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Revista latinoamericana de filosofía

versão On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.39 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires maio 2013

 

COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS

James Robert Brown, The Laboratory of the Mind: Thought Experiments in the Natural Sciences, Second Edition, London, Routledge, 2011, X + 226 pp.

 

Esta obra de Brown, cuya primera edición se publicó en 1991, representa una de las posiciones inaugurales del debate en torno al status epistemológico de los experimentos mentales en ciencias naturales. Fue la primera monografía íntegramente dedicada al análisis de la naturaleza y función de los mismos. Su propuesta general, de base realista, establece que, en un pequeño número de casos, los experimentos mentales nos proveen de conocimiento a priori acerca del mundo natural. Esta perspectiva involucra la concepción de las leyes de la naturaleza como relaciones entre entidades abstractas susceptibles de ser captadas por la mente. Brown intenta justificar esta postura apelando al platonismo en matemáticas como paso previo en la fundamentación de una visión realista (de corte platónico) de las leyes de la naturaleza.
La segunda edición preserva la estructura general de la primera y, como ella en su momento, constituye la obra de referencia sobre este tema. El libro comienza con la delimitación del objeto de estudio y luego propone una taxonomía de los experimentos mentales. A continuación el autor proporciona una interpretación platonista del conocimiento en la matemática seguida de una argumentación a favor de la posibilidad de admitir conocimiento a priori en ciencias naturales. Finalmente presenta interpretaciones de prácticas y teorías científicas destinadas a probar la viabilidad de la propuesta. En el prefacio (p. IX) Brown afirma que se resistió a hacer una reescritura del texto, aunque introdujo algunos cambios significativos. Entre ellos, la adición de dos capítulos: uno dedicado a la categoría de contra-experimentos mentales y otro (escrito en coautoría con Mark Shumelda) dedicado a un detallado examen del papel de los experimentos mentales en el desarrollo de la noción de inercia.
Con la finalidad de definir el objeto de estudio, el capítulo 1 del libro está dedicado a ilustrar con casos históricos la noción de experimento mental. Brown sostiene que es sumamente difícil formular una definición nítida de 'experimento mental', por lo que, en este capítulo, se limita a sugerir una caracterización de los mismos: los experimentos mentales implican visualizaciones, involucran algún tipo de manipulación mental, no son meras consecuencias de una teoría y en su mayoría, no es posible llevarlos a cabo como experimentos reales. Estas características están presentes en los ejemplos de experimentos mentales en la física. Entre ellos, el argumento destinado a derribar la teoría aristotélica de la caída de los cuerpos empleado por Galileo en los Discorsi, las consideraciones de Einstein en relación con la teoría electrodinámica que constituyen la génesis de la teoría de la relatividad y la famosa paradoja propuesta por Schrödinger con el fin de extraer consecuencias antiintuitivas del principio de incertidumbre de Heisenberg.
El capítulo 2 propone un esquema clasificatorio de los experimentos mentales. Estos dispositivos de la imaginación desempeñan diversas funciones: pueden refutar o confirmar teorías, ilustrarlas, simular fenómenos naturales e incluso descubrir fenómenos nuevos. La taxonomía responde a estos usos y distingue entre experimentos mentales destructivos y constructivos. Dentro de esta última categoría, se encuentran los experimentos directos, conjeturales y mediadores. La clase de experimento mental que más interesa a Brown es la que comparte características con los experimentos destructivos y constructivos directos. Los experimentos mentales platónicos presentan un fenómeno producido en la imaginación como evidencia conclusiva para la demolición lógica de un argumento y el establecimiento de una nueva explicación. Esto es posible, de acuerdo con Brown, porque el fenómeno producido en la imaginación como consecuencia del experimento es de una naturaleza tal que nos es lícito dar un salto inductivo desde un solo caso examinado hacia una conclusión general. Este es un pequeño paso si aceptamos que hay propiedades de clase natural cognoscibles a priori vinculadas a la inferencia. Los fenómenos que tienen lugar en los experimentos mentales platónicos exhiben este tipo de propiedades y nos proporcionan una ruta alternativa de conocimiento del mundo natural.
El capítulo 3 está dedicado al examen de un caso especial de experimento mental destructivo: los contra-experimentos mentales. En general, los experimentos mentales destructivos se dirigen a señalar contradicciones internas en las teorías, mostrando la falsedad de las premisas o señalando invalidez en las inferencias. Los contra-experimentos se dirigen contra otros experimentos mentales y su función es negar el fenómeno descrito en el experimento original. Uno de los casos examinados es la escenificación de Galileo acerca del comportamiento de los objetos dentro de un sistema de referencia en movimiento.
