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Cuadernos del CILHA

versão On-line ISSN 1852-9615

Cuad. CILHA vol.13 no.2 Mendoza dez. 2012

 

ENTREVISTAS

Laura Esquivel: "La educación solo es posible a través del arte"

 

Sonia Peña

Universidad Nacional Autónoma de México
sonia-pena@hotmail.com
México          
         

 

Mario Eraso

Universidad Autónoma de San Luis Potosí
México*

 

Laura Esquivel es la autora de una de las novelas más leída a nivel mundial, todo buen lector conoce la trágica historia de Tita y Pedro. La obra ha sido traducida a más de treinta idiomas y figura entre los programas de preparatoria e incluso de licenciatura de varios de nuestros países. Actualmente, la novelista es directora de Cultura de la Delegación Coyoacán, uno de tantos sitios históricos que posee México y el preferido de los turistas. Aquí vivieron personajes como Diego Rivera y Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros y León Trosky, solo para nombrar algunos. La escritora hace un alto en sus actividades y nos recibe en su despacho. No deja de sonreír y es dueña de un carisma que invita a la charla abierta.

Pregunta-- En primer lugar gracias por recibirnos. Empecemos por sus inicios, sabemos que usted escribía para niños, ¿fue difícil el salto de la literatura infantil a la literatura para adultos?

Laura Esquivel-- Bueno, yo soy educadora, trabajaba en un jardín de niños donde se proponían nuevas técnicas educativas, ahí uno podía presentar otras perspectivas, y yo siempre he creído que la educación solo es posible a través del arte, esa es la mejor manera y entonces yo propuse un intercambio de talleres artísticos. Una vez a la semana cada salón se convertía en un taller y los niños podían elegir a donde entrar independientemente de la clase, y resultó muy bien. Después todas las semanas  improvisábamos una obra de teatro para los niños, y, la directora que teníamos al ver esto nos recomendó a la Secretaría de Educación Pública y la persona que estaba en la Secretaría en ese momento nos llamó, nos sacaron de ahí y fundamos el taller de teatro y literatura de la Secretaría de Educación Pública. Desde el punto de vista pedagógico estábamos perfectamente bien preparados y teníamos mucha creatividad y mucho entusiasmo pero teníamos conocimientos básicos, muy elementales de teatro, entonces yo me salí y tomé la carrera de teatro aquí en Coyoacán, fue una temporada muy bella porque inclusive algunos tuvieron la oportunidad de salir inclusive fuera de México a estudiar y luego llegaban y lo compartían, fue un taller que funcionó de una manera muy solidaria y muy integral. Bueno y finalmente dábamos cursos, nosotros dábamos cursos a educadores y montábamos obras de teatro que se presentaban en teatros formales y otras las llevábamos nosotras mismas a diferentes escuelas, y resulta que hay muy poca gente que escribía para niños, no siempre hay suficiente material, entonces es así que yo empiezo a escribir, primero escribíamos en equipo, era creación colectiva, pero rápido a mí me desencantó esta manera de trabajar porque para empezar... ah, perdón, aparte nos dieron un programa de televisión en canal 11 que nosotros escribíamos y actuábamos, era un proyecto muy lindo que se llamaba "Tiliches, trebejos y cachivaches" y se supone que nosotros éramos niños que entrábamos a jugar a un cuarto que era el cuarto de los tiliches y entonces ahí había trapos, sombreros y los juegos que los niños inventan. Un programa muy lindo. Al principio en los guiones teníamos toda la libertad, pero ya cuando empezó a tener éxito el programa entonces ya las inspectoras querían que les mandáramos con anterioridad el guión, cuando el chiste del programa era la improvisación y entonces de pronto te decían que por qué te habías puesto una capa roja, que por qué el rojo... bueno... y entonces eso me empezó como a fastidiar, y en ese momento estaba yo casada con Alfonso Arau que era director de cine y él me decía y por qué tú no te sales y haces tus cosas, y dije pues si es cierto y me salí y empecé a tener talleres artísticos para niños y llegué a tener 32 talleres diferentes, porque contaba con talleres de pintura, cerámica, teatro, había de veras muchos talleres y los niños estaban encantados. Y Alfonso me dijo, ¿por qué no escribes para cine? A él le gustaba mucho lo que yo escribía, y yo le dije: No, no creo poder, yo sé muy bien qué quiero dar a los niños pero cine no sé. Y él fue el primero que me enseñó la técnica para los guiones de cine, después yo estudié con un maestro en Los Ángeles, que es uno de los primeros que desarrolló la técnica de la escritura dramática para cine, no descubría el hilo negro sino que retomaba a los griegos y en base  a eso él desarrolló la escritura dramática para los guiones de cine. Y después ya empecé a escribir para cine y descubrí que la verdad sí me gustaba mucho, me apasionaba, pero ahí de nuevo me empecé a llenar de frustraciones porque la industria cinematográfica en México y en Latinoamérica en general no es una industria próspera entonces uno de pronto tiene en el cajón infinidad de guiones que no se van a filmar o hay historias que nunca puedes abordar por la temática, una película de época por ejemplo, solo los que tienen mucho presupuesto, o una película con muchos personajes pues tampoco, y luego ya por ejemplo antes de Como agua para chocolate, yo escribí un guión donde Alfonso era el director pero no el productor, y el productor ya con la película terminada y editada hizo un nueva versión desastrosa, entonces de entrada siempre era esta cuestión, hay un editor que va a interpretar un guión y luego hay un editor que va ir quitando y finalmente uno no siempre tiene la fortuna de que se respete su trabajo o de que lo que tú querías decir quede ahí, entonces fue así como yo me decidí a escribir Como agua para chocolate con esta idea de que ahí sí iban a quedar las imágenes que yo quería que quedaran, los personajes que yo quería que estuvieran e iba a poder contar lo que yo quería si ningún tipo de presión ni de recorte, y entonces fue así que escribí Como agua para chocolate..

