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Población y sociedad

versión impresa ISSN 0328-3445versión On-line ISSN 1852-8562

Poblac. soc. vol.29 no.1 San Miguel de Tucumán jun. 2022

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.19137/pys-2021-290104 

Artículos

Gentrificación rural y turismo en El Triunfo, Baja California Sur (México)

Rural gentrification and tourism in El Triunfo, Baja California Sur (Mexico)

Jesús Bojórquez Luque1  bojorquez@uabcs.mx

Manuel Ángeles2  manan@uabcs.mx

Alba E. Gámez3  agamez@uabcs.mx

1Extensión Académica Los Cabos, Universidad Autónoma de Baja California Sur, México.

2Departamento Académico de Economía, Universidad Autónoma de Baja California Sur, México.

3Departamento Académico de Economía, Universidad Autónoma de Baja California Sur, México.

Resumen

La gentrificación no es un fenómeno exclusivamente urbano, sino también se presenta en ámbitos rurales. En la localidad rural de El Triunfo, Baja California Sur, México, el proceso de remodelación de los edificios antiguos del lugar, el crecimiento de actividades inmobiliarias, comerciales y culturales expresan un proceso inicial de gentrificación. Dicha dinámica sugiere elementos iniciales de transformación del espacio y de las relaciones sociales que coinciden con el elemento más destacable de la gentrificación, aunque no directo e inmediato: el desplazamiento de un grupo social por otro.

Palabras clave Gentrificación rural; Turismo; Actividad inmobiliaria; Patrimonio histórico

Abstract

Gentrification is not an exclusively urban phenomenon but occurs in rural settings as well. In the rural town of El Triunfo, Baja California Sur, Mexico, the remodeling process of old buildings, the growth of real estate and of commercial and cultural activities indicate an initial process of gentrification. This dynamic suggests incipient elements of transformation of space and social relations that coincide with the most notable -though not direct and immediate- element of gentrification: the displacement of one social group by another.

Keywords Rural gentrification; Tourism; Real estate activity; Historical heritage

Introducción

En el marco de los procesos de liberalización económica de décadas recientes, la apropiación y producción del espacio descrita por Lefebvre (1974) ha cobrado gran relevancia para el turismo (Bojórquez, Ángeles y Gámez, 2018; Marín et al. 2020). En la llamada industria del ocio, la comercialización del paisaje y de recursos naturales y culturales excepcionales se ha reflejado en la integración de un mercado turístico donde lo local se subsume a la lógica de las interconexiones globales, como en el caso de los destinos de sol-playa o ciudades con modernas amenidades. En ese proceso, formas de acumulación han emergido a partir de la recuperación de centros urbanos que fueron deteriorándose en la medida en que las clases sociales medias y altas que las ocupaban buscaban escapar del ruido y trajín citadino, privilegiando las comunidades cerradas como forma de exclusividad y auto-segregación privilegiada.

Sin embargo, la vuelta al centro urbano acompañada del embellecimiento del legado histórico-arquitectónico se torna gentrificación en la medida en que se acompaña de disputas y del desplazamiento de una población, original o por largo tiempo ahí establecida, por otra que se beneficia o promueve el rescate o renovación urbana (Delgadillo, 2008). Es ésta una forma de acumulación de capital basada en la oferta de nuevas tendencias del ocio y mercadológicas centradas en hoteles boutique, centros nocturnos, restaurantes, bares, galerías de arte, tiendas de ropa, etc. Los estudios que analizan la gentrificación en habla española suelen centrarse en los entornos urbanos, y, en México, las publicaciones sobre la gentrificación rural son escasas.

Este artículo pretende aportar a la comprensión de ese fenómeno analizando el caso de la localidad de El Triunfo, en la zona montañosa sur en el estado de Baja California Sur, en el noroeste mexicano. Ese asentamiento tuvo su máximo esplendor con el auge minero de plata a mediados del Siglo XIX y sus vestigios han sido objeto, en los últimos años, de políticas públicas tendientes a impulsar el turismo. La renovación de sus calles, la promoción de actividades culturales, y la remodelación y remozamiento de sus antiguas construcciones han activado el mercado de bienes raíces y turístico. El Triunfo se ubica a 52 kilómetros de La Paz, capital estatal; y a 131 kilómetros del Centro Turístico Integralmente Planeado de Los Cabos.

Así, si bien de manera incipiente y lenta, la tendencia a consolidar la compra y embellecimiento por foráneos de las edificaciones de la localidad es visible. Factores analizados más adelante y la pandemia por Covid-19 han contraído el ritmo de transformación de esa localidad. Sin embargo, la renovación del casco urbano y el comportamiento del mercado inmobiliario sugieren el elemento más destacable de la noción de gentrificación: el desplazamiento de un grupo social por otro, que produce una desequilibrada transformación del espacio y de las relaciones sociales.

El texto está dividido en tres secciones. En la primera se analiza el concepto de gentrificación, y su presencia en contextos urbanos y rurales; en la segunda, se da cuenta de los antecedentes históricos de la localidad estudiada, así como las características actuales del asentamiento; en el tercer y último apartado, se analiza el proceso de gentrificación turística en El Triunfo y la oferta inmobiliaria en esa localidad.

El fenómeno de la gentrificación

El término gentrificación fue acuñado en 1964 por Ruth Glass (1964a), socióloga urbana inglesa para denominar el proceso de apropiación, por la clase media, de barrios proletarios de Londres que llevaba al desplazamiento de las clases trabajadoras. Así, la gentrificación evoca la ocupación de asentamientos urbanos considerados económicamente asequibles y deseables –en razón de su ubicación y otros atributos– por personas acomodadas o de un nivel socioeconómico medio y alto. Procesos de embellecimiento arquitectónico y provisión de servicios urbanos elevaban eventualmente el precio del suelo, lo que hacía imposible que los antiguos pobladores se mantuvieran en la zona.

El concepto de gentrificación pronto rebasó los confines de su lugar geográfico y disciplinar de nacimiento (la geografía crítica, la economía y los estudios urbanos emplean ese término). Sin embargo, su uso predominó bajo una lente teórico-conceptual forjada y aplicada mayormente con base en los cánones de la teoría urbana anglo-estadounidense (Lees, Bang y López-Morales, 2015). Ello, pese a que la propia Glass (1964b) había advertido que la adopción acrítica del pensamiento urbano de occidente en el análisis de los procesos de urbanización del Sur global tenía efectos perniciosos; mismos que se manifestaban en formas inadecuadas de abordar su crecimiento urbano.

Díaz Parra advertía sobre el uso inadecuado y laxo del concepto de gentrificación fueron adelantas en el sentido de que se puede “confundir la gentrificación con procesos de naturaleza diversa con los cuales pueden existir fuertes interrelaciones, pero no una identificación total” (Díaz Parra, 2013, s/p). Esto, porque puede haber sustitución de un grupo sociocultural por otro “que no implique una promoción social del espacio” (Díaz Parra, 2013, s/p); o porque se trate de meros procesos de reparación de edificación, dotaciones e infraestructuras como mejora del espacio urbano. Partiendo de un análisis de tipos de gentrificación y actores en ese fenómeno, ese autor resalta que el elemento definitorio del proceso de gentrificación es la existencia de “colectivos con suficiente poder adquisitivo y el deseo de consumir una determinada mercancía lugar” (Diaz Parra, 2013, s/p).

Autores han buscado demostrar la existencia de gentrificaciones locales, esto es, que no son calcas de las de occidente sino propias del Sur global (Navarrete, 2017; Lees, Bang y López-Morales, 2015, 2016; Casgrain y Janoschka, 2013). No obstante, la tendencia general en la bibliografía sobre el tema da la impresión de que lo global de la gentrificación asume “una trayectoria de Norte a Sur y de Occidente a Oriente… Lo global se ve como originado en Occidente” (Lees, Bang y López-Morales, 2016, p.4). Asimismo, la literatura anglosajona solía ser expresada en estudios que realzaban los efectos negativos de la gentrificación sobre las clases más pobres y racializadas; o patrones estéticos y de consumo asociados a ese fenómeno.

Sin embargo, desde mediados de la década de los noventa, Neil Smith, pionero de los estudios de la gentrificación en Nueva York, manifestaba las dimensiones internacionales de la gentrificación y los incentivos de inversión que la globalización generaba para la “ciudad revanchista” (Smith, 1996, p.185-186 y 217-218). Smith criticaba el énfasis en el rol de la “elección racional” (principio proveniente de la economía neoclásica) que supuestamente guía las acciones de una “nueva clase cultural” o la “clase creativa” (Florida 2002; Lees, Bang y López-Morales, 2016), y que está asociado con el neoliberalismo celebratorio del “Triunfo de la Ciudad” (Glaeser, 2011, pp.2-3).

Como señalaba Harvey (2013), las ciudades adquieren importancia en el contexto neoliberal por visibilizar las desigualdades sociales, y por contribuir a su generación a través del proceso de acumulación por desposesión (Bojórquez y Ángeles, 2014; Bojórquez, 2016; Bojórquez, Ángeles y Gámez, 2018). La gentrificación y la apropiación del patrimonio cultural tangible son elementos constitutivos de esa acumulación (Navarrete, 2017), lo que explica movimientos sociales de resistencia contra tal gentrificación (Slater, 2011).

Davidson y Lees (2005) (citados por Casgrain y Janoschka, 2013, p.23) marcan la existencia de gentrificación cuando se cumplen cuatro condiciones: 1) La reinversión de capital en un espacio definido y un alza correspondiente del valor del suelo de ese espacio o en áreas colindantes; 2) La llegada de agentes con mayor capacidad de pago que los usuarios establecidos en ese espacio o en áreas colindantes; 3) Cambios en las actividades y en el paisaje urbano controlados por los grupos que ingresan al territorio en cuestión; 4) El desplazamiento directo, o la presión indirecta para el desplazamiento, de grupos sociales de ingresos más bajos que los que entran).

Aunque la discusión sobre los efectos de la gentrificación subraya consecuencias adversas para trabajadores y, en general, grupos de menor ingreso, ese fenómeno también afecta a las clases medias. Algunos de los integrantes de éstas pueden ser susceptibles a los mismos efectos negativos, como en el caso de las personas de mayor edad y los dueños de pequeños comercios, que son frecuentemente objeto de desplazamiento (Angelcos y Méndez, 2017). En todo caso, de manera explícita o implícita suele asumirse que la gentrificación trata de un fenómeno fundamentalmente urbano y no aplicable a lugares fuera de la órbita occidental desarrollada, esto es el Sur global.

Lo anterior ha sido cuestionado por Shin y López-Morales (2017, p.5), quienes sostienen la naturaleza transnacional de la gentrificación toda vez que, independientemente de sus particularidades contextuales, implica una reestructuración del espacio que expresa desigualdades de poder y de disfrute de ese espacio. Así, sea por una clase acomodada o por “el Estado respondiendo a los grandes intereses privados”, el cambio en el uso del suelo deviene en una apropiación desigual de la renta y en el desplazamiento de los habitantes previos. Esta visibilización del fenómeno es lo que favorece el empoderamiento de los grupos locales.

También admitiendo que concepto de gentrificación en Latinoamérica tiene un origen foráneo, Casgrain y Janoschka (2013, p.22) consideran que, si bien polémico y cargado de interpretaciones contradictorias, ese concepto es adaptable a ese contexto. Ambos autores defienden que la gentrificación “parece uno de los términos más hábiles y combativos para analizar los mecanismos estructurales que producen la exclusión socio-espacial en la ciudad neoliberal”. En ese sentido, proponen elementos distintivos de la gentrificación en las ciudades latinoamericanas. Éstos son: a) la gentrificación de nueva construcción que conduce a un desplazamiento indirecto porque no se contemplan viviendas asequibles para los habitantes previos; b) la gentrificación simbólica derivada de actividades turísticas y culturales que desplazan la actividad residencial y servicios de primera necesidad al convertir la zona un enclave de consumo exclusivo y de producción cultural; y c) el rol del Estado en el despojo mediante la violencia o un discurso público de revitalización o regeneración del espacio como un valor incontrovertido. Como señalan ambos autores, “la urbanización suburbana en los países de América Latina expone un conflicto de clase mucho más agudo del observado en Europa y América del Norte” (Casgrain y Janoschka, 2013, p.26). Los trabajos de Salinas (2014) ejemplifican lo anterior en el caso mexicano, al igual que Janoschka y Sequera (2014) en el latinoamericano, y García (2014) para España.

Sin duda, un riesgo latente en las ciencias sociales al emplear conceptos y teorías fuera de su lugar de origen es la posibilidad de que éstos sean inaplicables. De ahí que es pertinente reconocer que la explicación de los fenómenos de urbanización en el Sur global exige teorizaciones que puedan verificarse sobre el terreno y den cuenta de las condiciones ahí existentes. Los llamados de ONU Hábitat a tomar consciencia de que ahora se vive en un planeta urbano demandan también que se acepte que los patrones de urbanización del Sur global, donde ocurre el más rápido crecimiento demográfico actualmente, tienen dinámicas diferentes que requieren de estudios propios. Esto es relevante porque, como se verá enseguida, la gentrificación tiene manifestaciones distintas que incluso rebasan la esfera urbana, como en el caso de comunidades rurales.

Gentrificación en comunidades rurales

Como se ha resaltado, la gentrificación tradicionalmente se ha examinado como un fenómeno netamente urbano; sin embargo, los mismos procesos de reinversión de capital, renovación urbana y desplazamiento de la población local de bajos recursos se presentan en algunas comunidades rurales. En México, éstas han sido ejemplificadas por Atlacomulco, Oacalco y Tlayacalpan, en el estado de Morelos (Lorenzen, 2015); Ajijic y Mezcala, en el estado de Jalisco (Bastos, 2016); y Val’Quirico, en el estado de Tlaxcala (González y Salas, 2019). En la literatura anglosajona se relata la gentrificación de pequeños villorrios ubicados a una distancia razonable de las urbes, suficiente para vivir en la villa y trabajar en la ciudad (por ejemplo, Nelson y Hines, 2018; Phillips et al., 2021) y Guan y Cao (2020) relatan lo hecho para China. En España son conocidos los estudios de Blanco y Cánoves (2006) y Marín et al. (2020). Asimismo, textos en Gascón y Cañada (2016) analizan casos de gentrificación rural en España, Brasil, México, y Ecuador.

En otros casos, un poblado alberga una importante institución educativa que atrae personas de clase media, con las consecuencias ya relatadas. Puede también tratarse de destinos turísticos, con efectos similares, en la medida en que la gentrificación rural ocasiona los mismos efectos que su contraparte urbana. Es lo que Phillips (2005), citado por Cocola-Gant (2020), señala como otras realidades espaciales de la gentrificación, de manera que la gentrificación por el turismo o gentrificación turística no es exclusiva de las zonas urbanas, sino que se manifiesta también en las no urbanas debido a la diseminación global del turismo.

Respecto a los tipos de gentrificación turística, Cocola-Gant (2020) recupera dos. El primero se refiere al desplazamiento asociado a la presión turística que intensifica el uso del suelo y eleva el valor comercial y residencial de los inmuebles. Otro es el desplazamiento derivado del predominante rol del turismo (como en las economías periféricas) como principal fuente de crecimiento económico, de modo que el mayor poder adquisitivo de los visitantes genera oportunidades de inversión que transforman el espacio mediante la construcción de resorts, segundas residencias, y remozamiento de viviendas en los centros históricos. Ambos van en detrimento de las posibilidades de la población local de conservar sus inmuebles y espacio.

Asimismo, la gentrificación turística es explicada por dos enfoques: las preferencias de consumo de visitantes y gentrificadores que demandan espacios de consumo turístico ajustados a criterios homogeneizados (usual en el mundo desarrollado); y el rol de las políticas urbanas para revitalizar las ciudades mediante el fomento de entornos y servicios de ocio atractivos al turismo, de modo que turismo y gentrificación se refuerzan mutuamente (frecuente en las economías periféricas). En ese proceso, los pobladores locales son desplazados, aunque no siempre físicamente.

A las ya conocidas formas de gentrificación turística como el desplazamiento residencial (viviendas son convertidas en alojamientos turísticos) y comercial (pequeños negocios son sustituidos por otros orientados a los visitantes), Cocola-Gant (2020) añade el desplazamiento simbólico. Éste es manifestado en la privatización del espacio público, y en la creación de un contexto social y cultural ajeno a los residentes primigenios, que les provoca un sentimiento de pérdida del lugar y de su calidad de vida. En ese sentido, ese autor aplica los planteamientos de Smith y Harvey, previamente señalados, al rol del turismo en la acumulación de capital.

En las zonas rurales, Rogers, Castree y Kitchin (2013) asocian el reemplazo y desplazamiento social a cambios en las estructuras de inversión, de restructuración económica, y de política pública. La gentrificación rural suele vincularse a localidades que han dependido históricamente de usos productivos y economías de naturaleza de subsistencia o extractivas como las actividades relacionadas con la cacería, la recolección de alimentos y fibras, la agricultura, la crianza de ganado y la minería. El crecimiento turístico y el fenómeno de segundas residencias han introducido el paisaje y la búsqueda de tranquilidad como otros factores. Las razones varían, pero los efectos son similares: transformaciones en el mercado de la vivienda, cambios en las actitudes culturales hacia el medioambiente, conflictos políticos en torno a la planificación del uso de la tierra y la polarización de clases (Nelson, Oberg y Alexander, 2010).

Que no todo proceso de inmigración a lo rural signifique gentrificación (Stockdale, 2010), y que es “el carácter urbano, así como las posibilidades de extracción de rentas que conlleva, las que caracterizarían las dinámicas de gentrificación” (Mansilla, 2018, p.3), refleja la falta de consenso respecto a las características o siquiera el reconocimiento de la existencia de la gentrificación en espacios rurales.

Más aún, la ausencia de una relación directa entre gentrificación y desplazamiento físico de la población, especialmente en el contexto rural, expresa la crítica de Díaz Parra (2013) respecto a la laxitud en el uso del concepto gentrificación. Phillips et al. (2021) realizan una amplia explicación de las diferentes posiciones que cuestionan esos estudios. Sin embargo, esos mismos autores llaman a no establecer dualismos, por una parte, entre el desplazamiento; y, por otra, procesos de abandono, reemplazo poblacional y restructuración del empleo. Ello, en tanto conciben esos procesos como facetas de uno más amplio, multidimensional, de desplazo por gentrificación que incluso abarca el ámbito de simbolismos, prácticas y relaciones afectivas. Como indican:

Algunos de los desplazamientos provocados por la gentrificación ocurrieron hace décadas, con el declive de oportunidades de empleo en y alrededor de esas localidades, desplazando a muchos residentes rurales y liberando propiedades para una subsecuente gentrificación. Ese desplazamiento frecuentemente tomó formas directas, como la pérdida del empleo y también de los derechos de propiedad, y la imposibilidad de pagar renta. Se ha mostrado que el desplazamiento directo no es solo un rasgo del pasado sino un hecho contemporáneo (Phillips et al., 2021, p.78-79).

Sin duda, el debate respecto a la naturaleza de la gentrificación en los espacios rurales sigue presente, pero textos como el de Philips et al. abren la discusión respecto al valor de los análisis de gentrificación en ellos, aun cuando no exista un desplazamiento directo; pero sí formas menos visibles e inmediatas de ese fenómeno.

Con relación a lo anterior, Lorenzen (2015) afirma que en la gentrificación rural hay una tendencia de la población local a permanecer en su espacio, llevando a cabo las actividades asociadas al campo, la agricultura y la ganadería, entre otras. La llegada de nuevos vecinos se percibe como positiva porque se asocia con la generación de empleos que se sumarán a los ya existentes en materia rural. Su estudio de tres municipios del estado mexicano de Morelos encontró que la gentrificación rural trajo consigo la ampliación de empleos y actividades económicas nunca antes desarrolladas, como en los sectores de servicios y construcción, para lo cual los gentrificadores solicitan trabajadores.

Así, se sostiene que, en un contexto rural, la gentrificación existe, pero no necesariamente significa la expulsión de la población local por la especulación inmobiliaria; o que despliegue impactos negativos en los locales. Al contrario, la llegada de población foránea suele favorecer el arrendamiento de casas y el aumento del precio de la tierra y viviendas. Al vender al gentrificador una porción de tierra, el nuevo ingreso permite al lugareño conservar otra parte y acumular capital que puede emplear en otras actividades.

Enseguida se da cuenta de los antecedentes históricos de El Triunfo, y de las características actuales de ese asentamiento.

Metodología

Este trabajo tiene un enfoque metodológico cualitativo, incorporando fuentes de carácter primarias como la observación in situ, que permite una proximidad al entorno inmediato. En este caso, se realizaron tres visitas a la comunidad y sus alrededores, una en el 18 de mayo de 2018, donde se llevó a cabo observación de campo y la obtención de testimonios gráficos; y dos más en el mes de diciembre de 2019, para una mejor comprensión de la realidad espacial. Asimismo, se realizaron entrevistas a actores clave en la vida productiva del lugar, lo que permitió recoger sus percepciones respecto del proceso espacial.

Específicamente, los días 10 y 11 de noviembre de 2019 se entrevistó a seis informantes clave: dos comerciantes (de artesanías), una trabajadora de biblioteca, una trabajadora de hotel (cabañas), y dos trabajadores de la construcción respecto al proceso de turistización de El Triunfo, así como los beneficios de la inversión inmobiliaria de agentes externos. Las personas fueron entrevistadas en el mismo periodo y fueron seleccionadas en razón de las actividades que realizaban, de modo que podían dar testimonio del proceso de cambio en el casco urbano del pueblo, de la turistización y de la generación de empleos. Los dos primeros informantes seleccionados fueron los comerciantes, quienes dieron referencia de los demás con excepción de la joven de las cabañas. A ella se le contactó directamente para conocer el hotel (único en la localidad) y obtener información de los servicios ofrecidos, así como de su conocimiento de personas adquirientes de inmuebles.

Por último, dentro de las fuentes primarias se hizo consulta del Archivo Público de la Propiedad y el Comercio municipal (H. Ayuntamiento de La Paz) para detectar la adquisición de casas y edificios antiguos de la localidad rural estudiada. Esto brindó elementos de reflexión respecto al fenómeno inicial de gentrificación. Así, en el Archivo fueron ubicados los principales inversionistas adquirientes de propiedades en El Triunfo, lo que permitió identificar su superficie y ubicación. En ese proceso destacó como constante el brazo inmobiliario de Innovaciones Alumbra, de Tenaja Holdings. Posteriormente, fue revisada la página de internet de esta empresa, en la que se señala como su propietaria a la Sra. Christy Walton, emparentada con los Walton, una de las familias más ricas del mundo. Esto fue confirmado por las personas entrevistadas en la comunidad. El único inversionista distinto a Tenaja Holdings fue un integrante de la familia hotelera Coppola en Los Cabos y esposo de una de las promotoras del lugar.

En cuanto a las fuentes secundarias, en 2020 y 2021 se recurrió a ediciones digitales de prensa local con palabras clave como El Triunfo BCS inversiones y El Triunfo Turismo. Su revisión dio cuenta de iniciativas de instituciones gubernamentales, organizaciones civiles y agentes privados que promueven actividades turísticas, así como la construcción de infraestructura para posicionar a El Triunfo dentro de los circuitos turísticos del sur del estado.

Resultados y discusión

El surgimiento de El Triunfo, Baja California Sur

El distrito minero San Antonio-El Triunfo se ubica en una zona accidentada y montañosa al sureste del municipio de La Paz en BCS (Figura 1), por el lado del golfo de California de la península de Baja California. El Triunfo surge en el año 1748 cuando Manuel de Ocio, ex militar que habitó Loreto, en el mismo territorio, fundó el Real de Minas de Santa Ana y tres años después explotó la mina El Triunfo de Santa Cruz (González y Rivas, 2014). De 1753 a 1768 el Real de Minas de Santa Ana extrajo seis toneladas de plata; tras ese periodo, las minas pasaron a ser controladas por el gobierno del virreinato de la Nueva España (Romero y Ortega, 2013).

Durante las siguientes décadas continuó la actividad minera, pero fue a mediados del Siglo XIX cuando la zona tuvo su época más productiva. Tras la independencia de México de España y el proceso de modernización del país con la Reforma, en El Triunfo predominaría la inversión estadounidense y alguna europea. La compañía El Triunfo Mining and Comercial Company (que en 1878 dio paso a El Progreso Mining Company) explotó el área con gran intensidad hasta 1895. Al igual que lo había hecho La Hormiguera Mining Company en la vecina localidad de San Antonio, en El Triunfo la compañía rehízo las viejas minas, realizó nuevas obras, instaló nuevos equipos y mejoró los métodos de producción.

En cuanto al equipamiento urbano, informes del año 1884 relatan la construcción de la casa municipal, la cárcel y un jardín público, poniendo énfasis en incentivar la educación y la cultura, por lo que se adaptaron casas como escuelas. En las instalaciones de la Compañía El Progreso se edificó la planta de beneficio con sus altas chimeneas, así como el edificio donde residían las oficinas de negociación y un galerón para dar albergue a la iglesia del pueblo (Rivas, 2002). El resplandor del mineral de El Triunfo, por encima del de otros pueblos de la región representó un crecimiento demográfico impresionante al atraer trabajadores para la actividad extractiva y pasar de 175 habitantes en 1857 a 4.104 en 1895[1] entre los que se localizaban europeos y asiáticos (Trejo, 2004).

Fuente: Rojas (2011).

Figura 1 Ubicación de El Triunfo Baja California Sur México 

Para el año 1890, como fuente de atracción de trabajadores de la mina, la comunidad contaba con 662 obreros. En términos de su configuración urbana y a partir de la diversificación de actividades económicas, se edificaron edificios de negocios que proporcionaban bienes y servicios a quienes residían en el pueblo. La mayoría de las viviendas fueron construidas con ladrillo, con un trazo urbano de calles rectas y nombradas en honor de personajes de la historia nacional como Agustín de Iturbide, de figuras locales como Antonio Navarro, y de extranjeros como Federico (Henry S.) Brooks quien era directivo minero de El Progreso. Asimismo, se construyeron diversas obras públicas para acrecentar la infraestructura y servicios públicos como el alumbrado con la instalación de faroles, invirtiendo el Ayuntamiento insumos como petróleo, cerillos y otros elementos de importancia para mantener funcionales las instalaciones de iluminación (Rivas, 2002).

La región sur de la península de Baja California estuvo relativamente aislada del proceso revolucionario y de 1911 a 1914, la entonces Compañía Metalúrgica de Baja California, S.A. de C.V., sustrajo de 20 a 25 toneladas diarias de mineral procedente de los terrenos herrumbrosos y de jales del antiguo mineral de El Triunfo (Romero y Ortega, 2013; Secretaría de Economía, 2018). Hacia 1912, la baja en el precio internacional de la plata y la destrucción del patio de beneficio de la mina dio un gran revés a la actividad minera en la comunidad (Romero y Ortega, 2013), la zona empezó a despoblarse y las edificaciones se deterioraron en grado extremo, de manera que se tornó un pueblo prácticamente abandonado. Pese a estar a poco más de 50 kilómetros de la capital del estado, en el año 2010, el censo de población registraba 321 habitantes, 18 personas menos que veinte años atrás.

La actividad minera, que por 200 años se dio en la localidad, representó que los desechos producidos por la mina afecten los mantos freáticos de la zona en cuyas aguas se han encontrado concentraciones de arsénico que rebasan por mucho los mínimos permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS)[2] (Wurl, Méndez y Acosta, 2014). Si bien la actividad gambusina de pequeña escala continúa en la actualidad, el interés minero de gran escala ha renacido con métodos más devastadores para la naturaleza: El Triunfo-San Antonio es una de las once regiones mineras del estado de BCS, rica en oro, plata, cobre y molibdeno (Secretaría de Economía, 2018), y la minería a cielo abierto se ha promovido, sin materializarse, como una oportunidad para revertir el estancamiento económico y despoblamiento de la zona.

Por otra parte, en las últimas dos décadas, la localidad ha sido objeto de políticas de intervención con fines turísticos a través de la modernización del casco urbano, la remodelación de edificios históricos, y el impulso de instalaciones como museos y festivales gastronómicos y culturales. Lo anterior ha significado algunos conflictos entre parte de la población local que favorece el renacimiento minero del El Triunfo, y otra (más amplia que se extiende a la ciudad de La Paz y en el municipio de Los Cabos) que se opone por los efectos negativos que puede tener la minería extensiva sobre las fuentes de agua y el crecimiento turístico-inmobiliario de la zona.

La gentrificación turística de El Triunfo

El Triunfo se ubica a la vera del viejo camino convertido en Carretera Transpeninsular que en 1973 unió desde el lado del golfo de California a las poblaciones de Cabo San Lucas y de San José del Cabo con La Paz y con el resto de la península, engarzando en el proceso a un rosario de pequeñas localidades agropecuarias. Posteriormente, la construcción de la carretera La Paz-Cabo San Lucas, por la costa del Pacífico, redujo considerablemente la afluencia de viajeros a El Triunfo. La ausencia de proyectos que vincularan a esas regiones con el proceso de crecimiento económico en el sur del estado significó un relativo, pero paulatino aislamiento.

Como forma de complementar con otro tipo de oferta el masivo crecimiento turístico de sol-playa de Los Cabos y atender las demandas de desarrollo de las comunidades rurales del estado, durante 1999-2005 el gobierno estatal creó diversas rutas y circuitos para impulsar el turismo alternativo en Sudcalifornia. El Triunfo fue incluido en un “Circuito Pueblos Mineros”, junto con San Antonio y El Rosario (Gobierno del Estado de BCS, 2004), aunque esa denominación no ha tenido los resultados esperados. Desde hace dos décadas, diversos personajes ligados a la comunidad han generado una actividad permanente para la proyección turística de la localidad.

Entre los promotores del turismo en El Triunfo destaca quien fuera Coordinadora Estatal de Promoción al Turismo estatal en aquel periodo. A ella se deben el impulso a trabajos de rehabilitación de calles y acondicionamiento con empedrado, y la remodelación de edificios con gran valor histórico y arquitectónico, así como la creación del Museo de la Música (Villanueva, 2005). El museo (Figura 2), inaugurado en el año 2003 por el entonces gobernador Cota Montaño con una inversión anunciada de 500 mil pesos,[3] se encuentra en un antiguo edificio y exhibe diversos instrumentos musicales como pianos, guitarras, saxofones, órganos, partituras, muebles y objetos decorativos donados (Bertini, 2003; Paz, 2016) que fueron adquiridos por familias de la zona, mayormente durante el esplendor minero decimonónico. Para su operación, el museo depende de recursos provistos por el Gobierno del Estado (Radar Político, 2012; Gobierno del Estado de BCS, 2014).

Fuente: Cultura BCS. Recuperado de: https://culturabcs.gob.mx/recinto/28

Figura 2 El Museo de la Música de El Triunfo 

Buscando aprovechar el patrimonio cultural, el H. Ayuntamiento de La Paz y la Secretaría de Turismo han fomentado programas culturales como “Aroma de Montaña”, en coordinación con la Asociación de Empresas Turísticas y Hoteleras de La Paz (Emprhotur) y empresas turísticas de Los Cabos como parte de la promoción de la localidad para incluirla en los circuitos turísticos impulsados por el gobierno del estado. Ese programa consiste en visitas guiadas para recrear a grupos de turistas nacionales y extranjeros que llegan a Baja California Sur a través de los aeropuertos de La Paz y de los Cabos y que buscan actividades distintas o complementarias al esquema de sol-playa. Los principales atractivos de la comunidad son: la iglesia, la Casa de la Cultura, el Museo del Minero, el antiguo Camino Real en San Antonio, el Museo de la Música, la Casa del Artesano, las chimeneas, y los panteones (Peninsular Digital, 2013). Éstos reflejan los procesos de segregación social en la época minera: hay uno chino, uno inglés, y uno mexicano.

La inversión pública en El Triunfo es mostrada por las obras que realiza la Secretaría de Planeación Urbana, Infraestructura y Movilidad del Gobierno del Estado (SEPUIM) para la rehabilitación en la Casa de la Cultura (Figura 3). La intención es que ésta sea un centro de enseñanza, con la impartición de talleres y cursos para involucrar en el arte a niños y jóvenes de la localidad y las que se encuentran de manera aledaña; el monto de inversión anunciado fue de 3 millones de pesos[4] en la primera etapa (BCS Noticias, 2018), aunque finalmente fue de 6 millones de pesos. (SEPUIM, 2018), lo que representó 48% de avance de obra.

Fuente: SEPUIM (2018).

Figura 3 Casa de la Cultura 

En 2018, para aprovechar turísticamente el sendero de 7.5 kilómetros que comunica a El Triunfo con San Antonio, el gobierno municipal adelantó un proyecto encaminado a habilitar La Ruta de la Plata entre esos pueblos mineros colindantes. El objetivo era regenerar el patrimonio arquitectónico, introducir infraestructura, así como servicios para propiciar la reactivación de la economía a través del establecimiento de recorridos turísticos, hospedaje y alimentación a visitantes del estado, nacionales e internacionales (Rondero, 2018).

Promoción de la actividad cultural en El Triunfo

Con el fin posicionarse en las rutas turísticas de las compañías operadoras de tour, además del turismo local, se ha apostado por incentivar actividades de corte cultural para dinamizar la actividad económica. En ese sentido se han rescatado las actividades artesanales como la elaboración de artículos de tejido de palma, característico de la región (Sistema de Información Cultural México, 2012). Como parte de la actividad cultural que se celebra año con año, el Patronato del Museo de la Música, apoyado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura y el Ayuntamiento de La Paz, realiza en la comunidad el Festival Artesanal (Radar Político, 2012). En el marco de este festival, el principal evento es la presentación de reconocidos pianistas y cantantes que ofrecen recitales de piano, y alrededor del museo se instala un mercado de artesanías y gastronómico que abarca varias calles y casas que abren para ofrecer sus trabajos en palma, barro, tejido de hilo y comida típica (Paz, 2016). Las Fiestas de la Pitahaya, celebradas en el verano, son también una de las actividades de activación turística y comercial de la región.

Recientemente, El Triunfo ha sido incluido en el programa “Pueblos Históricos” del gobierno estatal, que busca emular el programa federal Pueblos Mágicos.[6] Este programa, que incluye a Todos Santos y Loreto también en el estado, distingue a localidades con manifestaciones socio-culturales y el cumplimiento de criterios que las hacen susceptibles de aprovechamiento turístico, y para el que es clave la inversión pública (Gámez, Juárez y Ángeles, 2015). Como parte del impulso económico en la región, se han llevado a cabo actividades tendientes a recaudar recursos para mejorar la infraestructura del antiguo mineral. Un ejemplo de ello es la llamada Tarde Gitana que organizó la Asociación “Restaurando Nuestra Historia”, con música en vivo y tablado flamenco, así como una degustación de vinos, quesos y paella. La actividad tuvo como objetivo la promoción turística de la localidad y la restauración de una de las chimeneas del antiguo mineral llamada La Ramona (Radar Político, 2017).

Además, las asociaciones International Community Fundación (ICF) y Corredor Histórico CAREM, A.C, en colaboración con el Ejido El Triunfo que es posesionario legal de la propiedad, han diseñado y materializado la restauración de La Ramona (Figura 4), con una inversión de 200 mil dólares (Corredor Histórico CAREM, s.f).

Si bien, se ha promocionado el trabajo de los artesanos locales, voces locales piden un mayor apoyo por parte de las autoridades de gobierno, así como el involucramiento de los prestadores de servicios de la localidad con las agencias de trasportadoras de turistas tanto de La Paz, como del destino turístico de Los Cabos. Testimonio de un miembro de una familia de artesanos confirma los altibajos de la elaboración de productos de palma:

La mejor temporada en la venta de artesanías en la comunidad es en este mes de noviembre, diciembre, enero, febrero, aunque todo el año ha estado muy baja la venta. En octubre llevamos mercancía a la ciudad de La Paz y no vendimos ni la tercera parte, o sea, es como maltratar el trabajo de nosotros y de otras personas. Lo quieren comprar barato y es mucha friega [esfuerzo] pues tenemos que comprar el material [hoja de palma], pues lo adquirimos de fuera y a veces lo compramos a precio elevado. Mi madre tiene entre 15 a 20 años trabajando ese material.[7]

Fuente: Bojórquez (2018).

Figura 4 Restauración de la Chimenea La Ramona 

Actividad comercial y de servicios

Como resultado de las obras de urbanización, de las labores de reconstrucción de muchos de los edificios del antiguo mineral, de las actividades culturales y del flujo de turistas la actividad comercial ha tomado forma con la presencia del abarrote La Triunfeña, formado hace muchos años, y nuevos negocios para servicio de los visitantes y que generan algunos empleos para la población local, como el restaurante Bar El Triunfo, Café El Triunfo, Café Olores y Sabores, y Crunchy Nieves.

Respecto al hospedaje, aunque el objetivo de algunas autoridades es que la localidad se convierta en Pueblo Mágico, ésta no cumple con los requisitos que para ello demanda la Secretaría de Turismo. Al presente, la oferta formal de alojamiento consiste en un área de cabañas con ocho habitaciones que pueden acomodar hasta 30 personas, con precios que van de 889 a 2.416 pesos[8] por cabaña por noche, de acuerdo con información del establecimiento (Figura 5).

Fuente: Bojórquez (2018).

Figura 5 Publicidad de alojamiento 

El negocio inmobiliario en El Triunfo

En este marco de gentrificación rural se ha formalizado un mercado inmobiliario en el que casas y terrenos se anuncian en venta directamente con letreros en el pueblo como en páginas de internet (Figura 6).

