Introducción
La seguridad alimentaria existe cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos para llevar una vida activa y sana. Desde la década del setenta del siglo pasado hasta la actualidad, se han ido adicionando dimensiones para su definición desde: la disponibilidad y acceso a los alimentos, su utilización biológica, estabilidad, entre otras. La estabilidad no sólo está determinada por las catástrofes climáticas sino también por crisis económicas/políticas, por lo que las causas de la inseguridad alimentaria se analizan como un producto social y político (1). En este contexto, garantizar la seguridad alimentaria implica pensar en los derechos económicos sociales y culturales -los cuáles son reconocidos por el derecho internacional y las leyes supremas de cada país- en los que se hace referencia específicamente a recibir una adecuada alimentación: al derecho humano de la alimentación. Por lo tanto, la responsabilidad de los gobiernos de satisfacer este derecho implica una vinculación entre el diseño, la implementación y la evaluación de las políticas públicas ligadas a la alimentación (2).
Actualmente, los estudios que miden la seguridad alimentaria utilizan en mayor medida la Escala Caribeña y Latinoamericana para la Seguridad Alimentaria (ECLSA) tanto para organismos gubernamentales como para organismos no gubernamentales. Esta metodología posee bases en el encuentro llevado a cabo en el año 2002 en Roma: el Simposio científico internacional “Medición y Evaluación de la Carencia de Alimentos y la Desnutrición”, con la idea de “reunir a quienes se ocupan desde un punto de vista científico de las metodologías para medir el hambre y de las aplicaciones de esas metodologías”, para apoyar el mandato de la Food and Agriculture Organisation (FAO) de evaluar los avances en la consecución de las metas trazadas por la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 (3).
La ELCSA fue desarrollada tomando en cuenta las experiencias anteriores con escalas validadas de medición de inseguridad alimentaria en el hogar. Específicamente, la ELCSA se construyó a partir del Módulo Suplementario de Medición de Inseguridad Alimentaria de los Estados Unidos (US Household Food Security Supplement Module, HFSSM), la Escala Brasileña de Inseguridad Alimentaria (EBIA), la Escala Lorenzana validada y aplicada en Colombia, y también tomando en cuenta la Escala de Inseguridad Alimentaria y Acceso desarrollada por la Agencia Internacional de Desarrollo de los Estados Unidos, (USAID) (Household Food Insecurity Access Scale, HFIAS) (4)
La medición de la inseguridad alimentaria de manera válida y confiable ha sido una preocupación de la FAO, por lo que desde hace varios años ya ha venido trabajando con diversas instituciones internacionales y Universidades en la validación de la ELCSA en diferentes países de la región. Esta medición permite conocer la inseguridad alimentaria según: 1) estimación de prevalencia; 2) identificación de los grupos poblacionales con alto riesgo; 3) obtención de los datos para el seguimiento y la evaluación de políticas, programas e intervenciones en materia de seguridad alimentaria y nutricional. La ELCSA responde a la necesidad de ampliar y mejorar la medición del hambre, a través de métodos para medir directamente la experiencia en los hogares ante la inseguridad alimentaria y hambre; existe en diferentes versiones que se han adaptado a necesidades particulares en los países que han venido utilizándola como herramienta de medición (4).
En América Latina y el Caribe, la ELCSA es utilizada para monitorear el nivel de inseguridad alimentaria, siendo una herramienta simple y económica. En México en 2008, Pérez Escamilla E. y Parás P. (5), hallaron un 52% de hogares con inseguridad alimentaria. Otra medición de 2014 en el mismo país mostró una cifra levemente inferior del 50% de hogares con inseguridad alimentaria (6). Por otra parte, la aplicación de ELCSA en Ecuador en 2010, arrojó un total de 66,9% de los hogares con inseguridad alimentaria (leve 34.3%, moderada 15,6% y severa el 17%); en Paraguay un 86,6% y en Colombia un 58,7% de los hogares también presentaban algún nivel de inseguridad alimentaria (7). Otro estudio muestra que en Guatemala, en 2011, la inseguridad alimentaria medida con ELCSA alcanza al 80,8% de los hogares (8).
