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Cuadernos del CILHA

versión On-line ISSN 1852-9615

Cuad. CILHA vol.14 no.2 Mendoza dic. 2013

 

DOSSIER

El relato de viaje moderno: ¿posmodernidad escondida?

Modern Travel Writing: Hidden Postmodernism?1

 

Carolina Depetris

Universidad Nacional Autónoma de México
depetris@humanidades.unam.mx

 

Recibido: 5/IX/2013
Aceptado: 8/IX/2013

 


Resumen: Este artículo tiene por objeto analizar cómo el cruce de discursos de estatutos y epistemologías diferenciadas es un rasgo claro de posmodernidad que, en el género del relato de viaje, estaba ya presente en plena modernidad. Me centraré para demostrar este supuesto en Voyage pittoresque et archéologique dans la Province de Yucatán, texto que testimonia una empresa arqueológica y etnográfica realizada entre 1832 y 1836 por Frédéric de Waldeck, viajero nacionalizado francés, en el área maya. Analizaremos cómo Waldeck intercala en este texto estrategias propias del hacer literario en un discurso que insiste en su valor científico.

Palabras claves: Relato de viaje; Ciencia; Literatura; Yucatán.

Abstract: The purpose of this article is to analyze the way in which the interaction between the discourses of statutes and differentiated epistemologies becomes a clear feature of postmodernism. This characteristic, regarding travelwritings, was already present in full modernism. In order to demonstrate this assumption I shall focus on Voyage pittoresque et archéologique dans la Province de Yucatán. This text is a testimony produced by an archeological and ethnographic enterprise. It was carried out in he Mayan area between 1832 and 1836 by Frédéric de Waldeck. We shall examine how, in this text, Waldeck interpolates typical strategies of literary work into a discourse which insists upon its own scientific value.

Keywords: Travel writing; Science; Literature; Yucatán.


 

En un momento fundamental del afianzamiento de la razón moderna, en el momento en que todo el pensamiento filosófico cambia los modos metafísicos de cuestionar el ser por un orden epistemológico de abordar el ser, cuando se comienza, en definitiva, metódicamente a pensar el pensar y a conocer los complejos mecanismos del conocer, aparece con insistencia la literatura entrecruzada con discursos propios de lo que entonces se denominaban ciencias "morales" y "naturales". Enormes y sistemáticos tratados y enciclopedias sobre el mundo y los seres que lo habitan remarcan en la Ilustración su robusta vocación cognitiva y pedagógica. En esta empresa lo literario aparece como una herramienta valiosa para quitar aridez a las largas explicaciones y amenizar los pesados discursos que pueden, con este soporte, contar con una recepción más amplia. Lograr unir lo bello con lo útil es el eslogan moderno de los ámbitos del saber humano que procuran, con el fin de conducir a la humanidad hacia el progreso que el uso adecuado de la razón dicta, no sólo enseñar sino "enseñar deleitando"2. Esta es, por ejemplo, la opinión del Coronel Jackson en "On Picturesque Description in Books of Travels", quien considera fundamental la inserción de descripciones pintorescas en los tratados de geografía:

Indeed geography, as a science, has the disadvantage common to all other sciences, of being, when abstractly treated, dry and uninteresting to all but those who love it for itself; and it would, therefore, like all other sciences, be cultivated but by a very few, were it not associated with attractive accesories; of which the principal is picturesque description (1835, 381)3.

Sin embargo, en la convivencia moderna entre ciencia y literatura esta última tiene, al cabo, una importancia auxiliar. En la larga tradición estética y filosófica occidental lo meramente deleitable ha cargado con una valoración dudosa frente a un uso sistemático de la razón, de modo que lo realmente sustantivo no será afianzar lo agradable sino ampliar los campos del saber. Esto aplica, incluso, para la misma literatura que con autores como Chateaubriand, Sue, Scott, Cooper o Dumas procura trascender la mera construcción ficcional de una novela para transmitir a sus lectores enseñanzas de orden moral. En el prólogo de una obra paradigmática del XVIII como es Les liaisons dangereuses, se lee: "El mérito de una obra se compone de su utilidad o del agrado que procura, o de ambas cosas cuando es capaz de reunirlas; pero el gustar […] a menudo depende más de la elección del asunto que de la ejecución" (2009, 28); y la elección del tema, como aclara poco más adelante Choderlos de Laclos, tiene que "hacer un servicio a la moral" (2009, 29). Lo que opera aquí, creo, es el germen de un rasgo que la posmodernidad luego hará suyo: el entrecruzamiento discursivo y, con ello, el de las matrices epistémicas que soportan y definen esos discursos. Lo cierto es que tanto en la modernidad como en la posmodernidad, cuando rasgos literarios ingresan en discursos de estatuto no estético, surgen problemas. Caso paradigmático: los relatos de viaje, escritos à la page en los siglos XVIII y XIX que están, desde siempre, constituidos por una sutil convivencia entre ciencia y literatura.

Naturaleza literaria del discurso científico

Un relato de viaje, según lo entiende Todorov de manera, a mi juicio, muy atinada, está definido por una sobreimpresión de registros verbales que tiene al discurso autobiográfico por un lado y al científico por otro:

La primera característica importante del relato de viaje, tal como lo imagina -inconscientemente- el lector de hoy, me parece que es una cierta tensión (o cierto equilibrio) entre el sujeto observador y el objeto observado. Esto que designa, a su manera, esa denominación, "relato de viaje": relato, es decir narración personal y no descripción objetiva; pero también viaje, un marco, pues, y unas circunstancias exteriores al sujeto. Si sólo figura en su lugar uno de los dos ingredientes, nos salimos del género en cuestión para meternos en otro […]. El límite, por un lado, es la ciencia; por el otro, la autobiografía; el relato de viaje vive de la interpenetración de los dos (1993, 99).

En los relatos de viaje, la botánica, la geología, la geografía, la arqueología, la antropología y la etnología son las ramas de saber que más están presentes. Dentro de este corpus entiendo que es la etnografía la disciplina más estrechamente emparentada con el relato de viaje porque comparten rasgos y funciones constitutivos4: primero, en ambos opera un desplazamiento en el espacio que va desde el "hogar" o centro ontológico gravitacional hacia un espacio ajeno del que se regresa; en síntesis, ambos están definidos por un viaje5. Segundo, en ambos discursos hay una insistente acentuación retórica de los índices de anclaje factual de la experiencia viajera. Estos índices revelan una hipervaloración de la imparcialidad del testigo que refleja, a su vez, una rutina de razonamiento de orden inductivo. Y tercero, el componente enunciativo definido por el carácter autobiográfico del discurso, esto es: el testimonio. No son otros los pilares sobre los que se apoya el conocimiento científico en plena modernidad: la retracción del sujeto frente al objeto en la relación cognitiva y el valor de una experiencia directa de lo cognoscible que se traduce en el abandono de un sistema deductivo de razonamiento por uno inductivo6. Sin embargo, en la etnografía, al igual que en un relato de viaje, el carácter autobiográfico del testimonio no es, como ocurre con las demás ciencias, disimulado.

En el marco de la antropología y también muy en la línea crítica de la historiografía de base narrativa que analiza Hayden White, la etnografía es una de las disciplinas científicas que más ha cuestionado y reflexionado sobre la condición literaria que encierra su epistemología. En "Las etnografías como textos", George Marcus y Dick Cushman, ambos profesores universitarios en Estados Unidos y representantes de lo que se denomina "meta-etnografía" o "meta-antropología"7, contraponen a las etnografías "realistas" las "experimentales", entendiendo por estas últimas aquellas

que integran, en sus interpretaciones, una preocupación epistemológica explícita por la forma en que se han construido tales interpretaciones y en que se las representa textualmente como discurso objetivo sobre los sujetos entre los cuales se ha introducido la investigación (2003, 172)8.

La toma de conciencia de que un discurso científico no es sólo el resultado de un hacer metodológico específico sino también de una representación de base lingüística complica cada uno de los principios de las corrientes etnográficas de naturaleza objetiva-realista: procurar alcanzar explicaciones totales y expresar generalidades; la neutralidad del científico a la hora de observar y escribir lo observado; insistir en el valor del carácter experimental que conlleva el trabajo de campo y, en consecuencia, acentuar la ilusión de que es el punto de vista del nativo el que se está expresando en el texto sin mediación (Marcus y Cushman 2003, 186 y ss)9. La etnografía "experimental", la etnografía al cabo posmoderna se diferencia de la realista o moderna porque asume que su autenticidad y plausibilidad epistémicas se traducen en un problema de orden retórico: la asunción de que el científico define en su texto una organización narrativa que, al mismo tiempo, lo define a él como enunciador y como sujeto del enunciado.

Ocurre también que la crisis epistemológica que se ha suscitado en la antropología, en la historiografía, en la etnología posmodernas parte de la conciencia profunda de un orden de saber de naturaleza imperialista muy ligado al auge de los relatos de viaje y que, a partir de los años 60 del siglo pasado, se torna ya insostenible. No voy a discutir aquí si este postulado sustentado básicamente por la crítica poscolonial se ha mantenido políticamente en el siglo XXI; lo importante es, creo, comprender que sus derivaciones críticas han sido sumamente fructíferas porque reflejan la conciencia de que un orden discursivo (que refiere, a su vez, una estructura cognitiva) apoyado en una noción muy jerarquizada de autoridad es susceptible de debilitarse si se asume la posible existencia de otro orden de discurso dialógico y abierto a la heteroglosia10. La era posmoderna, la era poscolonial, a través del dialogismo11 y de la convivencia de diferentes voces con igual derecho al uso de la palabra, torna imposible obliterar el hecho de que conocer a otro sea, en realidad, resultado de un proceso de interpretación, escritura y representación de uno mismo: "la gente -sostiene Clifford- interpreta a los otros y se interpreta a sí misma" (2003, 142). Sucede, entonces, que cuando un testimonio codificado en una determinada estructura de saber sobre otros deviene narración, arrastra inevitablemente fuertes marcas autobiográficas y, como bien señala Lejeune, "una autobiografía no es un texto en el que alguien dice la verdad de su vida, sino un texto en el que ese alguien dice que dice la verdad" (2012, 83). El deslizamiento de un sentido de verdad "evidente" afianzado en un uso específico de metodologías hacia construcciones susceptibles de ser tomadas como verdades es un síntoma muy problemático de posmodernidad que está presente en las ciencias, especialmente en las sociales, y que debe mucho a la literatura. Si atendemos, entonces, al problema de la sobreimpresión discursiva propia de nuestro tiempo desde un género híbrido como es el relato de viaje podemos comprender que la reflexión epistemológica de la posmodernidad trae a discusión una quaestio que circulaba ya en plena modernidad. Incluso más: podemos ver que en la última Ilustración y en todo el siglo XIX las reglas del hacer literario pusieron este problema -de forma, sí, tangencial- en discusión. Para profundizar en este supuesto voy a tomar el caso de un viajero de origen incierto, austríaco o checo tal vez pero nacionalizado francés, que llega a México en 1825 y viaja para explorar las ruinas de Palenque y Uxmal entre 1832 y 1836, Jean Frédéric Maximilien de Waldeck12. De esta experiencia deja un testimonio que titula Voyage pittoresque et archeologique dans la province d'Yucatan pendant les années 1834 et 1836, publicado en París en 183813.

