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Mora (Buenos Aires)

On-line version ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.13 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jan./July 2007

 

RESEÑAS

Cevedio, Mónica, Arquitectura y género, espacio público/ espacio privado, serie Mujeres, voces y propuestas, Barcelona, Icaria Antrazyt, 2003, 102 págs.

Buscar la vinculación entre arquitectura, género y política es una tarea interesante y compleja; es interrogarse simultáneamente sobre varios niveles que intervienen e interactúan en la construcción de la ciudad, de los espacios y de nuestras vidas.
     Este es el desafío que emprende Mónica Cevedio, arquitecta de la Universidad de La Plata y doctora por la Universidad Politécnica de Cataluña que en esta investigación intenta, partiendo de una reflexión crítica, repensar el espacio.
     Inicia su bien llamado manifiesto desmistificando la neutralidad de las artes y de la arquitectura. Desde un pensamiento feminista, considera a los discursos y prácticas dominantes en estas áreas como androcéntricas, subrayando que existe una diferencia marcada por la socialización generizada en la creación y producción artística entre varones y mujeres que no sólo se refleja en los temas y en las técnicas empleadas, sino también en el uso del espacio y el tiempo. Un ejemplo que ilustra esto se refiere a Frida Kahlo cuando pinta los animales autóctonos, en contraste con Pablo Picasso y su representación de los toros.
      A lo largo de su trabajo, en la arquitectura, Cevedio constata cómo la impronta falocéntrica de las recetas de Vitruvio (arquitecto romano del siglo I) recorren gran parte de la historia occidental. Esto también aparece en el pensar-hacer de dos arquitectos clásicos modernos, muy distintos, como Adolf Loos y Le Corbusier, a los que dedica uno de los capítulos.
     Pero ¿qué es la arquitectura? ¿Un arte, una ciencia, una técnica? Si la entendemos como un proceso de imaginar, proyectar y construir los edificios y su entorno en respuesta a necesidades de la gente, tal vez podamos decir que es una ciencia práctica.
      Para la autora, los rasgos universales y androcéntricos de los proyectos se manifiestan de muchas maneras: en las formas (de bala, pene o consolador, como la Torre Agbar en Barcelona) y en los criterios de diseño tanto como en el uso y la significación de los espacios. La casaconsultorio Curutchet realizada por Le Corbusier en La Plata en 1949, al igual que la Unidad de Habitación de Marsella (otra famosa obra de viviendas), están diseñadas de acuerdo al "Modulor" que representa la escala humana. Pero esta serie de quince medidas están organizadas sobre la matemática y la escala masculina solamente. Según Le Corbusier: "el hombre ve las cosas de la arquitectura con ojos que están a un metro setenta del suelo".
     Desde esta revisión crítica las viviendas están proyectadas en su mayoría con espacios que por su distribución refuerzan las separaciones de roles y de trabajos derivados de la división sexual y social entre los géneros. Viviendas diseñadas muchas veces sobre modelos abstractos o de "familias tipo" ya distantes en el tiempo. Su función ha sido normalizar, moralizar y ordenar la vida de la gente.
     Cevedio hace un interesante y detallado recorrido sobre los usos, valores y significaciones de los distintos espacios; destaca por ejemplo que el dormitorio es uno de los ambientes que más se privatizó desde la Edad Media. Antiguamente no existía la diferenciación de lugares: donde se dormía también se recibía o se comía y ese espacio era compartido por doncellas, señores, criados y animales. A lo largo del tiempo, los varones han usado más políticamente los balcones para arengas o para ostentar banderas; mientras que para las mujeres resultaron palcos, miradores o lugares de cultivo de flores.
     Pero ¿qué pasa con la producción de las arquitectas? Ser arquitecta-mujer, según esta investigación, no garantiza obras situadas en la diferencia, ni que puedan pasar por encima de los parámetros universales que marcan la mayoría de los espacios construidos. Esto aparece, por ejemplo, en obras de la reconocida arquitecta Zaha Hadid, como el Pabellón de Exposiciones de Weil am Rheim de 1999. Hadid hace una arquitectura formalista, se interesa sobre todo por el diseño y no por el contexto.
     A lo largo de todo el trabajo la autora recurre y cita una gran cantidad de autores clásicos marxistas: Marx, Engels, Lenin, Trotski, Kollontai y Bebel, que dan un marco algo dogmático para pensar hoy lo político en relación con el género y la arquitectura, ya que dificultan los matices, dejando de lado variables y múltiples eventos que han entrado a operar en la actualidad, y que hace 100 años no habían emergido. Lo más logrado son las vinculaciones entre género y arquitectura, siendo acertados los ejemplos que elige, que reflejan que ha vivido en la Argentina y en España.
     La problemática de las mujeres aparece a veces poco complejizada, y la reiteración de ciertas ideas a lo largo de los distintos capítulos no ayuda a su aclaración y despliegue.
     La autora considera como arquitecta que hay que entremezclar los espacios, producir lugares mixtos de tipo semipúblico/ semiprivado para romper con la idea de lugares productivos y no productivos. Esto facilitaría las múltiples actividades que realizamos hoy las mujeres, sin reforzar el rol de cuidadoras. La tendencia conveniente sería el diseño de viviendas sociales abiertas, no aisladas y plurifamiliares, que favorezcan relaciones más libres, que rompan la soledad y el individualismo, que mejoren la calidad cotidiana de la vida de la gente. Pero no hay que olvidar que la arquitectura no alcanza para cambiar la vida. En este punto aparece el desafío, no sólo de que ocurran cambios políticos, culturales, sociales, económicos y simbólicos, sino que sean acompañados por la mutación de las subjetividades.
     Ciertamente para avanzar y profundizar en estas temáticas hay que ir más allá de los propios marcos de cada disciplina. Mónica Cevedio propone que es el momento de "repensar, reformular y tomar el espacio que nos envuelve, sumándonos así al estudio de otras investigadoras, geógrafas, antropólogas, filósofas sobre el uso y el valor de los espacios que habitamos".
     Esta publicación, más allá de los acercamientos y distanciamientos que nos produzca, nos recuerda la escasa investigación existente sobre las interrelaciones entre arquitectura, género y política. Nos motiva a interrogarnos cómo desde la mixtura de un pensamiento feminista y de la deconstrucción del pensar moderno podemos producir un hacer arquitectónico situado y singular.

Teresa Azcárate

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