P.- ¿Nace primero como guión entonces?

L.E.- No, no como guión pero lo que sí hice fue partir de la estructura dramática porque es básica, tal vez porque yo vengo de ahí, vengo del teatro y porque vengo del cine, donde tiene uno que tener muy claro qué quiere decir, y para mí es importante que los personajes tienen que jugar el papel que yo necesito que jueguen en la historia porque si de pronto la madre de Tita que para mí tenía que representar toda esta castración, toda esta represión de una sociedad totalmente castrante, que tal que a la mitad se nos volvía buena, a mí como escritora me convenía que Tita se enfrentara ante una mujer que le está imponiendo un destino que ella no quería ella fuera la que decidiera cómo cambiar su suerte. Entonces yo trabajo siempre antes, hago mi estructura y desarrollo mis personaje como si fuera a escribir una obra de teatro o como si fuera a escribir una película, escribo la biografía del personaje, hago mi paleta básica, después ya me dejo llevar, sí hay un proceso mágico obviamente y sí entra uno en un contacto muy bello y un desarrollo muy creativo de los personajes pero yo siempre me baso en la estructura, que sea muy sólida, mi estructura debe ser muy sólida.

P.- ¿Cuánto de autobiográfico tiene Como agua para chocolate?

L.E.- Pues yo creo que todas las obras tienen un contenido de la vida del autor, del creador, uno siempre escribe en base a lo que uno a tenido a mano, en base a lo que uno conoce, por supuesto que juega un papel importante la imaginación. Pero en mis personajes por ejemplo en uno solo se mezclan dos o tres personas que yo conozco, es decir tengo la referencia de cómo pueden pensar o reaccionar, y obviamente también está la biografía. Mi mamá por ejemplo era una mujer muy fuerte, gente del norte, yo nací en el Distrito Federal pero mi mamá nació en Piedras Negras (Ver si es Chihuahua) ahí en la frontera, donde sucede la novela. Mi mamá era una mujer muy alegre, muy vital, llena de vida, cantaba, bailaba, pero era controladora digamos, no era mamá Elena...

P.- ¿No como la mamá de Tita?

