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Población y sociedad

versão impressa ISSN 0328-3445versão On-line ISSN 1852-8562

Poblac. soc. vol.28 no.2 San Miguel de Tucumán jun. 2021

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.19137/pys-2021-280205 

Artículos Dossier

Derecha y democracia en América Latina

The right and democracy in Latin America

Noam Lupu1  noam.lupu@vanderbilt.edu

Virginia Oliveros2  volivero@tulane.edu

Luis Schiumerini3  luis.schiumerini@nd.edu

1Vanderbilt University, Estados Unidos

2Tulane University, Estados Unidos

3University of Notre Dame, Estados Unidos

Resumen

En este artículo exploramos, a nivel de la opinión pública, la relación entre el giro a la derecha y el backlash autoritario en América Latina. ¿Se puede hablar de un giro a la derecha a nivel de la opinión pública? ¿Cuál es la relación entre la ideología de los individuos, particularmente la de aquellos que se identifican con la derecha, y el apego a la democracia? ¿Son los individuos que se identifican con la “nueva derecha” menos democráticos que el resto de la población? Para responder a estas preguntas utilizamos encuestas de opinión realizadas en 17 países latinoamericanos entre 2008 y 2019 en seis olas de encuestas.

Palabras clave Derecha; Democracia; Ideología; Opinión pública; Encuestas

Abstract

We explore the relationship between the right turn and authoritarian backlash in Latin America in terms of public opinion. Is there evidence of a right turn in public opinion? What is the relationship at the individual level between ideology and democratic support, particularly among those who identify with the right? Are people who identify with the “new right” less committed to democracy than other citizens? We study these questions using six waves of public opinion surveys conducted in 17 Latin American countries between 2008 and 2019.

Keywords Right; Democracy; Ideology; Public opinion; Surveys

En 1998, con la elección de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela se inicia una ola de gobiernos de izquierda y centroizquierda en América Latina que la literatura en inglés llamó pink tide (marea rosa). La marea continuó con las victorias del líder del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva, en 2002 en Brasil, del peronista Néstor Kirchner en Argentina en 2003, del líder del Frente Amplio Tabaré Vázquez en Uruguay en 2004, y de Evo Morales, el primer presidente indígena en la historia de Bolivia, en 2005. De las 19 elecciones presidenciales que se llevaron a cabo entre enero de 2005 y mayo de 2009, 14 resultaron en una victoria de candidatos de izquierda o centroizquierda (Murillo, Oliveros y Vaishnav, 2010). En 2009, casi dos tercios de los latinoamericanos estaban gobernados por un gobierno de izquierda o centroizquierda (Levitsky y Roberts, 2011). Este giro ideológico vino de la mano de un boom histórico del precio internacional de las materias primas que le permitió a los gobiernos de izquierda implementar políticas redistributivas (Levitsky y Roberts, 2011; Murillo, Oliveros y Vaishnav, 2011; Weyland, Madrid y Hunter, 2010) y en casi todos los casos lograr la reelección.

Cuando el contexto económico internacional se volvió menos favorable para la región, estos gobiernos comenzaron a perder elecciones. La crisis económica global de 2008-9 puso un freno a la nueva izquierda. Hacia 2014, la combinación de una baja en el precio de las materias primas y el desgaste de largos períodos en el gobierno marcaron para muchos el fin del avance de la izquierda en la región (Murillo y Levitsky, 2019). En este sentido, la victoria de Mauricio Macri en Argentina en 2015 es emblemática. El primer candidato de un partido de centroderecha en ganar una elección presidencial en la historia argentina fue visto como el símbolo del fin del ciclo de la izquierda (Lupu, Oliveros y Schiumerini 2019a; Murillo y Levitsky, 2019; Schiumerini, 2019). Los años siguientes vieron gobiernos de derecha y de centroderecha tomar el poder en un número creciente de países latinoamericanos.

En 2018, en Chile, vuelve al gobierno Sebastián Piñera de Renovación Nacional. Ese mismo año, en Brasil, el radical de derecha Jair Bolsonaro se impone en la segunda vuelta, y en Colombia, gana Iván Duque, el delfín del expresidente derechista Álvaro Uribe. En Uruguay, en 2020, luego de 15 años de gobiernos de centroizquierda, gana las elecciones Luis Lacalle Pou, del tradicional Partido Blanco. En Paraguay, tras el controvertido juicio político a Fernando Lugo en 2013, vuelve al poder el conservador Partido Colorado. En 2021, la derecha también accedió a la presidencia en Ecuador de la mano de Guillermo Lasso. En Centroamérica, Alejandro Giammattei del partido de centroderecha Vamos, asume la presidencia de Guatemala en 2020 y el conservador Juan Orlando Hernández gobierna en Honduras desde 2014. En Panamá, Laurentino Cortizo del Partido Revolucionario Democrático, un partido de centroderecha más allá de su nombre, se impone en las elecciones de 2019. A la fecha, la derecha y la centroderecha gobiernan 10 de los 17 grandes países de América Latina.