El estado del conocimiento sobre la problemática de la inseguridad alimentaria en la Argentina se encuentra en estado incipiente y en una etapa expansiva, a pesar de la existencia de metodologías validadas para su medición (9). Existen experiencias aisladas sobre el uso de la ELCSA en el país, por ejemplo, un estudio realizado en 2011, en la provincia de Santa Fe, halló que el 31,5% de los hogares santafesinos presentaba inseguridad alimentaria, de los cuales el 21,7% era leve, el 7,4% moderada y el 2,4% severa. La inseguridad alimentaria se vio incrementada cuando conviven menores y se asoció positivamente con no poseer cobertura de salud, actividad económica, capacidad de ahorro, secundario completo y con la existencia de cuatro o más integrantes en el hogar (10). A su vez, en el mismo año, la Universidad Católica Argentina (UCA) llevó a cabo otro estudio, utilizando una adaptación de la ELCSA en 17 aglomerados urbanos de más de 50.000 habitantes, encontrando un 11,2% de hogares con inseguridad alimentaria (11).
Por otra parte, las dos ediciones de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS 1 y ENNyS 2), realizadas en Argentina en 2005 y 2018 respectivamente, incluyen variables que directa e indirectamente aportan para el análisis de la inseguridad alimentaria en el país, aunque no se ha realizado una medición concreta con un instrumento validado como ELCSA (12-13).
La seguridad alimentaria es una problemática que evidencia la necesidad de ser estudiada porque permite conocer los siguientes indicadores: disponibilidad nacional de alimentos para consumo humano; producción interna, comercialización interna y externa de alimentos, asistencia alimentaria externa, reservas de granos básicos, capacidad adquisitiva de la población, ingreso y precios, comportamiento alimentario del consumidor, nivel educativo, morbilidad relacionada con nutrición, cobertura de los servicios de salud y saneamiento (14).
La categorización de la seguridad alimentaria en leve, moderada y grave permite priorizar acciones, programas o políticas públicas tendientes a mejorarla. Actualmente, todas las dimensiones que considera la seguridad alimentaria se tienen en cuenta por igual porque se reconoce la complejidad de cada dimensión y la relación entre las mismas generando un entramado que lleva a reflexionar de manera integral en el sistema alimentario, en la cadena alimentaria y en la repercusión e impacto sobre los eventos de salud y enfermedad vinculados a la alimentación y nutrición. La seguridad alimentaria no sólo se relaciona con aquellas poblaciones vulnerables con subalimentación o carencia de nutrientes sino también con los eventos por malnutrición por exceso. En muchos países de Latinoamérica se manifiestan de manera simultáneamente tanto malnutrición por exceso como por déficit, dando cuenta de una inseguridad alimentaria invisibilizada (15-16).
El suministro o disponibilidad de alimentos es un requisito esencial para la seguridad alimentaria y el bienestar nutricional de la población. En este sentido, la desigualdad o inequidad económica son factores que comprometen la seguridad alimentaria (17). Es por esto, que otro indicador que resulta de utilidad para la presente investigación, es la medición de la capacidad económica de los hogares (CAPECO) desarrollada por la Confederación Económica para América Latina y el Caribe y utilizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) de Argentina. Este indicador permite definir niveles crecientes de recursos destinados a solventar necesidades corrientes. El indicador CAPECO ha sido desarrollado para establecer una estratificación de nivel de suficiencia de ingresos calculada por medio de una aproximación indirecta. Se formula estimando la relación entre la cantidad de años de educación formal aprobados de los perceptores de ingresos y la cantidad total de miembros en el hogar; y su significado es el de una tasa de dependencia ponderada por los años de educación de los miembros que forman parte de la mano de obra ocupada (o bien, que formaron parte y hoy reciben una pensión o jubilación). Los hogares con privación de recursos corrientes serán aquellos cuya capacidad económica sea insuficiente para adquirir los bienes y servicios considerados básicos para la subsistencia (canasta básica total) El resultado de esta categorización dispone de una escala de cuatro posiciones que permite mayores graduaciones que la simple dicotomía de definir a los hogares entre pobres y no pobres. Se comprobó que la categoría más baja de CAPECO incluye a todos los hogares pobres por necesidades básicas insatisfechas (NBI) e incorpora un número mucho mayor de hogares. Esta mayor inclusión no afecta a la consistencia del indicador, por cuanto el perfil de la categoría “Muy baja” de CAPECO es suficientemente crítico como para que ésta sea reconocida como población pobre, en el sentido estricto de la palabra (18).
