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Mora (Buenos Aires)

versión On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.15 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jul. 2009

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

La Revuelta de los corpiños. Performance, activismo feminista y lucha sindical docente en Neuquén, abril de 2007

Fernando Aiziczon*

* Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades –CIFFYH –, Universidad Nacional de Córdoba, becario CONICET.

Fecha de aceptación: 27 de octubre de 2008.

A la memoria, activa, de Carlos Fuentealba.

RESUMEN

Este trabajo se ocupa de los sucesos ocurridos durante la última gran huelga docente en la provincia de Neuquén a inicios del 2007, que ganaron notoriedad tras la muerte del docente Carlos Fuentealba a manos de la policía neuquina. En especial se abordan las acciones emprendidas por un colectivo feminista autodenominado La Revuelta, que actuó como "relevo", ciertamente inesperado, de las acciones colectivas llevadas a cabo por el sindicato docente local –ATEN–. En efecto, luego de la conmoción producida por la muerte de Fuentealba, el sindicato priorizó el inicio de las negociaciones con el ejecutivo local a fin de dar una salida al conflicto, cuestión que implicó el cese de las acciones contenciosas (cortes de ruta y calles, movilizaciones), pero que favoreció, sin proponérselo, el despliegue de grupos de acción directa como La Revuelta. Este trabajo analiza en especial la modalidad del "escrache" a funcionarios públicos, concentrándose en un episodio particular que tiñó las acciones con una simbología claramente feminista. Por último, presenta una serie de reflexiones teóricas que intentan hacer dialogar el concepto de performance con el de la lucha sindical tradicional.

Palabras clave: Performance; Sindicatos; Docentes; Acción colectiva; Feminismo.

ABSTRACT

This work is about the events which happened during the last teachers' big strike in the province of Neuquén at the beginning of 2007 and then won popularity after the teacher Carlos Fuentealba died. It is especially about the actions done by the self-called feminist group La Revuelta, whose actions unexpectedly took the place of the collective actions done by the teachers' syndicate –ATEN–. In fact, after the commotion caused by Fuentealba's death the syndicate gave priority to the beginning of the negotiations with the local governmet to give a solution to the conflict. This situation meant the cessation of the contentious actions (roadblock, mobilizations), but favored, without intention, the deployment of direct action groups such as La Revuelta. It is especially analized in the particular episode which dyed the actions with a clear feminist simbology. Finally, it is introduced a series of theorical reflections between the concept performance and traditional syndical struggle.

Keywords : Performance; Syndicate; Teachers; Collective action; Feminist.