El avance electoral de la derecha en la región ha coincidido con una erosión de las instituciones democráticas (illiberal backlash) en el mundo. De acuerdo con Freedom House, el año 2019 marca el 14avo año consecutivo de deterioro democrático a nivel global.[1] Y América Latina no es la excepción. De los 17 países de la región incluidos en este artículo, solamente siete fueron clasificados como “libres” (free) en 2019 (Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Panamá, Perú y Uruguay), nueve como “parcialmente libres” (partially free) (Bolivia, Colombia, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Paraguay) y uno como “no libre” (not free) (Nicaragua).[2]

En América Latina, este backlash autoritario varía en intensidad. Mientras que el golpe de estado de 2019 en Bolivia es una versión extrema de retroceso autoritario, existen formas más graduales y moderadas de erosión, en las cuales gobiernos electos por el voto popular progresivamente muestran rasgos autoritarios una vez en el poder (Bermeo, 2016), como es el caso del extremismo de derecha de Bolsonaro en Brasil (Amorim Neto y Pimenta Alves, 2020). El caso de Bolivia recuerda a los golpes de estado que caracterizaron a la región en las décadas del sesenta y del setenta. Luego de que las elecciones presidenciales de octubre de 2019 parecían augurar un cuarto mandato consecutivo de Morales, hubo denuncias de fraude y protestas callejeras que paralizaron la capital. Tras tres semanas de presiones, el jefe de la armada sugirió públicamente la renuncia de Morales, quien se exilió en México dos días después. El gobierno quedó en manos de la senadora Jeanine Añez, apoyada por las fuerzas de seguridad y la oposición de derecha a Morales (Anria y Roberts, 2019; Levitsky y Murillo, 2020).

El caso de Bolsonaro es diferente. Luego de una campaña electoral centrada en un mensaje anti-élites tradicionales y de anticorrupción (en el marco del mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil) y la promesa de ley y orden (incluyendo facilitar el acceso a las armas para los ciudadanos), Bolsonaro se impuso en la segunda vuelta electoral con el 55% de los votos. Los rasgos antidemocráticos que su gobierno asumió casi de inmediato sorprendieron poco ya que sus dichos más autoritarios habían sido reflotados durante la campaña (ver Nascimento et al., 2018). Entre ellos, hay una reivindicación de la tortura y una celebración de quien fuera el encargado del centro de detención ilegal donde la ex-presidenta Dilma Rousseff (2011-2016) fuera detenida y torturada por la dictadura brasilera.[3] Además, en una entrevista de 1999 había afirmado que cerraría el Congreso si fuera presidente y, en una alusión a la dictadura argentina, lamentó que la dictadura brasileña no hubiese matado a 30.000 personas. Una vez en el poder, Bolsonaro, él mismo un ex-militar, nombró un número inédito de militares en su gabinete y se ha dedicado a atacar de manera sistemática a gobernadores opositores, a la Corte Suprema, y a diarios y periodistas, especialmente a periodistas mujeres (Amorim Neto & Pimenta Alves, 2020). De acuerdo a la asociación nacional de periodistas (FENAJ), Bolsonaro, en su primer año de gobierno, fue responsable del 58% de todos los ataques morales y físicos contra periodistas (Amorim Neto y Pimenta Alves, 2020, p. 191).

Los ejemplos de la derecha boliviana y brasilera ponen de manifiesto un fenómeno de derecha antidemocrática que remite a las décadas más oscuras de la historia política de América Latina, caracterizada por una derecha dispuesta a golpear las puertas de los cuarteles cuando lo considerara necesario. Efectivamente, si en la década pasada los desafíos a la democracia liberal parecían venir de la izquierda, de la mano de Chávez (1999-2013) y su sucesor Nicolás Maduro (2013-actualidad) en Venezuela, Morales en Bolivia (2006-2019), Daniel Ortega en Nicaragua (2007-actualidad), o Rafael Correa en Ecuador (2007-2017) (e.g., Levitsky y Loxton, 2013; Mainwaring y Pérez-Liñan, 2015), los desafíos a la democracia latinoamericana parecen ahora venir, una vez más, de la derecha.

Si bien varios trabajos recientes se han enfocado en el estudio de los nuevos gobiernos y partidos de derecha,[4] sabemos mucho menos de sus seguidores. Como argumentaban Murillo, Oliveros y Vaishnav (2011) en relación al giro a la izquierda, la distinción es importante tanto desde el punto de vista teórico como empírico. Desde el punto de vista teórico, los factores y teorías que explican la ubicación ideológica de los votantes no son los mismos que explican las elecciones que hacen los líderes en favor de políticas públicas de izquierda o de derecha una vez en el poder. Desde el punto de vista empírico, América Latina abunda en ejemplos de líderes haciendo campaña en un lado del espectro ideológico que luego cambian drásticamente de posición ideológica cuando llegan al poder (Stokes, 2001). Asimismo, el estudio del giro a la izquierda en la región mostró que la izquierda en el gobierno no necesariamente indicaba un giro a la izquierda a nivel de la opinión pública (Arnold y Samuels, 2011; Remmer, 2012). Por todas estas razones, es importante distinguir entre las tendencias a nivel de la oferta electoral de las que se observan a nivel de la opinión pública.

