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Diaeta

versión On-line ISSN 1852-7337

Diaeta vol.29 no.134 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./mar. 2011

 

ARTÍCULO ORIGINAL

Validez de la ingesta energética estimada por registro alimentario en deportistas recreacionales

Validity of energy intake determined by food record in recreational sportspeoples

 

Areco NP1, Ferreyra AE1, Ginies MV1, Guerra NB1, Tortora D1, Elorriaga N1,2

1 Licenciados en nutrición.
2 Cátedra de Evaluación Nutricional. Escuela de Nutrición. Universidad de Buenos Aires.

Correspondencia: natyelo@hotmail.com

Recibido: 5 noviembre 2010.
Aceptado en su versión corregida: 9 marzo 2011.

Ganador categoría trabajo científico del encuentro anual de nutricionistas 2010

 


Resumen

Introducción: Las estimaciones no representativas de la ingesta habitual reducen la validez de una investigación.
Objetivos: Determinar qué proporción de un grupo de adultos que practican actividad física en forma recreacional, realizan registros alimentarios de escasa validez para estimar la ingesta energética habitual. Determinar si la validez de la ingesta energética estimada se asocia con determinadas características de los encuestados (so-ciodemográficas y antropométricas entre otras)
aterial y Métodos: Estudio transversal analítico. Se incluyeron adultos de 19 a 70 años, de ambos sexos, que realizaron actividad física programada en 4 establecimientos deportivos en Capital Federal y el Conurbano bonaerense de julio a septiembre de 2009. Se realizaron dos entrevistas, mediciones antropométricas, un registro alimentario de 6 días y un registro de actividad física. Para identificar ingesta estimadas no representativas de la ingesta habitual se utilizó el método de Mc.Crory y col., con un punto de corte ±1DE.
Resultados: De los 48 encuestados, el 31,3% (n=15) realizó un registro alimentario compatible con una subestimación de la ingesta energética habitual. El 22,9% (n=11) de los encuestados realizó un registro alimentario que posiblemente sobrestimó la ingesta de energía. La circunferencia de cintura aumentada y el sobrepeso se asociaron con el subregistro (p<0,01), mientras que en el grupo que posiblemente sobrestimó la ingesta había una mayor proporción de individuos con un nivel educativo mayor al secundario completo (p<0,05).
Conclusiones: Tanto el sub como el sobre registro estuvieron presentes en este grupo y deben ser tenidos en cuenta al diseñar estudios que utilicen estas herramientas.

Palabras clave: Ingesta; Validez; Registro alimentario; Deportistas recreacionales.

Abstract

Introduction: The non representative estimations of regular intake reduce the validity of an investigation.
Objectives: To determine which proportion of a group of adults who engage in a recreational physical activity keep food records of poor validity to estimate the regular energy intake. To determine whether the validity of the estimated energy intake is associated with certain characteristics of the respondents (sociodemographic and anthropo-metric, among others)
Methods: A cross sectional survey. The participants were adults between 19 and 70 years old, of both sexes, who did scheduled physical activity in four sports facilities in Buenos Aires City and Buenos Aires suburbs from July to September 2009. Two interviews were made, anthropometric measurements were taken, and a 6-day food record and a physical activity record were carried out.
In order to identify the non-representative estimated intake from the regular intake, we used the Mc.Crory et al. method, with a cut-off ± 1SD.
Results: Out of 48 respondents, 31.3% (n = 15) kept a food record compatible with an underestimation of regular energy intake. 22.9% (n = 11) of the respondents kept a record that possibly overestimated energy intake.
Increased waist circumference and overweight have been associated with underreporting (p <0.01), whereas in the group that probably overestimated the intake there was a higher proportion of individuals with a higher educational level than secondary school (p <0, 05).
Conclusion: Both under and overreporting were present in this group and must be taken into account while designing studies that use these tools.

Keywords: Intake; Validity; Food records; Recreational physical activity.


 

Introducción

La estimación de la ingesta habitual de nutrientes y energía a través de encuestas alimentarias en general implica una serie de errores que deben tenerse en cuenta desde el diseño del estudio hasta la interpretación de los resultados.