Introducción

El lunes 5 de marzo del año 2007 estaba previsto en Neuquén, provincia de la norpatagonia argentina, el inicio de clases para el ciclo lectivo de ese año. Ese mismo día comenzó un paro docente lanzado por el sindicato neuquino ATEN (Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén) en reclamo de una recomposición salarial –equivalente al valor de la canasta familiar– y el pase a planta de los trabajadores de planes sociales –desocupados que trabajan o "contraprestan" como porteros, cocineras, personal de limpieza–. La medida de fuerza devino en paros más extensos, por 48 y 72 horas, hasta llegar a un paro por tiempo indeterminado ante la ausencia de respuestas gubernamentales que satisficieran los reclamos docentes. El entonces ministro de Educación neuquino, Alfredo Esteves, acusaba a los docentes de "chantaje" respecto de los alcances de sus reclamos. Mientras, las movilizaciones por las calles ya sumaban entre 4.000 y 10.000 personas, y junto a ellas los formatos de protesta conocidos y practicados por el gremio docente neuquino, como las marchas provinciales (caminatas simbólicas desde las localidades del interior hacia la capital neuquina) y los cortes de ruta o piquetes, comenzaban a sitiar la provincia, interfiriendo intermitentemente la circulación del tránsito hacia Neuquén capital.
     El conflicto, que se agudizaba con el correr de los días, entraba en una espiral de tensiones entre los docentes y el gobierno. Fue entonces cuando ATEN decidió una medida audaz, quizás forzada por la presión de los padres de alumnos, el cansancio de las propias bases docentes, la inflexibilidad del gobierno y la cercanía del feriado por Semana Santa, evento que convierte a Neuquén en destino turístico de los sectores con mayor poder adquisitivo de la Argentina. La medida, votada en asambleas distritales y luego consensuada en plenario de secretarios generales, consistía en bloquear el acceso a los grandes centros turísticos patagónicos (Bariloche, San Martín de los Andes) cortando la ruta nacional 22 a la altura de la localidad de Arroyito. Pero a las 9 horas del miércoles 4 de abril, cuando los docentes se disponían a efectuar el corte de ruta, la policía se les anticipó y los reprimió duramente sin instancia previa de diálogo. Mientras los docentes dispersados retrocedían por la ruta hacia Neuquén, a paso de hombre, la represión continuó y se agudizó. Fue entonces cuando un miembro del Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP) disparó una granada de gas lacrimógeno por detrás a un automóvil cargado de docentes, que impactó en la cabeza de Carlos Fuentealba. De inmediato el docente fue llevado a un hospital de la capital neuquina, donde horas más tarde se le diagnosticó muerte cerebral. El fallecimiento ocurrió el jueves 5 de abril, tras una fugaz agonía. La indignación comenzó a crecer con una fuerza inusitada y se expresó en la enorme marcha convocada para el lunes siguiente, de la que participaron unas 30.000 personas. Aquella fue la movilización más grande de la historia neuquina. En el país, ese lunes se realizó un paro general –hecho inédito luego de la asunción del presidente Néstor Kirchner al poder– en repudio a lo sucedido y al que adhirieron la central sindical argentina más poderosa –la CGT–, sindicatos locales adictos al oficialista Movimiento Popular Neuquino (petroleros) y el resto de las organizaciones sindicales de menor peso, como la CTA. Por todo el país circuló el rostro de Carlos Fuentealba en afiches acompañados de la leyenda "Las tizas no se manchan con sangre".
     La muerte de Carlos Fuentealba caló profundo como nunca antes en la corta historia de los docentes neuquinos, y a pesar de no ser la primera tragedia en medio de un conflicto que ocurrió en Neuquén. La trabajadora Teresa Rodríguez en las puebladas cutralquenses, primero (1997), y la docente Silvia Rogetti tras accidentarse en una obra de refacción edilicia inconclusa en un colegio neuquino, después (2000), marcaron episodios relativamente recientes e igualmente trágicos. Pero la alevosía del bien llamado "fusilamiento" de Fuentealba y la prepotencia del ejecutivo neuquino configuraban un escenario distinto: Carlos Fuentealba participaba de un piquete docente, era docente, también activista de izquierda1, y transitaba junto a sus pares por una larga huelga en un contexto que podría postularse como nuevo, el de la inminente transición hacia nuevas modalidades de lucha aplicadas por ATEN y sus bases, donde los cortes de ruta y las huelgas extensas constituían repertorios de dudosa eficacia, ya que requerían de un gran esfuerzo militante. Esta tensión que operaría en las formas de despliegue del descontento colectivo –las acciones colectivas– evidenciaría reactualizaciones, abandonos y novedades. En la Argentina pos-2001, el "piquete" parecía transitar una crisis de eficacia, y las huelgas, cuando eran lideradas por sindicatos estatales o comisiones internas de fábricas donde se salteaba y/o disputaba con las conducciones nacionales que eran percibidas como burocráticas (tal era el caso de los trabajadores de Subtes, Telefónicos, Hospitales, docentes patagónicos, Call Centers), adquirían formas de acción directa caracterizadas por la alta combatividad de sus protagonistas. Neuquén no fue la excepción. Las bases docentes, y principalmente sus activistas, también saltearon las prácticas sindicales tradicionales y los procedimientos institucionales de los conflictos laborales, y merced a ello colocaron otro ladrillo en el corto pero nutrido historial de tradiciones de lucha social local. Solo que la tragedia fue la que posibilitó, en su despliegue, la elaboración de ellas.

Sindicato y piquete, sindicato y "escrache", "escrache" y feminismo

Porque somos malas alumnas para la obediencia y la disciplina que pretenden el sistema y sus gobernantes. Porque somos maestras y profesoras empecinadas en enseñar la rebeldía y la irreverencia hacia los mandatos del poder hegemónico. Porque porfiadamente nos animamos a desear vivir una vida digna (no solo una vida a secas). Porque la vulnerabilidad de nuestros cuerpos ante los gases lacrimógenos y la mudez del horror frente a Carlos Fuentealba no nos paralizaron, es que el grito del adonde vayan los iremos a buscar se transformó en acción y experiencia que reclaman justicia. Y la calle fue la escuela pública donde ensayamos otras pedagogías, colectivas, insurrectas, insumisas. En estas páginas, en las aulas, en las planificaciones, en los actos y discursos, en los recreos, en las salas de profes, en la cocina, en las reuniones, seguiremos sembrando semillas de maldad para hacer de este conflicto contenido político pedagógico que interpele la impunidad de un gobierno que se pretende legítimo.

Así editorializaba su portada el suplemento feminista Sin Sostén, editado junto a una publicación local –el Diario (8300)–, en su número especial dedicado al conflicto y a las prácticas de protesta realizadas por los/as docentes tras la masiva movilización del lunes 8 de abril en Neuquén y en todo el país. Y es que luego de semejante demostración de repudio, protagonizada por el grueso del activismo sindical local, alumnos, padres y ciudadanos comunes, el conflicto entró en un callejón sin luz, esto es, jaqueado el gobernador Jorge Sobisch, con las renuncias de gran parte de su gabinete a disposición, con la detención del policía que efectuó el disparo y con la indignación social del momento. ATEN se vio en una situación muy similar a la que protagonizó 10 años atrás, en 1997, cuando tras una fenomenal huelga que se superpuso a la segunda gran pueblada en el interior neuquino (las ciudades petroleras de Cutral Có y Plaza Huincul)2 tuvo que vérselas con la exigencia desde el exterior –formulada por los sectores más radicalizados–, pero también de alguna manera planteado dentro de sus conciencias, de voltear, derribar, empujar o lo que fuere al ya cincuentenario partido político neuquino, que desde su existencia habita en el poder. En efecto, el MPN, Movimiento Popular Neuquino, es la figura del enemigo asentada en las cumbres del sistema político local, y no hay manera de que cada conflicto de dimensiones considerables, en especial los protagonizados por sindicatos estatales opositores, se plantee la posibilidad de desestabilizarlo. Claro que el episodio trágico de la muerte de un docente tensó al máximo esta oportunidad, pero lo que suele ocurrir en estos momentos de álgida movilización, de picos de demostraciones colectivas, de exacerbación de las sensaciones de injusticia y de profunda movilización interior de las conciencias en acción, es una suerte de retracción, desazón o de necesidad de un cambio de ritmo, de aire, al ver que las expectativas de cambio no se desarrollan al compás de las emociones y los esfuerzos tras dilatadas semanas de conflicto. En otras palabras, la reactualización del eterno dilema de modificar el estado de cosas y/o de mantener la acción colectiva. Mantenerse en movimiento. Y allí, cuando las disputas al interior del gremio comenzaban a socavar parte de los ánimos de las bases docentes, emergieron los escraches, y fueron respaldados por el sindicato cuando las masivas asambleas así lo pedían. "Paro y escrache" eran las mociones votadas.
     ATEN, luego de las puebladas ocurridas en 1996 y 1997, y en especial tras esta última que fue el motor que coadyuvó a su explosión, se había ganado un matiz marcadamente combativo. Y esto visto no solo desde el poder político sino también desde sus propias bases. Un gremio docente, compuesto por una inmensa mayoría de mujeres, relativamente joven (fundado a principios de la recuperación democrática, hacia 1982), caracterizado desde sus inicios por un funcionamiento participativo y democrático, asambleario, con conducciones "de izquierda" o muy cercanas a esta tendencia, sumaba desde entonces el perfil de "piquetero" (de allí el mote de "maestras piqueteras"). Es decir, incorporaba a su novel tradición de lucha el corte