En este artículo exploramos, a nivel de la opinión pública, la relación entre el giro a la derecha y el backlash autoritario ¿Se puede hablar de un giro a la derecha a nivel de la opinión pública? ¿Cuál es la relación entre la identificación ideológica de los individuos, particularmente la de aquellos que se identifican con la derecha, y el apego a la democracia? En otras palabras, ¿son los individuos que se identifican con la nueva derecha latinoamericana menos democráticos que el resto de la población? Nos enfocamos en este artículo en la descripción de tendencias generales en América Latina, con particular atención a cuatro países del Cono Sur (Argentina, Brasil, Chile y Uruguay). Estos cuatro países tuvieron gobiernos de izquierda en los 2000s que fueron luego reemplazados por gobiernos de derecha en 2015 en Argentina, en 2018 en Brasil y Chile y en 2020 en Uruguay. Actualmente, Chile y Uruguay están gobernados por una derecha moderada, Argentina por un peronismo que se identifica con la centroizquierda y Brasil tiene un gobierno de derecha radical. Estos cuatro países del Cono Sur presentan así una variación interesante para explorar el avance de la derecha y la relación entre este avance y el apego a la democracia. Todos los datos que presentamos en este artículo provienen de encuestas de opinión pública nacionales realizadas en 17 países latinoamericanos entre 2008 y 2019 (ver Cuadro 1 en el Apéndice) en seis rondas de encuestas que forman el Barómetro de las Américas del LAPOP Lab.[5]

Identificación ideológica

Para medir ideología empleamos la clásica escala de auto-ubicación en el espectro izquierda-derecha, una medida accesible y muy utilizada en la literatura.[6] Su significado en la práctica, sin embargo, varía a través del tiempo y de país a país (Zechmeister y Corral, 2013). Existen factores individuales que se asocian con la identificación individual en el espectro izquierda-derecha, tales como la educación, el interés por la política, y la sofisticación política (Freire y Belchior, 2011; Wiesehomeier y Doyle, 2012; Zechmeister y Corral, 2013), y factores contextuales relevantes que ayudan a entender las diferencias entre países y a través del tiempo (Bauer et al., 2017; Harbers, de Vries y Steenbergen, 2013; Zechmeister, 2006; Zechmeister y Corral, 2013). Para explorar esta variación, la figura 1 presenta la proporción de no respuestas a la pregunta sobre posicionamiento izquierda-derecha.

Fuente: Barómetro de las Américas.

Figura 1 Ubicación Izquierda-Derecha: Sin RespuestaNota: La figura muestra la proporción de no respuestas (no sabe/no contesta) a la pregunta de auto-ubicación izquierda-derecha. 

La figura muestra una disminución en la cantidad de no respuestas a la pregunta sobre la ubicación izquierda-derecha. En 2008, las no respuestas constituían alrededor del 19% de las respuestas totales; en 2018/19 ese porcentaje se redujo al 9% (p<0.000). En términos generales, los datos muestran que la utilidad de este tipo de medición parece haber aumentado con el tiempo en la región. Además de la variación temporal, existe una variación importante entre países. Por ejemplo, en 2018, las no respuestas constituyeron el 18% en Chile y el 15% en Nicaragua en tanto que en Panamá y Perú solamente el 5% de las respuestas totales fueron no respuestas.

En los países del Cono Sur (Argentina, Brasil, Chile y Uruguay) también se observa una variación importante (Figura 2). El cambio más significativo se observa en Brasil que pasa de un porcentaje de no respuestas del 24% en 2008 y 2010 a un 7% en 2019 (p<0.000). En Chile y Argentina se observa también un cambio de tendencia importante en el año 2014. En Chile, el porcentaje de no respuestas pasa de un pico máximo en 2014 de 34% de no respuestas a 18% en 2019 (el porcentaje más alto de los cuatro países en ambos años) (p<0.000). En tanto que Argentina pasa de un pico de 24% en 2014 a 8% en 2019 (p<0.000). En línea con Zechmeister y Corral (2013), quienes muestran que la polarización en América Latina afecta positivamente la relevancia de las categorías izquierda-derecha y Ames y Smith (2010) que muestran lo mismo para el caso brasilero, el aumento de la identificación ideológica en Argentina, Brasil, y Chile se da en paralelo con un aumento de la polarización política.

