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Revista argentina de radiología

versión On-line ISSN 1852-9992

Rev. argent. radiol. v.73 n.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires abr./jun. 2009

 

HISTORIA

El origen de las palabras. Etimología de algunos términos usados en medicina

Alberto Marangoni

Servicio de Diagnóstico por Imágenes. Sanatorio Allende. H. Irigoyen 384. CP 5000 Córdoba - República Argentina.

Correspondencia: Dr. Alberto Marangoni: albertomarangoni@hotmail.com

Recibido: abril 2009; aceptado: mayo 2009
Received: april 2009; accepted: may 2009.

©SAR-FAARDIT 2009

Siguiendo con la búsqueda de los orígenes de las palabras y continuando el hilo conductor iniciado con el bazo (1), podemos bucear en el ancho mar de los idiomas e indagar acerca de las palabras hipocondrio, hipocondría e hipocondríaco.
Comencemos definiendo Hipocondría. Según el diccionario médico, es un trastorno que consiste en la existencia de un miedo debido al convencimiento de padecer una enfermedad importante, basándose la persona en una mala interpretación de los síntomas somáticos que cree tener, que lo conducen a la demanda continua de consultas, pruebas diagnósticas y tratamientos, que resultan normales, a pesar de lo cual persiste en la idea (2). Entonces, hipocondríaco es quien sufre este padecimiento. La palabra hipocondríaco fue mencionada por el médico bizantino Alejandro de Tralles en el siglo VI D.C. (525-605) (Fig. 1), para referirse al enfermo de "hipocondrios" y antes también fue utilizada por Galeno, como veremos más adelante.


Fig. 1. Alejandro de Tralles.

Podemos ampliar el concepto de Hipocondría acudiendo a la definición del Diccionario de la Real Academia Española: "Afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso con tristeza habitual y preocupación constante y angustiosa por la salud" (3).
¿Cuál es la relación de estas palabras con el tema tratado en el artículo anterior, es decir, con el bazo?
Repasemos lo que acabamos de anotar: la Hipocondría es una afección con tristeza habitual y preocupación por la salud. El bazo, como dijimos, ha sido relacionado en toda la historia antigua de la Medicina con la idea de melancolía, de estados depresivos, de malos pensamientos acerca de los estados de salud, y ¿dónde se encuentra alojado el bazo? Por lo que sabemos de la anatomía topográfica, se ubica en un sector de la cavidad abdominal denominado hipocondrio. De allí, a relacionar sus términos y etiología, hay solo un paso.
Hipocondrio es un sector anatómico localizado a ambos lados del epigastrio; a derecha, aloja al hígado, a izquierda, al bazo. Deriva de las palabras griegas: υπο (hipo): debajo de, χονδρος (jondros): cartílago (2).
Según el diccionario español etimológico (2), hipocondríaco (del griego υποχονδριακος (hipojondriacos) significa que tiene dolor en la zona del hipocondrio, y así también lo denominó Galeno, aproximadamente en el Siglo II D.C. Pasó al latín como hypocondriacus y así apareció en el castellano medieval. Y obsérvese que en uno de sus ejemplos, Galeno lo une al μελαγχολικος (melanjolikós) griego, asociación que recoge el sentido moderno, actual, de esta palabra. De modo que podemos recoger así la asociación entre los significados de bazo, esplín, melancolía e hipocondría, simple y lógicamente, palabras que estudiamos en el artículo anterior (1).
Si buceamos, además, en el arte, encontraremos algunas alusiones y descripciones de la hipocondría. El caso más famoso es el del personaje de Molière, en su obra "El Enfermo Imaginario" ('Le Malade Imaginaire', del año 1673) (Fig. 2 y 3) (4). Siguiendo la tradición de las sátiras de la Medicina, tan populares en la literatura de los siglos XVI y XVII, Molière narra las desventuras de Argan, un rico y eternamente padeciente personaje que imagina sufrir las peores enfermedades, a cuyo alrededor se mueve una cohorte de médicos ignorantes y triviales y boticarios oportunistas. En esta obra, acabado retrato de la sociedad francesa de la época, Molière aprovecha para aplicar sus impecables dardos contra las convenciones sociales y las debilidades de la naturaleza humana.