L.E.- No, no, pero sí era algo controladora, y entonces nosotros vivimos sus técnicas que no de represión pero sí de chantaje emocional, entonces para mí imaginarme cómo se sentía Tita pues sí lo llegué a sentir, no a esos niveles pero sí obviamente hay una parte que uno experimenta de que yo quiero hacer esto otro y no me dejan, eran cosas mucho más simples y tontas. No como el "no te vas a casa nunca para que me cuides", no, en ese aspecto mi mamá era muy cómplice, muy solidaria, como mujer siempre fue muy solidaria. Mi mamá era una gran feminista, y ahora que ya ha pasado el tiempo no saben cómo le agradezco la disciplina y el orden porque sí me ha ayudado mucho, inclusive para mi trabajo.

P.- El personaje de la mamá de Tita es como muy paradójico ¿no?, ella vivió la represión de su sociedad al tener un hijo fuera del matrimonio, y sabe lo que se siente, pero lo ejerce a la vez con Tita. Tiene todas las características masculinas...

L.E.- Sí, y qué bueno que lo dices. Porque la gente siempre me dice pero ¿por qué pones ese tiempo de mujer? No, ella está representando un mundo patriarcal que es el que impone otro tipo de orden, el orden social y el orden de lo que se debe hacer y ella lo acepta y es lo que la tiene tan reprimida y tan enojada y la convierte en un ser castrante porque representa eso, no representa el mundo femenino.

P.- ¿Usted cree que la cocina es un ámbito de lo femenino?

L.E.- De lo femenino mas no en cuanto a género, la cocina es como el vientre la casa donde se cobija la vida, ahí está el fuego, uno de los principales elementos que conforman el mundo...

P.- También Elena Garro retrata la cocina como el sitio privilegiado de la casa, el espacio de complicidad...

L.E.- Claro, porque además es donde está uno en contacto con tu verdadero origen, literal y espiritualmente hablando, porque tú eres lo que comes porque el alimento se va a convertir en parte de tus células, y espiritual en el sentido amoroso, en el sentido inclusive social, porque en la cocina se refleja qué producimos como sociedad, cómo lo distribuimos. Es lamentable que en le mundo actual tengamos los problemas que tenemos de obesidad y de diabetes que están ocasionados por toda este alejamiento de la cocina, de la ceremonia de sentarnos y compartir. Entonces ahora se come en función de la producción y en función de que yo tengo que comer en media hora porque es el tiempo que tengo libre y entonces me compro una torta y un refresco, y ya no me da tiempo de cocinar porque tengo que trabajar, y a lo niños en el camino se les compra unas papitas y un refresco y esto se va reflejando en la sociedad.

P.- ¿Qué se siente saber que Como agua para chocolate es una de las novelas más leídas en la historia de la literatura mexicana?

L.E.- A mi me da mucha satisfacción, no solo por mí, sino porque la verdad yo les di voz a muchas mujeres a las que nunca nadie reconoció su trabajo, que pasan la vida cocinando para los demás, dándose a los demás y nunca nadie voltea ni siquiera a verlas, entonces sí me dio mucho gusto el reconocimiento de la novela porque es un reconocimiento que comparto totalmente. Yo nunca hubiera escrito esa novela si no hubiera visto a mi madre toda la vida ahí, si yo no hubiera tenido ese contacto, si yo no hubiera escuchado además todas las historias que yo escuchaba mientras se cocinaba, todo esto es dar voz a una presencia femenina. Entonces sí me da mucho gusto porque inclusive los hombres me escribían mucho, me decían que me agradecían mucho que les hubiera hecho voltear hacia la cocina y descubrir qué estaba pasando, y que a partir de entonces tenían mucha más atención, que sabían que había una energía que se estaba trasmitiendo a la hora de cocinar, muchos de ellos se metieron a la cocina. Entonces no es un espacio de género sí es un espacio femenino pero como lo hemos devaluado la sociedad materialista, el mundo que estamos viviendo por mucho tiempo devaluó todo lo que pasaba en la cocina, porque ahí la actividad no tiene ninguna retribución económica, hablo de la familia, no de la cocina profesional de chef, sino de la mamá que pasa las horas ahí, entonces en un mundo materialista no vale la pena. Ahí no me van a dar un título universitario, ni voy a ganar, no vale la pena. Entonces ese es el problema, que nosotros como sociedad fuimos devaluando todo lo que tenía que ver con el mundo femenino en ese ambiente.

