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Población y sociedad

versión On-line ISSN 1852-8562

Poblac. soc. vol.22 no.1 San Miguel de Tucumán jun. 2015

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

El tiempo y la tarea: las formas de cálculo del trabajo entre los peones forestales migrantes del nordeste argentino

Time and Task: the estimation of work among migrant forest labourers in Northeast Argentina

 

Gabriela Schiavoni *

* Doctora en Ciencias Antropológicas, Investigadora independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y profesora del Programa de Postgrado en Antropología Social de la Universidad Nacional de Misiones. Investiga sobre antropología del desarrollo y sobre formas de coordinación de la economía en el sector agrario. También constituyen tópicos de su interés las metodologías de investigación y el problema de la medida en ciencias sociales. Correo electrónico: gacha@arnet.com.ar

RECIBIDO:28/08/13
ACEPTADO:17/06/14

 


RESUMEN

El presente artículo aborda el problema de la medición del trabajo rural. Describimos el caso de los peones forestales originarios de la provincia de Misiones que se desplazan a los bosques cultivados de Eucaliptos de la provincia de Entre Ríos en el nordeste de Argentina.
Son contratados cíclicamente en plantaciones eslabonadas a las industrias celulósica y maderera. La orientación por tarea y el pago a destajo son predominantes. A partir de esta descripción, reflexionamos sobre las formas de cálculo como indicadores de la organización de los procesos económicos.

Palabras clave: Mercado de trabajo rural; Medida; Reforestaciones; Migraciones

ABSTRACT

The present article deals with the problems of rural work estimation. We focus on the case of forest labourers from Misiones (Argentina) that move towards the cultivated Eucalyptus forests in the province of Entre Ríos (northeast Argentina).These workers are recruited cyclically in plantations associated to the cellulose and timber industry. Task-oriented jobs and performance-based payment predominate. An analytical approach on measurement is raised from the empirical description of task organization forms.

Key words: Market work; Measurement; Reforestation; Migration


 