Fuente: Barómetro de las Américas

Figura 2 Ubicación Izquierda-Derecha en el Cono Sur: Sin Respuesta 

La polarización puede servir para fortalecer las marcas (brands) de los partidos y así clarificar las opciones para los votantes, lo cual aumenta la identificación partidaria (Lupu, 2015; 2016b). Cuando los partidos en cuestión son fácilmente ubicables en el espectro izquierda-derecha, es esperable que la identificación de los votantes con la ideología de su partido también aumente en consecuencia. En Argentina, la baja en el porcentaje de no respuestas coincide con el primer gobierno de centroderecha en la historia democrática, encabezado por Mauricio Macri (2015-2019).[7] En Brasil, coincide con los primeros gobiernos de centroizquierda, y con una creciente brecha entre los seguidores de Lula y Rousseff, los petistas, y sus detractores, los anti-petistas (Samuels y Zucco, 2018). En Chile, si bien desde 2014 comienza a aumentar la identificación ideológica, no deja de llamar la atención que desde ese año es el país con menos identificación ideológica de los cuatro. Este es un dato llamativo ya que, al menos durante las primeras dos décadas de democracia desde la transición, Chile ha sido considerado por algunos como un sistema de partidos estable y con líneas ideológicas claras (Calvo y Murillo, 2019, Valenzuela, Somma y Scully, 2018). Uruguay, finalmente, con uno de los sistemas de partidos más institucionalizados de la región (Mainwaring, 2018; Mainwaring & Scully, 1995; Piñeiro & Rosenblatt, 2020) se caracteriza por su estabilidad. Durante todo el período 2008-2019, el porcentaje de no respuestas se encuentra entre un seis y un 9% del total de respuestas.

En términos generales, los datos de opinión pública muestran que la identificación en el espectro izquierda-derecha ha aumentado en la región. En el marco de un avance de los gobiernos de derecha, ¿significa este aumento en la identificación ideológica un aumento en la identificación con la derecha? La figura 3 muestra la proporción de respuestas que se ubican a la izquierda, a la derecha y al centro del espectro ideológico, además de las no respuestas.[8]

Fuente: Barómetro de las Américas.

Figura 3 Ubicación Izquierda-DerechaNota: La figura muestra la proporción de respuestas 1-3 (izquierda), 4-7 (centro), 8-10 (derecha) y no respuestas (sin respuesta) a la pregunta sobre ubicación ideológica. 

Cuando consideramos a toda la región, el éxito de la derecha en las urnas no se vio acompañado de una mayor identificación con la derecha a nivel de la opinión pública. De hecho, desde 2008 (20%) hasta la fecha (23%) es sumamente estable. Por el contrario, desde 2010 se observa un leve aumento de la identificación con la izquierda que pasa de 14% en 2010 a 24% en 2016/17 (p<0.000) y 23% en 2018/19 (p<0.000). El promedio ponderado de la ubicación ideológica para la región (lo cual, por supuesto, excluye las no respuestas) muestra una tendencia similar. El cambio en el promedio de la auto-ubicación ideológica izquierda-derecha tampoco muestra un avance de la derecha: el promedio pasa de 5,75 en 2008 a 5,39 en 2018/19.[9]

Esta desconexión entre la ideología de los gobiernos y la de la opinión pública también caracterizó el avance de la izquierda hace dos décadas (Arnold y Samuels, 2011; Remmer, 2012). Al igual que en aquel momento en el cual el avance de los gobiernos de izquierda no fue acompañado de un movimiento ideológico hacia la izquierda a nivel de la opinión pública, el avance de la derecha en la última década también parece concentrarse a nivel de las élites, al menos en términos de la identificación en el espectro izquierda-derecha.

Fuente: Barómetro de las Américas.

Figura 4 La Derecha en el Cono Sur 

En el Cono Sur, por el contrario, la identificación con la derecha sí ha aumentado en algunos países (Figura 4). En primer lugar, un incremento importante de la identificación con la derecha se da en Brasil que pasa de 17,8% en 2008 a 21,9% en 2017 y 31,5% en 2019 (p<0.000), coincidiendo con la victoria de Bolsonaro quien asume la presidencia de Brasil el 1 de enero de 2019.[10] Un incremento de la identificación con la derecha también se observa en Argentina, en donde el porcentaje de encuestados que se consideran de derecha o centroderecha pasa de 11,9% en 2008 a 15,6% en 2019 (p<0.029), con un piso de 7,6% en 2010. Este aumento de la identificación con la derecha se da en paralelo con el aumento del poder y relevancia del PRO, el primer partido de derecha en llegar al poder por vía democrática en Argentina.[11] El año 2010 también marca el inicio de un cambio de tendencia en Chile y en Uruguay. En 2010, la identificación con la derecha comienza a bajar en Chile pasando de 14,4% en 2010 a 11,7% en 2019, aunque la diferencia no es estadísticamente significativa (p<0.062). En Uruguay, en cambio, la identificación con la derecha comienza a subir ese mismo año, pasando de 15,4% en 2010 a 20,5% en 2019 (p<0.001).

Ideología y apego a la democracia

No hay evidencia de un giro a la derecha a nivel de la opinión pública. Sin embargo, es indudable que la derecha ha ido ganando espacios en la región y que parte de esa derecha que accede al poder representa una amenaza a la democracia liberal. El caso de Bolsonaro en Brasil es emblemático en este sentido. ¿Existe relación entre este avance de gobiernos de derecha en la región y las actitudes hacia la democracia de aquellos que se identifican con la derecha? En otras palabras, ¿son los ciudadanos de derecha menos democráticos que el resto de la población?

La figura 5 muestra, para comenzar, un aumento del descontento social con la democracia entre los ciudadanos latinoamericanos de hoy comparados con los de hace una década. Efectivamente, los datos de opinión pública de la última década muestran una disminución en el apego a la democracia, una menor satisfacción con la forma en la cual la democracia funciona, una disminución en la confianza en las elecciones, y una mayor tolerancia a alternativas no-democráticas como cerrar el Congreso en tiempos de crisis.

