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Revista latinoamericana de filosofía

On-line version ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.42 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Nov. 2016

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Dispositivo y veridicción: Sobre la interpretación deleuziana de Foucault

Apparatus and Veridiction: On Deleuze’s Interpretation on Foucault

 

Edgardo Castro
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas


RESUMEN: El presente trabajo se ocupa de los escritos de Gilles Deleuze acerca de la noción foucaultiana de dispositivo. Evalúa los puntos de acercamiento y distancia entre ambos pensadores a propósito de esta noción, las críticas de Deleuze a Foucault acerca de la historicidad de los dispositivos y su interpretación del pensamiento de Foucault como una filosofía de los dispositivos. Sostiene, finalmente, que esta caracterización deleuziana debe ser completada con la incorporación del concepto de veridicción.

PALABRAS CLAVE: Deleuze; Foucault; Verdad; Dispositivo; Líneas de fuga; Diagrama.

ABSTRACT: This paper analyzes the writings of Gilles Deleuze on Foucault’s notion of apparatus. It analyzes the points of approach and distance between the both thinkers, the Deleuze’s position about the historicity of the apparatuses, and his interpretation of Foucault’s thought as a philosophy of the apparatuses. It argues, finally, that this Deleuzian characterization should be completed by incorporating the concept of veridiction.

KEYWORDS: Deleuze; Foucault; Truth; Apparatus; Lines of flight; Diagram.


 

[…] el estatuto del intelectual y el problema político no serán teóricamente los mismos para Michel [Foucault] y para mí
Deleuze, Deux régimes des fous

 

Acerca de la cuestión del poder en particular y quizás también en general, podría decirse que la relación de Deleuze con Foucault ha sido como la que este describe respecto de Hegel en L’Ordre du discours: uno se aleja para luego ser remitido a él de otra manera (Foucault 1971: 75). En efecto, hasta Surveiller et punir Deleuze no dejó de acercarse a Foucault; a partir de la publicación de La Volonté de savoir, en cambio, se aleja, para volver a él, más tarde, de otra manera, en los cursos que le dedica entre 1985-1987 y en su libro de 1986, titulado precisamente Foucault. No hay una razón única, pero la que nos ocupa aquí, el concepto de dispositivo, es sin duda una de ellas y ciertamente no la de menor importancia.
En efecto, esta noción ha sido el eje de esos sucesivos movimientos de acercarse y alejarse. Deleuze le ha dedicado toda una serie de trabajos hasta servirse de ella, como veremos enseguida, para caracterizar todo el pensamiento de Foucault. Nuestra intención es recorrer estos escritos, no en términos cronológicos sino conceptuales. Por un lado, nos interesa afrontar algunas de las categorías puestas en juego, como agenciamiento o líneas de fuga, y por otro, a partir de aquí, discutir la interpretación deleuziana del pensamiento de Foucault, sobre todo en relación con la noción de veridicción que este último introduce a partir de 1979. En primer lugar, nos ocuparemos de la conferencia de Deleuze de 1988, titulada “Qu’est-ce qu’ un dispositif?”, que representa, junto con sus cursos de los años 1985-1987 y su Foucault de 1986, el punto final de su acercamiento a Foucault. En segundo lugar, retrocederemos hasta el momento de ruptura, en 1977, en ocasión de la publicación de la La Volonté de savoir. A partir de aquí, nos ocuparemos de los otros trabajos que tienden hacia alguno de estos dos momentos clave de acercamiento y alejamiento. Los tres apartados finales de nuestro trabajo se ocuparán de la cuestión de la historicidad de los dispositivos, que ha guiado esta serie de escritos de Deleuze, de su interpretación de Foucault en términos de pensador sísmico y, finalmente, de la relación entre dispositivo y veridicción.

1. Una filosofía de los dispositivos

En la que puede considerarse, al mismo tiempo, su última intervención pública y el postrero homenaje a su compañero de Vincennes, Gilles Deleuze define todo el pensamiento de Foucault como una “filosofía de los dispositivos” (Deleuze 2003: 320).1 Esta caracterización resulta en cierto sentido curiosa. En efecto, en sus libros publicados en vida, el uso tanto del término como del concepto de dispositivo se restringe sólo a dos años 1975 y 1976. En sus libros, insistimos, Foucault nunca lo utilizó antes de Surveiller et punir ni después de La Volonté de savoir. Y, si tomamos en cuenta el resto de sus trabajos aparecidos póstumamente hasta este momento, en especial sus cursos, la noción de dispositivo emerge por primera vez solo poco antes de Surveiller et punir, en la lección del 7 de noviembre de 1973 de Le Pouvoir psychiatrique (Foucault 2003: 14) y, aunque no desaparece por completo, a partir de 1979 es utilizada cada vez menos.2
Quizás por ello, para poder caracterizar la entera filosofía de Foucault como una filosofía de los dispositivos, Deleuze, en esa última intervención-homenaje, no puede dejar de afrontar la pregunta que, precisamente, le sirve de título: ¿qué es un dispositivo? Según sus palabras, se trata de un conjunto multilineal cuyas dimensiones serían los objetos visibles, los enunciados formulables, las fuerzas en ejercicio y los sujetos en posición (Deleuze 2003: 316). Cada una de estas líneas —enfatiza— está cortada, sometida a variaciones de dirección y a derivaciones y es, además, heterogénea respecto de las otras, es decir, de naturaleza diferente.
En su carácter histórico, sostiene Deleuze, los dispositivos son como las máquinas de Raymond Roussel, es decir, sirven para hacer ver y hablar. Pero esa “visibilidad no remite a una luz en general que vendría a iluminar los objetos preexistentes, ella está hecha de líneas de luz que forman figuras variables, inseparables de un determinado dispositivo” (Deleuze 2003: 317). Por ello, la primera consecuencia de una filosofía de los dispositivos es “el repudio de los universales” (Deleuze 2003: 320). Los objetos o los sujetos son solo configuraciones singulares que se forman en el juego de variaciones de las líneas que componen un dispositivo. La segunda consecuencia es que, en lugar de dirigirse hacia lo eterno o lo que permanece idéntico, se orienta hacia la creatividad de los dispositivos, las figuras variables que combinan sus líneas, y, así, puede captar lo nuevo y distinguir entre lo que pertenece a la historia y lo que pertenece a lo actual, lo que somos y lo que devenimos (Deleuze 2003: 322). En un dispositivo, en efecto, es posible distinguir las líneas de estratificación y sedimentación (lo que pertenece a la historia y al archivo) de las líneas de actualización y creatividad (lo que devenimos). En este sentido, precisa Deleuze, en los libros de Foucault nos encontramos con la descripción o la cartografía de las líneas de sedimentación y, en sus reportajes y entrevistas, con las líneas de actualización.
Esta intervención de Deleuze en el coloquio Michel Foucault Philosophe fue seguida de una discusión cuyo resumen –como hemos señalado en la primera nota a pie– aparece publicado solo en el volumen colectivo del encuentro, pero está ausente en la compilación de sus textos realizada por Lapoujade. La discusión se inicia con una pregunta, que nos interesa retomar hacia el final de nuestro trabajo, acerca de por qué, a lo largo de toda su exposición, nunca ha ni siquiera mencionado el término “verdad” y cómo entender entonces, en relación con los dispositivos, el decir-verdadero al que Foucault atribuye tanta importancia en sus últimos cursos. Deleuze se limita a decir que la verdad es “el conjunto de las producciones que tienen lugar dentro del dispositivo”, “la efectuación de las líneas que constituyen el dispositivo” (Deleuze 1989: 193).

