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Revista argentina de radiología

versión On-line ISSN 1852-9992

Rev. argent. radiol. vol.76 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mar. 2012

 

HISTORIA

Artur Schüller (1874-1957): una vida fecunda para la radiología con ribetes trágicos

 

Ricardo F. Luberti (1), Alfredo J. Brezina (2), Ricardo A. Ponticelli (3), Alfredo E. Buzzi (4)

(1) Prof. Titular Consulto, Facultad de Odontología (UBA). Prof. Titular, Universidad Argentina John F. Kennedy. Prof. Titular. Universidad Maimónides.
(2) Prof. Adjunto, Departamento de Estomatología Básica, Universidad Argentina John F. Kennedy
(3) Prof. Titular, Universidad Católica de La Plata. Sociedad Odontontológica de La Plata (SOLP).
(4) Presidente de la Sociedad Argentina de Radiología. Prof. Adjunto. Facultad de Medicina (UBA). Director Médico de Diagnóstico Médico S.A.

 

Correspondencia: Dr. Ricardo Luberti - ricardoluberti2003@yahoo.com.ar

Recibido: agosto 2011; aceptado: diciembre 2011
Received: august 2011; accepted: december 2011
SAR©

 

"Fue el caballero perfecto, el carácter más noble que yo haya conocido. Aparte de todo esto, fue uno de los grandes médicos de su tiempo en Australia. Podemos considerarnos afortunados de que viniera a vivir entre nosotros". Semejante elogio fue escrito por el destacado neurocirujano Frank Morgan, de Melbourne (Australia), a propósito de Artur Schüller (1). A lo largo del desarrollo de este trabajo, podrá comprenderse cabalmente el merecido homenaje a este médico, así como también se entenderá por qué estas palabras fueron proferidas por su colega y amigo australiano.
Artur Schüller nació lejos de la "isla - continente". Vio por primera vez la luz el 28 de diciembre de 1874, en Brünn, Imperio Austrohúngaro o "Doble Monarquía" -actualmente Brno, región de Moravia, República Checa, Europa Central (Fig. 1)-. Proveniente de una familia de clase media, su padre era un médico otorrinolaringólogo y Artur recibió la educación propia de su posición social. En el Gymnasium (escuela secundaria) fue un alumno sobresaliente (a diferencia de personalidades como Edison, Einstein y Hounsfield que no brillaron en su época formativa, pero sí después).


Fig. 1: El Imperio Austro-Húngaro en 1910. La flecha marca la ciudad natal de Schüller (fuente:
www.wikipedia.org).

Este buen desempeño, especialmente en las humanidades y música, se repitió en sus estudios médicos. A los 17 años, siguiendo los pasos de su padre, ingresó a la carrera de Medicina en Viena, capital del entonces Imperio (a 160 kilómetros de Brno), y antes de cumplir los 25 años, el 4 de noviembre de 1899, se graduó con los más altos honores. No sólo recibió el Doctoris Universae Medicinae (en esa época -y durante muchos años más-, en Europa Central los diplomas universitarios se expedían en latín), sino que, además, obtuvo en una audiencia especial con el emperador Francisco José la distinción de Sub Auspiciis Imperatoris (otorgada sólo dos veces durante su largo reinado de 68 años -1848/1916-)(2,3,4).
Como médico, dio sus primeros pasos en el campo de la Neuropsiquiatría y no tardó en efectuar publicaciones: las primeras, sobre la aplicación clínica de un somnífero y los celos maníacos de las mujeres. Uno de sus maestros, el Prof. Julios Wagner Jauregg, Premio Nobel en 1927 por haber desarrollado la terapia de la malaria contra la sífilis y el responsable de preparar el terreno para la aceptación de la recién creada Radiología en la Universidad de Viena, envió a Schüller a su amigo Guido Holzknecht (Fig. 2) al Laboratorio Central Röntgen del Hospital General de Viena(4).


Fig. 2
: Guido Holzknecht (1872-1931).

