SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.42 número1¿Pueden las neurociencias enseñarnos cómo vivir mejor?La modernidad en cuestión: Totalitarismo y sociedad de masas en Hannah Arendt índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista latinoamericana de filosofía

versión On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.42 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mayo 2016

 

COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS

Mathias Giuliani, Histoire, langage et art chez Walter Benjamin et Martin Heidegger, París: Klincksieck, 2014, 384 pp.

 

El propósito central de Histoire, langage et art chez Walter Benjamin et Martin Heidegger es mostrar la influencia que tuvo en el pensamiento benjaminiano la lectura de ciertos textos de juventud de Heidegger. El autor se concentra fundamentalmente en la etapa de formación de los dos filósofos en el marco del neokantismo predominante en las universidades alemanas de principios de siglo xx, haciendo hincapié en el ascendiente que tuvo sobre ellos la figura de Heinrich Rickert. En coincidencia con trabajos como el de Rainer Rochlitz (Le désenchantement de l’art: La philosophie de Walter Benjamin, París, Gallimard, 1992), el autor toma tres temas como ejes principales para abordar la obra de Benjamin y las contraposiciones que se plantean con el pensamiento heideggeriano: historia, lenguaje y arte.
La primera parte, la más extensa del libro, se dedica a analizar los abordajes en filosofía de la historia de los dos autores en su juventud tomando como punto de partida la influencia del “Sistema de los valores” de Rickert. La propuesta rickertiana se inscribe en el marco del debate neokantiano acerca de la posibilidad de construir una historia universal en base a una “lógica histórica” que funde los principios trascendentales de todo conocimiento histórico. Frente a la conceptualización generalizadora de las ciencias de la naturaleza, la exposición histórica científica busca conceptualizar sus elementos últimos (las individualidades históricas) sin que sean subsumidos bajo generalidades y pierdan su singularidad. Este modo de exposición debería tomar así la forma de una universalización individualizante que consiga la integración de lo particular en un terreno donde no rige una causalidad lineal, limitándose sin embargo a los fenómenos individuales que tienen un alcance universal, determinado por el interés del historiador encarnando un valor, que adquiere validez (objetiva) en la medida en que pueda ser construido, integrado de la misma manera. En este modelo de integración que constituye el complejo histórico, lo singular tiene carácter de átomo, pero no al modo de la reproductibilidad natural, sino en tanto responde a la suma teleológicamente organizada en un conjunto orientado hacia un “sentido” histórico. Giuliani muestra cómo la noción rickertiana de atomización resulta determinante en la concepción benjaminiana de una filosofía de la historia que contiene en sí misma el materialismo como operación individualizante ejercida sobre la vida histórica.
Acaso el aporte más original de la lectura de Giuliani en esta primera parte –cuestión desarrollada fundamentalmente en el capítulo inicial pero que recorre la totalidad del libro– sea haber rastreado en el concepto del amor, bajo la influencia del sistema rickertiano, un eje clave para la comprensión de la filosofía de la historia a la que Benjamin se abocara desde sus escritos tempranos sobre el mesianismo, pasando por su libro sobre el Trauerspiel, hasta las tesis “Sobre el concepto de historia”, ya marcadas por la impronta del materialismo histórico. En su sistema, Rickert aborda el devenir de la vida histórica en función de las dos tendencias de la razón humana, esto es, de su deseo de totalización y su deseo de individualización, la contemplación y la acción, que comportan tres órdenes: el dominio de la “totalidad no cumplida” (un-endliche Totalität), es decir, la ciencia y la educación; el de la “particularidad plenamente cumplida” (voll-endliche Particularität), el arte y el amor; y el de la “totalidad plenamente cumplida” (voll-endliche Totalität), la religión. Giuliani indica que el enfoque de las reflexiones de Benjamin acerca del amor no se funda solamente en el principio de la tendencia al pleno cumplimiento del sistema sino también en una cuarta combinación, no desarrollada por Rickert: la “particularidad no cumplida”, el campo de lo singular inalcanzable, donde Benjamin situará el principio de la redención por el amor.
El segundo capítulo se dedica a mostrar las distancias entre las concepciones de la historia de los dos pensadores a la luz de su relación con la filosofía de Rickert, regresando ciertamente sobre la discusión de Ricardo Ibarlucía con Howard Caygill, Thomas Schwarz Henze, Willem van Reijen y otros autores sobre el problema de la temporalidad histórica en Benjamin y Heidegger (cfr. “Benjamin crítico de Heidegger”, Revista Latinoamericana de Filosofía, XXVI, 1, otoño 2000: 111-141 y “Sein-Zeit und Jetztzeit. Neue Perspektiven auf Benjamins Kritik an Heidegger: Sprache, Kunst und Politik”, en Willi Bolle y Helmut Galle (hrsg.), Blickwechsel, São Paulo, 2005: Band 1: 279-292).
