SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.38 número1El problema del tiempo histórico y la imagen dialéctica en Walter BenjaminEssays on Being índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista latinoamericana de filosofía

versión On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.38 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mayo 2012

 

CRÓNICAS

Alfonso Gómez-Lobo
(1940-2011)

 

En la mañana del 31 de diciembre de 2011, un día antes de cumplir 72 años, falleció el Profesor Alfonso Gómez-Lobo, víctima de un cáncer que enfrentó con una admirable valentía y serenidad. Había nacido en Viña del Mar en 1940; comenzó sus estudios de pregrado en la Universidad Católica de Valparaíso, pero al poco tiempo ganó una beca para ir a estudiar a Atenas por un año. Regresó a terminar su pregrado en Valparaíso y luego se marchó a Europa. Cursó estudios en tres Universidades alemanas (Tübingen, Heidelberg y München; en esta última y con poco menos de 30 años de edad obtuvo su doctorado en filosofía, lenguas clásicas e historia antigua). Su carrera profesional lo llevó primero a Puerto Rico y luego a Estados Unidos, donde enseñó en la Universidad del Estado de Pennsylvania y más tarde en la Universidad de Georgetown, institución en la que trabajó como profesor e investigador desde 1977 hasta su muerte. Durante su larga y fecunda carrera académica recibió varios premios, honores académicos y becas de estudio, (Servicio Alemán de Intercambio, DAAD, Fundación Alexander von Humboldt, Fundación John Simon Guggenheim, Fulbright-Hays Travel Award for University Lecturing in USA, Interdisciplinary Program Pennsylvania State University, Prize for Contributions to Greek Culture, Embassy of Greece). En la Universidad de Georgetown llegó a ser Ryan Family Professor of Metaphysics and Moral Philosophy; entre 1982 y 1997 dirigió el Georgetown's Greece Program: cada año Alfonso partía a Grecia con un grupo de estudiantes a leer Platón (en el mismo sitio en que se encontraba la Academia en el s. IV a.C.) y los trágicos (en algún teatro griego de la época clásica). Entre sus actividades profesionales como filósofo también debe mencionarse su participación como The White House Member, President's Council on Bioethics.
Desde los comienzos de la Revista Latinoamericana de Filosofía participó como miembro del equipo de Consultores Académicos y como colaborador (véanse su artículos "Sobre 'lo que es en cuanto es' en Aristóteles", RLF 2 (1976): 19-26. "Las vías de Parménides", RLF 3 (1977): 269-281; "Parménides: Las Puertas del Día y de la Noche", RLF 3 (1977): 185-188; "Retractación sobre el proemio de Parménides", RLF 7 (1981): 253-260; "Ironía socrática", RLF 19 (1993): 189-202; "Sócrates: ¿Filósofo en el límite?" RLF 21 (1995): 159-165).
Gómez-Lobo fue un católico creyente hasta su muerte; no obstante, solía argumentar que el problema del comienzo de la vida humana no puede ser una cuestión religiosa, pues todo lo que dicen nuestras fuentes religiosas es anterior a ciertos hechos biológicos (básicos para nosotros; como la existencia del óvulo femenino) y, en su mayor parte, sus supuestos son falsos. Alfonso creía vigorosamente que nadie puede oponerse a ninguna forma de investigación: buscar la verdad que ayude a curar a las personas es noble, admirable y éticamente recomendable. El problema es qué es lo que hacen los científicos en el proceso de dicha investigación; en el caso de las células madre adultas y embrionarias lo que sucede es que entre unas y otras hay una enorme diferencia: éticamente, no hay ningún problema respecto de la obtención de células madre adultas. En el caso de las células madre de embriones, en cambio, sí se plantean serias dificultades morales, pues en la actualidad no pueden obtenerse sin destruir intencionalmente embriones humanos (la discusión de varios de estos problemas se encuentra en su último libro: Morality and the Human Good: An Introduction to Natural Law Ethics, Washington D.C., Georgetown University Press, 2002).
Mi primer contacto con Alfonso fue a mediados de la década de 1980, cuando visitó la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En esa ocasión dictó una conferencia memorable sobre la Ética Nicomaquea de Aristóteles. Poco tiempo después pude hacer una pasantía de investigación de un año en la Universidad de Georgetown para terminar de escribir mi tesis doctoral. Como otros, fui especialmente privilegiado en conocer no sólo al estudioso y al filósofo (experto en filosofía e historia griega, en Gottlob Frege, en temas de ética contemporánea, de ética de la ley natural, y en bioética), sino también a la persona. Alfonso reunía un conjunto notable de cualidades (intelectuales y humanas en el más estricto sentido de la palabra) y al momento de su muerte se encontraba en el punto más alto de su actividad intelectual; consciente como estaba de la gravedad de su enfermedad y del poco tiempo de que disponía, no dejó, no obstante, de hacer proyectos y de seguir trabajando hasta el último momento. En marzo de 2011 reunió en Santiago de Chile a varias personas que trabajan en filosofía antigua para tratar de formar un grupo de lectura del Sofista de Platón en griego. Al presentar el texto Alfonso hizo referencia al cambio de enfoque que se había producido en el siglo XX en la interpretación de ese diálogo gracias a los esfuerzos de los especialistas. Lo que omitió decir, por el pudor y la modestia que lo caracterizaban, fue que él había sido uno de esos estudiosos gracias a los cuales podemos hoy leer con mayor claridad ese crucial y difícil texto platónico. Sus