Fig. 2. Moliére.


Fig. 3. Portada del libro"El enfermo imaginario".

Se sabe que el propio Molière (cuyo nombre real era Jean Baptiste Poquelin) sufría de esta afección y que también otros personajes famosos la padecieron. Tales los casos de Marcel Proust, quien creía que cada día era el último de su vida, o de Juan Ramón Jiménez, o de Manuel de Falla, quien no pudo terminar una de sus obras por las limitaciones ocasionadas por sus episodios de hipocondría.
La Hipocondría es considerada en el ámbito de la psiquiatría como una enfermedad y es motivo de estudios y de continua preocupación, ya que genera cambios de personalidad y de actitud en las personas que la padecen, quienes llegan incluso a imaginar enfermedades que -dicen ellos mismos- aún no han sido descritas por la Medicina, como lo señala la Dra. Ávila Aranda en su libro "Enfermos Imaginarios" (5).
A lo largo de su evolución, el concepto de Hipocondría se definió, según las épocas, con mayor o menor proximidad a los de histeria, melancolía y paranoia. Hasta el siglo XVII, autores clásicos como Hipócrates o Galeno le atribuían una localización anatómica, considerándola una enfermedad visceral. Para Burton (1621), se trataba de una forma de melancolía con síntomas abdominales, con predominio masculino (6). En el siglo XVII, Sydenham postula que se trata de la forma masculina de la histeria y que ambas constituyen una única especie morbosa. En el siglo XVIII, Cullen la categoriza como una neurosis -entendida como "enfermedad del sistema nervioso"-, caracterizada por la presencia de síntomas abdominales, depresión del alma y aprehensión al peligro. En cambio, en el siglo XIX, de la mano de numerosos autores franceses y alemanes (Esquirol, Morel, Cottard, Krafft- Ebing, Magnan, Wernicke), pasa a ser considerada como una enfermedad del intelecto, que debe agruparse dentro del grupo de las psicosis, entendiéndosela como una forma de paranoia.
En efecto, autores de comienzos del siglo XX la englobaron dentro de las Psicosis, como Kraepelin (1919), quien la consideraba un síntoma dentro de ellas, o como Bleuler, el que sostenía que la Hipocondría era parte de un síndrome esquizofrénico y finalmente Offenkranz (1962), quien sugería que generalmente se trataba de síntomas prodrómicos de una esquizofrenia.
Para Freud (1912), la Hipocondría es una neurosis actual, junto con la neurosis de angustia y la neurastenia y aún hoy existen discusiones acerca de si se trata de un trastorno independiente o bien forma parte de otra enfermedad, situándola entre la histeria y la psicosis.
Podemos aseverar, entonces, que la hipocondría es un trastorno importante que provoca Pánico en las personas, un miedo importante a morir mediante el sufrimiento de enfermedades gravosas existentes o por descubrirse.
Veamos ahora qué podemos investigar sobre esta otra palabra: Pánico. El antiguo dios griego Pan (cuyo equivalente romano es el dios Fauno) era originalmente, antes de ser asociado con la fertilidad y la naturaleza en general, el dios de los pastores y sus rebaños (Fig. 4). Hijo de Hermes y de la ninfa Dryops (o, según otras leyendas, de Hermes y Penélope, la mujer de Ulises), nació con las piernas y los cuernos de una cabra. Abandonado por su propia madre a causa de su monstruosa apariencia, su padre Hermes lo llevó al Olimpo, la morada de los dioses, concediéndole así la divinidad. Sin embargo, a Pan no le gustaba el Olimpo, ya que los dioses se burlaban de su extraña apariencia y prefirió vivir con sátiros, ninfas y otras divinidades de la naturaleza escondido en los bosques de Arcadia. Pan estaba intensamente enamorado de la ninfa Siringa, quien no le correspondía. Se dice que una vez, mientras huía de Pan, la ninfa se lanzó al río Ladón. Quedó acorralada y pidió la ayuda de sus hermanas, las ninfas, quienes, conmovidas, la convirtieron en un cañaveral. Se cuenta que cuando Pan llegó al lugar, sólo pudo abrazar las cañas que se mecían con el viento, causándole tal agrado el rumor que producían que decidió construir un nuevo instrumento musical con ellas. Así, creó la "flauta siringa", llamada también "flauta de pan", en recuerdo de la ninfa o del dios de iguales nombres, respectivamente. Pan se creó una pobre reputación, en gran parte por su desagradable carácter. Odiaba ser despertado de su sueño y, cuando esto ocurría, se enfurecía y profería tan terribles sonidos, que causaba gran temor en los corazones de quienes lo escuchaban. Podía incluso aparecerse por sorpresa a los mortales, asustándoles y provocándoles un terror mortal. Se dice que el dios Pan hacía apariciones repentinas en las noches, lo que causaba terror o "pánico" en las personas (7).


