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Población y sociedad

versión On-line ISSN 1852-8562

Poblac. soc. vol.22 no.1 San Miguel de Tucumán jun. 2015

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Combinar trabajo y estudios superiores ¿Un privilegio de jóvenes de sectores de altos ingresos?

Combining work and higher education. A privilege of young people from high-income sectors?

 

Mariana Busso *
Pablo Ernesto Pérez **

* Socióloga (Universidad Nacional de La Plata), Magíster en Ciencias Sociales del Trabajo (Universidad de Buenos Aires), Dra. en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires), Dra. de la Université de Provence, mention Lettres et Sciences Humaines (Francia), Investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con sede en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales y directora del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata. Es profesora de grado y posgrado de la Universidad Nacional de La Plata. Sus investigaciones abordan los siguientes temas: Sociología del trabajo, Identidad y procesos simbólicos, trabajo informal, e inserción laboral de los jóvenes. Correo electrónico: mbusso@ceil-conicet.gov.ar
** Economista (Universidad Nacional de La Plata), Doctor en Ciencias Económicas (Univ. de París-Est) y en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires) e Investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con sede en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales. Docente de grado y posgrado en las universidades nacionales de La Plata y Buenos Aires. Sus temas de investigación involucran la relación entre la macroeconomía y el mercado de trabajo, la inserción laboral de los jóvenes y las políticas laborales y sociales. Correo electrónico: pperez@ceil-conicet.gov.ar

RECIBIDO:23/10/13
ACEPTADO:17/06/14

 


RESUMEN

El presente artículo ahonda en la comprensión de una relación muy discutida desde las ciencias sociales: educación y trabajo. En particular partiremos de un dato interesante de la realidad argentina que contrasta con los antecedentes académicos sobre el tema: los jóvenes de sectores medios y altos que acceden a estudios superiores, son más proclives a articular trabajo y estudio que aquellos de sectores bajos. El estudio procesa, analiza y complementa datos longitudinales provenientes de estrategias de investigación cuantitativa y cualitativa a fin de dar cuenta de distintos factores que confluyen en esa realidad: desde datos estructurales y sociodemográficos, a percepciones y motivaciones subjetivas de los jóvenes en relación al trabajo y el estudio.

Palabras clave: Jóvenes; Educación; Trabajo; Desigualdad social; Pobreza

ABSTRACT

This paper enquires into a quite common topic in the field of Social Sciences: the relationship between education and work. We start from a very interesting fact which is part of Argentinean reality: middle and upper-class higher education students are more likely to combine work and study than lower-class ones. This research makes use of quantitative and qualitative strategies in order to account for different factors that come together to shape such reality: going from structural and demographic information to young people's perceptions and subjective motivations regarding education and work.

Key words: Young people; Education; Work; Social inequality; Poverty


 

Introducción

En las últimas décadas, las trayectorias laborales de los jóvenes argentinos parecieran atravesadas por el ejercicio simultáneo de trabajo y formación, la reversibilidad de estados de actividad y de empleo, aunque también por la fragmentación y la inestabilidad -entre otros rasgos- (Longo, 2011). La valorización de experiencias profesionales por parte de las empresas, la existencia de trabajos eventuales vinculados a la flexibilización del mercado de trabajo, la búsqueda de autonomía financiera por parte de los jóvenes, son todas razones que estarían coadyuvando a que los jóvenes combinen trabajo y estudios superiores.
La visión más extendida apunta a que la democratización de la enseñanza superior ha generado necesidades de financiamiento para aquellos estudiantes de origen humilde, o bien para aquellos obligados a abandonar el domicilio familiar (Beduwe & Giret, 2004), lo que llevaría a que estos estudiantes procuren conseguir un puesto de trabajo a la vez que cursan estudios superiores. Ya hace casi treinta años Bourdieu & Passeron (1985) encontraban que el número de estudiantes que trabaja, decrece en cualquiera que sea la disciplina, a medida que aumenta la categoría social, destacando el origen social como una variable medular que condiciona las posibilidades de estudiar y trabajar paralelamente.
Frente a este diagnóstico presente en los antecedentes académicos sobre el tema, en Argentina, el análisis de los datos agregados nos indica que para los jóvenes egresados del nivel secundario, es más frecuente que los jóvenes de estrato alto y medio combinen trabajo y estudio, en relación a aquellos de sectores más desfavorecidos. Esto nos estaría indicando que el hecho de desarrollar ambas actividades al mismo tiempo no se debería exclusivamente a una necesidad económica, sino que estaría respondiendo primordialmente a otros factores. En el desarrollo del presente artículo proponemos problematizar ese dato estadístico desde una mirada centrada en la inserción laboral de los jóvenes, contrastando con los antecedentes sobre el tema.
En este sentido partimos de la necesidad de analizar la heterogeneidad de situaciones que esconde la articulación entre trabajo y estudios superiores. Como sostiene Carlota Guzmán "de la misma manera como no puede hablarse de una condición estudiantil unitaria, tampoco puede concebirse a los estudiantes que trabajan como si fueran un grupo homogéneo" (2004: 311).
En particular analizaremos entonces la realidad laboral de los estudiantes que finalizaron los estudios secundarios y se encuentran desarrollando estudios superiores, ya sean estos terciarios, universitarios o de posgrado, en instituciones públicas o privadas, tanto desde una perspectiva cuantitativa como cualitativa.
La lectura del cuadro 1 nos permite observar que aunque el porcentaje de jóvenes egresados del nivel secundario que combina estudio y trabajo es pequeño para el promedio de los tres estratos, se vuelve una opción mucho más relevante para los jóvenes de estrato alto (30.8%) y medio (18.9%) que están insertos en el sistema educativo superior, mientras que es menor para aquellos del estrato bajo (9.3%), quienes presentan porcentajes más elevados entre los que solo estudian (33,4%), los desempleados (12.8%) y entre quienes permanecen en la inactividad sin estudiar (19.2%). La elevada tasa de desocupación relativa de los jóvenes del estrato de bajos ingresos nos indica que no se trataría de una elección racional de priorizar sus estudios sino de mayores dificultades, respecto de los jóvenes de ingresos familiares medios y altos, para conseguir un puesto de trabajo.

Cuadro 1. Condición de actividad de jóvenes (18-25 años) egresados del nivel secundario por estrato de ingresos. Total de aglomerados urbanos. Año 2011

Fuente: elaboración propia sobre la base de la EPH.
Nota: El n corresponde a la muestra expandida por el INDEC.
* Los desocupados no fueron diferenciados según estudien o no debido a que, en caso de hacerlo, su error estadístico sería muy elevado.