P.--¿Ya vio esos delantales que tienen la leyenda "¿Y para esto fui a la universidad?"

L.E.- (Ríe), mira, las jóvenes ahorita, que ya todas fueron a la universidad, que ya todas tienen títulos, ahora resulta que "descubren" que lo más sano es tener a tus hijos en tu casa con una comadrona, con una partera y que te quedes en tu casa y te den tus atolitos y que tengas a tu niño juntito. Hay una necesidad y una urgencia de volver a la casa como ese espacio que yo siempre lo he defendido, nos urge sacralizar la casa, nos urge sacralizar ese espacio, todo tiene un sentido, nada más que nosotros se lo quitamos porque nosotros le dimos sentido e importancia al capital, al conocimiento, no niego que las universidades den conocimiento yo no estoy negando eso, pero ahora nos estamos enfrentando por ejemplo a que los que están gobernando el mundo son los que han ido a las universidades y que están totalmente en contra del ser humano. Entonces de qué se trata ¿no? El sentido de la vida, la sabiduría y el verdadero conocimiento no siempre está en las instituciones, surgió de la tierra, surgió de ahí junto al fuego, ahí es donde se empieza a entender el mundo y a modificarlo. Alguien decía que si Aristóteles hubiera guisado mucho más hubiera escrito. Mi generación creíamos que se podría cambiar el mundo, pero mientras no haya un cambio interno no importa que la ley haya cambiado, si el que la va a respetar no ha cambiado interiormente lo van a corromper y entonces surgen cosas totalmente absurdas, y ahí tenemos la Ley Arizona. Es dentro del hogar donde yo me armonizo, donde yo resuelvo me conecto con lo que sé y entonces sí puedo enfrentar un mundo materialista, si yo no tengo ese espacio para mí aparecen males como la depresión que tenemos como el mal número uno. Y los jóvenes cada con depresión son cada vez más, porque se dicen para qué esto, para qué lo otro, inclusive para qué voy a ir a la universidad si voy a salir y no hay trabajo. Entonces yo sí creo que la cocina es un espacio esencial, cuando tú te pones a cocinar para tus seres amados, para otros hay un cambio interno, y tal vez por eso la novela se siguió vendiendo y se siguió traduciendo y siguen pasando cosas con la novela porque yo nunca me imaginé que iba a tocar exactamente ese punto tan sensible que todos nosotros necesitamos recuperar. Yo llego a Noruega o a Japón y la gente siempre me dice "usted no tiene idea cómo me acordé de la cocina de mi abuela", y no tiene nada que ver ni con los ingredientes ni con las recetas, tiene que ver con ese espacio, con ese lugar al que llegabas y tenías la certeza de que había una persona ahí con un plato caliente para que tú te alimentaras con un abrazo, a eso no hay nada que lo pueda suplir y es algo que los niños de ahora no saben.

P.- ¿Esperaba el éxito de Como agua para chocolate?

L.E.- Nunca en la vida me lo pude haber imaginado. En México fue impresionante, y en el extranjero curiosamente fue en Italia. Yo decía, bueno porque es latino ¿no? Pero al año de que había salido aquí las traducciones fueron aumentando una tras otra...

P.- ¿Se tradujo a más de treinta idiomas?

L.E.- Treinta y seis idiomas, y entonces fui a los países nórdicos y yo decía cómo y por qué, y entonces fue que empecé ya ahí a asimilar. Porque a mí me preguntaban y yo no tenía respuesta, no tenía la menor idea del por qué del éxito del libro...

P.- ¿Y se han hecho traducciones a lengua originarias de México?

L.E.- Fíjate que eso no, eso falta...