Fuente: Barómetro de las Américas.

Figura 5 Apego a la DemocraciaNota: Apoyo (ING4): “Puede que la democracia tenga problemas, pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno. ¿Hasta qué punto está de acuerdo o en desacuerdo con esta frase?” La escala de respuestas varía de 1 a 7, la figura muestra la proporción de respuestas 5, 6 y 7.Satisfacción (PN4): “En general, ¿usted diría que está muy satisfecho(a), satisfecho(a), insatisfecho(a) o muy insatisfecho(a) con la forma en que la democracia funciona en (país)?” La figura muestra la proporción de respuestas “algo” y “muy” satisfechos.Confianza (B47A): “¿Hasta qué punto tiene usted confianza en las elecciones en este país?” La escala de respuestas varía de 1 a 7, la figura muestra la proporción de respuestas 5, 6 y 7.Tolerancia (JC15A): “¿Cree usted que cuando el país enfrenta momentos muy difíciles, se justifica que el presidente del país cierre el Congreso y gobierne sin el Congreso?” La figura muestra la proporción de respuestas afirmativas. 

Independientemente de la identificación ideológica, la figura 5 muestra signos alarmantes de desapego con la democracia. El porcentaje de encuestados que consideran que la democracia es mejor que cualquier otra forma de gobierno pasa de 69% en 2008 a 59% en 2018/19 (p<0.000), el nivel más bajo de todo el período. El porcentaje de quienes se encuentran satisfechos con el funcionamiento de la democracia, en tanto, se encuentra en los niveles más bajos desde 2010. En ese año, 60% de los encuestados reportaban estar satisfechos con el funcionamiento de la democracia en sus países; en 2018/19 ese porcentaje se reduce a 40% (p<0.000). El porcentaje de quienes responden tener confianza en las elecciones de sus países pasa de 46% en 2012 a 39% en 2018/19 (p<0.000). Por último, el porcentaje de encuestados que creen que cuando el país enfrenta momentos difíciles se justifica que el presidente del país gobierne sin el Congreso pasa de 15% en 2010 a 24% en 2018/19 (p<0.000).

Para explorar la relación entre este aumento del desapego con la democracia en la región y el giro a la derecha (al menos en términos de un aumento de los países gobernados por la derecha), la figura 6 muestra las mismas preguntas de la figura anterior, pero en este caso las respuestas están separadas según la identificación ideológica de los encuestados en cuatro grupos: derecha, izquierda, centro y sin identificación ideológica.

Fuente: Barómetro de las Américas.

Figura 6. Apego a la democracia según ubicación ideológica 

En términos generales, la figura muestra que las tendencias son similares entre los distintos grupos ideológicos. Efectivamente, la respuesta a la pregunta sobre si quienes se identifican con la derecha son menos democráticos que el resto de la población es básicamente no. En el período 2008-2019, todos los grupos muestran una disminución en el apoyo a la democracia, una disminución en la satisfacción con su funcionamiento, una disminución en la confianza en las elecciones y un aumento en la justificación a un cierre del Congreso en caso de crisis. No sólo la derecha no muestra rasgos más antidemocráticos que el resto de los grupos ideológicos sino que, por el contrario, para todo el período 2008-2019 muestra los niveles más altos de apoyo a la democracia, de satisfacción con su funcionamiento y de confianza en las elecciones. En términos de tolerancia a una disolución del Congreso, las respuestas de este grupo a través del tiempo son casi las mismas que las de la izquierda, pero por arriba del centro y de los que no tienen ideología.

En los países del Cono Sur, en tanto, la relación entre la identificación con la derecha y el apego a la democracia muestra un panorama más heterogéneo. La figura 7 presenta el apego a la democracia con las mismas preguntas de la figura anterior, solamente para los encuestados que se ubican en la derecha del espectro ideológico en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.

Fuente: Barómetro de las Américas.

Figura 7 Apego a la democracia de la derecha en el Cono Sur 

De las tendencias que se observan en la figura 7, la que más llama la atención es la de la derecha brasilera. En términos generales, los encuestados brasileros que se identifican con la derecha aparecen, al menos desde el año 2012, como los menos democráticos de la región y los que muestran un cambio más pronunciado en términos del aumento del desapego con la democracia, en comparación con los encuestados de derecha de los otros tres países. El porcentaje de encuestados brasileros de derecha que consideran que la democracia es mejor que cualquier otra forma de gobierno pasa de 75% en 2010 a 54% en 2017 y 64% en 2019 (p<0.025). En ese año, 2019, el 67% de los encuestados de derecha en Chile, el 73% en Argentina y el 75% en Uruguay consideran que la democracia es la mejor forma de gobierno.[12] Las respuestas a las preguntas sobre satisfacción con la democracia y confianza en las elecciones muestran un patrón similar al de las respuestas sobre el apoyo a la democracia: un fuerte deterioro desde el inicio del período con el punto más bajo en 2017.

