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Revista latinoamericana de filosofía

versión On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.45 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2019

 

COMENTARIOS BIBLIOGRÁFICOS

Silvia Magnavacca, María Isabel Santa Cruz y Lucas Soares (eds.), Conocerse, cuidar de sí, cuidar del otro: reflexiones antiguas y medievales, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2017, 377 pp.

 

De las diversas temáticas filosóficas que inquietan a la comunidad académica, la cuestión relativa al conocimiento y cuidado de sí mismo y del otro ocupa un lugar destacado. Silvia Magnavacca, María Isabel Santa Cruz y Lucas Soares han editado una colección de logrados estudios que ofrece a los lectores un recorrido por el tratamiento que recibió el tema en manos de algunos de los filósofos más representativos de la filosofía antigua y medieval.

El libro inicia con el capítulo de María Inés Crespo para quien las máximas apolíneas “conócete a ti mismo” y “nada en exceso” expresaban para el pensamiento griego arcaico el llamado a que los hombres tomaran conciencia del lugar intermedio que ocupaban entre los dioses y los animales. Sorprende gratamente la selección y análisis que realiza la autora de algunos fragmentos heraclíteos para mostrar que en ellos se opera una ruptura con la concepción griega arcaica, al expresar las primeras enunciaciones que asumen la tarea del hombre en la búsqueda del logos como un ejercicio del autoconocimiento a partir de la introspección.

Luego, los editores reunieron cinco capítulos que proponen una innovadora aproximación a la filosofía de Platón desde la perspectiva central del libro. Comenzando con el examen del Cármides, Rodolfo Arbe (capítulo 2) arriba a una nueva perspectiva del rol del maestro en la filosofía de Platón en tanto ya no resulta simplemente un portador y transmisor de conocimiento, sino un factor externo que permite al discípulo modificar la mirada que tiene de sí mismo. El recorrido continúa con la contribución de María Gabriela Casnati (capítulo 3), quien analiza el sentido que toma el pronombre autós (mismo) en varios pasajes del Fedón. Para la autora, el sí mismo es identificado con el modo de vida del filósofo, que, lejos de identificarse con un accionar ascético, procura lidiar con los deseos del cuerpo a partir del ejercicio de la razón.

Los dos siguientes capítulos del libro están dedicados a la República. Por un lado, Lucas Soares (capítulo 4) encuentra en el modelo psicológico de partes en conflicto de la República un modelo de conocimiento de sí leído en clave psicopolítica. A diferencia del estudio de Casnati, donde la instancia de stásis para el alma residía en el cuerpo, Soares se refiere a la stásis interior del alma a partir de un léxico bélico y político, expresado en la búsqueda de equilibrio entre las partes racional y fogosa para restringir las inclinaciones apetitivas del alma. Por su parte, María Isabel Santa Cruz presenta otro estudio dedicado a la República (capítulo 5). Luego de analizar diálogos como Apología, Alcibíades I y Gorgias, en donde, según la autora, Platón asume el cuidado de sí como condición previa para el cuidado de los otros, Santa Cruz describe la paideía que reciben los jóvenes candidatos a cumplir con las funciones de gobernantes. Para Santa Cruz, el entrenamiento dialéctico es el modo mediante el cual el gobernante logra acceder al conocimiento de sí, el cual, marcando una continuidad con el primer grupo de diálogos examinados, es condición de posibilidad para el cuidado de los otros.

El trabajo de Ivana Costa (capítulo 6) cierra el examen de la filosofía de Platón. La autora señala que en el Ti-meo existe una preponderancia del término therapeía por sobre el de epiméleia, lo cual cristalizaría un desplazamiento en el pensamiento de Platón desde una concepción del cuidado de sí como sujeto que se piensa a sí mismo, presente en mayor medida en otros diálogos, a la de una práctica que busca la salud, tanto del alma como del cuerpo, buscando un equilibrio perdido.

Posteriormente, tres capítulos son dedicados a Aristóteles. Claudia Seggia-ro (capítulo 7) analiza el Protréptico del Estagirita, ofreciendo un capítulo de lectura amena e introductoria a aspectos no tan estudiados de la obra del filósofo. Luego de describir el uso del género protréptico en la Antigüedad, Seggiaro señala que en manos de Aristóteles este género se identifica con una exhortación a filosofar, que puede leerse tanto como la manifestación del érgon del hombre, esto es, como el ejercicio de la actividad racional, identificado con la felicidad por Aristóteles, cuanto como un modo de vida.

Diego Tabakian (capítulo 8) rastrea la influencia que tuvo en la concepción aristotélica del sí mismo el pensamiento de Platón. Para él la herencia platónica se manifiesta en cuatro marcas rastrea-bles en la Etica Nicomaquea, de las que resulta interesante resaltar el modo en que Aristóteles asume la idea de que el cuidado de sí se alcanza en la medida en que se actúa acorde a la racionalidad. Sin embargo, para Tabakian, el discípulo se distancia del maestro al asumir que la relación que el hombre virtuoso entabla consigo mismo es equivalente a la relación que se entabla con un otro también virtuoso en el lazo de amistad, dando como resultado una ética del cuidado del otro.