En vistas a esta situación el presente artículo parte de la siguiente hipótesis general: la imposibilidad de llevar adelante actividades educativas y laborales puede deberse a la dificultad del grupo con menores recursos económicos para acceder a un empleo que permita compatibilizar las exigencias propias del estudio y el trabajo, ya sea por la carga horaria (o flexibilidad/inflexibilidad de la misma) o bien por el tipo de tareas realizadas (carga física, vinculación con la formación).
Los datos presentados parecen mostrar que combinar estudios superiores y trabajo no es producto exclusivo de una determinación estructural originada en la escasez de ingresos. Entonces, nos interesa conocer ¿Qué características presentan los jóvenes que combinan estudios superiores y trabajo? ¿Qué tipo de actividades laborales permiten esta combinación? ¿Cómo afecta la duración de la jornada de trabajo -y la carga física del mismo- esta posibilidad de articulación? En definitiva, ¿Cuáles son los obstáculos que dificultan la articulación de educación superior y trabajo en sectores de bajos ingresos y cuáles son los dispositivos que posibilitan la articulación de educación y trabajo en sectores medios y altos? Estas preguntas guiarán nuestro proceso de análisis.
Para dar respuesta a estos interrogantes, luego de repasar los principales antecedentes académicos en relación al tema, explicitaremos la estrategia metodológica para posteriormente dar lugar al análisis de los datos, tanto cuantitativos como cualitativos.

La combinación entre trabajo juvenil y estudios superiores en la literatura académica

La relación entre trabajo y educación ha sido ampliamente abordada desde las ciencias sociales, configurando incluso una amplia área de investigación dentro de las ciencias sociales del trabajo, como también en las ciencias de la educación. Sin embargo,  no haremos mención a la complejidad de dicho campo de estudio sino a una problemática particular dentro del mismo: la relación entre trabajo juvenil y estudios superiores.
Es en los países centrales donde se observa mayor cantidad de investigaciones sobre la temática, ya que allí dicha combinación se encuentra muy desarrollada dado que los empleos que los jóvenes realizan mientras cursan estudios superiores  son muy valorados por ellos mismos y por sus empleadores (Pinto, 2010).  
Una gran parte de la literatura se centra en analizar las implicancias académicas o laborales que conlleva para los jóvenes trabajar y, paralelamente, cursar estudios superiores. En ese sentido, desde perspectivas económicas se destaca que trabajar mientras se están realizando estudios superiores puede obligar a los jóvenes a reducir el tiempo dedicado al estudio y de esa manera, aumentar el riesgo de retraso y fracaso en su formación. Aquellos empleos que involucran una mayor inversión de tiempo son más valorizados por los empleadores pero a su vez son aquellos que tienen mayores probabilidades de perturbar los estudios (Beduwé & Giret, 2004). Varias investigaciones empíricas apoyadas en datos micro consensuan que la presión es determinante cuando la actividad profesional supera las veinte horas semanales (D´Amico, 1984; Lillydahl, 1990; Dagenais et al., 2001). De todas formas, Ruhm (1997) señala que los jóvenes que trabajan mientras estudian suelen utilizar su tiempo de manera más eficiente, de manera de reducir las consecuencias negativas sobre el tiempo destinado a su formación superior.
El tipo de empleo tiene también una influencia preponderante sobre el éxito/fracaso en los estudios superiores. Mc-Neal (1997) muestra que la naturaleza del empleo tiene un impacto independiente del tiempo dedicado al trabajo: empleos como niñeros/as o jardineros no tienen efectos negativos sobre la actividad educativa, mientras que empleos en empresas y sobre todo en fábricas tienen efectos más fuertes.
Greenberger et al. (1982) destacan que las oportunidades de aprendizaje, las interacciones con personas más experimentadas son escasas para los jóvenes norteamericanos, aunque sí suelen adquirir competencias actitudinales (puntualidad, respeto de la jerarquía, sentido del trabajo en equipo, etc.). Steimberg et al. (1982) o Lillydahl (1990) muestran que los jóvenes refuerzan su conocimiento de la empresa, del mundo económico y del mercado de trabajo, lo que los ayuda en la elaboración de su proyecto profesional y su búsqueda de empleo a la salida del sistema educativo. A su vez, esta experiencia laboral es muy valorada por los empleadores al momento de contratar personal. Los trabajos empíricos avalan que una primer experiencia de trabajo durante los estudios superiores genera efectos positivos sobre la futura inserción laboral, principalmente mediante salarios más elevados (Meyer & Wise, 1982; D'Amico, 1984) y un menor riesgo de desempleo (Marsh, 1991). Light (1998) muestra que no integrar la experiencia profesional adquirida por los jóvenes norteamericanos durante sus estudios tiende a sobrestimar los rendimientos de la educación.
Aparecen así efectos positivos y negativos de combinar trabajo y estudios superiores. Dentro de los primeros se subrayan los efectos negativos sobre el rendimiento educativo mientras que entre los segundos se destaca la relevancia que tiene en la trayectoria laboral la primera experiencia de inserción en el mercado de trabajo. A su vez, se señalan variables relevantes que tienden a afectar las posibilidades de realizar ambas actividades a la vez: la necesidad de un tiempo de descanso -que incluye no solo la duración de la jornada laboral sino también la carga física y mental involucrada-, y la imposibilidad de coordinar horarios educativos y laborales en el caso de empleos con horarios rotatorios, por ejemplo.
Tal como hemos mencionado, el acceso de sectores populares a la enseñanza superior en distintos países del mundo ha generado necesidades de financiamiento para aquellos estudiantes de origen modesto. Se infiere en la literatura específica que serían principalmente estos jóvenes quienes buscarían trabajar a la vez que cursan estudios superiores (Beduwe & Giret, 2004). Sin embargo, Cahuzac & Giret (2001) argumentan que trabajar remuneradamente durante la formación superior depende más del tipo de estudios y del empleo del tiempo de los jóvenes estudiantes que de su origen social. Para estos autores, independientemente del medio social, parece existir una necesidad de autonomía financiera en los jóvenes que los incentiva a buscar empleo.
A diferencia de los países centrales, en América Latina el tema del empleo mientras se cursan estudios superiores no ha sido un tema profundamente estudiado. Una excepción es la investigación de Guzmán (2004) sobre los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México. La autora destaca que a pesar que el trabajo estudiantil se configura como un obstáculo para la continuación de los estudios superiores, se observa una pluralidad de situaciones que la llevan a distinguir realidades heterogéneas: estudiantes que trabajan, estudiantes trabajadores y trabajadores que estudian.
En Argentina, existen diversos trabajos que han señalado la complejidad creciente de la transición desde la escuela secundaria hacia la posterior inserción laboral (Jacinto, 1996; Filmus et al. 2001), las transiciones entre la educación y el empleo de los jóvenes en los primeros años posteriores a su egreso de la escuela secundaria (Filmus et al., 2004), o bien las pasantías universitarias como experiencias que facilitan el tránsito entre la formación y el mercado de trabajo (Riquelme & Razquin, 1997). Sin embargo, no se ha profundizado en torno a la discusión acerca de las particularidades que permiten que algunos jóvenes puedan articular trabajo y estudios superiores mientras otros no. Es decir, la combinación de trabajo y estudios superiores aparece como un tema subsidiario en la indagación de otros problemas vinculados a la inserción laboral de los jóvenes, tales como los mencionados precedentemente.
Una de las pocas excepciones es el trabajo de Otero (2009), quien manifiesta que el trabajar no se asocia solamente a una necesidad o deseo, sino que también se valoriza como recurso o medio. La autora destaca el origen social como una variable relevante, dado que señala que mientras los recorridos de los jóvenes de sectores altos presentan menos variaciones -todos ellos continúan estudiando, y aquellos que trabajan lo hacen con continuidad en un mismo espacio laboral-, entre los recorridos de los jóvenes de sectores medios y bajos, existe una mayor rotación y presencia de trabajos precarios e informales.
En esta línea, nuestra investigación analiza cómo ciertas características de la inserción de los jóvenes al mercado de trabajo­disimiles para jóvenes de diferente origen social- repercuten en las posibilidades y disposiciones para la articulación entre trabajo y estudios superiores.

Precisiones metodológicas

En vistas a comprender la situación de los jóvenes que articulan trabajo y estudios superiores, como así también de aquellos que no quieren o se ven imposibilitados de hacerlo, adoptamos una doble estrategia metodológica al complementar datos cuantitativos y cualitativos. De esta forma recurrimos a datos estadísticos sobre el empleo de jóvenes en Argentina y datos provenientes de un panel cualitativo longitudinal de seguimiento de trayectorias laborales de jóvenes argentinos.1 En este segundo caso nos centraremos en el análisis de un sub-conjunto de los jóvenes entrevistados, tal como explicitaremos más adelante.
En cuanto a la perspectiva cuantitativa, hemos procesado datos estadísticos provenientes de la totalidad de aglomerados urbanos que conforman la muestra de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), correspondientes a los años 2006, 2008 y 2011 (periodos en los cuales se realizaron las tres ondas de entrevistas a los jóvenes del panel). Decidimos pegar los casos correspondientes a los cuatro trimestres de cada uno de estos años - evitando contabilizar más de una vez a la misma persona cuando esta era relevada en más de un trimestre- a fin de generar una muestra ampliada (anual) que posibilite contar con un menor error asociado a cada estimación y por consiguiente una mayor confiabilidad estadística de los resultados. Definimos el grupo de jóvenes a analizar como aquellas personas entre 18 y 25 años que han completado (al menos) sus estudios secundarios. A su vez, en el análisis de los datos estadísticos, agrupamos la población desagregada por deciles de ingresos2 en tres estratos sociales: estrato bajo, deciles 1 a 4; estrato medio, deciles 5 a 8; estrato alto, deciles 9 y 10. En el presente texto se presentan datos para el año 2011 dado que, como en los tres años hemos encontrando similares resultados, presentamos los datos más recientes.
Por su parte, el panel cualitativo consta de tres ondas de entrevistas. En el presente artículo nos centraremos en el análisis de los jóvenes a los que se realizaron entrevistas en profundidad en las tres oportunidades y que finalizaron sus estudios secundarios antes de la realización de la segunda onda de entrevista: se trata entonces, del seguimiento de un total de cuarenta y siete jóvenes.
La primera onda se realizó en 2006 a 85 jóvenes que se encontraban en el último año de sus estudios secundarios o de formación profesional. La segunda onda se realizó en octubre de 2008 y fueron nuevamente entrevistados 78 jóvenes, y la tercera se desarrolló entre diciembre de 2011 y mayo de 2012, contando con 50 entrevistas.3
En lo que respecta a los jóvenes del panel, se seleccionaron jóvenes residentes en 2006 en la zona norte del Gran Buenos Aires (Tigre, San Fernando y San Isidro), provenientes de distintas filiales educativas (polimodal, técnico y formación profesional). Estos diferentes establecimientos escolares agrupan a jóvenes de orígenes sociales diversos, aunque existen algunas tendencias significativas al interior de los mismos.4
Para dar cuenta de los distintos orígenes socioeconómicos de los jóvenes del panel, analizamos las características educativas y laborales de los padres, a modo de variable proxy, ya que no contamos con el dato de ingresos del hogar. A partir de la misma discernimos tres grupos de jóvenes: 1) con padres profesionales, 2) con padres empleados o comerciantes, y 3) con padres changarines, con planes sociales o desocupados.

Trabajo y educación a partir de datos agregados

En la introducción vimos que para Argentina son más los jóvenes de ingresos altos y medios, en relación a los de ingresos bajos, los que proporcionalmente logran articular trabajo y estudio.
Tal como explicitamos, nuestra indagación parte del análisis de las características de la inserción de los jóvenes al mercado de trabajo para de esa forma buscar comprender las dificultades de articulación entre trabajo y educación superior. En esta sección intentaremos dar cuenta por qué los trabajadores jóvenes pertenecientes al estrato de ingresos bajos tienen mayores dificultades para articular ambas actividades, mientras que los de estratos altos lo hacen más usualmente. Las hipótesis que planteamos son las siguientes:
1. Porque los trabajos que consiguen requieren mucha carga horaria.
2. Porque sus empleos son más precarios e inestables.
3. Porque los trabajos que consiguen requieren mayor carga física.
4. Porque sus empleos rara vez tienen relación con sus estudios.

a) Intensidad de la tarea (carga horaria)
Esta hipótesis retoma los resultados de otro estudio (Miranda & Otero, 2005) donde los egresados de la escuela secundaria señalaron que sus condiciones laborales, y sobre todo la extensión de la jornada laboral, ponen fuertes limitaciones para trabajar y estudiar en forma simultánea.
En nuestra investigación encontramos en primer lugar, que para todos los estratos de ingresos la mayor proporción de jóvenes que pueden combinar trabajos y estudios trabajan menos de 35 horas semanales, avalando la idea planteada anteriormente de que la carga horaria dificulta la posibilidad de continuar estudiando.
En segundo lugar, vemos que los porcentajes de jóvenes que trabajan menos de 35 horas semanales son mayores para los jóvenes de estratos de ingresos bajos, lo cual indicaría que estos jóvenes pueden combinar estudios y trabajo principalmente cuando sus empleos demandan una baja carga horaria. Contrariamente, en el caso de los jóvenes de estratos altos, se observa que es mayor la proporción de los que trabajan más de 36 horas semanales (el equivalente a un empleo a tiempo completo) (ver Cuadro 2).

Cuadro 2. Intensidad de la tarea: Jóvenes (18-25 años) egresados del nivel secundario que trabajan y estudian. Año 2011. Total de aglomerados urbanos

Fuente: elaboración propia sobre la base de la EPH.

Esta disparidad en la carga horaria en relación a jóvenes provenientes de distintos grupos sociales que pueden combinar trabajo y educación sugiere que podría tratarse de empleos con disímiles requerimientos y desgaste físico: actividades laborales con una importante carga física -que impiden estudiar el tiempo en el cual no se trabaja- (en el caso de los jóvenes de bajos ingresos) frente a puestos que implican un menor esfuerzo físico -típicamente algunos servicios- y que permiten combinar estudios con un empleo a tiempo completo (en el caso de los jóvenes de mayores ingresos). Esta disparidad de situaciones será indagada más adelante al momento de analizar las ramas de actividad que permiten combinar estudios y trabajo.

b) Precariedad del puesto de trabajo
En cuanto a la precariedad e inestabilidad de los empleos, observamos en primer lugar que los jóvenes que están trabajando mientras estudian se encuentran bajo formas de contratación precaria (en negro) -en mayor proporción que aquellos que solo trabajan-, probablemente porque acepten estos empleos como algo transitorio mientras avanzan o concluyen sus estudios, como un escalón de entrada hacia el mercado laboral y no como su inserción definitiva.
En segundo lugar, al observar la figura 1 vemos que si bien son muy significativos los porcentajes de trabajadores no registrados en los tres grupos sociales estudiados, claramente se destacan los elevados porcentajes correspondientes a los jóvenes de estrato de ingresos bajos, lo que indicaría limitaciones más estructurales en sus posibilidades de inserción laboral, que dificultan adicionalmente sus probabilidades de combinar trabajo y estudios.

Figura 1. Precariedad en el empleo: Jóvenes (18-25 años) egresados del nivel secundario con empleos sin aportes a la seguridad social. Año 2011. Total de aglomerados urbanos

Fuente: elaboración propia sobre la base de la EPH.

Jacinto destaca una "discriminación de los más pobres para acceder a los trabajos de mayor calidad, ya que los mecanismos de selección no solo tienen en cuenta las credenciales educativas sino la escuela de la que se proviene" (2004: 190). De esta forma, aquellos trabajos que permiten algún tipo de flexibilidad horaria serían ocupados en primer lugar por jóvenes de mejores escuelas5 o aquellos con un mayor capital social.
Similares resultados encontramos si utilizamos como indicador de precariedad/inestabilidad la posesión de contratos de duración determinada (CDD), aunque el uso de este indicador presenta algunos problemas dada la experiencia argentina que sostiene que todo empleo es -si no hay nada que especifique explícitamente lo contrario- un trabajo por tiempo indeterminado (ver Busso, Bidart, Longo & Perez, 2011).
En síntesis, podríamos argumentar que los estudiantes a menudo consienten diferentes formas de precariedad laboral, dado que estos trabajos les permiten continuar sus estudios. Sin embargo, se observa que la decisión de estudiar y trabajar no modifica la fuerte asociación entre origen socioeconómico de los jóvenes y la precariedad de los empleos a los que acceden. Es decir, a pesar que es válida la hipótesis respecto a que los jóvenes que trabajan y estudian presentan mayores índices de precariedad laboral que aquellos que se dedican solo a trabajar, es más relevante la diferenciación según origen socioeconómico.

c) Esfuerzo físico
Mencionamos como tercer hipótesis que los jóvenes de bajos ingresos acceden a empleos que requieren una mayor carga física, de manera que nos interesa analizar qué ramas de actividad contratan jóvenes estudiantes egresados de la escuela media, y cuales a aquellos que solo trabajan.
Para ello en el cuadro 3 desagregamos a los jóvenes que trabajan y estudian y a aquellos que solo trabajan por rama de actividad y presentamos la relación entre unos y otros (jóvenes que trabajan y estudian/solo trabajan). Los coeficientes mayores a 1 indican sectores de actividad que privilegian contratar a los primeros, mientras que los menores a 1 prefieren emplear a los segundos.

Cuadro 3. Empleo de Jóvenes (18-25 años) egresados del nivel secundario por rama de actividad: Trabajan y estudian/solo trabajan. Año 2011. Total de aglomerados urbanos

Fuente: elaboración propia sobre la base de la EPH.
Nota: Aquellos sectores que privilegian jóvenes que solo trabajan muestran indicadores menores a 1, mientras que aquellos que posibilitan combinar estudios y trabajo coeficientes mayores a 1.