Introducción

La medida es una práctica de especialistas y profanos. El Estado y el mercado proporcionan los marcos comunes de cuantificación, fruto de un proceso histórico de estandarización de las unidades. En la génesis de la metrología estatal, el recurso a la naturaleza y a la ciencia operó como una fuente de generalidad (Kula, 1999).Las medidas prácticas, a su vez, no recurren a criterios universales y sólo poseen un sentido definido para los usuarios, imponiendo un límite a las operaciones de comparación y agregación.
Weber (1996, 2002) enfatiza el interés en la medida como vía de acceso a las lógicas económicas. Tomando el sendero de la metrología, el objetivo de nuestro artículo es describir el formato específico que reviste el trabajo rural en la actividad forestal, prestando atención a su carácter no calificado y al mismo tiempo dependiente de habilidades incorporadas, resultado de una familiarización con el ambiente y las herramientas. Comenzamos con una revisión de autores, vinculados a la antropología y al análisis social de la economía, que examinan la complejidad de los procesos de mercantilización del trabajo. Luego presentamos los datos provenientes del trabajo de campo, llevado a cabo entre peones forestales migrantes que se desplazan desde la provincia de Misiones a Entre Ríos. En la última parte, discutimos la interrelación entre las formas laborales específicas, propias del trabajo rural, y el dispositivo general del mercado.
Cuando el científico mide, establece un isomorfismo entre el concepto y el nivel de medición, buscando que la forma de la medida represente una determinada estructuración del objeto (Cicourel, 1964).También las medidas profanas o tradicionales estiman los objetos seleccionando ciertas características, y en virtud de esto proporcionan indicios acerca de la organización de los fenómenos. La forma de medir la tierra, por ejemplo, está ligada a la calidad y al modo de uso. Bourdieu y Sayad (1999) refieren el mantenimiento de la jornada como unidad de medida de la superficie de las tierras pedregosas y dispersas en las regiones montañosas de Argelia, ya que al tomar en cuenta la duración de los trabajos que demanda su explotación, permite una estimación más realista de la cantidad de tierra.
Como nos recuerda Polanyi (1957), la formación de los mercados de trabajo, tierra y dinero implica desarraigar elementos de la vida social para destinarlos a la venta. La dificultad para escindir la fuerza de trabajo de sujetos particulares y ambientes específicos muestra el carácter ilusorio de la externalización completa requerida por el mercado.
En el caso de los peones forestales migrantes que describimos aquí, la estimación del trabajo por tarea (lucha), que se remunera una vez concluida y sin estipulación de tiempo, representa una medición cualitativa, próxima a la experiencia, sustentada en la dificultad para descomponer el esfuerzo en capacidades y construir calificaciones elementales. Así, aún cuando el trabajo que se vende y se compra en este mercado tiene una calidad específica, esta no es reconocida. Las habilidades diferenciales, que resultan determinantes para establecer la productividad del trabajo y justificar la migración, se ejercen como un arte, un saber-hacer no explicitado, fruto de sedimentaciones particulares de lo vivido y de una relación de familiaridad con el ambiente.
En la génesis de la medida, el trabajo y la tierra se estiman de manera conjunta. Antes de que se estableciera el sistema geométrico de medición del suelo, las superficies agrarias se estimaban en días de trabajo humano (la jornada en Italia, el Morgen germano) y estas unidades representaban también formas de medir el trabajo. Así, "entre los antiguos germanos la extensión de un Morgen [25 a 30 áreas] se calculaba por el trabajo de una jornada. Por eso al Morgen se lo denominaba trabajo de un día" (Marx, 1983: 88).
A partir del s. XVIII, el trabajo se convierte en el patrón de medida del valor de todas las mercancías. El carácter inestable del dinero lo inhabilitaba como estándar, mientras que "iguales cantidades de trabajo, en todas las épocas y lugares, puede decirse que son de igual valor para el trabajador... [que] siempre debe entregar la misma porción de su tranquilidad, de su libertad y de su felicidad" (Adam Smith, citado por Dobb, 2004:63).
Marx considerará el trabajo, en su forma abstracta, no sólo como medida, sino como causa del valor. En este sentido, también la fuerza de trabajo se medirá en valor trabajo. Como todas las mercancías, su valor representa la cantidad de trabajo necesario para obtenerla (los bienes salariales). A su vez, el trabajo como denominador común del valor "se mide por su duración, y el tiempo de trabajo reconoce su patrón de medida en determinadas fracciones temporales, tales como hora, día, etc." (Marx, 1983: 47-48).
El salario por tiempo representa la estabilización de un esfuerzo promedio, equiparando rendimientos distintos. En esta forma de medir "prevalece el salario igual para funciones iguales, mientras que en el pago a destajo, el precio del tiempo de trabajo se mide por una cantidad de productos determinada, [y] el jornal o el salario semanal, varían conforme a la diversidad individual de los obreros"(Marx, 1983: 676). La calidad e intensidad del trabajo está controlada por la obra misma, volviendo superflua toda contabilidad horaria.
El tiempo y la tarea, sin embargo, no representan formas antagónicas ni evolutivas de cálculo del trabajo; en muchas situaciones, como la que analizamos aquí, estas dimensiones se complementan para establecer la medida.
Sutti Ortiz (1979) alerta acerca de la primacía acordada por los antropólogos al trabajo como unidad de medida, incluso en aquellos contextos en los que no constituye una mercancía generalizada. Sugiere desplazar el foco hacia los distintos procedimientos de medición, cuyos formatos particulares resultan reveladores del grado de objetivación del trabajo. Así, la estimación cualitativa de los campesinos Páez de Colombia excluye de sus cómputos de trabajo aquellas actividades que no demandan un esfuerzo continuo o que se superponen con otras.
En la Argelia campesina de la década de 1960, Bourdieu y Sayad (1999) destacan el aprendizaje gradual de la conversión del tiempo de trabajo en dinero, expresada en la noción de salario horario. Para el campesino tradicional, la evaluación cuantitativa del tiempo trabajado es una operación sin sentido, ya que un campesino que se respete está ocupado el año entero, todos los días del mes y toda la jornada, desde el amanecer al anochecer. Sin embargo, la experiencia del trabajo asalariado, es decir, del trabajo medido en horas, inclina a juzgar el trabajo en la explotación agrícola según esos criterios, reteniendo sólo los momentos de pleno empleo.
El tiempo se impuso como medida del trabajo cuando la industrialización requirió la sincronización de tareas (Thompson, 1967). Mientras la manufactura industrial permaneció a cargo de talleres domésticos o de pequeña escala, la orientación por tarea era predominante. El significado del tiempo aparece a través del condicionamiento tecnológico y como medio de explotación del trabajo.
La estimación del trabajo por tiempo requiere la interiorización de la disciplina horaria y la administración metódica de las energías.1 El salario por tiempo es fruto de un largo proceso de estructuración de la fuerza de trabajo y por ello, en las áreas de reciente desarrollo, algunos analistas recomiendan que "puede ser conveniente vincular los salarios a las tareas y no directamente a las horas" (Thompson, 1967: 92).
La contraposición entre el tiempo y la tarea planteada por Thompson ha sido discutida por varios autores.2 Ingold (2002), por ejemplo, relativiza esta interpretación al subrayar la relevancia de las concepciones no homogéneas del tiempo, aún entre los obreros industriales, evidenciada en la capacidad de identificar un momento oportuno para la realización de determinadas operaciones.
Las medidas prácticas son particularistas; están arraigadas en la vida social y poseen un significado concreto para los usuarios. Las magnitudes se establecen por contacto humano directo, a través de discusiones y compromisos. Desde los inicios del capitalismo, las tendencias unificadoras, encarnadas en el mercado y el Estado, instituyeron modos de cálculo basados en la supresión de las individualidades y los localismos, a través de sistemas de mediciones universales, exclusivamente convencionales y cuantitativos, independientes de la voluntad humana. El mayor potencial metrológico de estas últimas está vinculado al carácter divisible y a la posibilidad de agregación y comparación.
En el marco del Estado, por ejemplo, el trabajo asalariado estimado en horas representa la medida del trabajo en general. Así, el reconocimiento oficial del trabajo doméstico en la agricultura familiar francesa implicó su contabilización a partir del modelo del trabajo asalariado (Barthez, 1982). El cómputo se realiza por trabajador individual y las estadísticas agrícolas miden el trabajo familiar en horas para calcular los aportes jubilatorios y de seguridad social. En 1975, por ejemplo, el trabajo familiar a tiempo completo se estimaba en 2200 horas anuales. Posteriormente, el cálculo adoptó la norma de Unidad de Trabajo Anual (UTA), sobre la base de una jornada de ocho horas, cuarenta horas semanales y 275 días de trabajo por año.3
Según Bidet & Vatin (2009), "la métrica temporal del trabajo perdura... en virtud de su eficacia propiamente metrológica, derivada de su notable poder unificador" (Bidet & Vatin, 2009: 701). En efecto, el estándar de tiempo de trabajo consumido convierte la actividad dispar de personas particulares en un flujo homogéneo y medible, listo para ser puesto en relación con una evaluación del capital.
Los peones forestales que analizamos aquí son trabajadores originarios de la provincia de Misiones que a partir de la década de 1980 , son contratados a lo largo del año para trabajar en los bosques implantados con eucaliptos de la provincia de Entre Ríos (Bardomás & Alberti, 2011; Alberti, Bardomás & Schiavoni, 2012). En virtud de un sistema de desgravación impositiva, a fines de la década de 1970, se plantaron 60.000 hectáreas de eucaliptos en el nordeste entrerriano, iniciando una actividad sin antecedentes en la zona. En el momento de cosechar la madera, se recurrió a los contratistas de la provincia de Misiones, con dilatada trayectoria en la explotación de montes nativos y cultivados. La mano de obra entrerriana quedó al margen de la actividad y la demanda de trabajadores se satisface en un 80% con migrantes misioneros.
Si bien este mercado laboral opera sin la estimación de un esfuerzo promedio, que permita traducir en horas la fuerza de trabajo requerida para la realización de las tareas, la dimensión temporal y la cuantificación no están ausentes. Los contratistas emplean a los obreros por tarea, pero estiman el rendimiento en unidades de tiempo y en metros cúbicos: está previsto que un obrero coseche por mes 250 metros cúbicos de madera. Los obreros, a su vez, trabajan por tarea, pero determinan el valor en jornales, dividiendo el monto recibido según la cantidad de días que insumió la tarea. Este cálculo está en la base de la decisión de migrar, ya que sólo se desplazan si el monto del jornal supera el que percibirían en Misiones.
No obstante, al sopesar las ventajas de la migración, el propio obrero no incluye en sus estimaciones el alargamiento de la jornada (siempre superiores a ocho horas) ni la puesta en juego de habilidades incorporadas, responsables de una mayor productividad. De acuerdo al relato de uno de los contratistas: "Él [el trabajador migrante] cuenta lo que trajo, como si hubiera encontrado en una lata unos 6 mil pesos. No contaba todo el sacrificio. O, que eran prácticos con la motosierra para voltear los árboles, para descortezarlos..." (contratista forestal, Eldorado).