estudios sobre el Sofista de Platón (en especial "Plato's Description of Dialectic in the Sophist 253d", Phronesis 22 (1977): 29-47), sobre los Segundos Analíticos de Aristóteles ("Aristotle's hypotheses and the Euclidean postulates", Review of Metaphysics 30 (1977): 430-439, "Aristotle's First Philosophy and the Principles of Particular Disciplines", Zeitschrift für philosophische Forschung 32 (1978): 183-194; "The so-called questions of existence in Aristotle, Posterior Analytics II. 1-2", Review of Metaphysics 34 (1980): 71-89; "Definitions in Aristotle's Posterior Analytics", Studies in Aristotle, Ed. Dominic O'Meara, Washington D.C., 1981, pp. 25-46), sobre la ética aristotélica ("The ergon inference", Phronesis 34 (1989): 170-184; "Aristotle's Right Reason", en Aristotle, Virtue and the Mean, Ed. R. Bosley, R. Shiner, J. Sisson, Edmonston, 1995, pp. 15-34) y sobre Parménides de Elea (El Poema de Parménides, Texto griego, traducción y notas, Buenos Aires, Charcas 1985; reedición corregida y actualizada Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1999) fueron citados y discutidos por algunos de los filósofos y estudiosos de la antigüedad clásica más eminentes del siglo XX (entre ellos Hans-Georg Gadamer y Jonathan Barnes). En el último encuentro personal que tuve con él en su casa en Santiago de Chile le dije que su actitud ante el proceso que estaba atravesando me recordaba mucho la escena final del Fedón y que yo, como otros, me identificaba con Critón (que se pone de pie y se retira porque no puede contener las lágrimas) o con Apolodoro (que no había dejado de llorar en ningún momento): Alfonso era quien estaba sufriendo, pero la tragedia no era de él, sino de sus familiares y amigos, que lloraban al advertir de la clase de persona de la que quedarían privados. Mi comentario le causó un poco de gracia y dijo: "pues seamos como Sócrates". Es probable que Gómez-Lobo haya sido uno de los estudiosos que más hizo por presentar de un modo claro y actualizado el pensamiento "socrático" (sus libros sobre el Sócrates platónico son un modelo de interpretación sistemática de un pensamiento que no siempre es sencillo reconstruir; La ética de Sócrates, México, Fondo de Cultura Económica, 1989; The Foundations of Socratic Ethics, Indianapolis-Cambridge, Hackett, 1994).
Quienes conocimos a Gómez-Lobo, ya sea personalmente o a través de sus escritos, siempre recordaremos su claridad expositiva, su elegancia y penetración filosóficas, pero también su simplicidad y, al mismo tiempo, agudeza en la formulación de las tesis y los argumentos. Durante dos años fui parte de dos grupos de lectura de textos griegos dirigidos por Alfonso en Georgetown. Sus observaciones siempre eran estimulantes e iluminadoras, y revelaban no sólo un conocimiento enciclopédico de los textos (que lo tenía), sino también una reflexión cuidadosamente meditada de los mismos. En muchas oportunidades me hizo notar mis errores y, en más de una ocasión, aceptó mis puntos de vista y los de otros, después de examinarlos y convencerse de que eran correctos. Esto, sumado a su fino conocimiento de la filosofía griega y de la antigüedad clásica en general, ha sido para mí un ejemplo de sabiduría, humildad y honestidad intelectual. El encuentro inicial con Gómez-Lobo siempre podía ser un poco intimidante para alguien que comenzaba a incursionar en el pensamiento antiguo, pues al entrar en contacto con él uno no podía sino advertir que lo que sabía era muy poco. Pero esa autoridad que proporciona el saber nunca se convertía en autoritarismo en Alfonso y siempre se daba acompañada de su natural bonhomía. Gómez-Lobo, sin duda a mi juicio, había incorporado el método socrático-platónico del examen de las creencias ajenas y propias: siempre estaba atento para poner a prueba lo que uno decía y, a la vez, invitaba a su interlocutor a examinar su propio punto de vista. Sin perder el rigor intelectual y argumentativo que siempre exige un texto difícil, era capaz de divertirse, tanto con los argumentos de los filósofos que leía y discutía, como con sus propias interpretaciones, que revisaba permanentemente. Hay otro aspecto de su personalidad y de sus talentos que debe mencionarse: Alfonso era un esteta. El rigor de la argumentación siempre era crucial, pero también lo era la manera de presentar dicha argumentación: con elegancia y claridad, es decir, con belleza. Se puede ser preciso y decir algo importante sin ser farragoso. Sus traducciones de Platón (Critón, Eutifrón y Menón publicadas entre 1996 y 2004 por la Editorial Universitaria de Chile) son una prueba clara de esto: son precisas en el examen del texto y de los argumentos y, al mismo tiempo, apresan la belleza de la prosa de Platón.
En la última carta que varios de sus colegas, amigos y discípulos recibimos pocos días antes de su muerte Gómez-Lobo escribió: "a través de mi vida he querido ser un instrumento. Una vida dedicada al estudio es una vida en la que uno se convierte en un instrumento, de modo que otros puedan entender textos filosóficos, filológicos y teológicos difíciles...Que los bienes humanos y la felicidad estén con ustedes el resto de sus vidas". Es un mensaje impactante y fuerte, que describe del modo más nítido y preciso al Profesor Gómez-Lobo. Su partida deja un vacío muy importante no sólo en el plano personal de todos aquellos que lo conocieron y compartieron con él algo de sus vidas, sino también en el de los estudios de filosofía griega, de ética y de filosofía en general.

Marcelo D. Boeri
Universidad Alberto Hurtado (Chile)

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons