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Cuadernos del CILHA

versión On-line ISSN 1852-9615

Cuad. CILHA vol.20 no.2 Mendoza dic. 2019

 

ARTÍCULOS

“Mensajes de todas las zonas” eludiendo la censura en la Argentina. La revista anarquista Nervio a principios de los años 30

“Messages from all zones” avoiding censorship in Argentina. The anarchist magazine Nervio at the beginning of the 1930s

 

José Daniel Benclowicz* y Violeta Chiguay**

* Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos del Cambio Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Río Negro. Argentina. jd.benclowicz@gmail.com
** Universidad Nacional de Río Negro. Argentina. viole_32@hotmail.com

 

Recibido: 03/12/2019
Aceptado: 12/12/2019


Resumen

Este trabajo examina la emergencia y desarrollo de la primera etapa de la revista anarquista Nervio, bajo la dictadura de Félix Uriburu y comienzos del régimen de Agustín P. Justo. Por entonces se desarrollaba una intensa represión contra las izquierdas, y cientos de activistas eran blanco de la persecución estatal. Como era de esperar, las publicaciones radicalizadas fueron censuradas y proscriptas. Dentro del campo libertario, el influyente diario La Protesta apenas sobrevivió unos pocos días al golpe de Estado de septiembre de 1930, y lo mismo ocurrió con la mayor parte de las publicaciones ácratas. Así y todo, un año después Nervio se abrió paso y logró publicar varias ediciones por año: ocho números en 1931 y 12 en 1932. ¿Qué características tenía la revista? ¿Qué tipo de temáticas desarrollaba y de qué modo lo hacía? ¿Es posible relacionar los temas y su tratamiento con la persistencia de su circulación en un escenario tan adverso? Se abordan estos interrogantes examinando el contenido de la revista y su evolución a lo largo de los primeros 24 números, atendiendo a las modificaciones en el escenario político, especialmente a la retirada de la dictadura en 1932.

Palabras clave: Revista Nervio, Anarquismo, Represión y censura, Argentina hacia 1930.

Abstract

This paper examines the emergence and development of the first stage of the anarchist magazine Nervio, under the dictatorship of Félix Uriburu and the beginning of the Agustín P. Justo regime. At that time, intense repression against the Left was developed, and hundreds of activists were targeted by the state persecution. As expected, radicalized leftist publications were censored and banned. Within the libertarian camp, the influential newspaper La Protesta barely survived the coup d'etat of September 1930, and the same happened with most of the anarchist publications. Even so, a year later Nervio made his way and managed to publish several editions per year: eight issues in 1931 and 12 in 1932. What were the characteristics of the magazine? What kind of subjects did it develop and how? Is it possible to relate the subjects and their treatment with the persistence of the magazine in such an adverse scenario? These questions are addressed by examining the content of the journal and its evolution throughout the first 24 issues, taking into account the changes in the political scene, especially the withdrawal of the dictatorship in 1932.

Key words: Nervio magazine; Anarchism; Repression and censorship; Argentina around 1930.


 

Introducción

En este trabajo examinamos la emergencia y desarrollo de la primera etapa de la revista anarquista Nervio, bajo la dictadura de Félix Uriburu y comienzos del régimen de Agustín P. Justo. Por entonces se desarrollaba una intensa represión contra las izquierdas, y cientos de activistas eran blanco de la persecución estatal. Como podía esperarse, las publicaciones radicalizadas fueron censuradas y proscriptas. Dentro del campo libertario, el influyente diario La Protesta apenas sobrevivió unos pocos días al golpe de Estado de septiembre de 1930,1 y lo mismo ocurrió con la mayor parte de las publicaciones ácratas. Así y todo, un año después Nervio se abrió paso y logró publicar varias ediciones por año: ocho números en 1931 y 12 en 1932. ¿Qué características tenía la revista? ¿Qué tipo de temáticas desarrollaba y de qué modo lo hacía? ¿Es posible relacionar los temas y su tratamiento con la persistencia de su circulación en un escenario tan adverso? Se abordan estos interrogantes examinando el contenido de la revista en general y su evolución a lo largo de los primeros 24 números, atendiendo a las modificaciones en el escenario político, especialmente a la retirada de la dictadura en 1932. A su vez, observamos con algún detalle el tratamiento de temas como la desocupación y la transformación social, cuestiones clave de la época tanto para la sociedad en general como para las izquierdas en particular. De este modo, partiendo de este examen de los primeros dos años de Nervio¸ el artículo se plantea como el inicio de un estudio sistemático sobre esta interesante publicación, que no había sido indagada de modo integral hasta el momento.

La revista Nervio fue considerada muy brevemente en obras generales sobre las iniciativas literarias de la época. Saítta (2001) y Lafleur, Provenzano y Alonso (2006) subrayaron su cariz casi exclusivamente político tras la retirada de la dictadura de Uriburu. Más recientemente Graciano (2012) y Anapios (2016) ubicaron a Nervio y a la editorial del mismo nombre dentro de los esfuerzos editoriales ácratas de la década del ‘30. Graciano (2012) identificó a su núcleo editorial como un conjunto de escritores y editorialistas ácratas experimentados, con participación durante la década previa en La Protesta, entre otras publicaciones, que se planteó la formación de la juventud libertaria. Señaló para 1933 su transformación de una revista orientada al teatro y a la literatura social y política, a otra donde predominaban los artículos de análisis sindical, económico y político. Anapios (2016) apuntó que en el contexto de la dictadura las iniciativas culturales lograron eludir mejor la censura que las estrictamente políticas, lo cual se asocia a su vez al ambiente propicio para la edición de textos debido a la ampliación del público lector desde los años ‘20. Sago (2010), por su parte, se centró en el estudio de las imágenes-grabados incluidas profusamente en la publicación, identificando un sistema de representación artística del ideal utópico y del camino opuesto hacia la catástrofe. Otros autores la han incluido como una fuente documental entre otras para abordar temas específicos. Así, en Benclowicz (2016 y 2017) se examinaron las representaciones ácratas de los desocupados en el contexto de la crisis del ‘30 considerando entre otros textos de Nervio; otro tanto hizo Ledesma Prietto (2016), para pensar los discursos anarquistas sobre el control de la natalidad, la maternidad y el placer sexual, en los que la eugenesia se plantea como una vía para evitar la miseria. Partiendo de estos aportes, nos proponemos abordar la revista como objeto de estudio en sí mismo, en el entendimiento de que la indagación contribuirá a conocer mejor al anarquismo y el clima cultural y político de principios de los años ‘30 en Argentina.