Metodología y construcción de los datos

Los datos utilizados provienen del trabajo de campo llevado a cabo en las provincias de Misiones y Entre Ríos, en el marco de un estudio más amplio.4
Se trata de una investigación exploratoria, orientada a comprender las dimensiones domésticas y mercantiles del trabajo rural migrante. Los obreros entrevistados fueron seleccionados de modo circunstancial, en proximidad con la estructuración empírica del fenómeno, y no en base a dimensiones analíticas tendientes a obtener una muestra representativa. Se entrevistaron a más de treinta obreros originarios de Misiones que se hallaban trabajando en campamentos forestales de la zona de Concordia, en la provincia de Entre Ríos, durante los años 2009 y 2010. Luego, en los años 2011 y 2012, se contactó a estos mismos obreros en sus hogares, en la provincia de Misiones.
Se emplearon técnicas cualitativas de construcción de datos, mediante la realización de entrevistas semi-estructuradas, focalizadas en las condiciones de trabajo y en los ciclos migratorios anuales.
Los casos considerados se ubican en un rango de edades que oscila entre los diecinueve y los cincuenta y siete años. Se trata de una mano de obra masculina, que migra sin el grupo familiar, retornando a los sitios de origen cada dos o tres meses. Los obreros entrevistados provienen de dos zonas de la provincia de Misiones: el municipio de Eldorado, en el Alto Paraná misionero, y la localidad de Bernardo de Irigoyen, en el extremo nor-oriental. En su gran mayoría se trata de trabajadores casados, con grupos familiares en fase de expansión, aunque también se registraron casos de jóvenes solteros, que inician su trayectoria laboral con la migración a Entre Ríos.
Las calificaciones laborales de los entrevistados son mínimas (sólo dos obreros han recibido capacitación como motosierristas) y el nivel de instrucción es bajo (primaria completa e incompleta). Los casos analizados incluyen distintas posiciones laborales: motosierristas, peladores, estibadores y podadores. Asimismo, se realizaron entrevistas a informantes clave: funcionarios municipales, profesionales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (inta) y de las empresas, contratistas y representantes sindicales.

El arte y la máquina: las habilidades encarnadas

Los principios de organización científica del trabajo de Taylor apuntan a adaptar el trabajo a las máquinas, según el modelo de una función de producción en la que el factor tenga la forma abstracta de un tiempo de trabajo estándar (Thévenot, 1986). Estas elaboraciones se articulan con formas económicas de validez general, tales como las negociaciones colectivas a nivel nacional o los contratos sancionados por el Estado. Sin embargo, resultan antagónicas con las herramientas y saberes no unificados que predominan en el trabajo rural.
Aunque comporte el uso de máquinas, el trabajo forestal no es escindible de capacidades sensoriales y habilidades encarnadas en los sujetos, fruto de su familiarización con un ambiente. El coeficiente personal, que Taylor buscaba eliminar de la organización científica del trabajo, alcanza aquí su expresión plena, haciendo que el contraste entre el arte y la máquina resulte significativo. La distinción es identificada por Leite Lopes (1978) expresada en las categorías nativas de artistas y profesionistas. El artista es contratado por tarea y se trata de un trabajador que posee un saber, que organiza y dirige su propio equipo de trabajo. A su vez, los profesionistas son contratados por tiempo como operadores no calificados de un sistema de máquinas que parcela las tareas. Esta categorización incide en la metrología del trabajo, así, mientras que los profesionistas miden su desempeño en horas, los artistas lo hacen en términos de los productos que crean (salario por producción), aun cuando todos se encuentren regidos por el salario horario.5
El contraste entre el tiempo y la tarea no debe oscurecer el hecho que estas dimensiones se complementan en el establecimiento de la medida. La estimación por tarea puede representar un paso en el disciplinamiento de la mano de obra, permitiendo identificar un rendimiento promedio sobre el cual se calculará el jornal y la medición horaria. Resulta ilustrativo, en este sentido, el cambio de la estimación del trabajo rural por tarea (tarefa) a la estimación por jornal (conta), en los ingenios azucareros del nordeste brasilero, entre las décadas de 1930 y 1950.6
En la provincia de Misiones, la medición por tarefa se generaliza a principios del siglo XX, con referencia al trabajo estacional de cosecha de yerba mate en los yerbales cultivados, labor que se abona por quincena, en base a la producción (Rau, 2012).
La medición por tiempo reduce el margen de autonomía del obrero en la organización del proceso de trabajo. En la estimación por tarea, el obrero tiene a su cargo el logro de un resultado y se economiza la supervisión de la ejecución, fiscalizando sólo el producto final.7
Los peones forestales migrantes que analizamos tienen como aspiración el modelo del artista, trabajador cuya autonomía descansa en la posesión de un saber y en la posibilidad de organizar el proceso de trabajo. La preferencia por la jornada extendida, característica de la explotación de monte nativo, denominada día pucú (día largo) y asociada a la preparación de una ración de alimento conocida como matula (comida fría), se difunde también en el desempeño en los bosques implantados de Entre Ríos. La valoración de la autonomía también se expresa en el hecho que los obreros detentan la propiedad de las herramientas, algunas diseñadas por ellos mismos (gancho para descortezar). Sólo en el trabajo de poda, el contratista tiene a su cargo la provisión de tijeras y escaleras.
El rótulo de arte aplicado a las habilidades demandadas por el trabajo forestal obedece a que el buen desempeño resulta de la familiarización con el ambiente y la práctica, permitiendo la realización de operaciones de alto riesgo y complejidad, como es el volteo de árboles, sin que medie el recurso a una calificación formal.
El carácter escasamente transferible de estas capacidades se expresa en la constatación de un contratista entrerriano, cuando explica la necesidad de contar con la mano de obra proveniente de Misiones: "Acá [Entre Ríos] no se ha podido hacer gente; sólo logramos hacer un maquinista. A la gente de acá no le gusta" (empresa de servicios forestales, E. Ríos).
Asimismo, el arte del trabajador forestal resulta decisivo en la elevación del rendimiento. A diferencia del obrero inglés metódico que refiere Thompson, los trabajadores forestales migrantes se distinguen por la disposición al trabajo pesado, estimulada por la condición de migrante. Interesados en aprovechar al máximo la calidad específica de su desempeño, los obreros tienden a aumentar constantemente la intensidad del trabajo. Este incentivo es compartido por los contratistas e imprime una gran aceleración a la cadena de contratación. Como observa un trabajador, "los contratistas también están temporarios, necesitan rendimiento, sino el patrón [el propietario de las forestaciones] le da a otro" (motosierrista, 35 años).
Mucho trabajo en poco tiempo: las luchas de los trabajadores migrantes
En el mercado de trabajo forestal transprovincial que analizamos, las labores rurales se llevan a cabo a través de contratistas de servicios forestales, cuyo desempeño se encuentra regulado sólo en el caso de los prestadores de grandes empresas. La fase de producción primaria de la actividad se encuentra tercerizada en todo el nordeste argentino. El informe del año 1974, de la Secretaría de Agricultura sobre el empleo forestal en bosques implantados en la provincia de Misiones, reconocía este rasgo de manera contundente.
Las labores rurales de la foresto-industria comprenden inserciones transitorias e inestables; la movilidad es frecuente y las calificaciones no tienen un reconocimiento colectivo, aun cuando se trata de una ocupación riesgosa en la que las habilidades incorporadas resultan decisivas.
En la década de 1980, la migración a Entre Ríos estuvo orientada al corte y pelado de rollizos de eucaliptos con destino a la exportación. La intensificación del ritmo de trabajo jugaba un rol estratégico, ya que había que completar la carga de barcos con capacidad de cincuenta mil toneladas, elaborando madera en el menor tiempo posible.
Luego, los trabajadores migrantes también fueron requeridos para tareas de mantenimiento de las plantaciones (poda y fumigación), y las actividades de elaboración de madera correspondientes a una segunda explotación del monte (renovales), tales como hacer postes, vigas, rodrigones y tijeras(subproductos forestales que se utilizan en la agricultura: tutores de viñas, vigas para invernáculos).
El carácter transitorio de la contratación combina la venta de fuerza de trabajo en Entre Ríos con la reproducción doméstica en Misiones (agricultura de autoconsumo, en algunos casos con excedentes comercializables). El desempeño está segmentado en ciclos de cuarenta y cinco días (recibos), que se alternan con períodos de diez días en el lugar de origen. Esta temporalidad cíclica no responde a procesos propios de la actividad forestal y una mayor regularidad de desplazamientos indica la proletarización completa.8
El siguiente cuadro sistematiza la información referida a las posiciones laborales ocupadas por los migrantes, especificando las unidades de organización de la tarea y las unidades de cálculo de la remuneración:


Fuente: elaboración propia en base a datos del trabajo de campo.

Los motosierristas desempeñan un rol clave en la estructuración de la cadena laboral. Sobre esta categoría de trabajadores, el estudio de la Secretaría de Agricultura señala: "Aunque los motosierristas están en el límite, se decidió incluirlos entre los especializados ya que de alguna manera aventajan a los restantes trabajadores que realizan la misma tarea en forma manual, obteniendo mayores ingresos" (Secretaría de Agricultura, 1974: 26).
A semejanza de los artistas, los motosierristas conforman el equipo y dirigen la tarea. Un motosierrista "corta para cuatro [peladores y apiladores]" (contratista, Eldorado). La forma de organizar el trabajo es descripta en los siguientes términos:

Tenemos que hacer un grupo, ponele cuatro o cinco de pelador, y ahí sí, la empresa, o sea el patrón, te llama, te manda el pasaje. Nosotros tenemos que armar el grupo (motosierrista, 35 años)
Como mínimo, ellos piden cuatro. Pero a veces, hay gente que corta para seis, para siete a veces (motosierrista, 32 años).
Nosotros trabajamos en grupo; el motosierrista tiene un grupo de tres, cuatro hombres, muchachos; son los que hacen elaboración. El motosierrista se encarga de voltear, picar y nosotros nos encargamos de sacar los gajos y apilar (pelador, 56 años).

