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Revista latinoamericana de filosofía

versión On-line ISSN 1852-7353

Rev. latinoam. filos. vol.48 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2022

 

Comentarios bibliográficos

Márcio Bilharinho Naves, Marx: Ciencia y revolución, prólogo y edición de Pedro Karczmarczyk, traducción de Claudio Costales, Blas Estévez y Pedro Karczmarczyk, Santiago de Chile, Doble ciencia, 2020, 194 pp.

MANUEL KERI1 

1 UNLP

En este libro, con traducción de Claudio Costales, Blas Es-tévez y Pedro Karczmarczyk, y prólogo de este último, Márcio Bilharinho Naves -profesor retirado de la Universidad de Campinas, destacado especialista en la filosofía del derecho marxista, y en particular en el pensamiento del jurista ruso Pasukanis- abandona su ámbito específico de investigación para proponer una interpretación general del pensamiento de Karl Marx.

En la “Introducción”, Naves anticipa que la gran innovación del pensamiento de Marx consistió en la introducción de la noción de lucha de clases como clave de lectura de la historia. Para explicar esto, luego de un primer capítulo de carácter biográfico, el segundo capítulo aborda el primer período -pre- marxista- del pensamiento de Marx. Naves afirma que este período tiene dos momentos. El primero de ellos se centra en “un concepto de Estado que [Marx] utiliza como medida del Estado real” (p. 56). Marx parte de una concepción del Estado como el lugar de la universalidad, en el cual el fin singular se transforma en fin general. Dado que el Estado prusiano no se ajusta a las leyes naturales de la razón, su derecho representa un no derecho. En el segundo momento, con los Manuscritos económico-filosóficos, Marx toma prestada la idea feuerbacheana de alienación religiosa y la extiende al campo económico-social. La alienación del trabajo produce la dominación del capitalista y el fin de la alienación se identifica con la supresión de la propiedad privada. Naves encuentra que la problemática humanista envuelta en estas categorías aprisiona a Marx en el pensamiento burgués.

El tercer capítulo analiza el comienzo de la ruptura con esta concepción humanista y el albor de la teoría marxista en las Tesis sobre Feuerbach y, sobre todo, La ideología alemana. Allí, Marx comienza su análisis desde la consideración de los individuos reales para elaborar los conceptos de producción y de modo de producción. Naves considera que esto permite establecer la base de la teoría marxista, garantizando su carácter científico y materialista, pues implia que “los procesos sociales y políticos pasan a tener el principio de su inteligibilidad en las condiciones materiales de producción” (p. 72). A pesar de esta novedad, al pensar a la sociedad burguesa como el proceso de la separación entre el hombre y las fuerzas productivas, Naves sostiene que Marx sigue pensando a la categoría de alienación como central. Para Marx, el fin de la alienación y el comunismo van unidos, pues este último es un modo de apropiación de las fuerzas productivas por el hombre. Naves considera que la principal dificultad para superar estos resabios ideológicos se vincula con la prioridad otorgada al desarrollo de las fuerzas productivas como principio de inteligibilidad. Este privilegio supone una concepción humanista y reduce la importancia de la lucha de clases.

El cuarto capítulo analiza el comienzo de la superación de este obstáculo. Pues, según Naves, si bien el Manifiesto del partido comunista sigue considerando a las fuerzas productivas como el factor fundamental de desarrollo histórico, también plantea a la lucha de clases como el motor de la historia. El Manifiesto explica la transición del feudalismo al capitalismo de tal manera que la burguesía aparece como surgida del interior de la sociedad feudal para responder a las necesidades a las que esta última se vio enfrentada por el aumento del intercambio. Pero Marx afirma que, una vez que se desarrollaron, estas fuerzas productivas encontraron un obstáculo en las relaciones feudales de propiedad de las cuales habían nacido. De manera semejante, las fuerzas productivas que el modo de producción capitalista necesita desarrollar comienzan a volverse contra él: “El propio capitalismo es [...] quien crea las condiciones para la revolución del proletariado” (pp. 107-108). Sin embargo, Naves observa que, cuando tiene que determinar el elemento central en la transición al comunismo, Marx vacila entre caracterizarlo, ya como la estatización de los medios de producción, ya como la transformación revolucionaria de las relaciones de producción. Esta indecisión manifiesta que Marx está reconsiderando sus ideas: en particular, aquellas relativas a la prioridad de las fuerzas productivas sobre las relaciones de producción.