Allí, Schüller investigó intensamente. Su área básica de interés fue el diagnóstico de las enfermedades del cerebro y del cráneo. Bajo la guía de Holzknecht, comprendió que los cambios en la masa cerebral no podían identificarse radiográficamente; pero también, notó que los efectos de sus lesiones internas sobre el cráneo sí podrían dar base a diagnósticos radiológicos. Con esta orientación, emprendió el estudio fotográfico y radiográfico de todos los preparados del cráneo que encontraba en secciones y museos de Anatomía, Patología y Medicina Forense (3). Tempranamente, encaró el estudio radiológico de la silla turca y ya desde 1905 tuvo en su consultorio un equipo de rayos X. En ese mismo año, publicó su primer libro, La base del cráneo en la radiografía, en Hamburgo, Alemania (4) (Fig. 3). En él, demostraba su conocimiento de la Anatomía, tanto normal como patológica, y exponía muchas radioproyecciones (si bien el sensacional descubrimiento de W. C. Röntgen se difundió muy rápido, era una época en la que la radiología aún estaba en su infancia).


Fig. 3: La base del cráneo en la radiografía (Schüller, 1905).

Para 1896, Scribner, Edison, Morton y Kells habían tomado radiografías en los Estados Unidos y, dos años después, éstas se habían empleado en la campaña militar británica en Sudán. Las primeras había sido principalmente de los miembros para detectar fracturas y cuerpos extraños (monedas o proyectiles), aunque también habían sido aplicadas al estudio de enfermedades del oído, la nariz, los senos paranasales, los dientes (Walkhoff, Morton, Kells, Weston Price, Dieck, Raper, Le Master), la garganta, la laringe, el corazón, los pulmones y la motilidad del tracto gastrointestinal (los tres últimos por fluoroscopia). Los diagnósticos eran azarosos y para las imágenes se usaban placas de vidrio, reemplazadas recién después de 1918 por las altamente inflamables películas de acetato de celulosa. Los tiempos de exposición eran excesivos (25 minutos para la primera placa de boca del Prof. Friedrich Otto Walkhoff en 1896) y los peligros de los rayos Röntgen (así llamados por el Prof. G. R. von Kölliker, luego de que su descubridor le tomara una radiografía de la mano) sólo se fueron conociendo lentamente y con altos costos.
En los primeros tiempos, las radiografías eran realizadas por electricistas, físicos, ingenieros, fotógrafos y algunos médicos (5). A los rayos X, con la fluoroscopia -difundida a principios del siglo XX-, se los usaba no sólo con fines diagnósticos, sino también recreativos para el público en general, por lo que las quemaduras por radiación, las alopecías, las radiodermitis, las úlceras cutáneas, las mutilaciones quirúrgicas repetidas por tumores inducidos por la irradiación y los cánceres terminales eran muy frecuentes (6,7).
En 1906, Schüller describió una vista oblicua de la mastoides, con el tubo en ángulo de 25º en sentido caudal, principalmente para la evaluación de traumas y neumatización de los huesos temporales (Fig. 4) y fue el primero en reconocer e interpretar correctamente la imagen radiográfica de la glándula pineal calcificada (5). En diciembre de ese año, además, se casó con Margarete Stiastny (con quien estaría toda su vida) y poco después fue nombrado Venia docendi (Docente Universitario Autorizado) (4).


Fig. 4: Posición de Schüller.

