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Población y sociedad

versión On-line ISSN 1852-8562

Poblac. soc. vol.22 no.1 San Miguel de Tucumán jun. 2015

 

RESEÑAS

Guaraníes, criollos y jesuitas. Luchas de poder en las revoluciones comuneras de paraguay. Siglos XVII y XVIII.
Mercedes Avellaneda, Editorial Tiempo de Historia, Asunción, 2014, pp. 300.

 

El reciente libro de Mercedes Avellaneda analiza las relaciones entre guaraníes, criollos, jesuitas y diversas autoridades coloniales (tanto locales, regionales y metropolitanas, como civiles y religiosas), dentro de una doble trama. Por un lado, un fondo de larga duración, que es el que muestra -principal, aunque no únicamente- los cambios que hubo en las relaciones entre y dentro de dichos grupos a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Por el otro, momentos de conflictos que permiten observar el microcosmo de las divisiones internas, las negociaciones, las respuestas de los diferentes actores sociales, las alianzas, las derrotas y las victorias parciales.
La historia de las misiones jesuitas goza de una abundante historiografía, que -para la autora- ha ido construyendo una serie de modelos interpretativos que han terminado naturalizándose. El libro busca en parte desarmarlos y volver a pensar estos temas, historizando las relaciones y mostrando los cambios ocurridos a lo largo del tiempo. En este sentido Avellaneda reflexiona acerca de la lógica de la guerra entre los guaraníes, del lugar que ocuparon las misiones ante la corona y los agentes coloniales, y del manejo de la mano de obra que tuvieron los encomenderos de Asunción. Aunque el libro se centra en los siglos XVII y XVIII, la autora reconstruye la historia desde la ocupación colonial con un excelente estado del arte que permite conocer el contexto de su relato, a partir del contrapunto entre una amplia bibliografía que combina tradiciones historiográficas muy diversas y su propia mirada elaborada a partir de diversas fuentes primarias.
El libro está dividido en tres partes, que responden con claridad a los objetivos desarrollados en la introducción: el contexto histórico, la revolución de los comuneros y las consecuencias del conflicto. Las dos primeras son las más amplias y están articuladas a partir de tres capítulos cada una. La tercera, en cambio, es breve y sintetiza la repercusión que tuvo dicha revolución. Incluye excelente cartografía (en la primera parte) y un anexo con datos de diferentes padrones del censo de 1735. Más allá de esta estructura formal, hay diferentes temas que atraviesan el libro y van marcando la "línea roja" que guía el argumento en la larga duración: el de la guerra (tanto "externa", contra los bandeirantes y contra los otros colectivos indígenas no sometidos; como "interna", entre las diferentes facciones locales); el de las disputas por la mano de obra indígena, el de la producción de yerba mate, y el de los privilegios. En los próximos párrafos quisiera centrarme en dos de estos temas, que me parecen muy interesantes a la luz de lo que estaba ocurriendo en otras partes de la colonia: la organización de la mano de obra indígena y la conformación de las milicias.

En el libro encontramos diferentes conceptos que han sido definidos en relación con el lugar del mundo colonial donde fueron estudiados: encomiendas, yanaconas, mita, servicio personal. Para el caso paraguayo, la autora indica que el gobernador Irala efectuó el primer repartimiento de encomiendas destinado a beneficiar a sus seguidores, regular la explotación de la mano de obra indígena y forzar a los españoles a defender el territorio. Además, otorgó con el nombre de "encomienda de yanaconas" a aquellos conjuntos de personas compuestos por esclavos obtenidos en la guerra. Hacia fines del siglo XVI, la mayoría de los indígenas de Paraná y Guayrá había sido repartida. Con algunas variantes, esto se repitió en gran parte del territorio colonial. Lo interesante del caso paraguayo es lo que ocurre a partir de la llegada de los jesuitas con esta mano de obra, en gran medida gracias a los privilegios que obtuvieron por su cercanía con el poder central. Los jesuitas (o su política evangelizadora) podían, por ejemplo, desconocer los derechos adquiridos por los encomenderos: los indios convertidos al evangelio pasaban a cabeza de Su Majestad y se los eximía de pagar tributo por diez años. En la práctica, esto significaba que pasaban a estar encomendados a los jesuitas. A partir de diferentes negociaciones estos religiosos lograron ampliar a 20 los años de no pago del tributo de los neófitos, además de la prohibición de la mita y del servicio personal en algunas de sus reducciones. En 1649, finalmente, lograron tanto la exención de la mita como la tributación de solamente un peso al año para todos los indígenas que se desempeñaran como soldados al servicio de la corona. Esto nos conduce al segundo de los temas que propuse para la reseña.
Las únicas misiones que tuvieron milicias indígenas al servicio de la corona fueron las de Paraguay y Chiquitos, como parte de los privilegios extraordinarios gestionados por los jesuitas para la defensa de la frontera con los portugueses. Para los guaraníes las milicias significaron una forma de defenderse de las incursiones de los españoles y portugueses, de legitimar sus liderazgos y de empoderar a sus parcialidades. En otras palabras, estos indígenas quedaron liberados de los servicios personales y de la mita, y estuvieron obligados a pagar un tributo mínimo (que lo asumieron en gran parte los propios jesuitas) a cambio de garantizar dicha defensa. Estas no eran las únicas milicias que había; al contrario, por ser sociedad de frontera, todas las familias debían contribuir con un hombre como miliciano hasta que fuera reemplazado por uno de sus hijos. Estas milicias (de españoles y mestizos) estaban compuestas en su gran mayoría (70%) por campesinos y eran inferiores en número a las de los guaraníes. El libro permite observar el recorrido que
tuvieron ambas milicias, sus enfrentamientos y su evolución a lo largo del tiempo.
Estos dos han sido sólo ejemplos -arbitrarios- de los temas que se desarrollan en el libro y que el lector podrá apreciar a partir de diferentes enfoques que abarcan desde la etnohistoria a la historia política, pasando por una geografía histórica del territorio jesuita.

Raquel Gil Montero
IANIGLA - CONICET

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