Una ingesta estimada o referida por el encues-tado es válida cuando se acerca al verdadero consumo durante el período en estudio. De esta forma, un registro alimentario es válido si se incluyó de manera completa y exacta todo lo consumido en dicho periodo y donde la elección de los alimentos y bebidas consumidos no resultó modificado por el acto de registrar, es decir el individuo comió y bebió exactamente lo que hubiera comido y bebido si no hubiese estado involucrado en un estudio de investigación (1). De esta forma, la validez de la estimación de la ingesta habitual, puede verse afectada por dos fenómenos que pueden coexistir o presentarse por separado. El primero se relaciona con que el encuestado refiera o registre ingerir menos o más alimentos de los que realmente consume (en inglés "underreporting"/"ov erreporting"), y el segundo se refere a que el individuo modifique su dieta habitual durante el período en estudio, no siendo representativo de su ingesta usual (en inglés "undereating"/"overeating", 2).

Es posible referir una ingesta menor a la real omitiendo ciertos grupos de alimentos, informándolos con menor frecuencia o informándolos pero con cantidades menores a las consumidas (3), por lo que al referir una baja ingesta energética la subestimación también podría afectar la proporción de los nutrientes ingeridos estimados (por ejemplo macronutrientes) y no solo la cantidad total. (4).

El hecho de "informar" una ingesta de alimentos no representativa de la ingesta habitual e incompatible fisiológicamente con la supervivencia a largo plazo, particularmente el referir un consumo menor al real, resulta ser bastante frecuente en encuestas alimentarias y en el caso de la energía este "sub-in-forme" o "sub-registro" se presentaría en el 10 al 50% de los casos (5, 6).

Existen ciertos sub-grupos que tendrían una tendencia a informar un consumo energético menor a la ingesta habitual y no compatible con la supervivencia a largo plazo, dentro de los cuales se incluyen principalmente: personas con elevado índice de masa corporal (IMC) (3, 4, 7, 8, 9, 10), mujeres (3, 8) y personas mayores (3, 8, 9). Otros factores han sido descritos como condicionantes del "subregistro" de energía, como: estar tratando de perder peso corporal (8, 9), historia de pérdida de peso (mayor a 4,5 kg) (7), haber hecho dieta en reiteradas ocasiones (más de 6 veces, 7), haber hecho dieta en los últimos 12 meses (9), educación inferior a un nivel secundario (3, 7, 8, 9), realizar poca actividad física (3, 8, 9), residir en lugares de bajos ingresos (3), ser de raza negra (8, 10), estar por debajo de la línea de pobreza (8), no estar casado (10), no estar conforme con la propia silueta (7), y el considerarse más activo que las personas de su mismo sexo y edad (7). Con respecto al hábito tabá-quico algunos autores han encontrado asociación con "fumar" (8, 9) y otros con "no fumar" (10).

Aunque se han mejorado los métodos para recopilación de datos, los resultados inconsistentes aún persisten y es de gran interés encontrar un método para corregirlo (4), sin embargo hasta el momento solo es posible detectar el fenómeno, evaluar cómo influye en los resultados y analizar según el caso la posibilidad de excluir del análisis los casos más sesgados, o presentar ambos resultados.

Durante décadas el registro por pesada de alimentos se consideró el método más exacto para la estimación del consumo de alimentos y fue el patrón para evaluar la validez de otros métodos, como el recordatorio de 24 horas y la frecuencia de consumo de alimentos (1). Sin embargo, con el advenimiento de la técnica del agua doblemente marcada (ADM) se evidenció que ninguno de los métodos de encuesta alimentaria está libre de error (1).

Con la técnica del ADM puede medirse el gasto energético, que luego puede ser comparado con la ingesta de energía estimada por los métodos de evaluación dietética. Aún cuando la técnica del ADM es segura y no invasiva, una limitación es el costo, lo que dificulta llevarlo a la práctica en investigaciones a gran escala (11).

