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Población y sociedad

versão On-line ISSN 1852-8562

Poblac. soc. vol.22 no.2 San Miguel de Tucumán dez. 2015

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Corporativismo y política: dilemas del movimiento obrero durante el kirchnerismo

Corporatism and Politics: Labor movement dilemmas during Kirchnerism

 

Ana Natalucci *

* Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Córdoba, Magister en Investigación en Ciencias Sociales y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Investigadora Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y  Directora del Colectivo de Estudios sobre Sociología Política del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Docente de la Universidad de Buenos Aires y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales -Sede Académica Argentina-. Correo electrónico: anatalucci@gmail.com

RECIBIDO:21/08/14
ACEPTADO:22/07/15

 


RESUMEN

El artículo analiza la dinámica sindical en el kirchnerismo a partir de un doble juego entre el proceso de reposicionamiento de los sindicatos como articuladores de demandas obreras y de participación política. El argumento indica que el gobierno incentivó un proceso de revitalización acotado y orientado a la restitución del poder de negociación corporativo en el marco de su estrategia neodesarrollista. Sin embargo, aquel despertó expectativas en algunos nucleamientos sindicales (como la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista y la Juventud Sindical) que pensaron posible recuperar su estatuto de sujeto político, produciéndose una tensión entre lo corporativo y lo político.

Palabras clave: Corporativismo; Movimiento obrero; Kirchnerismo; Neodesarrollismo; Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista y Juventud Sindical

ABSTRACT

The article analyzes the labor unions dynamics during kirchnerism from a double game in the unions repositioning process as articulators of labor demands and their political participation. The argument indicates that the Government encouraged a limited revitalization process and the restitution of the corporate bargaining power within the framework of its neo - developmentalist strategy. However, that aroused expectations in some unions (Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista and Juventud Sindical). They thought that it was possible to recover its status as political subjects and this produced a tension between the corporate and political roles.

Key words:Corporativism; Labor movement, Kirchnerism; Neodevelopmentalism; Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista y Juventud Sindical


 

Introducción1

En América Latina, en los albores del siglo XXI surgieron gobiernos que pusieron en cuestión el consenso ortodoxo predominante desde mediados de los setenta. En el caso argentino, el presidente provisional Eduardo Duhalde (2002-2003) decidió poner fin al plan de Convertibilidad (Ley Nº 23.928/91), que establecía la paridad de la moneda local con el dólar, equilibrio presupuestario, eficiencia en el gasto e inversión, promoción de la inversión privada, etc. (Castellani & Schorr, 2004). Inicialmente dicha decisión aparejó, por un lado, el mejoramiento de la posición de los sectores exportadores -tanto del sector agropecuario como industrial- y, por otro, la reactivación del mercado de trabajo. Los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y de Cristina Fernández de Kirchner (desde 2007) profundizaron con vaivenes esa estrategia económica. Entre otras cuestiones, el pasaje del modelo de la convertibilidad a uno neodesarrollista fue acompañado de una mayor intervención estatal, sobre todo respecto de la reconstitución de las instituciones y regulaciones laborales (Novick, 2006, Senén González & Haidar, 2009). De esta manera, se generaron ciertas condiciones para que las organizaciones sindicales recobraran la iniciativa perdida en el ciclo económico anterior.
¿Qué características adquirió la dinámica sindical en el kirchnerismo? ¿Cómo pensar este proceso de reposicionamiento de los sindicatos como articuladores de demandas obreras y que, a su vez, les permitió formular demandas de creciente intervención y participación política? ¿De qué manera se articularon sus expectativas políticas en relación con la estrategia económica neodesarrollista? La propuesta de este artículo es analizar la dinámica sindical, revitalizada en comparación con los noventa, respecto de las características que asumió el posicionamiento de los actores y sus efectos políticos. El principal argumento indica que desde 2003 el gobierno incentivó un proceso de revitalización acotado y orientado a la restitución del poder de negociación corporativo en el marco de su estrategia neodesarrollista. Sin embargo, aquel despertó expectativas en algunos nucleamientos sindicales que pensaron que era posible recuperar su estatuto de sujeto político, reflejada en la idea de columna vertebral del movimiento. De esta manera, se produjo una tensión entre lo corporativo y lo político, es decir, entre la intención del kirchnerismo -cuya idea era ofrecer sólo un espacio de contención en términos políticos y de presión en lo económico-y la de algunas fracciones del sindicalismo que bregaban por participación en espacios del sistema político. Los obstáculos que este actor encontró
se vinculaban al neodesarrollismo pero también a las características de la coalición de gobierno y del propio peronismo en su versión desindicalizada.
Para este propósito, se analiza el caso de dos organizaciones creadas en el marco del Núcleo del Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA),2 -que denominaremos indistintamente así o moyanismo por el liderazgo de Hugo Moyano-: la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista (CNSP) y la Juventud Sindical (JS) conducida por Facundo Moyano. Las razones para tomar este caso son varias, por un lado, la gravitación que ha tenido Moyano durante el kirchnerismo sobre todo a partir de la reunificación de la Confederación General del Trabajo (CGT) bajo su conducción en 2004. Por otro lado, el moyanismo ha sido el espacio que ha planteado enfáticamente la politización de las organizaciones, la promoción de sus dirigentes como legisladores y propuestas de modificaciones a la normativa vigente. Tanto la CNSP como la JS han ocupado un lugar central en esta estrategia, por ello estudiar su dinámica permitirá conocer sus límites y potencialidades. Sin dudas, la dinámica sindical excede estas experiencias; sin embargo, estos constituyen casos testigos para el ejercicio de sociología política que el artículo propone.3