P.- Porque sería interesantísimo...

L.E.- Eso sería lindísimo...es una idea genial.

P.- Qué opinión le merece este Diccionario Crítico de Literatura Mexicana de Christopher Domínguez, en el que no la incluyen a usted ni a muchos otros.

L.E.-- Mira, pues desde que salió la novela él se portó bastante mal, despreció mucho la novela y no sé por qué él creía que yo había salido de Elena Poniatowska. Yo creo que como Elenita me presentó el libro y fue muy generosa, la verdad, nunca he dejaré de agradecérselo, él debe haber asumido que yo era alumna de Elena, entonces siempre la han acusado como que ella fue la culpable de que apareciera esa novela. Pero la verdad respeto mucho lo que cada quien ve, no sé qué pueda ver él, pero es su visión y yo la respeto, le provoca un gran rechazo la obra, y yo no me voy a meter a juzgarlo ni a responder. Él hizo su selección en base a las cosas con las que se conecta, hay una frase del Talmud que dice que uno nunca ve el mundo como es, sino como uno es. Obviamente, yo no vería la cocina como la veo si no hubiera tenido ese acercamiento a la cocina y depende mucho entonces la percepción de cada uno. Generalmente la percepción es proyección, es el significado que le estoy poniendo nombre a un proceso interno, mío. Por lo tanto yo respeto lo que cada quien lee, lo que cada quien ve, lo que cada quien puede apreciar o rechazar.

P.- En general ¿cree que la crítica ha sido justa con sus obras?

L.E.- Es que no habría tal cosa como justa o injusta porque sería hacer lo mismo que ellos están haciendo, estaría negando el trabajo de ellos, de la función de ellos, yo me limito a escribir, disfruto con lo que hago y para mí no tiene precio que yo de pronto  entre a un mercado y la señora de la fruta me reconozca y me regale una fruta, ese agradecimiento, ese compartir, ese conectarse con uno, eso sí me importa. Esta o no estar en determinados libros, bueno de pronto si uno está les agradece, pero si no está no importa, para mí la vida está en otro lado. Y ahí es donde si vale oro lo que ha significado Como agua y me sigue significando en conexiones en amor, porque he conectado sin saberlo con tanta gente en todos lados y eso para mí es importante.

P.- Esa estructura a la manera de folletín de la novela es un homenaje a la literatura folletinesca.

L.E.- Si, claro. Yo creo que ahí si liberé una culpa porque cuando mi abuela fue joven ella juntó una novela de entregas allá en Piedras Negras, y era preciosa, cada capitulito venía cubierto con un papel como papel de china, de colores, eran diferentes colores y lo tenía en un arcón especial, eran como trescientos capítulos. Imagínense en esa época que no había telenovela, yo a la fecha me acuerdo de la historia, yo la leí como cuando tenía catorce años, mi abuela se la regaló a mi mamá y mi mamá la tenía ahí y yo le dije, ¿me la prestas? Y me la eché toda, era un melodrama de esos, se llamaba "La princesa mendiga". Les juro que me acuerdo cómo empezaba. Y me gustó y entonces mi mamá me la regaló y una vez en una mudanza se perdió, alguien se la llevó, y esa pérdida me dolió mucho. Cuando empiezo a escribir Como agua... también era una manera no solo de recuperar todo lo que tenía que ver con la emoción, con un espacio tan devaluado sino con un género totalmente devaluado como es el melodrama que yo siempre lo defenderé porque a pesar de la cuestión maniquea que pueda tener, bien hecho, porque no estoy hablando de lo que hacen en la televisión, estoy hablando de los grandes melodramas, sí permite una catarsis y una liberación de energía que puede llegar a mostrar un camino, yo en Como agua... precisamente planteo eso, es decir, cómo una mujer que es un objeto del deseo de su madre se convierte en sujeto, como podemos dejar de ser "víctimas de". El mexicano es muy melodramático, por eso las señoras ven tanta telenovela, lo malo que ahí no les dicen cómo salir de su estado de fracaso, al contrario. Yo he tenido muchas ganas de escribir una telenovela con el fraude electoral, pero no he tenido tiempo, la tengo ya diseñada, la estructura, los personajes, pero hasta ahí lo dejé.