Otra opción para determinar la validez de la estimación de la ingesta energética es compararla con el gasto energético estimado por ecuaciones. Goldberg y col. (12) propusieron un método, basado en el principio de que un individuo de un determinado sexo, edad y peso corporal necesita una ingesta mínima de energía. La ingesta por debajo de ese nivel se considera poco representativa de la ingesta habitual e incompatible con la supervivencia a largo plazo. Este método compara la ingesta de energía diaria estimada (IEE) con la tasa metabólica basal (TMB), que puede estimarse por ecuaciones. Con los puntos de corte originalmente determinados, basados en un nivel de actividad leve, el método resulta ser de gran especificidad pero escasa sensibilidad para detectar casos de "sub" o "sobre-informe" de ingesta energética, cuando se lo compara con la técnica del ADM (13). Para aumentar la sensibilidad, es necesario obtener información sobre el nivel de actividad física de cada sujeto y calcular un punto de corte para cada nivel de actividad (14).

Sobre la base del trabajo de Goldberg, McCrory y col. (2) propusieron un método alternativo, que compara la ingesta estimada con el gasto energético total, proponiendo como puntos de corte ± 1 DS y ± 2 DS. Originalmente utilizó las ecuaciones de Vinken y col (15) y en la última revisión del método (4) las ecuaciones para cálculo energético propuestas por el Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NAS, 16), basadas en más de 700 mediciones con ADM.

Debido a que es necesario diferenciar entre "un derreporting"/"overreporting" (informar un consumo energético menor o mayor al real respectivamente) y "undereating"/"overeating" (informar correctamente el consumo energético pero que este sea menor o mayor al habitual durante el período de estudio), el método sólo puede aplicarse en períodos de peso estable. Consecuentemente se debe medir el peso corporal al comienzo y al final del estudio. Finalmente el estudio de Huang y col. sugiere que el punto de corte ±1 DS excluye más eficientemente individuos que "informan" mal y puede ser aplicado a cualquier investigación que estudie la ingesta alimentaria, ya que con este punto de corte la relación entre registro alimentario de consumo de energía y peso corporal se aproxima lo máximo posible a la relación entre requerimiento energético y peso corporal (4).

La importancia de estudiar el fenómeno del "sub" y "sobre" informe de ingesta energética radica en que las estimaciones no representativas de la ingesta habitual reducen la validez de una investigación y no tenerlas en cuenta en el momento del análisis de la información puede derivar en conclusiones in-apropiadas sobre el potencial efecto de la dieta como causa de algún evento de salud. Por ejemplo en el caso de la obesidad, no tener en cuenta la validez de los datos puede llevarnos a interpretar que los individuos excedidos de peso tienen una ingesta energética menor o similar que los individuos con peso normal, lo que es inconsistente con lo que muestran los estudios de ADM (4).

Por otro lado, al "subinformar" o "subregistrar" el consumo total de energía, inevitablemente, se está sesgando también la estimación de la ingesta de ma-cronutrientes y posiblemente la de micronutrientes (1), y en estos casos la estimación de las prevalencias de ingesta inadecuada pueden resultar sobrestimadas.

Para estudiar el fenómeno de la validez de la estimación de la ingesta energética hemos seleccionado una población de deportistas recreacionales adultos, definiendo como tales a las personas que realizan deportes con el propósito de mejorar su salud, como pasatiempo, por el placer, la recreación y diversión que estos proporcionan, diferenciándolos así de los deportistas profesionales quienes planifican su entrenamiento en torno a la competencia, regidos por normas y gobernados por las federaciones correspondientes. (17)

No se encontraron antecedentes en el estudio de este problema en esta población en nuestro país, por lo que el presente trabajo tuvo como objetivos:

• Determinar a través del método propuesto por McCrory y col. qué proporción de un grupo de adultos que realizan actividad física o deporte por lo menos una vez por semana en forma re-creacional, realizan registros alimentarios de 6 días de escasa validez para estimar la ingesta energética habitual.

• Determinar si la validez de la ingesta energética estimada se asocia con las siguientes características de los encuestados: sociodemográf-cas (sexo, edad, nivel de educación alcanzado), antropométricas (IMC, sobrepeso u obesidad, circunferencia de cintura, riesgo según circunferencia de cintura), hábito tabáquico, antecedentes de cambio de peso y de haber hecho dieta, percepción del nivel de actividad física y tiempo/frecuencia de la misma.

Metodología

Población y Muestra:

Se incluyeron adultos de 19 a 70 años, de ambos sexos, que sabían leer y escribir y que realizaban actividad física programada al menos una vez por semana y residían en Capital Federal o el conurbano bonaerense.