Fig. 4. Dios Pan.

Si bien el Diccionario de la Real Academia Española reconoce el origen griego de la palabra: Πανικος (Panicós) -que posteriormente pasó al latín (panicus)-, y también su relación con el dios Pan, no explica la raíz de dicho vocablo. Por un lado, sería "pan", como nombre del dios, e "ico", de οικος (oikos), casa, en griego. Es decir, esta palabra significaría terror, el miedo que producía la casa o cueva en la que -se supone- moraba el dios Pan. Así Pánico se referiría a ese miedo a lo desconocido, a ese dios que se aparecía solamente de noche, en la oscuridad, teniendo como resultado final un temor extremo. Sin embargo, están también las interpretaciones de quienes sostienen que "ico" no viene de oikos (casa) sino que es sólo un sufijo que indica "relativo a", en cuyo caso, Pánico sería definida como relativo al dios Pan, lo cual, tal vez, no cambia radicalmente el significado de la palabra. Para nosotros, en tanto radiólogos o diagnosticadores, no es infrecuente tener que abocarnos a la tarea de realizar estudios o diagnósticos en pacientes con este tipo de aprehensión que fluctúa entre la Hipocondría y el Pánico.
Observemos, además, lo que señala la Enciclopedia Británica con respecto al pánico: "Es la aparición súbita de un intenso miedo o terror sin causa aparente. El ataque de pánico se diagnostica en base de, al menos, cuatro síntomas somáticos o psicológicos: disnea, palpitaciones, dolor torácico, temblor, sudoración, náuseas a nivel somático y sensación de asfixia, sentimiento de irrealidad, miedo a morir o miedo a volverse loco o de perder el control, a nivel psíquico". En el origen de la palabra se le atribuía un miedo generalizado, es decir, un miedo colectivo, que se transmitía entre las personas (éste sería el verdadero significado de la palabra y no aplicado en forma individual, personal, aunque así se lo use también). En este punto, podemos relacionar a estas palabras con la Fobia.
Para hablar de este otro término, podemos comenzar diciendo que Ares (Marte para los romanos) era el dios de la guerra. Fobos -del griego φοβος (Phobos -que significa "Miedo"-) era su hijo y mensajero, y Deimos, o "Pánico", otro de sus ayudantes y apropiados compañeros. En la mitología griega, Deimos era también una personificación del terror. Ambos eran, entonces, hijos de Ares, el dios de la guerra, y de Afrodita (Venus para los romanos). Si bien se puede caer en la simpleza de derivar la palabra Fobia del nombre del dios Fobos (Fig. 5), se debe tener en cuenta que también existe la palabra φοβος (fobos) o miedo, que tiene una importante familia léxica en griego: el verbo φοβεω (phobéo), que significa hacer huir, espantar; y el adjetivo φοβερος (phoberós), que significa horrible, espantoso. Por tanto, es probable que finalmente la palabra Fobia pueda provenir de una combinación de todos estos términos. Para la medicina, Fobia es un temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos; provoca una respuesta inmediata de ansiedad, una conducta de evitación y una interferencia en la vida cotidiana. Ejemplos comunes son el miedo a los lugares públicos (agorafobia), a los lugares cerrados (claustrofobia), a ciertos insectos como las arañas (aracnofobia), etcétera.