P.- Pero hay ciertas telenovelas que rompen moldes, pensemos en "Mirada de mujer" por ejemplo.

L.E.- Como no, yo la seguí también y me encantó, planteaba la relación de una mujer madura con un joven, rompía todos los esquemas ¿no? muy buena telenovela. Pero son casos aislados, contados con los dedos de la mano.

P.- ¿Cómo surge el título de Como agua para chocolate?

L.E.- Primero yo le había puesto "Tita" pero Alfonso me decía, no dice nada ese título. Luego se llamó "Recuperando el tiempo perdido" o algo así, luego otro que ya no me acuerdo y luego Como agua para chocolate, como es un dicho tan mexicano que en otros lugares no tiene sentido, solo en Estados Unidos, fíjense qué curioso, el país más abusivo, es el único que respetó el título original, ellos lo tradujeron literalmente, pero en todo el mundo le cambiaron el título porque no tenía nada que ver la frase con el idioma de ellos.

P.- ¿Es un dicho popular entonces?

L.E.- Sí, en México cuando estás muy enojada dices ahora sí que estoy como agua para chocolate, porque antes de la llegada de los españoles no había vacas y entonces el chocolate se hacía con agua, pero tenías que esperar hasta que ya estuviera a punto de hervir el agua, cuando ya empieza a hacer burbujitas ahí es cuando le pones el chocolate, si se lo pones antes no funciona, entonces de allí el dicho, cuando ya estás que hierves de enojo dices estoy como agua para chocolate, pero a eso nadie lo entendía, entonces fue muy chistoso porque cada cultura le puso su propio título. Por ejemplo en Holanda se llama algo así como "Rosas rojas y tortillas", en Noruega "Corazones en chile", el único que es bellísimo es el de Japón, ahí le pusieron "La leyenda de la salsa de pétalos de rosa" y me encantó.

P.- En Malinche, la protagonista es una mujer que no sabía realmente las consecuencias de ser "la lengua" del extranjero. "Su" Malinche termina convenciendo al lector de la inocencia de sus actos, es una mujer que se deja llevar por la pasión y se arrepiente de ello, ¿usted cree que la imagen de la mujer "traidora" ha desaparecido de la sociedad actual?

L.E.- Es que fue muy injusta la forma en que se trató a la Malinche, yo creo que ella nunca sintió pasión, sí tuvo una fascinación por Cortés y tiene que haber tenido un gran deseo de ser especial. Una mujer que había sido maltratada, abandonada, que se le regala en calidad de esclava a Cortés tiene que haber deseado ser vista, ser adorada, imagínense que lo que tiene que haber significado que de pronto él la viera, la de ha de haber hecho sentir muy bien, pero no necesariamente eso significa que ella se haya enamorado de él, yo creo que había una fascinación, un "¡me vio!, soy importante para alguien". Y ella era un mujer muy inteligente que hablaba náhuatl y maya y rápido aprende el español, y no saben ustedes cómo la admiro, porque tanto el maya como el náhuatl están llenos de poesía, son muy simbólicos, ha de haber sido dificilísimo traducir, y lo hizo de maravilla. Y además siempre piensan que era traidora, tú para traicionar a alguien tienes que ser parte de... ella no era mexica, ella vivía en un lugar donde el imperio azteca los tenía sojuzgados a todos esos habitantes, donde le pedían una cantidad impresionante de tributos, ella tiene que estado harta de eso y tiene que haber deseado un cambio también. Y eso es lo que yo intenté, ponerme en sus zapatos, no juzgarla desde nuestra perspectiva sino volver a esta frase de que uno ve el mundo como uno es. Y yo me preguntaba ¿y como era ella, cuál era su concepto del mundo? Y para ellos este concepto de que la vida no era lineal sino circular y que los ciclos volvían y había una vuelta, ella tiene que haber estado convencida de que quetzalcóatl iba a regresar y cuando le dicen que ya está aquí ella tiene que haber celebrado lo que significaba la liberación. Y sí, colaboro y además soy importante, yo puedo participar. Por su misma inteligencia rápidamente se tiene que haber dado cuenta de que era mentira, pero ya no había vuelta atrás. A mí siempre me causa risa que dicen que ellos traían armas, caballos pero ¿cuántos eran? El imperio azteca llegaba más allá de Guatemala, era un imperio, un ejército, lo que pasa es que también Moctezuma de entra les dijo bienvenidos señores, tomen posesión de su reino, porque también creía que venían de parte de Quetzalcóatl.

