donde tuvo la experiencia de excitación). Y en donde de entrada coloca a los otros (Otro) como hostiles y como sabiendo de su diferencia: “sabrían cómo era él”. Y en donde termina ese primer relato con el temor de vivir la ambivalencia del afecto: placer/displacer (desconfianza y atracción al objeto FU).

Tabla 3. Segunda secuencia de relatos con lenguajes predominantes y afectos


Los relatos 2.2 y 2.3., son narraciones explicativas y comparativas respecto a su ser diferente, primero se compara con su modelo hermano, al cual al tener motricidad deportiva y tener novia (FU-FG) le atribuye que es normal (cierta completitud). En el 2.3., se expresa otro proceso de pensamiento en donde se coloca a sí mismo con atributos de indignidad, por su gordura (FU) y sin posibilidad de atraer a las mujeres (FG). Del 2.4. al 2.6. expresa el despertar de un deseo, el intento de consumarlo y su consecuencia. La voz narradora realiza nuevas motricidades en búsqueda de sacarse la indignidad de ser gordo y adquirir la musculatura emblema de lo masculino (FU-A1). Para ello se ayuda del ejercicio en el gimnasio y de dietas (A1-LI). Pero esta tentativa lo lleva a crecer y bajar de peso, pero queda con la deficiencia, ahora es muy flaco. Es decir, la consecuencia narrativa de este intento de consumación del deseo es mixta. La madre aparece como ayudadora, pues al verlo delgado piensa que está enfermo de algo y lo lleva al médico. Ante la posibilidad de ir al médico aparece nuevamente, la reproducción del pensamiento de sospecha expresado en la narrativa 1.1 y 1.3., a saber: el médico se dará cuenta de que tiene algo “raro” y se lo dirá a su mamá. Esta segunda secuencia tiene como estado final una repetición del vínculo que se generó con el objeto de deseo en el relato 1.3., por un lado, atracción hacia el objeto deseo (2.7.) y por otro el remordimiento y valle de lágrimas (tentación/búsqueda de redención; 2.8-2.9.). Esta fijación lo deja desorientado nuevamente, dada la fluctuación de la imaginación y del sentir. El mecanismo predominante de expulsión y desalojo vuelve a fallar y se encubre, se desplaza, en relatos de remordimiento.

Análisis de defensa: secuencia dos
En esta secuencia al igual que en la anterior la defensa predominante es la que se opone al deseo, es decir la represión. Ya que el mecanismo predominante es el intento de expulsión y desalojo de la vivencia de satisfacción, vuelve a fallar y se encubre en relatos de remordimiento. Si vemos el ritmo narrativo de esta secuencia es casi una réplica de la secuencia primera. Inicia con el proceso reproductor de la fijación vivida en la escena de los 9 años, y con el miedo/expectativa de volver a experimentar ese placer, lo no dicho, lo censurado. Dado que la defensa no ha perdido su eficacia y queda sometido el narrador a ese pensamiento o fantaseo como idea obsesiva, se puede sostener que la defensa es patógena. Es importante advertir que en esta secuencia aparece una segunda defensa, que da consistencia al mecanismo patógeno central, a saber: la conversión en lo contrario. Es decir, el personaje hostil (los chicos de secundaria) de la primera secuencia aparecen ahora como objeto de deseo. Y el hermano es quien aparece como modelo de lo normal, dado que tiene los atributos o emblemas del ser hombre: juega futbol y gusta a las mujeres, atributos que el narrador considera que no tiene (ver tabla 4).

Tabla 4. Actantes presentes en la segunda secuencia y su relación con el narrador


Aparece también una serie de relatos en donde trata de agenciarse uno de esos atributos, tener un cuerpo deportista. En este intento de emprender (FU) fracasa pues se descompensa físicamente (LI). Y cuando es llevado al médico vuelve a aparecer ese miedo de que en ese cuerpo pueda descubrir el médico un algo “raro”, el placer de lo no dicho. Otro elemento que caracteriza lo patógeno de la defensa es la deformación del placer, mediante su desfiguración en pensamientos que le provocan displacer, culpa y remordimiento (el lenguaje fálico aparece sometido al oral secundario, nuevamente).

Tabla 5. Tercera secuencia de relatos con lenguajes predominantes y afectos.