El viajero moderno

Frédéric de Waldeck no era, estrictamente hablando, un "explorador" como se calificaba a los arqueólogos en aquella época. Tampoco era un científico; era, en realidad, un excelente dibujante y pintor que se jactaba de haber sido discípulo de David y Prud'hon. Y también era, a juzgar por el testimonio que deja en el libro de Mary Darby Smith, Recollections of two distinguished persons: la Marquise de Boissy and the Count de Waldeck (publicado en 1878), el hábil constructor de una personalidad asombrosa. En sus conversaciones con Smith, pláticas que comienzan cuando Waldeck tiene 101 años, destacan numerosos sucesos notables. Muchos aparecen en una esquela publicada en "London Illustrated News" después de su muerte:

It was mentioned that the famous centenarian, Count Jean Frédéric Waldeck, died at Paris on the 29th ult. Descended from an old Prague family, he was born on March 16, 1766. In 1785 he went to the Cape with Levaillant, and made explorations in Southern Africa. Returning to Paris in 1788, he studied painting under David and Prudhon, joined the Italian Expedition as a volunteer, in 1794, and was present at the siege of Toulon, afterwards following the army to Egypt as a civilian. Resolving not to be included in the capitulation, he started from Assouan with four companions, and crossed the Desert on Dongola. Fatigue and sickness carried off his four companions, but after four months' privations and dangers he reached the Portuguese settlements. In 1819 he was with Lord Cochrane in Chili. He afterwards made archaeological explorations in Guatemala, then settled in London, and in 1822 lithographed Captain del Rio's sketches of the ruins of Palenque and Chiapa. Suspecting, however, the accuracy of these drawings, he went as engineer to the silver-mines of Italpuxahua (sic), but soon threw up the appointment and visited South American ruins and antiquities. He was at first encouraged by the government, and spent three years in studying the ruins, fauna and flora of Palenque, but was deprived by Santa Anna of the greater part of his drawings and MSS. Returning to France, he sold the remainder of his Palenque drawings to the government, and their publication was commenced in 1863, he himself lithographing them. In the Salon of 1869 he exhibited two archaelogical pictures, entitling them Loisir du Centenaire. He recently celebrated his 109th birthday (en Smith, 95 y s.)14.

A estos avatares hay que sumar otros que transmitió a Smith: acompañó a Napoleón en su campaña a Egipto no como civil, según dicta la esquela, sino como savant; cenaba frecuentemente con el rey George III; fue compañero de hospedaje de Lord Byron en Escocia; conoció a Beau Brummel, al conde d'Orsay, a Robespierre, a Marat y a María Antonieta, a quien visitó cuando estaba en prisión y de quien deja un retrato15.

Claude Baudez, en Waldeck, peintre. Le prémier explorateur des ruines mayas, hace referencia al historiador Howard Cline quien se ocupó de verificar la información sobre las aventuras de nuestro viajero. En 1785, año en que Waldeck sostiene haber viajado con Le Vaillant16, no hay registro de que el naturalista partiera a ningún viaje; muy por el contrario, regresó de uno. No aparece su nombre en la lista de personas que visitaron a María Antonieta en la cárcel, no está registrado entre los alumnos de David y Prud'hon, no figura tampoco en la expedición a Egipto. Es probable que fuera a Chile con Cochrane y que de allí pasara a Perú pero no lo es que llegara a Honduras y Guatemala inmediatamente después. En síntesis, los primeros 59 años de vida de Waldeck antes de llegar a México están plagados de sucesos notables pero de veracidad dudosa. Ya en México, donde llega en 1825 huyendo de una situación económica muy precaria y dejando a su familia instalada en Londres, realiza numerosos trabajos (es, por ejemplo, ingeniero en una mina, ofrece espectáculos de fantasmagoría, hace litografías, canta en óperas y decora muchas de ellas) hasta que consigue vender al gobierno mexicano una empresa científica: viajar a Palenque para obtener noticias e imágenes fiables de la región. El Registro Oficial del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, con fecha del 14 de noviembre de 1831, deja constancia de la oferta que Waldeck hace al gobierno: "una expedición científica a los Estados de Yucatán y Chiapas, con el interesante objeto de hacer descubrimientos a que convidan las preciosas antigüedades en que abunda aquel suelo"17. Desde su origen, la empresa de Waldeck lleva el rótulo de "científica". En una carta dirigida ala Société de Géographie de Paris fechada en Filadelfia el 8 de agosto de 1832, el cónsul general de Francia en América Central, M. Cachelet, anuncia que "l'expédition scientifique" de Waldeck había salido de Veracruz el 5 de abril de ese año y para agosto ya estaba rumbo a Palenque desde Tabasco. Sostiene además el cónsul que gracias a este viaje se obtendrían "des faits plus positifs sur ces ruines mystérieuses" (Cachelet 1832, 189 y s.).

Esta condición "científica" del viaje de Waldeck empata con un premio convocado por la Société de Géographie de Paris en 1826 para quien aportara noticias y "vistas pintorescas" de la región mayanse, premio que él espera ganar18. Esta zona de América Central era, en los primeros años del siglo XIX, uno de los grandes misterios históricos de la humanidad: ¿cuál era el origen de la civilización que había dejado tan espléndidas construcciones? Años antes Carlos III, quien a la sazón, siendo rey de las dos Sicilias entre 1734 y 1759, había impulsado también las excursiones arqueológicas en Herculano y Pompeya, había comenzado a enviar algunas expediciones a la zona de Palenque, siendo la primera la de José Antonio Calderón. El carácter arqueológico de estas expediciones queda manifiesto en el "Oficio de José de Estachería a José Antonio Calderón", fechado en Guatemala el 28 de noviembre de 1784:

[ . . .] prevengo a VM que sin perdida de momento me informe de todas aquellas circunstancias que sirvan al previo conocimiento que necesito para formar idea del metodo, reglas, è instrucciones sobre qe. debo providenciar una exacta revision de todo aquel lugar, para la coleccion de los monumentos, epgrafes, inscripciones, estatuas y demas piezas qe. indiquen mas clara, y proximamente la antiguedad, particularidades, y fundacion de aquella Ciudad (en Caballero Carro, 1992: 78).