de rutas y calles como forma de protesta, un formato que, no es ocioso recordarlo, fue popularizado por contingentes de desocupados, cuestión que no es de poca importancia si se lo compara con el accionar del resto del sindicalismo docente argentino (Petruccelli, 2005). Pero además, entre sus bases siempre existió (y persiste) un activismo ágil y dinámico que opera como soporte movilizador-activador cuando la/s conducción/es del gremio tienden a aggiornarse, o cuando las bases se encuentran reticentes a la acción colectiva. Y entre esos grupos activistas hay desde brazos sindicales partidarios (en especial de la izquierda trotskista), agrupaciones internas docentes, hasta los más recientes colectivos feministas. Y serán estas últimas las más activas y vistosas dentro y fuera de la docencia neuquina ya entrados al nuevo siglo, en especial porque sus protestas trascienden fácilmente el contexto sindical con acciones de impacto, como los "escraches" en sus distintas formas de realización. Y de allí también que su performance implique un esfuerzo innovador que les otorga cierto plus creativo, o si se quiere, una gimnasia de protesta trabajada sobre la audacia y la búsqueda ex profeso de nuevas formas de "actuación" en política.
     Jorge Omar Sobisch, en su tercer mandato como gobernador de Neuquén, estaba de lleno lanzado a su candidatura presidencial en franca competencia interna con el fragmentado arco de la derecha política argentina. El episodio de la muerte de Fuentealba, primero, y los "escarches" que comenzaron a sucederse sin pausa en Neuquén, después, exacerbaron los ánimos del mandatario a tal punto que, en sus intentos por despegarse de la imagen de represor de las protestas docentes y responsable directo de la tragedia, reaccionó culpabilizando, en un programa televisivo de alcance nacional, a un sector de docentes que "escarchaban" a cuanto funcionario público tuvieran a mano tildándolos de "elite parapolicial". Resulta que esa "elite" no era ni más ni menos que un nutrido y activo grupo de docentes, estudiantes secundarios y universitarios, trabajadores de hospitales y activistas feministas del colectivo(a)3 denominado La Revuelta. Este último grupo, ya famoso en Neuquén por sus vigorosas apariciones en público, es el que con más profusión venía trabajando en base a "escarches" en los últimos años como forma de protesta.
     Constituido a principios del convulsivo año 2001 argentino, en La Revuelta activan una quincena de mujeres y otro tanto de simpatizantes, casi en su totalidad docentes de distintos niveles (desde profesoras de Educación Física, hasta Teatro y Plástica), con un rango de edad que oscila los 20 y 42 años, y cuya característica más saliente, de relevancia para nuestro trabajo, es la intención de construir nuevas prácticas políticas siempre junto al arco de movimientos sociales y sindicales regional, para que desde allí éstos sumen los reclamos feministas a sus agendas de lucha. Quizás sea este matiz el que las coloca en una posición ventajosa respecto de otros colectivos similares locales, como son las Fugitivas del desierto-Lesbianas Feministas, en el sentido de que su vocación de intervención política excede los círculos reducidos de militancia y se pretende entrelazada con la variopinta oposición político-sindical neuquina4.
     El "escrache" es una de las formas de expresión de La Revuelta. En su corta pero nutrida historia de "puestas en escena", realizaron otras acciones como las denominadas "instalaciones": el 8 de marzo de 2006 efectuaron una instalación política bajo la temática "La explotación doméstica". Junto con una serie de elementos que se expusieron, unas siete activistas se vistieron como "Las novias de la decepción". Aquí la idea era mostrar cómo el acto de casamiento bajo el atuendo del vestido blanco simbolizaba también formas de explotación; de allí que entre los largos vestidos se colgaran como ropajes cucharones, esponjas, rejillas. Los volantes repartidos en la vía pública se entregaban dentro de ollas y coladores. Otra "instalación", más incisiva, ocurrió en el inicio y cierre del juicio a un violador. El jurado comprobó que el acusado usó un tarro de desodorante, entre otras cosas, para violar durante una noche entera a su ex-pareja, a la que tenía prohibido acercarse por la ley 2212.

