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Mora (Buenos Aires)

On-line version ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.14 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jul./Dec. 2008

 

DEBATES

Reconocer el trabajo sexual es una forma de luchar contra la trata de personas

Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR / CTA)

"Si nos erradican de la calle, la prostitución va a pasar a puertas cerradas, y ahí es peor. Me pregunto, en vez de jodernos a las trabajadoras sexuales -que la mayoría somos mujeres libres que elegimos esto y no hacemos mal a nadie- por qué no se van a meter puertas para adentro, que vayan ahí, a los focos de muerte y de violación".
(Entrevista a trabajadora sexual, Buenos Aires, 2007)

A las trabajadoras sexuales, la trata de personas -especialmente la que es con fines de explotación sexual- nos toca muy de cerca. Desde la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), sindicato de trabajadoras sexuales integrante de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), tenemos la experiencia de haber intentado hacer algo concreto para combatir la trata mucho antes de que el tema sea tapa de los medios de comunicación y se sancionen leyes específicas: las denuncias que AMMAR Rosario hizo durante 2003 sobre la explotación sexual de menores de edad en el boliche Sarabá y la complicidad policial en esa cadena de explotación terminaron el 27 de enero de 2004 con un balazo en la nuca de Sandra Cabrera, secretaria general de AMMAR Rosario; hoy el boliche sigue funcionando y en pocos meses la causa por el asesinato de nuestra compañera puede caducar en la más completa impunidad.
     A pesar de esto, cuando se debaten y plantean respuestas ante la trata de personas y el proxenetismo, suelen confundirse estos temas con el trabajo sexual, como si los tres términos fueran sinónimos. Proponemos empezar por definir qué significa cada uno:

* El proxenetismo es la práctica por la cual alguien explota económicamente a otra persona: es proxeneta quien vive de la prostitución ajena.
* La trata de personas es la actividad de quienes generan circuitos para abastecer a los lugares de explotación sexual (captar a las chicas, trasladarlas, mantenerlas encerradas, quitarles los documentos, etc.) y a todo tratante le corresponde también el castigo como proxeneta. Hay proxenetas que no son tratantes, pero todo tratante es proxeneta.
* El trabajo sexual es un trabajo realizado por una persona mayor de edad mediante el ejercicio de su propia voluntad, en forma autónoma. Con esto no decimos que el trabajo sexual es un trabajo elegido, ni hacemos apología de la prostitución. Decimos que es el trabajo por el que optamos entre las escasas opciones que tenemos las mujeres de clase trabajadora. Podríamos optar por limpiar casas, por trabajar en una fábrica, por cartonear. Entre esas pocas opciones -los trabajos destinados para la clase trabajadora- nosotras optamos por el trabajo sexual, o "prostitución", como se le dice más comúnmente. Es decir, hablamos de un trabajo voluntario en el contexto de la sociedad donde vivimos. ¿Cuántas mujeres desean limpiar casas? ¿Cuántos mineros entran gustosos a la mina, con el riesgo de no saber si van a salir vivos cada día? ¿Cuántos albañiles eligen subirse al precario andamio de una obra en construcción? En esta sociedad, las personas somos "libres de elegir" si somos poseedoras de mercancías. Nuestra única mercancía es nuestra capacidad para trabajar.
     Reconocernos como trabajadoras sexuales, en oposición a "prostitutas", nos permite revalorizarnos como personas, porque con este trabajo nos sostenemos a nosotras mismas y a nuestras familias. Pero, además, nos permite ubicarnos en el marco de relaciones sociales más amplias que nos determinan como parte de una clase. Al reconocernos como parte de la clase trabajadora, podemos luchar junto al resto de las trabajadoras y trabajadores por un país más justo e igualitario. Por eso, decidimos fundar el Sindicato de Trabajadoras Sexuales de la Argentina e integrarnos a la CTA.

No todo es trabajo sexual, no todo es trata

Desde AMMAR sostenemos que reconocer al trabajo sexual, eliminar las múltiples formas de persecución policial hacia las mujeres que lo ejercemos en forma autónoma y tener políticas públicas concretas para ayudar a eliminar el estigma y la discriminación que pesan sobre nosotras son formas concretas de luchar contra la trata de personas.
     Y sostenemos esto porque podemos comprobar la diferencia en la situación de las mujeres que ejercen en forma autónoma y las mujeres explotadas por terceros o tratadas. Así puede leerse en las entrevistas a trabajadoras sexuales realizadas en el marco de una investigación llevada adelante por el Equipo Multidisciplinario de Investigaciones en Género y Trabajo (EMIGT), perteneciente al Centro de Estudios e Investigaciones Laborales y al Programa de Investigaciones Económicas sobre Tecnologías, Trabajo y Empleo (CEIL-PIETTE), durante los meses de agosto a diciembre de 2007:

" Prostituta, toda la vida me dolió... toda-la-vida me dolió... [remarca la frase] porque me pega, como que me pegan con un látigo. En cambio, meretriz... no sé si me acostumbré más. Cuando iba a algún lado y me preguntaban "¿profesión?", siempre les decía: meretriz" (Buenos Aires).

" ¿Por qué nos discriminan? ¿Vos escuchaste el discurso de Cristina Kirchner el otro día? Dice: "Ay mis compañeras, mis mujeres, convoco a la empresaria, a la comerciante...", ¡a toda gente de plata convoca! No convoca a la que trabaja en la calle, nada, ¿qué?, ¿nos morimos nosotras?, ¿no existimos? (Rosario).

" Que nos reconozcan como trabajadoras sexuales, como cualquier otro trabajo, como la que barre, la que plancha. Que seamos reconocidas como trabajadoras" (Rosario).

      Los resultados de la investigación permiten visualizar que existen situaciones muy diferentes dentro de lo que se engloba como "prostitución": trabajo sexual realizado de manera independiente, trabajo sexual que se oferta en la calle, trabajo sexual puertas adentro, trabajo sexual bajo la figurada de un proxeneta, situaciones de superexplotación, trata y semiesclavitud con fines sexuales. Veamos algunos testimonios de mujeres que pasaron por estas dos últimas situaciones:

" Llamamos ´hacer plaza´ a ir a un lugar a trabajar y quedarte dos meses. Se firma un contrato. Los dueños se tienen que asegurar que vas a estar dos meses, aunque te vaya mal. Yo me escapé, nunca he cumplido un contrato, me he ido igual. Cuando no me gusta me voy. Si no me gusta el trato, el lugar, o veo que no hay un mango, no voy a estar perdiendo mis dos meses ahí. A mi qué me importan los papeles, me escapo. La mayoría de las veces me fui por eso, me dicen que tengo quince minutos de salida: una tiene que comprar sus cosas, hablar por teléfono... Ponen mucha seguridad, como que quedás presa, y eso a mí no me gusta" (Mendoza).

" Teníamos que salir de nuestras casas a las 9 de la noche y teníamos horario de entrada, pero no de salida. Tomábamos y comíamos algo para durar toda la noche; al otro día a la una de la tarde nos traían. Por ahí llegábamos muertas y nos tomábamos un café. Después, el día entero dormía, ni comía, me estaba matando..." (Mendoza).

" Tenía que trabajar el tiempo que ellos querían, bajo las condiciones que ellos decidían. Estaba todo el día metida adentro, no conocía a mi hijo" (Paraná).

" Vos pensás que esas cosas ya no existen, pero sí. Hay chicas que trabajan para un tipo que las caga a palos, les saca la guita, un montón de cosas. El tema es que vienen a enamorarte, te traen florcitas, se hacen los lindos los tipos y una vez que vos te encajetaste con ellos te mandan a laburar y ahí te enterás que tienen no una mina sino dos o tres y tenés que laburar para ellos de huevo, porque después te hacen re cagar y no te salvás más, al menos que la mina se avive y diga no. El problema es que las mujeres mismas están tan metidas que no hacen nada porque están enamoradas, están ciegas" (Mendoza).

      Es claro que las situaciones de las mujeres que brindan los primeros testimonios y las experiencias que leímos luego son muy diferentes. Sin embargo, esa heterogeneidad se opone al tratamiento general que se le da al tema desde las políticas públicas (de salud, de educación, pero fundamentalmente desde la política policial y judicial en sus diversos niveles: nacional, provincial y municipal) que tienden a poner todo bajo un mismo manto.