En 1908, nació su hijo Franz Ferdinand y en 1909, el segundo: Hans Heinrich (ambos tendrían un final trágico).
Durante ese año, el otorrinolaringólogo Dr. Oskar Hirsch, con el asesoramiento radiológico de Schüller, presentó el abordaje transesfenoidal de tumores de la glándula hipófisis (él mismo lo había sugerido) y, un año después, nuestro médico comenzó a realizar unos experimentos en monos y perros que lo llevaron a sugerir y recomendar la cordotomía ántero-lateral para el alivio de dolores, hasta entonces intratables, en el tabes o en cánceres terminales. Además, propuso operaciones paliativas para la hidrocefalia obstructiva y el aumento de presión intracraneana (cuyos efectos enseñaba a diferenciar radiológicamente de los de los tumores de la hipófisis), así como también un drenaje anterior y posterior del tercer ventrículo cerebral (4).
En el año 1912, publicó su libro Diagnóstico roentgenológico de las enfermedades de la cabeza en Viena y Leipzig (Alemania). Éste fue traducido al inglés en 1918, en plena Primera Guerra Mundial, y durante largos años fue el texto estándar de la Neurorradiología (Fig. 5). Por esta obra y muchas otras contribuciones, se considera a Schüller un pionero en la materia (4,8).


Fig. 5: Diagnóstico roentgenológico de las enfermedades de la cabeza (Schüller, 1912).

A sus 39 años (en enero de 1914) Schüller fue nombrado Profesor de la Facultad de Medicina de Viena, el más joven de la institución (Fig. 6). Allí, enseñó Neurología y Psiquiatría. Sin embargo, con el estallido de la Primera Guerra Mundial tuvo que suspender sus actividades para cumplir los deberes con su país: durante ese tremendo conflicto, que se llevó a 8 millones y medio de vidas (casi todas de la población activa) y causó más de 21 millones de heridos, trabajó como médico en el Ejército austrohúngaro (éste combatió en el Este contra Rusia y en el Oeste contra Italia desde 1915). Según las fuentes consultadas, se destacó como médico militar (2,9).


Fig. 6: Artur Schüller (1874-1957).

En 1915, describió dos casos de áreas descalcificadas, situadas principalmente en el cráneo, y lesiones ocasionales en las extremidades, asociados con histio-citosis multifocal de células retículo-endoteliales de Langerhans. A este hallazgo lo llamó cráneo geográfico (Fig. 7). Presentaban una tríada de exoftalmia, lesiones líticas del hueso en el cráneo (Fig. 8) y diabetes insípida debida a la infiltración de la glándula pituitaria.


Fig. 7: Radiografía de un paciente con enfermedad de Hand- Schüller-Christian.


Fig 8: Un paciente con enfermedad de Hand-Schüller-Christian, comprendida desde 1987 en las histiocitosis clase I, a células de Langerhans. Ésta reúne las enfermedades de Letterer-Siwe, Hand-Schüller-Christian y el granuloma eosinófilo (fuente citada en referencia bibliográfica Nº 10).

Cabe destacar en relación con estos descubrimientos que, en 1893 (todavía en época prerradiológica, pero ya cerca del descubrimiento de Röntgen), el pediatra Alfred Hand había comunicado en los Estados Unidos un caso con estas características que incluía poliuria. Para 1920, Henry Ashbury Christian, en Boston (EE.UU.), publicó otra descripción del mismo síndrome en la que hacía referencia a las observaciones de Schüller. Ambos pensaban que la causa era un trastorno de la pituitaria y se lo denominó de manera epónima "enfermedad de Hand-Schüller-Christian" (actualmente, se la incluye entre las histio-citosis clase I, a células de Langerhans) (10,11,12).
Con el fin de la Primera Guerra Mundial (primer conflicto general en Europa desde las Guerras Napoleónicas) con la derrota de los Imperios Centrales (entre ellos, el Austrohúngaro -que literalmente quedó desintegrado- y Turquía), un mundo y una época de la historia quedaron definitivamente en el pasado. Austria vio fuertemente reducidos su territorio y población: se independizaron Hungría y Checoslovaquia (dos territorios que le habían pertenecido), perdió zonas de los Balcanes, y el Trentino y el puerto de Trieste pasaron a manos de Italia. Así, lo que quedaba del país y su capital representaba un cuadro lamentable: cientos de miles de muertos, heridos y mutilados, un régimen de siglos caído (la monarquía bajo la Casa de Habsburgo), pobreza, hambre, enfermedades infecciosas, hiperinflación -que le hizo perder a Schüller su estabilidad financiera-, agitación social, descontento y devastación. En tales circunstancias, el país pidió su unión a Alemania, su aliada fuerte desde 1882 y durante la guerra; sin embargo, las potencias vencedoras se la negaron (9-13). En medio de este cuadro, Artur Schüller reanudó su actividad como médico civil en Viena (Fig. 9). No sólo mantuvo el cargo de neurólogo jefe en el hospital Franz Joseph Ambulatorium, sino que, además, comenzó a atender en el consultorio de su domicilio muchos pacientes neurológicos (varios derivados por sus colegas para que él pudiese dar su opinión sobre patologías del cráneo). A fin de evitar la pobreza, también empezó a dar clases particulares (Fig. 10) sobre diagnóstico radiológico de trastornos de cráneo, oído, nariz y garganta a pequeños grupos de estudiantes de todo el mundo. En general, daba hasta cuatro clases diarias en el living de su casa y el negatoscopio estaba apoyado sobre su propio piano. Los contactos originados en su actividad docente y los buenos recuerdos que dejó en sus discípulos (era un maestro excelente) le resultarían providenciales más tarde.