En relación a la temática central de este estudio, resulta de interés conocer el nivel de seguridad alimentaria de diferentes sectores y poblaciones de un país, y esto puede perfectamente vincularse con la capacidad económica de los hogares analizados.
El conocimiento de la seguridad alimentaria en estudiantes de la carrera de Nutrición es un punto de partida para:
1- Generar conocimiento que permita establecer recursos e insumos pedagógicos para las asignaturas de grado de la licenciatura en Nutrición. 2- Reflexionar sobre las condiciones de la seguridad alimentaria y la capacidad económica de los hogares de los estudiantes que acceden al sistema educativo público en el nivel superior.
Objetivo
Por lo expuesto, esta investigación permite generar una línea de base que permita la ampliación de conocimiento sobre la seguridad alimentaria en la población estudiada. Vale destacar que la propuesta persigue algunos fines: el primero es exploratorio, y formativo-académico, porque se propone construir un conocimiento que sea insumo para mejorar la formación en alimentación y nutrición en pos de la seguridad alimentaria de la población que accede a la universidad pública, teniendo en cuenta todos sus condicionantes. A su vez, se promoverá la identificación de las dimensiones y de las variables que inciden en la seguridad alimentaria tanto para construcción del conocimiento en general del tópico como para la relevancia en la formación de los futuros licenciados/as en nutrición.
Por lo tanto se plantea relacionar la seguridad alimentaria con la capacidad económica de los hogares y la localidad de residencia entre los alumnos y alumnas de la carrera de Licenciatura en Nutrición de la Universidad Nacional de la Matanza (UNLaM) durante octubre - noviembre de 2018.
Materiales y método
Se preparó un diseño descriptivo transversal a través de un muestreo no probabilístico por conveniencia con estudiantes activos para la cursada de la asignatura Epidemiología en el año 2018 (N=500). Esta asignatura corresponde al segundo año de la carrera de la licenciatura en Nutrición de la UNLAM, pero puede haber alumnos de diferentes años cursando la misma mientras se les habilite las correlatividades.
* Criterios de inclusión: ser estudiante regular de la carrera licenciatura en Nutrición en la UNLAM en el ciclo 2018, estar matriculado en la asignatura Epidemiología y expresar el consentimiento informado para participar del estudio * Criterios de exclusión: estudiantes que no están registrados en el campus virtual de la Universidad. * Criterios de eliminación: encuestas incompletas.
Relevamiento de datos:
Se realizó mediante una encuesta anónima en formato Google Forms de elaboración propia. Se administró en forma online a través de la plataforma virtual de la universidad a todos los estudiantes que cumplieron con los criterios de inclusión en el periodo octubre - noviembre de 2018.
Se consultaron las siguientes variables de estudio:
1. Año en curso de la carrera
- Primer año
- Segundo año
- Tercer año
- Cuarto año
2. Localidad de residencia:
- Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA)
- La Matanza
- Otro partido del Gran Buenos Aires (GBA)
3. Nivel de seguridad alimentaria:
Para determinar la inseguridad alimentaria en el hogar, se aplicó la herramienta ELCSA. Está constituida por 15 preguntas (P), divididas en dos secciones: una primera con 8 preguntas (P1 a P8) referidas a diversas situaciones que conllevan a la inseguridad alimentaria, experimentadas por los hogares y los adultos de esos hogares; y una segunda sección (P9 a P15) con preguntas referidas a condiciones que afectan a los menores de 18 años en el hogar. Cada pregunta está dirigida a indagar sobre una situación diferente, por lo que se trata de preguntas excluyentes, y cada una de ellas pretende captar distintos asuntos relacionados con el constructo teórico que respalda a la ELCSA (4). Clasifica según:
- Para hogares integrados por adultos
- seguridad: 0 puntos
- inseguridad leve: 1 a 3 puntos
- inseguridad moderada: 4 a 6 puntos
- inseguridad severa: 7 a 8 puntos
- Para hogares integrados por adultos y menores de 18 años
- seguridad: 0 puntos
- inseguridad leve: 1 a 5 puntos
- inseguridad moderada: 6 a 10 puntos
- inseguridad severa: 11 a 15 puntos
4. Capacidad económica de los hogares:
Se utilizó el indicador CAPECO (18). Es un indicador numérico continuo que varía entre cero -cuando no hay ningún perceptor de ingresos en el hogar- y un valor máximo que depende de la extensión de los sistemas de educación formal existentes en una sociedad. Se trata de una relación de dependencia que considera a todos los miembros del hogar que se encuentran en condiciones de percibir un ingreso (perceptores), en lugar de contemplar sólo a los ocupados, y se calcula de la siguiente manera:
CAPECO = ∑ CP * AE / n
Para los n miembros de un hogar, donde:
CP: condición de perceptor
(Ocupado = 1, jubilado o pensionado que no trabaja = 0.75, no ocupado ni jubilado = 0)
AE: años de educación aprobados en el sistema de enseñanza formal.