Criminalizar el trabajo sexual favorece la trata

Las trabajadoras sexuales somos perseguidas y maltratadas, antes con Edictos Policiales, ahora con Códigos de faltas o contravencionales que tienden a favorecer la clandestinización del trabajo sexual y, con ello, los procesos de trata, abuso y tráfico de personas con fines sexuales.
     Así, podemos ver que el 63% de las trabajadoras sexuales entrevistadas en el marco de la investigación realizada por el Equipo Multidisciplinario de Género y Trabajo del CEIL-PIETTE fue detenida por la policía en alguna oportunidad y, de ellas, el 55,9% fue maltratada de alguna forma. En Buenos Aires, fueron detenidas el 47,7% de las encuestadas; en Paraná, lo fueron el 63,6%; en Rosario, el 65,6%; en Córdoba, el 85,7% y en Mendoza, con el más alto nivel de arresto, el 93,9%. En relación al maltrato, el porcentaje más bajo se encuentra en Buenos Aires (41%) y el más alto en Córdoba (73,5%). Según cuentan las compañeras:

" Había una brigada que tenía muy mal trato. Yo a veces necesitaba médicos porque me sentía morir y sabían que mucho no me podían tener en una pieza donde no me entraba el aire, y me dejaban hasta el último. Pero mi familia se movía, no sé como hacían y entraban hasta ahí. Y la Comisaría ya dejó de molestar, porque era de terror la Comisaría, te tenían ahí, re mugrienta, sin comer, únicamente que ese día justo un familiar te llevara la comida. Y con la Comisaría Segunda [seccional que corresponde a la zona céntrica de la ciudad de Rosario, próxima a su lugar de trabajo] una de las últimas veces que me llevaron me rompieron el pantalón porque un policía casi me violó, tuvo que ir un médico policía. Anteriormente a eso, otro policía que hubo me golpeó, que lo denuncié, me golpeo él y me hizo golpear por dos más, hasta que me desmayaron. Cuando me llevaron a Jefatura, la Jefa de la Alcaldía no me quería recibir de cómo estaba golpeada y yo quería una cama, que por favor me recibiera que yo iba a hacer la denuncia. Hice la denuncia y lo sacaron" (Rosario).

" No hubo ningún cambio, siempre fue sucio, es una mafia, hay mucha gente detrás de esto, esto es un negocio, un negocio grande" (Buenos Aires).

" La policía nos jode mucho. Todavía nos piden que les demos. Un policía nos pide que les demos 5 pesos" (Buenos Aires).

      Por este motivo, sostenemos que una forma concreta de avanzar en la lucha contra el tráfico y trata de personas es la derogación de toda legislación tendiente a la persecución de las mujeres que ejercemos el trabajo sexual. Aunque no es la única medida, creemos indispensable para terminar con la trata y el proxenetismo que el Estado, en sus diversos niveles, derogue todos aquellos artículos de los códigos contravencionales que se utilizan para perseguir a las mujeres que ejercemos el trabajo sexual de forma independiente. Esto sería un primer paso para diferenciar lo que es trabajo sexual de lo que es proxenetismo y trata.
     Con la persecución actual, el principal proxeneta de las trabajadoras sexuales es el Estado. Mantener esos artículos nos deja expuestas a la arbitrariedad y corrupción policial, y es una clara forma de complicidad con los traficantes y dueños de lugares donde se explota y se esclaviza a mujeres.
     En lugar de tomar estas medidas, acaba de sancionarse una Ley de Trata que sólo busca cumplir con una formalidad: el compromiso de la Argentina de encuadrarse en los compromisos internacionales asumidos por el Protocolo de Palermo. ¿Significará esta ley realmente una persecución a las redes de trata? ¿Permitirá atender a las víctimas, desde sus realidades y no rescatándolas para dejarlas nuevamente a merced de sus captores en pocos meses? ¿Habrá algún empresario del tráfico de mujeres preso luego de la ley? Las leyes, sin voluntad política, son letra muerta.

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