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Cuadernos del CILHA

On-line version ISSN 1852-9615

Cuad. CILHA vol.21 no.2 Mendoza July 2020

 

Editorial

El “giro afectivo” en las humanidades y ciencias sociales. Una discusión desde una perspectiva latinoamericana

Claudio Maíz1 

1Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Cuyo. cl_maiz@yahoo.com.ar. Argentina. Director

La preocupación teórica por las emociones data de mediados de la década de 1990 especialmente en el área de los estudios anglosajones. El giro afectivo está basado en propuestas epistemológicas tales como las teorías sobre la subjetividad, teorías del cuerpo, la teoría feminista, el psicoanálisis lacaniano vinculado con los estudios de la teoría política. Todo ello ha dado como resultado un resurgimiento de una economía de las emociones. Los nombres en danza para darnos una idea genealógica de las vertientes teóricas van de Baruch Spinoza a Gilles Deleuze y Félix Guattari. El movimiento desafió las oposiciones convencionales entre la emoción y la razón, el discurso y el afecto, poniendo de relieve la compleja relación entre poder, subjetividad y emoción de la teorización política, uno de los pioneros trabajos fue el de Sara Ahmed, La política cultural de las emociones (2004). Como puede apreciarse estamos ante posturas teóricas interdisciplinarias, transdisciplinarias y de alcance extendido.

El “giro afectivo” en las ciencias sociales y humanidades se origina en diversas insatisfacciones epistemológicas. Entre las que podríamos nombrar proceden de los estudios de género, la excesiva mirada cientificista del cuerpo y la desatención de que se trata también de un constructo cultural, ya que el cuerpo no puede identificarse con el individuo. El cuerpo, de tal manera, es desplazado hacia otros campos de especialización. Las emociones propias del cuerpo y diferenciadas culturalmente fueron rechazadas por las ciencias sociales, siendo relegadas hacia la psicología o la medicina. Surge entonces una pregunta de rigor: qué entidad accede a los vínculos sociales, ¿el cuerpo o el individuo? Para que estas variaciones tuvieran lugar el sujeto dejó de tener un lugar periférico en los estudios sociales. Más aún, el “giro afectivo” se impuso revisar los dualismos modernos: cuerpo y mente, razón y pasión, naturaleza y cultura. La persistencia de estos dualismos habría que buscarla, por un lado, en el ascenso del individualismo que caracteriza nuestra época y, por otro, en un retorno del positivismo y el racionalismo.

Una primera y principal premisa es que las emociones están marcadas por los vínculos pues no se trata de estados absolutos. Las emociones son la manifestación de la resonancia afectiva del acontecimiento, expresan al otro por medio de una reacción. En tal sentido puede entenderse como un código de comunicación que varía de acuerdo con las culturas. Son señales particulares pero que están codificados socialmente, de esa manera los factores externos provocan en el individuo actitudes diferentes (el duelo, el nacimiento, el crimen, etc.) Las emociones entonces no son sustancias abstractas ni fisiológicas, sino que ellas expresan las condiciones sociales del sujeto.

La tensión entre lo natural y lo cultural se constata en la afirmación de que las emociones son reacciones fisiológicas frente a determinados estímulos (de afuera hacia adentro) por tanto son de orden individual. Aquí la dimensión cultural es irrelevante ya que todo queda confinado en el individuo quien reacciona de manera similar independientemente del tiempo y las sociedades. La visión naturalista limita la dimensión simbólica de las emociones. La otra tensión, razón-emoción, estaría reglada por un mecanismo diferente. Al decir de David Le Breton: "La oposición entre la 'razón' y la 'pasión', entre una especie de afectividad cero propicia a la inteligencia y la emoción, en cambio, causante de extravío moral o pérdida de lucidez, es un hilo rojo de la historia occidental de la filosofía, pero esta oposición se ignora en otras culturas" . Las pasiones han sido percibidas como defectos del alma y origen de enfermedades y quebrantos . La emoción representaría, de acuerdo con una visión generalizada, la ausencia de razón y reacciones que dominan al individuo (de adentro hacia fuera) Este dualismo no está lejos de la otra dicotomía entre mente y cuerpo. Sin embargo, no está probado que los procesos cognitivos prescinden de las emociones o de los afectos.

De qué manera conectar, para ir concluyendo, el giro “giro afectivo” desde una tradición latinoamericanista. Uno de los estudios recientes sobre el tema El leguaje de las emociones de Mabel Moraña e Ignacio Sánchez Prado propone “no reducir la cuestión de los afectos a un paradigma identificable”, sino desplegar “el enorme potencial que los lenguajes críticos del afecto, la emoción y la sentimentalidad tienen para una posible reinterpretación de producciones canónicas de la cultura latinoamericana” .

Por lo expuesto, nuestra revista intenta aportar al debate de este “giro afectivo” en los estudios literarios de América Latina mediante el dossier que ha sido coordinado por Amor Hernández Peñaloza y Orfa Kelita Vanegas Vásquez.

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