El dato más preocupante, sin embargo, es el significativo aumento que se observa de la cantidad de encuestados brasileros identificados con la derecha que tolerarían una disolución del Congreso en caso de crisis. En 2010, el porcentaje de encuestados de derecha que consideraba que en momentos difíciles se justifica que el presidente gobierne sin el Congreso era del 17%, en 2019 el porcentaje aumenta al 32% (p<0.000). En 2019, un número similar de encuestados que no se identifican en el espectro izquierda-derecha sostenían lo mismo. En comparación, 17% de los encuestados de izquierda y 17% de los de centro justificaban una disolución del congreso por crisis. En definitiva, tanto quienes se identifican con la derecha como los que no se identifican ideológicamente en el espectro izquierda-derecha aparecen como aquellos con mayores rasgos autoritarios en Brasil.

Los datos de Chile en relación a la tolerancia a una disolución del Congreso en tiempos difíciles también llaman la atención. En tanto que en 2010 el 14% de los encuestados identificados con la derecha justificaban esta opción autoritaria en caso de crisis, en 2019 este número se eleva al 32% (p<0.001). Un número considerablemente más alto que lo que reportan el resto de los encuestados ese año: 17% de los encuestados de izquierda, 21% de los de centro, y 17% de quienes no se identifican en el espectro ideológico izquierda-derecha justifican un gobierno con el Congreso cerrado en caso de crisis. Si bien esta justificación aumenta para todos los grupos en el periodo 2010-2019, el aumento en la derecha es considerablemente mayor. Quienes se identifican con la derecha en Chile sí parecen exhibir rasgos más antidemocráticos que el resto de los grupos ideológicos, al menos en lo que atañe a esta pregunta. Vale mencionar que este aumento de los rasgos autoritarios de los encuestados que se identifican con la derecha se da en el marco de la aparición de un partido “populista de derecha radical” (Partido Acción Republicana) con “ideas marcadas por la combinación de autoritarismo, nativismo y populismo” (Rovira Kaltwasser 2020, p.55).

Argentina, el país con el régimen más inestable de América del Sur durante gran parte del siglo XX, aparece con la derecha menos dispuesta a tolerar una disolución del Congreso en caso de crisis. Efectivamente, el porcentaje de encuestados que se identifican con la derecha en la Argentina que responden afirmativamente a esta pregunta constituye en 2019 el 11%, muy por dejado de Chile (31%) y Brasil (32%), pero también de Uruguay (15%). Un porcentaje más bajo, además, que el que reportan los argentinos que se identifican con la izquierda (16%) y con el centro (13%) y similar al que reportan quienes no se ubican en el espectro izquierda-derecha (10%). Un dato no menor en relación al apego a la democracia que muestran los encuestados de derecha en Argentina es el compromiso con la democracia que muestran los propios dirigentes del PRO (Morresi, 2015). En 2015, por primera vez en la historia democrática argentina un partido de derecha llega al poder; en 2019 por primera vez desde 1928 un partido no Peronista logra concluir su mandato. La tan ansiada derecha democrática y electoralmente competitiva que serviría para estabilizar el sistema según el argumento clásico de Di Tella (1971), parece finalmente haberse establecido en el sistema político argentino.

Conclusiones

Retomando las preguntas planteadas al inicio, los datos muestran que, tomando a la región en general, no se observa un masivo giro a la derecha a nivel de la opinión pública en el período 2008-2019. En el caso del Cono Sur, la identificación con la derecha aumenta en Argentina, Brasil y Uruguay. Por otra parte, si bien el apego a la democracia baja en la región, esta baja no es mayor entre los encuestados que se identifican con la derecha que entre el resto de los encuestados. En el Cono Sur, las excepciones son Brasil y Chile donde sí se observa que la identificación con la derecha está asociada con ciertos rasgos autoritarios. En nuestra opinión, estas conclusiones ponen en evidencia la importancia de separar el estudio de la oferta electoral del de la demanda. En particular, como señala Rennó (2020), aún sabemos muy poco sobre el perfil ideológico y cultural de quienes se identifican con la derecha en América Latina.

Así como el avance de la izquierda fue explicado en su momento más por simple alternancia en el poder que por una revolución electoral (Levitsky y Roberts, 2011; Murillo, Oliveros y Vaishnav, 2010), este giro a la derecha sin un cambio ideológico a nivel de la opinión pública también parecería deberse al normal funcionamiento pendular de la democracia. Hoy como ayer, los votantes latinoamericanos parecen simplemente evaluar a los gobiernos en base al desempeño (especialmente económico) y votar en contra de aquellos que no los satisfacen (Anria y Vommaro, 2020, Lupu, Oliveros y Schiumerini 2019a, Murillo y Visconti, 2017). La llegada de la derecha al poder en estas condiciones marca límites significativos a sus posibilidades en el gobierno. En primer lugar, queda claro que no estamos en presencia de un cambio en el mapa ideológico de la región. En segundo lugar, el hecho de que la opinión pública no acompañe el giro a la derecha marca además los límites de la derecha en el poder. Efectivamente, los gobiernos de derecha que llegan al poder como una reacción de los votantes a sus antecesores, carecen de un mandato de derecha claro (Schiumerini, 2019; Vommaro, 2019a).