Entre las dos vías, lógica y ética, sugeridas por Rickert para el abordaje de la problemática de la relación axiológica, ambos autores optan por la segunda. En Heidegger se afirma una ética pura que apunta al cumplimiento del carácter histórico del ente en el reino de la cultura, en el que la vida humana se encuentra regida por el flujo plenamente cumplido de la concretización de los valores en “bienes”. La salida de Benjamin, en cambio, sería la de una ética no pura o material, que tendría su eje en la apertura del dominio de aquello que precede al alcance axiológico, el de la “posibilidad misma de los valores”, perspectiva que encierra el carácter incumplido de lo particular (la vida humana) y separa al ente del flujo temporal que lo lleva a fundirse con la persona divina, permitiendo elaborar una noción de mesianismo sobre la idea de quebrar la saturabilidad del tiempo.
Hacia los años 1920 y 1930 las distancias entre los proyectos filosóficos de ambos pensadores se hicieron más pronunciadas y se reflejan en los conceptos de “historialidad” (Geschichtlichkeit) de Heidegger y de “historia natural” (Naturgeshichte) de Benjamin. Desde la redacción de los textos del convoluto “N” de Passagen-Werk en el año 1927, el mismo año en que Heidegger publica Sein und Zeit, hasta 1940, Benjamin emprende una conceptualización filosófica que apunta a una nueva noción de historiografía en oposición a la secularización del tiempo histórico en Heidegger y su impronta fenomenológica.
El cruce de perspectivas en el terreno de la filosofía de la historia se da a la par de un debate en torno a la filosofía del lenguaje en base a los problemas planteados por el neokantismo, los trabajos de Emil Lask sobre la lógica trascendental, así como por la búsqueda de Husserl de una “gramática a priori”. La segunda parte del libro aborda el estudio que Heidegger realiza de los estratos del sentido y la significación fundamentalmente en su tesis de habilitación, La doctrina de las categorías y la significación en Duns Scoto (1915), con el fin de mostrar cómo este trabajo ya se orienta hacia la cuestión central de Ser y tiempo e influye en algunos escritos tempranos de Benjamin acerca del lenguaje.
Retomando la distinción scotiana de los modi essendi, intelligendi y significandi, Heidegger distingue entre valor y ser, plantea la heterogeneidad de lo psíquico y lo lógico y se propone analizar la realidad del sentido en la totalidad del ente. Allí se presupone una correspondencia entre las categorías formales del objeto y las categorías de la significación, apuntando a desarrollar las leyes de la significación que rigen las relaciones posibles entre las diversas expresiones en la constitución de conjuntos, y concluye en la necesidad de una filosofía del espíritu vivo donde el sentido no constituya una objetividad ideal estática sino una característica de la historia. El concepto de analogía de la escolástica se revela como un principio dominante en la esfera categorial de la realidad sensible y suprasensible, en tanto determina la expresión conceptual del mundo vivido por el hombre medieval, un mundo cualitativamente pleno, vinculado a valores y a la trascendencia.
A partir de la correspondencia y otros textos de Benjamin, Giuliani observa el interés que despertó en él el tratamiento heideggeriano de la determinación lingüística del ser en tanto fundamento de la significación y el rol clave que desempeña en su enfoque de la oposición entre símbolo y alegoría, así como en su propia filosofía del lenguaje. Por otro lado, muestra cómo el abordaje heideggeriano de la noción de analogía influyó en el concepto de afinidad que atraviesa gran parte de la obra benjaminiana. En “Analogía y afinidad” (1920/21), por ejemplo, se registra nuevamente una bifurcación de ambos planteos que encuentran su centro neurálgico en el abordaje relacional. Benjamin señala allí la necesidad de aclarar la distinción entre los conceptos de “semejanza”, “analogía” y “afinidad” para disipar confusiones respecto de la categoría de relación: la analogía, concebida tradicionalmente como una semejanza de relaciones, se aplica respecto de una sustancia que manifiesta la identidad de estas relaciones y constituye un principio teórico, ligado a la observación de la naturaleza comandada por la conexión causal; la afinidad, en cambio, se mueve en el dominio del sentimiento y del saber práctico y se relaciona con “la totalidad del ser”, sin buscar una expresión particular, es inexpresiva (ausdruckslos).
La última parte del libro aborda varios textos de juventud de Benjamin, algunos de ellos poco estudiados en general por la crítica, donde aparecen sus tempranas reflexiones en torno al arte y la poesía y que permiten trazar vínculos con los temas tratados en las partes precedentes y delinear las bases de la estética que desarrollará a partir de los años veinte. Giuliani reconstruye la búsqueda del filósofo de una filosofía de la mitología en vínculo con una filosofía del acontecimiento histórico que utilice categorías estéticas. Como punto de partida del análisis de los textos benjaminianos, se esboza la discusión con Heidegger sobre la base de la fundación de la metafísica kantiana en la doctrina de la imaginación y el ascendiente en ambos del primer Romanticismo alemán.
El centro de la contraposición de sus respectivas posturas gira en torno al significar propio de los dos modos de representación artística en su vínculo con la filosofía de la historia, que Benjamin ya comienza a investigar en varios escritos juveniles. La intención simbólica del significar (asociada al programa del Romanticismo alemán) implicaría, en Heidegger, una hipóstasis del acontecimiento global del ser mientras que la intención alegórica pertenece, en Benjamin, al terreno de una Historia considerada desde el punto de vista judeocristiano de la Caída.

LUCAS BIDON-CHANAL
Universidad de Buenos Aires

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons