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Población y sociedad

versión impresa ISSN 0328-3445versión On-line ISSN 1852-8562

Poblac. soc. vol.28 no.2 San Miguel de Tucumán jun. 2021

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.19137/pys-2021-280213 

Reseñas

Reseñas

Juan Pablo Vivaldo1  jpvivaldo@gmail.com

María Eugenia Prieto Flores2  meprieto@conicet.gov.ar

María del Pilar Bageneta3  pilarbageneta@gmail.com

María Belén Trejo4  belu_trejo@yahoo.com.ar

María Soledad Arqueros Mejica5  soledad.arqueros@gmail.com

1Universidad Nacional Autónoma de México

2Instituto de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam -CONICET

3IEHS - UNCPBA

4Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Letras, UBA

5CONICET-IIGG-UBA

Historia de la vejez en la Argentina (1850-1950). Hernán Otero. Buenos Aires, Prohistoria Ediciones, 2020, pp. 240.

A partir del último tercio del siglo XX, un número cada vez mayor de historiadores se han dado a la tarea de explicar procesos históricos por medio de la participación de actores sociales escasamente considerados por la historiografía internacional. Al mismo tiempo, han ampliado su espectro metodológico al emplear fuentes como la literatura o la música, cuyo uso fue desdeñado por los estudios tradicionales, en aras de mantener una seriedad académica que aspirara a la objetividad histórica.

El libro de Hernán Otero, Historia de la vejez en la Argentina (1850-1950), es una muestra de la habilidad para llenar vacíos historiográficos pendientes y saldar añejas deudas con los miembros de un grupo etario de la sociedad que durante siglos han quedado al margen de los análisis históricos: las personas envejecidas. Mediante una investigación sólida –y una narrativa pulida por el oficio y por los años–, el autor nos brinda una explicación de lo que para muchos argentinos representó la vejez durante un periodo que inició con la aparición de los modernos registros de población y que concluyó con la universalización de la jubilación durante las décadas de 1940 y 1950.

Otero presenta a las personas envejecidas como actores que desempeñaron un papel en la sociedad y que fueron considerados no solo por los censos demográficos, sino también por expresiones artísticas, como la literatura o la música que, aunque plagadas de estereotipos, fueron las primeras en representar la vejez e impulsar una serie de reflexiones sobre ella.

El libro, que ya en sí mismo es una aportación valiosa a la historiografía, contiene importantes elementos sobre los que volveré. Uno de ellos, que considero es un gran acierto del historiador, es el diálogo con los autores que escriben en inglés, francés y español puesto que eso implica que estamos ante una investigación que es producto de un debate intenso con los estudios históricos de la vejez en dos continentes, lo que a su vez se refleja en una importante cantidad de citas pertinentes, así como en una nutrida bibliografía.

Con base en un sólido manejo de fuentes como los censos de población de 1869, 1895, 1914 y 1947; los registros estadísticos de las instituciones que albergaron a la población de provecta edad; un compendio de otros materiales como memorias, documentos y letras de tangos; así como con la ayuda de cuadros y gráficos útiles e ilustrativos, Hernán Otero nos presenta un análisis novedoso sobre las “vejeces” urbanas y rurales a lo largo de ocho capítulos que divide en tres secciones.

En la primera parte, el autor recurre a conceptos como la mortalidad, la transición demográfica, la esperanza de vida y la transición epidemiológica, con el objetivo de que el lector tenga los elementos necesarios para adentrarse en el texto. Asimismo, delinea un panorama sobre la percepción de la vejez a través de las plumas de escritores como Vicente Quesada, Miguel Cané y Juan Biallet Massé.

En la actualidad, existen al menos tres criterios para la definición de la edad –el cronológico, el biológico y el social–. Sin embargo, al referirnos a la vejez durante el periodo propuesto por Otero, los anteriores elementos resultan confusos al momento de definir la edad de entrada en la vejez. En todo caso, basándose en fuentes europeas y americanas, el autor señala los 60 años como el inicio de dicha etapa y muestra en el texto que la población mayor de aquella edad pasó de 3,3% en 1869, al doble en el censo de 1947. Asimismo, analiza la caída de las tasas de mortalidad y natalidad –que contrasta con la “feminización de la vejez”, es decir, con la sobrevivencia de las mujeres de edades avanzadas respecto de los varones–, así como el impacto de la inmigración europea, sobre todo durante el periodo de 1870 a 1930 –y que algún autor ha llamado con escasa cautela “extranjerización de la vejez”–.

Otero también examina las formas en que las personas envejecidas obtuvieron los recursos necesarios para subsistir antes de la aparición de las jubilaciones. En este sentido, muestra que, al menos hasta el censo 1914, más de la mitad de los hombres desempeñaron alguna actividad durante la vejez mientras que, en el registro de 1947 –en el que aparecieron por primera vez las categorías de “jubilado” y “pensionado” como conceptos diferenciados–, la mayoría de los varones se ubicaron en la primera clasificación, en tanto que las mujeres viudas tuvieron mayor incidencia en la segunda. Asimismo, el padrón de ese año mostró una mayor presencia de hombres mayores de 50 años en ámbitos como la confección y una considerable cantidad de mujeres en rubros como el servicio doméstico y en las conocidas como “profesiones liberales”.

Mediante un uso cauteloso de las fuentes de corte cualitativo, el autor esboza una serie de percepciones sobre el significado de “ser viejo”, mismas que fueron desde los estereotipos más conocidos, hasta hechos definitivos como la viudez, en su mayoría femenina. De manera similar, enfatiza que los trabajos no manuales durante la vejez –como el magisterio–, fueron por lo general aceptados por una sociedad que veía en ellos la posibilidad de continuar con un trabajo que evitaría un desgaste mayor en los cuerpos de los individuos.

La segunda parte del libro, “Políticas de la vejez”, muestra una panorámica sobre la atención en las instituciones que atendieron exclusivamente a este grupo etario de la población, así como la percepción de inactividad sobre una etapa que sentó las bases para la construcción de la idea de “jubilación” –una suerte de rito de pasaje a la vejez–.

En el texto resalta la figura del “viejo desvalido” como el destinatario del auxilio en las instituciones públicas y privadas (hospitales, establecimientos psiquiátricos y asilos) que recibieron a personas de todas las edades. De manera similar al caso mexicano, en estos últimos establecimientos el asilado fue asociado con la idea de mendicidad y encontró asistencia especializada en lugares como: el Asilo San Vicente de Paul, el Asilo de Mendigos, el Asilo Isabel Balestra Espíndola –destinado a albergar “ancianas pobres vergonzantes” – y el Hogar de Ancianos Coronel Perón. Respecto de la jubilación, no solo se muestra un camino que inició con el establecimiento de las primeras cajas jubilatorias y que culminó con la universalización del sistema, sino que, además, el autor examina la transición de la categoría “viejo” a la de “jubilado” en un mundo social que comenzaba a experimentar la escasez de fuentes de trabajo, el desempleo y la predilección por contratar empleados jóvenes.

En la última sección, “Representaciones y saberes”, se encuentran las siempre útiles concepciones sobre la avanzada edad que fueron configuradas desde ámbitos como la literatura y la música popular –particularmente en las letras de tango–. De forma adicional, el apartado expone una esclarecedora explicación sobre las formas en que se clasificó en los censos a los distintos grupos etarios, además de que incluye una reflexión sobre las discusiones médicas respecto del envejecimiento. Con los anteriores elementos, el autor abre el paso a lo que el considera como “el nacimiento de la vejez”.

En las obras literarias analizadas –teatro, novela y poesía–, se encuentran valiosas representaciones que nos muestran concepciones ambivalentes sobre dicha etapa: viejos sabios dispuestos a brindar consejos a la juventud, ancianas decentes y virtuosas, viejas cuya fealdad provocan repulsión a cualquiera, así como viejos lujuriosos –conocidos como “viejos verdes”–. En todo caso, los matices no existen cuando de describir a una persona de provecta edad se trata. Algo similar ocurre en los tangos cuyas letras aluden a la crueldad del paso del tiempo que, sin remedio, desembocan en una serie de pérdidas que coronan una vejez triste y solitaria.

El autor propone que la década de 1940 fue definitoria para la visibilización de la vejez en la Argentina, puesto que en aquellos años se erigieron tres pilares fundamentales que otorgaron un nuevo cariz a la etapa: en primer lugar, el surgimiento de la teoría del envejecimiento demográfico en 1940 –difundida por Alejandro Bunge–; ocho años después, durante la primera presidencia de Perón, la Declaración de los Derechos de la Ancianidad y, finalmente, la creación de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría en 1951, también bajo Perón. Con estas acciones, a las que se añadió el avance del conocimiento médico sobre el envejecimiento, se comenzó a ampliar el debate, por lo que no solo en algo se transformó la percepción popular de la vejez, sino que también esto se reflejó a nivel jurídico e institucional como lo sugiere la aparición de los ‘hogares de ancianos’, término con el que se sustituyó a los anacrónicos “asilos” y que buscó, al menos en el papel, incorporar a los añosos a una sociedad igualitaria.

A un libro pionero en el tema solo le podría hacer un par de observaciones. Por un lado, si bien referirse a la vejez normalmente remite a la idea de “la última etapa de la vida”, valdría la pena considerar el desarrollo completo del ser humano para entonces definirla como la última del ciclo vital –esto porque la muerte puede llegar durante los primeros años, en la juventud o a lo largo de la vida adulta–. Por el otro, aunque en general Otero identifica que los términos que fueron empleados para definir a las personas de avanzada edad fueron “viejo”, “anciana”, “vieja” y “anciano”, en contadas ocasiones empleó una terminología distinta. Por ejemplo, cuando examina el censo de 1947 de pronto se refiere a “los adultos mayores en el ámbito rural”. Algo similar sucede cuando alude en un par de ocasiones al “viejismo” –la discriminación a las personas viejas– y a la “tercera edad”. A riesgo de parecer quisquilloso –para ser bondadoso con el lenguaje–, quien escribe estas líneas no estaría tan seguro de emplear términos de reciente acuñación para nombrar o definir conceptos aparecidos en la segunda mitad del siglo XIX o en el temprano siglo XX.

Historia de la vejez en la Argentina (1850-1950) –uno de los dos libros pioneros de corte histórico sobre la provecta edad en Latinoamérica–, no solo representa un aporte invaluable a la historiografía de la vejez, sino que sus alcances van mucho más allá, toda vez que se trata de un texto al que historiadores en formación –y, por qué no, algunos ya consolidados– tendrían que aproximarse no solo para valorar e interpretar el uso de las fuentes estadísticas, sino para aprender a hilvanarlas y analizarlas con otro tipo de materiales de corte cualitativo que, sin duda, enriquecen cualquier investigación.

Para concluir estas líneas, y contagiado del gusto por el tango, solo comentaré que “con mis años ya corridos" invito al público a la lectura de un libro precursor en los estudios históricos sobre la vejez que reflexiona sobre las formas en que esta comenzó a ser visible a partir de la segunda mitad del siglo XIX en la Argentina.

Dr. Juan Pablo Vivaldo.

Migraciones en Argentina. Una historia de largo plazo. María Dolores Linares y María Silvia Di Liscia (eds.). Santa Rosa, Rosario, Prohistoria Ediciones - EdULPam, 2021, pp. 250.

La obra editada por María Dolores Linares y María Silvia Di Liscia nos invita a embarcarnos en un viaje por el tiempo y el espacio en torno a múltiples dimensiones de las migraciones, a través de diversas escalas históricas y geográficas en Argentina y diferentes formas de conocimiento que contribuyen a profundizar en la comprensión sobre los contextos, procesos y experiencias vinculados a la condición migrante.

En sus primeras líneas, escritas en tiempos de pandemia, el libro nos permite reconocer el pasado en el presente para iniciar el camino que nos guía a lo largo del trabajo colaborativo de un conjunto interdisciplinario de autoras y autores. Los mismos plantean nuevas preguntas sobre inclusión social, derechos, identidades y trayectorias vitales de las personas que migran, así como nuevas propuestas para su abordaje. El resultado es una valiosa obra multimetodológica en la que se combinan aproximaciones objetivas y subjetivas, necesarias para el conocimiento de los factores que moldean realidades tan antiguas, presentes, complejas y profundamente humanas como las migraciones.

Dos grandes secciones integran los aportes de este libro: “Migraciones en la historia argentina. Propuestas y estudios” y “Desafíos de las migraciones contemporáneas”. Cada una se compone de cinco capítulos que abordan cuestiones como la salud, las redes sociales, las instituciones, las prácticas funerarias y las políticas migratorias, en un recorrido articulado y esclarecedor.

La primera parte, en torno a los flujos migratorios del pasado, da comienzo con la Cruz Roja Argentina y sus relaciones con las asociaciones de inmigrantes que en tiempos de conflictos bélicos internacionales reprodujeron las divisiones entre sus respectivas naciones o bandos. Esta investigación nos permite comprender los obstáculos que enfrentó esa organización humanitaria para el cumplimiento de los principios de neutralidad y solidaridad internacional.

A continuación, nos encontramos con León, inmigrante que partió de su Francia natal en el siglo XIX, cuyas cartas nos ayudan a profundizar en las experiencias de rupturas y continuidades que a la vez reflejan las de otros migrantes de larga duración. El epistolario se convierte aquí en una fuente inagotable de posibilidades explicativas a través de su lectura microanalítica y la de su contexto, dando lugar a una obra de hondo contenido y metodológicamente inspiradora.

El siguiente es un estudio sobre la relación entre las escuelas étnicas y las políticas educativas de nacionalización en las colonias de inmigración en La Pampa de primera mitad del siglo XX. El análisis de diversas comunidades en torno a la preservación de la identidad de origen, los recursos, los mecanismos de integración, las resistencias y las negociaciones nos explica la complejidad y heterogeneidad de experiencias frente al proyecto educativo nacional.

Las debilidades del sistema sanitario que encontraban los inmigrantes en la Argentina fueron uno de los factores que motivaron la creación de sus propias entidades. Se propone aquí el análisis conjunto de las mutuales fundadas por colectividades de inmigrantes y las sociedades benéficas. Sus relaciones y rasgos comunes son identificados mediante un estudio exhaustivo de la evolución de sus prestaciones, estrategias de financiamiento y distribución de gastos a lo largo de todo un siglo a partir de 1850 en Buenos Aires.

En análogo contexto temporal y espacial son analizadas las instituciones sanitarias “extranjeras”, con un abordaje que incorpora el papel del pluralismo cultural y social. En esta contribución nos acercamos al significado de la vulnerabilidad que supone la enfermedad, sumada a la condición de extranjero. A su vez, nos descubre la importancia de los códigos culturales del lugar de origen en la elección que los inmigrantes hacían de los hospitales y mutuales para el tratamiento de la enfermedad y el cuidado de su salud.

La segunda parte de esta obra se inicia con una investigación cualitativa sobre los desafíos contemporáneos de la inclusión social en torno a la migración venezolana. El marco normativo específico para este colectivo de migrantes, su inserción laboral y la discriminación percibida son estudiados de manera integradora y en el contexto de las temporalidades del ciclo migratorio, arrojando luz sobre los procesos, visiones y experiencias vinculados a la inclusión/exclusión.

La dimensión geográfica del proceso migratorio en relación con el derecho a la ciudad es objeto de estudio a través de una perspectiva interdisciplinaria, la aplicación de métodos mixtos y una aproximación interescalar, donde se reproducen desigualdades socioterritoriales en las escalas metropolitana, municipal y barrial. Este análisis comprehensivo nos ayuda a entender las dificultades materiales y simbólicas en la inserción de la población migrante en los espacios urbanos.

Buceamos ahora en los discursos jurídicos, desde la escala nacional hasta la local, para identificar las conceptualizaciones vinculadas al reconocimiento de la diversidad cultural en conexión con las migraciones y la promoción de relaciones interculturales. Este análisis multinivel revela la persistencia de ciertas nociones monolíticas de cultura, y nos invita a reflexionar sobre el valor de las prácticas autogestionadas para una noción de cultura más cercana a la historia y el contexto de las propias comunidades.

Las expresiones culturales de los migrantes han dejado también su huella en los lugares dedicados al enterramiento de sus muertos. A su vez, la configuración de estos espacios refleja diferencias sociales y relaciones de poder. Se propone aquí un recorrido cronológico por distintos momentos históricos desde la colonia al presente, que analiza la construcción de espacios de enterramiento y descifra el lugar del migrante dentro de ese proceso, a la luz de las ideas de la época.

Finalmente, entre los desafíos contemporáneos de los estudios migratorios en Argentina, se encuentra el de la participación política de las personas migrantes y lo que ello implica en favor de una ciudadanía transnacional. Con un enfoque geográfico multiescalar, se analizan fuentes estadísticas y normativa jurídica para conocer los alcances del derecho de ciudadanía y el comportamiento electoral de los extranjeros en espacios metropolitanos.

Así se cierra esta obra que celebra el diálogo y la complementariedad de perspectivas de investigación diversas, contribuyendo de forma sustancial a la reflexión y el conocimiento de una historia de largo plazo. Y así se abren caminos que orientan futuras líneas de trabajo, para quienes se acerquen a este libro de placentera lectura.

María Eugenia Prieto Flores

Vivir en soledad. Viudedad, soltería y abandono en el mundo rural (España y América Latina, siglos XVI-XXI). Francisco García González (ed.). Madrid, Iberoamericana Vervuert, 2020, pp. 520.

Vivir en soledad representa un esfuerzo colectivo de amplio espectro que vincula a España y América Latina en el marco de proyectos de investigación conjunta, con el objetivo de dar cuenta de la experiencia de la soledad en estos dos espacios desde una perspectiva multidisciplinar y en un marco cronológico que atraviesa cinco siglos. En ese sentido y, como marca su editor en la introducción, la obra contribuye a una temática que hasta el momento había sido tímidamente abordada tanto por la historia de las mentalidades, de la familia y de las mujeres, como por la demografía histórica, dejando como resultado un corpus fragmentado y disperso.

Particularmente, esta compilación nos invita a preguntarnos sobre quiénes eran las mujeres (y en menor medida los hombres) que transitaron la soledad, por qué y por cuánto tiempo afrontaron dichas circunstancias, y qué importancia tuvieron en el conjunto de las sociedades abordadas, entre otras cuestiones. En esta misma línea, además, la obra rompe con ciertas representaciones preconcebidas en torno al vivir sola como una situación de vulnerabilidad, de desamparo y pobreza, especialmente en el mundo rural, que ha sido tradicionalmente considerado como la imagen viva del atraso económico y social. De esta forma, los autores realizan un trabajo significativo al demostrar que este fenómeno posibilita el abordaje de una multiplicidad de situaciones sociales que muchas mujeres debieron afrontar, poniendo en práctica conscientemente diferentes comportamientos, estrategias de acceso y traspaso de recursos, y mecanismos concretos de supervivencia para garantizar su bienestar y el de los suyos.

Metodológicamente, la soledad es afrontada desde su relación con la residencia, es decir, desde una variable objetiva ligada al estar o vivir solo. Todos los trabajos tienen como eje los hogares unipersonales o monoparentales encabezados fundamentalmente por mujeres, y son medidos con indicadores tangibles como el estado civil, la residencia y el género de sus integrantes. El estudio cuantitativo de censos de población, padrones, listas de habitantes y fuentes fiscales se combina con métodos cualitativos para poder abordar las trayectorias de las mujeres solas y poder superar las limitaciones intrínsecas de estas fuentes. Sin embargo, en el conjunto de trabajos, solo algunos apuntan estrictamente a la dimensión emocional de la soledad y sus representaciones discursivas, mientras que la mayoría prioriza el análisis demográfico.

El libro se divide en dos grandes partes, que simplifican y dinamizan la lectura al trazar hilos conductores entre capitulo y capitulo. La primera, denominada “España, una aproximación regional”, consta de nueve textos que describen el panorama general en relación a la soledad en la España rural, mientras que los capítulos de la segunda parte, “América Latina, una panorámica general”, hacen hincapié en las mujeres solas de ciertas regiones de México, Chile, Ecuador, Argentina, Brasil y Costa Rica.

La primera colaboración es el texto de Hortensio Sobrado Correa, que analiza el territorio gallego durante el siglo XVIII a partir de la agencia de las mujeres solas frente a las desigualdades generadas por los mecanismos de producción, el acceso a los recursos y la rígida transmisión patrimonial de la tierra, fundamentalmente al interior de dicho territorio. Lo propio realiza María José Pérez Álvarez, quien explica cómo, en la zona rural de la montaña leonesa, las redes de relaciones en las que estaban insertas estas féminas eran fundamentales para su supervivencia en situaciones de precariedad económica. Este proceso también se puede vislumbrar en Asturias, donde Patricia Suárez Álvarez reconoce la existencia de una concentración significativa de mujeres solas sobre la costa y gracias a esto revela, en su capítulo, la estrecha relación que existió entre la explotación marítima y la posibilidad de dirigir un hogar monoparental. A continuación, Francisco José Alfaro Pérez analiza las realidades demográficas de diferentes núcleos poblacionales de la Diócesis de Zaragoza, logrando así una interesante reflexión metodológica sobre la importancia de pensar la soledad en su contexto.

Los diversos mecanismos para escapar de ella o mitigarla son abordados por José Pablo Blanco Carrasco en Extremadura, y por Jesús Manuel González Beltrán en la región andaluza. En el primer caso, el autor encuentra, entre otras cuestiones, que la vivencia en soledad era poco frecuente ya que las mujeres procuraban volver a casarse rápidamente, mientras que, en el segundo, González Beltrán reconoce, entre los hogares primeramente compuestos por viudos, la necesidad de establecer vínculos con parientes, domésticos e individuos externos al hogar en pos de sobrellevar la soledad. Así, la solidaridad familiar y vecinal contribuía de manera superlativa a la supervivencia de las solas, como también es el caso de las mujeres de los emigrados canarios a América, quienes son abordadas por Francisco Fajardo Spínola. El autor demuestra la recurrencia de éstas a parientes y vecinos con el fin de afrontar los momentos de soledad, obtener beneficios económicos o judiciales, y restituir su respetabilidad para contraer segundas nupcias.

A continuación –y, en contraposición al desarrollo de los estudios enfocados en el período del Antiguo Régimen–, Cristina López Villanueva e Isabel Pujadas Rúbies pintan un panorama actual analizando los censos realizados entre 1970 y 2011 con el objetivo de explicar por qué y de qué manera se produjo un aumento de hogares unipersonales en la España contemporánea, y qué peso tuvo este fenómeno en los modelos territoriales del campo y la ciudad.

Finalizando esta primera parte de manera más que elocuente, Francisco García González se aproxima a las imágenes, prejuicios y estereotipos que han pesado sobre las mujeres solas en el mundo rural entre los siglos XVI y XX, analizando diferentes textos literarios con el objetivo de dar cuenta de la estrecha relación entre vivencias, representaciones y prejuicios.

En la segunda mitad de la obra, dedicada a América Latina, Pilar Gonzalbo Aizpuru pone de manifiesto la compleja realidad rural mexicana durante el siglo XVIII, gestada a merced del entrecruce de las lógicas sociales españolas e indígenas, y explica cómo esta realidad propició el nacimiento de numerosas formas de soledad en las vidas de españoles, indígenas, esclavos, mujeres solas y huérfanos. Sin embargo, en estos contextos las mujeres se vislumbran como actores sociales que buscan adaptar sus conductas y discursos de manera consciente para defender sus autonomías y obtener ventajas, o ampliar sus márgenes de libertad e independencia frente a los conflictos dentro y fuera del hogar, como Paulo Alegría Muñoz y Nicolás Celis Valderrama también demuestran para el caso de Chile.

En relación con el territorio argentino, esta obra presenta tres capítulos. Por un lado, las producciones de Mónica Ghirardi y Dora Celton, y de Claudio F. Küffer, que se enfocan en las viudas a partir del análisis de ciertos expedientes judiciales, de los censos de población y del registro del curato norcordobés de Tulumba durante el período colonial. Ghirardi y Celton reconocen y analizan la multiplicidad de realidades sociales y económicas en las que se encontraban estas mujeres y las acciones que realizaban para sobrevivir, mientras que Küffer aporta una imagen panorámica del territorio en 1795, preguntándose hasta qué punto se pueden relacionar estrictamente la soledad, la pertenencia al género femenino y la inestabilidad social y económica. Por otro lado, Daniela Alicia Gorosito pone el foco sobre la experiencia de la maternidad de mujeres cordobesas solas en el siglo XXI, explicando cómo sus niveles educativos y sus edades se conjugan para aportar herramientas que les posibiliten sortear y superar la situación de soledad.

Por su parte, María José Vilalta realiza una primera aproximación a una parroquia de los Andes del Ecuador a partir de los censos poblacionales de 1778-1784 y 1861, con el fin de retratar la compleja pero esencial situación social y laboral de las mujeres en el paso de la sociedad colonial tardía al periodo republicano ecuatoriano. Los censos de población también les permiten, a Ana Silvia Volpi Scott y otros, dar cuenta de la intrincada composición social en torno a la parroquia Madre de Dios, en Porto Alegre, Brasil. En este contexto, las mujeres habrían encontrado la forma de crear redes de solidaridad para moverse y accionar ante posibles vulnerabilidades, desafiando a su vez el modelo de vida familiar basada en el matrimonio indisoluble y su posición de dependencia de los hombres. Y en el último capítulo, Natalia Carballo Murillo también se vuelca al uso de censos para explicar los cambios demográficos gestados en la costa Pacífica de Costa Rica entre 1973 y 2011. En este marco, las mujeres solteras y viudas se convierten un indicador representativo de las transformaciones socioculturales en esa región.

En su conjunto, los diferentes trabajos compilados abordan de modo sugerente la cuestión de la soledad de las mujeres desde su materialidad. Poniendo el foco sobre los territorios español y americano, queda en evidencia que estas féminas atravesaban experiencias relativamente similares y que, a fin de garantizar su supervivencia y la de los suyos, activaban mecanismos y estrategias de manera consciente. Dichos mecanismos demuestran que vivir en soledad no significaba necesariamente estar sola: las mujeres visibilizadas en este libro estaban insertas en una red de relaciones sociales que promovían su capacidad de agencia. A su vez, queda demostrado que esa conciencia en la gestión de sus acciones las separa del lugar de víctimas que los imaginarios y las prácticas discursivas les han otorgado.

Asimismo, entrecruzando cuestiones generales con las particulares de cada caso, la obra no sólo realiza una interpretación rigurosa de los datos presentados, sino que se convierte además en una reflexión metodológica acerca de las posibilidades y los límites de ciertos abordajes cuantitativos y cualitativos en las ciencias sociales. En suma, la variedad de casos y de espacios considerados, la posibilidad de establecer comparaciones entre el pasado y el presente, y la diversidad de enfoques asumidos por los diferentes estudiosos, enriquecen la lectura y aportan de manera significativa a una temática interesante que nos invita a repreguntarnos sobre la soledad entre los siglos XVI y la actualidad.

María del Pilar Bageneta

La crianza en disputa. Medicalización del cuidado infantil en la Argentina entre 1890 y 1980. María Adelaida Colangelo. Los Polvorines, Ediciones UNGS, 2019, pp.186.

Este libro es producto de la reelaboración de la tesis doctoral de Adelaida Colangelo defendida en La Plata en 2012 y de trabajos que produjo en el marco de sus investigaciones. Desde una mirada que antropológica e histórica, la autora se propone examinar los vínculos y también las tensiones entre los saberes de la medicina dedicada a la niñez, las políticas y prácticas de crianza. No es el único campo de conocimiento del cual se ocupa: hay una atención colateral que cobra fuerza en algunos momentos del libro en torno a las personas a las que se les asignó la tarea de crianza, las madres. Se trata de un texto que apunta a realizar una contribución a los estudios sobre infancias en este territorio, así como también a su consolidación como campo y diálogo con disciplinas como la antropología, la sociología, la historia.

Presentado en el mes de septiembre de 2020, contó con la participación de Karina Ramacciotti y Sergio Snieg. En la misma línea, en los agradecimientos del libro expresa cómo los diálogos con pediatras, colegas y personas allegadas contribuyeron a enriquecer sus análisis.

A lo largo de la introducción, los tres capítulos y las reflexiones finales, Colangelo realiza un amplio recorrido en el que da cuenta de la construcción moderna de la infancia a la par de las especialidades médicas que la toman como objeto: la pediatría y la puericultura.

En la introducción, la autora advierte acerca de la influencia diferencial que actualmente el saber médico adquiere en distintos grupos poblacionales. Detecta la autoridad que ciertos sectores asignan al conocimiento médico respecto de la crianza de los hijos, considerado como un asunto altamente trascendente y delicado. A partir de este diagnóstico es que presenta los interrogantes que van a estructurar la obra: “¿Qué representaciones sobre la niñez sostienen la necesidad de que su cuidado sea guiado por profesionales especializados? ¿De qué manera la medicina construyó y legitimó su lugar de saber experto acerca de la crianza infantil? ¿En qué medida esto resultó de la disputa, aún inacabada, con otras ideas y prácticas sobre la crianza y la niñez? ¿Qué relaciones estableció con esos otros saberes –religiosos, tradicionales, familiares– sobre la crianza infantil?” (Colangelo, 2020, p.16).

Como primera respuesta a estas preguntas, plantea consideraciones acerca de la niñez. Identifica el período que abarca de 1890 a 1930 como fundacional para la construcción de este segmento poblacional. Dentro del rango temporal propuesto, distingue dos momentos: uno de construcción, de visibilización del problema de las altas tasas de mortalidad infantil, de ensayo de diferentes estrategias y consolidación de una disciplina científica (1890-1920) y otro de fortalecimiento de prácticas e institucionalización de proyectos, donde observa un descenso de esos índices de mortalidad, así como también de los índices de fecundidad (1920-1930).

En el primer capítulo se aborda centralmente la construcción de saberes médicos en torno a la niñez. Frente a la gran incidencia de casos de muertes en menores de un año y con la preocupación política por las futuras poblaciones, la infancia se construye como un problema social en el cual el estado debe intervenir. Colangelo da cuenta de una serie de iniciativas que permiten inferir una preocupación propia de la época que, aunque tiene como centro el problema de la mortalidad también lo excede. Para desarrollar la manera en que el conocimiento médico se posicionó como saber legítimo presenta una caracterización sociológica de los médicos que intervinieron en estas cuestiones y de las instituciones en que éstos se desempeñaban. En sintonía con el clima internacional, a fin de siglo XIX, la pediatría comienza a delimitarse como campo disciplinar especializado, lo que conlleva por un lado a la delimitación de esta región de la medicina y por el otro la legitimación de quienes la ejercieran. La autora también advierte la necesidad de esta rama de diferenciarse de otros saberes vinculados a la infancia que considera dañinos, peligrosos o infundados. El esquema que propone Colangelo podría ser disparador para el estudio de campos de conocimiento en construcción hacia fin de siglo XIX, tanto dentro del ámbito de la medicina, como de la pedagogía o el derecho.

El niño en los discursos médicos se presenta como ser inacabado, en el que los procesos de crecimiento y desarrollo son constitutivos de su normalidad y deben ser seguidos de cerca para detectar desviaciones. Se espera que los infantes, futuro capital humano de la nación, estén a la altura de los estándares propuestos por la época: vigor, robustez tanto física como moral, adecuación a los parámetros y pautas de civilidad. En paralelo al desarrollo de la pediatría, la autora da cuenta del devenir de la puericultura. Entre ambas, Colangelo detecta relaciones cambiantes, ambiguas, inestables, difusas, particulares de acuerdo con la trayectoria y preocupación de los distintos especialistas: si el objeto de la medicina es la atención del niño enfermo y el seguimiento del desarrollo y crecimiento infantil, la puericultura se ocupará de la difusión de métodos de crianza “racionales y científicos” para asegurar la atención requerida por ese ser indefenso y tendrá en su campo de intervención no sólo a los niños sino especialmente a las madres, consideradas cuidadoras incuestionables. En esta disciplina es crucial el enfoque preventivo e higiénico: la posibilidad de preservar la salud de la población a partir de medidas que eviten posibles enfermedades o deficiencias. Se trata de un intento deliberado de influencia sobre prácticas cotidianas y de regulación de la vida doméstica. Podría inscribirse en una serie de instituciones y dispositivos estatales gestados en los finales del siglo XIX que tenían por fin la modulación de prácticas sociales: Código Civil (1869), obligatoriedad escolar, medicalización de la vida cotidiana.

En el segundo capítulo, la autora examina la especificidad de la definición de niñez sobre la que se apoyó esta nueva disciplina médica y que permeó en otros campos. Destaca su consideración transitoria, su incompletud, su debilidad, su extrema dependencia, el énfasis dado al proceso de crecimiento y al desarrollo como condiciones de normalidad, su maleabilidad, el carácter precultural asignado a los niños, su condición de germen, de concreción futura. Los desarrollos paralelos de la antropometría aportaron herramientas idóneas para la construcción de patrones de normalidad, itinerarios de crecimiento y desarrollo deseables que era función de los pediatras monitorear. La observación y estudio del crecimiento de niños se presenta también como un instrumento de control y seguimiento de las prácticas de crianza: el registro sistemático del peso de los niños que asistían a dispensarios aportaba información acerca del seguimiento adecuado de las indicaciones médicas. Todas estas prácticas conducían a pautar la crianza infantil, aunque Colangelo destaque su carácter inacabado, lo irreductible de los márgenes de agencia, de negociación y de resistencia que desarrollan las poblaciones. No se trata de una imposición “de arriba hacia abajo”, como tampoco de total determinación individual: se reconocen tensiones y disputas, como el título del libro nos sugiere.

En Crianza en disputa la autora identifica dos grandes representaciones que subyacen a los discursos médicos del período y que se remontan a tradiciones previas: perspectivas dionisíacas que sostienen que el niño es puro instinto, caprichoso, ignorante, exuberante de deseos y miradas apolíneas que se alinean a la postura rousseaunianas del buen salvaje, de un ser dotado de las disposiciones que un buen entorno permitirá florecer.

El último capítulo aborda las estrategias y prácticas pedagógicas de intervención médica en la crianza. Para reflexionar sobre este tema, señala las especificidades que la familia burguesa adoptó en este territorio y cómo las tareas de crianza tendieron a concentrarse del núcleo familiar extenso a los progenitores y particularmente en la madre. Feminidad y maternidad, tal como lo indican otros estudios con perspectiva de género, tienden a ligarse estrechamente en la bisagra entre los siglos XIX y XX. La disputa por la legitimidad de los saberes sobre la crianza produjo una diferenciación entre cuidadores especializados, los pediatras y cuidadores legos, las familias y principalmente las madres, que requerían ser instruidas, asesoradas y supervisadas para procurar una crianza adecuada. La joven mujer madre de fin de siglo XIX es vista con sospecha y recelos: la tendencia a la debilidad física y moral de las mujeres, su volatilidad hacía necesaria la tutela constante del pediatra. La transmisión de estas pautas se desarrolla en instituciones que atendían a niños de la primera infancia – principales destinatarios de la acción de pediatras y divulgadores de la puericultura– a través de la voz de estos especialistas y por la labor de seguimiento de las inspectoras a domicilio y posteriormente las visitadoras de higiene quienes se presentaban como interlocutoras capaces de acortar la distancia de clase y jerarquía entre médicos y madres. Nuevamente Colangelo da cuenta del dinamismo y conflictividad del campo, de estrategias que se adaptan y reformulan. Esta intencionalidad de influencia sobre prácticas de crianza también se plasmó en distintos grupos de escritos que en este libro son organizados y analizados según su formato, enunciadores y destinatarios en tres grupos: cartillas, manuales y revistas. Con distinto nivel de prescriptividad o información buscan persuadir o conducir a prácticas consideradas médicamente deseables. Los debates educativos sobre la incorporación de la asignatura Puericultura son ilustrativos tanto por los argumentos de sus promotores como los de sus detractores.

En estos discursos médicos que circularon entre 1890 y 1930, se producen desplazamientos que conducen a homologar femineidad y maternidad. La maternidad es planteada como el fin último de las mujeres y la contribución que deben a la sociedad, se inscribe en el orden de lo natural e incuestionable, se asocian procreación y cuidados de manera lineal. La prueba más concreta de la entrega y altruismo que supone la maternidad, a la vez gozosa y sacrificial es el sostenimiento de la lactancia, al mismo tiempo conceptualizada como obligación materna y derecho infantil. Si volvemos a los interrogantes iniciales de Colangelo, podríamos tener herramientas para abordar de manera crítica si estos supuestos e imperativos siguen operando actualmente. Ante la respuesta afirmativa, el recorrido que propone el libro contribuye a aportar pistas sobre cómo actúan, qué elementos articulan y cómo las personas gestantes se apropian, negocian o resisten a esos imperativos.

El libro concluye con reflexiones que vuelven sobre el plan trazado inicialmente y de modo ameno ofrece una síntesis y organización conceptual donde se revisa el recorrido que se siguió en la obra dando cuenta de las temáticas que de capítulo en capítulo van complejizándose.

Se trata de un trabajo exhaustivo de indagación, en donde se examinan distintas aristas de un problema: la crianza es una función social compleja en la que participan distintos actores que detentan saberes especializados, es arena de disputa donde se enfrentan prácticas cotidianas, condiciones materiales de vida, representaciones sociales, ideales e ideologías. En Crianza en disputa se recuperan tanto documentos históricos eruditos como materiales de amplia circulación y de publicación periódica, del ámbito de la medicina y también de la educación, memorias institucionales, fuentes bibliográficas. La autora realiza un rastreo que da cuenta de múltiples sujetos de enunciación y destinatarios, las tensiones y recurrencias, aunque el discurso médico adopta mayor centralidad. No ofrece caminos acabados o calles prolijamente trazadas, sino que indaga en la densidad de un proceso complejo, contradictorio, atravesado por múltiples variables. Reconoce nítidamente tendencias, pero se aleja de perspectivas que plantean una relación simple o lineal entre discursos, intenciones, políticas y prácticas. Ofrece un buen punto de partida para pensar el devenir de las relaciones entre infancia y medicina, para pensar actualmente qué otros actores intervienen en la modulación de prácticas de crianza y qué resistencias y aceptaciones podrían ocurrir, qué espacios de enseñanza sobre prácticas de crianza existen actualmente y que saberes disciplinares los sustentan, cuáles son los márgenes de autonomía donde se colocan las personas que se encargan de la crianza.

María Belén Trejo

Metrópolis en la encrucijada. Nuevas amenazas, debilidades estructurales y oportunidades pos-pandemia. Sonia Vidal-Koppmann, Matilde Malizia y María Eugenia Goicoechea (coords.). Buenos Aires, IMHICIHU-CONICET, 2021, pp. 459.

La pandemia de COVID-19 puso a las áreas metropolitanas en el centro del debate público. Las grandes aglomeraciones urbanas fueron la puerta de entrada del virus a los distintos países, los sitios que dieron las primeras señales de alerta y los que concentraron los peores indicadores. La calle se tornó una amenaza y nuestra experiencia cotidiana del espacio cambió. Entonces, la agenda pública comenzó a incorporar temas y problemas tradicionales de los estudios urbanos. A su vez, técnicas/os, planificadoras/es y estudiosas/os de las ciudades aportaron datos, diagnósticos y análisis con el fin de contribuir a los procesos de gestión, al tiempo que volcaron sus esfuerzos a la interpretación de los efectos de la pandemia en los procesos metropolitanos. Sucede que, como señala Sonia Vidal-Koppmann, aun cuando la pandemia tuvo como correlato el avance de la virtualidad en el despliegue de las actividades de la vida diaria, la dimensión territorial no solo mantuvo su centralidad, sino que además se incrementaron los desafíos para la planificación urbana. Metrópolis en la Encrucijada es un valioso aporte en esa dirección.

Este libro es el corolario de más de una década de debates y reflexiones del Grupo de Estudios Metropolitanos, cuyos avances fueron difundidos en dos publicaciones previas: “Metrópolis en mutación” editado en 2015 por Café de las Ciudades y “Dinámica socio-espacial de regiones metropolitanas. Claves para el análisis de un fenómeno complejo” editado en 2018 por IMHICIHU-CONICET. Este grupo de trabajo nuclea a investigadoras/es formadas/os y en formación de diversas geografías y disciplinas, que vienen realizando un esfuerzo continuado y colectivo para sistematizar y explicar mediante análisis rigurosos las transformaciones socio-territoriales de las regiones metropolitanas de América Latina. En esta publicación el equipo se propone, por un lado, difundir sus avances en el estudio de las mutaciones socio-espaciales metropolitanas y, por el otro, insistir en la importancia de realizar estudios específicos y detallados de las diversas dimensiones de los procesos que allí se desarrollan.

Existen distintas razones que hacen de esta obra una referencia para la reflexión sobre la dimensión espacial de la pandemia en América Latina y la planificación territorial en el contexto pos-pandémico. Primero, porque examina una variedad de dimensiones: el ordenamiento territorial, la movilidad, la desigualdad, la gobernanza, la cuestión ambiental, entre otras. Segundo, porque estudia áreas metropolitanas consolidadas y emergentes de algunos de los países más urbanizados de la región, como Argentina, Venezuela, Chile y México. En tercer lugar, porque sus autores provienen de disciplinas como la arquitectura, la sociología, la geografía, la historia, la economía, el trabajo social, las ciencias políticas, la ingeniería, la biología, cualidad que resulta en una mirada polifónica sobre los problemas y procesos en estudio. Por último, se trata de un libro que presenta hallazgos de investigaciones realizadas antes y durante la pandemia de COVID-19, escrito cuando aún la mayoría de las ciudades se encontraban cursando el aislamiento y en un contexto de incertidumbre con respecto a la anhelada pos-pandemia, constituyendo de este modo un valioso testimonio de los interrogantes y debates de este periodo.

El libro se divide en tres secciones. La primera, titulada “Áreas metropolitanas en tiempos de pandemia”, se compone de ocho artículos que indagan en procesos y efectos territoriales, sociales y políticos a la luz de las medidas sanitarias adoptadas durante la crisis de COVID-19 y de la configuración espacial de algunas de las principales aglomeraciones latinoamericanas. Los distintos aportes van delineando un interesante diálogo sobre temas como el ordenamiento territorial, las desigualdades urbanas y las movilidades en el espacio próximo y el metropolitano.

La sección se inicia con la contribución de Sonia Vidal-Koppmann, que expone los resultados de dos proyectos de investigación en curso y bajo su coordinación. El artículo presenta las transformaciones observadas en la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA) y sus efectos en el sistema urbano, con el propósito de replantear el problema de la hipertrofia metropolitana y sus consecuencias. El análisis pone de relieve la incompatibilidad y disfuncionalidad entre la planificación de los usos del suelo, la movilidad y el transporte a la luz del proceso histórico de urbanización y de los vaivenes de la planificación territorial. En base a esos hallazgos, la autora interroga e interpreta las dinámicas urbanas observadas en la región durante la crisis del COVID-19. Además de reflexionar sobre sus efectos, Vidal-Koppmann plantea una serie de preguntas muy sugerentes acerca de las condiciones de la urbanización para la “nueva normalidad” y anticipa discusiones prioritarias en el campo de la planificación para pensar la región en el escenario pos-pandemia.

A continuación, Arturo Orellana y Daniel Moreno focalizan la atención en la gobernanza metropolitana en Chile a la luz del proceso social, político e institucional que atraviesa el país y de la crisis sanitaria. El reconocimiento reciente de estos aglomerados como configuraciones específicas, la creación de gobiernos regionales y la transferencia de algunas competencias de gestión y planificación, presentan tensiones y complejidades que los autores analizan a partir de las dimensiones económico-productiva, la calidad de vida urbana, la capacidad financiera e institucionalidad pública de los municipios. En este recorrido interrogan las posibilidades y desafíos de gobernanza a la vista de las desigualdades del desarrollo entre las áreas metropolitanas consolidadas y las emergentes y entre las diversas comunas que conforman cada región.

Seguidamente, Sandra Ornéz Vázquez analiza la provisión de servicios públicos y sus efectos en la dinámica socio-territorial del Área Metropolitana de Caracas. En base a diversas fuentes de datos, la autora evidencia que la provisión deficiente de servicios tuvo consecuencias nocivas en las condiciones de vida de la población y su movilidad cotidiana, que se profundizaron en el contexto de pandemia. Estas situaciones fueron resueltas individualmente por cada familia mediante estrategias y con recursos propios. En ese marco, la autora abre y deja planteada la pregunta por los modelos urbanos para pensar el futuro próximo de la región.

Mariela Paula Díaz se concentra en los efectos que tuvo la fase más restrictiva del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) argentino en la reproducción social de los habitantes de villas de la Ciudad de Buenos Aires, tomando como caso testigo la Villa 20. A partir de datos de origen cuantitativo y cualitativo, la autora avanza en una caracterización de las condiciones habitacionales y laborales de las familias y de las estrategias desplegadas para resolución de la reproducción cotidiana durante la pandemia, con particular énfasis en las familias migrantes. La investigación pone en evidencia que la profundización de la desigualdad en el contexto de pandemia tuvo como correlato el desarrollo de prácticas desmercantilizadoras de producción y consumo que, de manera parcial y coyuntural, matizaron el proceso neoliberal de mercantilización de la vida.

Los cuatro artículos siguientes se detienen en la dimensión de la movilidad. María Eugenia Goicoechea y Artemio Abba reflexionan sobre las oportunidades de (in)movilidad de la población en una Buenos Aires Metropolitana caracterizada por múltiples desigualdades. Las capacidades diferenciales para cumplir con el ASPO son analizadas a la luz de las condiciones de reproducción cotidiana en la región. El artículo pone de relieve que las condiciones habitacionales, económicas y urbanísticas fueron determinantes en la capacidad de inmovilidad. Los municipios que exhiben mejores condiciones en esas dimensiones reflejaron mayores niveles de aislamiento y se observa también la relación inversa. En base a esos hallazgos, los autores dialogan con las corrientes de la epidemiología que ponen el foco en la densidad poblacional para explicar la circulación de la COVID-19, evidenciando la necesidad de complejizar esos análisis en clave urbana.

Georgina Isunza Vizuet y María Bernardet Rodríguez Vera indagan en los efectos que tuvieron las medidas sanitarias en la movilidad urbana y el espacio público de la Ciudad de México. El análisis da cuenta de cierta reducción de la movilidad asociada a una menor concurrencia a parques públicos, centros de transporte y lugares de trabajo, que contrasta con un aumento de los movimientos desarrollados en torno al hogar y el vecindario. Como advierten las autoras, estas resistencias ponen de relieve la centralidad del espacio próximo en tanto ámbito de las relaciones de inmediatez y de la vida cotidiana. En base a estos hallazgos, Isunza Vizuet y Rodríguez Vera reflexionan sobre los escenarios posibles en la pos-pandemia, planteando como principal desafío la posibilidad de avanzar hacia modalidades alternativas de movilidad, con eje en la proximidad, el fortalecimiento de la economía local y la promoción de formas no motorizadas de circulación.

En un contexto en donde los datos cuantitativos comenzaron a ocupar un papel protagónico en nuestra vida cotidiana y en el curso de las medidas urbanas, Maximiliano Velázquez se concentra en las posibilidades y limitaciones de los datos abiertos para reconstruir la movilidad cotidiana durante el ASPO en el Área Metropolitana de Buenos Aires. A partir del trabajo con diversas bases, el autor pone en evidencia que los datos de fuentes abiertas permiten observar grandes tendencias en recorridos medios y largos, pero carecen de capacidad para dar cuenta de micro-movilidades y movilidades activas en el espacio próximo. Si bien esto supone limitaciones a la hora de pensar el transporte y las movilidades en el contexto pos-pandémico, Velázquez advierte la necesidad de garantizar las condiciones de funcionamiento y seguridad del transporte público, en particular considerando su papel central en la vida cotidiana de la población más vulnerada.

En línea con la necesidad de pensar nuevos escenarios de movilidad urbana priorizando el acceso y uso de los sectores socio-económicos con mayores privaciones, Martín Orduna, Carlos De Candia, Maximiliano Velázquez y Daiana Buján indagan en la existencia de un séptimo corredor, aun no relevado como tal, en torno a la traza del ex ramal ferroviario Avellaneda-La Plata del Área Metropolitana de Buenos Aires. Los autores avanzan en la conceptualización del nuevo corredor y argumentan su relevancia para la región en base a datos históricos, antecedentes y la caracterización de la situación actual del ramal. A partir del estudio de uno de sus tramos, ofrecen lineamientos de reordenamiento del autotransporte público de pasajeros, poniendo de relieve su potencial para el desarrollo local y de nuevas centralidades. Por último, presentan algunas de las ventajas que supondría adoptar el enfoque transit-oriented development (TOD) en la recuperación del servicio ferroviario para el desarrollo local y revitalización urbano-ambiental del área.

La segunda sección, denominada “Vulnerabilidad social, ambiente y desarrollo urbano”, está conformada por cuatro artículos que reflexionan sobre las desigualdades sociales y su (re)producción en las áreas metropolitanas. Este tema es abordado desde perspectivas cualitativas y cuantitativas, en distintas escalas –de la metropolitana a la barrial– y recuperando una variedad de dimensiones como la habitacional, ambiental y la infraestructura pública.

El capítulo de Josefina Lara Guerrero, que abre esta sección, reflexiona sobre las condiciones de vulnerabilidad en el Área Metropolitana de Guadalajara. La autora indaga en el comportamiento de distintos indicadores en clave geográfica, evidenciando la relación entre los patrones de vulnerabilidad y las características que asumió el desarrollo urbano en la región. El análisis pone de relieve el papel que juega la configuración del territorio en los procesos de desigualdad, el abordaje parcial y coyuntural de los programas sociales y la incidencia de la crisis sanitaria en su profundización. A la luz de estos resultados, la autora destaca la importancia que tiene la localización territorial de la inversión pública en infraestructura productiva, educación, salud y empleo en los procesos de inclusión/exclusión.

Octavio Fernández Álvarez focaliza la atención en la interacción entre un entramado de organizaciones territoriales y el Municipio del partido de Quilmes, localizado en el sur de la Región Metropolitana de Buenos Aires, entre los años 2003 y 2015. El autor se concentra en la movilización de distintas organizaciones territoriales en torno a demandas urbano-ambientales y habitacionales con el objetivo de indagar en su capacidad de incidencia en el desarrollo urbano local. En este recorrido da cuenta de la socialización entre organizaciones, su papel en la configuración de nuevos actores colectivos y de la capacidad de esos entramados de movilizar temas en la agenda pública; pero también de los desencuentros con el municipio, de las frustraciones y desgaste que esto conlleva, y de sus efectos desmovilizantes.

Seguidamente, Julia Virginia Rofé se detiene en la cuestión de las ocupaciones de tierras en la Región Metropolitana de Buenos Aires. En la mayoría de las ciudades latinoamericanas el déficit habitacional se profundizó durante la pandemia. Sin embargo, las acciones estatales fueron insuficientes para contener la creciente necesidad de vivienda de la población, en un contexto en donde “quedarse en casa” se presentaba como la única manera de protegerse de un virus que hacía estragos entre la población. El artículo de Rofé da cuenta de esta problemática a partir de la descripción del caso de Guernica, que es un emergente y expresión del papel que juega el desarrollo urbano y el mercado del suelo en la (re)producción de las desigualdades urbanas.

La sección finaliza con la contribución de Pablo Lacabana Cenzano, Cristina Carballo y Miguel Lacabana, que está dedicada al análisis territorial de la producción vulnerabilidades en contextos de desigualdad socio-ambiental en el partido de Quilmes de la Región Metropolitana de Buenos Aires. A partir de la selección de variables sociales y ambientales, los autores avanzan en la construcción de un Índice de Vulnerabilidad Socio-Ambiental, cuyos valores son geo-localizados a nivel radio, con el fin de aportar elementos para la gestión del riesgo a escala local frente a los desastres producidos por el cambio climático. El análisis evidencia la concentración de vulnerabilidades en las villas y asentamientos del municipio, mostrando a la vez diferentes gradientes en su interior que advierten sobre la heterogeneidad espacial de las condiciones de degradación socio-ambiental.

La tercera y última sección, nombrada “Territorios y transformaciones urbanas contemporáneas”, reúne cinco artículos que versan sobre las dinámicas que asumen los procesos de metropolización, los usos del suelo y las movilidades. Los capítulos que la componen dan cuenta de cambios y continuidades en la espacialidad metropolitana y aportan elementos para pensar las modalidades de uso y apropiación del territorio.

Matilde Malizia, Paula Boldrini y David Montenegro ofrecen una lectura sobre la producción del espacio en el aglomerado San Miguel de Tucumán entre los años 1990 y 2020, focalizando la atención en los cambios en los usos del suelo en el proceso de expansión de la urbanización. El artículo muestra la transformación progresiva de las antiguas periferias bajo lógicas especulativas, que supusieron la incorporación al suelo urbano de tierras destinadas originalmente a la producción agrícola. Las acciones y omisiones del Estado en esta dinámica abonaron a la reproducción de desigualdades en el proceso de urbanización, en donde contrastan lógicas especulativas y de la necesidad. La contribución cierra con algunas preguntas muy estimulantes para pensar los entramados de actores, intereses y estrategias en los procesos de expansión urbana en un contexto de negocios que diluye las fronteras entre lo “urbano” y lo “rural”.

Estas preocupaciones también están presentes en el artículo de Rodrigo Hidalgo Dattwyler, Carlos Vergara Constela, Miguel González Rodríguez y Alex Paulsen Espinoza, quienes se concentran en el proceso de expansión de la conurbación La Serena-Coquimbo, en Chile, poniendo el acento en el papel jugado por la construcción de vivienda social subsidiada y del capital inmobiliario privado. El artículo es ilustrativo de la diferenciación de estos procesos en las ciudades latinoamericanas con lo observado en las del norte global evidenciando, en un primer momento, la concentración de inversiones privadas en áreas centrales privilegiadas y de viviendas sociales en zonas periféricas peor servidas; y, en un segundo momento, por la expansión de los proyectos inmobiliarios destinados a segundas residencias con amenidades. Los autores ponen de relieve cómo en esos procesos de metropolización se definen “áreas de transición” que se van configurando como suelo de reserva para el despliegue de nuevos proyectos inmobiliarios, de la mano de la inversión estatal en conectividad.

Por su parte, Jimena Dmuchowsky analiza la movilidad de las mujeres de 3 localidades (San Justo, Monte Grande y Ezeiza) del corredor sudoeste de la Región Metropolitana de Buenos Aires. La investigación se sostiene en una metodología cuantitativa, que permite identificar tendencias en las formas que asume la movilidad de las encuestadas. Entre los principales hallazgos de la investigación, la autora destaca que las mujeres tienden a moverse en radios cortos, empleando modos públicos y activos, para realizar tareas vinculadas con el hogar y los cuidados. En base a estos resultados Dmuchowsky esboza lineamientos, recomendaciones y estrategias para avanzar en formas de movilidad más inclusivas para las mujeres, cuestión que ha sido históricamente soslayada en el ámbito de la planificación.

Villy Creuz indaga en la distribución de los comercios bancarios en la Ciudad de Buenos Aires, es decir en aquellos comercios que incorporan algunas actividades financieras bancarias. Como señala el autor, estos operadores ejercen papeles de intermediación entre los bancos, los comercios y la población. A su vez, ejecutan funciones antes reservadas a grandes empresas, con dinámicas que suponen bajos grados de organización, capital y tecnología. El autor recorre distintas características que asumen estas actividades en su organización, prestaciones, localización, inserción en la trama urbana, entre otras.

Por último, la investigación de Ignacio Celis Marin se sitúa en la intersección entre territorio y educación, a partir del estudio de la geografía universitaria de la Región Metropolitana de Buenos Aires y de su relación con el sistema universitario argentino en las últimas tres décadas. Si bien esta región ha sido históricamente un punto de referencia a nivel nacional, el autor pone de relieve una serie de tendencias que refuerzan y complejizan su papel en el entramado del sistema universitario. En base a esas observaciones, advierte el peso que asumieron en las últimas décadas la diversificación institucional, la especialización y la complejización de las actividades en la definición de la geografía universitaria.

Entre los promisorios aportes de Metrópolis en la encrucijada… me interesa destacar la diversidad de lecturas que ofrece. Ordenados por dimensión, los distintos artículos que lo componen dialogan sobre el ordenamiento territorial, las movilidades, las desigualdades y la cuestión ambiental en las grandes aglomeraciones latinoamericanas. Organizados por escalas, podemos visualizar los distintos modos en que se expresan esas dimensiones desde el barrio hasta las regiones urbanas y las relaciones que presentan en cada una de y entre ellas. De esta manera, el libro permite una variedad de aproximaciones, cuyos emergentes enriquecen las valiosas contribuciones que surgen de la organización temática propuesta.

El presente volumen se distingue también por los casos estudiados, que incluyen metrópolis primadas y secundarias, consolidadas y emergentes. De este modo, las ciudades examinadas presentan singularidades con respecto a sus formas espaciales, las funciones que cumplen en el sistema urbano, pero también –y, sobre todo– las condiciones históricas en que se desarrollaron sus procesos de metropolización. Las relaciones sociales, económicas y las articulaciones políticas de cada momento histórico son visibles en los procesos metropolitanos y las (re) configuraciones espaciales que se analizan, aspecto que constituye un aporte en sí mismo al conocimiento acumulado sobre la urbanización latinoamericana.

En conjunto, los análisis que condensa esta obra develan regularidades, solapamientos e interrupciones en los procesos y las formas espaciales de las geografías metropolitanas de América Latina. Las distintas inscripciones disciplinares de sus autoras/es se expresan en la construcción de los problemas, las perspectivas teóricas y los diseños metodológicos de las contribuciones. Así, las/os lectoras/es encontrarán en Metrópolis en la encrucijada… un rico debate que brinda pistas y aperturas para pensar el pasado y el presente de las grandes aglomeraciones latinoamericanas en su complejidad y especificidad. En este recorrido, el libro replantea temas, problemas y desafíos para avanzar desde la planificación territorial en la democratización en el acceso, uso y goce del espacio urbano.

María Soledad Arqueros Mejica