El último estudio dedicado a Aristóteles está a cargo de Silvana Di Ca-millo (capítulo 9). Luego de reconstruir la crítica aristotélica a las Ideas como causas formales, la autora argumenta a favor de la idea de que la necesidad de la inmanencia de la forma en la materia no acarrea necesariamente la negación de su incorruptibilidad e ingenerabili-dad. Para dar apoyo a su hipótesis en los textos de Aristóteles, Di Camillo apela a pasajes oportunamente seleccionados de la Metafísica, Acerca del alma y la Reproducción de los animales, escrito este último que evidencia cómo para el filósofo el mecanismo de procreación es lo que permite la eternidad de la forma pese a la corruptibilidad del individuo.

La cuestión del sí mismo también es abordada en el libro desde la perspectiva de la filosofía neoplatónica. En primer lugar, Gabriel Martino (capítulo 10) reconstruye la doctrina de las potencias psicológicas de Plotino y pone de manifiesto cómo la tarea del hombre radica en develar en cuál nivel se encuentra. De este modo, para Marti-no, el sí mismo puede ser abordado en la filosofía del licopolitano a partir del término de aínigma, i. e., como aquello que permanece oculto en su interior y requiere ser conocido. En segundo lugar, Gabriela Müller (capítulo 11) aborda tres fragmentos de la obra perdida de Porfirio Sobre el “conócete a ti mismo” a través de la Antología de Estobeo, examinando el modo en que ambos tema-tizan el conocimiento de sí apoyándose en los diálogos platónicos. En el caso de Porfirio, señala Müller, se estaría frente a dos tipos de autoconocimiento, el que exclusivamente está dirigido al ser esencial y el que incluye el cuerpo y las posesiones materiales. La autora señala la incidencia que tienen estos fragmentos de Porfirio en la lectura y tratamiento que Estobeo realiza de los diálogos.

La última contribución al análisis del neoplatonismo está a cargo de Mal-ena Tonelli (capítulo 12). La autora enfrenta la tarea de explorar y comparar la noción de daímon en Plotino y Proclo, la cual, a sus ojos, abre las puertas para pensar el conocimiento de sí en uno y otro filósofo. Mientras que el primero ubica al daímon en la interioridad del hombre, en calidad de instancia superior de la parte del alma que domina, el segundo, en cambio, diferencia al daímon del alma humana, ubicándolo como intermediario entre ella y las figuras divinas, siendo la instancia a la que debe pretender acceder el alma humana para alcanzar la unificación. Más allá de esta crucial diferencia, la autora es de la opinión de que ambos filósofos ven entre el alma humana y el daímon un vínculo metafísico que resulta en una metafísica de la interioridad.

Los últimos cuatro capítulos del libro están abocados a la filosofía medieval. El primero de ellos, escrito por Silvia Magnavacca (capítulo 13), describe los males que surgen con los usos errados de la palabra en autores de la Patrística, los llamados peccata oris, que sirven a la autora de marco para abordar el concepto de amicitia en San Agustín a medida que la argumentación lo requiera. El examen de algunos pasajes del libro VII de las Confesiones le permite a Magnavacca sostener que el obispo de Hipona aborda la cuestión de la relación amistosa entre los seres humanos a partir de un ars locutionis. Magnavacca señala que el cuidar del amigo requiere tanto una buena dirección en el uso del silencio como de un officium locutionis.

Natalia Jakubecki (capítulo 14) analiza la obra de Pedro Abelardo trazando un vínculo entre la teoría ética del filósofo y su concepción del sí mismo a partir de una interesante y clara esquematización de los estados cognitivos. En efecto, para Jakubec-ki el conocimiento de sí, junto con el conocimiento de la voluntad de Dios, juega como fundamento para pensar las distintas manifestaciones del pecado. La propuesta consiste en mostrar cómo las distinciones del concepto de pecado se corresponden con modos de descuidos que el hombre comete al conocerse o conocer la voluntad de Dios.

Por su parte, Gustavo Fernández Walker nos ofrece en su trabajo una amena descripción del Libro de la Manzana, comentando, asimismo, la recepción que tuvo el texto en el Occidente Latino. Para el autor la escena final de la obra donde se muestra a un Aristóteles moribundo frente a sus alumnos expresa un tratamiento del cuidado de sí a partir de la búsqueda de la buenaventura mediante la filosofía. Por último, Marcela Borelli (capítulo 15), examina el cuidado de sí en la obra de Petrarca. A los ojos de la especialista, Petrarca se sirve tanto de los modelos monásticos como de las enseñanzas de los antiguos para edificar un modo de cuidado de sí que no se reduce a un ascetismo espiritual sino que también abarca el cuidado del cuerpo.

En conclusión, este libro ofrece una seductora invitación a recorrer algunos de los textos filosóficos más destacadas del pensamiento antiguo y medieval desde la pregunta por el conocimiento y el cuidado de sí y del otro, cuestión sobre la que, por cierto, no abunda material en la literatura especializada en español. Tal vez, uno de los aciertos de esta obra, vista en su conjunto, sea el poder introducir al lector inexperto a esta temática como asimismo conformar al especialista a partir del análisis de las fuentes y de la sistematización de bibliografía específica que brinda cada estudio.

 

GASTÓN DELBONO

UBA

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