Para el momento en que la Société de Géographie convoca el premio, las noticias sobre la zona maya continúan siendo muy escasas en Europa y persistía sin solución el misterio de cuál era el origen de los edificios que allí se encontraban en ruinas y el origen de la civilización que los había construido19. Dilucidar este enigma es, precisamente, lo que promueve la convocatoria al premio y es, en consecuencia, el incentivo para la expedición de Waldeck por Yucatán.

Su viaje a Palenque y a Uxmal, que comienza el 12 de mayo de 1832 cuando él tiene 66 años, tiene un objetivo cognitivo claro que, en fondo y forma, empata con el dictum ilustrado. El viajero ilustrado, viajero "moderno" por antonomasia, es científico y por "científico" debemos comprender aquí a quien, siguiendo los principios epistémicos que relevamos más arriba, procura alcanzar explicaciones abarcadoras que redundan en un mayor progreso benéfico para la humanidad. A partir de Essay sur les moeurs (1756), libro en donde Voltaire seculariza la historia de la humanidad y la desprende, además, de historias dinásticas para abordarla en término de civilizaciones, el problema de "pensar el pasado" de los hombres y sus sociedades comienza a formar parte de todo un programa de análisis crítico que durante los siglos XVIII y XIX irá de la mano del desarrollo de la filosofía de la historia y que, desde esta plataforma, comenzará a cuestionar y a indagar sobre el "ser histórico", sobre el origen y destino de la historia y cómo se desarrollan los procesos históricos. Preguntas tales como si es la humanidad el sujeto de la historia o son los individuos en su particularidad, si lo son las distintas culturas y civilizaciones, si hay una norma o ley constante que sigue el devenir del sujeto histórico en las diferentes épocas, si el paso del tiempo que define toda historia se concreta en la idea de progreso, si este progreso tiene una finalidad positiva o negativa, subyacen en la episteme de los viajeros ilustrados. Las grandes empresas colonizadoras y exploratorias de esta época como son, por ejemplo, la campaña a Egipto de Napoleón o el viaje de Humboldt por América, están relacionadas al gran proyecto filosófico ilustrado de encontrar explicaciones abarcadoras sobre la historia total de la humanidad, propósito que no sólo pretende proyectarse hacia tiempos cada vez más pretéritos sino encontrar en ese pasado el origen de un futuro esplendoroso marcado por una idea secularizada de modernidad y progreso. Esta idea descansa, en su origen, en el modelo epistémico de la historia natural ilustrada y es esta disciplina como estructura de conocimiento en el siglo XVIII, junto con la literatura de viajes, lo que produjo en la Ilustración, según opinión de Mary Louise Pratt, una conciencia eurocentrada global, una conciencia "planetaria" (1997: 23)20. Concretamente habla Pratt de la incidencia del Sistema Naturae de Linneo, un sistema donde todas las formas vegetales y animales del planeta podían, según su estructura, categorizarse (esto es: describirse, comprenderse y explicarse) jerárquicamente21. Esta estructura que subyace en cada ser viviente demuestra que existen parentescos cercanos en seres de regiones distantes, y esta consideración ecuménica del mundo animal y vegetal (que incluye también al ser humano) se refleja en una taxonomía de lenguaje supranacional: el latín. El latín es la lengua que permite sistematizar globalmente la naturaleza y esta clasificación total de los seres vivos desde una taxonomía compacta pero de amplia proyección, es lo que abonó la "conciencia planetaria de los europeos", su visión totalizadora de la humanidad, como sostiene Pratt (1997: 61)22. Este orden de pensamiento que impulsa el sistema de la naturaleza de Linneo está en la base de los enormes tratados y enciclopedias de la Aufklärung que los viajeros europeos ilustrados consultaron acerca de las civilizaciones lejanas que se disponían conocer.

Hay en la modernidad, entonces, la certidumbre de la existencia de un continuum en el mundo en donde los hechos históricos, de igual modo que los seres naturales, sólo devienen lo que son, sólo adquieren su rasgo distintivo o su carácter en tanto reposan en una estructura común. En esos años, la etnografía igualará a las distintas personas de una cultura en un sujeto genérico abarcador y la gramática comparada buscará familias de lenguas que compartan sistemas gramaticales análogos. En esta consideración planetaria de lo existente es, precisamente, donde descansa toda la indagación científica de Waldeck en tierras mayas: sus enredadas derivaciones filológicas que le permiten emparentar la lengua maya con la hebrea e hindú, sus observaciones naturales donde, usando la taxonomía de Linneo, asocia una lagartija vista en Uxmal con otra que habita en la India, y sus complicadas teorías en torno a un probable origen oriental de los mayas23. Resulta, entonces, muy significativo leer un apunte previo a su viaje a México en uno de sus diarios. Allí Waldeck anota que ha recibido dos cajas con 26 libros que lo acompañarán en su aventura americana y, entre ellos, menciona De l'esprit des loix, de Montesquieu24, un volumen de la Histoire naturelle, générale et particulière, de Buffon dedicado a los reptiles, 14 volúmenes del Dictionnaire philosophique, de Voltaire y 15 volúmenes de la Encyclopédie de Diderot y d'Alembert25. El conjunto es notable y, sin duda, revelador.