Se consideraron criterios de exclusión: no dar el consentimiento para participar de la encuesta, ser deportista profesional, estar embarazada o en período de lactancia, padecer enfermedades o trastornos que puedan alterar la composición corporal de manera que el peso corporal no sea representativo (insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca u otra) o cuando sus necesidades energéticas estén aumentadas a causa de la misma, cursar una etapa aguda de enfermedad que requiera disminuir o aumentar el consumo de alimentos y estar siguiendo una dieta especial para algún estudio diagnóstico.

Se consideraron criterios de eliminación: el manifestar no querer continuar participando de la investigación, no haber completado al momento de la segunda entrevista por lo menos tres días de registro, padecer enfermedades agudas o síntomas que requieran modificar su alimentación o modifiquen su peso durante el período en estudio (diarrea, vómitos, febre u otro), experimentar una variación del peso corporal mayor a 0,5 kg entre la primer y segunda evaluación antropométrica (18, 19).

El estudio se llevó a cabo incluyendo en forma consecutiva sujetos que practicaron actividad física o deportes en la Escuela de Natación "Jaqui Esquitino", Olivos, Vicente López; Escuela de Gimnasia Acrobática "EGA". Villa Urquiza, Capital Federal; Gimnasio "Acuática", Escobar; Gimnasio "Superclub", Barrio Norte, Capital Federal y Escuelas de Padel "Club Al-vear", Floresta, Capital Federal en el período comprendido entre el 25 de julio de 2009 y el 25 de septiembre del 2009.

Diseño

Se realizó un estudio observacional, transversal y analítico.

Variables y operacionalización

° Validez de la ingesta energética estimada. Para identificar ingestas de alimentos no representativas de la ingesta habitual e incompatibles fisiológicamente con la supervivencia a largo plazo, se utilizó el método de Mc. Crory (2), que consiste en comparar la ingesta energética estimada con el requerimiento energético estimado.

• La ingesta energética se calculó a partir de un registro alimentario por estimación de porciones de 6 días, llevado a cabo por los participantes. La ingesta energética por día se estimó utilizando el Programa SARA (Sistema de Análisis y Registro de Alimentos) de la Dirección Nacional de Salud Materno Infantil, cuya base de datos de composición química de los alimentos utilizó como principal fuente de información la tabla de ‚Argenfoods‘ completando la información faltante con otras fuentes (Tabla de composición química de alimentos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos; Tabla de composición química de alimentos alemana; Tabla del Instituto Nacional de Nutrición de la Dirección Nacional de Salud Pública; Tabla de composición química y aporte nutricional de preparaciones típicas de la Universidad Nacional de Salta, 20). La ingesta energética estimada se computó como el promedio de los 6 días de información y se expresó como kcal/día.

• Los requerimientos de energía expresados como kcal/día fueron estimados utilizando las ecuaciones según sexo e IMC publicadas por la NAS (21). Las variables utilizadas en las ecuaciones incluyen edad, peso, talla y nivel de actividad física (sedentaria, moderada, activa, muy activa). Para aplicar estas ecuaciones el nivel de actividad física (NAF) se define como el cociente entre el gasto energético total y el gasto energético basal. Para estimar el NAF se utilizó el método propuesto la NAS en el informe de las Ingestas Dietéticas de Referencia del 2005 (21). Consiste en calcular el aumento (diferencia de NAF) que se produce en un NAF base de 1,1 según las actividades realizadas. El valor 1,1 representa el gasto energético basal más un 10% de disipación de energía debida al efecto ter-mogénico de los alimentos que es necesario consumir para cubrir ese gasto energético basal. Los datos para estimar el NAF se obtuvieron a través de un registro de actividad física de una semana. En dicha planilla se registraron los minutos de cada actividad realizada por el entrevistado, usando un listado de base que incluyó actividades cotidianas, deportivas y recreacionales. La información del registro de actividades se cotejó con preguntas sobre la ocupación y situación laboral, horas dedicadas a mirar televisión, usando la computadora o jugando video-juegos incluidas en un cuestionario para evaluar la consistencia. La diferencia promedio de NAF por día se calculó sobre la base de las actividades listadas en el informe de la NAS (21) y para las actividades no incluidas en dicha tabla (paddle, futbol, gimnasia aeróbica, acuagym, tela, trapecio) se utilizó el trabajo de Ainsworth y col. (22).