Fig. 9: Artur Schüller en su juventud. A los 30 años publicó su primer libro y a los 39 fue nombrado Profesor en la Facultad de Medicina de Viena (fuente citada en referencia bibliográfica Nº 4).


Fig. 10: El Profesor Schüller en pleno dictado de una clase. Adviértase su aspecto cordial (fuente: Bull JW. History of Neuroradiology. Br J Radiol 1961; 34:69-84).

Durante esta época, su distracción era la música (un interés que ya había mostrado en la adolescencia). Schüller era un buen violinista, tocaba sonatas a dúo con su esposa y era miembro de la Orquesta de Doctores de Viena. Persona amable y modesta, también le agradaba jugar al ajedrez (3).
Aún en medio de la difícil situación de esa Viena de posguerra, nunca dejó de reunir material ni de aportar a la literatura de su especialidad. En 1922, dio una conferencia sobre estudios del cerebro mediante aire y mostró ventriculografías propias, sin dejar de mencionar a W. Dandy y A. Bingel como pioneros de dicha técnica (8). También fue el primero en realizar cisternografías con aceite de yodo (14).
En 1925, leyó en el 1er Congreso Internacional de Radiología, en Londres, una comunicación en inglés titulada "Disostosis hipofisiaria". Se refirió a su propio caso de 1915, al de Christian de 1920, a uno posterior de Hochstetter (cuya autopsia, hecha por Veit, reveló una hipófisis absolutamente esclerosada y atrófica), a otro de Alberti (con enanismo) y a tres más. En el resumen decía: "Existe un peculiar tipo de defectos del cráneo, caracterizados por la multiplicidad, el gran tamaño y los contornos agudos de los defectos, localizados tanto sobre el cráneo como en su base, combinados con defectos en la pelvis, exoftalmia y algunos otros síntomas diagnosticados en general como debidos a hipofunción pituitaria, como enanismo y diabetes insípida. Propongo para este complejo síntoma el nombre de Disostosis hipofisiaria". El texto se publicó al año siguiente en el British Journal of Radiology (15).
En 1926, Schüller señaló la osteoporosis circunscrita, observada en el cráneo de dos pacientes; la biopsia de uno de ellos sugirió enfermedad de Paget (Fig. 11). La descripción clásica de esta patología ósea rara y no hereditaria, llamada osteítis deformans por Sir James Paget en 1877, dice: "Comienza en la edad mediana o más tarde, puede continuar por muchos años sin influencia sobre la salud general y no traer otros problemas que los debidos a los cambios de forma, tamaño y dirección de los huesos deformes (...) Afecta más frecuentemente a los huesos largos de las extremidades inferiores y el cráneo, y es asimétrica. Los huesos se agrandan y se ablandan y los que soportan peso ceden y se vuelven curvos y deformes (...) En sus períodos tempranos y a veces en todo su curso, se acompaña con dolores en los huesos afectados, ampliamente variables en severidad y descritos como reumáticos, gotosos o neurálgicos. No la acompaña fiebre u otra enfermedad constitucional conocida, a menos que sea cáncer" (16). Así, Schüller era el primero en notar una relación entre esa osteoporosis circunscrita y la enfermedad de Paget (la primera como estadio temprano de la segunda) (4).


