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Revista latinoamericana de filosofía

On-line version ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.35 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Nov. 2009

 

CRÓNICAS

Gregorio Klimovsky
(1922-2009)

El 19 de abril de 2009 falleció en Buenos Aires Gregorio Klimovsky, a los 86 años de edad. Había nacido en esa misma ciudad el 18 de noviembre de 1922, hijo de inmigrantes ucranianos que llegaron a la Argentina a comienzos del siglo XX. En 1941 inició estudios de ingeniería en la Universidad de Buenos Aires, que no llegó a terminar. Desde 1944, bajo la influencia de Julio Rey Pastor, se dedicó a la matemática y trabajó como ayudante del célebre matemático español. Simultáneamente tomó contacto con la filosofía por medio de las lecturas de Bertrand Russell, por quien sentiría una gran admiración durante toda su vida. A causa de la lectura de las obras de Russell su interés se extendió de las cuestiones puramente lógicas a los problemas de tipo epistemológico y de fundamentación del conocimiento científico. Poco después, estudió los trabajos de Carnap, y de otros miembros del Círculo de Viena, lo cual lo llevó a adherir con entusiasmo a las principales tesis de la filosofía del positivismo lógico. Mario Bunge le hizo conocer las obras de Karl Popper, sin duda, el filósofo de la ciencia que ejerció la mayor influencia sobre su pensamiento. Aunque Klimovsky, simpatizante declarado del socialismo, no tenía afinidades con la filosofía política y social de Popper, aceptó la posición falsacionista y el criterio de demarcación popperiano entre ciencia y metafísica, por el cual fue perdiendo interés en tiempos más recientes, como la mayoría de los filósofos. No obstante, puede decirse que siempre se mantuvo fiel a la concepción hipotéticodeductiva de la estructura de las teorías empíricas y del método científico en general.
Klimovsky fue indudablemente uno de los pioneros en la introducción de la lógica matemática y de la teoría axiomática de conjuntos en la Argentina. Sus primeros cursos institucionales sobre este tema los dictó en la Universidad de San Juan en 1955 y en la Universidad de Rosario en 1956. En 1960 comenzó a enseñar Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, hasta que renunció en 1966 como consecuencia de la célebre "noche de los bastones largos". Luego de ejercer la enseñanza en diversas universidades e instituciones privadas, con el retorno de la democracia en Argentina, Klimovsky volvió a la Universidad de Buenos Aires. En enero de 1984 fue nombrado Decano Normalizador de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, cargo en el que permaneció hasta diciembre de 1985. Simultáneamente, retornó a la Facultad de Filosofía y Letras como Profesor Titular de Filosofía de la Ciencia e integró la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (CONADEP) cuya labor tuvo gran trascendencia para la sociedad argentina. En 1995, ya jubilado, se lo nombró Profesor Emérito del Departamento de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires y allí continuó dando clases de manera ininterrumpida hasta el año 2004, esto es, hasta los 82 años de edad. Aunque su salud empezó a resentirse, todavía siguió participando en proyectos de investigación hasta fines de 2006, momento en que se retiró de la actividad pública.
La obra publicada de Klimovsky es tardía y fue escasa antes de la década de 1990, cuando empezaron a aparecer sus libros de carácter filosófico. Su primer trabajo importante, que representa a la vez su única contribución propiamente matemática, es el breve libro Tres enunciados equivalentes al teorema de Zorn (Buenos Aires, 1957), editado por la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Allí probó la existencia de nuevos equivalentes al axioma de elección, un resultado que tuvo importante repercusión internacional y que todavía hoy sigue siendo citado. Su primer artículo en una revista profesional de filosofía apareció recién en 1981 ("Tipos de base empírica", Análisis Filosófico, 1: 59- 69). Hasta ese momento, la obra de Klimovsky se hallaba dispersa en una multitud de conferencias, actas de congresos y capítulos de libros. En 1994, cuando ya tenía 71 años, publicó su primer libro importante como autor: Las desventuras del conocimiento científico. Una introducción a la epistemología (Buenos Aires, A-Z Editora), que tuvo un inmediato éxito editorial y se reimprimió en numerosas ocasiones. Es una amplia obra introductoria a la filosofía general de la ciencia, producto de sus cursos universitarios, que se utilizó ampliamente como libro de texto. A este libro le siguieron La inexplicable sociedad (Buenos Aires, A-Z Editora, 1998), en colaboración con Cecilia Hidalgo, dedicado a la epistemología de las ciencias sociales, y Las desventuras del conocimiento matemático (Buenos Aires, A-Z Editora, 2005), en colaboración con Guillermo Boido, dedicado a la filosofía de la matemática. Esta trilogía de obras muestra la amplitud de intereses intelectuales de Klimovsky. En verdad, cualquier tema podía despertar su curiosidad, ya que tenía una auténtica pasión por el conocimiento. Un ejemplo de ello es el psicoanálisis, al cual hizo aportes relevantes desde el punto de vista epistemológico y metodológico. Sus numerosos artículos y conferencias sobre esta disciplina aparecieron recopilados en dos volúmenes titulados genéricamente Epistemología y psicoanálisis (Buenos Aires, Ediciones Biebel, 2004). Todavía tuvo tiempo de cerrar su producción dictando su autobiografía, a la que llamó Mis diversas existencias (Buenos Aires, A-Z Editora, 2008). En ella reveló algunos aspectos poco conocidos de su personalidad, como su interés temprano por la música y hasta por el espiritismo, asunto en el que no creía, pero tampoco despreciaba.
Todos los que conocimos a Klimovsky, y pudimos escucharlo disertar en incontables cursos, conferencias y congresos, sentimos que lo mejor de su pensamiento no ha sido publicado. Sus tres obras sistemáticas, tardíamente editadas respecto del momento en que se las ofreció como cursos, son libros de texto de carácter introductorio, sumamente claro y didácticos, pero no constituyen tratados de tipo erudito o técnico. Algunas de sus conferencias más sofisticadas (lo recuerdo probando teoremas originales y sorprendentes) permanecen inéditas y, en muchos casos, no han sido grabadas. Klimovsky fue, ante todo, un maestro de la expresión oral y un docente de cualidades excepcionales. Su memoria prodigiosa le permitía dictar extensas clases y conferencias sin emplear papeles ni apuntes. Por esa razón, es probable que no haya dejado muchos escritos inéditos.
Klimovsky fue uno de los pocos intelectuales argentinos que gozó en vida de un amplio reconocimiento académico y social. Recibió varios doctorados honoris causa de diversas universidades nacionales, así como numerosos premios de instituciones privadas.
Los filósofos y académicos lo recordaremos siempre como pionero de los estudios de Lógica y Filosofía de la Ciencia en toda América Latina, y como maestro ejemplar de varias generaciones de filósofos en Argentina. En círculos mucho más amplios se lo recordará, además, por algunas de sus muchas virtudes: su inteligencia penetrante, su firme creencia en la racionalidad y en el progreso científico y moral de los seres humanos, su compromiso con la democracia y su oposición a cualquier forma de autoritarismo, su defensa de la educación pública y de los derechos humanos.
Desde la RLF le rendimos también nuestro homenaje póstumo.

Alejandro Cassini

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