También en las tareas de poda, el motosierrista dirige la tarea. Uno de ellos relata: "Él es mi ayudante, poda atrás de mí. Yo le dije al patrón que le llame. Estaba sin laburo y ahí yo me acordé, porque es vecino, yo le conocía y le dije llamale a ese tipo" (motosierrista, 52 años).
Los contratistas delegan en los trabajadores la selección de la mano de obra. Uno de ellos comenta en estos términos su táctica para lograr un plantel de excelencia:

El motosierrista es el que más gana y los cuatro tipos que están pelando para ese motosierrista están pensando en comprarse la moto y dejar de ser peladores. Cuando viene el motosierrista y me dice que necesita nuevos peladores, me pide permiso para traer cuatro personas, entonces yo le decía 'traé sólo dos'. Esto hacía que él, ni parientes elija, y lleve dos buenos! (contratista, Eldorado).

Entre los trabajadores forestales migrantes que analizamos, la tarea asignada al motosierrista se denomina lucha y se paga una vez concluida.9 El tiempo no está estipulado y varía según los individuos (a veces un día, otras una semana).
En los bosques de Misiones es frecuente que la tarea se calcule en hectáreas, mientras que en Entre Ríos, la estimación se hace por hileras de árboles. De este modo, las luchas no están especificadas en medidas de superficie; la cantidad de hileras considerada obedece a la necesidad de evitar que los árboles volteados por un motosierrista caigan encima de los que apea el motosierrista siguiente. Un capataz explica:

Como ellos cobran por tarea realizada, está calculado una cierta cantidad de hileras que puede realizar un motosierrista en el día. Ellos hacen por pie parado, no se trata de una dimensión en cuanto a longitud, sino por producción. En Entre Ríos le dicen una lucha a 5 hileras. Acá (en Misiones) le dicen una tendida10 (capataz, Eldorado).

En los relatos de los obreros entrevistados, la lucha como unidad de estimación de la tarea aparece descripta en los siguientes términos:

Las luchas son cinco líneas de 5 metros, entre cada línea hay dos metros y medio, entonces una lucha tiene 10 metros. Tiene que dejar un espacio en el medio para que la máquina entre para los dos costados (motosierrista, 33 años).
Una lucha te daba: 5 líneos y ahí hacés una lucha y hacés la escollera, juntás todas las ramas y la madera, tiene que quedar todo limpio (pelador, 28 años).
Una lucha agarra 5 líneos y ahí el motosierrista te voltea, te pica todo. Y ahí vos tenés que pelar. Esa es la lucha (pelador, 56 años).
Si un motosierrista tiene un personal, si trabaja en yunta o sólo, ese 5 líneos es una lucha. Tiene que salir terminado en el día o en la semana (motosierrista, 52 años).

La remuneración se calcula por metro cúbico de madera cosechada: "Ellos tienen que estibar y lo que se mide es la pila, se les paga por metro cúbico estéreo [contando los espacios entre troncos]" (contratista, Eldorado). Cada pila de madera tiene asignado un número que identifica al motosierrista:

El encargado tiene todo en la libreta: tal lucha del motosierrista fulano de tal, que tiene el ayudante tal y tal. Cuando terminamos la lucha, el capataz agarra el metro y mide todito la pila, ahí le cubica y te paga lo que es el precio (pelador, 56 años).

También en las labores de poda, el trabajo se organiza por cantidad de líneos, y se denomina 'tendida' a la cuota diaria correspondiente a cada trabajador: "la tendida son 600 o 700 plantas que hacés en un día"; "la tendida es la planta que está en la línea: dos, tres líneos que te toca a vos" (podador, 22 años).
Los rendimientos por trabajador son muy variables. Un podador relata:

Éramos tres que le rendíamos, yo siempre puntero. Ponele yo le estaba haciendo 500 plantas por día y algunos hacían 180. Yo fui el que le hice subir el precio. A $0,25 la planta, estábamos sacando $100 por día, levantó a $0,30 y ahí le fuimos levantando más. Y a lo último le levanté a $0,39. Yo fui, hice el trabajo, cuando él llegó para ver yo hice 450 plantas en un día. Después él vio que yo le hacía todos los días esa cantidad. Vio el resultado. Ahí fue mi tío también, y a él sí que le rindió, hacía 750 plantas por día! (podador, 19 años).

Los vínculos entre contratistas y obreros exhiben una gran heterogeneidad. La contratación se lleva a cabo a través de relaciones personales, y el carácter de red social que exhibe este mercado hace que, muchas veces, los obreros sostengan un contrato que se revela desventajoso con tal de no defraudar la confianza del compañero que lo recomendó, buscando siempre quedar bien con el patrón. Los contratistas imponen las condiciones y el margen de negociación es reducido. Aun así, como se evidencia en el testimonio arriba citado es posible redefinir los términos de la relación laboral en situaciones específicas. El valor de la poda, por ejemplo, difiere si se trata de montes naturales (plantación original) o de rebrote.11 A su vez, el trabajo se mide en metros cúbicos de madera cosechada cuando es raleo,12 o en unidades de productos forestales elaborados, si se trata de la explotación de renovales, que comprende la preparación de rodrigones, vigas y tijeras. Las tareas de poda se calculan por planta, y las de fumigación varían, midiéndose en plantas, en hectáreas e incluso en jornales, aunque esto último es menos habitual.13
Asimismo, determinadas características de las plantaciones afectan el rendimiento y esto se considera en el cálculo del precio del trabajo:

Hay lotes que son bien limpios, podes caminar tranquilo, entonces tenemos un precio normal de 0,40 centavos por planta. Y tenemos un precio de -nosotros le decimos planta natural, los que son plantados-, y un precio de rebrote -los que ya hicieron corte y salieron los rebrotes-. Esos de rebrotes tienen menos gajos, entonces ese le paga $0,35, y planta natural, que tiene gajos de arriba abajo, le paga $0,40 (podador, 22 años).
El trabajo de poda se remunera por planta y hay un encargado que distribuye la tarea y contabiliza el trabajo: "Él [encargado] trabaja por día, él cuenta las plantas, porque somos ocho que podamos diez líneos cada uno, son 80 líneos. Entonces él comienza a contar, cuatro o diez líneos es de fulano y va contando los otros" (podador, 22 años).