Oportunidades económicas para el resurgimiento de la acción sindical

A partir de mediados de los setenta, y con mayor velocidad desde los noventa, se produjo la reconversión de las formas de producción capitalista, cambios en las modalidades de trabajo y en consecuencia en la dinámica sindical. En algunos países latinoamericanos, esos procesos -acompañados de reformas de mercado y de liberalización de la economía- desembocaron en graves crisis económicas (por ejemplo la Crisis del Tequila en México en 1995, el Efecto Caipirinha en Brasil en 1998, el Efecto Tango en Argentina en 2001). A comienzos del nuevo siglo esto se modificó parcialmente a partir de la asunción de gobiernos que, críticos al neoliberalismo, impulsaron por un lado, una nueva estrategia económica-desarrollista- y, por otra, un tipo diferente de relación con las organizaciones de la sociedad civil -o en nuestros términos de movimientos y organizaciones sociales-.
En el caso argentino, el punto de inflexión fue la crisis de legitimidad de 2001, que entendida en un sentido weberiano, implicó no sólo un cuestionamiento al modelo neoliberal sino también al régimen político y a las formas de dominación predominantes. A fines de aquel año, renunció el presidente Fernando De La Rúa y por un lapso de doce días el país se sumergió en una profunda situación de inestabilidad política frente a la imposibilidad de designar un sucesor (Schuster et al., 2002). En este contexto, el primero de enero de 2002 la Asamblea Legislativa designó como presidente provisional al senador Eduardo Duhalde; sus primeras decisiones fueron derogar la ley de Convertibilidad y realizar una brutal devaluación de la moneda para establecer otro patrón de acumulación (Castellani & Schorr, 2004; Gaggero, Schorr & Wainer, 2014). Ambas favorecieron a sectores del agro y de la industria cuya producción se orientaba a la exportación; mientras los trabajadores y los sectores más vulnerables vieron contraer significativamente sus ingresos, a principio de 2002, el 53% de la población se encontraba bajo la línea de pobreza.
Aquellas decisiones abrieron una nueva etapa económica: la posconvertibilidad con una estrategia predominantemente neodesarrollista.4 Sin ser un programa económico5, aquella supone en términos generales la orientación a las exportaciones, rechazo al proteccionismo, mercado y Estado fuerte, disciplina fiscal, administración del tipo de cambio, intolerancia a la inflación, inversión en innovación empresarial, apoyo a mercados laborales más flexibles. Su orientación se dirige a la exportación de bienes manufactureros antes que a un proceso de sustitución de importaciones dirigido al mercado doméstico (Bresser-Pereira, 2007). De acuerdo a estos rasgos, Bresser-Pereira (2007) sostiene que se trata de un tercer modelo frente al populismo burocrático y la ortodoxia convencional. Del primero rescata al Estado como instrumento y la necesidad de tener una alianza nacional en el sentido de un consenso entre el sector productivo, obreros, funcionarios de gobierno, profesionales y clase media; si bien se distancia de la implementación del proteccionismo no opta por una apertura indiscriminada. Del segundo rechaza el endeudamiento externo para el pago de deuda externa, que en todo caso debería destinarse a la inversión en el aparato productivo; rescata su disciplina fiscal y la preocupación por el aumento del gasto público.
La estrategia neodesarrollista también supone una tercera posición respecto a los actores y sus alianzas­. Si el populismo suponía la inclusión por intermedio de organizaciones corporativas, principalmente los sindicatos; la ortodoxia convencional se fundamentaba en una clase política restringida asociada a unos pocos grupos económicos nacionales y extranjeros. ¿Y el nuevo desarrollismo qué tipo de alianza necesita? Siguiendo el razonamiento de Bresser-Pereira (2007) la recreación de un consenso intersectorial respecto de algunos lineamientos básicos económicos por parte de un grupo relativamente amplio que incluya a sectores productivos, sindicales, de las clases medias, de la sociedad civil.
En el caso argentino, desde 2002 se adoptaron algunos de aquellos criterios de la estrategia neodesarrollista. En el libro “Después del derrumbe. Conversaciones entre Néstor Kirchner y Torcuato Di Tella”, Kirchner sostuvo, por un lado, que había que superar el modelo neoliberal iniciado en 1976 y consolidado en los noventa y, por otro, reconstruir un modelo de desarrollo orientado “a la industrialización protegida por el Estado, por sustitución de importaciones, con subsidios y dirigismo gubernamental” (2003: 29). Una perspectiva sintetizada en los slogans la reconstrucción de un capitalismo nacional y un modelo de crecimiento con inclusión social. Siguiendo a Gaggero, Schorr & Wainer, el kirchnerismo manifestó de modo recurrente su intención de reconstruir “una burguesía nacional asociada al Estado como forma de recuperar un proyecto nacional y popular” (2014: 13). Para esto se apoyó, por un lado, en el sector devaluador que incluía a grupos de la producción pertenecientes a la Unión Industrial Argentina (UIA) -especialmente el Movimiento Industrial Nacional (MIN)-, agroexportadores, de la construcción (Castellani & Schorr, 2004) y, por otro, al movimiento obrero organizado nucleado en la Confederación General del Trabajo (CGT) y en la CGT Rebelde (conducida por Moyano).El grupo devaluador había jugado un rol importante en la salida de la Convertibilidad. En este aspecto, y en vistas a profundizar la estrategia neodesarrollista, al gobierno le convenía una UIA y una CGT unificadas.6
Aquella fue efectiva entre 2003 y 2008 al permitir un importante crecimiento económico, la dinamización del mercado interno con la consecuente ampliación del mundo del trabajo. Sin embargo, la crisis política de 2008 -a raíz del conflicto con las patronales agropecuarias por las retenciones a las exportaciones de granos- y la crisis económica internacional de 2009 dieron indicios acerca de la progresiva decadencia de dicha estrategia, entre ellos el crecimiento del gasto público, las dificultades en el control de la inflación y el ascendente proteccionismo de las fabricaciones nacionales como modo de proteger los ingresos empresarios y los puestos de trabajo. Este agotamiento no sólo se observó en variables económicas, sino también en la alianza que lo sustentaba. Como se mencionó, la estrategia neodesarrollista se orientaba al impulso del crecimiento económico, implicando la redistribución de los ingresos mas no de la riqueza. La posibilidad de recrear una burguesía nacional se encontró con un obstáculo: la extranjerización de la economía local que, a su vez, fue profundizada durante el kirchnerismo. Como indican Gaggero, Schorr & Wainer (2014), esta concentración del capital tuvo efectos políticos ya que tenían una gravitación significativa para limitar, o incluso vetar, decisiones y políticas públicas. Un ejemplo de esto se observó en la discusión en torno al proyecto de reparto de ganancias, que se tratará más adelante.
Resumiendo, la estrategia neodesarrollista tanto en su etapa expansiva como de agotamiento tuvo una incidencia fundamental en las características que asumió la dinámica sindical. Claro que estas fueron acompañadas de ciertas oportunidades políticas asociadas a la emergencia del kirchnerismo.

