CRÓNICAS

Pablo Sebastián García
(1955-2012)

El 27 de julio de 2012, a los 56 años de edad, falleció en Buenos Aires Pablo Sebastián García, víctima de una enfermedad implacable contra la cual luchó valientemente durante todo un año. Pablo García se graduó como Profesor de Filosofía por la Universidad de Buenos Aires en 1982 y como Doctor en Filosofía, en la misma universidad, en 1991. En 1984 se inició como Becario del CONICET y en 1990 ingresó como Investigador a dicha institución. Durante sus primeros años se dedicó a la teoría del conocimiento, siguiendo una orientación fenomenológica que abandonó gradualmente. Resultado de esos estudios es su breve libroIntencionalidad, causalidad y conocimiento perceptivo: Tres estudios sobre filosofiia de la percepcioin en el pensamiento contemporaineo (Buenos Aires, Oficina del Libro Internacional, 1996). Después de esa fecha se dedicó principalmente a la filosofía de la economía y a la metodología de las ciencias sociales. En 1998 obtuvo el cargo de Profesor Asociado Regular del Departamento de Humanidades de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, y en 2004 el de Profesor Titular Regular del Departamento de Pensamiento Científico del Ciclo Básico Común de dicha universidad. Desde 2006 se desempeñó como Director del Departamento de Humanidades de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Durante la última década de su vida, una vez que logró superar su proverbial temor a subirse a un avión, viajó incansablemente a numerosos congresos internacionales de filosofía y de economía. La mayor parte de sus publicaciones quedaron dispersas en las actas de esos congresos.
Tuve la oportunidad de compartir largos años de trabajo con Pablo García cuando formamos parte del grupo fundador de la Revista de Filosofía, una publicación que editamos de manera continua entre 1986 y 1998, sin financiamiento ni apoyo institucional alguno. Aquella fue una empresa juvenil y sin duda algo ingenua, pero nos permitió madurar en el difícil mundo de la filosofía profesional. Durante ese tiempo conocí a una persona de gran disposición para el trabajo, optimismo a toda prueba y enorme sentido del humor. Luego seguimos caminos diferentes y dejamos de frecuentarnos, pero nunca perdimos nuestra amistad. La última vez que nos encontramos, en un congreso a fines de 2011, pude comprobar que, aunque ya sabía que estaba gravemente enfermo, todas sus cualidades personales seguían intactas.

Alejandro Cassini