En esta tercera secuencia el estado inicial (3.1.), está enmarcado en sus estudios de preparatoria en donde ya tiene una novia, ella le proporciona diversión y normalidad; característica atribuida en la secuencia anterior al modelo. En el relato 3.2 y 3.3 expresa un despertar del deseo y el intento de consumación. Estos relatos están impregnados tanto de tentación (O2) como de desconfianza y atracción del objeto de deseo (FU). La consecuencia narrativa como consumación del deseo al tener sexo con el amigo ayudado por el alcohol (LI), lo lleva a exteriorizar en el acto el proceso de pensamiento que no pudo desalojar. La expiación inicia cuando el hermano se da cuenta y le prohíbe andar con ese chico (3.4), así como cuando sus papás hablan con él y lo mandan a la psicóloga (3.5), quedando sometido a un orden y condena social (A2). Lo que encuentra con la psicóloga es un modelo-ayudante que lo lleva a comprender (O2), lo que por un lado le otorga paz moral (A2). Pero, después de la confrontación con el hermano y los padres, él se aísla y deja de salir con ellos (FU). En la consecuencia de la consumación del deseo, se relata que empieza a salir con amigos o novios, a fiestas (3.7 y 3.8). El aturdimiento y la intoxicación por alcohol (Li) lo podemos leer como un modo de auto-denigración en un intento de expiación (O2) y auto-condenación (A2), al revelarse como “gay”. También hay una transgresión a lo normado (A2), lo de llegar tarde y tomar (LI), como un ir en contra de sí, desplazando en esos actos un tipo de autocondenación moral y social.
Hay otros micro relatos en esta secuencia (3.9-3.10), que se puede entender como el estado final. En esas fiestas encuentra a su primer novio, quien lo invita a un grupo religioso de apoyo a personas “gays”. Ahí encuentra a un sacerdote quien como modelo institucional (A2) habla que está bien que ser “gay” (O2). Si bien, esto le da tranquilidad, dado que hay redención y recuperación del paraíso perdido (O2), queda desorientado respecto al mensaje (FU). Finalmente termina esta secuencia (3.11), con un aparente sentimiento de paz moral, dado que al interior de la familia se evita (FU) hablar del tema. Este final de secuencia es tanto eufórico como disfórico.

Tabla 6. Actantes presentes en la tercera secuencia y su relación con el narrador

Análisis de defensa: secuencia tres
En esta secuencia, se enfrenta al dilema de ser como el modelo hermano tener novia o tomar al doble genérico el hombre, como objeto de deseo. Esta es una cristalización del conflicto de los relatos 1.3.,1.4.,1.5.: emergencia del placer-displacer fálico y su intento de sofocación. Cuando revela el placer reprimido en la confluencia del modelo tomándolo como objeto de deseo, vía la conversión en lo contrario, el narrador queda como sujeto de sospecha y vergüenza para el hermano y los padres, quienes juegan el papel de representantes del Superyó. Al enviarlo a la psicóloga le confirman ese pensamiento preconsciente que aparece desde los relatos 1.1 y 1.2. y
que se consolidó con la vivencia del relato 1.3., es decir, se refuerza la falla en la represión y la hipertrofia en el juicio de existencia, a saber: el pensamiento preconsciente de sospecha al suponer que tiene un algo deficiente, idea que se cristalizó en el “gozo soy” --“goce que no soy”, en la confusión voluptuosa de lo experimentado. La confrontación de los padres y hermano da consistencia a esta fantasía que conjuga satisfacción y condena.
El sujeto coloca a la psicóloga, narrativamente hablando, como naturalizando el anhelo homosexual; le otorga un juicio de comprensión de sí. El efecto narrativo que genera es que a la defensa de la conversión en lo contrario se le suma una formación de compromiso. Esto hace que el mecanismo central patógeno se agrave, porque el sujeto por un lado queda avalado por un modelo, como normal y por otro, queda aislado de otros modelos: padres, hermano. Los relatos posteriores en donde empieza a salir con amigos y novios, a tomar y aturdirse (LI), son indicadores de nuevos mecanismos de defensa, secundarios: la desestimación del afecto y de la instancia paterna. Este mecanismo patógeno deja de ser fracasado a raíz de que la escena en la que el primer novio, lo invita al grupo religioso. Así, queda frenado en la secuencia final (3.9- 3.10) de su mecanismo patógeno, y se coloca en cierto impase: en donde la prevalencia de la represión se sostiene sobre una formación de compromiso más acorde al contexto (el grupo de apoyo: dobles de sí mismo). Pero la defensa principal, la represión, sigue siendo patógena dado que sigue sintomatizando y no se menciona que haya habido procesamiento del recuerdo infantil que aparece como desencadenador de todo el proceso de pensamiento (1.3). El silenciamiento de él ante los padres no sólo es un intento de reprimir lo no dicho, sino de desestimar, no dar a lugar a la incógnita fundamental que presenta el narrador, a saber: cuál es la verdad de su deseo y su posición sexual del deseante (la tramitación de la pulsión homosexual).