Oportunidades políticas para el resurgimiento de la acción sindical

En mayo de 2003, Néstor Kirchner asumió como presidente de la Nación; se cerraba así el ciclo de inestabilidad política abierto en diciembre de 2001. Sus primeras declaraciones -que recuperaban la tradición nacional y popular (Pérez & Natalucci, 2010)- junto con la convocatoria a organizaciones generaron un debate en el espacio multiorganizacional reorganizando las alianzas políticas. Algunos autores interpretan esta estrategia en términos que el gobierno tenía un déficit fundacional de apoyo (Torre, 2005) por lo que necesitaba construir un electorado poselectoral (Cheresky, 2004).7 En su libro con Di Tella, Kirchner sostenía que en el contexto argentino el nuevo gobierno debía adoptar la forma de coalición, esto es “un cuerpo peronista (¡renovado!) con varias patas de otra procedencia” (2003: 19). Coloquialmente esa coalición se llamó Transversalidad e incluía al PJ, fuerzas políticas no peronistas (como socialistas, radicales, etc.) y organizaciones sociales y sindicales.
En este contexto económico y político, el gobierno incentivó un proceso de revitalización para las organizaciones sindicales, su intención principal se orientaba a la restitución del poder de negociación corporativo en el marco de su estrategia neodesarrollista. En palabras de Kirchner, “los empresarios tienen que maximizar la ganancia y los dirigentes gremiales tienen que representar a los trabajadores en la puja por la distribución del ingreso” (2003: 66). En el devenir -y probablemente como consecuencia no deseada- se generaron expectativas por parte de algunos nucleamientos sindicales relacionadas con recuperar su estatuto de sujeto político, es decir volver a ser la columna vertebral del movimiento.8 Esta divergencia entre la intención del kirchnerismo y las expectativas del actor sindical produjeron una tensión entre lo corporativo y lo político, que fue profundizándose en los procesos electorales y que culminó con la ruptura del movimiento obrero y de un sector de éste con el kirchnerismo. Sin embargo, esta no es nueva sino que ha atravesado la trayectoria del sindicalismo por lo menos desde 1945, remite a ese esfuerzo por compatibilizar la defensa de los intereses de sus representados con las responsabilidades derivadas de su participación en la coalición de gobierno y en el peronismo (Senén González, 1978). Al respecto, Torre sostiene que esta tensión es la que explica que los dirigentes hayan “encontrado más fácil tratar con un gobierno adverso que con un partido amigo devenido oficialista” (2006: 125). Ahora bien en esta coyuntura ¿qué implicaba esa tensión? ¿De qué se trata reconstituirse como la columna vertebral? ¿Era posible esta estrategia en el marco de un peronismo desindicalizado luego de los cambios producidos en los ochenta y los noventa? En definitiva, ¿cómo es posible pensar la dinámica sindical en el kirchnerismo considerando la estrategia neodesarrollista y el vínculo entre peronismo y sindicalismo?
Haciendo una breve historización, el peronismo constituyó un punto de inflexión radical para el movimiento obrero debido tres factores. Por un lado, la satisfacción de demandas obreras (Murmis & Portantiero, 2007); por otro, una interpelación estatal a raíz de un proceso acelerado de cambio estructural y la emergencia del colectivo de trabajadores sin experiencia sindical previa (Germani, 1966) y, por último, la adaptación de la dirigencia sindical mancomunada con esa nueva élite de procedencia militar que buscaba en la movilización de los sectores populares su base de apoyo (Torre, 2006). Es decir, la intervención de Perón sobre el mundo del trabajo no se limitó solamente a la satisfacción de las necesidades económicas sectoriales, sino que les ofreció a las masas obreras “un bien simbólico de consecuencias duraderas: su reconocimiento como miembros plenos de la comunidad política” (Torre, 2012: 21). En este marco, se conformó un tipo de experiencia sindical en el cual las organizaciones no sólo se erigían como representantes de demandas obreras sino también como representantes de esas demandas políticas. Esta doble lógica en el comportamiento de los trabajadores supone en principio dos cuestiones. Por un lado, la necesidad del peronismo como partido emergente de absorber las demandas obreras para ampliar sus bases sociales y potenciar sus capacidades de gobierno (Torre, 2012). Por otro, al interior del movimiento, una tensión entre lo corporativo y la política, es decir por la conducción del proceso. En su momento constitutivo, y en el marco de estas disputas entre la vieja guardia sindical y Perón por el Partido Laborista, esa tensión encontró como solución precaria una distribución interna del poder plasmada en el 33% para cada rama (Mackinnon, 2002). Sobre esta estructura, se asentó la idea de la columna vertebral. Luego de 1955, con el peronismo proscripto, aquella se consolidó ya que los sindicatos aportaban los fondos para las contiendas electorales, los contactos políticos y empresariales, en sus sedes se elaboraban las listas, que a su vez integraban, y los militantes participaban de las campañas. Esta característica y la vigencia de un mercado de trabajo relativamente equilibrado fue decisiva para la conservación del poder sindical en contextos políticos adversos.
Sin embargo, entre mediados de los setenta y principios del siglo XXI, las organizaciones sindicales atravesaron un doble proceso de retraimiento. Por un lado, la instauración del consenso ortodoxo en materia económica con las conocidas consecuencias respecto las reformas de mercado, el proceso de desindustrialización y la heterogeneización de las áreas productivas y los mercados de trabajo. Asimismo, en los noventa se suspendieron una serie de instituciones laborales que constituían el marco de sus acciones, principalmente la negociación colectiva y el salario mínimo; se sancionaron leyes de flexibilización laboral que modificaron las relaciones entre el capital y el trabajo. Por otro lado, sobre todo a partir de los ochenta, se produjeron cambios internos en el peronismo como movimiento. La derrota electoral en 1983 se produjo a nivel nacional, pero no en los niveles subnacionales, así el peronismo logró triunfos en muchas gobernaciones y una importante representación legislativa. Esta situación dejó como perdedores a los sindicalistas. Cuando los renovadores- legisladores, gobernadores y dirigentes­- ganaron la conducción partidaria modificaron la carta orgánica, cuyo principal cambio fue la elección directa por parte de los afiliados a los candidatos para cargos electivos y autoridades del partidario (Mustapic, 2003). Esto quebraba la tradición movimentista del peronismo en cuanto a la distribución interna (Levitsky, 2003); es decir en adelante el partido se organizaría en torno a lo territorial más que a una estructura corporativa (rama política, rama sindical, rama femenina) (Torre, 2006). En resumen, este doble proceso de individualización de las relaciones laborales y transformación del mundo del trabajo junto con el debilitamiento político de las organizaciones sindicales pusieron en jaque el poder que habían construido en un contexto claramente adverso respecto de sus capacidades de presión económica y de influencia política (Torre, 1999; Palomino, 2007).
A partir de 2002 -con el fin de la Convertibilidad, y de 2003 por la consolidación de la estrategia económica neodesarrollista y la estabilización de un nuevo modelo de dominación política- se generó por lo menos un quiebre a la tendencia de retraimiento. Cuanto se ha transformado o revertido del ciclo anterior es materia discutible. Sin embargo, algunos indicadores permiten dar cuenta de ese cambio de dirección. Siguiendo a Palomino (2007), hay tres factores que permiten inducir la instauración de un nuevo régimen laboral: la recuperación estatal de su capacidad de arbitraje -a partir de la Ley Nº 25.877/04 de Ordenamiento Laboral y la creación del programa Nacional de Regulación del Registro Laboral-; la restitución de instituciones del sistema de relaciones laborales como la convocatoria al Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil y de la negociación colectiva; la redefinición de las estrategias sindicales y empresariales. Si bien es cierto que algunas condiciones estructurales habían cambiado, en cuestiones políticas se presentaron algunos obstáculos. Uno de ellos se relacionaba con un peronismo desindicalizado, sin la vigencia del 33% y en competencia con dirigentes territoriales y políticos. En este marco, ¿qué posibilidades de éxito tenía un proceso de revitalización ampliado, que excediera la restitución de su poder en la puja distributiva? ¿Qué forma adoptó esa tensión entre lo corporativo/ político en cuanto a los conflictos alrededor de la distribución del ingreso y la participación en la política?