De la ciencia moderna a la literatura como problema

En su libro Voyage pittoresque et achéologique, Waldeck declara que su expedición tiene por objetivo "el examen y la reproducción rigurosa de las ruinas de la América Central" (1996, 46). Cómo realiza ese examen es algo que explicita de manera fragmentada a lo largo de su relato pero que, condensado, se corresponde enteramente con los modos de hacer de la ciencia ilustrada: la observación que lleva a cabo en las zonas arqueológicas es imparcial y testimonial, y la información recabada es procesada por medio de un razonamiento lógico inductivo aplicado a dos campos del saber en boga en esos años: la filología y la arqueología. Cito estos fragmentos:

Si todos los viajeros que han recorrido el Nuevo Mundo hubiesen sido tan escrupulosos; si hubiesen requerido, como yo, no formular un juicio sobre los hombres de una comarca o sobre un hecho después de imparcial y madura observación, no tendríamos tantas obras mentirosas y ridículas (1996, 150).

Se necesitó de un hombre que no se las da de ser sabio, pero que está penetrado de la utilidad de sus investigaciones y de sus observaciones, se decidiese […] a recorrer los lugares cuya descripción había leído en los autores españoles y sus copistas. ¡Cuánto me felicito hoy por no haber creído en la fidelidad de los dibujos de Del Río […] como tampoco en la veracidad de Cogolludo! (1996, 167).

No se puede razonar más que por inducción, apoyándose, por una parte, sobre el conocimiento de los idiomas que han llegado hasta nosotros, y por otra, sobre los restos monumentales que nos quedan (1996, 130).

La reproducción gráfica de esa información, a su vez, debe estar sometida a "la más escrupulosa exactitud" (1996, 46). De esta manera, una observación imparcial y directa, un procesamiento de datos que va de lo particular a lo universal, y una reproducción de dicha observación en imágenes exactas y fieles, son los tres principios metodológicos que Waldeck esgrime para defender y promocionar la condición "científica" de su testimonio.

Ruinas de Uxmal. Dibujo de Waldeck

A pesar de este propósito cognitivo tan aludido, Waldeck decide estructurar su relato en torno a tres componentes temáticos: uno es el científico (arqueológico), otro es el etnográfico, que tiene como eje organizador el interés curioso por los modos y costumbres de las sociedades yucatecas que visita, y un tercero que, en síntesis, constituye el relato de una serie de sucesos que le ocurrieron en su viaje. Con este último componente decide comenzar su libro y esto, en un texto con pretensiones de cientificidad y que tiene este objetivo cognitivo reiteradamente evocado, es llamativo. Pienso que pudo, por ejemplo, haber comenzado con la exposición de un estado de la cuestión acerca de las antigüedades mexicanas mucho más minucioso del que zanja en su introducción y que, por lo que se desprende de sus diarios, él había examinado de manera prolongada y minuciosa26. ¿Por qué Waldeck decide incorporar a Voyage el relato de unos sucesos que lo tienen a él por protagonista pero que no mantienen conexión alguna aparente con el objetivo de su viaje? Todavía más: ¿por qué decide comenzar su libro con estas historias?  

Rivas Nieto señala que una característica retórica de los relatos de viaje ilustrados es que en ellos impera un estilo directo, claro, libre de cualquier señal de artificio literario o lucimiento estético (2006: 151). Pierini matiza esta aseveración: sostiene que en el siglo XVIII el género del relato de viaje aparece ya incorporado a la literatura y esto hace que, además de informar, un texto de este tipo atrape (o deba atrapar) la atención del lector por medio de descripciones exóticas, anécdotas ilustrativas, escenas costumbristas y pintorescas que exciten la fantasía de los receptores. Pero apunta que los elementos literarios deben estar supeditados a la función informativa (lo bello, en los términos expuestos al comienzo de este trabajo, debe estar siempre supeditado a lo útil). Voy a repasar, entonces, los sucesos de viaje con los que Waldeck decide comenzar su libro, ver cuál es la carga semántica que tienen, su funcionalidad retórica y el papel que asume nuestro protagonista en ellos porque aquí, estimo, está concentrado el elemento literario y, por ende, problemático de su escrito.

Trayecto del viaje de Waldeck por la Península de Yucatán

El libro comienza situándonos el 5 de diciembre de 1833 en el pueblo de Frontera, actual estado de Tabasco, muy cerca de donde Cortés fundó en 1519 la villa de Santa María de la Victoria, primera población española en México. Todo el curso del río Grijalva está invadido por el cólera. Este acontecimiento impide a Waldeck regresar a las ruinas de Palenque, de donde había salido enfermo dos meses después de su llegada27. Quiere proseguir con sus estudios pero no consigue llegar a la zona debido a que se ha establecido un cordón sanitario. Planea, entonces, seguir rumbo cuanto antes a Campeche para escapar de la epidemia. Del 1 al 6 de diciembre, día en que puede finalmente embarcarse, Waldeck está prisionero en un pueblo sumergido en la peste, rodeado de muerte. Ya a bordo del barco pero sin poder zarpar hasta el día 8, su "espíritu" está sometido al "recuerdo de las escenas fúnebres de que acababa […] de ser testigo" (1996: 52).