La importante excepción a estos gobiernos de derecha sin mandato de derecha parecería ser el caso de Bolsonaro en Brasil. La crisis multidimensional que llevó a Bolsonaro al poder se trató de una combinación casi inédita de crisis económica, política, y un escándalo de corrupción sin precedentes en la historia de la región, que se sumaron a una crisis de seguridad pública de más larga data (Hunter y Power, 2019). En este contexto, los votantes de Bolsonaro sí parecen tener una alineación ideológica clara con las propuestas de derecha radical y antiderechos de su líder.[13] Efectivamente, de acuerdo con Rennó (2020), el voto por Bolsonaro no refleja solamente un voto en contra del Partido de los Trabajadores, sino que además refleja una reorientación ideológica de derecha jamás vista en la historia de Brasil. Los votantes de Bolsonaro, por ejemplo, tienden a estar en contra del aborto, a favor de encarcelar a las mujeres que se practiquen abortos y a favor de la educación religiosa en las escuelas. Asimismo, quienes apoyan la baja en la edad de imputabilidad, están a favor de la pena de muerte y opinan que “el mejor criminal es un criminal muerto” también tienden a ser votantes de Bolsonaro (Rennó, 2020, p.13). Nuestros datos de opinión pública muestran, además, que quienes se identifican con la derecha son, en línea con su líder, menos democráticos que el resto de los encuestados brasileros: están más dispuestos a tolerar un gobierno con el Congreso cerrado en caso de crisis.

Más allá del caso brasilero, tomando a la región como un todo, una preocupante disminución del apoyo a la democracia y creciente insatisfacción con su funcionamiento se puede observar en todo el espectro ideológico. ¿A qué se debe esta insatisfacción general con la democracia en la región? Si bien la respuesta a esta pregunta escapa a los objetivos de este artículo, existen algunas tendencias en la región que parecerían sugerir un principio de respuesta. Futuras investigaciones determinarán si estas tendencias ayudan o no a explicar la disminución del apoyo a la democracia en la región. Tres factores parecerían ser relevantes para entender tanto la alternancia en el poder que se observa en los últimos años como el alto grado de insatisfacción general de los latinoamericanos con la democracia. La situación económica, la inseguridad y la corrupción parecerían estar tanto en la base del voto retrospectivo en contra de los gobiernos de izquierda que se traduce en el avance de la derecha como en un creciente desapego hacia la democracia en general. Datos del Barómetro de las Américas de LAPOP muestran que los latinoamericanos se encuentran fuertemente preocupados por estos tres factores. En primer lugar, la mayoría de los encuestados en 2018/19 (57%) opina que la economía ha empeorado en relación al año anterior. Sabemos que las condiciones económicas están asociadas fuertemente en América Latina con el apoyo (o falta de apoyo) al gobierno de turno (ver, por ejemplo, Murillo y Visconti, 2017), con lo cual no sería sorprendente que niveles de insatisfacción tan altos con la situación económica, se trasladen a una insatisfacción general con la democracia. En segundo lugar, la percepción de corrupción es elevada en toda la región. En todos los países de América Latina más del 50% de los encuestados considera que “más de la mitad” o “todos” los políticos de sus países están involucrados en hechos de corrupción.[14] Sabemos, asimismo, que cuando la economía está en problemas, la tolerancia a la corrupción disminuye (Klašnja y Tucker, 2013; Klašnja, Lupu y Tucker, 2021). Por último, en 2018/2019 uno de cada cuatro encuestados reporta haber sido víctima de inseguridad. La sensación de inseguridad, además, aumenta desde 2012 y en 2018/19, el 19% de los encuestados reportan sentirse muy inseguros en su barrio. En este contexto no sorprende que la satisfacción con el funcionamiento de la democracia se encuentre en los niveles más bajos desde 2010 (Figura 5). En 2018/19, solamente el 40% de los latinoamericanos reportan estar satisfechos con el funcionamiento de la democracia en sus países.

En 2006, Mainwaring atribuía la crisis de representación que se observaba en aquel entonces en los países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) a deficiencias estatales. Desde su perspectiva, el concepto de deficiencias estatales implica mucho más que simplemente mala performance gubernamental de un gobierno en particular. Se trata de un estado que fracasa en el cumplimiento de sus funciones más básicas de gobierno (governance) (particularmente en relación a la economía), de legalidad y de seguridad (Mainwaring, 2006, p.20). Y estas deficiencias estatales afectan la confianza de los ciudadanos en las instituciones representativas (Mainwaring 2006, p.22). ¿Nos encontramos hoy ante una situación similar en América Latina? ¿Puede este aumento del desapego con la democracia terminar en una crisis? Sin duda, los datos son alarmantes, en particular teniendo en cuenta que la pandemia ha empeorado la situación económica de la región aún más y hay pocas esperanzas de una recuperación rápida.[15]

Apéndice

Fuente: Barómetro de las Américas.