Fig. 11: Radiografía del cráneo de perfil con la imagen de "osteoporosis circunscripta", propia de la fase temprana de la enfermedad de Paget.

A su vez, produjo más de 300 publicaciones sobre neurología y neurorradiología (fue él quien acuñó el término "neuro-radiología") (1,4). También fue el encargado de estimular los avances en neurocirugía e hizo un aporte sumamente importante al diagnóstico por imágenes en odontología: la técnica para el estudio de la articulación témporo-mandibular (ATM). Ésta se toma en tres posiciones: reposo, oclusión céntrica y posición de apertura máxima mandibular, con el dispositivo llamado "condilógrafo" y un cilindro largo. El rayo central incide cuatro traveses de dedo por sobre el conducto auditivo externo del lado opuesto y emerge a nivel del orificio del conducto auditivo externo del lado a radiografiar con una angulación cefálico-caudal de 30º ("posición especial de Schüller") (17,18,19,20). Hasta la llegada de la resonancia magnética nuclear a la práctica clínica en 1972, para visualizar tejidos blandos, la técnica de Schüller junto con la de Parma (contactografía) fueron los "caballitos de batalla" para el estudio de la ATM (de hecho, aún con la presencia de la resonancia, permanecen en uso).
Ya en la década de 1930, Schüller era vastamente conocido. "Una figura mundial en neurología", según el Dr. K. Hallam, miembro de sociedades radiológicas de Australia y Nueva Zelanda, Suecia, Gran Bretaña, EE.UU., Italia, Rumania, Polonia, además de la de su propio país (3). Su fama en todo el mundo médico estaba cimentada por sus continuas publicaciones, la formación de discípulos, su correspondencia con colegas, la asistencia a encuentros científicos y sus derivaciones neurorradiológicas. En 1934, publicó, junto con Orban, Diagramas cráneo-cerebrales para la localización radiológica (4).
Sin embargo, quien tenga presente la historia de esa década, aciaga especialmente en Europa, comprenderá cómo la situación de Schüller, al compás de la europea y luego del mundo, cambiaría rápida y dramáticamente.
La expansión del nazismo, en el poder en Alemania desde 1933, comenzó con la remilitarización de la Renania en 1936 y luego, en marzo de 1938, llegó a Austria con la invasión de su territorio y su posterior anexión (ratificada por un plebiscito) al Tercer Reich. Muy poco antes, Schüller había sugestivamente citado en un artículo sobre hallazgos radiológicos de la epilepsia en niños que "había países con normas referentes a la prevención de descendencia con defectos hereditarios". Esto era una clara alusión a la doctrina nazi que postulaba que a los niños con defectos hereditarios había que eliminarlos.
Aunque este texto no habría sido del agrado de los nazis, de cualquier modo Schüller y su esposa se vieron obligados a huir de Austria por ser judíos. En este sentido, puede trazarse un paralelo con la situación de Sigmund Freud en aquel momento. El padre del psicoanálisis también ejercía en Viena, también había comenzado su carrera como neurólogo y también, como se sabe, era judío. Sus ideas fueron rechazadas en Alemania y sus libros prohibidos y quemados. A pesar de que ambos pudieron salvar sus vidas, los dos perdieron familiares durante el régimen nazi: Schüller, a sus dos hijos, a quienes en el último momento se les impidió salir de Austria; y Freud a dos hermanas que murieron en los campos de concentración. Al momento de desarraigarse de su país, Schüller tenía 64 años; Freud, 82. Finalmente, tanto Freud como Schüller buscaron refugio en Gran Bretaña (este último temporariamente, mientras que Freud falleció allí).
Los Schüller, con la gran ayuda del destacado radiólogo británico Dr. Alfred Barclay (Fig. 12), se establecieron en Oxford. Aún en el exilio y preocupado por la suerte de sus hijos, Artur continuó sus estudios sobre medios de contraste, expuso en el Simposio Neurorradiológico de Amberes (julio de 1939) y publicó once artículos entre 1938 y 1940 (21).