Fuente: Propiedades.com

Figura 6 Terreno en venta 

El conglomerado de Innovaciones Alumbra, propiedad de Christy Walton, una heredera del emporio Walmart, es uno de las mayores compradoras y restauradores de edificios con gran valor histórico del poblado. El conglomerado declara el compromiso de las empresas que lo conforman por conservar el ambiente y el patrimonio cultural beneficiando a las comunidades donde se asientan. Innovaciones Alumbra se divide en cuatro áreas. Una de ellas, referida como Desarrollo Comunitario, incluye tres componentes directamente relacionados con El Triunfo: el Museo Ruta de la Plata (Figura 7), el Restaurante El Minero (Figura 8), y la inmobiliaria Tenaja Holdings desde 2005 se dedica al “…diseño, la creación y la restauración de residencias, oficinas, parques, esculturas, restaurantes, ranchos y museos. Construimos propiedades nuevas y restauramos las antiguas, principalmente en los centros históricos, incluidos los pueblos de El Triunfo, El Ancón y El Sargento”.[9]

Además del Museo y el restaurante, Tenaja Holdings posee una casa en el pueblo bautizada Casa Julia (Figura 9) en honor a la hija de un antiguo minero que trabajó en la localidad a principios del Siglo XIX. De acuerdo con la empresa:

Esta residencia de dos pisos fue construida en 2015 usando materiales tradicionales como el colorido piso de cerámica, ladrillos, ventanas de madera y hojas de palma…. El amplio cuarto en el primer piso con techo alto, mucha luz natural y una chimenea tradicional con tiro, ofrece un espacio atractivo para acomodar comedor, sala y cuarto para dormir… La terraza en el techo tiene vista directa a la chimenea “La Ramona”, una obra de ingeniería de la era minera. La casa se encuentra a poca distancia caminando de los cafés, restaurantes y puestos de comida del pueblo.[10]

Fuente: Tenaja Holdings (s/f, b)

Figura 7 Museo Ruta de La Plata 

Fuente: Bojórquez (2018)

Figura 8 Bar El Minero 

Desde 2013, la inmobiliaria Tenaja Holdings ha adquirido siete bienes inmuebles céntricos en El Triunfo equivalentes a casi 4.500 m2 (Cuadro 1), lo que la convierte en la principal inversora en la restauración de edificios históricos de la localidad. Con ello, ha contribuido relevantemente a aumentar el valor catastral de las propiedades en la comunidad y a soportar la oferta de alojamiento a la que se hacía referencia previamente, toda vez que los dueños de esas estancias usan la cercanía a los nuevos atractivos turísticos como ventajas de sus propiedades.

Fuente: Tenaja Holdings (s/f, b).

Figura 9 Casa Julia 

Fuente: elaboración propia sobre la base de datos del Registro Público de la Propiedad y el Comercio del H. Ayuntamiento de La Paz.

Cuadro 1 Propiedades adquiridas por Tenaja Holdings 

Al margen de la actividad inmobiliaria realizada por la empresa de Walton, también se ha abierto un mercado para otros agentes, como un miembro de la familia Coppola[11] que es pionera de la actividad turística en el vecino municipio de Los Cabos. Al caminar por las calles, los visitantes pueden leer anuncios donde se venden casas y terrenos producto de la actividad inmobiliaria. Los letreros de venta de propiedades están en versión bilingüe o simplemente en inglés (Figura 10), lengua alrededor de la que opera el mercado turístico e inmobiliario de alto ingreso en el estado.

Fuente: Bojórquez (2018).

Figura 10 Cartel de venta de casa 

De acuerdo con testimonios de un vecino de El Triunfo, la renovación y adquisición de edificios en El Triunfo por parte de la señora Walton y otros actores sólo ha traído empleos en el área de la construcción. Sin embargo, señala que más allá de los empleos que la actividad de la construcción pueda aportar, la comunidad tiene más potencial turístico donde puede involucrarse gente del pueblo:

La señora Walton ha contratado personas del pueblo, pero también ha contratado gente de fuera. Sobretodo gente como arquitectos, que están capacitadas y que aquí no hay. En cuanto a los empleos de sus negocios en la comunidad, hay gente local y de afuera, aunque varía, pues hay veces que la cantidad de turistas bajan. El Triunfo tiene mayor potencial, sin embargo, se necesitan plantear más proyectos y promoción del lugar, realizar circuitos a atractivos alrededor, rutas ciclistas, etcétera.[12]

Si bien, la Sra. Walton destaca en materia de propiedad de inmuebles, también algunos descendientes de antiguos pobladores que heredaron propiedades se han dedicado a rehabilitar viejas casonas contratando gente local: herreros, carpinteros o albañiles. Algunos de estos dueños herederos viven en la ciudad capital La Paz o en el aledaño corredor turístico de Los Cabos:

Me dedico a la obra de albañilería, rehabilitación de casas viejas, techos, banquetas del mismo estilo, para que no cambien su fachada. La gente que me contrata es gente de fuera, pero cuyos familiares le heredaron esas propiedades, ya sea sus papás, tíos o abuelitos. Muchas son propiedades heredadas por sus familiares. De acuerdo con información que tengo, por gente vieja de aquí del pueblo me platican que ahí vivía fulanita o fulanito. Entonces sus herederos se están encargando de rehabilitarlas, vienen cada fin de semana, cada mes. Algunos de ellos viven en La Paz, en Los Cabos o en otras partes.[13]

Conclusiones

El estudio de El Triunfo, que aún conserva parte del patrimonio tangible edificado en la época del auge minero desde la época colonial hasta principios del Siglo XX, muestra el impulso consciente y sostenido, desde hace casi 20 años, por los gobiernos estatal y municipal y actores privados para detonar procesos de aprovechamiento del patrimonio histórico de esa localidad con fines turísticos. Entre ellos destacan dos que son característicos de los procesos de gentrificación en América Latina, especialmente en zonas rurales: el rol de Estado como inversor inicial en infraestructura y promoción turística; y la penetración de capital privado a través del sector inmobiliario, que eleva el precio del suelo y fomenta la especulación inmobiliaria.

Sin embargo, en El Triunfo no se aprecia un proceso de desplazamiento directo de la población local por esos esfuerzos públicos y privados fincados en el discurso de la activación económica. En ese sentido, podría afirmarse que en esa localidad no cumple el requisito más destacable de la noción de gentrificación: el desplazamiento social de un grupo social por otro, como sí ocurre en otras localidades de las zonas costeras de Baja California Sur como Todos Santos o el propio corredor turístico de Los Cabos, en las que participa el capital turístico transnacional. Esto podría confirmar argumentos en la literatura respecto a que no todo proceso inmobiliario significa necesariamente gentrificación. A pesar de esto, consideramos que el caso de estudio aporta al debate sobre la gentrificación rural en tres vertientes.