Cuando ocurre la lectura de la sentencia llenamos la puerta del juzgado con tarros de desodorante que colgaban de una soga e hicimos unos desodorantes AXE gigantes que tenían carteles diciendo 'Cuando con el pene no alcanza', y 'Arma de tortura del violador'. 'El príncipe azul no existe, el marido violador, sí'. Pusimos AXE por el sexismo de sus propagandas. Nosotras teníamos capas negras como atuendo y paseábamos entre los autos diciendo que se estaba por leer la sentencia del violador. Al tipo le dieron 11 años de prisión, fue una movida pública muy importante y al cierre logramos que fueran amplios sectores dado que el tratamiento que hizo la prensa durante la semana que duró el juicio se vieron muy sensibilizados5.

     Un dato a retener es que no constituye una novedad que los "escarches" de La Revuelta tengan en Neuquén como blancos a ciertos funcionarios del MPN, y esto toda vez que se comprenda las múltiples inserciones que el partido-estado tiene en las reparticiones estatales, comercios, bancos, organizaciones sociales, como así también su carácter clientelar, patriarcal, verticalista y, por extensión, machista6.
     Podrá pensarse a esta altura que estos antecedentes volcaron sin titubeos al grueso militante docente a su llamado, porque, adelantándonos un poco, fueron ellas las que activaron a "escarchar" masivamente en virtud de su experiencia en este terreno. Y fue también su protagonismo el que decidió el curso de la performance más vistosa, teñida, claro está, de simbologías de la lucha feminista.

Las "visitas pedagógicas" como novedosa performance del activismo docente-feminista

"Escraches" aislados ya se venían realizando, pero tras la muerte de Carlos Fuentealba dominaron la huelga, los cortes de calle y de puentes interprovinciales, la movilización, las marchas de antorchas, las pintadas callejeras, el rodeo de la Casa de Gobierno y otras acciones menores7 (ver FOTO I). Cuando ocurren las declaraciones públicas del gobernador Sobisch es el momento en que se decide avanzar con los escraches. ¿Por qué?, porque la huelga y los cortes ya desgastaban a las bases, en especial el corte del puente que une a las ciudades de Neuquén capital con la vecina Cipolletti (Río Negro)8, lo cual implicaba esfuerzos de traslado y el enfrentarse cotidianamente con la gente que circula por allí a diario, por lo que se decidió, tras agrios debates internos, concentrarse en el cerco a Casa de Gobierno. No obstante, al ser ésta una acción estática (se trata de "estar allí", de "acampar" para presionar) se dejaba paso a cierta desmovilización, cuando no a una angustiante incertidumbre sobre el porvenir del conflicto9. Bajo este clima, el empuje que reactivó los ánimos vino desde el hostil contexto político local: por un lado, y tras las declaraciones de Sobisch, la maquinaria clientelar del MPN se dispuso a contraatacar convocando a docentes suplentes apoyados por padres de alumnos fieles a ese partido para retomar el inicio de las clases; y por el otro, ATEN, avalado por gran parte de las bases, se disponía a negociar una salida al conflicto, actitud que implicaba (o indicaba, sugería) un cese de las hostilidades.


FOTO I
: Monumento a San Martín "de luto", con los nombres de tres muertos impunes. Debajo, La Revuelta posa para la foto luego de la performance.

     Así las cosas, docentes de base y activistas comenzaron a reagruparse para realizar los primeros escraches. "Era la manera de sacarse la bronca de estar sentados en la casa de gobierno"10, sostenían. Es que Sobisch sorteó la presión popular y no renunció a su cargo; acto seguido, y rápido de reflejos políticos, comenzó con el recambio de su gabinete, y en la cartera de Educación asumió Jorge Lara, viejo cuadro sobischista. Luego, Lara sería víctima de un ruidoso escrache protagonizado por una cincuentena de docentes que se convocaron a las 17 horas en la puerta de una clínica –donde se supo que estaba internado el funcionario–, portando carteles que decían "Sobisch asesino, MPN asesino":

A las 23hs. anunciaron su designación y a la mañana siguiente estábamos en su casa pintándola toda [...] al día siguiente al escrache, Lara está internado en una clínica de Cipolletti, entonces vamos a la clínica y pintamos y gritamos 'aguante el neumococo' [...].