Vemos que en sectores que requieren de una elevada carga física como la construcción y la industria -pesada y liviana- se aglutinan jóvenes que solo trabajan (además se ve que principalmente se concentra jóvenes de los sectores de bajos ingresos). A su vez, en los sectores de servicios es donde mayormente se concentran los jóvenes que combinan estudios y trabajo.
Es decir, hay ciertas ramas que parecieran facilitar la  combinación de trabajo y estudio (servicios) y otras que presentarían mayores obstáculos (industria, construcción). Como hemos visto, los jóvenes de clase baja se encuentran sobre-representados en las segundas mientras que los de clase media-alta en las primeras.
En resumen, la posibilidad de combinar trabajo y estudio pareciera estar condicionada por el tipo de empleo al que acceden los jóvenes. Los puestos a los que acceden jóvenes de distintos orígenes socio-económicos son muy diferentes en términos de intensidad del trabajo, de duración horaria, de naturaleza de la función ejercida, y en el esfuerzo físico que suponen, etc.
En vista a los resultados obtenidos a partir de los datos agregados, la hipótesis que sostendremos a continuación será que los jóvenes de menores recursos socio-económicos tienen mayores dificultades para combinar estudios y trabajo, ya que los puestos a los que acceden implican una importante carga física y primordialmente guardan nula relación con sus estudios. En cambio, es más usual que jóvenes de clase media y alta combinen trabajo y educación superior, dado que, a pesar de contar con empleos con cargas horarias más importantes que los jóvenes de sectores de menores recursos, el empleo que consiguen suele tener un valor o contenido profesional vinculado a sus estudios. Investigaciones sobre el tema nos indican que los jóvenes que provienen de hogares de estrato medio o alto pueden explorar, es decir, elegir sus empleos en relación a los estudios que realizan (ya sea por su contenido o por la posibilidad de combinar estudios y trabajo). En el otro extremo, los jóvenes pobres se ven compelidos a aceptar empleos poco calificados y en malas condiciones, o a trabajar por su cuenta precariamente, aunque desearían un empleo estable. Unos y otros despliegan estrategias, aunque con diferentes márgenes de libertad (Garcia de Fanelli & Jacinto, 2010).
Los datos agregados no nos permiten corroborar estas afirmaciones por lo que recurriremos a la información obtenida a partir de las entrevistas longitudinales a los jóvenes del panel que finalizaron el secundario antes de la segunda onda de entrevistas.

Trabajo y educación a partir de las vivencias de los propios jóvenes

Hasta aquí los datos agregados nos han permitido delimitar el problema, pero no nos permiten captar las vivencias de los jóvenes y por tanto ahondar en las razones por las cuales emprenden, o no, actividades laborales y/o educativas. Un primer dato que resulta muy interesante de los jóvenes del panel es que se constata que una gran parte de ellos cuentan con experiencias laborales tempranas, incluso anteriores a la finalización de los estudios secundarios. El desempeño de tales actividades no es exclusivo de los más pobres del panel, sino que también se extiende a aquellos de mayores recursos económicos. De esta manera, pareciera ser que todos los jóvenes valoran la experiencia laboral como un activo determinante al momento de buscar y encontrar un trabajo.
Los tipos de empleos a los que acceden unos y otros son legalmente similares, es decir, ambos desarrollan empleos precarios (en negro, inestables, sin derechos y seguros sociales). Sin embargo la relación con el empleador es distinta en ambos casos: mientras los de mejor posición económica por lo general desempeñan changas familiares, es decir, pequeños trabajos realizados para un miembro de su propia familia, los jóvenes de menores recursos desarrollan actividades laborales para múltiples empleadores individuales o en pequeños comercios.
Esa situación laboral, con características similares para todos los grupos de jóvenes, luego se ve trastocada con el correr de los años sobre todo para un conjunto de ellos. Es decir, a pesar que las características legales de los primeros empleos son muy similares, luego se observa una diferenciación que se expresa en la bifurcación entre trayectorias hacia la profesionalización-estabilización laboral, o hacia el ingreso a lo que Robert Castel denominó "precariado" (Castel, 1997). Esto es lo que observamos en los datos agregados para el conjunto de jóvenes entre 18 y 25 años, donde se identifica una alta relación entre precariedad laboral y origen socio-económico bajo.
Ahora bien, con inserciones a veces similares, a veces distintas, todos los jóvenes del panel han pasado por experiencias laborales y de formación, ya sea desempeñadas en paralelo (doble trayectoria), ya sea alternadamente. En este sentido se hace evidente cómo unos y otros (o en distintos momentos de sus trayectorias) se posicionan respecto a la posibilidad de articular trabajo y estudio, como así también a las razones por las cuales desarrollar ambas actividades en paralelo o alternadamente. Los datos agregados correspondientes al año 2011 para el conjunto de los jóvenes argentinos que finalizaron el secundario, nos indicaban que la posibilidad de complementar estudios superiores y trabajo es más frecuente en jóvenes de estrato alto y medio, y no en aquellos de sectores más desfavorecidos, como así también que los jóvenes de escasos recursos tienen mayor probabilidad de ser relevados como inactivos marginales del mercado de trabajo (comúnmente conocidos como ni trabaja ni estudia).
Existen múltiples factores relevados a través de las entrevistas longitudinales y en profundidad que nos permiten echar luz a dichos datos agregados. En primer lugar, del análisis del panel se desprende que no es posible identificar trayectorias exclusivamente laborales o exclusivamente formativas, en ninguno de los tres grupos sociales de jóvenes. Es decir, en distintos momentos de sus vidas los jóvenes desarrollan una u otra de dichas actividades, o ambas en paralelo.
En segundo lugar, del análisis del panel también se desprende que en la primer y segunda onda de entrevistas ya se observaba un claro interés del conjunto de los jóvenes por seguir formándose: ya sea finalizar el secundario, ya sea realizar estudios terciarios o universitarios. Los únicos casos que explicitan un impasse en dicho proyecto son las jóvenes madres, luego del nacimiento del primer hijo. Sin embargo, dos de tres jóvenes que se encuentran en esa situación y que han finalizado su formación secundaria afirman que retomarán los estudios una vez que sus hijos sean más independientes.
Ahora bien, la articulación o disociación de las actividades laborales y educativas presenta una asociación con las características socioeconómicas de los jóvenes y sus familias. Para aportar a su comprensión construiremos una tipología de los jóvenes, teniendo en cuenta exclusivamente la relación que establecen con el trabajo y el estudio.
Es así como podemos distinguir trayectorias de articulación educación y trabajo en paralelo y aquellas que lo hacen en forma alternada. A continuación explicitaremos sus características, junto a fragmentos de entrevistas a jóvenes que ejemplifican nuestra tipología:
Doble trayectoria: el estudiante-trabajador: se trata de jóvenes que logran articular paralelamente sus actividades laborales y educativas. Este tipo-ideal no implica que en muchas ocasiones estos jóvenes alternen esta doble actividad con breves períodos de descanso, ya sea del trabajo o del estudio. En algunos casos debido a una sobredemanda o sobreexigencia física, y en otros, a fin de avanzar en los estudios. Ello no quita que abandonen alguno de ambos proyectos, sino, por el contrario, generalmente retoman ambas actividades en simultáneo. Un dato que luego será analizado con mayor profundidad, es que entre los estudiantes-trabajadores encontramos jóvenes con escasos recursos económicos, como también otros que provienen de familias con mayores ingresos económicos. Lo relevante del dato se devela al ahondar en el tipo de empleos. Aquellos estudiantes con empleos más inestables tienen menores posibilidades de ser captados por una encuesta como estudiantes-trabajadores, que quienes tuvieron acceso a un empleo más estable.
La diversidad de situaciones que encubre la figura del estudiante trabajador nos obliga a distinguir las razones por las cuales emprenden esta doble trayectoria. Mientras que algunos sostienen que se debe a una necesidad económica, con el fin de solventar sus estudios y/o sus necesidades básicas, otros entienden que la articulación educación-trabajo responde a la complementariedad de ambas actividades y/o a la evaluación que realizan de las demandas del mercado de trabajo (ya no solo es necesario poseer credenciales educativas sino también experiencia laboral). En este sentido distinguimos: a) estudiante-trabajador por necesidad económica y b) estudiante-trabajador por formación. Esta distinción esconde un elemento que por lo general se encuentra asociado a esta clasificación: la vinculación entre el trabajo y la formación en curso.