El texto está organizado de la siguiente manera: en el primer apartado repasamos el contexto histórico en el que se desplegó la revista, examinando las condiciones de posibilidad de su publicación y sus rasgos generales. En el segundo, analizamos los cambios y continuidades en estrategias discursivas y temáticas, atendiendo a las transformaciones del contexto político. En el apartado final se presentan las conclusiones del trabajo.

Emergencia de la revista: rasgos generales y contexto

La revista Nervio se caracterizó por ser una publicación político-cultural de frecuencia mensual asociada al anarquismo, editada desde mayo de 1931 hasta noviembre de 1936 en Buenos Aires. Su equipo editorial original estaba compuesto por V. P. Ferrería, Alfonso Longuet, Isidoro Aguirrebeña, S. Kaplán y Mariano Costa Iscar. Llegó a distribuirse en países limítrofes como Uruguay y Brasil pero también en otros como España, Portugal y Bélgica, manteniendo lazos con distintas publicaciones anarquistas del exterior como la Revista blanca, Tierra y Libertad y El luchador de Barcelona, Estudios de Valencia, La Liberta, Carnets Mensuels y La Revolutione Proletarienne de París, El auto uruguayo, Higiene y salud y Studi Sociali de Montevideo, Orto y Pro vida de Cuba, Crisol de México, entre otras. En el período que nos ocupa, el número de páginas rondaba entre las 48 y las 56, y publicaba artículos sobre teatro, música, política, educación y medicina, como también cuentos, poesías, biografías, críticas y reseñas de libros.

Lo que sin duda llama la atención es el contexto en el que surgió la revista. La dictadura que usurpó el poder en septiembre de 1930 desató una tormenta represiva que golpeó severamente al movimiento libertario. A los pocos días del primer golpe de Estado de la Argentina moderna fue fusilado el anarquista Joaquín Penina, activista obrero de Rosario; algunos meses después ocurrió otro tanto con los anarco-individualistas expropiadores Severino Di Giovanni y Paulino Scarfó. Las detenciones ilegales y las torturas, que golpearon fuertemente a los militantes radicales, se multiplicaron hasta abarcar un amplio abanico de activistas obreros, en especial anarquistas y comunistas. El diario La Protesta fue censurado y después clausurado el 11 de septiembre, e igual suerte corrieron el resto de las publicaciones revolucionarias.

En ese marco poco alentador vemos nacer varios meses después a Nervio. Su primer número, editado en mayo de 1931, aparece en un momento en el que el régimen mostraba sus primeros síntomas de resquebrajamiento. Faltándole las adhesiones necesarias para avanzar con su proyecto de corte corporativista, el gobierno de Uriburu convocó elecciones en la provincia de Buenos Aires para el mes de abril, en las que se impuso el partido del presidente derrocado. Paralelamente, crecían los reclamos de restablecimiento de las libertades políticas y civiles. Nada de esto impidió que ese mismo mes fuera clausurado el popular diario Crítica, otrora agorero del golpe devenido en denunciante de las arbitrariedades dictatoriales. Así, consciente de la posibilidad de una rápida clausura que echaría por tierra la iniciativa, el equipo editorial de la nueva revista avanzó con precaución: se presentó como un espacio ecléctico y heterogéneo, evitó las notas alusivas a la situación argentina y subtituló la publicación con las políticamente inocuas palabras “Ciencias. Artes. Letras”. En esta línea, Diego Abad de Santillán reivindica su participación en la creación de la revista asociándola a la imposibilidad de publicar La Protesta (Abad de Santillán, 1977: 184). Poco después, de hecho, el conocido dirigente libertario se incorporó en España a la Federación Anarquista Ibérica junto a varios de sus compañeros con una nueva agrupación llamada justamente “Nervio” (Casanova, 2004). Y fue la editorial Nervio, asociada a la revista, la que publicó diversas obras de su autoría.

La revista puede asociarse parcialmente con la tendencia especifista dentro del anarquismo, que se planteó después del golpe de Estado la tarea de crear una organización política libertaria. En este sentido, se evidencia su sintonía con el Comité de Relaciones Anarquistas (CRRA), conformado en septiembre de 1932 tras la celebración del II Congreso Anarquista Regional.2 Sin embargo, a juzgar por los colaboradores iniciales y por la orientación de diversos artículos que examinaremos más adelante, se trató al principio de un espacio más amplio dentro del campo libertario. En el primer número escriben, además de plumas destacadas asociadas al anarquismo como Alfonsina Storni, un escritor de origen libertario aunque cercano ya al comunismo como Álvaro Yunque, y se anuncia para la siguiente edición la colaboración del anarco-bolchevique Elías Castelnuovo, quien poco después adheriría a la III Internacional. Entre la lista de colaboradores figuró también Roberto Arlt (hasta el número 8) aunque no hay ningún texto firmado por él. Esto mismo sucedía con otros colaboradores que a pesar de aparecer como tales, no escribieron en Nervio o al menos no firmaban con su nombre los artículos que producían. Storni aparece entre los colaboradores hasta el número 9, aunque sólo firma un poema incluido en el número 1, titulado “Soledad”.

La publicación ofreció un servicio de librería, al que dedicó un espacio de publicidad desde el primer número, incluyendo una lista de títulos y precios de volúmenes para su encargo (con obras de lo más variadas, desde Un perro de circo de Jack London, El crimen de Lord Arthur Saville de Oscar Wilde, hasta obras de Kropotkin, Malatesta, Ghiraldo, Flores Magón o Max Nettlau), ampliando la oferta de pedidos “a cualquier obra que no figure en la lista”. Además de aportar fondos para su financiamiento, esta práctica expresaba una estrategia común en el ámbito libertario, que apuntaba a reforzar la adquisición de una cultura letrada universal y a difundir paralelamente obras doctrinarias clásicas. Evidencia, a su vez, la ampliación del público lector durante la década anterior (Gutiérrez y Romero, 2007) que el equipo de Nervio no dejó de aprovechar. En lo que respecta al trabajo editorial propiamente dicho, desde el número 12 comenzó a anunciarse el lanzamiento de la colección Cuadernos Ahora, con libros a bajo costo de pensadores y militantes anarquistas que abordaban problemas de actualidad sobre la situación social, política y económica del país y del mundo.

En lo que respecta al contenido y a la forma en que el mismo estaba organizado, encontramos que en sus dos primeros números, Nervio contaba con secciones definidas: Ensayos, Literatura, Individualidades, Lírica, Notas, Temas médicos, Mirando vivir, Teatro, Cinema y Bibliografía. En ellas se agrupaban buena parte de los artículos. Sin embargo, con el número 3 se registran modificaciones: asumiendo un formato poco clásico, buena parte de los textos ya no se ubicaban en una sección determinada, y como fijas quedaron las de Teatro, Cinema, Bibliografía y Panorama Educacional, ésta última incorporada en el número 13. Las cuatro secciones, con una presencia casi permanente, se mantuvieron hasta la última edición de la revista –publicada en noviembre de 1936– e incluían reseñas y críticas de obras representadas en el Teatro del Pueblo de Leónidas Barletta, o de libros e intervenciones de Elías Castelnuovo, Álvaro Yunque, Bertrand Russell, Rafael Barrett, Herminia Brumana, José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno y Alfredo Palacios, entre otros pertenecientes al universo de las izquierdas y el liberalismo. En lo referente al cine, se anunciaban ciclos de exposiciones cinematográficas –como los realizados en el Cine Club de Buenos Aires, por ejemplo– y se publicaban artículos sobre adaptaciones, directores y actores célebres como Buster Keaton o Charles Chaplin. Como parte de la crítica cinematográfica, se tocaban además temas como el cine soviético que, significativamente, era valorado de modo dispar en distintas notas. Panorama Educacional era el espacio dedicado a las noticias referentes al ámbito de la educación, preferentemente al ámbito universitario. Con el correr de los números fueron apareciendo otras secciones que tuvieron una duración acotada y un carácter irregular e indefinido: Espigando, Granizada, No matarás, se sumaron a Mirando vivir, presente desde el primer número. También hubo una sección titulada Música, donde se reseñaban obras y compositores, incluida del número 14 al 20.

El equipo editorial presentó a la revista en su lanzamiento como un “órgano ecléctico” que incluía “mensajes de todas las zonas” (Nervio, mayo de 1931: 1); en efecto, en sus páginas se despliegan contenidos variados de la cultura universal: la diversidad libros ofrecidos y de biografías seleccionadas, desde Nietzche o Spinoza a Proudhon y Malatesta, pasando por Gandhi, da cuenta de ello. Si esta práctica no es extraña en las iniciativas editoriales anarquistas –y también socialistas– Nervio parece llevarla a los límites. Entre las ediciones 13 y 20 desarrolló una encuesta sobre las relaciones entre América y Europa, lo cual indica que los intercambios y relaciones entre ambos continentes eran particularmente valorados. En el marco de este cuestionario la redacción contactó a personalidades a nivel mundial pertenecientes al amplio espectro del humanismo y el pacifismo, evidenciando el interés por ofrecer un panorama internacionalista actualizado. Más allá de las esperables perspectivas anarquistas y de la presencia de figuras destacadas como el premio nobel de literatura John Galsworthy o el conocido científico pacifista Georg Friedrich Nicolai, no faltó allí la voz del comunismo, en la pluma de Henri Barbusse, ni la respuesta de un sacerdote católico internacionalista como Henri Demulier. Puede suponerse que esta notable amplitud contribuyó a la supervivencia de la revista en el contexto dictatorial. Fuera de esto, Nervio albergó voces de diferentes zonas del campo libertario, configurándose como un espacio en el que confluían perspectivas disímiles. Por otra parte, la revista fue desplegando un perfil crecientemente político, especialmente a partir de 1932. Veamos.

Estrategias discursivas y temáticas: cambios y continuidades

El original nombre de la revista sintetizaba de modo magistral la situación que experimentaba el movimiento libertario al momento de salir al ruedo. La palabra condensa la tensión, la energía acumulada y dispuesta, aunque impedida de actuar. Se puede ver un manejo notable de la sutileza, no sólo en cuanto al título, sino también en lo relativo a los grabados de tapa que acompañan todos los números y los propios artículos, al menos bajo la dictadura de Uriburu. En su primera edición –y hasta la cuarta–, la tapa de Nervio contiene un grabado de una joven y vigorosa figura masculina anónima que avanza a tientas con una antorcha. Parece avanzar lenta pero segura, despejando las tinieblas. El texto de presentación de la revista completa la imagen, haciendo referencia a los “juveniles esfuerzos”, a las “ambiciones legítimas” y a la “senda que conduce a la Verdad” en “esta hora de crisis profundas, de iconoclastías, de liquidaciones al parecer absolutas, de regresiones y tanteos”. Estas alusiones sutiles, que pueden ser pensadas con relación a la situación política del país, se refuerzan con ciertos artículos. El primero que aparece en el número 1 tras la presentación de la publicación es una reseña del libro “Paz” de Ernst Glaeser, escrita por Alfonso Longuet. Más allá de su apariencia inocente, la crítica retoma y refuerza el tema de hacer luz en la oscuridad: aborda el regreso de los soldados alemanes derrotados, sin energías para seguir luchando, que contrapone a una juventud sedienta de cambio que quiere “desembarazarse de la sombra” y lanza sus “gritos de rebelión” en el intento finalmente frustrado de iniciar un nuevo vivir. En este caso se trata de una derrota momentánea atemperada por la grandiosidad del anhelo que motivó sus acciones. En pocas palabras, se trata de revoluciones –localizadas en otras latitudes– que nacen de duras derrotas y de esperanzas de transformación que se conservan intactas para el mañana en un contexto adverso. La luz de una juventud vigorosa se va abriendo paso alumbrando la oscuridad y desplegará oportunamente su energía contenida.

Como se puede ver, el título de tapa, el grabado, los textos de presentación y de crítica literaria funcionan en conjunto, potenciándose (figura 1). En este sentido, puede pensarse que a través de los mecanismos mencionados arriba, el equipo editorial de Nervio consigue transmitir un mensaje de esperanza y perseverancia para los revolucionarios en tiempos aciagos y un llamado, inevitablemente vago, a la organización. Esta estrategia discursiva va a modificarse paulatinamente, y en paralelo se pueden observar cambios formales presumiblemente dirigidos a disminuir los riesgos de persecución por parte de las autoridades. Así, en el número 4 el consejo editor asume colectivamente la dirección de la revista, a cargo hasta ese momento de V. P. Ferrería, y a partir del número siguiente se omiten incluso los nombres de los editores, figurando únicamente el del administrador – S. Kaplan– y el de los colaboradores, algunos de los cuales firman con seudónimos.


Figura 1. Imagen de portada. Nervio, números 1 a 4.

Las primeras alusiones explícitas referidas a la Argentina se hacen en relación a actividades literarias y teatrales en Buenos Aires; sólo la sección Mirando vivir (desde el número 1 y a cargo de V. P. Ferrería) dedica un espacio para comentar hechos político-sociales de Argentina, siendo estas menciones escasas al comienzo y apareciendo intercaladas entre otras reflexiones. Por ejemplo, en la página 38 del número 4, inserto sin título entre comentarios sobre Estados Unidos y España, se menciona la crisis y la desocupación del país al referir que un joven sin trabajo había robado un florero en el cementerio de Chacarita para poder comer. En la página 20 del número 8, en un recuadro sin título e intercalado entre dos artículos, se critica la situación de los presos sociales que serán deportados a sus países de origen. En otros casos las referencias a la Argentina se podían decodificar a partir del tratamiento de cuestiones que presentaban analogías más o menos evidentes. Por ejemplo, ya en el número 2 de junio de 1931 se caracteriza a Benito Mussolini como un tirano que “prescinde de la demagogia de la panacea democrática y desembozadamente se rodea de un ejército de civiles mercenarios” (Nervio, 1931, junio: 44), y se vaticina su inminente caída. Cabe recordar aquí que Uriburu había oficializado a la Legión Cívica, justamente un cuerpo fascistizante de civiles armados creado en apoyo a su gobierno. Reforzando el paralelismo con la situación argentina, en el texto se apunta que si el fascismo se exportara, se repetiría lo mismo en el país receptor.

También en el segundo número de la revista, se incluye un llamativo artículo en el que Mariano Costa Iscar, miembro del comité editor, se despacha contra los defensores tanto comunistas como anarquistas del programa máximo. En defensa del programa mínimo y criticando el “materialismo” de los partidarios del programa máximo, el autor se ubica en una perspectiva de transformaciones sociales graduales, nada clásica en la tradición ácrata, pero presente en el contexto de la crisis del 30. Además de contrastar con las visiones que avizoran una revolución mundial inminente o próxima –también presentes en Nervio, como se verá más adelante–, Costa Iscar era un activista anarco-individualista, opuesto a la tendencia organizadora que también se manifiesta en la revista. En una demostración de la voluntad de incluir “mensajes de todas las zonas” del campo libertario, en la misma edición aparecen dos textos más provenientes del mismo sector. El primero, una biografía de Han Ryner, conocido pensador del anarco-individualismo. El segundo, incluido en la sección Literatura, se titula Zenon de Elea y se trata de una traducción del mismo Costa Iscar de un relato de Ryner. El texto presenta sugerentes paralelismos con los acontecimientos argentinos de la época. El tirano Demylos, había impuesto a sus compatriotas el silencio político; en ese contexto Zenón, que prepara una conspiración, es traicionado y apresado, pero contribuye a desatar la insurrección antes de ser sometido a novedosos métodos de tormento y ejecutado. Léase Uriburu donde dice Demylos y acaso Di Giovanni o Paulino Scarfó en lugar de Zenón, anarco-individualistas que cayeron en manos de la dictadura uriburista tras combatirla y fueron fusilados en febrero de 1931, tras pasar por la tortura.

