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Cuadernos del CILHA

On-line version ISSN 1852-9615

Cuad. CILHA vol.22 no.1 Mendoza June 2021

 

Reseñas

Sosa, C. H. (2020). La novela gauchesca de Eduardo Gutiérrez. Prensa, discurso judicial y folletín en la génesis de una literatura popular. Katatay.

Stephanie Mailén Bustamante Salvatierra1 
http://orcid.org/0000-0002-9331-963X

1Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina. stephaniembustamantes@gmail.com

Sosa, C. H.. 2020. La novela gauchesca de Eduardo Gutiérrez. Prensa, discurso judicial y folletín en la génesis de una literatura popular. Katatay,

El texto de Carlos Hernán Sosa ofrece diversos aspectos para reflexionar acerca de la producción, la trayectoria y la vigencia de Eduardo Gutiérrez. También brinda, desde una mirada crítica, un abordaje para adentrarse en su lugar en el campo del 80 y redimensionar la importancia de sus textos. Para ello resulta central la recuperación y la resignificación de la categoría “novela gauchesca”, bajo la cual se aglutina el corpus, porque permite revisar diversas problemáticas que acompañaron a los textos de Gutiérrez; y, a su vez, valida una noción dinámica del género como una construcción histórica inestable. En este marco, su problemática se enfoca en el surgimiento y la conformación discursiva de la novela de temática gauchesca, a comienzos de la década de 1880. Así, metodológicamente se posiciona desde una perspectiva de estudio discursiva, a partir de la elaboración teórica de Mijaíl M. Bajtín, a los fines de reconstruir el itinerario de configuración de la temática novelesca en los textos de Gutiérrez. Para ello, selecciona los aportes de tres matrices discursivas: la periodística, la proveniente del ámbito jurídico-policial y las contribuciones específicas del folletín, como modalidad genérica literaria y de divulgación popular.

En primera instancia, recupera un problema metacrítico que considera que no ha sido lo suficientemente revisitado, la heterogeneidad discursiva de la literatura del momento, porque resulta relevante volver sobre el modo en que ha sido ubicado Gutiérrez y su obra dentro del marco de pertenencia y exclusiones del “canon” del 80. Aquí, abre la discusión del vínculo entre periodismo-literatura, sosteniendo que aún se debe terminar la situación de préstamos y cruces discursivos que se dan entre ambos. Asimismo, destaca las tareas de réporter de Gutiérrez, dado que realizaba un trabajo periodístico de búsqueda de información previo a la escritura literaria. Por otra parte, el estudio de Sosa revela, a partir del cotejo entre el discurso judicial y literario, que Gutiérrez “tuvo acceso comprobable a la documentación judicial derivada de los enfrentamientos policiales que mantuvieron varios de los sujetos de entidad histórica comprobable que luego se convertirán en sus héroes literarios” (22). Mediante el cruce de estos discursos, pone a prueba su hipótesis: “el proceso de elaboración de las primeras novelas de Gutiérrez sigue un derrotero donde la escritura se inicia con ciertas readecuaciones de los pre-textos referidos y avanza hacia un mayor desprendimiento de dichas discursividades, a medida que el género folletín se cimenta como tal a comienzos de la década de 1880” (23). Entiende que el análisis de la discursividad en sus obras permite evaluar cuánto hay de denuncia social y de adecuación al orden sociopolítico establecido.

En segunda instancia, Sosa cuestiona la tradición crítica sobre la literatura del 80 que esboza una pretendida homogeneidad de los autores de esta etapa; con lo cual, problematiza dicha cuestión y nos invita a replantear el tratamiento de los autores considerados modélicos del 80 -como Lucio V. López, Miguel Cané, Eugenio Cambaceres, Lucio V. Mansilla, entre otros- porque entiende que muchas veces se los ha abordado de manera estereotipada y sin una complejidad reflexiva. Por ello, examina someramente la tradición crítica puntual sobre Gutiérrez para señalar las líneas de investigación significativas que se han trazado y los aspectos que todavía esperan una revisión. Así, se detiene en aquellos planteos críticos de Ernesto Quesada respecto de la obra de Gutiérrez, que adquirieron un estatus fundacional y paradigmático, con el fin de conformar un cuestionamiento que apunta a señalar la falta. Tales “deficiencias” se pueden esquematizar de la siguiente manera: a) Escribe “mal” y en “la jerga” de los folletinistas; b) “Deforma” los modelos de la gauchesca canónica, ya en vías de declive; y c) Sus textos “se vinculan con” e “influyen en” los consumidores populares, a través de los procesos de identificación y empatía garantizados por la lectura/escucha. Sosa se propone retomar estos ejes para exhibir su derrotero. También presenta otros críticos con enfoques superadores y marca los aspectos que aún necesitan redimensionarse para alcanzar una nueva aproximación crítica.