Dilemas y opciones del sindicalismo peronista durante el kirchnerismo

Estas oportunidades económicas y políticas generaron una serie de dilemas al movimiento obrero: cómo recuperar los derechos cercenados, reconstituir cierta representación sobre una clase trabajadora fragmentada y proyectarse en el espacio político. Claro que el movimiento obrero no era un actor compacto; desde los noventa se habían conformado tres tendencias que se mantendrían durante el kirchnerismo: gordos, independientes y el Núcleo MTA. Los dos primeros -nucleados desde 2012 en la CGT Alsina- suponen que el movimiento obrero “debe ejercer un rol más corporativo, en el cual los sindicatos se limiten a funcionar como grupos de interés orientados a conseguir mejoras salariales y de condiciones de trabajo” (Schipani, 2012:4). Contrariamente, el Núcleo MTA -dividido entre la CGT Alsina y Azopardo- aspiraba a recuperar el estatuto político de los sindicatos, esto es, a restituir la regla por la cual el 33% de los cargos legislativos y partidarios debía ser ocupada por dirigentes sindicales, la “resindicalización del peronismo” en términos de Schipani (2012:4).9
En este marco, el 18 de septiembre de 2009, el Núcleo del MTA lanzó en la ciudad de Mar del Plata una nueva organización: la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista (CNSP), cuyo objetivo era reunir a las organizaciones sindicales peronistas en una “corriente político sindical que contribuya a la reorganización del Movimiento Nacional y Popular como eje articulador de los intereses nacionales, la garantía de políticas de Estado y la determinación de una agenda construida por los argentinos y para los argentinos”.10 En dicho Encuentro reivindicaron una serie de antecedentes organizativos que les permitían inscribirse en cierta tradición del movimiento obrero tales como el programa de La Falda (1957) y el de Huerta Grande (1962), la declaración del primero de Mayo de 1968, el Acta de Compromiso del ocho de junio de 1973, los veintiséis puntos de la CGTRA y las luchas del (MTA). La tradición en que se inscribe la organización es una construcción asentada sobre tres nodos históricos: José Ignacio Rucci -por su lealtad a Perón-, Saúl Ubaldini -por el reposicionamiento del sindicalismo en los ochenta y su enfrentamiento a la política anti-obrera del alfonsinismo- y Hugo Moyano ­y el MTA -como símbolos de la lucha contra el neoliberalismo-. Ese pasado de alcance mediano como el inmediato es recuperado para fundar su legitimidad para actuar sobre el presente, este no debía limitarse a la acción gremial, sino a la lucha política.11
En su declaración fundacional, el CNSP mencionó las entidades caras al peronismo clásico. Una de ellas la Justicia Social, a la que entendían como la creación de pleno empleo, plena educación, plena salud y plena alimentación; reivindicaban el trabajo antes que las asignaciones universales y al peronismo como un movimiento de liberación nacional antes que como una máquina electoral.12 La construcción de poder popular debía hacerse en conjunto con los movimientos sociales y otras fuerzas políticas recreando así una perspectiva movimentista de la construcción política.
Respecto del kirchnerismo celebraban que el gobierno haya permitido:

…a los trabajadores recuperar el poder adquisitivo de los salarios, tener el protagonismo que no teníamos hace algún tiempo atrás. Por eso es que creo yo que, aunque todavía faltan muchas cosas, nosotros debemos apoyar una política que nos ha permitido volver a creer no solamente en nuestro país sino en nosotros mismos.13