En condiciones de peso estable y cuando la ingesta energética estimada (IEE) es representativa de la ingesta usual, esta ingesta informada debería ser equivalente al requerimiento energético estimado (REE, es decir IEI= 100% del REE) (12). Debido a la variación en los requerimientos y el error al estimar ciertos parámetros, se consideran estimaciones válidas de la ingesta energética a las que se encuentren en un intervalo que tenga en cuenta estas limitaciones. Para identificar ingestas energéticas estimadas de escasa validez para ser representativas de la ingesta usual, calculamos los puntos de corte correspondientes a ±1DE para una ingesta energética estimada expresada como porcentaje del requerimiento energético estimado (IEE/REE .100) específicas por sexo, edad y IMC (<25 kg/m2 vs. ≥ 25 kg /m2).

El punto de corte correspondiente a +- 1 DS para la ingesta estimada como porcentaje del REE (Tabla 1) se calculó como:

Fórmula

Donde "CVIEE" representa el coeficiente de variación debido a la variabilidad intraindividual en la IEE; (CVIEE); "d" el número de días de información disponible de ingesta energética; "CVREE", el coeficiente de variación debido al error en las ecuaciones para calcular el REE (que incluye los errores de los parámetros en dichas ecuaciones incluyendo el NAF) y "CVGETm" el coeficiente de variación debido al error de medición y la variación biológica de un día a otro en el Gasto Energético Total estimado por ADM (2).

El CVIEE se obtuvo de la literatura, utilizando los datos del CSFII de 1994 a 1996 (23), categorizados según los estratos de edad y sexo por Huang y col (4). El CVREE se obtuvo de la estimación realizada por los mismos autores (4), que fue obtenida dividiendo el DE de los residuos en las ecuaciones para predecir el REE por el GET promedio dentro de cada grupo de edad y sexo. El CVGETm se estimó en promedio en 8,2 %. (24)

Debido a que el punto de corte estimado fue similar entre las distintas categorías de edad y sexo (15,3-16,5 %) (tabla 1), se utilizó un promedio de 16%. De esta forma se definieron 3 grupos:

A. Participantes cuya IEE resultó menor al 84% del REE. (<1DE)

B. Participantes cuya IEE representó entre el 84 y el 116% del REE (±1DE )

C. Participantes cuya IEE fue mayor al 116% del REE. (>1DE)

Tabla 1. Puntos de corte correspondientes a ± 1 DE de la ingesta energética estimada expresados como porcentaje del requerimiento energético estimado.

Fuente: Modificado de McCrory, 2005 (2)

° Cambio de peso en el período del estudio. Se calculó la variación del mismo a través de la comparación del peso al inicio y al final del periodo de estudio, en kilogramos. Una diferencia de peso mayor a 0,5 kg fue considerada excesiva y se eliminó de la muestra a los participantes que superaron dicho valor por no cumplir el supuesto de estabilidad del peso corporal (18, 19).

Sexo: categorizado en: Masculino / Femenino.

• Edad: medida en años.

• Nivel de Educación alcanzado mayor a secundario: categorizado en SI / NO

• Habito tabáquico: categorizado en Fumador actual / No fumador.

• Índice de Masa a Corporal: Se definió como Peso/ Talla². La variable se midió en kg /m2 utilizando una escala continua. El peso y la talla fueron medidos al inicio del estudio utilizando técnicas estandarizadas (25). Para la medición del peso se utilizaron balanzas digitales. Para la medición de la talla se utilizaron altímetros de pared.

Estado Nutricional según IMC: Sobre la base de la clasificación de la OMS (26) se categorizó el estado nutricional en una escala ordinal en bajo peso (IMC<18,5 kg/m2), peso normal (IMC 18,5-24,9 kg/m2) y sobrepeso u obesidad (IMC ≥ 25 kg/m2).