Luego de estos planteos iniciales, se detiene sobre consideraciones de los géneros literarios en Occidente. Retoma a Bajtín para sostener que cada género se define por su propio modo de ver el mundo. Entonces, enfatiza que las zonas discursivas de la producción de Gutiérrez -especialmente la de los siguientes ámbitos: periodístico, jurídico-policial y folletinesco- vehiculizan el ingreso de las diferentes formas de concepción del mundo. En este sentido, su elección de matrices discursivas no canónicas habilita a la lectura de que se trata de un gesto contestatario de Gutiérrez, frente a los rumbos hegemónicos que imponía la cultura letrada de Buenos Aires en la producción literaria de la época.

En relación con lo anterior, señala el doble vínculo de los géneros con el contexto: hacia los receptores y las variables contextuales. Luego, aborda las particularidades genéricas de la novela; y en esta línea, afirma que se debe reconocer la presencia de lo sociohistórico en el proceso de configuración discursiva de las novelas de Gutiérrez. Es decir, se adentra en los registros que trazan los folletines de los problemas que apremiaban a la sociedad porteña del momento, desde los que se expone una perspectiva desacralizadora del proyecto liberal sociopolítico del 80, sin dejar de percibir las ambigüedades ideológicas de Gutiérrez y sus subliminares acuerdos con los hombres de su clase. En este sentido, propone superar la simplificación de la figura de Gutiérrez y observar las fisuras ideológicas que se evidencian en sus primeras novelas. Por esto mismo, el crítico subraya que Gutiérrez formaba parte de la elite porteña y tenía vínculos estrechos con el grupo de escritores canónicos de la época, a pesar de desempeñarse como un trabajador de las letras al participar del negocio familiar de la prensa -conformado por el diario La Patria Argentina y su editorial-.

Posteriormente, Sosa presenta la ubicación de Gutiérrez en las condiciones de producción sociocultural a inicios de la década del 80. Si bien el campo literario argentino se cristaliza a partir de dos hitos posteriores -el Centenario y el surgimiento de las vanguardias históricas-, sostiene que no puede dejarse de lado, en torno a la producción de Gutiérrez, que se gesta una serie de fenómenos complementarios que dan cuenta de la voluntad del surgimiento de reglas propias para el ámbito de la producción literaria. Es decir, que se producen los primeros pasos para la conformación del campo literario porteño. En esta línea, abre la discusión sobre la revisión de la crítica especializada acerca de la problematización de la novela en el marco de la producción literaria de la ciudad de Buenos Aires en 1880. Por eso destaca que “a Gutiérrez no lo precede la nada en materia de producción novelesca. Por el contrario, existe toda una tradición narrativa anterior, tanto en el campo de la novela como género específico, como de la temática gauchesca en el terreno de la narrativa -y de la poesía-“ (75). Fundamenta su posición en la investigación de Hebe Molina, quien pone en evidencia que la novela fue un género de producción sostenida durante las décadas anteriores al 80. Por eso Sosa sostiene que Gutiérrez es un continuador de la tradición de la novela porteña, o que al menos debe considerárselo un exponente transicional durante la construcción sociohistórica del género novela en Buenos Aires, cuyos inicios se deben rastrear desde la primera mitad del siglo XIX.