La reflexión teórica que permitirá zanjar esta vacilación se plasma en El Capital, el cual constituye el tema del quinto capítulo. Naves comienza por exponer el rechazo, por parte de Marx, de la idea de que el incremento de capital pueda surgir en la esfera de la circulación: la producción de plusvalor por la fuerza de trabajo solo puede explicarse considerando su valor de uso, esto es, su consumo como mercancía, el cual ocurre en la esfera de la producción. El análisis de la generación del plusvalor en la esfera de la producción revela que la libertad del trabajador es condición necesaria para el establecimiento de las relaciones de producción capitalista. Sin embargo, no es suficiente para el surgimiento del modo de producción capitalista. Por ello, la aparición de relaciones sociales capitalistas sin una transformación concomitante de las fuerzas productivas -tal como ocurrió durante el surgimiento del capitalismo con la industria manufacturera- implica meramente una subsunción formal del trabajo al capital. En esta situación, el capital controla los medios de producción y la comercialización, pero no tiene dominio del proceso de producción. En cambio, la subordinación real del trabajo al capital ocurre cuando una modificación de las fuerzas productivas -como la introducción de la máquina- conduce a la igualación de la fuerza de trabajo y su reducción a mero gasto de energía. La igualación de la fuerza de trabajo introduce la distinción entre trabajo intelectual y trabajo manual, pro¬porcionando al capitalista el control del proceso de producción. Es aquí cuando puede decirse que se establece el “modo de producción específicamente capita-lista” (p. 137).

El sexto capítulo analiza el modo en que el análisis desarrollado en El Capital le permite a Marx comenzar a des-hacerse de dos tesis que constituían un legado de la ideología previa. La primera tesis que Marx abandona es la que señala el predominio de las fuerzas productivas sobre las relaciones de producción. Naves afirma que, a partir del análisis de la subsunción formal y la subsunción real del trabajo al capital, se siguen dos conclusiones. La primera de ellas consiste en que la historia no se presenta ya como una “sucesión lineal de modos de producción cuyo movimiento interno está dirigido por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, sino que depende de la lucha de clases” (p. 152). En segundo lugar, las fuerzas productivas no son neutras sino que tienen una determinación de clase. Esto significa que las fuerzas productivas comunistas no pueden coincidir con las del capitalismo, ni mucho menos hacer surgir al modo de producción comunista como resultado de las contradicciones inherentes al modo de producción capitalista. Frente a esta concepción determinista, el análisis de Marx conduce a la conclusión de que el desarrollo de las fuerzas productivas depende de las relaciones de producción, esto es, de la lucha de clases. La segunda tesis que Marx abandona es la que afirmaba la determinación directa de la superestructura por la base económica. Esta idea es reemplazada por la figura de la “determinación en última instancia”. Naves considera que esta idea puede encontrarse al comparar la explicación de Marx respecto del funcionamiento de los modos de producción capitalista y feudal. Esta comparación muestra que, en función del modo de producción del que se trate, el elemento dominante de la reproducción de las relaciones de producción puede encontrarse, alternativamente, en la superestructura o en la estructura económica. Sin embargo, la razón por la cual uno u otro de los ele¬mentos resulta dominante la proporciona un análisis del modo de producción, es decir, de la estructura.

El séptimo capítulo considera dos rectificaciones que Marx realiza en textos posteriores a El Capital respecto de la transformación del Estado en la transición socialista. La primera rectificación “permite revisar la posición dominante que Marx había otorgado a la supresión de la propiedad privada para pensar el socialismo” (p. 162). La transferencia de la propiedad al Estado es condición necesaria pero no suficiente para la eliminación del capitalismo: esto último exige también la transformación de las relaciones de producción. La segunda rectificación consiste en la introducción de la idea de la destrucción del Estado burgués como condición necesaria de la transición. Como resultado de la experiencia de la Comuna de París, Marx pasa a considerar el reemplazo del Estado burgués por otro diferente como condición de posibilidad de la transición al socialismo. Esto es necesario porque el Estado burgués es el instrumento político de sujeción del proletariado y es, por ello, un obstáculo para la apropiación de las condiciones materiales de producción. Este reemplazo del Estado implica su transformación en algo que, en sentido estricto, ya no es un Estado, pues porta el germen de su propia destrucción.

Como podemos observar, la exposición de Naves conduce de manera firme a la conclusión que había intentado establecer en la introducción. La idea central de Naves es que Marx rompió con las representaciones ideológicas de la historia y pudo producir un conocimiento científico de la misma al “identificar en la lucha de clases el principio que le da inteligibilidad” (p. 187). Su lectura tiene la virtud de introducir de una manera accesible algunos puntos conceptualmente densos pero imprescindibles para un abordaje del pensamiento de Marx que no lo reduzca a categorías humanistas.

Ref

1 Márcio Bilharinho Naves, Marx: Ciencia y revolución, prólogo y edición de Pedro Karczmarczyk, traducción de Claudio Costales, Blas Estévez y Pedro Karczmarczyk, Santiago de Chile, Doble ciencia, 2020, 194 pp. [ Links ]

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