n: total de miembros que viven en el hogar
Categorizándose en:
- Muy baja: 0 a 1.74
- Baja: 1.75 a 2.49
- Media: 2.50 a 4.49
- Alta:4.50 y más
Análisis estadístico:
Análisis descriptivo de las variables categóricas, las cuales se expresaron como frecuencia y su porcentaje. Comparación de variables mediante prueba de chi cuadrado o test exacto de Fisher según corresponda. Nivel de significación α<0.05. Base ad hoc para carga y análisis en Excel 2010.
Consideraciones éticas:
La investigación se desarrolló conforme a los lineamientos de la Declaración de Helsinki (19). El protocolo fue evaluado y aprobado por el Comité de Ética de la UNLaM.
Resultados
La muestra quedó conformada por 369 individuos, predominando estudiantes del segundo año (Tabla 1). Más de la mitad vive en el partido de La Matanza (54,5%), seguido por otro partido del Gran Buenos Aires (36,5%) y menos de un 10% reside en la CABA (Tabla 2).
En cuanto al indicador CAPECO del hogar del estudiante, el 65,5% posee una capacidad económica alta, casi un 20% capacidad económica media y el 15% restante baja y muy baja. Aquellos hogares con capacidad económica baja y muy baja pueden corresponderse con hogares en situación de vulnerabilidad económica. La categoría “muy baja” de CAPECO es suficientemente crítica como para ser equiparada con población pobre, en el sentido estricto de la palabra, siendo en esta muestra del 8,4% (Gráfico 1). El promedio de miembros integrantes de los hogares es de 4 para toda la muestra, siendo menor en los hogares con capacidad económica alta y aumentando en aquellos con capacidad económica baja y muy baja (Tabla 3).
El nivel de inseguridad alimentaria hallado entre los hogares de los estudiantes es alto. El 63,7% de los estudiantes evaluados padecen alguna situación de inseguridad alimentaria en su hogar. Casi la mitad de la muestra posee un nivel de inseguridad alimentaria leve, un 15% moderada y un 1,3% inseguridad alimentaria severa (Gráfico 2). Se analizaron las dimensiones de la encuesta ELCSA:
- El 55% de los hogares refirió experimentar preocupación por la posible falta de alimentos en función a una situación hipotética a futuro. - Un 10% manifestó haberse quedado sin alimentos alguna vez por falta de recursos en los últimos tres meses, y un 32% haber dejado de tener una alimentación saludable por este motivo. Asimismo, el 34% refirió que su alimentación fue poco variada debido a la falta de dinero en los últimos meses. - En el 18% de los hogares evaluados, algún adulto limitó su ingesta de alimentos por falta de recursos en los últimos meses (comió menos de lo necesario) y un 6% refiere que algún adulto en el hogar sintió hambre por falta de recursos para la compra de alimentos. En el 7,5% de los casos algún adulto del hogar comió una sola comida al día o dejó de comer por falta de recursos. - En los hogares con menores de edad, el 8,6% de los mismos dejó de tener una alimentación saludable y un 12,7% una dieta variada debido a falta de recursos. Entre un 2% y un 3% de los menores de edad refirieron haber dejado de realizar alguna de las comidas principales del día y/o haber comido menos de lo necesario por escasez de recursos. Sin embargo, un porcentaje un poco más alto (7,3% de los menores 18 años) disminuyó la cantidad de comida servida en el plato por este motivo. En solo 3 de los 369 casos se hizo referencia a que los menores de edad de los hogares “sintieron o pasaron hambre” en los últimos tres meses y fueron 5 los casos que comieron una sola vez al día por falta de recursos.