El viaje en barco a Campeche está teñido de nuevos peligros y sucesos extraños desde su origen: al zarpar, el barco casi naufraga por tocar fondo nueve veces. Luego, el día 12, "un inmenso meteoro, venido del este, pasó sobre nuestras cabezas y haciendo explosión de repente dejó escapar de sus flancos, con el ruido de un trueno, regueros luminosos que producían el efecto de candelas romanas" (1996: 52). Llegan el 15 a Campeche pero, desde un bote, el Consejo de Sanidad les ordena volver sobre su rumbo "so pena de ser despiadadamente cañoneados" (1996: 52). Sin agua y sin víveres, deben regresar a Tabasco. "La posición, dice Waldeck, era cruel" (1996: 53). El viaje de retorno era un viaje hacia la muerte, sin agua ni comida para la travesía y, además, en medio de una tempestad:

Rechazados en Campeche, la muerte quizá nos aguardaba en Tabasco, y para llegar a la ciudad infectada era necesario desafiar la tempestad que se formaba sobre nuestras cabezas, y cosa cien veces más horrible soportar el suplicio del hambre (1996: 53).

La única solución ante tamaño apuro la propone Waldeck al capitán: ir costeando para bajar durante la noche a tierra y proveerse de agua y alimento, empresa riesgosa ya que eran perseguidos por una chalupa con veinte soldados que tenían orden de no dejarlos desembarcar. Así y todo, deciden varar cerca de Champotón y aquí Waldeck se ocupa solo (esto lo puntualiza) de hacer frente a los soldados mientras los demás se nutren de víveres en un rancho vecino. Y añade:

[…] sabía que estos últimos [los veinte soldados] eran muy torpes y muy lentos para cargar; en consecuencia, yo podía, con mi fusil Robert, matarlos antes de que tuviese tiempo de hacerme ningún mal […]. Sólo un golpe de audacia podía salvarnos, y me había yo resuelto a él atrevidamente (1996: 53).

Desembarcan sin mayor incidente, los soldados hacen fuego desde muy lejos, consiguen juntar provisiones y volver a bordo sin problemas. No fue necesario, realmente, entablar un combate al que, aclara Waldeck, "por lo demás, yo no temía, seguro como estaba con mi arma" (1996: 54). Inmediatamente, en una breve digresión, puntualiza: "todo viajero gusta de recordar las circunstancias en las cuales ha dado pruebas de sangre fría" (1996: 54). 

Regresan a Frontera asolado por el cólera y habitada sólo por el terror: "las calles estaban desiertas y silenciosas; el espanto y la desesperación hacían mudo a este pobre burgo" (1996: 54). Ya expandida la peste, Waldeck decide viajar a San Juan Bautista, la actual ciudad de Villahermosa, para lograr obtener un certificado de buena salud que le permitiera seguir viaje a Palenque, pero lo que encuentra allí no sólo es la epidemia recrudecida sino también una guerra civil a punto de estallar que tenía al gobernador Santiago, duque de Estrada, y al inspector de la milicia, Nicolás Maldonado, por rivales. La lucha, que Waldeck define como una farsa, lo coloca, no obstante, en un escenario de tensión política que estallaría dos meses después de su llegada, cuando Maldonado decide atacar la ciudad. Junto con dos amigos que allí habitaban, Waldeck, en su calidad de "antiguo militar", toma el mando de la plaza (la casa de sus amigos que ofrecía un bastión bastante sólido) y se prepara "a mostrar serenidad ante el enemigo" (1996: 61). Entretanto, el cólera "azotaba más mortífero que nunca" (1996: 62). La situación era crítica: "de un lado la perspectiva de caer en manos de un enemigo que no nos daría cuartel; del otro, la probabilidad de sucumbir a la enfermedad" (1996: 62). El ánimo de Waldeck decae y se expresa en una reflexión lúgubre:

Dije adiós con el pensamiento a mi familia y a Europa; después me puse a lamentar que hubiese dejado inconclusos los trabajos emprendidos con ardor y destinados a proyectar nueva luz sobre una parte interesante de América. Pensé en los caprichos de la suerte que después de haberme arrojado sobre tantas playas diversas, me había llevado a la tierra del Nuevo Mundo para hacerme morir en ella, lejos de mi esposa y de mis hijos (1996: 62 y s.).

El 26 de marzo de 1833 Maldonado asalta la ciudad. Waldeck describe la lucha que culmina con la derrota del atacante debido a una manifiesta incapacidad estratégica. Finalmente, restablecida la calma y desaparecido el cólera, el 30 de abril decide no volver a Palenque sino seguir viaje hacia Campeche. Al llegar por fin a Campeche el 6 de mayo, Waldeck abandona la narración de sucesos y entra así en la fase etnográfica de su testimonio.

Mapa de la Península de Yucatán realizado por Waldeck

Narrativamente, esta secuencia de acontecimientos está definida por una imposibilidad: Waldeck quiere regresar a Palenque para poder continuar con su empresa científica pero este deseo es impedido por una serie de acontecimientos puntuales en los que él se ve inmerso: epidemia de cólera, peligro de naufragio, peligro de morir de hambre y sed, y una guerra civil. El rasgo semántico común de estos cuatro acontecimientos podemos sintetizarlos en un peligro mayor, abarcador, que es la muerte. Durante la epidemia de cólera la posibilidad de morir es real, como se desprende del diario AYER MS 1265, fojas 31 y 32, en donde nuestro héroe deja incluso testamento28. No obstante, otros riesgos son exagerados en el relato. No es muy factible morir de hambre o sed en una navegación de cabotaje desde Campeche a Frontera, ni perder la vida en una revuelta civil de poca monta. Pero eso es algo que muy probablemente ignoraran sus lejanos contemporáneos de Europa y es factible, en cambio, que conservaran en la lectura del testimonio aquello que Waldeck destaca: su audacia y arrojo a la hora de sortear las dificultades que se le presentan en tierras lejanas, la pericia que demuestra para librarse de la muerte y su sangre fría ante tamaño enemigo, sangre fría que él mismo asimila a la condición de todo viajero que se precie. Y todo esto en una celosa primera persona de sólidos rasgos superlativos. No es poca cosa, entonces, comenzar un relato, como lo hace Waldeck, con la historia de cómo logró escapar del insistente cerco que le tendía la muerte en tierras mayas.