Es decir, el kirchnerismo era identificado como el proceso por el cual no sólo se habían recuperado esos derechos cercenados, sino también uno donde las organizaciones sindicales se habían reposicionado en el espacio político. Actos como el del 30 de abril de 2009 sobre la avenida 9 de Julio en la Capital Federal, donde se concentraron cerca de 300 mil personas, demostraban “que la dirigencia sindical ha recuperado la credibilidad de sus trabajadores”.14 Y sobre esta esperaban reconstruir la legitimidad social que veían perdida. En ese acto, Moyano convocó a votar por la fórmula legislativa en la provincia de Buenos Aires que encabezaba Néstor Kirchner.
En definitiva, el objetivo principal de la CNSP era construir un espacio que interpelara a los jóvenes y a la clase trabajadora; en sus palabras “una línea que vuelva a seducir a los jóvenes, al resto de nuestros compatriotas, al país y al conjunto de la clase trabajadora”.15 El objetivo era “recuperar esa capacidad de movilización y de enamoramiento con la gran causa del pueblo argentino que es el peronismo”.16 En consonancia con la creación de agrupaciones juveniles kirchneristas, en la Declaración se presentó una apelación directa a los jóvenes:

[los] convocamos a ser el presente además del futuro. A tomar la posta y adoctrinarse porque la realidad exige preparación y convicción. A romper con la política del toma y daca. A quebrar la lógica del puntero, del internismo sectario. A reventar los odres viejos con el vino nuevo de la mística militante.

A finales de 2009, dirigentes juveniles del Sindicato de Vendedores de Diarios Revistas de la ciudad Autónoma y Provincia de Buenos Aires (SIVENDIA), del Sindicato Único de Trabajadores de los Peajes y Afines (SUPTA), del Sindicato Argentino de Docentes Particulares (SADOP) y de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN) empezaron a convocar a otros gremios. El seis de diciembre se creó la Juventud Sindical de la Corriente en el marco de un plenario de la CNSP en un predio del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor de la República Argentina (SMATA), la JS sentó las bases de su organización en el documento A los jóvenes de nuestra patria:

Somos jóvenes militantes de diferentes organizaciones peronistas que, desde el orgullo de sabernos parte de la clase trabajadora, venimos a reforzar el mandato que el Movimiento Obrero organizado expresó en la histórica jornada del 30 de abril sobre la 9 de Julio. […] Nos convoca la coherencia y la lucha de esos dirigentes y de la juventud de ayer y de hoy, quienes en la oscura década de los noventa resistieron contra el embate neoliberal y no claudicaron en sus principios. Hoy, los trabajadores argentinos debemos tener la madurez necesaria para ser, no solo la columna vertebral sobre la cual se erigieron los días más felices del pueblo argentino, sino la cabeza que encamine el destino de la Patria hacia la Justicia Social, la Independencia Económica, la Soberanía Política y la Unidad Latinoamericana. […] Convocamos a todos los sectores juveniles a la lucha contra todos los intereses sectarios y conservadores que intentan subyugar a nuestro pueblo. A pelear contra el hambre, la miseria y la explotación, y en favor de la salud, la educación y el trabajo para todos. Sabemos que este es el camino, y también sabemos que es nuestro rol como juventud trabajadora ser usina permanente de doctrina, de iniciativas y de proyectos, proponerlos a nuestros dirigentes a nivel nacional, y si es necesario movilizarnos en la calle, para que definitivamente se instale la Justicia Social en la Argentina.

El primer acuerdo de la Juventud Sindical es que debía convertirse en una organización política y no en una de jóvenes de los gremios. Eran, al mismo tiempo, jóvenes y de clase trabajadora que elegían organizarse en sus puestos de trabajo. En la presentación del primer número de la revista oficial, llamada Común y Corriente, se autodefinían de la siguiente manera:

[…] hace unos meses un grupo de compañeros jóvenes de distintos gremios creímos que era necesario empezar a juntarnos […] para participar activamente en la vida política de nuestro país. Así, de a poco, fue surgiendo esta idea de tomar la iniciativa y conformar un nuevo espacio político llamado Juventud Sindical. […]  Modestamente creemos que los jóvenes trabajadores que nos encontramos organizado dentro de nuestros gremios y a su vez, en la CGT, tenemos una mirada generacional propia que nos gustaría compartir con todos los jóvenes de nuestro país (Revista Común y Corriente, Año 1, Nº 0: 5).

Respecto del nombre, un dirigente manifestó que en este “hay una declaración, hay un reconocimiento al peronismo, hay un reconocimiento a la cuestión generacional”.17
Ahora bien, la consolidación de ambos espacios se encontró por los menos dos tipos de obstáculos: uno vinculado al modelo de desarrollo y otro político, específicamente respecto de las alianzas en relación al kirchnerismo.