• Circunferencia de la cintura (CC): Se midió en cm utilizando una escala continua. Para esta medición se utilizaron cintas antropométricas flexibles e inextensibles, de 2 m de largo y con un ciego de 5 cm al comienzo para permitir una correcta maniobra de medición. Justo por encima del borde lateral superior derecho de la cresta ilíaca, se realizó una marca horizontal, luego se cruzó con una marca vertical en la línea media axilar. La cinta métrica se colocó en un plano horizontal alrededor del abdomen a nivel de este punto marcado en el lado derecho del tronco. La medición se realizó tomando la lectura hasta el último centímetro completo con un decimal (27).

Riesgo según circunferencia de la cintura: Se utilizó la clasificación de OMS (26) para identificar personas con riesgo de padecer diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares según la CC. Se utilizó una escala nominal y se categorizó como CC Aumentada cuando la CC fue mayor a 79 cm en mujeres y mayor a 93 cm en hombres).

Frecuencia de actividad física programada (escala numérica medida en veces por semana) y Tiempo de actividad física por vez: (escala numérica medida en minutos).

Percepción del nivel de actividad física en comparación con sus pares: Se utilizó una escala de

medición nominal. Para asignar valor a esta variable se solicitó a cada participante que comparara su nivel de actividad física con personas de su mismo sexo y edad. La variable se categorizó como: Refere que su nivel de actividad física es mayor que el de sus pares / Refere que su nivel de actividad física es similar o menor que el de sus pares.

• Antecedentes de dietas y cambios de peso corporal: Se incluyeron las siguientes variables cate-gorizadas en forma dicotómica como SI/NO:

   •  Haber iniciado una dieta para modificar el peso en algún momento de la vida.

   •  Haber perdido por lo menos 4,5 kg de peso corporal alguna vez haciendo dieta.

   •  Haber iniciado una dieta para modificar el peso corporal en los últimos 12 meses.

   •  Estar Tratando de perder o mantener el peso corporal

Para describir la muestra en estudio también se incluyeron las variables Estado Civil en escala nominal y Nivel Educativo Alcanzado, medida en escala ordinal.

Consideraciones éticas y recolección de los datos

Antes de comenzar el estudio todos los participantes firmaron un Consentimiento Informado. El anonimato de los participantes fue salvaguardado por medio de la codificación.

Se realizaron dos contactos por participante, uno al inicio del estudio y otro una semana después. La primera entrevista incluyó la administración de un cuestionario a través de un encuestador que indagó sobre los criterios de inclusión/exclusión y las siguientes características: sexo, edad, ocupación, niveles de estudio, hábito tabáquico y tipo de actividad física programada realizada. Posteriormente se midió el peso, la talla y la circunferencia de la cintura y se entregaron los formularios de registro de alimentos de 6 días y registro de actividad física de 7 días acompañados de las instrucciones en forma oral y escrita para completarlos.

La segunda entrevista incluyó la administración de un cuestionario, a partir del cual se obtuvo información sobre las horas diarias dedicadas a ver televisión, usar la computadora y jugar a videojuegos, la realización de dietas para modificar el peso corporal y la percepción del nivel de actividad física y peso corporal. En este segundo contacto se midió nuevamente el peso y se recibieron y revisaron los registros completos junto al encuestado, para detectar posibles datos faltantes o no consistentes. Al finalizar se entregó un informe de evaluación antropométrica con los datos de la primera entrevista, a modo de devolución al entrevistado.

Procesamiento y Análisis Estadístico de los datos

Los datos fueron volcados en una base de datos creada para tal fin en Microsoft© Office Excel 2003 y luego analizados empleando el paquete estadístico Statistix versión 7.0 © 1985, 2000. Analytical Software, excepto el test de Fisher para tablas de 2x3 que fue calculado en el software en línea provisto en http://faculty.vassar.edu/lowry/VassarStats.html, 1998-2008 Lowry.

Para las variables medidas en escala nominal u ordinal se estableció la distribución de frecuencias y/o porcentajes en relación con el total de casos y su intervalo de confianza del 95%. Para las variables numéricas se estimó la media y desvío estándar y el intervalo de confianza del 95% de la media.