En términos estructurales, abrir un relato de viaje con la narración de una serie de peligros a los que el viajero se enfrenta y que ponen en riesgo su vida refuerza, sin duda, la atención de sus lectores; es un recurso conocido y útil para asegurar la alta expectativa de la recepción. Pero no lo es tanto contar al comienzo de un relato, y hacerlo en pocas páginas, que el viajero logra sortear esas dificultades con éxito. El suspense que abre estos peligrosos incidentes es rápidamente resuelto, los conflictos cesan, la peripecia se detiene y la atención, en términos literarios, inmediatamente decae. Waldeck parece ratificar en esta apertura del relato de su viaje por Yucatán que se trata de un viaje ilustrado porque la aventura dramática que supone confrontar a la muerte se pierde rápidamente en el desarrollo de su objetivo científico.

Sin embargo, puede también suceder que este comienzo no sea un mero recurso literario mal usado. Estimo que se trata, en realidad, no de un procedimiento narrativo sino de uno descriptivo en donde Waldeck, a través del relato de una serie de sucesos amenazantes, se está componiendo y presentando a sus lectores. Es más, se está presentando no a todos sus lectores sino a sus lectores ideales que no son otros que los diferentes círculos de saber, principalmente el francés, ocupados en temas de anticuaria americana. Esta presentación asume como canal expresivo al viaje mismo porque según haya sido éste, así será el viajero; de modo que una cosa es decir que se viaja para aportar conocimiento nuevo a la humanidad y otra muy diferente decir que se ha puesto en riesgo la vida para aportar conocimiento nuevo a la humanidad. El compromiso es infinitamente mayor y el corolario, en términos epistemológicos, redunda en un refuerzo de la veracidad de las noticias transmitidas porque se infiere que nadie va a poner en riesgo su vida para tomarse el trabajo de falsear las cosas. Si se ha esquivado la muerte es para volver con verdades categóricas porque el compromiso en esa empresa de saber ha sido extremo.

Entonces, si un relato de viaje, y este que estudiamos, está formalmente construido en torno a lo que Lejeune denomina "pacto autobiográfico" porque hay una coincidencia entre autor, narrador y personaje, y si ocurre, tal como señala Bajtin, que esta coincidencia posible a nivel teórico sea impracticable en su puesta en discurso donde tiene que operar, necesariamente, algún tipo de desdoblamiento o distancia para que alguien puede hablar de sí mismo29, este introito aventurero de Waldeck es, en realidad, una estructura literaria por medio de la cual el autor-narrador diseña a un personaje -que es él mismo- para así legitimar toda su empresa de saber. Voyage es un relato de viaje típico porque entrelaza ciencia y literatura pero el cruce discursivo y epistémico resulta ser, al cabo, demasiado apretado. Creo altamente probable que esta sea la razón por la que Waldeck no fue, al cabo, merecedor del premio de la Société de Géographie de Paris, ni tuvo su libro la repercusión y reconocimiento que él esperaba en el ámbito de la anticuaria, ni sus dibujos de las ruinas fueron considerados exactos y valiosos. Tal vez por ello el libro que su amiga Mary Darby Smith le dedica contiene muchas quejas y decepciones de un hombre centenario que se siente incomprendido y menospreciado en una empresa de saber que lo ocupó por más de cuarenta años. En tiempos modernos, un relato de viaje es resultado de una interpenetración de dos discursos de estatuto diferente que necesita, no obstante, de un preciso equilibrio entre ambos para ser contenido por el género al que supuestamente pertenece, delicado equilibrio que, al parecer, nuestro viajero no consiguió. Hoy, sin embargo, podemos comprender que, en el siglo XIX, el sobrepeso literario en un discurso de naturaleza científica puede, más que un error, ser un guiño escondido de posmodernidad en plena modernidad.

Índice de láminas

Lámina 1: Fragmento de "Façade du temple aux deux serpents".Frédéric de Waldeck, Voyage pittoresque et archéologique dans la Province de Yucatán (Amérique Centrale), pendant les années 1834 et 1836. Paris: Bellizard Dufour et Co. 1838. Cortesía del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Lámina 3: "Carte de la province de Yucatan". Frédéric de Waldeck, Voyagepittoresque et archéologique dans la Province de Yucatán (Amérique Centrale), pendant les années 1834 et 1836. Paris: Bellizard Dufour et Co. 1838. Cortesía del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Notas

1. Investigación realizada gracias al Programa UNAM-DGAPA-PAPIIT IG400113.

2. La fórmula es textual en El Registro Yucateco, periódico literario editado en México a mediados del siglo XIX.

3. "Ciertamente que la geografía, tomada como ciencia, tiene la desventaja común a todas las otras ciencias, que es la de resultar, cuando se trata en forma abstracta, árida y nada interesante para todas las personas, excepto para aquellas que la aman por lo que en sí misma representa. En consecuencia, como todas las otras ciencias, sería cultivada solamente por unos pocos si no la adornara con accesorios atractivos, de los cuales el principal es la descripción pintoresca". La traducción es mía.

4. Sigo en parte a Beatriz Colombi en el artículo citado.

5. Me pregunto aquí si no habría que considerar también al tiempo. Hay relatos de viaje como el que veremos aquí, que buscan recomponer el tiempo pretérito de una civilización desaparecida, viajes de imaginación histórica en donde el tránsito temporal es tan importante como el espacial.