Fig. 12: Alfred Barclay (1877-1949), pionero de la radiología británica.

El 1° de septiembre de 1939, con la invasión alemana a Polonia, estalló la Segunda Guerra Mundial. Dos días después, en cumplimiento de la garantía que habían dado a Polonia tras la ocupación de Hitler en el resto de Checoslovaquia y pese a las expresas seguridades previas, Gran Bretaña y Francia entraron en la guerra. Schüller, desilusionado con Europa y horrorizado por los nazis, quiso irse tan lejos como fuera posible. Incluso los Estados Unidos, a donde habían emigrado su colega y antiguo compañero en Viena, Oskar Hirsch, y otros científicos perseguidos -como Albert Einstein y Enrico Fermi- le parecieron "demasiado cerca de Europa" (Nueva York se encuentra a 3.130 millas marinas de Liverpool). Muy probablemente, los Dres. Barclay, decano de la Radiología británica y representante de la Sociedad Radiológica de Australia y Nueva Zelanda, y John O´Sullivan, un radiólogo australiano -ex alumno de Schüller en Viena-, fueron quienes lo convencieron de que, en busca de trabajo y seguridad, emprendiera un viaje a las antípodas de Austria: Australia. Con una sola y breve estadía intermedia en Inglaterra, Schüller viajó hacia allí.
El "continente- isla" se encuentra a 11.000 millas náuticas de Inglaterra por la ruta del canal de Suez y a 12.659 millas por la del Cabo de Buena Esperanza (22). Ambas travesías eran por agua, ya que todavía no había transporte aéreo regular para trayectos tan prolongados. Así, tras un largo y peligroso viaje (había submarinos y acorazados alemanes desplegados por el mar ya antes de comenzar el conflicto), el matrimonio Schüller llegó a fines de 1939 a Australia. El riesgo, de todos modos, habría sido aún mayor, si hubiesen viajado al año siguiente, dado que en ese momento se multiplicó el número de submarinos y buques de guerra de superficie hostiles desplegados (entre ellos, barcos mercantes armados, disfrazados de naves de países neutrales, que contribuyeron a diezmar la flota mercante británica) (23).
Con pocos recursos económicos, sin sus posesiones ni una parte importante de sus archivos, Schüller se estableció en el suburbio de Heidelberg, cerca de Melbourne. Su esposa debió realizar tareas menores, mientras que él, precedido por su fama, halló un cálido recibimiento y un trabajo en el Departamento de Radiología del Hospital Saint Vincent donde se desempeñaba O´Sullivan. La buena semilla que sembró como docente en Viena dio, entonces, sus frutos. En ese mismo hospital, además, trabó amistad con el radiólogo exiliado: el Dr. Frank Morgan, jefe de la Unidad Neuroquirúrgica. Éste, años más tarde, lo definiría como "el más útil, simpático y valioso colega que se podría desear tener".
Por esos años, también trabajó en el Departamento de Radiología del Repatriation Hospital, de Heidelberg, y en el de Anatomía de la Universidad de Melbourne, donde fue investigador honorario. Después de cuarenta años de haber recibido el nombramiento de la Universidad de Viena, Schüller obtuvo el título de Doctor en Medicina de dos universidades australianas: la de Melbourne y la de Sydney.
A su vez, continuó publicando artículos médicos: "Examen con rayos X en heridas recientes de la cabeza" (1941) en el Medical Journal of Australia y "Hematoma cefálico deformante" (1946) en Surgery fueron sólo algunos de ellos. Además, al igual que en Viena, daba clases, vespertinas y en su casa, de Radiología. Una vez finalizada la guerra, fue nombrada miembro honorario de la Sociedad Australiana y Neozelandesa de Radiología.
Sin embargo, la seguridad que Schüller buscó tan lejos de Europa no fue absoluta, ya que la Segunda Guerra Mundial también alcanzó a Australia. Entre noviembre de 1941 y agosto de 1942, tres de los seis cruceros de la armada australiana fueron hundidos en combate (24,25). El 19 de febrero de 1942, cuatro días después de la caída de Singapur, posición británica fundamental en el Extremo Oriente, el puerto de Darwin fue bombardeado por escuadrillas procedentes de portaaviones japoneses y Sydney fue atacada desde el mar por submarinos enanos y fuego de artillería. Si bien entre mayo y junio de ese año la situación en el teatro de guerra del Pacífico dio un vuelco que trajo alivio (hasta ese momento se había temido una invasión), durante meses hubo combates en Nueva Guinea (separada de Australia sólo por los 160 km de ancho del estrecho de Torres) y la guerra continuó por más de tres años (26).
Además, durante todo el conflicto, los Schüller vivieron con incertidumbre el destino de sus hijos en Austria: recién después del fin de la guerra, supieron que habían sido asesinados en un campo de concentración (2,4). Este hecho ensombreció sus últimos años de vida. Una fotografía de entonces muestra no sólo un obvio envejecimiento, sino también el sufrimiento padecido (Fig. 13). Víctima de una profunda depresión, Schüller incluso pensó en poner fin a la enfermedad con un tratamiento quirúrgico: la leucotomía; sin embargo, sus amigos lograron disuadirlo de ese paso extremo (4). Por esa época, también comenzó a padecer la enfermedad de Parkinson.