P.- Eso se ve muy bien al final de la novela, cuando ella se va a enfrentar la muerte con mucha tranquilidad, deja todo en orden.

L.E.- A mí me llamó mucho la atención que el motivo del equívoco fuera Quetzalcóatl, porque el simbolismo es cómo la parte humana levanta vuelo, o sea cuando también Quetzalcóatl cae porque se enfrenta a su espejo negro y cuando se purifica se convierte en luz, yo creo que ese es el gran mensaje y es el que todavía está presente hasta ahorita, no lo hemos hecho. Ese es el mensaje, yo creo que ahí está y no lo hemos hecho, yo creo que ese es el mensaje y es lo que nos corresponde hacer ahorita a todos los latinoamericanos, porque la idea es cuál sería el espejo negro, si somos hijos del sol, si somos luz, cuál sería el espejo negro, bueno para ellos era la oscuridad que tenía todo un significado, pero bueno, es obviamente el miedo, las culpas, todas estas ideas que nos carcome, que no nos deja ni reconocernos como parte de la luz. Por eso en el diálogo final ella le dice "lo que más lamento es haberme mirado en tu negro espejo", ella ve ese lado oscuro en él, su miedo de ser abandonada, su miedo de no ser vista, pero en el  momento en que ella lo confronta y es capaz de trascenderlo ahí yo quise jugar con a imagen de que te largas y te vas y te conviertes en luz. Si es un personaje que me encantó meterme de cabeza en ella y vivir en mi imaginación lo que pudo ella haber vivido y visto y sentido...

P.- Eso se relaciona con la siguiente pregunta, en el sentido de que muchos escritores dicen que sienten frustración, impotencia cuando están escribiendo una obra. ¿Qué siente Laura Esquivel frente a la página en blanco?

L.E.- No, a mí me entusiasma mucho porque no me da miedo sino todo lo contrario, me desafía, todo está por hacerse y me gusta mucho, mas bien me cuesta trabajo, porque es un desgaste porque no es un trabajo en el que estás metidita tres horas y te vas al cine, vas en el coche y vas pensando, estás en el cine y se te ocurren otras cosas y regresas y entonces es meterte en serio, veinticuatro horas...

P.- ¿Y ahora está escribiendo otra novela?

L.E.- No ahora no, tengo mucho trabajo, tengo una empezada pero no sé cuándo voy a tener la oportunidad de acabarla porque aquí en Cultura es muy absorbente...

P.- ¿Qué piensa de la asignación del Premio Cervantes a José Emilio Pacheco?

L.E.- Muy justo, es un hombre que en verdad admiro que ha sido un hombre constante, congruente, con una brillantez de pensamiento, con una poesía impecable, en verdad me dio mucho gusto. Es de esos premios que uno comparte a la distancia y me dio mucho orgullo como mexicana que tengamos un escritor así.

P.- ¿Qué la decidió a entrar en política?

L.E.- Pues yo creo que me decido porque el país se nos está yendo de las manos y si no hacemos un esfuerzo todos los mexicanos por recuperalo desde la trinchera que sea se nos va a acabar el tiempo, ya ahorita hay lugares en los que el narco impone el toque de queda imponen candidatos, entonces era el momento de entrarle. Yo siempre he dicho que estoy dispuesta a dar tres años de mi vida a México que me ha dado tanto, porque todo lo que soy se lo debo a mi país, entonces desde ahí yo voy a hacer mi trabajo porque sigo estando convencida de que el camino es a través de la cultura, del arte porque esa es la verdadera transformación para cualquier ser humano, hay que reinventar el país y para reinventarlo se necesita echar a andar la imaginación y buscar nuevas maneras de organizarnos, nuevas maneras de reunirnos, nuevas maneras de hacer la política porque tal como se está haciendo ahorita es una vergüenza.