4. Discusión y conclusiones

El estudio del material analizado, puede ser tomado como un ejemplo emblemático sobre los procesamientos intrapsíquicos de la histeria masculina, según lo propuesto por Freud (1905), a saber: huida de la excitación sexual y negación; una expresión hipertrófica en el pensar reproductor de esa experiencia de satisfacción y la marcada desautorización de lo sexual mediante fantaseos de padecimiento, los cuales se pueden entender como signos de sentimiento de culpa y humillación (Freud, 1924). Este fantaseo de castigo, tiene una revivencia en la desautorización de los padres, lo que lo lleva a un intento de vaciamiento de la energía de Eros (desestimación del afecto), mediante el exceso de alcohol y sexo casual.
También Freud (1905) deriva del carácter de la histeria masculina su expresión mediante la expresión de impulsos perversos, dado el fracaso de la represión. Por lo que la desviación sexual puede interpretase como un síntoma, en su intento de escapar del conflicto, de eso irremediable: el ser sexuado, el ser en falta, el ser de deseo. Además, Freud, ofrece otras condiciones posibles de la desviación, una fijación primitiva con la imagen de la madre en donde el sujeto procura al otro como yo (elección narcisista de objeto), los cuidados que la madre le procuró. La desestimación de la diferencia sexual en el caso analizado se presenta como una escena marcada por la defensa proyectiva, donde él parte de la creencia de que son ellas las que no lo miran como objeto de deseo.
Como ya se ha venido esbozando en los resultados, las secuencias narrativas analizadas en este escrito contienen los tres elementos propios de la expresión de la fantasía: lo visto, lo oído y lo vivido como experiencia sexual. De frente a esta triada, Freud afirma que se desarrolla la psiconeurosis. Apoyados en lo desarrollado por Maldavsky (1977) se puede sostener que estos relatos son retoños de las fantasías primarias, como la de la castración, en donde en una etapa más primitiva, ante alguna experiencia autoerótica, recibió una condena. También podemos evidenciar que los relatos de autodesprecio, son expresiones de esa protofantasía. Mientras que el relato de ser tocado, cumple el “llenado” de la escena primaria y de seducción (Maldavsky 1977). De acuerdo con Lacan (2014), podemos sostener, además, que las primeras escenas relatadas, son indicios de que ya está constituida la censura y la instancia preconsciente; delineándose en las escenas la incógnita del juicio de existencia, prefigurándose el campo de lo imaginario y lo real. Ya que el sujeto sabe que el Otro no sabe de eso que se disfrutó y que no fue dicho. El sujeto del enunciado reconoce y rechaza su división con el de la enunciación vía la emergencia del plus de goce. Hay un encuentro con su ser gozante en el acto, que a la vez que lo incluye como sujeto deseante, lo divide, en tanto que queda tachado en su existencia. Es a raíz de esta experiencia que el sujeto accede a la construcción de la historia de su ser deseante, imaginariamente proyectada en el querer del otro, al que le atribuye un deseo sobre sí, por la excitación experimentada.
Por otro lado, siguiendo lo argumentado arriba, en el análisis de las defensas, falta explicar ¿cómo y a causa de qué se da el desplazamiento de tomar al objeto hostil y al modelo como objeto de deseo?
Como se reconoce en el apartado 1 de este escrito donde se desarrolla la teoría, la emergencia del pensamiento preconsciente implica ciertos retos de compeljización por resolver: la consolidación del juicio de existencia, el reconocimiento del ser sexuado y una posición deseante, en el intento de resolución del complejo de Edípo. En el inicio de la pubertad la sublimación de la pulsión agresiva y homosexual es fundamental. Las fantasías, fantaseos diurnos o sueños, son expresiones de cómo se va dando la tramitación de los deseos inconscientes y la adecuación de las defensas. Desde estos supuestos teóricos se puede inferir cómo se da el desplazamiento identificatorio hacia el Edipo negativo.
Como vimos en el análisis de los relatos, después de fallar la represión, la defensa que entra en juego es la conversión en lo contrario: tomar al objeto hostil como objeto de deseo. Esta inversión se puede entender en tanto que la experiencia del manoseo si bien implica una repulsión, también se inviste la imagen mnémica hostil, fijándose así la atracción desiderativa primaria y la defensa por rechazo; una de las formas de defensa más primitivas (Freud, 1895). Aunado a ello, hay una falla en la identificación con el modelo amigo y hermano protector.