Otra tarea que realizan los obreros forestales migrantes es la correspondiente a una segunda explotación del monte y consiste en hacer postes, vigas, rodrigones y tijeras. Esto se paga por unidad: "$0,55 cada palito. Si querés ganar un jornal, tenés que pelar 2000 en el día" (pelador, 29 años).
El trabajo por tantorepresenta un incentivo para la migración, ya que permite desempeñarse sin límites: "Allá nosotros no trabajamos por día ni por mes: trabajamos por tanto. Entonces, cuanto más nosotros trabajamos, más plata vamos a ganar" (motosierrista, 31 años).
El relato de uno de los contratistas confirma esta percepción:

Ellos quieren ganar y cobrar. Prefieren laburar en negro. Vd. no se va a Concordia -que queda casi a mil kilómetros-, para trabajar ocho horas por día! Además, [en el caso de los trabajadores declarados] no pueden hacer fuego, no pueden tomar su mate ni hacer su reviro.14 Tienen que comer la comida que le dan: café con leche y pan. Con eso, a las 10 de la mañana se les dobla la rodilla. Porque el reviro le da una fuerza! A nosotros, que no trabajamos, el reviro nos perjudica. Pero ellos, la forma en que ellos trabajan, ellos lo derriten al reviro (contratista, Eldorado).

Así: "conforme el esfuerzo es la cantidad que se hace. Y ellos, la empresa, hoy se basean. Eligen los más guapos y ven, tanto ellos tienen que ganar" (motosierrista, 33 años). De este modo, los estándares de tiempo socialmente necesario para la realización de las tareas se establecen en base a la condición migrante, marcada por la intensificación del ritmo de trabajo.
Los empleos locales, en Misiones, son por hora: "Los contratistas de Eldorado vienen a buscar gente y ponen el precio. Por hora, te paga $7, $8, y uno tiene que hacer 100 horas para ganar $700 y 200 horas, casi un mes, para ganar $1400" (cargador, 60 años).
Uno de los obreros compara el trabajo a destajo como motosierrista en Entre Ríos con el trabajo por hora, en un aserradero en Misiones:

[en Misiones] Vos laburás tranquilo, andás caminando, andás limpio. Pero la ganancia no te sirve. No va por rendimiento, te paga por hora. Y yo por lo menos...Acá en la zona hay mucha gente que están acostumbrados a trabajar por hora, vive tranquilo, no me aparto.Pero no le alcanza también, porque es muy poco (motosierrista, 56 años).

También en otro caso, un podador que trabaja a destajo en Entre Ríos compara con el empleo por hora en Misiones:

Acá en la empresa [citrus] tenés que trabajar diez horas para ganar $78, él paga $7,80 la hora. Vos comenzás a trabajar, las cinco de la mañana es tu horario de entrada. Te fichás, el presentismo, ahí entrás en la empresa y a las seis empezás, ahí empieza tu hora corre de seis a doce y media, ahí tenés media hora para comer y a la una a trabajar de nuevo. Y a la tarde empezás a trabajar a la una y ahí no tenés más horario, depende el patrón (podador, 22 años).

El carácter liviano y paciente despoja a otros empleos locales -tales como el de repositor de supermercado- de la calidad de trabajo, identificada positivamente con los atributos pesado y bruto, propios del desempeño forestal a destajo.

El mercado, la medida y los saberes específicos

El mercado de trabajo que analizamos está fragmentado en diversos convenios entre contratistas y obreros, operando de acuerdo a formas descentralizadas de intermediación, fundadas en relaciones personales. La figura del contratista es de larga data en la actividad forestal y no representa una innovación de las últimas décadas, como ocurre con otras producciones (Aparicio, Berenguer & Rau, 2004).
El dispositivo que coordina este mercado es la red de vínculos que conecta a contratistas y obreros, y a los obreros entre sí. El trabajo no se mide de manera impersonal: se calcula con referencia a individuos específicos y los instrumentos de equivalencia se calibran en base a inversiones soportadas por los propios trabajadores (hábitos corporales, familiaridad con el monte). La tarea como formato de la medida es congruente con esta habilidad sintética, que no se descompone en capacidades desgajadas de sujetos particulares. La contabilización horaria resultaría un nivel de medición inadecuado para apreciar este tipo de esfuerzo.
En Haití, Mintz (1961) describe el funcionamiento de un mercado en el que las medidas de peso y volumen no están estandarizadas y las estimaciones utilizan recipientes conocidos por los usuarios. Las transacciones son dependientes de la interacción social y la escala del intercambio queda circunscripta. Sin embargo, dado que existe un tipo reconocido de recipientes que compradores y vendedores acuerdan que contiene una determinada cantidad, se puede hablar de medida.
El menor potencial metrológico de las medidas prácticas, cuyas magnitudes se establecen por contacto humano directo, a través de discusiones y compromisos, es un indicio de los límites de la regulación del Estado. Con respecto al trabajo, la conversión de las estimaciones particulares en unidades abstractas es fruto de una progresiva objetivación, a través de la elaboración de referencias comunes, verificables, que funcionan como soporte de reglas. El Estado y los colectivos de representación sindical desempeñan un rol decisivo en la fijación de estándares.
La contratación por tarea y el pago a destajo, al valorizar las capacidades individuales y la autonomía, resultan poco compatibles con la participación en colectivos de representación. Sigaud (1979) subraya la no sindicalización de los clandestinos, contratados por tarea en los ingenios azucareros del nordeste brasilero. O'Dwyer (2008) explica el rechazo de la libreta de trabajo por los jornaleros de cítricos, que trabajan por tanto en el estado de Río de Janeiro, porque la firma de la libreta implicaría el control del patrón sobre los horarios, quitándole al trabajador la dirección de la tarea y la facultad de administrar la mano de obra familiar.
También en el caso de los obreros forestales migrantes que analizamos, el encuadre sindical es considerado una restricción a la autonomía del trabajador. De este modo, un obrero relata su preferencia por el trabajo no declarado, ya que le permite elevar el rendimiento:

Tenía todos los derechos que tenemos que tener, pero siempre se gana menos plata que en negro, porque hay mucha reunión. Te hacen parar de trabajar para una reunión, entonces nosotros teníamos que perder un día o dos por semana, para andar escuchándole a ellos. Si nosotros vamos a hacer todo lo que ellos quieren, no nos rinde el trabajo. Y como vamos para laburar, ya si perdemos el día del trabajo, es una gran cosa para nosotros (motosierrista, 31 años).

La representación de los obreros forestales se encuentra escindida en distintas organizaciones gremiales, y el grado de sindicalización de los obreros migrantes es muy bajo. En su calidad de trabajadores rurales, quedan encuadrados en Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE). La relativa pasividad de este sindicato motivó que en los años 2006 y 2007, los motosierristas subcontratados por la principal empresa celulósica y maderera de la provincia de Misiones (Alto Paraná Sociedad Anónima -APSA-) protagonizaran importantes conflictos, solicitando la afiliación al sindicato de obreros del papel Sindicato de Obreros y Empleados de la industria de Celulosa, Papel y Cartón de Misiones (SOEP).15 A propósito de este conflicto, UATRE se arrogó la representación histórica de los obreros rurales, argumentando que los motosierristas no son obreros industriales (Diario El Territorio, 01/09/2006).
En dicha ocasión, también apareció disputando la representación de los trabajadores forestales, el Sindicato Único de Monteros de la República Argentina que agrupa a "todos los trabajadores que desempeñen sus tareas en la tala de montes en pie, hacheros, peladores, motosierristas, leñeros" (Misiones On Line, 28/03/2007).
Las tendencias unificadoras del Estado se ejercen mediante la regulación de las competencias profesionales y a través de la legislación del trabajo agrario.
En el nordeste argentino, la profesionalización del trabajo forestal es sólo incipiente. Los manuales de capacitación, elaborados por los fabricantes de motosierras, están orientados a distinguir procedimientos, de acuerdo a una lógica favorable a la imputación de responsabilidades y el control del riesgo.16 En el caso de los motosierristas, comprende la certificación de competencias en tres esferas: a) organización de la tarea de corte; b) operación de máquinas y herramientas auxiliares; y c) manejo de técnicas y herramientas para apear, desramar y trozar el árbol.17 Al actuar como garante de estos saberes, el Estado intenta promover la estandarización de las habilidades, fomentando la intercambiabilidad de la mano de obra.
La profesionalización, sin embargo, no alcanza a suprimir los saberes específicos, encarnados en individuos particulares (el arte del trabajador), haciendo que se mantenga la preferencia de la mano de obra forestal proveniente de Misiones, una de la provincias con mayor tradición forestal en el país.18
La gestión de calidad en el trabajo forestal está encaminada a reducir la movilidad de los obreros y a suprimir el destajo. En la provincia de Misiones, la reconversión del sector forestal eliminó el pago a destajo, fijando por convenio un salario mensual (Fassola, 2001). El caso de Forestal Oriental S.A. estudiado por Riella y Mascheroni (2009) en Uruguay, muestra que si bien la empresa ha mecanizado el 50% de la cosecha de madera, el resto es efectuado por motosierristas, pagados a destajo como modalidad predominante, con jornadas laborales superiores a las ocho horas.
A través de la legislación agraria el Estado intenta dotar a la actividad de un formato general. Durante la década de 1980, la ley 22.248 que regula el trabajo a destajo establece la percepción de un jornal no inferior al mínimo establecido. Asimismo, la Comisión Nacional de Trabajo Agrario clasifica en nueve categorías el personal empleado en tareas de implantación y mantenimiento de bosques artificiales, distinguiendo: a) peones generales; b) cargadores; c) conductores de camiones, maquinarias varias y tractores de monte; d) motosierristas; e) mecánicos; f) hacheros, volteadores y troceadores; g) peladores, enganchadores, estibadores; h) capataces; i) encargados. Los salarios se pueden fijar por jornal y/o a destajo (res. 135, del 19 de julio de1989). En estas resoluciones figura la denominación "destajista", con monto de remuneración "convencional", aclarando que "en los casos en que las partes convengan remuneraciones a destajo", el jornal mínimo promedio no podrá ser inferior a un monto determinado.