2. Un momento crítico: la recepción de La Volonté de savoir

Como vemos, para responder a la pregunta acerca de qué es un dispositivo y, de este modo, acortar esa distancia que durante algunos años lo había separado de Foucault, Deleuze hace uso de las categorías de su propio pensamiento. Habla de líneas, líneas de variación, estratificación, sedimentación, etc. Pero procediendo de esta manera, Deleuze vuelve en parte al menos sobre sus propios pasos. El sentido y alcance del concepto de dispositivo en Foucault, en efecto, ya había sido objeto de un análisis minucioso de su parte, en un escrito de 1977 (publicado recién en 1994 en el Magazine littéraire y retomado en Deleuze 2003), “Désir et plaisir”. Este breve pero denso texto está constituido por una serie de notas, esta vez de carácter marcadamente crítico, que el propio Deleuze hizo llegar a Foucault a través de François Ewald. A diferencia de la intervención de 1988, en 1977 Deleuze se esfuerza por mostrar las diferencias entre sus categorías y las de Foucault, subrayando en varias ocasiones que se trata de diferencias conceptuales y no simplemente de términos.
Estas notas fueron redactadas en ocasión de la aparición de La Volonté de savoir (1976) y uno de los ejes de la exposición de Deleuze, en relación con la noción de dispositivos de poder, es mostrar los desplazamientos que han tenido lugar respecto de Surveiller et punir. Para Deleuze, estos trabajos (los únicos dos libros en los que aparece, como señalamos, el concepto de dispositivo) no se mueven en la misma dirección, al punto que llega a preguntarse si, en La Volonté de savoir, no nos encontramos con una vuelta del sujeto constituyente (el poder) y también aexponer sus reparos respecto del retorno de la noción de verdad, a pesar de que sea llevado a cabo con un concepto renovado, y preguntarse, respecto de la descripción foucaultiana del funcionamiento de poder, qué significa que la sociedad, en lugar de contradecirse, se stratégise, se estrategiza (Deleuze 2003: 113-116).
Deleuze comienza señalando que, con la utilización de la noción de dispositivos de poder en Surveiller et punir, Foucault dio un paso hacia adelante en los modos del análisis político en general y de su pensamiento en particular: descripción en términos de dispositivos en lugar de una teoría del Estado, superación de la dicotomía entre lo discursivo y lo no discursivo, y abandono de las categorías de represión y de ideología. En La Volonté de savoir, sin embargo, se introducen una serie de modificaciones: los dispositivos de poder ya no son solo normalizadores sino constituyentes, además de saberes producen verdades y no son utilizados en relación con categorías negativas, como podría ser la locura o la delincuencia, sino positivas, como la sexualidad (Deleuze 2003: 113). A partir de estas diferencias, Deleuze desarrolla su crítica a la noción de dispositivos de poder, apoyándose, en particular, en la lectura de una página de La Volonté de savoir. Para comprender la posición deleuziana, e incluso el título con que finalmente fueron publicadas sus notas, conviene detenerse brevemente en este texto de Foucault.
La página en cuestión forma parte del capítulo cuarto de La Volonté de savoir, dedicado a la descripción del dispositivo de sexualidad y a algunas indicaciones de carácter metodológico. Sus dos primeros apartados se titulan “Apuesta” y “Método”. En cuanto concierne a la apuesta (enjeu), Foucault expone las razones por la cuales su análisis (o su analítica del poder, como subraya Deleuze desde el inicio de “Désir et plaisir”) busca dejar de lado las nociones de represión y de ley. En este sentido afirma: “Tratemos de deshacernos de una representación jurídica y negativa del poder, renunciemos a pensarlo en términos de ley, de prohibición, de libertad, de soberanía (…)” (Foucault 1976: 119). Para llevarlo a cabo, en el apartado siguiente, “Método”, luego de precisar qué entiende por relaciones de poder, se presentan cuatro “prescripciones de prudencia” (Foucault 1976: 129). El texto en el que Deleuze focaliza su crítica a Foucault, página 132 de La Volonté de savoir (de la primera edición en lengua original), es la explicación de la tercera de estas prescripciones, denominada “regla del doble condicionamiento” (Foucault 1976: 131).
En términos generales, esta regla quiere explicar cómo pensar las relaciones entre las dimensiones global y local del poder. Según Foucault, hay que hacerlo en términos de estrategia y de táctica. Entre ambos planos no hay ni discontinuidad (no se distinguen como lo macro y lo micro) ni homogeneidad (el plano de lo local no es una miniaturización de lo global, ni el plano global, una proyección de lo local). Al respecto, ejemplifica Foucault, el padre no es un representante del soberano, ni este, una proyección de aquel. Entre las dimensiones global y local del poder, es necesario hablar, por ello, de un doble condicionamiento: por un lado, las tácticas locales se inscriben en una estrategia global y, por otro, las estrategias globales se apoyan en las tácticas locales (Foucault 1976: 132).
Teniendo presente estas precisiones, podemos volver sobre “Désir et plaisir” y su perspectiva crítica. Según Deleuze, en Surveiller et punir nos encontramos, por un lado, con la descripción de una multiplicidad difusa de dispositivos y, por otro, con el diagrama al que estos remiten, es decir, con la descripción de la función general de esa multiplicidad. Así, el panoptismo define la función general de los múltiples dispositivos disciplinarios. Para Deleuze, la dificultad que plantea la “regla del doble condicionamiento” es que despoja a los dispositivos locales de su función estratégica; a pesar de que, sobre todo en la medida en que remiten a un diagrama como en Surveiller et punir, parecen tenerla. En relación con la misma regla, puesto que no hay homogeneidad entre ambos niveles, global y local, se pregunta Deleuze si tiene sentido seguir hablando de poder en relación con los dispositivos locales o microdispositivos (Deleuze 2003 113-114). A partir de aquí, Deleuze delinea las diferencias que separan su concepción política del poder de la de Foucault. Entre estas diferencias, tres nos interesan particularmente.
En primer lugar, en relación con la concepción de los dispositivos de poder en términos constitutivos. Para Deleuze, el deseo y las líneas de fuga (que se confunden con el deseo y que pueden ser interrumpidas por el placer) son anteriores a los dispositivos. Estos, en todo caso, son un agenciamiento del deseo o una afección del deseo (Deleuze 2003: 115). Por ello, sostiene, los dispositivos de poder mantienen finalmente, en relación con el deseo, una dimensión represiva. En segundo lugar, respecto de las formas de resistencia. No queda claro, según Deleuze, si estas formas son contradispositivos y, dado que los dispositivos de poder son productores de verdad y, en este sentido, expresan la verdad del poder, si las formas de resistencia,entonces, son, al contrario, el poder de la verdad. En todo caso, afirma Deleuze, “no hay en Foucault un equivalente de las líneas de fuga y de los movimientos de desterritorialización” (Deleuze 2003: 118). Al límite, teniendo en cuenta el carácter constitutivo de los dispositivos, habría que preguntarse si son posibles las formas de resistencia. En tercer lugar, en relación con el concepto de biopolítica que hace su aparición en la parte final de La Volonté de savoir, Deleuze se pregunta si no se trata, de nuevo retomando su vocabulario, de una forma de reterritorialización, de un principio de unificación de la multiplicidad de los dispositivos (Deleuze 2003: 121).
Concluyendo, en lugar de las dos líneas que definían las direcciones de la analítica del poder en Surveiller et punir, multiplicidad difusa de los dispositivos y diagrama, nos encontramos ahora, en La Volonté de savoir, con las microdisciplinas y los procesos biopolíticos (Deleuze 2003: 121).
En consonancia con “Désir et plaisir” (1977), en una nota relativamente extensa de Mille Plateaux (Deleuze y Guattari 1980: 175-176, n. 36), luego de haber señalado las diferentes orientaciones de Surveiller et punir y La Volonté de savoir, el propio Deleuze resume en dos puntos clave sus diferencias con la filosofía de los dispositivos de Michel Foucault. En primer lugar, sostiene, los agenciamientos no son agenciamientos de poder, sino del deseo. Los dispositivos de poder, en todo caso, pueden ser parte de los agenciamientos del deseo. En segundo lugar, en los diagramas o máquinas abstractas, las líneas de fuga son primeras. Y, en el mismo sentido, años más tarde e incluso luego de su intervención “Qu’est-ce qu’ un dispositif?”, Deleuze sostendrá, “lo que él [Foucault] y lo que Félix [Guattari] y yo llamamos agenciamiento no tienen las mismas coordenadas, porque él constituía secuencias históricas originales, mientras que nosotros damos más importancia a los componentes geográficos, territorialidades y movimientos de desterritorialización. Nosotros siempre hemos tenido el gusto por una historia universal, que él detestaba” (Deleuze 1990: 206).