Al respecto Leimone (1980) en el análisis de un caso similar, sostiene que las fantasías de algunos obsesivos, expresan que la posición femenina en el Edipo negativo, se vuelve consistente cuando a la etapa de rivalidad con un hermano mayor el rival se convierte en objeto de amor, por elección narcisista de alguien igual a sí mismo, y como reparación de la herida infringida por el rival el cual es valorizado por la madre. Lo que Freud refiere como una “formación reactiva contra la pulsión regresiva” (Leimone, 1975. p.224). Es creíble, que hay una escena no narrada en el sujeto que analizamos, que está del lado de lo censurado. De modo que la certitud de su relato (1.1., 1.2) respecto a que su hermano juega futbol y tiene novia (2.2), por lo tanto, es normal, le podemos suponer uno más primario en el cual el sujeto oyó del padre frases de orgullo por su hijo deportista y ha visto (representación cosa) en los ojos de la madre el deseo por el hermano. Es decir, en la declinación del Edipo de frente la rivalidad con el hermano, se puede suponer que quedó vencido e intenta reparar el daño tomando como objeto de deseo al vencedor (doble igual de los chicos que lo tocaron). Así, el retoño del deseo provocado por los chicos que lo manosean le confirman una posición ya tomada de vencido. Aunado a esto es importante resaltar que, en sus narrativas, el padre sólo aparece junto a la madre para hablar con él y mandarlo a la psicóloga, la ausencia de este personaje puede ser indicio de que hay cierta fractura identificatoria con quien se espera sea el modelo-sostén para delimitar el campo de diferenciación con la madre; hay ausencia narrativa de la intervención del portador de La Ley.
Es relevante señalar que en sus relatos no sólo no está la voz del padre, sino que además la intervención del personaje externo al círculo familiar, la psicóloga y el cura, son colocados por el narrador como voces de un imaginario de comprensión. En ninguna de esas escenas aparece un otro que, desde una escucha distinta, haga una acción específica para poder articular el acto, lo vivido y visto, con una representación palabra que permita elaborar el sentido de los pensamientos inconscientes con el sujeto. Esos procesos de pensamiento expresados en los recuerdos encubridores que analizamos y que operan como fuerza de destino (causa eficiente), le hace colocarse en la creencia de que algo le falta, que hay algo del deseo inconsciente que le está vedado. Es decir, su incógnita existencial de ser sujeto de deseo, no es escuchada, más bien es acallada vía censura y evitación al no hablarlo más con por los padres-hermano. Los relatos del sujeto sobre la comprensión de la psicóloga a su mostración de deseo, o la redención que le ofrece el sacerdote y su grupo, podemos considerarlos como un intento que tiene la voz narradora de encontrar voces de autoridad que hagan contrapeso a la descalificación de lo oído al interior de la familia. Su posición respecto a la verdad de su deseo y sobre la labilidad del objeto de la pulsión quedan vedados bajo un discurso apaciguador que hace las veces del condenatorio, en tanto que no permiten la emergencia del sujeto deseante, sujeto del inconsciente (Lacan, 2014). Por lo que queda silenciada la verdad pulsional del sujeto; la verdad de la histeria, a saber: “sujeto incapaz de determinar el objeto de su tendencia sexual” (Massotta (1991, p.41).
Freud (1985b) en la carta 84, refiere que lo visto, oído y vivenciado en las fantasías primitivas, en la repetición (relatada-vivenciada) hace de cumplimiento de deseo. Es así que, yendo más allá de los discursos sociológicos y la búsqueda de la defensa de lo igual que desarrollamos al presentar el tema, el psicoanálisis permite que ese espejo plano en el cual lo declarativo construye un mundo sin contornos hay un algo más de lo que no se quiere saber. Es decir, finalmente hay que advertir a quienes dan consistencia al ideal homosexual como al ideal
heterosexual3, que el campo de la fantasía existe y en él confluimos y nos confundimos con los otros. Y que no es sino en la diferenciación que se ven los contornos. Ver el revés del espejo plano, en uno cóncavo, permite dar admisión a pensar que más allá de las declaraciones conscientes los humanos se debaten entre anhelos infantiles y los intentos de superación de los mismos. De tal modo que todo proceso de subjetivación inicia con la admisión de la incógnita por el ser del sujeto, en tanto gozante, y por dar admisión a los fenómenos residuales del existir; síntomas gestados gracias a los ideales morales de esta cultura occidental.

Notas

3 En ambos ideales, funciona la argumentación judeocristiana la cual considera la homosexualidad como una especie aparte; para los creyentes son contra natura, degenerados, y para algunos militantes la vida del gueto es algo ejecutado por una especie diferente. De frente a lo cual, se coincide aquí con Freud quien advierte: “la investigación psicoanalítica se opone terminantemente a la tentativa de separar a los homosexuales como una especie particular de seres humanos” (Freud, 1905, p.132).

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