     Lara era víctima, al parecer, de una neumonía, pero la indignación podía más que la penosa enfermedad que acuciaba al funcionario; de allí el humor negro presente en aquel "escrache".
     Esta acción no fue la primera del día, más bien formaba parte de una seguidilla de acciones similares, un rasgo típico que se profundizaría más tarde. En efecto, antes le había tocado al edificio del Consejo Provincial de Educación y posteriormente a la casa de la titular de dicho organismo, Mara Álvarez, para finalizar en la mencionada clínica11. Es que al correr de los días se dejaba entrever para el activismo la imposibilidad de la renuncia de Sobisch, el más claro responsable del fusilamiento de Fuentealba. Sobisch, además, comenzaba a resurgir en los medios periodísticos nacionales justificando su accionar y señalando que, en caso de repensar lo ocurrido, volvería a proceder de igual modo. Tamaña impunidad no podía menos que sembrar el odio del docente común que apuntaba sus dardos sobre él, pero también sobre aquel policía que circulara por las calles. Tanto fue así que los testimonios hablaban de una suerte de "zona liberada" en todo Neuquén capital: durante los primeros escraches casi no había policías en las calles, y los pocos que se dejaban ver eran vilipendiados hasta el hartazgo por los docentes. Una activista feminista testimonió:

[...] un par de veces me crucé con un policía por la calle, y me di vuelta y lo perseguí toda la cuadra diciéndole: asesino, ¿por qué mataron a un compañero?, contestáme, ¡contéstame, asesino! [...].

     Otros testimonios aseguraron que era frecuente, mientras se realizaban pintadas, que policías se hicieran presentes para señalarles a los docentes: "nosotros no tenemos nada que ver, no somos todos así". En síntesis, no existía en esos momentos autoridad estatal que pudiera poner freno al ímpetu activista que se concentraba en los múltiples y crecientes "escarches".
     Las tres primeras semanas de abril constituyeron el momento de oro de los escarches. ATEN negociaba la salida del conflicto, Sobisch intentaba reaparecer en público y las bases, junto al activismo, copaban la escena callejera. Piénsese que Mara Álvarez fue "escrachada" en su domicilio más de 8 veces. Todo un  ejemplo de la persistencia de estas acciones.
     En general, los blancos lo constituían las casas de reconocidos personajes del MPN, o en su defecto los negocios y/o bares donde solían asistir o de los que eran propietarios. ¿Y cómo conseguían los activistas estos datos?, en parte porque suele ser vox populi que tal o cual lugar es propiedad de algún personaje político, pero fue la solidaridad de la gente común la que ayudó a identificar otros lugares. Vecinos, empleados estatales y hasta los propios familiares de las futuras víctimas avisaban a los docentes el lugar de residencia o la propiedad de algún local comercial aún no conocido, los horarios en que se los podía encontrar y hasta sus teléfonos privados. Una vez obtenido el dato preciso, se planificaban no uno sino hasta cinco escraches juntos de acuerdo a la siguiente modalidad: un número aproximado de sesenta personas se repartían en automóviles y debían llevar por lo menos un teléfono celular con crédito suficiente, más un listado de las personas de cada vehículo. Un auto encabezaba la caravana y otro la cerraba sin que nadie pudiera salirse de ese orden, por razones de seguridad. Si el objetivo era una casa particular, a veces uno o más autos se cruzaban en medio de la calle para cortar la circulación, quedando liberado el espacio para la acción. El "acto" solía comenzar con un "grito de guerra", espetado por megáfono: "¡Carlos Fuentealba, presente!", o simplemente un activista arengaba a la gente del lugar : "¡Acá son cómplices del gobierno, asesinos de docentes!", y luego comenzaban las pintadas y pegatinas de afiches con el rostro de Carlos Fuentealba. Se cerraba nuevamente con el "grito de guerra" y absolutamente todos los participantes lo acataban y regresaban en sus vehículos hasta el lugar de la concentración general, es decir, la Casa de Gobierno o, eventualmente, algún puente cortado por piquetes. Ciertos "escarches" se realizaron en bares céntricos y eran los más frecuentes, fugaces y fáciles de realizar, pero existieron otros de gran audacia, como el efectuado en la propia Jefatura de Policía de Neuquén, al parecer, mientras se reunían los altos mandos policiales: allí, durante escasos segundos, y espontáneamente (nadie lo había planificado), pararon algunos autos que se dirigían hacia otro objetivo de "escrache", y una activista feminista, megáfono en mano, comenzó a arengar frente a los policías: "Acá son todos cómplices del gobierno, ¡asesinos! [...] Carlos Fuentealba, ¡presente!"; otro docente se bajó de su auto e hizo estallar bombas de color negro en el escudo símbolo de la policía neuquina. Los policías presentes, primero atónitos y asombrados ante tamaño desafío, comenzaron a alistarse para una defensa de lo que habrían supuesto como un probable ataque subversivo; pero en ese momento, una activista de La Revuelta les gritó : "¡salten asesinos!", y efectivamente los policías "saltaron", pero para ocupar posiciones. Y fue el momento de retirarse12.
     Otros blancos de "escarches" fueron el restaurante Punto Blanco, una lencería (ambos propiedad del ministro Esteves), el bar Varoli (aparentemente propiedad de Sobisch), las casas de funcionarios y cuadros del MPN, como Gloria Sifuentes (titular de la seccional capital del MPN), y hasta los accesos a los barrios privados donde se sabía habitaban estos personajes, como el caso de Rincón de Emilio.
     El advenimiento de un "escrache" era anunciado al finalizar las asambleas docentes, que eran bastante frecuentes y numerosas. En ese momento se comenzó a utilizar el mote de "visitas pedagógicas", en alusión a cómo se denomina en la jerga docente a las salidas de estudio y espacios de enseñanza-aprendizaje por fuera de la escuela, en el nivel inicial y primario. Por lo general, las "visitas pedagógicas" no suelen extenderse por más de una jornada de clase y los docentes acostumbran solicitar a sus alumnos que lleven algún "material didáctico" con ellos.

