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Revista latinoamericana de filosofía

versión On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.38 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires nov. 2012

 

CRÓNICAS

Juan Rodríguez Larreta
(1941-2012)

 

El 22 de febrero de 2012 falleció en Buenos Aires Juan Rodríguez Larreta. Juan fue socio fundador de la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF), institución a la que dedicó sus mayores desvelos. Integró su Comisión Directiva durante largos años, y fue presidente de la misma en dos oportunidades (1986-1989 y 1999-2002). Desde 1981 promovió la edición de la revista Análisis Filosófico, a la que contribuyó con valiosos escritos, además de formar parte de su comité editorial hasta el año 2011. Siempre fue un entusiasta y generoso promotor de seminarios, grupos de estudio y programas de investigación. Fue mecenas de varios proyectos y becas de investigación, particularmente de los desarrollados en el ámbito de SADAF. Nunca quiso, dicho sea de paso, que se hiciera mención de su papel de mecenas. También fue miembro fundador de la Asociación Filosófica de la República Argentina (AFRA). En 2006, la Fundación Konex le otorgó el Diploma al Mérito en Filosofía. Cuatro años más tarde, en 2010, la Sociedad Española de Filosofía Analítica (SEFA) lo nombró miembro honorario.
Juan se destacó como filósofo tanto en nuestro medio como en el exterior, muy especialmente en México y en España, adonde fue invitado en más de una oportunidad. Su capacidad, su originalidad y su fineza filosófica a la hora de desmenuzar argumentos y contrargumentos, proponiendo complicados y sugerentes experimentos mentales, hicieron de él un auténtico filósofo, hecho que él tomó con enorme modestia. Modestia que lo caracterizó en todos los aspectos de su vida. Su producción filosófica abarca una amplia variedad de tópicos. Se ocupó principalmente de cuestiones de ontología: las nociones de espacio, tiempo, identidad, universales, particulares y relaciones fueron temas de muchos de sus trabajos publicados en vida y de sus presentaciones en congresos y jornadas. Algunos problemas de filosofía política y de ética ocuparon un importante lugar en su pensamiento, como así también cuestiones de filosofía de la mente y del conocimiento. Entre sus escritos pueden mencionarse los siguientes artículos, todos ellos publicados en Análisis Filosófico: "Cuatro argumentos de Berkeley contra el realismo representativo" (AF, 1 (1981): 1-18); "El problema de la justificación en el realismo representativo" (AF, 5 (1985): 33-46); "Democracia y moral: Respuesta a Nino" (AF, 6 (1986): 83-96); "Sobre la privacidad de los estados de conciencia" (en colaboración con Beatriz Dorfman, AF, 7 (1987): 77-96); "La teoría substancialista del espacio y del tiempo y la individuación de particulares" (AF, 18 (1998): 111-118); "Six Ontological Topics: A Dialogue with D. M. Armstrong" (AF, 23 (2003): 5-12); "Conceiving of Someone Else´s Pain on the Model of One´s Own" (AF, 25 (2005): 63-70); "Testeo, privacidad y el argumento del lenguaje privado" (AF, 29 (2009): 31-38). Otros trabajos destacables son: "El utilitarismo de la satisfacción de las preferencias y el principio de Sidgwick" (Telos, 4 (1995): 145-151); "Can We Justify Our Beliefs which Go beyond the Given?" (Naturalism and Normativity, Enrique Villanueva (ed.) Philosophical Issues, 4 (1993): 281-296). Estos y otros artículos de Juan serán publicados próximamente por la editorial Prometeo en un volumen en su homenaje que editarán Thomas M. Simpson, Nora Stigol e Iñaki Zuberbühler.
Dos momentos particularmente estimulantes en mi carrera académica están fuertemente vinculados a Juan. Allá por los años 70, en una de las tantas sociedades de la "cultura de catacumbas", Eduardo Rabossi coordinaba un grupo de lectura. La propuesta era leer el Teeteto de Platón. Éramos pocos alumnos y todos muy entusiastas; entre ellos, Juan. Allí lo conocí y desde entonces no dejamos de vernos. En los años 80 tuve el privilegio de formar parte de un grupo excepcional, reunido en un curso de posgrado en filosofía que se dictaba en SADAF. En esa ocasión tuve la suerte de que Juan dirigiera mi tesis de maestría. Durante casi dos años disfruté de nuestros muy frecuentes encuentros en su cálido y acogedor escritorio de la calle Gelly y Obes, donde en aquel momento vivía. Largas charlas filosóficas -de las que Juan no se cansaba nunca, mientras yo quedaba exhausta-, mechadas con los más diversos temas, ocupaban esas reuniones. Siempre me maravilló la variedad de temas -la economía, la política, el cine- que le interesaban y que estudiaba casi con el mismo entusiasmo con que estudiaba filosofía. Pero también le gustaba hablar de la gente, de nuestros grupos filosóficos, de la vida académica e institucional, y siempre lo hacía con un fino y muy particular sentido del humor. Esos encuentros se prolongaban muchas veces en largas charlas telefónicas a las que Juan era casi adicto. Las reuniones y discusiones filosóficas continuaron una vez concluida mi tesis. Juan me honró con una amistad de la que disfruté durante muchos años. Su generosidad, su entrega, su lealtad, su nobleza y su cálida hospitalidad caracterizaron la relación con sus amigos: es por eso precisamente por lo que hoy sentimos profundamente su ausencia. Inolvidables serán para muchos de nosotros los días pasados en su hermosa casa de campo -La Serena-, que Juan quería tanto y donde disfrutaba reunir a amigos y, en muchas oportunidades, a colegas del exterior que visitaban nuestro país.
Sería incompleto un recuerdo de Juan sin mencionar a María Elisa, su compañera de toda la vida, y a sus hijos -Miguel, Félix y Juanita- de los que Juan estaba especialmente orgulloso. Su muerte deja un enorme vacío en el mundo filosófico y, principalmente, en las vidas de los que tuvimos la suerte de conocerlo y de gozar de su amistad.

Nora Stigol

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