Obstáculos del modelo de desarrollo

El primer obstáculo está relacionado con el modelo neodesarrollista, con las alianzas que suponía y con la visión que el kirchnerismo tenía de ese proceso. La iniciativa de la CGT de presentar el proyecto de ley de “Reparto de las utilidades empresarias entre los trabajadores”18 constituye una muestra significativa de ese proceso.
En junio de 2010, la CGT había anunciado la presentación del proyecto de ley, que Héctor Recalde -abogado de la CGT, histórico asesor de Moyano y diputado nacional- presentaría finalmente el 15 de septiembre. En un principio, dirigentes kirchneristas, entre ellos Néstor Kirchner, manifestaron su apoyo; incluso el ex mandatario declaró lo conveniente acerca que los trabajadores pudieran ver los balances de las empresas como de volver al cincuenta-cincuenta alcanzado en 1974 respecto de la distribución de la riqueza (Merino & Delanino, 2013). En efecto, la principal consecuencia del proyecto era que los trabajadores podrían ver los balances, conocer la estructura de costos y participar de las decisiones que tomara el Directorio de cada empresa. Esto, sin dudas, llevaría a la modificación de la relación de fuerzas entre sindicatos-empresarios. Por ello, este punto era el que generaba mayor rechazo entre los sectores empresariales -tanto mediano como grande, local o extranjero, entre ellos la Unión Industrial Argentina, la Sociedad Rural, la Asociación de Bancos de Capital Privado Argentino (ADEBA), la Bolsa de Buenos Aires y las Cámaras de la Construcción y de Comercio-. Su principal cuestionamiento se orientaba hacia el avance del poder sindical y lo que interpretaban como una cogestión.19 Las presiones empresariales y su negativa a asistir a las audiencias públicas convocadas por Recalde para discutir el proyecto fueron decisivas para la postergación reiterada de la discusión legislativa.20
El diez de octubre de ese 2010 a propósito del lanzamiento de la CNSP en la ciudad de Santa Fe, Moyano interpeló directamente a los diputados y senadores nacionales para que votaran el proyecto de ley impulsado por la CGT. En este marco de tensión, el quince de octubre, a propósito del día de la Lealtad, se realizó un acto multitudinario en el estadio de River Plate. Los organizadores calcularon la presencia de 150 mil personas. Había sido convocado con la consigna La Hora de los Trabajadores parafraseando la famosa frase de Perón La Hora del Pueblo. En un principio había sido planificado por la CNSP, sin embargo por presiones sindicales internas finalmente fue la CGT quien lo convocó. En su discurso Moyano hizo dos menciones que despertaron el malestar oficial. Por un lado, reiteró su pedido a los legisladores que apoyaran el proyecto de ley de reparto de ganancias. Por otro, interpeló a los presentes en carácter de trabajadores a “dejar de ser un instrumento de presión para ser un instrumento de poder”21, en pos del objetivo final: “concientizar políticamente a los trabajadores para tener a un trabajador en la Casa de Gobierno”.22 De esta manera, el dirigente reforzaba su posición en un doble sentido: como representante de esos trabajadores que tenían derecho sobre las ganancias que contribuían a generar y la politización de las organizaciones sindicales a las que pertenecían. Fernández de Kirchner, quien lo sucedió en la palabra, omitió referirse al proyecto de ley al mismo tiempo que apeló a mantener la relación de cooperación entre sindicatos, empresarios y Estado (Wyczykier & Anigstein, 2013). Respecto de la segunda cuestión, sostuvo que ya había un trabajador en la Casa Rosada ya que ella trabajaba desde joven.
El discurso de Moyano fue sumamente cuestionado por Fernández de Kirchner y el espacio kirchnerista en general, ya que lo interpretaron como un desafío a la conducción política. Según Schipani (2012), los principales dirigentes kirchneristas deseaban mantener al PJ desindicalizado, es decir, como se mencionó en la sección anterior, la intención era que el actor sindical se erigiera como contrapeso en la puja distributiva, pero ello no implicaba extender su poder al espacio político.

Obstáculos políticos

Estas diferencias entre el kirchnerismo y las internas sindicales -debido las prioridades de cada nucleamiento- impidieron no sólo la consolidación de la CNSP -y luego de la JS- sino también la ruptura de la CGT en julio de 2012. Estos acontecimientos fueron decisivos para la disolución de este espacio: este tenía sentido en el marco de una construcción movimentista. Esto es, de construcción de un lineamiento propio dentro de un espacio que suponían contenedor, con el que interactuaban y coordinaban acciones con otras organizaciones. El marco de alianzas estaba acotado al kirchnerismo en términos de intervención pública y en el Frente para la Victoria en términos de participación política-partidaria. Si bien, se mantuvo el intento de la CNSP y la JS por transformarse en un factor de poder, este enfrentó ciertas dificultades. Como se sabe, las organizaciones sindicales no gozan de personería política, por lo que para presentarse en elecciones o candidaturas deben coordinar con algún partido político o frente electoral.
Esta concepción fue profundizándose a lo largo de 2011, denominada por los propios actores como el salto a la política significaba que ambas organizaciones participaran del proceso político.23 La aspiración era integrar las listas del Frente para la Victoria en las elecciones generales de octubre de ese año donde se renovaban cargos legislativos y ejecutivos en los niveles nacionales, provinciales y locales. Por lo mencionado respecto de la tensión entre el moyanismo y el kirchnerismo, este espacio logró postular a Héctor Recalde y Facundo Moyano como diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires en representación de la CNSP y la JS respectivamente.24 Esta resolución agudizó las fricciones entre la CGT y el kirchnerismo, por el cual este presionó para que ante el recambio de autoridades obreristas entre mayo y julio de 2012 Moyano declinara su renovación como secretario general y le cediera el puesto a Antonio Caló. Como es sabido, la intervención del gobierno fue decisiva para la ruptura de la CGT Azopardo y la conformación de la CGT Alsina presidida por Caló.25
Durante 2012, la JS mantuvo su construcción territorial y política.26 Incluso realizó un nuevo acto en el Luna Park a propósito de conmemorar la desaparición de Felipe Vallese. La ruptura con el kirchnerismo era demasiado reciente y aún estaban en disputa las responsabilidades. En el acto de cierre, Facundo Moyano expresó que: “no somos ombliguistas ni sectarios; somos peronistas y movimentistas. Sabemos que con nosotros solos no alcanza, el problema es que hay algunos que creen que sin nosotros se puede”.27 La ruptura era irreparable, las desavenencias del proceso narrado fueron decisivas en el progresivo debilitamiento de la JS.
En el marco de las elecciones parciales de 2013, la CNSP y la JS optaron por la misma estrategia, esta es, aliarse con sectores políticos para participar de la contienda. Sin embargo, lo hicieron con actores diferentes. La CNSP lanzó el ocho de mayo el Partido de la Cultura, el Trabajo y la Educación (CET) y poco después acordó el frente Unidos por la libertad y el trabajo con Francisco De Narváez; más que ideológico, se trataba de un acuerdo instrumental: aquel era el candidato que mayores escaños había concedido en las listas a dirigentes cegetistas. La derrota electoral de dicho frente -obtuvo 5,43% del total de votos- demostró lo que ya era visible: la lejanía cultural y de tradiciones entre unos y otros. La JS, aunque se acercó al Frente Renovador liderado por Sergio Massa, se abstuvo de participar activamente en este proceso.