Por un lado, muestra los indicios de un proceso de gentrificación impulsado por el mercado inmobiliario, rasgo característico de tal proceso. Los edificios intervenidos son los más antiguos, céntricos y emblemáticos de la comunidad; pero no amplían ni mejoran la oferta de vivienda para los residentes locales. Por el contrario, están dirigidos a clientes con el poder adquisitivo necesario para pagar precios distantes de las posibilidades de los pobladores locales. Esto refleja la vinculación de la gentrificación en espacios rurales con lo urbano; es la acumulación por desposesión y la urbanización planetaria de Harvey y Smith, respectivamente, a través de la adquisición del patrimonio cultural tangible a gente nativa, pagando precios bajos comparados con el valor del mercado, una vez ya remodelados los edificios.

Una segunda vertiente es que este trabajo refleja los complejos y multidimensionales procesos que acompañan la gentrificación aún en sus etapas iniciales. El impulso del turismo y la apertura de negocios en la localidad han significado generación de empleos para parte de la población de la comunidad -generalmente aquella que se ajusta al tipo de demanda de servicios turísticos o de mantenimiento. Sin embargo, algunos puestos han sido ocupados por personas de fuera de la localidad, por lo que los beneficios del proceso de turistificación no alcanzan a todos los locales. En sintonía con Lorenzen (2015), aquí se reconoce que procesos de acumulación de capital y de desposesión (que no desplazamiento directo) generan algunos beneficios a algunos habitantes locales.

Un tercer elemento es que lo anterior no se contrapone con el principio fundamental al que se referían Shin y López-Morales (2017): la reestructuración del espacio por la gentrificación y la recomposición de las relaciones sociales que involucra en contra de los locales. Esto es, porque a los nuevos arreglos del espacio, de su distribución y disfrute, se añaden relaciones de los locales a los recién llegados de subordinación laboral en empleos socialmente infravalorados. Las connotaciones de esas situaciones, si bien no se expresan en desplazamiento directo, como indican Phillips et al. (2021) sí repercuten adversamente en los simbolismos, prácticas y relaciones afectivas de la población local. Más investigación es necesaria para explorar las percepciones de la población no directamente relacionada con la actividad turística.

En el año 2019, Los Cabos, el mayor destino turístico de Baja California Sur y de la costa del Pacífico mexicano estaba recuperándose de los resabios de la Crisis Subprime de 2009. La pandemia por Covid-19 de enero de 2020 significó un fuerte golpe a la economía cabeña, cuya influencia se extiende al municipio de La Paz y, por extensión, a El Triunfo. Esos impactos externos no son la causa principal del lento progreso turístico del viejo poblado minero, pero han reducido las posibilidades de canalizar recursos gubernamentales a su remozamiento y atracción de capitales.

Pese a ello, considerando la repetición de ejemplos de gentrificación turística en otras localidades rurales y costeras del estado, como Todos Santos, es viable considerar el encarecimiento del suelo urbanizable en el mediano plazo en El Triunfo, lo que complicará a las futuras generaciones de lugareños acceder a tierra para usos habitacionales. Es de destacar que, generalmente, las investigaciones sobre gentrificación operan sobre casos manifiestos y es escasa la literatura que aborde sus inicios. Este estudio busca ser un punto de partida para el eventual seguimiento de casos similares, en donde las fuerzas de la gentrificación se perfilan; pero también, como destacan Shin y López-Morales (2017), para promover el empoderamiento de los grupos locales y evitar llegar a los escenarios onerosos de la gentrificación.

En ese sentido, como claman algunos de los pobladores, iniciativas y proyectos por miembros de la comunidad en el diseño de circuitos turísticos de la región o de otras actividades productivas permitirían que, al menos, buena parte de los beneficios de la actividad turística y comercial se queden en El Triunfo y signifiquen mejores condiciones de vida para la población local. Eso requiere de los habitantes fortalecer sus capacidades de organización y ejercicio de ciudadanía; pero, así se ponga de acuerdo el poblado entero, sus integrantes no podrán detener la penetración del capital y la absorción urbana de los espacios rurales. Esto llama a reconocer y cuestionar el rol de Estado y sus relaciones con los inversionistas inmobiliarios en los procesos de urbanización y de turistización rural.

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Notas

[1]De acuerdo a los años de los censos de población, los habitantes en El Triunfo eran: 175 en 1857, 961 en 1869, 3.484 en 1878; 3.760 en 1890, y 4.104 en 1895 (Trejo, 2004: 813).

[2]Las concentraciones promedio resultantes en el agua subterránea podría estar entre 0.5 - 2.0 mg / l As, por encima de la OMS estándar para agua potable (0,05 mg / l de As) (Wurl, Méndez y Acosta, 2014).

[3]24575.02 dólares de acuerdo con la paridad peso dólar al 28 de septiembre de 2021, el cual es de 20.36 pesos por dólar.

[4]14742.43 dólares, de acuerdo con la paridad peso-dólar actual.

[5]29484.87 dólares, de acuerdo con la paridad peso-dólar actual.

[6]El programa Pueblos Mágicos de la Secretaría de Turismo del gobierno federal se institucionalizó en el año 2011 (Valdez, Maldonado y Maldonado, 2009) y su objetivo es impulsar localidades con legado histórico arquitectónico y que se encuentra en condiciones de estancamiento económico. Este programa busca invertir en la conservación del legado del patrimonio cultural edificado y generar infraestructura urbana y de servicios para dinamizar económicamente los sitios (los centros históricos) a partir del turismo (Méndez y Rodríguez, 2013).

[7]Entrevista el 10 de diciembre de 2019 a vecina integrante de una familia de artesanos de la comunidad.

[8]Un rango entre 43.69 y 118.73 dólares de acuerdo a la paridad peso-dólar actual.

[9]Véase Tenaja Holdings (s.f). Inicio. Recuperado de: https://www.tenajaholdings.com/

[10]Véase Tenaja Holdings (s/f). Casa Julia. Recuperado de: https://www.tenajaholdings.com/casa-julia-1/

[11]Lote con registro 540, Vol. 380 en El Triunfo, clave catastral 804-001-022-009, con una superficie de 755 m., con construcción de casa habitación de 53.04 m. adquirido en octubre de 2008.

[12]Entrevista realizada el 10 de diciembre de 2019 a bibliotecaria de la comunidad.

[13]Entrevista realizada el 11 de diciembre de 2019 a vecino de oficio albañil de la comunidad.

Recibido: 25 de Enero de 2021; Aprobado: 28 de Septiembre de 2021

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