Fig. 5. Dios Fobos.

Estas palabras se encuentran también asociadas a los astros y a la denominación de los mismos por la astronomía. Debemos recordar que el planeta Marte posee dos satélites naturales o lunas, Fobos y Deimos (Fig. 6), que fueron descubiertos en 1877 por el astrónomo estadounidense Asaph Hall, confiriendo a los cuerpos celestes una relación con la mitología: el padre (Ares/Marte) y ambos hijos, una pequeña familia en el amplio universo de estrellas, planetas, satélites y lunas que podemos observar durante la noche.


Fig. 6. Las lunas de marte. Deimos y Fobos.

El arte se basó muchas veces en las figuras de los dioses griegos para el desarrollo de distintos temas. Obras de grandes pintores clásicos reflejan la mitología griega. Relacionado al tema que tratamos, hay un ejemplo reciente en el cine: en efecto, el director Guillermo del Toro, en su reciente película "El Laberinto del Fauno" (Fig. 7) establece una conexión entre este personaje mitológico y una parte de la historia de España.


Fig. 7. El Dios Pan. Película "El laberinto del Fauno".

Para finalizar, dejamos una incógnita. Hemos mencionado más arriba que la ninfa Syringa fue convertida en caña. La caña tiene forma de tubo y se la asoció con la flauta por su sonido. Podemos preguntarnos entonces: debido a su forma, ¿habrá sido el origen de la palabra jeringa? Efectivamente, jeringa deriva de estos hechos mitológicos y de estas palabras. Si nos referimos al artículo de Gotta, Buzzi y Suárez (8), podemos leer y recordar: "La palabra 'jeringa' apareció a principios del siglo XVII como derivación del antiguo 'siringa' del año 1495. El primer tipo de jeringa fue inventado por el cirujano egipcio Ammar ibn'Ali al-Mawsili en el siglo IX..."

Bibliografía

1. Marangoni A. Etimologías relacionadas con el Bazo. Rev Arg Radiol 2008;72,4:405-408.         [ Links ]

2. Diccionario Médico-Biológico, Histórico y Etimológico. Disponible en: www.dicciomed.es        [ Links ]

3. Diccionario de la Real Academia Española. Disponible en: www.rae.es.         [ Links ]

4. Molière. El enfermo imaginario. Buenos Aires: Edit. Longseller, 2004.         [ Links ]

5. Ávila Aranda MD. Enfermos Imaginarios: la Hipocondría. Madrid (España): Edit. Océano, 2005.         [ Links ]

6. Ramos Ríos RR, Espiño Díaz I, Javier D, Moríñigo JD, Varela Casal P, García Mahía M. Hipocondría: Nosología y modelos explicativos. 9º Congreso Virtual de Psiquiatría; Interpsiquis 2008. Disponible en: www.interpsiquis.com.         [ Links ]

7. Hillman J. Pan y la pesadilla: imagen y mito. Barcelona (España): Edit. Atalanta, 2007.         [ Links ]

8. Gotta C, Buzzi A, Suárez MV. Siringomielia y otras etimologías mitológicas. Rev Arg Radiol 2008;72,2:143-152.         [ Links ]

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