Ese mismo mes y en julio se produjeron alzamientos armados contra la dictadura encabezados por los radicales con participación de un sector del anarquismo, que fueron finalmente sofocados.

A medida que los números avanzan, las referencias a temas políticos y sociales se vuelven más explícitas y aumentan en cantidad. Así, aparecen secciones con títulos indefinidos como Espigando y Granizada,3 que junto con Mirando vivir, presente desde el primer número, tienen la particularidad de ser discontinuas y de incluir notas cortas, a veces párrafos breves sin título o con títulos crípticos, cargados de ironía, donde frecuentemente el lector debía ser capaz de leer entre líneas. Estos textos hacen referencia al accionar de representantes políticos, eclesiásticos, jueces o ministros, o temas como la represión policial, los desocupados, el hambre, el golpe de Estado, los sueldos de los docentes y los presos de Ushuaia, además de incluir noticias de actualidad internacional. Obsérvese lo expresado en Espigando de noviembre de 1931: “Todos sabemos que el ingeniero civil lee los discursos que pronuncia. Un poco, sin duda, porque carece de facilidad de expresión. Otro poco, tal vez, para mejor convencer con la apostura nada marcial de un hombre con gafas” (Nervio, 1931, noviembre: 44). Este ingeniero civil con dificultades para expresarse y sin capacidad de convicción, no es otro que el comandante de las fuerzas armadas y futuro presidente Agustín P. Justo, privado aquí de su grado de general y de toda autoridad.

Para enero de 1932 el equipo editorial se permite incluir un debate con Rodolfo Puiggrós, por entonces comunista díscolo, sobre la revolución en América Latina. El contenido del intercambio es bastante abstracto, sobre todo por parte de los editores, pero deja vislumbrar la pretensión de contribuir a la “armonización” de las diversas tendencias del anarquismo que deberían poder actuar libremente en un contexto revolucionario. Nos muestra, por otra parte, a un Puiggrós crítico tanto de los “anarquistas sentimentales, soñadores de una nebulosa libertad” como de los “comunistas, cuya ortodoxia llega hasta imaginar un clima humano en América que corresponde a Rusia” (Nervio, 1932, enero: 35). Más allá de eso, la inclusión de este tipo de diálogo evidencia la perspectiva de constituir a Nervio como un espacio de debate amplio del movimiento libertario que no excluye a las tendencias fronterizas y en donde “intelectuales heterodoxos” y “doctrinarios puros” (Suriano, 2001) confluyen. Así, mientras la firma de Abad de Santillán empieza a aparecer en el número 9 con la traducción de un artículo de Rudolf Rocker, el anarco-bolchevismo no deja de hacerse presente en distintas ediciones de la revista; en el número 11 por ejemplo, la sección Cinema elogia al cine soviético, un “hermoso ejemplo, como todos los que Rusia nos ha dado desde que cambió de régimen social y político!”. Como contrapeso, la sección incluye otra nota, a continuación, que considera que el cine soviético hace “de la cámara una deseada escuela oficialista de sojuzgación” (Nervio, 1932, marzo: 40 y 41).4

Cuando la dictadura de Uriburu llega a su fin, los cambios se aceleran. En sintonía con las expectativas generales de restauración de las libertades civiles y políticas que acompañó el ascenso al gobierno de Agustín P. Justo, los redactores no se privan de abordar explícitamente la realidad política y social argentina. A su vez, en la edición de marzo de 1932 anuncia la publicación de “un cuaderno mensual de estudio y aplicación a temas sociales de actualidad”, con lo que se puso en funcionamiento la editorial Nervio. También se anuncia allí el incremento de páginas de la revista (de 48 a 56), ambos presentados como un aporte a la obra común del movimiento libertario, que de acuerdo a la posición del consejo editor debería ser “orgánica y de conjunto”, lo cual los emparenta con los planteos del Comité Regional de Relaciones Anarquistas (CRRA), favorables a la creación de una organización política anarquista. En ese momento se modifica a su vez el subtítulo de la revista, sustituyendo la palabra “Ciencia” por “Crítica” a partir del número 13, editado en mayo de 1932.