Los capítulos 4 y 5 son cruciales en la argumentación de Brown. Su objetivo es apoyar el realismo acerca de las leyes de la naturaleza en una interpretación platonista de la matemática. Para alcanzar este fin, la perspectiva debe atravesar airosamente las objeciones propuestas por el empirismo y las concepciones causales del conocimiento. Además, debe demostrar que aventaja ampliamente a las interpretaciones convencionalistas y constructivistas de la matemática. Brown considera que su propuesta lo logra, y que establece una forma de conocimiento intuitivo, similar a la percepción sensible, de objetos abstractos.
El platonismo en matemática afirma la existencia de objetos matemáticos abstractos, fuera del espacio y el tiempo que podemos conocer de manera intuitiva aunque no infalible. Esta posición otorga, según Brown, una visión unificada de la ciencia y la matemática: ambas disciplinas comparten un método en cuanto necesitan de entidades abstractas que expliquen el tipo de conocimiento involucrado en ellas.
El siguiente paso en la argumentación, desarrollado en el capítulo 5, consiste en mostrar que el tipo de conocimiento a priori descrito está involucrado en los experimentos mentales platónicos. Éstos no presentan datos empíricos nuevos ni consisten simplemente en inferencias lógicas. Su peculiaridad reside en permitirnos captar universales. Brown adhiere a la concepción, propuesta por D. M. Armstrong y F. Dretske, según la cual las leyes de la naturaleza expresan relaciones entre universales. Esta posición permite diferenciar a las leyes naturales genuinas de las generalizaciones accidentales, evitar el relativismo y dar sentido a la idea de leyes no instanciadas (como la primera ley de Newton).
Esta concepción de las leyes le permite a Brown justificar el tipo de conocimiento a priori involucrado en los experimentos mentales platónicos. En ellos tiene lugar un acto de intelección de los universales involucrados en las leyes naturales. Este suceso es consecuencia del fenómeno exhibido en el experimento. El fenómeno provee de evidencia empírica para una teoría acerca del mundo. Brown descarta con esto la interpretación empirista de Norton de acuerdo con la cual los experimentos mentales coinciden con la estructura de un argumento. Desestima, además, la interpretación kuhniana de acuerdo con la cual los experimentos mentales se limitan a presentar datos empíricos desde una nueva perspectiva conceptual. Tampoco considera apropiada la descripción de los experimentos mentales como modelos mentales, ya que, si estos dispositivos sólo representan secuencias de eventos, son incapaces de mostrarnos contradicciones entre teorías rivales.
Los capítulos 6, 7 y 8 son aplicaciones de la concepción platónica de los experimentos mentales de Brown. Allí se propone mostrar que su posición tiene poder explicativo y capacidad para unificar fenómenos diferentes. El capítulo 6 está dirigido a mostrar que los experimentos mentales constituyen la fuerza directriz de importantes desarrollos conceptuales en la mecánica teórica. Para apoyar esta tesis el autor presenta, de manera esquemática, la historia de la noción de movimiento inercial desde la antigüedad hasta el siglo XVII. El capítulo 7 está dedicado a analizar el papel de los experimentos mentales en la práctica científica de Einstein. Brown argumenta que el verificacionismo sostenido por Einstein es compatible con un realismo de fondo, por lo que los experimentos mentales pueden ser admitidos como prueba de las teorías. El capítulo 8 está dedicado a una interpretación platónica de la mecánica cuántica. El propósito de las elucidaciones de Brown es dar sentido a las aparentemente inexplicables acciones a distancia establecidas por el experimento EPR. Esto sólo es posible, para Brown, a partir de una interpretación platónica de las correlaciones que rigen estos fenómenos. Las mismas sólo son comprensibles si las interpretamos como causadas por las leyes de la naturaleza.
El desarrollo de la propuesta de Brown es claro y preciso, por cuestionable que pueda resultar su posición platonista, no sólo en matemática, sino respecto de las leyes de la física. En general la prosa resultará atractiva para el lector, incluso para el no especialista en filosofía de la ciencia. Su estilo hace digeribles algunos de los problemas más arduos en el debate epistemológico actual. Incluye numerosos guiños para filósofos y científicos, además de preservar la autocrítica y el sentido del humor. Si alguna crítica podría hacérsele a esta segunda edición es que no hace completa justicia a la amplia bibliografía sobre el tema aparecida durante las dos décadas transcurridas desde la primera edición. Sólo dedica una sección del capítulo 2 (pp. 44-47) a discutir la posición empirista de J. Norton, su más enconado antagonista, y un breve epílogo (pp. 201-204) a reseñar las contribuciones más recientes.

María Guadalupe Mettini
Universidad Nacional del Litoral

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