3. Agenciamiento y dispositivo

Antes de ocuparnos del curso y del libro de Deleuze sobre Foucault,3 ambos de 1986, nos interesa retomar otros trabajos de Deleuze, particularmente dos: “Ecrivain non: un nouveau cartographe” (1975) y la cuarta parte, titulada “Politiques”, de sus Dialogues con Claire Parnet (1977). Por un lado, ellos nos permitirán sumar algunas precisiones relevantes y, por otro, exponer con mayor claridad los conceptos de los que se sirve Deleuze en su lectura de los dispositivos foucaultianos.
“Ecrivain non: un nouveau cartographe” es una reseña de Surveiller et punir publicada el mismo año de su aparición (1975). Aunque Deleuze posteriormente lo haya retomado en su Foucault,4 se trata de un escrito anterior a “Désir et plaisir”. En su forma originaria, este texto constituye la primera aproximación entre los conceptos de dispositivo y de agenciamiento. Deleuze afirma, en efecto, que los dispositivos son agenciamientos (agencement), agenciamientos concretos o máquinas concretas y que, en cuanto tales, remiten a un diagrama general o máquina abstracta (Deleuze 1986: 36, 44-48, 50).
El acercamiento entre estos conceptos responde a múltiples razones, que no carecen de relación entre sí. En primer lugar, entre ambos términos existe una proximidad semántica registrada en los diccionarios de carácter general.5 En segundo lugar, el término “agenciamiento”, con un sentido técnico, hace su aparición en la obra de Deleuze casi contemporáneamente a la emergencia del concepto de dispositivo en Foucault, más precisamente en 1972, en la época de la publicación de L’Anti-Oedipe. En tercer lugar, y sobre este punto nos detendremos seguidamente, ambos conceptos buscan responder a una problemática si no idéntica, ciertamente equivalente.
Con el concepto de dispositivo, como bien señala Deleuze según vimos, Michel Foucault superó la dicotomía entre el orden de lo discursivo y el de lo no discursivo. La descripción de un dispositivo, en efecto, implica analizar las relaciones que históricamente se establecen entre elementos heterogéneos. En su definición de dispositivo, posiblemente la única que encontramos en sus trabajos publicados hasta este momento, Foucault habla de la red que se puede establecer entre discursos, instituciones, leyes, reglamentos, decisiones administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, etc. (Foucault 1994, vol. 3: 299).
Ahora bien, es necesario tener en cuenta que Foucault había sido conducido hacia esa dicotomía que supera con el concepto de dispositivo, en gran medida, por la tarea que se propone en L’Archélogie du savoir, esto es, “no tratar más los discursos como conjuntos de signos (elementos significantes que remiten a contenidos o representaciones), sino como prácticas que forman sistemáticamente los objetos de los que hablan” (Foucault 1969: 66-67). O como dirá poco después, de manera enfática en L’Ordre du discours, enumerando las decisiones que debe tomar “nuestro pensamiento”, por la necesidad de “remover finalmente la soberanía del significante” (Foucault 1971: 53).
En el marco de su propio pensamiento y por la misma época, según ya señalamos, en la primera mitad de la década de 1970, también Deleuze tuvo que hacer frente a este desafío. Como sostiene Philippe Mengue, se trata de una exigencia que le viene impuesta por la necesidad de superar la filosofía de la representación y sus supuestos, en particular la concepción lingüística que piensa el signo como la relación entre un significante y un significado (Mengue 1994: 1, 61). Por ello, un agenciamiento es, para Deleuze, el modo en que, sin nexos ni de causalidad ni de inferioridad entre ellos, se relacionan los flujos semióticos y los extrasemióticos, los enunciados y los estados de cosas. En el caso de Deleuze, siempre según Mengue, se trata de salir del impasse al que lo había conducido el uso de la noción de represión, que siempre supone un elemento representativo, en L’Anti-Oedipe.
Ciertamente, quizás sea necesario aclararlo, con los conceptos de dispositivo y de agenciamiento, ni Foucault ni Deleuze pretenden negar que los signos puedan tener una función significativa, sino, más bien, que esta agote la realidad del signo o constituya su dimensión originaria y fundamental. Porque forman parte de un dispositivo o de un agenciamiento, los signos pueden, entre otras cosas, representar. Pero, por sobre todo, el lenguaje, como el pensamiento, tiene lugar entre las cosas: segmentos de enunciados se entrelazan con los estados de cosas, a un mismo nivel, sin subordinarse en términos ni de conformidad ni de correspondencia (Deleuze y Guattari 1980: 87-88).
Deleuze denomina “máquina abstracta” (en la medida en que no posee ningún contenido pero puede ser aplicada a varios) y también “diagrama” a aquello que organiza las conexiones de los elementos semióticos y extrasemióticos en un agenciamiento. Para ser más precisos, la máquina abstracta establece las conexiones entre la forma o el régimen de los flujos de la expresión –que no necesariamente debe tener un carácter lingüístico– y la forma o el régimen de los flujos del contenido. En relación con la máquina abstracta o el diagrama, los dispositivos son máquinas concretas o agenciamientos concretos. Retomando un ejemplo al que ya hemos aludido, en el que Deleuze aplica sus propios conceptos a los análisis foucaultianos, la prisión, los hospitales, las fábricas son agenciamientos o máquinas concretas; el panoptismo, por su parte, la máquina abstracta o el diagrama a los que ellos remiten (Deleuze 1986: 47). En el mismo sentido se expresa Foucault en una las pocas apariciones del término “agencement” en sus escritos: “El agenciamiento panóptico da la fórmula de esta generalización [de las disciplinas]. Él programa, a nivel de un mecanismo elemental y fácilmente transferible, el funcionamiento de base de una sociedad completamente atravesada y penetrada por mecanismos disciplinarios” (Foucault 1975: 210). Y sirviéndose esta vez del término “diagramme”, todavía menos frecuente que el de “agencement”,6 también afirma, “el Panopticon no debe ser entendido como un edificio onírico, es el diagrama de un mecanismo de poder llevado a su forma ideal” (Foucault 1975: 207).