En lo que respecta a la literatura y poesía, se observa una tendencia a la reducción en la cantidad de este tipo de contenido, pasando de un promedio de entre tres y cinco poemas y relatos por número en los primeros 12 ejemplares, a ninguno en el número 16 o sólo dos en el número 23, lo cual llevó a considerar que su perfil pasó a ser exclusivamente político a partir de 1932 (Lafleur, Provenzano y Alonso, 2006: 129). El lugar protagónico dado a la literatura en un principio, comienza a ser ocupado por nuevos temas y secciones, como por ejemplo No matarás (a partir del número 11 de marzo 1932), dedicada a la cuestión de la guerra y el antimilitarismo, o Panorama Universitario (desde el número 13 de mayo 1932) referente a las novedades de la lucha del estudiantado universitario en Argentina.Sin embargo, la literatura permea el conjunto de la revista. Como es habitual en las publicaciones libertarias, las metáforas y el uso de recursos poéticos se encuentran por doquier, interpelando la sensibilidad de los lectores (Suriano, 2001). La metaforización ha sido identificada como una de las estrategias recurrentes en los artículos sobre conductas y valores y también en las notas de opinión de la prensa ácrata (Di Stefano, 2009); en Nervio abunda en los más diversos textos, corriendo los límites de los géneros anarquistas tradicionales. Por ejemplo, en la sección Cinema,5 en un artículo titulado “Una exhibición en Puente Alsina” el autor relata la proyección de un film realizada en ese barrio. El foco está puesto en la descripción del lugar y la vida de sus habitantes, en clave de crítica social. Haciendo un juego de palabras Orsetti evoca “Villa desolación la ciudad de los desocupados”–refiriéndose a Villa desocupación, ubicada en el Puerto Nuevo de la ciudad de Buenos Aires–, para asemejarlo al barrio visitado. A medida que el autor narra la visita y el tiempo compartido con los residentes del lugar (obreros inmigrantes y sus familias), el texto adquiere un cariz poético y reflexivo, transmitiendo el clima de inquietud y desamparo del sitio. Así, encontramos descripciones como “nos llegan los resuellos de un acordeón lejano. La tristeza que de él se escapa (…) produce una pausa, una pausa en la que palpita el infinito”. Al describir las miradas de la gente, declara que los envolvía “una hilera de pupilas claras, extrañamente semejantes; miradas turbias, superficiales, con destellos fugaces de adentro afuera; ojos como el cielo que los cubre, turbios e incoloros”. Se trata de hombres reducidos por la sociedad a una condición de masa indistinta, lo cual es contrastado con “el titánico esfuerzo ruso” que apunta a elevar “a esta gente al grado de individuo consciente”. El autor, cercano aquí al anarco-bolchevismo, concluye con una metáfora referente a la revolución: “acuden al alcohol y con su fuego dulcifican el otro fuego. En aquel instante el hombre se convierte en una doble llamarada… llamarada que tal vez un día incendie al mundo” (Nervio, 1933, marzo: 34 y 35). Desde perspectivas disímiles, crítica social, esperanza de revolución y literatura confluyen permanentemente en las páginas de Nervio, lo cual guarda cierta similitud con la columna “Carteles”, que publicaba el dramaturgo libertario Rodolfo González Pacheco en La Antorcha, donde puede encontrarse una fusión entre crónica, reflexión y poema en prosa (Mondragón, 2016). Finalmente, a diferencia de las publicaciones anarquistas más tradicionales, donde predominaba lo doctrinario, se incluye aquí una dosis significativa de información de actualidad.

Por otra parte, la revista mostró antes y después de 1932 predilección por los grabados. Éstos solían ser obras inéditas, colaboraciones exclusivas para la revista de artistas vinculados al campo libertario. Al respecto, Sago (2010) afirma que la inclusión de estas imágenes evidenciaba una toma de postura con respecto al lugar social que debía ocupar el arte, del cual se demandaba un claro compromiso político que captara la realidad del momento. Las imágenes formaban parte de las portadas y acompañaban a los textos. Así como la posición política se volvió más explícita, con el correr de los números las tapas de Nervio fueron tomando mayor protagonismo al ampliar el tamaño de las imágenes e incluir títulos que denunciaban el orden social establecido. Así, en el número 16 de agosto de 1932 se reproducía un linóleo de Albert Daenens, titulado “A la sombra de la libertad” con el subtítulo “En el aniversario del asesinato de Sacco y Vanzetti” (figura 2) .


Figura 2. Imagen de portada. Nervio, número 16.

Esta imagen muestra la estatua de la libertad en un primer plano; detrás, en el extremo superior izquierdo, donde ilumina la antorcha sostenida por la estatua, se visualizan dos hombres caminando esposados hacia una silla. En el extremo inferior derecho una pareja – la burguesía– parece divertirse bailando rodeada de bolsas de dinero. La Libertad le da la espalda a toda la escena; ilumina la represión, simbolizada en la ejecución de los dos anarquistas italianos, mientras la burguesía festeja, ofreciendo una construcción antinómica típica en las publicaciones anarquistas. Otras imágenes transmitían incertidumbre e interrogantes. La portada del número 9 de enero de 1932 (figura 3), se tituló “Luz” y reproducía una imagen de Justo Balza en la que un hombre desnudo y arrodillado parece escribir mientras un fuerte halo de luz cae sobre él. Fuera del clásico motivo libertario de la luz que alumbra la conciencia, el grabado acaso sugiere las expectativas ante la recuperación de las libertades públicas y de expresión que debería acompañar la retirada de la dictadura de Uriburu, en contraste con la imagen del hombre que avanza en medio de la oscuridad de los primeros números.


Figura 3. Imagen de portada. Nervio, número 9.

Tales expectativas van a evaporarse rápidamente, y el cariz represivo que asume el gobierno de Justo es denunciado en distintas oportunidades con un tono cargado de ironía. En la sección Granizada del número 13 de mayo de 1932, el autor construye un relato que tiene como protagonista a un agente de la policía montada. El narrador mantiene un diálogo con “el vigilante” quien manifestaba que había más trabajo “con la normalidad” que antes, sugiriendo solapadamente un incremento de la represión  tras el restablecimiento institucional. El agente también apuntaba que no se estaba mal siendo policía porque no sentía la crisis al contar con la paga puntual del salario, ropa y “a veces buen rancho”. Así, se denunciaba cómo la vuelta de la democracia no significó una recuperación de las libertades civiles, a través de un texto ficcional a tono con una impronta literaria que no deja de hacerse presente en la revista.