Se anunciaron así durante el conflicto, por primera vez, después del primer escrache realizado a la casa de Jorge Lara cuando fue designado. Fue una manera de cubrir y anunciar los escraches [...] por micrófono en las puertas de la Casa de Gobierno se convocaba a juntarnos en la esquina donde se organizaban asiduamente. Y el primer anuncio por micrófono como visita pedagógica fue para pedir que para la visita pedagógica del día siguiente trajeran como material didáctico bolsas negras (que necesitábamos para una nueva salida).

     Un día la invitación excedió la imaginación de todos, pues se comunicó que la próxima "visita pedagógica" sería "por tierra y por agua". "Había como mucha disposición [...] y siempre alguno pensando en qué cosa distinta se puede hacer", recuerdan. Se necesitaban, aclararon en dicha asamblea, bombachas y corpiños. Luego de la asamblea, realizada por la mañana, acordaron reunirse en la Plaza San Martín, la referencia más céntrica que tiene Neuquén capital, llevando corpiños, bombachas y, en algunos casos, tampones. Allí en la plaza comenzaron a llegar las "donaciones", que fueron atadas a hilos que agrupaban todos estos elementos, siendo el corpiño el más usado (ver FOTO II). Entre los troncos de los árboles se fueron colgando los hilos con los corpiños, bombachas y tampones. Los transeúntes que pasaban miraban asombrados pero lejos estuvieron de imaginar la acción. Podía tratarse, seguramente pensaron algunos, de una clásica escenografía feminista, una puesta en escena a favor del aborto o de la libertad sexual.


FOTO II
: Corpiños, bombachas y tampones, junto a un cartel que reza "Elite parapolicial", son colgados en el cerco periférico de la residencia del gobernador.