4. El territorio y las líneas de fuga

Como los elementos que ellas vinculan, las relaciones que constituyen la red que se establece en un dispositivo o las conexiones entre los flujos de un agenciamiento son de naturaleza heterogénea y variable. En este sentido, en “Le jeu de Michel Foucault”, esa conversación de 1977 donde encontramos su única definición de dispositivo, Foucault habla, por un lado, de un proceso de “sobredeterminación funcional de los dispositivos” y, por otro, de un “proceso de perpetuo completamiento estratégico” (Foucault 1994, vol. 3: 299). En los dispositivos, en efecto, aparecen nuevos elementos y nuevas relaciones que interfieren con los anteriores y exigen ajustes (sobredeterminación funcional); un dispositivo además, precisamente por estas modificaciones, puede ser utilizado en una nueva estrategia (proceso de completamiento estratégico). Según el ejemplo de Foucault, la prisión había surgido como el instrumento más razonable para el manejo de la criminalidad, pero se convirtió en un espacio para la formación y consolidación de la delincuencia y, a partir de ese momento, ha sido utilizada con otros fines políticos y económicos de los que tenía o pretendía tener en su origen, como el manejo de la prostitución (Foucault 1994, vol. 3: 299-300).
A diferencia de lo que sucede en Foucault con la noción de dispositivo, Deleuze, tanto en sus trabajos individuales como en aquellos escritos junto a Félix Guattari, aborda las nociones de agenciamiento y máquina hasta construir una entera teoría que, para expresar sus categorías ontológicas, recurre de manera habitual a neologismos. Uno de los ejemplos más significativos es, sin duda, Mille Plateaux (1980). Por razones de interés y de espacio, no podemos abordarla en toda su amplitud; pero, por los mismos motivos, no podemos dejar de señalar que, para hablar de los procesos en los cuales se modifican los agenciamientos, Deleuze y Guattari se sirven de los conceptos de desterritorialización y reterritorialización.7 El territorio es aquello que se convierte en demora desde el momento en que un contenido o flujo es puesto en conexión con una determinada forma y resulta, por lo tanto, codificado. Consecuentemente, los movimientos de desterritorialización y de reterritorialización consisten en la decodificación y recodificación de esas conexiones. Retomando los “lugares comunes de la historia de la humanidad”, Deleuze lo ejemplifica en estos términos: el hombre puede ser visto, desde el momento en que separa sus miembros anteriores de la tierra, como un animal desterritorializado; pero esas manos serán reterritorializadas, convirtiéndose en un nuevo instrumento de locomoción que le permitirá desplazarse de un árbol a otro (Deleuze y Parnet 1996: 161-162).
Estos movimientos de “desterritorialización” y “reterritorialización” son posibles en la medida en que existen líneas de fuga. Según Deleuze, que en sus Dialogues con Claire Parnet recapitula su posición al respecto (Deleuze y Parnet 1996: 151-158), entre las líneas que constituyen un diagrama es posible distinguir tres grandes clases: las líneas de segmentación dura, de segmentación blanda y de fuga. Teniendo en cuenta que la realidad, tanto para Deleuze como para Guattari, está constituida por flujos (de palabras, de ideas, de deseos, de producción, etc.) y cortes, podemos hablar de una segmentación dura cuando esos cortes son llevados a cabo por máquinas binarias que, debido a esta característica, establecen identidades bien definidas. Por ejemplo, las de los polos que oponen hombre-mujer, niño-adulto, familia-profesión o trabajo-vacaciones. Estas líneas duras, subraya Deleuze, requieren de esos dispositivos de poder que son descritos por Foucault. Las líneas de segmentación blanda, en cambio, son aquellas que dan lugar a micromodificaciones y microdesplazamientos.8 Así, una profesión es un segmento duro, pero hay cosas que suceden en el ejercicio de la misma –conexiones, atracciones, rechazos– que constituyen otra política y otra historia. Las líneas blandas, para decirlo de algún modo, exponen estos procesos a veces imperceptibles que son la verdadera historia de las singularidades, diferente, por ejemplo, de la historia de la familia o del trabajo. Por último, existen las líneas de fuga, las que exponen los movimientos que buscan substraerse a las codificaciones establecidas, sobre todo, por las líneas de segmentación dura, haciendo aparecer un tercero dentro de la binariedad que define a estas últimas: un tercer sexo, una tercera clase, una tercera edad. Al igual que las líneas de segmentación dura, también las líneas de fuga son trazadas por una máquina abstracta, en este caso, no binaria sino de mutación.
Aunque ya lo hemos hecho, es necesario insistir, a fin de comprender la posición de Deleuze y, en particular, su lectura de los dispositivos foucaultianos, que las líneas de fuga tienen prioridad respecto de las otras dos. Una prioridad que “no hay que entenderla cronológicamente y tampoco en el sentido de una eterna generalidad”, sino como “el derecho de lo intempestivo” (Deleuze y Parnet 1996: 164). Por ello, para Deleuze y Guattari, las líneas de fuga “nunca consisten en huir del mundo, sino, más bien en hacerlo huir” (Deleuze y Guattari 1980: 249). En este sentido, Deleuze considera que no hay en Foucault un concepto equivalente a las líneas de fuga. En su opinión, la afirmación, en La Volonté de savoir, del carácter constitutivo de los dispositivos de poder conduce a Foucault hacia un impasse, en el que parece no haber nada por afuera del poder y, por ello, según sus palabras, refiriéndose a las formas de resistencia, “su estatuto, su origen y su génesis permanecen vagos” (Deleuze 1989: 148).