En la misma sección, en un párrafo titulado “Medidas higiénicas” se mencionaba la quema de Puerto Nuevo –donde se había instalado el ya mencionado asentamiento de desocupados– y la situación de los sin trabajo. Mediante el uso del sarcasmo, el autor realizaba una analogía entre éstos y los leprosos, rechazados por la sociedad. Los desocupados de Puerto Nuevo habían sido desplazados y echados del lugar, prendiéndosele fuego a las precarias casas y pajonales “donde vivian todavía… mucha gente. Bueno, no era gente; eran desocupados (…) el fuego es un gran elemento purificador”. Los desocupados son condenados a vagar de la ciudad al campo y del campo a la ciudad hasta que el hambre ordena su marcha y se dirigen a higienizar la ciudad “empezando por los palacios, no ya por los cuartujos” (Nervio, 1932, mayo: 49). La figura del desocupado es rescatada aquí como potencia revolucionaria, lo cual contrasta con las representaciones más difundidas entre las filas libertarias, que lo consideran un sujeto irremediablemente pasivo y desmoralizado. Es la imagen que aparece, por ejemplo, tres números antes en un cuento de Alfonso Longuet titulado “Tengo hambre” (Nervio, 1932, febrero), una de las primeras producciones estrictamente literarias sobre la desocupación publicadas en Argentina en el contexto de la crisis del ’30 (Benclowicz, 2017). La perspectiva de organización de los desocupados vuelve a reeditarse en el número 21 de enero de 1933, en una nota que da cuenta de la creación de un comité de desocupados en Palermo adherido a la FORA. Algunos números más adelante, éste último va a ser presentado como un núcleo con “posibilidades revolucionarias”, opuesto a la mayor parte de los desocupados asentados en Puerto Nuevo, considerados “Ex-hombres”. A esa altura, los editores de la revista ya habían acusado recibo de las persecuciones gubernamentales; la nota aparece elocuente y jocosamente firmada con el seudónimo “O. Brero” (Nervio, 1933, abril: 43 y 44).6 A diferencia de lo que predomina en otras publicaciones ácratas de peso de la época como La Protesta –concordante en este punto con las posiciones de la FORA– estos artículos reivindican las posibilidades de los desocupados de jugar un rol activo en la lucha junto a los trabajadores ocupados, en línea con la posición del CRRA y de una radicalizada Federación Obrera Local Bonaerense (FOLB) que llamaba por entonces a que esa lucha conjunta se traduzca en una ansiada gimnasia revolucionaria “hacia la socialización de las riquezas” (Nervio, 1933, mayo: 44).

Posiblemente el avance en el tratamiento abierto de temas sociales y políticos y una vinculación más estrecha con el CRRA tuvo como corolario el incremento de las tensiones al interior del equipo editorial y la partida de algunos miembros. Longuet dejó de integrar tempranamente el equipo en el número 9 y al respecto se aclaraba que “Nuestro camarada Alfonso Longuet ha establecido su discrepancia con alguna modalidad de nuestra divulgación ideológica, y por ello resuelve no pertenecer a esta Redacción para ser consecuente con los dictados de su conciencia” (Nervio, 1932, enero: 44). Otro tanto ocurrió con Isidoro Aguirrebeña y Ferrería,7 quienes abandonan la revista en el número 14, y con S. Kaplan, que deja de figurar en el número 22. Para ese entonces, del grupo editor original sólo continuaba colaborando abiertamente con la revista Costa Iscar. Sin embargo, no resulta sencillo determinar los posicionamientos de cada miembro del equipo de Nervio. Ferrería se ubica entre los miembros que repudian al bolchevismo (Véase por ejemplo Nervio, 1932, enero: 10 a 13), que sigue encontrando expresiones de apoyo en Nervio por ejemplo en la pluma de Orsetti. También se evidencian otro tipo de discrepancias. La editorial del número 15 considera la inestabilidad política que se vive a nivel latinoamericano como el “preludio de la defunción (del capitalismo)”, mientras que Gastón Leval sugiere en el mismo número que “Es posible que a pesar de todo, el capitalismo internacional se sobreponga…” (Nervio, 1932, julio: 2 y 18). El debate sobre la inminencia o no de la revolución recorre las filas anarquistas, habilitando incluso una perspectiva reformista para salir de la parálisis y extrema miseria generadas por la crisis económica mundial (Benclowicz, 2016). Fuera de eso, no debe subestimarse el papel del hostigamiento policial, sistemático para esta época en el caso de anarquistas y comunistas. El propio Kaplan, por ejemplo, fue detenido sin proceso durante 23 días (Nervio, 1933, septiembre: 25), y en el número 33 se anunció su renuncia “por circunstancias especiales” (Nervio, 1934, mayo: 19). Sobre este punto, el equipo de redacción apunta que “Las persecuciones arreciaron; algunos de sus redactores fueron presos: los agentes y paqueteros del interior, perseguidos, apresados y corridos” (Nervio, 1934, julio: 1). A esta represión ilegal, se sumó la censura de hecho. Desde marzo de 1933, el correo oficial bloqueó la libre circulación de la revista, lo que dificultó grandemente la distribución en el interior del país, mientras que la Policía de la Capital organizó repetidas requisas de ejemplares de los puestos de venta (Nervio, 1933, marzo: 48). Finalmente, el retorno a España de algunos de los integrantes, tanto por decisión propia o por haber sido expulsados del país, completa el cuadro de los motivos de la partida de distintos miembros de una revista que se sostuvo, con todo, hasta 1936.