Cuadro 1 Número de observaciones por ola y paísNota: Todos los datos presentados en este artículo se encuentran ponderados para que cada país/ola tenga un peso igual de N=1.500. El número de observaciones en 2018/19 en Bolivia y Honduras es menor de lo habitual porque la pregunta sobre auto-ubicación ideológica en esa ola sólo se le preguntó a la mitad de la muestra. 

Fuente: Barómetro de las Américas.

Cuadro 2 Proporción de encuestados que se ubica a la derecha por ola y paísNota: La tabla muestra la proporción de respuestas 8-10 sobre el total de respuestas (incluyendo NS/NC). Negritas indican el momento de mayor identificación con la derecha por país en el período 2008-2019. 

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Notas

[1]Recuperado de: https://freedomhouse.org/report/freedom-world/2020/leaderless-struggle-democracy (acceso 12 de abril de 2021).

[2]Entre los países no incluidos en este artículo, Venezuela es clasificado como “no libre” y Haití como “parcialmente libre.” Venezuela fue excluido porque a partir de 2017 no se ha incluido en el Barómetro de las Américas.

[3]Esto ocurrió durante el juicio político a Dilma Roussseff en abril de 2016. Al momento de emitir su voto, Bolsonaro expresó: “… por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el terror de Dilma Rousseff […] mi voto es sí.”

[4]Ver, por ejemplo, Luna (2010), Luna y Rovira Kaltwasser (2014), Vommaro (2019a; 2019b) y Vommaro, Morresi y Bellotti (2015).

[5]Ver más información sobre el Barómetro en www.vanderbilt.edu/lapop. El Barómetro cubre, en general, hasta 26 países en la región. Este artículo se enfoca en los 17 países de América del Sur y América Central en los cuales la pregunta sobre la ubicación izquierda-derecha fue hecha. Algunos años anteriores se encuentran disponibles en algunos países, pero solamente en 2008 la pregunta aparece para los 17 países incluidos en este artículo. Todos los datos presentados en este artículo se encuentran ponderados para que cada país/ola tenga un peso igual de N=1.500.

[6]La pregunta es, “Cambiando de tema, en esta tarjeta tenemos una escala del 1 a 10 que va de izquierda a derecha, en la que el 1 significa izquierda y el 10 significa derecha. Hoy en día cuando se habla de tendencias políticas, mucha gente habla de aquellos que simpatizan más con la izquierda o con la derecha. Según el sentido que tengan para usted los términos ‘izquierda’ y ‘derecha’ cuando piensa sobre su punto de vista político, ¿dónde se encontraría usted en esta escala? Dígame el número.”

[7]Sobre la elección de 2015, ver Lupu (2016a), Lupu, Oliveros y Schiumerini (2019b), Murillo y Levitsky (2019), y Murillo, Rubio y Mangonnet (2016). Sobre los orígenes del PRO, ver Vommaro, Morressi y Bellotti (2015).

[8]El cuadro 2 en el Apéndice muestra la proporción de encuestados que se identifican con la derecha por ola y país.

[9]5,75 en 2008; 5,69 en 2010; 5,53 en 2012; 5,48 en 2014; 5,32 en 2016; y 5,39 en 2018.

[10]La encuesta del Barómetro en el caso de Brasil se llevó a cabo entre el 29 de enero y el 3 de marzo de 2019.

[11]Si bien existe acuerdo entre analistas y académicos en considerar al PRO un partido de derecha o centroderecha, es interesante notar que muchos de sus dirigentes, al menos en sus inicios, se rehusaban a aceptar esta caracterización (Morresi, 2015). El mismo Macri se presentaba como un político pragmático (es decir, no ideológico) capaz de manejar burócratas y administrar (Vommaro, Morresi y Bellotti, 2015). Rasgo que también caracterizó a la campaña presidencial de 2015 (Lupu, Oliveros y Schiumerini, 2019b).

[12]Las diferencias con Argentina y Uruguay son estadísticamente significativas (p<0.036, p<0.004) pero la diferencia con Chile no lo es (p<0.590).

[13]Por supuesto, la auto-ubicación ideológica (el tema de este artículo) y la identificación partidaria o el comportamiento electoral no son lo mismo. De hecho, una de las conclusiones de este artículo es justamente que el giro a la derecha que se observa en la región a nivel de los gobiernos no ha sido acompañado por un giro a la derecha a nivel de la opinión pública. En el caso de Brasil, sin embargo, la correlación entre la identificación con la derecha y el voto a Bolsonaro en 2018 es extremadamente alta. Según los datos del Barómetro, el 74% de los encuestados que reportaron haber votado a Bolsonaro en 2018 se ubican a la derecha del espectro ideológico (8-10 según nuestra clasificación).

[14]El país con menor percepción de corrupción es Uruguay donde 50% de las respuestas fueron “más de la mitad” o “todos”; en el otro extremo, 85% en Perú y 79% en Panamá y Brasil eligieron esta opción.

[15]Según proyecciones del FMI, América Latina volvería a niveles pre-pandemia de producción en 2023 y de GPD per cápita recién en 2025 (Fuente: https://blogs.imf.org/2021/02/08/latin-america-and-caribbeans-winding-road-to-recovery/).

Recibido: 03 de Mayo de 2021; Aprobado: 23 de Septiembre de 2021