5. El afuera y el pliegue

Los cursos dictados por Deleuze entre 1985 y 1987 acerca de los grandes ejes de la filosofía de Michel Foucault (el saber, el poder y la subjetivación) así como su Foucault de 1986, que expone las tesis de esos cursos de manera compacta y articulada, pueden ser vistos como una nueva aproximación al pensamiento foucaultiano luego del distanciamiento que tuvo lugar a partir de la publicación de La Volonté de savoir y del affaire Klaus Croissant.9 Tanto en estos cursos como en este libro, Deleuze nos ofrece una visión general de los trabajos de Foucault, sirviéndose de los dos grandes ejes que articulan su intervención- homenaje “Qu’est-ce qu’ un dispositif?”. Por un lado, la idea de que Foucault procede por sucesivas crisis. Por otro, la tesis según la cual en el conjunto multilineal que define a la entera filosofía foucaultiana como una filosofía de los dispositivos es posible distinguir lo visible y lo enunciable (los estratos o formaciones históricas del saber), las relaciones de fuerza (las estrategias del poder, el pensamiento del afuera) y los pliegues del afuera en el adentro del pensamiento (la subjetivación).
El saber o, también, de acuerdo con el vocabulario utilizado por Deleuze, los estratos o formaciones históricas están constituidos “de cosas y de palabras, de ver y de hablar, de lo visible y de lo decible, de zonas de visibilidad y de campos de legibilidad, de contenidos y de expresiones” (Deleuze 1986: 55). Inmediata mente después de esta afirmación, Deleuze precisa que no se trata de pensar la relación entre estos términos, en especial los dos últimos, como si se tratase de un significado, el contenido, y un significante, la expresión. Ambas instancias poseen substancia y forma. Así, ejemplifica, la prisión, como contenido, tiene forma y substancia; del mismo modo, la expresión, en este caso el derecho penal, también tiene forma y substancia (Deleuze 1986: 68). El problema central de la arqueología es, precisamente, explicar cómo, a pesar de su heterogeneidad, lo visible y lo enunciable, el registro de la luz y el del lenguaje, pueden conjugarse en una determinada época para constituir ese estrato que llamamos saber. Esta pregunta es, precisamente, la que conduce a Foucault hacia la cuestión del poder entendido como, en plural, relaciones de fuerza en las que se pone en juego la capacidad de afectar y la de ser afectado.
A diferencia del saber, sostiene Deleuze, no hay que entender el poder como una forma estratificada, sino como una estrategia, es decir, como “el manejo o la distribución de una materia no estratificada” (Deleuze 2014: 172), independiente de las formas en las que se encarna. Por ello, si en el saber nos encontramos con estratos; en el poder, en cambio, con una multiplicidad de puntos atravesados por fuerzas. Entre el saber y el poder, entre los estratos y las fuerzas, Deleuze establece una doble relación: integración y diferenciación. Por un lado, las relaciones se fuerza se integran en las formas sociales, en las instituciones que constituyen para Deleuze, los estratos de saber. En este sentido, afirma, “Toda forma estratificada es saber. La familia es un saber, la fábrica es un saber. La fábrica es el saber trabajar, la escuela es el saber enseñar, la familia es el saber educar. Educar, instruir, hacer trabajar son categorías de saber. Son saberes como prácticas, prácticas de saber” (Deleuze 2014: 148). Por ello, “integrar es institucionalizar” (Deleuze 2014: 176). Por otro lado, la actualización de las relaciones de fuerza con su doble juego de espontaneidad y receptividad, de poder afectar y de poder ser afectado, produce formas de diferenciación (gobernante/gobernado, hombre/mujer, etc.). Respecto de los estratos del saber, las relaciones de fuerza crean la división entre lo visible y lo enunciable y, al mismo tiempo, también dan lugar a sus posibles articulaciones (Deleuze 2014: 176-179). Estas formaciones de saber-poder y, por lo tanto, de integración- diferenciación o, con otros términos, estas “formaciones estratificadas concretas” son, para Deleuze, lo que Foucault llama dispositivos (Deleuze 2014: 161).
Desde esta perspectiva, en su Foucault, hacia el final del capítulo dedicado a la exposición de la problemática del poder titulado “Las estrategias o lo no estratificado”, Deleuze vuelve sobre la cuestión del biopoder, más precisamente, sobre el significado y el alcance de la cuestión del gobierno de la vida. En este contexto, considera que desde el momento en que la vida constituye el nuevo objeto del poder, ella “se convierte en resistencia al poder” y esta “resistencia se convierte en poder de la vida, poder-vital” (Deleuze 1986: 98). Esta vida que resiste al poder es la fuerza o las fuerzas del afuera que, precisamente por ello, pueden dar vuelta y transformar los diagramas, es decir, el mapa de las formas de integración y diferenciación entre estratos del saber y estrategia, de los que los dispositivos son agenciamientos concretos. En este sentido, las formas de resistencia son primeras respecto de los diagramas y de los dispositivos.
Vemos cómo, entonces, tanto en su curso de 1986 como en su libro de ese mismo año sobre Foucault, Deleuze afronta y responde la pregunta que se hacía, en “Désir et plaisir”, acerca del significado y alcance de la emergencia del biopoder en la parte final de La Volonté de savoir. Y, a partir de la vida que excede al poder en la constitución del biopoder, a partir del afuera de la vida en relación con el poder, resuelve también las objeciones que había levantado acerca del estatuto de las formas de resistencia y de la existencia de líneas de fuga.
A partir de esta misma referencia al afuera (dehors), en la que se insiste sobre todo en los dos capítulos finales de su Foucault y que constituye, sin lugar a dudas, el eje de su lectura e interpretación, en marcada clave nietzscheana, de los tres volúmenes de la Histoire de la sexualité, las prácticas de subjetivación son concebidas por Deleuze como un pliegue de ese afuera sobre sí mismo, entendido como la capacidad de afectarse a sí mismo (Deleuze 1986: 107-108). Por ello, si bien estas fuerzas están ciertamente en relación con otras fuerzas, a las que puede afectar y por las que pueden ser afectadas –y, en este sentido, la dimensión de la subjetividad deriva de las formas del poder y del saber– sin embargo, por la dimensión que se constituye como un pliegue de las fuerzas del afuera, la subjetividad es también independiente de las formas estratificadas del saber y estratégicas del poder (Deleuze 1986: 109).