Reflexiones finales

A lo largo de este trabajo analizamos el desarrollo de Nervio durante sus primeros dos años. Constatamos que el equipo editorial recurrió, bajo la dictadura de Uriburu, a una serie de estrategias tendientes a favorecer su supervivencia. Éstas involucraron, en primer lugar, la inclusión entre los colaboradores de intelectuales reconocidos a nivel nacional e internacional, aunque no siempre participaran efectiva o abiertamente. Por otra parte, la revista se presentó como una publicación cultural dedicada sobre todo al arte y la literatura y en menor medida a la divulgación científica. Las únicas secciones que se mantuvieron durante todo este período fueron, justamente, Teatro, Cinema y Bibliografía. A su vez, los siempre presentes grabados e ilustraciones aseguraron una fuerte presencia de lo artístico, aunque no se trataba del arte por el arte, sino de un arte social que, puesto en relación con distintos fragmentos de textos, generaba un discurso político y de crítica social eventualmente revolucionario. En este sentido, puede decirse que desde un primer momento se trató de una revista con un indiscutible contenido político que fue creciendo con el correr de los números, sin anular su carácter literario, al menos durante sus primeros dos años de vida.

En efecto: más allá del avance de la política sobre la literatura que se registra y se traduce en la virtual desaparición de poemas y cuentos de sus páginas, la línea de continuidad de Nervio se puede observar en el objetivo de sus editores de construir un espacio donde difundir las diversas visiones y propósitos del anarquismo, dentro del margen de posibilidades que ellos mismos creyeron tener. Así, en los primeros números las referencias sobre la situación política eran indirectas, aparecían como analogías implícitas en la situación de otros países o bien insertas como fragmentos en textos generales o abstractos. Más adelante, la cantidad y el carácter explícito de este tipo de contenido fueron creciendo, hasta pegar un salto asociado con la retirada de la dictadura. Antes de eso, nuevas secciones como Espigando y Granizada fueron creadas; éstas, sin proclamar su contenido, abundaban en consideraciones y denuncias políticas y sociales, incluyendo una dosis significativa de información de actualidad, menos abundante en las más doctrinarias publicaciones ácratas tradicionales.

La estrategia discursiva inicial debe relacionarse no sólo con la censura impuesta por la dictadura sino también con el perfil imaginado de los lectores. Se trataba como era habitual en las publicaciones libertarias, de un lector con juicio crítico, informado, capaz de leer entre líneas y familiarizado con las metáforas y el lenguaje poético; en este sentido, las condiciones y capacidades de recepción del discurso explican su producción. Con la finalización de la dictadura el grupo editorial entendió que se había corrido la frontera de lo decible. Esto se evidenció en el mencionado avance del contenido abiertamente político y en el lanzamiento de la serie Cuadernos Ahora, una colección de libros de autores del campo libertario que abordaban directamente temas de la actualidad.

En términos generales, la iniciativa refleja el intento de reconstruir un espacio de difusión de las ideas anarquistas y de desarrollar una cultura letrada que no sólo no desdeñaba las obras clásicas universales –de ahí la variedad de biografías y de libros ofrecidos a través de la revista– sino que rozaba los márgenes establecidos en la cultura libertaria, llegando a involucrar a referentes del catolicismo y del comunismo en los intercambios y debates. Esta amplitud alcanzaba al propio campo: también se trataba de un espacio en el que se podían desplegar las disímiles aproximaciones ácratas sobre las tareas del momento, con la intención declarada de armonizarlas. Así, podemos encontrar tanto la idea de que la revolución está en camino como su contraria, representaciones de los desocupados como desmoralizados y pasivos o como sujetos de la transformación social, elogios o denuestos del régimen soviético, entre otras. Confluyen pues “mensajes de todas la zonas” temáticas y políticas del variado campo libertario y más allá. Entre las voces de ese campo conviven intelectuales heterodoxos y doctrinarios puros, especifistas e individualistas, en procura de compatibilizar las tendencias libertarias. Con todo, las divergencias organizacionales, tácticas y estratégicas que separaban por entonces al anarquismo argentino hacían difícil una perspectiva común. Esto, sumado a la omnipresente represión legal e ilegal y a la partida de distintos miembros a España fue desgranando al núcleo editor original. Aún así, la revista logró sostenerse justamente hasta el inicio de la Guerra Civil, con un repertorio de temas cambiante que será objeto de análisis en próximos trabajos.

 

Notas

1 Se publicaron unos pocos números luego, clandestinamente en Buenos Aires y también desde Montevideo; más adelante se reeditó con dificultades y con otra frecuencia.

2 En este Congreso, celebrado en la ciudad de Rosario, Nervio estuvo representada por su administrador, S. Kaplán, y por Pedro Fleitas. Este último también era delegado por la organización pro especifista Asociación Juvenil Libertaria (López Trujillo, 2005).

3 Espigando se publicó desde el n° 3 de julio de 1931 hasta el n° 8 de diciembre del mismo año, siempre sin firma. Posteriormente en el n° 15 de julio de 1932, aparece por última vez y firmada por “A.D.” Granizada se publicó desde el n° 8 de diciembre de 1931 hasta el n° 19 de noviembre de 1932 y estuvo siempre firmada por “E.C.”.

4 Posicionamientos favorables al régimen soviético aparecían en artículos sobre distintas temáticas, no sólo en la sección de cine. Ejemplos que abordan la cuestión del aborto y la prostitución pueden verse en los números 12 y 14 de la revista.

5 En esta sección la narrativa se fortaleció a partir del número 13 con la incorporación de Luis Orsetti.

6 Ya en el número 21 apareció una nota firmada por “Juan Obrero” (Nervio, 1933, enero: 23).

7 Luego del abandono de la revista por parte de Ferrería, la sección Mirando Vivir, que siempre estaba firmada con sus iniciales, dejó de aparecer.

Referencias

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