Reflexiones finales

La propuesta de este artículo ha sido analizar la dinámica sindical durante el kirchnerismo, considerando el debate en torno al movimiento obrero entre su función como articulador de las demandas obreras y sus expectativas de participación política en el marco de la estrategia neodesarrollista. Para esto se analizó una de las tendencias internas, el moyanismo y las organizaciones que impulsó en ese ciclo: la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista y la Juventud Sindical. Como se mencionó, si bien este es sólo un nucleamiento de un amplio espectro, ha sido el que mayor interés ha puesto en pensar la politización de las organizaciones sindicales, cuyas expectativas no se limitaron a recobrar posiciones corporativas-sectoriales, sino que esperaban también incrementar su participación en el espacio político. En este sentido, su aspiración reunía la posibilidad de recuperar su función como articulador de demandas obreras -y opinar consecuentemente en el rumbo del modelo económico- y de participación política bajo una estrategia heterónoma con la esperanza de resindicalizar el peronismo -a partir de su involucramiento en los procesos de toma de decisiones y ocupación de cargos ejecutivos y legislativos-.
Sin dudas, la imposibilidad de perseguir esta estrategia debe atribuirse a errores propios del nucleamiento sindical, pero fundamentalmente a cómo entendían los protagonistas el proceso de fortalecimiento sindical y sus consecuencias. Es decir, dirigentes kirchneristas (Kirchner y fundamentalmente Fernández de Kirchner) lo pensaban en términos de poder construir un contra peso al sector empresarial en el marco de un modelo neodesarrollista, de modo que compensar la puja distributiva, sin restituir por esto la gravitación política al actor sindical. Esto implicaba que pudieran vetar algunas iniciativas empresariales pero no hacer propuestas que modificaran la correlación de fuerzas -como el proyecto de reparto de ganancias-. No obstante las tensiones entre el kirchnerismo y el moyanismo, este mantuvo su expectativa del salto a la política. Las aspiraciones recreadas durante el kirchnerismo no se extinguieron por su ruptura con aquel. En todo caso, optaron por acuerdos con otras élites políticas, como el espacio de De Narváez o el Frente Renovador.
Más allá de los resultados, desde las organizaciones sindicales -y contra lo que indicaría el sentido común- ha primado un esfuerzo por superar el corporativismo y poder dar cuenta de esa doble representación de demandas obreras y políticas. En este punto, el límite lo puso el kirchnerismo, esto es, no estaba dispuesto a restituirle a las organizaciones sindicales su reclamado estatuto de sujeto político, la desindicalización del peronismo ocurrida en los ochenta era irreversible.

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NOTAS

1 Este artículo presenta resultados de la investigación “Las dimensiones políticas del proceso de revitalización sindical (2003-2014)” desarrollada entre 2012 y 2015 en el marco de mi trabajo como Investigadora Asistente del CONICET. Resultados preliminares fueron publicados en 2013 en el artículo “Revitalización sindical y sindicalismo peronista: encrucijadas entre el corporativismo y la política (Argentina, 2003-2012)”; allí se reconstruyó el proceso de formación de la Juventud Sindical, sobre todo respecto de su construcción territorial. Este trabajo representa un avance respecto de ese ya que inscribe el proceso de formación de nucleamientos sindicales en uno mayor caracterizado por el neodesarrollismo y un peronismo sindicalizado.

2 Entre los gremios fundadores se encuentran Choferes de Camiones, SADOP, UTA, luego se incorporaron otros como Peones de Taxis y los que ganaron gremios como Dragado y Balizamiento (Juan Carlos Schmid) o Canillitas (Omar Plaini). Vale aclarar que luego del retiro del dirigente histórico Juan Manuel Palacios en 2006, la conducción de la UTA quedó a cargo de Roberto Fernández, quien se distanció de Hugo Moyano y en consecuencia del Núcleo del MTA. Para reconstruir la trayectoria de este espacio véase Ferrer (2005).

3 Para la escritura de este trabajo se utilizaron datos elaborados a partir de un exhaustivo trabajo de campo realizado entre 2012 y 2014, que incluyó una veintena de entrevistas en profundidad a dirigentes y cuadros intermedios, materiales de la organización y relevamiento periodístico. 

4 El desarrollismo surgió entre finales de los cincuenta y principio de los sesenta con la propuesta de modernizar las economías nacionales de los países dependientes, para pasar de una economía tradicional a una desarrollada con consumo de masas. Dicha teoría preveía que las empresas extranjeras tendrían un rol fundamental al reemplazar a los capitales nacionales. “El estado desarrollista se apoyaba en una relación de fuerzas sociales que permitía proteger al mercado interno e impulsar la diversificación de la estructura productiva a partir del fomento a la inversión foránea” (Gaggero, Schorr & Wainer, 2014: 30). En este contexto, el Estado se limitaba a redefinir la estructura arancelaria, subsidiaba las inversiones que no tomaba el sector privado y financiaba la infraestructura para la inversión privada y la política de ingreso para la demanda interna.

5 Para Bresser-Pereira (2007) el neodesarrollismo no se trata estrictamente de un modelo económico en el sentido que no tiene un programa donde se fijen los objetivos y políticas a ser implementadas.

6 Para profundizar sobre el proceso de unificación de la UIA véase Wyczykier & Anigstein (2013), sobre la CGT Lucca (2011) y Natalucci (2012).

7 Los autores que se inscriben en esta lectura coinciden en relacionar ese déficit fundacional en el escaso porcentaje electoral que obtuvo Néstor Kirchner (22%) y en la imposibilidad de acceder a la segunda vuelta por declinación de Carlos Menem, quien había obtenido el primer puesto en la elección.

8 Se utilizará la letra cursiva para señalar las palabras nativas, esto es aquellas pertenecientes a los actores analizados.

9 Esta idea de la resindicalización del peronismo ha sido mencionada de diversas maneras pero reiteradas por Hugo Moyano. Por ejemplo, en el Primer Encuentro Nacional de la Juventud Sindical realizado en abril de 2011 en Chapadmalal, declaró lo siguiente: “En otras épocas, a los trabajadores nos habían robado el partido, dejando de lado que somos la esencia del movimiento. Pero por más que lo intenten, jamás van a lograr hacernos a un lado” (Revista Común y Corriente, Año 1, Nº 2). Vale recordar que en marzo de 2009 Moyano había asumido como vicepresidente del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires; el 25 de agosto de 2010, debido la lesión sufrida por el presidente Alberto Balestrini, asumió en carácter provisorio la presidencia. Renunció en un acto de Camioneros el 15 de diciembre de 2011luego de la disputa desatada a propósito de las elecciones.