6. La historicidad de los dispositivos

Ahora bien, ¿cómo comprender esta sucesión de escritos deleuzianos acerca del dispositivo en Foucault y las idas y vueltas al respecto? En un artículo que también recorre parcialmente algunos de los textos de los que nos hemos ocupado hasta aquí, Igor Krtolica (2009) sostiene, como tesis general, que Gilles Deleuze ha mantenido, precisamente a través de estos escritos, un diálogo ininterrumpido con Michel Foucault a partir del cual ha elaborado su propia noción de agenciamiento y ha conciliado, en su libro de 1986 consagrado a Foucault, dos concepciones diferentes de la historicidad de los agenciamientos y de sus condiciones de mutación (Krtolica 2009: 97, 100). En el marco de esta tesis general, sostiene Krtolica, la noción de agenciamiento hace su aparición en Deleuze en 1975, en relación con el concepto de diagrama de Surveiller et punir (Krtolica 2009: 97-99), con la finalidad de encontrar una explicación a las mutaciones históricas a través de una formulación de las relaciones entre el plano del contenido y el de la expresión más allá de las propuestas de matriz estructuralista o marxista. En otros términos, con la noción de agenciamiento, Deleuze habría buscado substraerse a la alternativa entre quienes concebían que el plano de la expresión producía el contenido y, al contrario, aquellos que pensaban que el plano del contenido, la economía, determinaba las modalidades de la expresión, la ideología (Krtolica 2009: 99). En un primer momento, Deleuze se sirvió de la afirmación de la prioridad de las líneas de fuga para explicar los cambios a nivel de los agenciamientos. Y, por ello, se comprende la polémica que entabla con el Foucault no ya de Surveiller et punir, sino de La Volonté de savoir. La prioridad de las líneas de fuga, si bien favorecía la explicación de los cambios de los diagramas, dificultaba la descripción misma de los agenciamientos. En efecto, estos se volvían móviles, pero poco estables. Por ello, según Krtolica, Deleuze se encamina hacia otra concepción de la historicidad de los mismos. De este modo, si en un primer momento, por ejemplo en “Désir et plaisir”, nos encontramos con una concepción que responde, según la caracterización de Krtolica, a una lógica binaria, dominada por la distinción entre máquina abstracta y máquina concreta, más tarde, en cambio, en su Foucault, Deleuze se sirve, de nuevo según la expresión de Krtolica, de una lógica ternaria, pues, además de las mencionadas máquinas, se introduce la dimensión del afuera (Krtolica 2009: 116). La prioridad, ahora, pertenece a las fuerzas del afuera (du dehors).
La argumentación de Krtolica, a nuestro modo de ver, presenta dos importantes dificultades en relación con el pensamiento de Deleuze. La primera, por denominarla de algún modo, de orden filológico. En efecto, la afirmación acerca de la emergencia del concepto de agenciamiento en 1975, en Kafka. Pour une littérature mineure y en “Écrivain non: un nouveaux cartographe”, a fin de hacerla coincidir con la aparición de Surveiller et punir, resulta cuestionable. Si bien es cierto que, en los trabajos de Deleuze y Guattari, recién a partir de Kafka. Pour une littérature mineure el concepto de agenciamiento releva al de máquinas deseantes del Anti-Oedipe, el concepto en sí mismo, no simplemente el término, aparece antes de 1975, por ejemplo, en el mismo Anti-Oedipe de 1972 y en “Cinq propositions sur la psychanalyse” de 1973 (actualmente reimpreso en L’Île deserte et autres textes).10 La segunda dificultad es de orden interpretativo. Hablar de una contraposición entre dos lógicas de la mutación de los agenciamientos, una binaria y otra ternaria que se habrían sucedido a medida que Deleuze elaboraba su concepción de la historicidad de los mismos en diálogo fluido con Foucault, también resulta problemático. En efecto, en lo que Krtolica denomina lógica binaria, a partir de la distinción entre máquina abstracta y máquinas concretas, nos encontramos en realidad, precisamente para dar cuenta de los movimientos de desterritorialización y reterritorialización, es decir, de las mutaciones, con tres elementos: las líneas de segmentación dura, la de segmentación blanda y, finalmente, las líneas de fuga.
Respecto del pensamiento de Foucault, al que Krtolica dedica, en razón de sus objetivos, mucho menos espacio, también es necesario señalar que no es cierto que Foucault no ofrezca ninguna explicación sobre el modo en que pueden tener lugar los cambios a nivel de los dispositivos (Krtolica 2009: 109). Como vimos, Foucault habla al respecto de procesos de sobredeterminación funcional y de perpetuo completamiento estratégico de los dispositivos. La descripción de la relación entre prisión y delincuencia, en Surveiller et punir, es, precisamente, una ejemplificación de estos procesos.
Ahora bien, más allá de estas observaciones, coincidimos con Krtolica en su afirmación acerca de que el reiterado interés de Deleuze en las nociones foucaultianas de diagrama y dispositivo gira en torno a las maneras de concebir sus condiciones de mutación. Tanto en Foucault como en “Qu’est-ce qu’un dispositif?”, el eje de su interpretación del pensamiento de Foucault es la explicación de las transformaciones: de los estratos del saber a partir de las estrategias del poder y de las estrategias del poder a partir de las fuerzas del afuera de la vida. En su concepción “sísmica”11 del pensamiento de Foucault, este se ha desplazado, atravesando sucesivas crisis, del saber al poder y del poder a las prácticas de subjetivación. Por ello, en definitiva, en la interpretación de Deleuze de los años 1986-1988, el dispositivo, como vimos, es un conjunto multilineal que incluye articuladamente todas las dimensiones de las que Foucault se ha ocupado: los objetos visibles, los enunciados formulables, las fuerzas en ejercicio y los sujetos en posición. Desde este punto de vista, la entera filosofía de Foucault se presenta con una unidad que permite definirla como una filosofía de los dispositivos.
Ahora bien, en la medida en que, como hemos visto, el diagrama es la expresión de los dispositivos en su forma ideal, es decir, el mapa de diferentes dispositivos independientemente de la materia en las que estos se concretizan, la noción de diagrama desempeña una función descriptiva y explicativa más comprehensiva que la de dispositivo. Sin duda, por ello, luego de haber analizado, en los términos interpretativos que hemos apenas expuesto, esta filosofía de los dispositivos, Deleuze presenta, acompañado de un dibujo ilustrativo, lo que denomina el “Diagrama de Foucault” (Deleuze 1986: 128). De este modo, enumerada como la dimensión 1, nos encontramos con la “línea del afuera” que se pliega a la mitad de su recorrido para dar lugar, en ese pliegue, a la “zona de subjetivación”, dimensión enumerada como 4. A ambos lados de este pliegue, Deleuze dibuja, mediante puntos y líneas, inmediatamente por debajo de la “línea del afuera”, la dimensión 2, la “zona estratégica del poder”. Y, también a ambos lados del pliegue de la subjetivación, pero por debajo de la zona estratégica del poder, están representados los “estratos” del saber. En esta topología del pensamiento de Foucault, sostiene Deleuze, corresponde “a la relación con el afuera poner en cuestión las fuerzas establecidas” (Deleuze 1986: 128).

7. ¿Un pensador sísmico?