En cuanto a la producción de Gutiérrez, se detiene en las sistematizaciones generales ensayadas en torno a su obra y, también, en algunos aspectos referidos a la historia editorial de dicha obra. Así, observa que en ese marco se generan alteraciones que provocaron modificaciones sustanciales. Por ejemplo, Sosa señala el caso de las ediciones de Tommasi. En ellas, a partir de la persecución de fines lucrativos, se han fragmentado varios textos de Gutiérrez. Es decir, que Tommasi reorganizó las novelas de Gutiérrez al armar varias falsas bilogías. Como una las consecuencias de esto, se advierte que se han afectado las organizaciones temáticas y los ciclos de corpus propuestos por Gutiérrez. Estas desprolijidades se trasladaron de manera indefinida a sus reediciones. Como otra circunstancia desfavorable para el establecimiento y la transmisión textual de la obra de Gutiérrez, se suma el papel de numerosas ediciones clandestinas. Al respecto, Sosa entiende que el establecimiento del corpus total de la obra de Gutiérrez es una tarea que sigue postergada. Sin embargo, posteriormente, postula su propuesta de abordaje de la producción de Gutiérrez, ofreciendo una nueva propuesta de organización de su producción, en la cual repone los títulos originales de las novelas.

A continuación, presenta una revisión acerca de las prácticas discursivas periodísticas, sin dejar de tener en cuenta las circunstancias específicas de constitución y de divulgación de los textos de Gutiérrez como folletines, en el diario La Patria Argentina de Buenos Aires -a los que dedica un apartado específico-. A partir de esto, Sosa aborda el problema del sostenimiento financiero de los periódicos y la cuestión del público lector. En cuanto a los lectores de Gutiérrez, Sosa señala dos formas de analizar esta problemática: por un lado, focalizar la mirada en la franja de los lectores explícitos; y por otro, indagar sobre las particularidades del lector implícito. Así, llega a sostener que en el caso de la obra de Gutiérrez hay un espectro socioeconómico de procedencia de sus lectores mucho más amplio, que el que en un principio se le había reconocido. Por eso, Sosa propone no convalidar la hipótesis de que Gutiérrez alcanzó el éxito editorial gracias al consumo literario de las franjas sociales populares. Al contrario, él hipotetiza que, en realidad, los sectores más acomodados fueron los que efectivamente tuvieron las condiciones necesarias para ocupar el rol de lectores ávidos de folletines.

Luego de ello, encontramos un trabajo riguroso de archivo y de revisión crítica llevado a cabo por Sosa. Por un lado, traza varias líneas de interpretación a partir de un minucioso análisis de las vinculaciones entre “proto-folletines” y las primeras novelas gauchescas de Gutiérrez, y el lugar que la producción folletinesca ocupaba en La Patria Argentina. Por otro, se detiene en el proceso discursivo de la narrativa de Gutiérrez entre 1879 y 1881, en el que se traman diversos cruces con las prácticas discursivas periodísticas, con los discursos provenientes del ámbito judicial, los aportes particulares del género, la tradición gauchesca y el discurso de la ciencia. En estos apartados de su estudio, intenta analizar en detalle cómo, durante la consolidación de la novela temática gauchesca a partir de la década del 1880, las disonancias ideológicas se fueron articulando de manera acelerada mediante la apelación a diferentes géneros discursivos en cuya confluencia se fue tramando la impronta distintiva de la narrativa gauchesca popular y su particular visión contestataria al proyecto liberal sociopolítico del 80.

Para finalizar, cabe destacar que la propuesta de Carlos Hernán Sosa brinda aportes significativos en tanto habilita saldar algunas de las grandes deudas que los estudios histórico-críticos de nuestra literatura tienen con la obra de Eduardo Gutiérrez. En este sentido, desde una mirada crítica, nos invita a salir del reduccionismo crítico que ha abordado la literatura de 1880 y de los encorsetamientos estereotipados en los que se ha agrupado a los autores modélicos de la época. En suma, el estudio de Sosa recupera la heterogeneidad discursiva como un problema metacrítico no suficientemente revisitado. Así, exhibe el préstamo y el cruce del discurso periodístico, el judicial y el propio del género folletinesco en la obra de Gutiérrez, como una forma “contestataria” de ver el mundo. Además, a partir de su trabajo riguroso de archivo y de revisión crítica nos ofrece una nueva propuesta de organización del corpus de Gutiérrez, en la cual se respetan las organizaciones temáticas y los ciclos de corpus propuestos por el propio Gutiérrez.

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