Conclusiones

A partir de una descripción de las formas de contratación del trabajo rural en la actividad forestal, nuestras conclusiones subrayan el interés de una perspectiva sociológica sobre la medida, que considere las modalidades de cálculo como indicio de las formas de coordinación y constitución de los objetos económicos. La estimación del trabajo en unidades de tiempo es fruto de un proceso gradual de homogeneización de la calidad que estandariza la duración de las tareas. En tales condiciones, el cálculo exclusivamente cuantitativo se impone y el salario horario constituye un indicador suficiente.
En el caso de los trabajadores forestales migrantes descriptos aquí, la medida del trabajo se mantiene cualitativa, próxima a lo concreto y operacionalizada a través de magnitudes establecidas por contacto directo. La externalización incipiente de las capacidades laborales con respecto a la persona, define la condición del trabajador forestal en términos de la posesión de un arte. La posibilidad de alienar este objeto económico semi-normatizado se expresa en el recurso a la contratación por tarea. En este sentido, el formato de la medida resulta congruente con el hecho que el ejercicio de la actividad es fruto de una capacidad distribuida, alojada en habilidades corporales y en una relación de familiaridad con el ambiente. La traducción de este esfuerzo a unidades abstractas supondría una mayor objetivación del trabajo, desprendiéndolo de los desempeños concretos de individuos particulares.
El tiempo y la tarea representan modos diferentes de estimación del trabajo. Se trata, sin embargo, de formas compatibles y complementarias de establecimiento de la medida. En efecto, la medición del trabajo tomando en cuenta la duración reconoce como preliminares los estándares derivados de la realización de tareas. En algunas producciones y sectores el paso de un nivel de mediación a otro no es inevitable.
En el ejemplo analizado, la contratación por tarea y el pago a destajo conjugan los intereses de contratistas y obreros, estimulando los desempeños individuales y la intensificación del trabajo. Las instancias representativas de las tendencias unificadoras, tales como los sindicatos o la normativa estatal, tienen un impacto débil, haciendo que el mercado de trabajo rural eslabonado a la industria de uno de los sectores más dinámicos del capitalismo globalizado, se mantenga organizado sin el recurso de un dispositivo general.

REFERENCIAS

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NOTAS

1"Hacia los años 1830 y 1840... el obrero industrial inglés se distinguía... no por su mayor capacidad para el trabajo intenso sino por su regularidad, su metódica administración de energía" (Thompson, 1967: 91).

2 Smith (1986) discute las afirmaciones de Thompson acerca del desconocimiento del valor del tiempo en las sociedades preindustriales, relativizando también el confinamiento a dichos contextos de la organización por tarea.

3 La aprehensión del trabajo bajo la forma de tiempo plantea numerosos problemas en la agricultura familiar, ya que la hipótesis de la homogeneidad del trabajo es difícilmente aceptada (Brangeon et al., 1989). Asimismo, incluso en el caso de los asalariados industriales, la medición de la duración del trabajo resulta variable según ramas de actividad y equipamiento (Eymard Duvernay, 1977).

4 "El trabajo migrante transitorio en el agro argentino", director G. Neiman, Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

5 También la distinción entre fichados y clandestinos, a través de la que Sigaud (1979) analiza la segmentación del mercado de tareas agrícolas en los ingenios azucareros del nordeste, involucra diferentes metrologías del trabajo. Los fichados trabajan por un salario y debe atenerse a un esfuerzo promedio (el quantum de trabajo fijado por el patrón para una jornada). Los clandestinos trabajan por tarea para un contratista; su trabajo no se calcula en base a un esfuerzo promedio y son incentivados a trabajar todo lo que quieran, según su disposición.

6 La tarefa, también usada como medida de superficie en general, representaba una superficie de 3000 m2en la que había que ejecutar una tarea, sin estipulación de tiempo (generalmente un obrero hacía dos tarefas por semana). La estimación por conta hace referencia a una superficie menor, 100 m2, a trabajar durante una jornada. Con el Estatuto del Trabajador Rural, en 1963, la conta se generalizó como el equivalente de una jornada legal de trabajo (Palmeira, 1976).

7 La referencia a contribuciones antropológicas que versan sobre situaciones de proletarización, antes que sobre asalariados plenos, permite apreciar con mayor nitidez las condiciones sociales de las mediciones del trabajo. Para el desarrollo de nuestro argumento consideramos que estos casos en transición resultan más eficaces que las posiciones consolidadas.

8 Inicialmente los trabajadores eran empleados por períodos de treinta días, regresando a Misiones por un lapso de diez días. Posteriormente, los contratistas extendieron el ciclo de trabajo a cuarenta y cinco días para minimizar las pérdidas derivadas del regreso al hogar: "antes, cada tres meses, se perdía un mes. Ahora cada tres meses pierden un viaje" (contratista, Eldorado).

9 No tenemos información acerca del origen de esta denominación. Podría tratarse de una traducción del portugués luta, término con el que se alude a trabajo a vencer, esfuerzo, y que es de uso corriente en el nordeste de Misiones, zona de la que provenían inicialmente los obreros forestales migrantes.

10 Devoto & Ruthkugel (1936), describiendo el obraje de la Compañía Tierras y Maderas del Iguazú en la década de 1920, en Misiones, consignan la tendida como un método de exploración sistemático del bosque nativo, consistente en la división del terreno en cuadros de 100 ha, divididos al medio por un pique o sendero.

11 Característica propia de la plantación de eucaliptos que permite sucesivas explotaciones del monte (renovales).

12 Eliminación de algunos ejemplares para favorecer el crecimiento de los mejores.

13 La fumigación es el trabajo menos valorado (no rinde). Se efectúa durante la noche, con el fin de moderar la incidencia del viento; permite alcanzar el valor de un jornal si se hacen dos ha.

14 Comida regional guaranítica elaborada con harina y grasa.

15 Diario El Territorio; 28/07/2006; 30/08/2006; 1/03/2007; 19/12/2007.

16 Como relata uno de los responsables del área, "existen manuales de estrategias de volteo de árboles. El primer procedimiento para el hachero fue hecho en una escuela alemana en 1908. La motosierra se empieza a usar en 1914 y desde ahí viene mejorándose" (Diario El Territorio; 07/10/2006).

17 En el año 2006, la mayor empresa forestal de Misiones APSA S.A. entregó credenciales de capacitación a 100 empleados, en el marco del Programa de Certificación de Competencias Laborales del Ministerio de Trabajo de la Nación.

18 Así, los Campeonatos Nacionales de Motosierristas, organizados anualmente desde 2005 por los fabricantes de motosierras y las empresas forestales, tienen como ganadores a los trabajadores de Misiones (Diario El Territorio; 15/09/2011).

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