a) El estudiante-trabajador por necesidad económica desarrolla una actividad laboral por los ingresos económicos que ello representa, ya sea para poder solventar sus gastos personales, como así también para cubrir los costos de los estudios cursados. Al momento de la búsqueda de un nuevo empleo este tipo de estudiante-trabajador pondera primordialmente la carga horaria y el salario ofrecido, sin descartar empleos que no tengan vinculación con el contenido de su formación.

En la primer onda Dario afirmaba ... pienso seguir trabajando y más que nada acomodar mis horarios para trabajar, y acomodar mis horarios con el estudio y el trabajo, hacer las 2 cosas (...) más que nada, en este momento, prefiero acomodar más el estudio al trabajo porque el trabajo lo necesito porque más que nada porque voy a estar en una escuela privada (refiere a estudios de periodismo) y no quiero que me sigan manteniendo mis viejos. En la 3er onda el mismo joven sostiene: Retomé los estudios el año pasado recién, me compenetré mucho en el trabajo (...) ¿QUÉ TE LLEVÓ A SEGUIR ESTA FORMACIÓN? Empecé a estudiar el año pasado, costó mucho decidirme en lo que realmente quería estudiar, di muchas vueltas en eso, quise estudiar algo relacionado con farmacia porque me dedico a eso trabajando  (...) ¿A QUÉ ASPECTO DE LA VIDA LE DARÍAS HOY MÁS IMPORTANCIA? Siempre estuve más enfocado a lo que sea laboral pero es como que ahora está más repartido y aprendí también que el estudio es fundamental para seguir progresando. Me di cuenta de eso, me costó mucho darme cuenta pero me di cuenta al final y si bien uno está bien en el trabajo pero el día de mañana, también por ahí necesita los estudios y de hecho lo que estudio, lo que estoy estudiando me está sirviendo, lo estoy viviendo día a día en lo que es el trabajo (...). Si no tuviera ese apoyo de los estudios estaría un poquito más inseguro en lo que tendría que ejercer y me dificultaría más el trato con las personas y la toma de decisiones (Dario, padres empleados, 1er y 3er onda).

En la segunda onda le consultamos a Mercedes, que estudia la carrera de Comercio exterior, si está segura que quiere seguir trabajando, a lo que nos responde: Seguir trabajando sí. Por ahí no en el laboratorio pero seguir trabajando si porque le agarrás el gusto a las cosas. Hay un montón de cosas en mi casa que somos tres, no te pueden dar a vos sola...yo trabajando tengo mis cosas, no jodo a nadie, salgo, no pido nada. ¿POR QUÉ TRABAJÁS VOS? Yo trabajo por ese motivo en realidad, aparte que también ayudo, aporto en mi casa, no ser una carga, no me gusta (Mercedes, padres changarines, 2da onda).

b) El estudiante-trabajador por formación expresa claramente su preocupación por conseguir un empleo acorde a la formación emprendida, ya sea como forma de complementar los estudios o como estrategia para lograr una mejor inserción laboral al momento de obtener el título. En este caso el salario se encuentra desplazado de las prioridades al momento de la búsqueda de empleo, por la preocupación por el contenido de la actividad a desarrollar. Se trata de jóvenes cuyas familias les garantizan sus necesidades básicas, la mayoría de las cuales están compuestas por padres profesionales o empleados:

estudiar y trabajar a mí me sirvió un montón porque hay un montón de cosas que yo no sabía de la facultad y un montón de cosas que la facultad  me las explicó, me las enseñaron y yo las empecé a aplicar (Ariel, padres profesionales, 3er onda).

FINALMENTE, ¿QUÉ TE APORTÓ EL TRABAJO, DE MANERA GENERAL, A TU VIDA? Mucho, primero que al estar trabajando de lo que estudio, a mí me aporta mucho, experiencia, manejo de situaciones, experiencia sobre todo y a la vez también este trabajo, aparte de la felicidad que me da también medios económicos para manejarme yo, para que pueda viajar, si quiero salir, poder salir o si me quiero comprar ropa (Pilar, padres empleados, 3er onda).

... si va un tipo de treinta años que nunca trabajó recibido de ingeniero, por decirte algo, a trabajar a una empresa y va un flaco que por ahí tiene también treinta años que está por recibirse pero hace quince que trabaja, lo van a contratar seguro, apuesto lo que quieras, al tipo que trabaja porque tiene el habito del trabajo, por muchas cosas. Entonces, por eso más que nada trabajo ahora (Gabriel, padres profesionales, 3er onda).

La pretensión de estudiar y trabajar se encuentra presente también como horizonte ideal en el discurso de jóvenes más pobres que por algún motivo entienden que no podrán emprender ambas actividades paralelamente:

Me llamaron para trabajar en un estudio contable pero lamentablemente no pude porque estoy estudiando, (y) con el nene (su hijo)... La verdad que me hubiese servido mucho para la carrera pero se complica (Nadia, padres changarines, 3er onda).