10 Declaración de Mar del Plata de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista. Material impreso en el archivo de la autora.

11 Facundo Moyano en la Introducción de la revista oficial de la Juventud Sindical “Común y Corriente” sostenía que “tenemos que superar las barreras de lo gremial y lanzarnos a la lucha política. Dejar de ser un elemento de presión y pasar a ser un elemento de presión y pasar a ser un sujeto de poder”. En el cierre mencionó: “LA JUVENTUD SINDICAL ESTÁ EN MARCHA. HA LLEGADO LA HORA DE LOS TRABAJADORES” (Revista Común y Corriente, Año 1, Nº 0: 5. Mayúsculas en el original).

12 En la Declaración sostuvieron lo siguiente: “tenemos que volver a recrear la política detrás de las ideas, para eso necesitamos de la discusión y el debate. Que aflore de abajo hacia arriba la consigna, desde los cimientos que son nuestros orígenes, hasta el techo que son nuestros sueños” (Declaración de Mar del Plata de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista. Material impreso en el archivo de la autora).

13 Discurso de Hugo Moyano en el cierre del Encuentro realizado en Mar del Plata. Declaración de Mar del Plata de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista. Material impreso en el archivo de la autora.

14 Declaración de Hugo Moyano, 1º de mayo de 2009.

15 Declaración de la CNSP, 18 de Septiembre de 2009.

16 Declaración de la CNSP, 18 de Septiembre de 2009.

17 Entrevista a dirigente de la Juventud Sindical, mayo de 2012.

18 El proyecto fue presentado en la comisión de Legislación Laboral de la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación. Contó con la firma de varios diputados, entre ellos dirigentes sindicales, a saber: Juan Carlos Díaz Roig, Dante Gullo, Juan González, Antonio Alizegui, Omar Plaini, Guillermo Pereira, Mario Pais, Carlos Kunkel, Carmen Nebreda, Octavio Arguello, Arturo Salim, Roberto Robledo y Ruperto Godoy (Wyczykier & Anigstein, 2013: 12).

19 Respecto del avance del poder sindical, Merino & Delanino sostienen que “los empresarios del “proyecto productivo” ven amenazada su posición dominante en cuanto al modelo de acumulación, y la posibilidad que la conducción transite en términos estratégicos hacia una alianza social que los deje subordinados” (2013: 11). Por su parte, Wyczykier & Anigstein citan las declaraciones del representante legal de la UIA, Daniel Funes de Rioja, en el Coloquio de IDEA realizado en la ciudad de Mar del Plata: “Esa Ley incrementaría el poder del sindicalismo a límites intolerables”; (pondría) “en juego la propiedad de las empresas, porque lo siguiente será la cogestión”; (los sindicatos) “tienen el monopolio de la fuerza y ahora buscan llevarse puesta la propiedad de las empresas” (2013: 18). Para profundizar los argumentos de cada sector véase Merino & Deladino (2013) y Wyczykier & Anigstein (2013).

20 La propuesta de Pacto Social impulsada por el gobierno luego del fallecimiento de Kirchner terminó de obstaculizar la factibilidad de aquel. En 2011, Fernández de Kirchner sostuvo en el discurso de cierre del Congreso anual de la UIA que la economía no se rige por las leyes emanadas del Congreso, y que la participación en la distribución de las ganancias no podía ser impuesta por “el Estado por la fuerza a través del Parlamento”, sino que debía ser acordada en cada negociación colectiva. El discurso completo puede consultarse en:  http://www.anibalfernandez.com.ar/index.php/component/content/article/50-presidenta-de-la-nacion/854discurso-dela-presidenta-cristina-fernandez-de-kirchner-en-la-uia. Consultado el 6 de julio de 2015. Para un análisis del acercamiento de Fernández de Kirchner a la UIA véase Wyczykier & Anigstein (2013).

21 La Nación, 16 de octubre de 2010. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1315561-moyano-lleno-river-y-pidio-un-esfuerzo-por-los-jubilados. Consultado el 5 de julio de 2015.

22 La Nación, 16 de octubre de 2010. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/1315561-moyano-lleno-river-y-pidio-un-esfuerzo-por-los-jubilados. Consultado el 6 de julio de 2015.

23 Se trata de “una organización que desde la identidad gremial ha entendido que el proceso gremial o la transformación del proceso sindical tiene que ver con la transformación del proceso político. Eso es lo que nosotros planteamos como el sindicalismo integral. ¿Qué significa el sindicalismo integral? Es, desde la condición de laburantes, entender que si no hay soluciones políticas, no hay soluciones gremiales. Si no se solucionan cuestiones que dependan de decisiones políticas, no hay soluciones gremiales.” (Entrevista de la autora a dirigente de la JS, noviembre de 2012).

24 Inicialmente, el acuerdo con Kirchner era que algunos dirigentes de la JS integraran las listas en puestos expectantes, Facundo Moyano como candidato a diputado nacional, Federico Sánchez como diputado provincial por Buenos Aires y luego otros en listas de concejales municipales. Estos acuerdos sólo fueron respetados en el caso de Moyano y en el de unos pocos concejales implicando que muchos candidatos quedaran en puestos fuera de las expectativas electorales.

25 Es cierto que algunos nucleamientos, como los gordos, presionaban para que Moyano se alejara de la conducción cegetista, sin embargo sin la presión del gobierno esto no hubiera sido posible.

26 Para una reconstrucción del aspecto territorial de la JS véase Natalucci (2013).

27 Una síntesis de los discursos del acto pueden encontrarse en la página oficial de la Juventud Sindical. Recuperado de http://juventudsindical.com/fiesta-de-la-juventud-sindical-en-el-luna-park/. Consultado el 6 de julio de 2015.

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