6. Ver Depetris 2007, 15 y ss.

7. "Esta orientación se preocupa sobre todo de analizar críticamente los recursos retóricos y 'autoritarios' de la etnografía convencional y de tipificar nuevas alternativas de escritura etnográfica. […] Su objeto de estudio no es ya la cultura etnográfica, sino la etnografía como género literario por un lado y el antropólogo como escritor por el otro" (Reynoso 2003, 28).

8. Las cursivas son mías.

9. Destaco aquí que todos estos principios están igualmente presentes en los relatos de viaje de los siglos XVIII y XIX (ver Depetris 2007, especialmente el capítulo I).

10. Entendido el término en sentido bajtiniano, como un concepto que refiere lo opuesto a las tendencias significantes y hermenéuticas centrípetas y homogeneizantes.

11. También en el sentido que Bajtin le atribuye al término, como opuesto a una concepción monológica y descontextualizada del lenguaje.

12. Waldeck es un viajero excepcional por tardío: llega a México con 59 años y regresa a Francia con 70. Muerte en Paris a los 109 años.

13. Uso, para este trabajo, la edición en español citada en la bibliografía. No he logrado aclarar el motivo por el que Waldeck decide modificar en el título de su libro las fechas de su viaje ni he acertado hasta el momento con una conjetura probable.

14. "Se mencionó que el famoso centenario, el Conde Jean Frédéric Waldeck, murió en Paris el día 29 del mes pasado. Descendía de una antigua familia de Praga y había nacido el 16 de Marzo de 1766. En 1785 viajó al Cabo de Buena Esperanza con Levaillant e hizo varias exploraciones en el sur de África. Luego de regresar a Paris en 1788 estudió pintura bajo la dirección de David y Prudhon; se unió en 1794 a la Expedición Italiana como voluntario y participó del sitio a Toulon, siguiendo después al ejército hasta Egipto en calidad de civil. Resolviendo no quedar incluido en la capitulación, partió desde Assouan con cuatro compañeros y cruzó el desierto en Dongola. El agotamiento y las enfermedades terminaron con la vida de sus cuatro compañeros, pero luego de cuatro meses de privaciones y peligros, él logró llegar a los asentamientos portugueses. En 1819 estuvo en Chile con Lord Cochrane. Con posterioridad llevó a cabo exploraciones arqueológicas en Guatemala, luego se estableció en Londres, y en 1822 realizó unas litografías de los bosquejos de las ruinas de Palenque y Chiapas hechos por el Capitán del Río. Desconfiando, sin embargo, de la veracidad y exactitud de estos dibujos, viajó como ingeniero a las minas de plata de Italpuxahua (sic), pero muy pronto abandonó este encargo y viajó para visitar las ruinas y antigüedades de Sudamérica. En un principio obtuvo el apoyo del gobierno y pasó tres años estudiando las ruinas, la flora y la fauna de Palenque, pero Santa Ana lo despojó de la mayor parte de sus dibujos y manuscritos. Regresó a Francia y allí le vendió al gobierno el remanente de sus dibujos sobre Palenque. Su publicación comenzó en 1863, habiendo realizado él mismo el trabajo litográfico correspondiente. En el salón de 1869 exhibió dos cuadros arqueológicos titulándolos Ocio del Centenario. Recientemente celebró su centésimo noveno cumpleaños". La traducción es mía.

15. Ver Smith 1878: 63 y s., 76.

16. Ver Smith 1878: 80.

17. Citado en Mestre Ghigliazza, 1996: 29.

18. Ver "Cinquième prix", 1826: 595-596.

19. Ver Depetris 2009.

20. La historia natural sigue, a su vez, el modelo de la física moderna que había logrado extraer de la experimentación y del análisis de fenómenos particulares leyes generales (ver Foucault 1993: 126). Al hablar del sistema de la naturaleza Pratt, en su libro, se apoya, entre otras fuentes, en Foucault.

21. Cada ser de la naturaleza, según Linneo, puede ser afectado por cuatro variables que conforman su "estructura": la forma de los elementos, la cantidad de esos elementos, la manera en que se ubican en el espacio los unos con relación a los otros, y la magnitud de cada uno (ver Foucault 1993: 134).

22. Pratt insiste en que esta conciencia planetaria no es esencialmente global, sino europea: "Como constructo ideológico, la sistematización de la naturaleza representa al planeta apropiado y reorganizado desde una perspectiva unificada, europea" (1997: 73).

23. Es importante aquí señalar que esta consideración global de las civilizaciones es con frecuencia una mera fórmula retórica insoslayable en el buen hacer del viajero, ya que suele entrar, como en el caso de Waldeck, en fuerte contradicción con el impulso imperialista que arranca en la segunda mitad del XVIII. Waldeck sustenta toda la aproximación a Yucatán en esta episteme universalista pero siempre marcando las pautas de la diferencia a través del binomio "Europa/ Yucatán".

24. De hecho, en la lista Waldeck no especifica de qué obra se trata; sólo menciona que son dos volúmenes. Hasta donde he podido indagar, la única obra de Montesquieu publicada en dos volúmenes es ésta (primera edición en Ginebra, 1748). Lettres persanes está compuesta por dos tomos pero ambos publicados en un mismo volumen.

25. Waldeck, British Library, Add 73163 y 73164.

26. Los diarios inéditos de Waldeck se encuentran actualmente en la British Library y en la Newberry Library de Chicago. El fondo más completo es el de Chicago que cuenta con originales y también con copias de lo que se resguarda en Londres.

27. De los dos años que promete permanecer en Palenque estudiando las ruinas sólo permanecerá esos meses.

28. El testamento está tachado.

29. Bajtin 2005, 22.

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