P.- ¿Y cómo ve la izquierda mexicana?

L.E.- Bueno, me duele mucho ver como está, me duele mucho ver la división y que realmente el partido que tanto tiempo y tanto esfuerzo tomó está agonizando. Hay gente muy valiosa todavía en la izquierda, pero lamentablemente el movimiento está disperso, y creo que mas bien ahora lo que corresponde es a la sociedad cívica organizarse, y no estar esperando que sea un partido el que vaya a salvar la situación, como nosotros hicimos ese partido que no funcionó y que ahorita está en la peor crisis de su historia, yo creo que podemos encontrar nuevas maneras, a lo mejor ya ni siquiera estamos en los partidos, somos nosotros los que vamos a decir cómo nos vamos a organizar y quién cómo y a qué hora va a sembrar  y como vamos a distribuir, porque el gobierno ya vimos que no lo va hacer, tenemos que buscar otra manera. Lo que me llena de esperanza es que la gente se está organizando y está tomando conciencia, eso me llena de esperanza.

P.- Y la militarización del país, ¿usted cree que es la solución al problema del narcotráfico?

L.E.- Yo creo que no, es como darle una aspirina a un enfermo de cáncer, la enfermedad no es esa, no es el narcotráfico, ese es solo un síntoma de una descomposición social, de una corrupción. Entonces no es reprimiendo, ni con la entrada del ejército que se va a acabar con el narcotráfico. La salida sería la legalización pero obviamente no lo van a hacer nunca mientras Estados Unidos no les diga ya háganlo, y Estados Unidos no lo va hacer hasta que ellos controlen la producción, ellos se van a convertir en los grandes productores porque son los grandes consumidores, pero mientras para ellos es necesario este tráfico. Yo creo que hay muchas preguntas que de pronto nadie ahora, si Estados Unidos es un país tan desarrollado que puede darle a su población un gran nivel de bienestar  yo me pregunto por qué el pueblo norteamericano no quiere estar dentro de su cuarto rosa de bienestar material que le ofrecen, ellos están viendo como todos se van a no sé dónde pero no quieren estar concientes y es un escape colectivo tremendo ante un sistema. Ahora, aquí a mí me duele mucho que la gente emigre ante la imposibilidad de no tener el mínimo, de donde alimentarse, de tener el mínimo de bienestar, pero de nada resuelve que un gobierno reprima, lo único que resuelve es que les demos la oportunidad de ser algo más, de ellos también decidir qué destino quieren, quiénes quieren ser. Hay alguien que de pronto ya decidió que yo voy a ser narcotraficante, o que yo voy a ser inmigrante o que yo voy a ser maquilador, discúlpenme pero eso no me gusta, o sea yo puedo escribir mi propio guión y puedo convertirme en un sujeto y en un ente actuante de otra manera, y cómo lo descubro, a través de la educación, no hay de otra, tenemos que llegar al último rincón con un proyecto cultural que le permita a la gente pensar...

P.- Bueno, Laura Esquivel, le agradecemos muchísimo que nos haya recibido en su despacho y que haya hecho en un alto en sus actividades...

L.E.- De nada, ha sido un placer charlar con ustedes.

P.- ¿Quiere decirle algo a sus lectores argentinos?

L.E.- Pues que me encanta la idea de que me lean hasta allá. Yo adoro Argentina, es un pueblo maravilloso, pues les mando un saludo muy cariñoso, muy afectuoso y a ustedes mil gracias por ser ese puente...

Notas

* Esta entrevista se realizó el 18 de mayo de 2010 en el despacho de la Dirección de Cultura de Coyoacán, Distrito Federal.