Para comparar frecuencias de las variables en escala nominal entre grupos se realizaron como pruebas de significación el test de Chi2 y cuando el número de casos no fue suficiente el test exacto de Fisher para tablas 2x3 (extensión de Freeman-Halton). Las medias de las variables en escala continua se compararon entre grupos a través del análisis de la va-rianza de un factor y cuando la distribución no pudo considerarse normal según el estadístico de Shapiro Wilk pero las varianzas resultaron similares, a través de la prueba no paramétrica de Kruskal-Wallis. Para realizar la comparación de determinadas medias de a pares se utilizó el método de Bonferroni. El nivel de significación establecido fue de α = 0,05.

Resultados

Se invitó a participar a 128 adultos que practicaban actividad física de forma recreacional. De ellos, 96 accedieron a participar del estudio y firmaron el consentimiento informado. 3 fueron excluidos en la primer entrevista (por presentar criterios de exclusión), 25 abandonaron en forma voluntaria al no poder completar el registro alimentario y de actividad durante el período del estudio, y 20 fueron eliminados antes del análisis de los datos (por haber experimentado una variación del peso corporal mayor a 0,5 kg entre la primera y la segunda valoración antropométrica). La muestra quedó conformada por 48 adultos activos cuyas características pueden ser observadas en la tabla 2. El 60,4% (n=29), practicaba en forma programada una actividad o deporte, el resto dos o más. Las actividades realizadas por los participantes se muestran en la tabla 3.

Tabla 2: Características de la muestra (n=48)

Tabla 3. Actividades realizadas por los participantes.
Tabla3

Del total de los encuestados, el 31,3% (15/48, IC 17,0-45,4%) registraron una ingesta energética promedio menor al 84% del REE (grupo A), considerada como una posible subestimación de la ingesta energética habitual. El 45,8% (22/48, IC 30,6-60,9%) de los encuestados registraron una ingesta energética estimada promedio entre el 84 y el 116% del REE (grupo B), considerada como un registro válido. El 22,9% (11/48, IC 9,9-35,8) de los encuestados registraron una ingesta energética promedio mayor al 116% del REE (grupo C), que posiblemente sobrestime la ingesta. (gráfico 1).


Gráfico 1: Distribución de la muestra según validez de la ingesta alimentaria

El cambio de peso promedio, que en ningún caso fue mayor a 0,5 kg, no difirió entre los grupos, resultando de -0.05±0.3 kg, 0,02±0,28 kg y 0,01±0,20 kg en los grupos A, B y C respectivamente.

En la tabla 4 se comparan las características entre los grupos descriptos. Aunque en el grupo A la edad promedio fue mayor y había más hombres, las diferencias no resultaron estadísticamente significa-tivas. Con respecto al grupo A, el grupo C presento mayor cantidad de individuos con un nivel educativo alcanzado mayor al secundario completo.

Tabla 4: Características de los encuestados según validez de la ingesta energética estimada.
Tabla4
CC: Circunferencia de la Cintura, DE: desvío estándar, IC95%: intervalo de confianza del 95% de la media o el porcentaje, IEE: Ingesta energética estimada, REE: Requerimiento Energético Estimado. *, Ŧ : Igual símbolo en dos grupos indica diferencias entre dichos grupos.

El porcentaje de fumadores, la frecuencia semanal promedio y el tiempo promedio dedicado a la actividad física programada no difirieron entre grupos. Sin embargo en el grupo A más encuestados refrieron tener un nivel de actividad física mayor al de sus pares de la misma edad y sexo.

Los encuestados del grupo A presentaron un IMC promedio y una Circunferencia de Cintura promedio, mayores a los de los otros dos grupos (gráficos 2 y 3). De acuerdo con lo anterior el Sobrepeso u Obesidad según IMC y el Riesgo Aumentado según Circunferencia de la Cintura fueron más frecuentes en el grupo A.

