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Población y sociedad

versión On-line ISSN 1852-8562

Poblac. soc. vol.21 no.1 San Miguel de Tucumán jun. 2014

 

RESEÑAS

Campesinos, azúcar y política: cañeros, acción corporativa y vida política en Tucumán (1895-1930).
María Celia Bravo, Prohistoria, Rosario, 2008, pp. 334.

 

¿Cómo explicar la consolidación y la gravitación fundamental de los productores cañeros en el complejo azucarero tucumano, rasgo ciertamente peculiar en el concierto agroindustrial incluso a nivel latinoamericano? ¿Qué factores permiten dar cuenta de la fuerza del sector a la hora de apelar a los poderes públicos en salvaguarda de sus intereses? ¿Qué procesos coadyuvaron a la configuración de una suerte de identidad cañera que logró trascender las diferencias nacidas de la persistente desigualdad de la estructura agraria de la provincia norteña? ¿En qué realidades abrevaban los postulados agraristas que concitaron la atención de la dirigencia política y suscitaron el apoyo de la sociedad tucumana? He aquí los interrogantes centrales que articulan una obra que vino a echar inapreciable luz en el horizonte de la historiografía azucarera argentina. Las hipótesis que sustentan la interpretación que nos ofrece María Celia Bravo al procurar responderlos no se muestran tributaria de aquellas visiones clásicas de la sociedad como una totalidad de esferas coherentemente articuladas que remiten a devenires previsibles y unidireccionales. A lo largo de los nueve capítulos que componen el libro la impronta efectiva de los contextos económicos, políticos o culturales se decodifica a la luz de las representaciones y las prácticas de sujetos concretos, develando la riqueza y la complejidad de la dinámica social. Desde una perspectiva regional que atraviesa el conjunto de la obra, el recorrido comienza por el análisis de las características de la economía campesina tucumana anterior al despegue azucarero a fin de reconstruir los lineamientos del proceso que orientó a los productores agrícolas hacia el cultivo de caña, aportando elementos claves a una cuestión que ha venido siendo objeto de intenso debate historiográfico. Tras una minuciosa descripción de los contextos de interacción en el medio rural se tematizan las aristas de la relación entre industriales y cañeros y la temprana apelación de estos últimos a formas de resistencia que, abrevando en arraigadas tradiciones de independencia y apego al terruño, incluyeron la demanda de involucramiento estatal y el uso de la prensa, echando las bases para aglutinar en torno a una identidad común a los actores agrarios. Tal cuestión se profundiza más adelante en el texto en donde, a propósito de las grandes transformaciones provocadas por la especialización azucarera y la consiguiente conflictividad y clima de malestar que se instalaron en la campiña tucumana -reflejados en una diversidad de fuentes minuciosamente revisadas- la autora logra dar cuenta de la presencia de una comunidad rural activa y consciente de sus posibilidades, saliendo al cruce en este punto de algunas consagradas versiones historiográficas. Los industriales en proceso de consolidar su poderío económico por la vía de la concentración fabril y territorial se apropiaron de los recursos hídricos y de las antiguas rutas de comunicación comarcal, suscitando la reacción de los productores agrarios y la ulterior intervención del Estado provincial que, con espíritu reformista, procuró ordenar el espacio rural bajo la premisa de los efectos benéficos que traían aparejados la pequeña y mediana propiedad.
En otro de los capítulos del libro se aborda la cuestión de la insoslayable necesidad de políticas proteccionistas para la viabilidad de la industria azucarera en el país y se da cuenta del debate que tuvo lugar hacia finales del siglo XIX en el ámbito parlamentario nacional, enfrentando a librecambistas con defensores de un proteccionismo racional, según la fórmula al cabo esgrimida por actores conscientes de que la expansión de la actividad azucarera no debía ser percibida como un obstáculo para el buen funcionamiento del modelo agroexportador. En esta visión convergieron industriales y cañeros y una sección del libro está dedicada a analizar los contenidos discursivos que articularon esta causa común. En apartados subsiguientes se da cuenta de los factores que llevaron al deterioro de este frente social azucarero al ritmo de las dificultades que atravesó la agroindustria a partir de la crisis de sobreproducción de 1895. En el marco de la misma se analizan las relaciones de unos cañeros lanzados decididamente a la acción corporativa -a través de una organización específicamente concebida para la defensa de los intereses del sector- con un Estado provincial de signo conservador dispuesto a receptar sus demandas. Los efectos en el plano político de las leyes machete implementadas al despuntar el nuevo siglo con miras a sostener al plantador independiente pondrían fin a la hegemonía del roquismo en Tucumán, siendo la reconstrucción de estos procesos un aporte central de la investigación.
El análisis avanza luego por los derroteros de la política azucarera a partir de la llegada de Yrigoyen a la presidencia de la República, etapa en la que se debilitaron los mecanismos de articulación de los intereses de la agroindustria con los del gobierno nacional, mientras en la provincia los conflictos el seno del partido amenazaban con frustrar la primera experiencia de gobierno radical. Interesada en develar las razones de la permeabilidad del Estado a las demandas de los plantadores que desde el Centro Cañero presionaban por la redistribución del ingreso azucarero mediante la implementación de mecanismos reguladores, la autora analiza el proceso de conformación del discurso agrarista y su perdurable afianzamiento en la agenda política de radicales y conservadores. Los apartados siguientes se adentran entonces en los fundamentos del proteccionismo distributivo que relacionaba la legitimidad de la protección oficial a la industria azucarera con su impacto como factor de desarrollo económico y social de una importante región del país, lo que se consideraba ligado a la preservación del pequeño propietario rural frente a la voracidad del latifundio agroindustrial. La intervención del Estado nacional se juzgaba imprescindible no sólo en relación a la política arancelaria sino también para garantizar criterios de equidad y justicia entre sus factores integrantes. Estos postulados se materializarían tras mediar la mayor y más significativa movilización agraria que convulsionó a Tucumán en 1927. Los dos últimos capítulos están centrados en examinar el desarrollo de esta huelga cañera, las causas de su triunfo y la institucionalización de las reivindicaciones del sector a través del Laudo Alvear, cuyos principios rigieron de ahí en más el funcionamiento del complejo azucarero en la provincia.
Con rigor conceptual y contundente apoyatura empírica, son varios los niveles de análisis desplegados en el libro y la narrativa articula diferentes contextos, desde el más profundo y persistente en el tiempo al más inmediato escenario de interacción. El lector se halla, sin dudas, ante una obra esencial para comprender las formas de estructuración del modelo agroindustrial tucumano en relación a los avatares de la política azucarera argentina y, en este marco, la impronta fundamental de las prácticas y concepciones sustentadas por los cañeros.

Adriana Kindgard
Unidad de Investigación en Historia Regional (CONICET - UNJu)

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