Como decíamos al inicio, para concebir la entera filosofía de Michel Foucault como una filosofía de los dispositivos, Deleuze no podía dejar de preguntarse qué es un dispositivo. Entre otras razones, porque era necesario extender el alcance de esta noción más allá de los libros en los que efectivamente es utilizado, Surveiller et punir y La Volonté de savoir. Parte de esta tarea ya había sido llevada a cabo por el propio Foucault. La episteme de los saberes sería, según sus propias palabras, un “dispositivo específicamente discursivo” (Foucault 1994, vol. 3: 301). Y, en cuanto concierne al ámbito de las prácticas de subjetivación, aunque sea poco frecuente, Foucault habla de “dispositivos de subjetivación” (2001: 305). Pero la respuesta deleuziana a la pregunta por el dispositivo va mucho más allá de esta extensión del concepto. Deleuze nos ofrece, en efecto, una interpretación de las diferentes dimensiones de ese conjunto multilineal que lo constituye y, además, el diagrama al que los dispositivos foucaultianos remiten. Así, según vimos, luego de distinguir en el orden del saber, entre el ver y el enunciar, el registro de la luz y del lenguaje, articula esta distinción con la dualidad del poder (afectar y ser afectado, espontaneidad y pasividad). Los estratos del saber integran las fuerzas del poder, y estas, a su vez, producen formas de diferenciación en aquellos. Por otro lado, pasando ahora de un registro kantiano a otro nietzscheano, Deleuze, apoyándose en la parte final de La Volonté de savoir donde se introduce la noción de biopoder, concibe las fuerzas excedentes de la vida, las fuerzas del afuera, como la posibilidad de la resistencia y el motor de las mutaciones históricas (Deleuze 1986: 101), en particular, en relación con el pliegue de la subjetivación. A partir de las fuerzas del afuera y de la línea de afuera, topológica e históricamente, toma finalmente forma su “diagrama Foucault”.
Como ya señalamos, una imagen sísmica del pensamiento acompaña esta interpretación deleuziana de Foucault. Ella tiene uno de sus puntos de apoyo en las pausas que separan la publicación de sus libros (Deleuze 1990: 142-143). Así, entre L’Archéologie du savoir (1969) y Surveiller et punir (1975), nos encontramos con seis años de distancia en los que Foucault no publicó ningún libro.12 Y lo mismo sucede, esta vez durante ocho años, entre La Volonté de savoir (1976) y L’Usage des plaisirs (1984), el primer y el segundo volumen de la Histoire de la sexualité. La primera de estas pausas balizaría la crisis que lo condujo de la arqueología de los saberes, en cuyo marco se inscriben las publicaciones aparecidas entre 1961 y 1969, a la genealogía del poder; la segunda, de la genealogía al estudio de la ética de los antiguos entendida en términos de prácticas de subjetivación o gobierno de sí mismo. En términos deleuzianos, de los estratos a las estrategias y de las estrategias al pliegue.
Ahora bien, si se toman en consideración no solo sus libros publicados en vida, sino también sus artículos, intervenciones, entrevistas y, sobre todo, sus cursos, nos encontramos con una imagen diferente. Considerando este material en su totalidad, teniendo presente además que ha finalizado la publicación de sus trece cursos en el Collège de France dictados entre 1970 y 1984, vemos un recorrido ininterrumpido en el que Foucault procede retomando temas y reelaborándolos.
Además, acerca de la pausa que separa el primero de los siguientes volúmenes de la Histoire de la sexualité, no debe dejarse de lado cuanto se señala en la “Chronologie” establecida por Daniel Defert para la edición de la compilación Dits et écrits: “El abogado del editor [Gallimard] hizo firmar a Foucault, que no tenía ningún compromiso, un contrato de exclusividad por cinco años. Foucault decidió, entonces, que su próximo libro (que fue La Volonté de savoir) sería de reducida extensión y que no habría otro durante cinco años (lo que muchos han interpretado como una crisis en su reflexión)” (Foucault 1994, vol. 1: 50).
Ahora bien, aunque esta perspectiva resulte, entonces, opuesta a la visión sísmica de su pensamiento, resulta posible continuar sosteniendo la tesis general de Deleuze en su Foucault de 1986 y en su intervención “Qu’est-ce qu’ un dispositif?”, según la cual su filosofía es una filosofía de los dispositivos en la que se busca articular las relaciones entre las formas de saber, las relaciones de poder y las prácticas de subjetivación. Y también que la incorporación de la dimensión del poder –el propio Foucault había sido explícito al respecto (1994, vol. 3: 144)– ha sido introducida para explicar las mutaciones y transformaciones en el orden de saber y, más específicamente, de los saberes acerca del hombre. Así, en Surveiller et punir, las disciplinas aparecen como la matriz, en el registro del poder, de los saberes con radical “psico”, según la expresión de Foucault (1975: 195) y, más tarde, en Sécurité, territoire, population, la población, objeto de las formas de normalización biopolítica, es identificada con la figura del hombre que han pensado las ciencias humanas y el humanismo (Foucault 2004a: 81).
Pero, desde esta perspectiva, la de un pensamiento ininterrumpido, la afirmación de que Foucault ha pasado de la descripción de los dispositivos de poder al análisis de los dispositivos o prácticas de subjetivación a partir de las formas excedentes de la vida en las que actúan las fuerzas o línea del afuera se vuelve problemática. El recorrido que transita Foucault en los ocho años que separan el primero de los dos volúmenes siguientes de la Histoire de la sexualité nos muestra, en efecto, que ha sido la cuestión de la verdad la que lo condujo a centrar sus análisis en las prácticas de subjetivación y las formas del gobierno de sí mismo, no a partir de la relación de estas con el afuera, sino con las modalidades históricas del decir verdadero.

8. El dispositivo veridiccional

Ciertamente, la relación entre los cursos de Foucault y sus libros publicados en vida presenta ciertas dificultades interpretativas como, por ejemplo, la no correspondencia perfecta entre cursos y libros. No a todos los cursos o ciclo temático de cursos corresponde un libro. Respecto de la cuestión que aquí nos interesa, la emergencia y el uso foucaultiano de la noción de dispositivo, esta no correspondencia está estrechamente vinculada con la reformulación del proyecto de la Histoire de la sexualité.
Como sabemos, en la contratapa de la primera edición de La Volonté de savoir se anunciaban otro cinco volúmenes que sucederían al que acababa de aparecer: La Chaire et le corps, La Croisade des enfants, La Femme, la mère et l’hystérique, Les Pervers, Poblation et races. Es fácil ver cómo los primeros cuatro volúmenes de estos cinco anunciados corresponden, respectivamente, a cada uno de los elementos que componen, en La Volonté de savoir, el dispositivo de sexualidad, y cómo el último de ellos (el quinto y, por lo tanto, el sexto de la serie) hubiese abordado los dos temas introducidos en la parte final de esta obra en relación con la noción de biopolítica. Aunque ninguno de estos libros fue finalmente publicado, por el desarrollo de sus cursos en el Collège de France, podemos ver que Foucault, a partir de la publicación de La Volonté de savoir, focaliza su trabajo en torno al material del que hubiese podido servirse para la composición del volumen cuyo título propuesto era Population et races. En efecto, los cursos de los años 1975-1979, “Il faut défendre la société”, Sécurité, territoire, population y Naissance de la biopolitique, se ocupan precisamente de las cuestiones de la raza, primeramente concebida en términos históricos y luego biológicos, y de la emergencia de la noción de población. En el desarrollo de estos cursos, Foucault pasa del análisis del poder en términos de lucha, en “Il faut défendre la société”, al poder concebido como conducción de conductas, es decir, como gobierno, en Sécurité, territoire, population,13 y, en Naissance de la biopolitique, a las nociones de gobierno mediante la verdad y veridicción.14 Estos conceptos –gobierno, veridicción y gobierno mediante la verdad– serán objeto de los cursos inmediatamente sucesivos a los tres que hemos apenas mencionados, es decir, de Du Gouverment des vivants y Subjectivité et vérité. A través de ellos Foucault prepara el camino, que será profundizado en L’Herméneutique du sujet, para abordar el estudio de la ética de los antiguos en los volúmenes segundo y tercero del plan definitivo de la Histoire de la sexualité y también el estudio de la parresía, el decir verdadero, en la Antigüedad, de la que se ocupa en sus dos últimos cursos en el Collège de France.
En este sentido, es necesario subrayar, en primer lugar, que el propio Foucault al inicio de su curso Du gouvernement des vivants, con una mirada retrospectiva sobre su recorrido intelectual, ha redefinido todo su trabajo en estos términos: “pasando de la noción de saber-poder a la noción de gobierno mediante la verdad, se trata de dar un contenido positivo y diferenciado a los términos de saber y de poder” (2012a: 13). Y, en segundo lugar, que, recorriendo estos cursos de los años 1976-1981, es posible responder a esas dos cuestiones que Deleuze plantea en sus textos críticos sobre la noción de dispositivo en Foucault y que finalmente son en gran medida dejadas de lado tanto en su curso y como en su libro de 1986: qué significa que una sociedad se estrategiza (se stratégise) y qué sentido tiene, para Foucault, la reintroducción del concepto de verdad. Por un lado, que una sociedad se estrategiza significa que hay que concebir al poder fundamentalmente en términos de gobierno. “El ejercicio del poder [afirma en efecto Foucault] consiste en ‘conducir conductas’ y manejar la probabilidad. El poder, en el fondo, es menos del orden del enfrentamiento entre dos adversarios o del compromiso de alguien frente a otro que del orden del ‘gobierno’ ” (1994, vol. 4: 237). Por otro lado, en cuanto concierne a la noción verdad, Foucault no se interesa en establecer las condiciones bajos las cuales un enunciado puede ser verdadero, sino en los diferentes juegos de verdad, en las diferentes formas de lo que denomina veridicción, y el modo en que han podido aparecer en la historia (Foucault 2012b: 9).15 Por ello, si en los últimos años de Foucault, en la articulación de las formas de ejercicio del poder con las prácticas de subjetivación, hay un impronta nietzscheana, ella no se encuentra en la cuestión del superhombre y las fuerzas del afuera, recurrentes en el curso de Deleuze de 1986 sobre el poder en Foucault y en su libro homónimo del mismo año, sino en la noción de Wahrsagen, de decir-verdadero.
En definitiva, si bien puede afirmarse, como ya señalamos, que la entera filosofía de Foucault puede ser vista como una filosofía de los dispositivos, es necesario agregar, completando de este modo la interpretación deleuziana, que esta filosofía de los dispositivos es, finalmente, una filosofía de veridicción.