Graf2
Gráfico 2. IMC según validez de la ingesta alimentaria

Graf3
Gráfico 3. Circunferencia de la cintura según validez de la ingesta alimentaria

Debido a que el sexo pudo haber influido en la relación entre IMC y validez, así como entre Circunferencia de Cintura y validez estratificamos estas variables según sexo, obteniendo diferencias similares en la muestra. En los hombres el IMC (promedio± DE) fue de 27,6 ±2,4, 25,6±3,1 y 23,6±2,1 en los grupos A, B y C respectivamente (p=0,13). Con respecto a la circunferencia de cintura en los mismos grupos fue de 95,3 ± 7,7cm, 89,1± 6,6cm y 85,1±0,14cm (p=0,15). En el caso de las mujeres el IMC resultó de 26,8±4, 22,3±2,9 y 21,1±2,4 en los grupos A, B y C respectivamente (p=0,006) y la circunferencia de la cintura de 89,5±13cm, 77,6±8,3cm y 73,6±7,9cm en los mismos grupos (p=0,03).

Aunque en la muestra en el grupo A había más adultos activos que habían hecho dieta y que se encontraban tratando de perder o mantener su peso corporal, las diferencias entre grupos no resultaron estadísticamente significativas.

Discusión y conclusiones

Estudiamos la validez de la ingesta de energía en un grupo de adultos que realizaba actividad física por lo menos una vez por semana. El porcentaje de encuestados que realizaron registros alimentarios que posiblemente subestimen la ingesta energética habitual, resultó del 31,3% y fue similar al de otros estudios (5, 6). Pero encontramos un elevado porcentaje de registros que posiblemente sobrestimen la ingesta habitual de energía (22,9%), en comparación con estudios anteriores, en los que este fenómeno resultó poco frecuente (4-5%) (1, 13).

Entre las limitaciones del estudio se encuentra haber trabajado con un escaso tamaño muestral. Por un lado 25 de 93 participantes abandonaron el estudio por no poder completar los registros alimentario y de actividad física. Pero además 20 casos fueron eliminados por presentar un cambio de peso considerado significativo en el período del estudio.

El método utilizado no permite diferenciar quienes registraron un consumo energético menor o mayor al real respectivamente de los que registraron correctamente su consumo de alimentos pero su alimentación fue modificada durante el período del estudio. El hecho de haber excluido a los participantes que modificaron su peso corporal orienta al "sub-registro" o "sobre-registro", pero dado que el período de una semana puede ser demasiado corto como para evidenciar cambios de peso corporal, algunos casos detectados podrían deberse a un cambio de alimentación.

Por otro lado, el hecho de haber utilizado ± 1 DE como punto de corte, representa clasificar como registros válidos un rango pequeño, lo que implica que algunos casos pudieron haber sido interpretados como subestimaciones o sobreestimaciones de la ingesta energética cuando en realidad fueron estimaciones válidas.

Al igual que en estudios anteriores (3, 7, 8, 9) la validez del registro alimentario se asoció con el nivel educativo, las variables antropométricas y el haber referido realizar más actividad física que sus pares. Sin embargo nuestro estudio no pudo detectar diferencias significativas para los antecedentes de haber seguido una dieta, la historia de pérdida de peso y estar tratando de perder o mantener peso en la actualidad.

Aún cuando los intervalos de confianza son amplios para una determinación puntual de la frecuencia de registros alimentarios no válidos, parece prudente aceptar que al menos en este grupo, existió tanto la sub como la sobrestimación. Al planificar llevar a cabo futuras encuestas alimentarias en nuestra región parece razonable tener en cuenta la evaluación de la validez de la ingesta estimada. Sería de utilidad explorar más factores asociados que puedan ser utilizados como predictores, realizar comparaciones entre métodos de ingesta alimentaria y en distintas poblaciones de nuestro país.

Concluimos que utilizando el método de Mc Crory, en un grupo de adultos que realizan actividad física o deporte por lo menos una vez por semana en forma recreacional, la proporción obtenida de registros alimentarios de 6 días de escasa validez para estimar la ingesta energética habitual fue del 54,2 % (n=26).

En el grupo con posible sobrestimación de la ingesta energética, había más encuestados con un nivel educativo superior al secundario en comparación con el grupo con posible subestimación. En promedio los encuestados del grupo con posible subestimación de la ingesta tenían un IMC y una circunferencia de la cintura mayores a los encuestados de los otros dos grupos. Así mismo, el diagnóstico de sobrepeso u obesidad según IMC fue más frecuente en este grupo. El riesgo según circunferencia de la cintura y el referir tener un nivel de actividad física mayor al de sus pares también se asoció con la validez de la ingesta energética referida.

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