Fig. 13: Artur Schüller en su vejez con un evidente deterioro (fuente citada en referencia bibliográfica Nº 3).

Aún en su estado depresivo (para el que no se disponía de los medicamentos actuales), Schüller tuvo gestos generosos para con el país del que había tenido que huir. Envió un texto a una publicación austríaca y aceptó ser miembro honorario de la Sociedad Radiológica de Austria.
En 1949, el Dr. George B. Ziedses des Plantes (Fig. 14), otro antiguo alumno de Schüller en Viena e impulsor de la tomografía lineal, lo invitó al 2º Simposio Neurorradiológico en Rotterdam, Holanda. Desistió de viajar, pero envió un texto (el último que escribió), que fue leído por el Dr. Ziedses des Plantes y publicado al año siguiente. También recibió un agradecimiento y el nombramiento de Presidente Honorario de ese simposio (4).


Fig. 14: Ziedses des Plantes (1902-1933), pionero de la tomografía lineal.

Como pionero de la Radiología, la cual practicó desde su juventud, Schüller recibió las altas dosis de radiación que causaron sufrimientos y muerte a otros radiólogos contemporáneos; no obstante, ello no le impidió ser longevo. Falleció apaciblemente, próximo a los 83 años, el 31 de octubre de 1957, en el mismo hospital (St. Vincent de Melbourne) donde había trabajado. Su muerte, según el obituario del Dr. Frank Morgan -citado por el Dr. F Fleischner (3)- fue "de modo bastante imprevisto aunque no inesperado, en brazos de su dedicada esposa". Margarete lo sobrevivió algunos años.
El lector podrá comprender ahora el porqué del título de esta comunicación. La vida de Artur Schüller estuvo signada por el trabajo, el éxito, la fama, la tragedia y el exilio. En su país natal, su muerte dio lugar a informaciones escuetas o a alabanzas exageradas, pero en ninguna se hacía referencia a su trágico destino. En cambio, su jefe, colega y amigo, el Dr. Frank Morgan, escribió: "La muerte del profesor Artur Schüller llevó a un final una carrera de renombre mundial y una era médica".
Vaya este texto como un reconocimiento y un homenaje a su memoria.

Agradecimientos

Al Dr. Ramón Ignacio Mosquera, al Lic. Carlos W. Brezina y al Dr. Carlos M. Piccinini por sus aportes informativos.

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