Trayectorias alternadas: yo-yo estivales / yo-yo típicas: La prioridad que expresen los jóvenes en estos casos es garantizar la obtención de un título pos-secundario, para lo cual se movilizan estrategias individuales y familiares. Este tipo de trayectorias puede ser producto de una elección racional pergeñada por el joven y su familia para poder concentrar su tiempo al estudio, o consecuencia de inserciones laborales que no guardan relación con su formación y que exigen una carga física y mental relevante, siendo muy importantes los obstáculos para poder articular trabajo y estudio. Las primeras las denominamos trayectorias yo-yo estivales, y las segundas trayectorias yo-yo típicas. En este segundo caso, ante los obstáculos para articular trabajo y estudio los jóvenes emprenden acciones para lograr el objetivo de obtener un título pos-secundario.
a) Las trayectorias yo-yo estivales de jóvenes de clases medias altas, con padres profesionales que les financian sus estudios, y que solo realizan alguna actividad laboral en los períodos vacacionales (o de no-estudio), para poder realizar algún viaje, concretar algún proyecto económico particular, o empezar a contar con experiencias laborales. Se trata de trayectorias marginales, pero se asocian a un tipo de trayectoria clásica, propia del perfil de estudiante universitario que solo estudia.

¿QUÉ PLANES TENÉS PARA EL AÑO QUE VIENE? Conseguir trabajo, estoy con el tema pasantías porque yo intenté trabajar con un horario normal de seis u ocho horas y no pude, estoy buscando pasantías de cuatro horas y por eso, es conseguir trabajo, terminar la carrera, obviamente seguir con el tema de la música y eso. TRABAJAR DURANTE EL VERANO? Eso sí, lo vengo haciendo. O sea, la época en la que laburo es en verano cuando termino la facultad. (...)¿POR QUÉ NO TRABAJAS? Ahora porque en realidad el año pasado tenía las ganas pero se me complicaba con los horarios de la facultad, estaba cursando mucho (Felipe, padres profesionales, 3er onda).

b) Las trayectorias yo-yo típicas caracterizan principalmente a los jóvenes de familias de menores ingresos, que trabajan por períodos largos de tiempo (hasta un año), con lo cual logran ahorrar, para luego financiarse sus propios estudios. Se trata de empleos con importante carga física y mental y sin vinculación con los estudios que se proponen finalizar. Estos jóvenes, en estadísticas puntuales, según el momento en el que se realiza la encuesta son registrados como solo trabaja o solo estudia. Sin embargo, en las sucesivas ondas de entrevistas registramos el persistente interés por continuar estudiando, a pesar que por momentos suspenden transitoriamente dicho proyecto.

¿QUÉ PENSÁS DE ESTUDIAR Y TRABAJAR? mi papá que me sigue hinchando que quiere que empiece a estudiar de nuevo, yo quiero estudiar en realidad pero se me recomplica porque teniendo un trabajo y un estudio... yo en este momento lo que más necesito es el trabajo, entonces tengo que elegir o elegir (Fernanda, padres changarines, 2da onda).

La licenciatura es licenciatura en enfermería, eso es más o menos dos años más, me gustaría porque aparte vas una sola vez a la semana porque yo este año quería trabajar, quería trabajar exclusivamente y después el año que viene recién, yo al trabajar poder pagarme la licenciatura porque si no, no... (Paola, padres changarines, 3er onda).

yo con el trabajo que tengo no puedo (estudiar), no me da el  tiempo, ya intenté y no me da ni el cerebro ni el cuerpo pero qué sé yo, sé que lo tengo que hacer porque si algún día consigo otro trabajo capaz con menos horas, podría estudiar. (...)¿CÓMO VIVISTE LA EPOCA EN QUE SOLAMENTE ESTUDIABAS? Si, como tenía tiempo estaba bastante en eso y me fue muy bien pero bueno, después empecé a trabajar y se complicó todo (Maximiliano, padres empleados, 3er onda).

A mí personalmente el trabajo me sacó esa posibilidad de estudiar, que es lo que más le recrimino a mis trabajos (...). No es tarde para estudiar y mucho menos ahora, a los veintitrés años tengo tiempo para estudiar un montón y vivir así (llegó a trabajar 17 hs por dia...) (Simón, padres empleados, 3er onda).

Un caso particular que sigue en parte la lógica de las trayectorias yo-yo es la de parejas que alternan períodos de educación y trabajo, para que ambos puedan seguir una formación. A estas trayectorias las denominamos Yo-yo/ otro-yo. Es el caso de parejas jóvenes, y de bajos ingresos:

quiero estudiar, terminar así también le doy la posibilidad a mi marido cuando yo empiece a trabajar que él deje su trabajo de ahora y pueda estudiar porque él quiere estudiar y no puede porque le lleva mucho tiempo el trabajo. Él quiere estudiar derecho, ya había hecho el CBC de derecho y lo había aprobado y no pudo seguir porque (...) como su papá no le pudo seguir pagando el estudio, no pudo seguir y prefirió seguir trabajando (...) Ahora eso es lo que más yo quiero, terminar de estudiar, empezar a trabajar yo, para que él pueda dejar de trabajar y estudiar lo que a él le gusta (Noel, padres changarines, 3er onda).

Estos casos, por tanto, nos grafican la realidad de jóvenes pobres que se ven imposibilitados de articular trabajo y estudio.
La tipología aquí presentada no es más que un claro ejemplo de construcción de tipos puros o ideales, tal como nos enseñara Max Weber. Es evidente que en el transcurso de sus vidas, estos jóvenes se posicionaron más cerca o más lejos de dichos constructos.  La riqueza del relevamiento cualitativo longitudinal nos permitió observar esto con claridad:

En la segunda entrevista le consultamos a Nelson: ¿QUÉ TE GUSTARÍA HACER? Estudiar eso de los de los videojuegos, pero como no me lo puedo pagar, tengo que trabajar. En la 3er onda nos dice: Hace tres años que estudio, empecé en el 2009 en la escuela Da Vinci, empecé a estudiar diseño y programación de video juegos porque era la única carrera que me gustaba y creía que no era un trabajo para mí, que me gustaba porque trabajar en una fábrica, hacer siempre lo mismo, ya no entraba en mi mente para hacer todos los días lo mismo. Y elegí entre trabajar o estudiar y quiero esto (estudiar) y me dijo mi viejo que me pagaba porque es una facultad privada (Nelson, padres empleados, 2da y 3er onda).

En la primer entrevista Sandra afirmaba: ... si Dios quiere, empiezo a trabajar y empiezo a estudiar (administración de empresas) (...), y necesito tener un buen trabajo que me lo pueda pagar, así que este año por lo menos empezaré con idiomas. Luego consigue un trabajo como preceptora de inglés,  para posteriormente abandonar la carrera de administración y empezar a estudiar profesorado de inglés. En la tercer onda nos decía: ¿QUÉ TE APORTÓ EL TRABAJO, DE MANERA GENERAL, A TU VIDA? Me aporta el aspecto económico, me aporta el aspecto de conocimiento, de experiencia digamos. Es una gran experiencia trabajar. ¿QUÉ PENSÁS DE ESTO DE ESTUDIAR Y TRABAJAR AL MISMO TIEMPO? Es complicado pero se puede hacer, nadie se murió por estudiar y trabajar al mismo tiempo, todo depende de la carrera que estés haciendo, siempre (Sandra, padres profesionales, 1ra y 3er onda).

Ya sea porque se modificó alguna circunstancia contextual, o se movilizó otra estrategia individual o familiar, los jóvenes mutan sus proyectos iniciales adaptándose a nuevos escenarios6. A su vez, es interesante observar como en este segundo caso, la joven comienza justificando la voluntad de trabajar y estudiar paralelamente por motivos económicos, a darle centralidad a la experiencia obtenida en el desempeño de su empleo.

Reflexiones finales

Los datos analizados nos permiten afirmar que las posibilidades de combinar trabajo y estudios superiores se encuentran condicionadas por el tipo de empleo al que acceden los jóvenes. Estos puestos son muy diferentes en términos de intensidad del trabajo, de duración horaria, de naturaleza de la función ejercida, en su relación con los estudios, etc. No se trataría por tanto de la voluntad de los jóvenes si no de su capacidad de agencia.7 Es decir, a pesar que los jóvenes no siempre tienen los mismos intereses al buscar un empleo, el origen socio-económico pareciera restringirles o ampliarles los márgenes de libertad.
Usualmente considerado como un medio para financiar los estudios, para complementar ingresos familiares o bien para solventar gastos personales, trabajar a la vez que se está estudiando también ofrece a los jóvenes la oportunidad de una experiencia laboral. Aunque esta experiencia no siempre está relacionada con la propia formación, ella conlleva aprendizajes integrativos (Vincens, 1999) como puntualidad, adaptabilidad, disciplina, trabajo en equipo, muy valorada por los empresarios al momento de las contrataciones. La vinculación con la propia educación favorece la articulación entre trabajo y estudios superiores, como así también les aporta experiencia profesional.
A pesar que no todos los jóvenes del panel que hemos analizado logran articular trabajo y estudio, es llamativo que todos hacen explícita su voluntad de realizar una formación pos-secundaria. Aunque en un primer momento casi todos expresan su proyecto de realizar una carrera universitaria (y "en la UBA8"), luego vemos como muchos de ellos modifican su proyecto inicial para inscribirse en una pequeña universidad privada del conurbano o instituto terciario (más cercanos a sus domicilios). Sin embargo también observamos un grupo reducido que luego de tener la intención de acceder a estudios universitario realiza algún curso de perfeccionamiento (organización de eventos, cursos de magia, etc). Esta expresa voluntad por perfeccionarse está asociada en el discurso de los jóvenes a su percepción respecto a las exigencias impuestas por el mercado de trabajo para poder acceder a lo que consideran un buen empleo.
Identificamos claramente en el relato de los jóvenes de sectores con menores recursos las dificultades que señalan como obstáculos para poder trabajar y estudiar paralelamente. La cantidad de horas, el esfuerzo físico y la desvinculación con lo que quisieran estudiar son sin duda elementos centrales de la explicación. Por su parte, la inestabilidad y precariedad laboral al ser características de los primeros empleos de los jóvenes de todos los estratos sociales no parecieran actuar como obstáculos en ese sentido.
Los datos longitudinales y cualitativos, entonces, nos permitieron comprender el dato llamativo que habíamos obtenido a partir del procesamiento de datos cuantitativos y agregados para el conjunto de jóvenes argentinos egresados del nivel secundario. No se trata entonces que los más pobres no se propongan combinar trabajo y estudios. No solo vemos que este proyecto es postulado como ideal por la mayoría de los jóvenes más pobres, sino también observamos que por momentos breves logran hacerlo, ya sea paralelamente, ya sea en forma alternada. Por su parte, los jóvenes de mayores recursos económicos, presentan mejores condiciones para elegir el trabajo al que acceden, teniendo en cuenta cantidad de horas, esfuerzo físico y mental, y fundamentalmente relación con sus estudios. Es así como el combinar trabajo y estudios parece ser una opción, o más bien un privilegio, de jóvenes de sectores de altos ingresos.

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NOTAS

1 Panel "Trayectorias, disposiciones laborales y temporalidades de jóvenes del Gran Buenos Aires" dirigido por María Eugenia Longo. Conforma el corpus de análisis del Proyecto de Investigación Científico y Tecnológico "Trayectorias laborales de jóvenes y procesos de entrada a la vida adulta: discontinuidades, reorientaciones y contingencias" dirigido por Pablo Pérez y financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

2 Corresponde al ingreso per capita familiar.

3 Solo tres jóvenes entrevistados en las tres oportunidades, no finalizaron sus estudios secundarios. Por tal motivo, tal como hemos explicitado, estos casos no han sido considerados en el análisis incluido en el presente artículo. 

4 En los secundarios privados, sea Polimodal o Técnico, dos tercios de los jóvenes provienen de hogares de origen social medio y son los más frecuentes a pertenecer a un origen alto. Eso no excluye la presencia de jóvenes de origen bajo en el caso del Polimodal privado (que representan una quinta parte). Entre los jóvenes de secundarios públicos Polimodal y Técnico, más de la mitad en cambio provienen de origen social bajo, existiendo igualmente una presencia relevante (un tercio) de jóvenes de origen medio en ambos casos. Por último, los jóvenes de formación profesional (FP) provienen en su totalidad de hogares de bajos recursos económicos.

5 Filmus, Miranda & Otero (2004) destacan que la expansión de la matricula tuvo como consecuencia la agudización de la segmentación del sistema educativo que llevó a que los nuevos contingentes que se incorporaron al secundario recibieran mayoritariamente una oferta educativa de baja calidad.

6 Ver Moulin, Dupray & D´Amour (2013).

7 La categoría capacidad de agencia alude a la capacidad de los sujetos para arribar a los resultados proyectados, lo cual se encuentra en permanente tensión con las condiciones materiales y objetivas de producción y reproducción.

8 Universidad de Buenos Aires, con gran prestigio a nivel nacional e internacional.

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