El nivel de inseguridad alimentaria se relacionó significativamente con la capacidad económica de los hogares (p=0.0013). Se puede observar que a mayor inseguridad alimentaria menor capacidad económica (Tabla 4).
Se reagruparon las categorías para la variable Seguridad Alimentaria (dicotomizándola en “hogar con inseguridad alimentaria” - agrupando inseguridad leve, moderada y severa- versus “hogar con seguridad alimentaria”) y para la variable Capacidad Económica de los hogares (dicotomizándola en “hogares con capacidad alta y media” versus “hogares con capacidad baja y muy baja”). En los hogares con capacidad económica baja y muy baja la inseguridad alimentaria es mayor que en los que tienen capacidad económica media y alta (74,1% vs 61,9%) (Gráfico 3). Sin embargo, las diferencias encontradas no son estadísticamente significativas (p=0.08).
Al analizar el nivel de inseguridad alimentaria en función de la localidad de origen de los estudiantes se observó que aquellos que viven en La Matanza presentan los mayores porcentajes de inseguridad alimentaria (67,7%), seguido de quienes viven en otras zonas del Gran Buenos Aires con un porcentaje levemente menor (62,2%). Entre quienes viven en CABA no hay hogares con capacidad económica baja ni muy baja y la inseguridad alimentaria tiende a ser más leve además de inferior (45,5%) (Gráfico 4). Estas diferencias son estadísticamente significativas (p=0.04).
Discusión
El nivel de inseguridad alimentaria hallado en la muestra es elevado. Cada 100 estudiantes de Nutrición, 64 presenta inseguridad alimentaria de algún tipo en sus hogares. Del total de la muestra, el 46,6% presenta inseguridad alimentaria leve, el 15,7% inseguridad alimentaria moderada y el 1,3% inseguridad alimentaria severa. Estos valores se asemejan más a los encontrados en otros países de Latinoamérica que usaron la ELCSA que a los descriptos en las experiencias locales de Argentina, que muestran cifras muy inferiores de seguridad alimentaria. Esto podría deberse a la herramienta aplicada considerando por ejemplo que en el estudio de la UCA se utilizó una serie más acotada de indicadores representativos de la escala ELCSA (11). O a cuestiones del muestreo, que en esta investigación fue por conveniencia. Finalmente habría que considerar el agravamiento de la inseguridad alimentaria y la temporalidad, las publicaciones locales se refieren a la inseguridad alimentaria en 2011 y el presente estudio recolectó datos 7 años después.
No se halló diferencia estadísticamente significativa entre la presencia de inseguridad alimentaria y la capacidad económica de los hogares baja o muy baja, pero si se observó una tendencia estadísticamente significativa a aumentar la inseguridad alimentaria a medida que la capacidad económica es menor.
Los estudiantes que viven en CABA presentan menores porcentajes de inseguridad alimentaria (45,5%) que quienes viven en La Matanza y otras zonas del Gran Buenos Aires (67,7% y 62,2% respectivamente), con diferencias estadísticamente significativas.
Resulta alarmante el elevado porcentaje de estudiantes de Nutrición que presentan dificultades en sus hogares para asegurar una alimentación adecuada a través de esta medición. Esto cobra especial relevancia, si se considera a priori que quienes acceden al nivel universitario (aunque sea una universidad pública) representan a los más favorecidos económica y culturalmente dentro de una sociedad (20-21). Sería interesante monitorear en el tiempo la información analizada, dentro de la misma carrera y compararla también con otras carreras de la Universidad.
Conclusión
Los resultados permiten establecer una línea de base en la medición de la seguridad alimentaria de los hogares de los alumnos de la licenciatura en Nutrición a través de un instrumento validado. Los resultados de este estudio constituyen un llamado de atención a la comunidad educativa sobre las dificultades en la accesibilidad alimentaria de sus estudiantes, que merecen ser abordadas y monitoreadas en forma sistemática.
Se abren múltiples interrogantes, pudiendo hacerse en el futuro más investigaciones que no sólo continúen midiendo el nivel de seguridad alimentaria, sino la comparación con el rendimiento académico de los estudiantes o con otras variables que resulten de interés, así como alentar a analizar el sentido del rol de la universidad pública y gratuita y la igualdad de oportunidades para quienes acceden a la misma (22).