NOTAS

1. Esta intervención fue publicada primero, pero parcialmente, en el Magazine Littéraire, en 1988 como “Qu’ est-ce qu’ un dispositif?”. La versión completa, acompañada de un resumen de la discusión subsiguiente, apareció luego en la obra que reúne las exposiciones del encuentro en cuyo marco tuvo lugar (Canguilhem 1989: 185-195). Posteriormente, esta versión completa pero sin el resumen de la discusión, fue reimpresa en la compilación de textos y conversaciones de Deleuze, preparada por David Lapoujade (Deleuze 2003: 316-325). Y una versión en inglés de este texto ha sido incluida, precisamente para explicar qué es un dispositivo, en la voz “Apparatus” del Cambridge Foucault Lexicon de Lawlor y Nale (2014).
2. Cf. Castro 2011: 114.
3. Este curso –que continúa el precedente acerca de la cuestión del saber y que, a su vez, será seguido de otro acerca de los modos de subjetivación– todavía no ha sido publicado en lengua francesa, pero se puede acceder a través de las grabaciones y transcripciones disponibles en el sitio web de la Université de Paris VIII-Vincennes. Existe, sin embargo, una edición en español de estos cursos en formato impreso que no sigue las transcripciones en francés disponible en la web (que, a decir verdad, presentan varias deficiencias) sino que ha sido traducido a partir de transcripciones propias, a nuestro juicio más completas. Por esta razón, en este caso, preferimos servirnos de esta versión en español.
4. Este trabajo forma actualmente parte del Foucault de Deleuze. Como se aclara desde el inicio, este libro reúne seis estudios “relativamente independientes” (Deleuze 1986: 7). Los dos primeros, con algunas modificaciones, son las reseñas publicadas en 1970 y 1975, en la revista Critique. Los otros fueron escritos luego de la muerte de Foucault.
5. En efecto, el diccionario Larousse de la lengua francesa enumera “disposition” como sinónimo de “agencement”, con el sentido de acomodar los diferentes elementos de un conjunto.
6. En su curso de 1986 sobre el poder, Gilles Deleuze sostiene que el término “diagrama” aparece solo una vez en Foucault (Deleuze 2014: 14). Aunque en substancia se trata de una afirmación cierta, es imprecisa. Aparece, en realidad, en dos ocasiones en Surveiller et punir (Foucault 1975: 174, 207). En ambos casos se trata de un concepto aplicado al modo de funcionamiento del poder.
7. Deleuze atribuye a Félix Guattari la creación de los neologismos “déterritorisation” y “re-territorialisation”
(Deleuze y Parnet 1996: 161).
8. Acerca de la relación entre micropolítica y segmentaridad, cf. Deleuze y Guattari 1980: 253 y ss.
9. Poco después de la aparición de La Volonté de savoir, en 1977 el denominado “affaire Croissant” marca un nuevo distanciamiento entre Foucault y Deleuze, esta vez en el terrero propiamente politico a propósito de la extradicción de Klaus Croissant, el abogado de la Rote Armee Fraktion alemana que había solicitado asilo en Francia. Foucault, en fecto, se rehusa a firmar la intervención redactada por Deleuze y Guattari, “Le pire moyen de faire l’Europe” (Deleuze 2003: 135-137), y publica un artículo y una entrevista con su punto de vista, “Va-t-on extrader Klaus Croissant?” y “Désormais, la sécurité est au-dessus des lois” (Foucault 1994, v. 3: 361-366).
10. El término, ciertamente sin el sentido técnico que tendrá posteriormente, aparece ya en 1963, en la Philosophie critique de Kant (Deleuze 1963: 106) Y en la intervención titulada “Cinq propositions sur la psychanalyse” aparece por primera vez la expresión “agenciamientos colectivos de enunciación” (Deleuze 2002: 383). Resulta, por ello, imprecisa la afirmación de Sylvain Dambrine que sitúa la emergencia de esta última expresión también en Kafka. Pour une littérature mineure (Sasso y Villani 2003: 34).
11. “Los pensadores como Foucault proceden por crisis, por sacudidas, hay en ellos algo de sísmico” (Deleuze 1990: 206).
12. Aunque aparecido en 1971 en formato de libro, L’Ordre du discours es, como sabemos, la conferencia inaugural en el Collège de France.
13. En Sécurité, territoire, population, Foucault sostiene, en efecto, “a medida que hablaba de la población, había una palabra que volvía sin cesar –me dirán que lo hice apropósito, quizás no del todo–, es la palabra gobierno” (2004a: 77). Por ello, este curso de 1978, que se inicia con el análisis de los dispositivos de seguridad y la emergencia de la noción y el concepto de población, a partir de la clase del 8 de febrero se convierte en un curso sobre las nociones de gobierno y gubernamentalidad.
14. En el marco del estudio de la racionalidad liberal, el término y el concepto de veridicción (véridiction) hace su aparición por primera vez en los trabajos de Foucault en Naissance de la biopolitique (2004b: 23).
15. Acerca de las nociones de verdad y veridicción en Foucault, cf. Castro 2011: 390-395.

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Recibido: 02-2016;
aceptado: 05-2016

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