     Uno de los periodistas menos cuidadoso en expresar sus simpatías para con la gestión de Sobisch fue Leonardo Boela, reconocido por sus verborrágicas alabanzas al gobernador, que llegaron incluso a un paroxismo tal que solía ridiculizar su propia figura13. En una de sus alocuciones, Boela no dudó en identificar y vincular a los grupos de "escrache" con las feministas de La Revuelta. Sucede que el tono de la denuncia era más bien una acusación prejuiciosa y una provocación agresiva que una inocente identificación de los manifestantes. Nos comentó la máxima referente de La Revuelta :

[...] una de las cosas que empezaba a circular en la tele, en las radios, sobre todo a través de Leonardo Boela, el periodista de él (de Sobisch), era que las que estábamos encabezando los escraches éramos un grupo feminista que, según Boela: 'están a favor del aborto, que son lesbianas, que mezclan todo, que hablan de la sexualidad, yo entré a una página de Internet y dicen cosas sobre la sexualidad, son enfermas [...]' al día siguiente Boela tuvo toda su productora destruida con pintura.

     Y si algo faltaba para impulsar aún más el protagonismo de La Revueltaera una provocación de ese tono. Por eso los corpiños y bombachas fueron la señal de que la respuesta feminista era en realidad un acierto sobre la torpe especulación boeliana respecto de quién centralizaba la acción:

R: ¿Por qué corpiños?, porque somos docentes, porque somos mujeres, maestras, y el tema de los corpiños y bombachas tiene que ver con que pensamos que lo personal es político, intimidades que se hacen públicas y son resignificadas políticamente, y dijimos estas son nuestras armas.

P: Pero, en un sentido, ustedes estaban en el centro de los escraches.

R: Nosotros escrache que había, lo organizábamos. Después venía mucha gente que nos buscaba. En el medio de la acción de rodear a la Casa de Gobierno había en cada esquina grupos que eran las seccionales del sindicato, pero Las Revueltas tenían su propio lugar, su lugar. De ahí salíamos a las 'visitas pedagógicas' para no decir públicamente escraches antes de salir. Ahora no nos tapamos la cara. Era todo muy evidente. Entonces, digamos que sí, Las Revueltas centralizan los escarches, las llaman para pedirle asesoramiento. Primero a un restauran de Esteves, y luego las asambleas empiezan a votar que hay que hacerlos. (destacado mío)

     Ya lo adelantamos: la experiencia, la referencia y la relativamente reciente tradición de sonantes protestas vía "escraches" en defensa de mujeres violadas, golpeadas, o en sus múltiples actividades a favor del aborto consagró, sin que nadie hasta ese momento lo haya pensado así, a este colectivo(a) como guía y directriz de las acciones14. Más adelante, cierta audacia militante hizo el resto. Hasta ocurrió que un conspicuo miembro de la dirección de ATEN capital, sindicato harto conocido en la Argentina por su combatividad y prestigiado por sus propias bases como un espacio ampliamente democrático, tuvo que salir a desmentir en las radios oficiales aquello de que los grupos de escraches "eran ingobernables para el sindicato", cuando en realidad lo eran. Buscaban serlo15. Más adelante volveré sobre estas cuestiones.
     La idea de "por tierra y por agua" había sido sugerida por un miembro de la escuela de kayac neuquina a una referente de La Revuelta mientras sucedía una asamblea. La escuela ofrecía sus naves y profesionales. Circular por el agua permitía llegar a un lugar impensado, la mismísima residencia del gobernador, un lugar exclusivo a orillas del Limay, el río que atraviesa la capital neuquina:

Antes de votar, mientras se escribían y compatibilizaban las mociones, pido el micrófono y anuncio que la visita pedagógica del día se hará 'por tierra y por agua' así que se queden los y las interesadas en planear la visita y definir con claridad los objetivos y actividades. Esto genera mucha curiosidad y empiezan preguntas del tipo ¿y ahora qué van a hacer? Entonces, la asamblea termina tipo 13 horas, entre otras cosas se vota continuar con las visitas pedagógicas y acciones de escrache. Ahí nomás nos quedamos al final del salón, nos juntamos como 100, en su mayoría docentes. Explicamos todo lo que íbamos a hacer y lugar y hora de encuentro: la escuela 207 que queda a unas 8 cuadras de la casa de la costa. Dos compañeras de La Revuelta coordinaron la acción por tierra y yo y el profe coordinamos la acción por agua que fue en simultáneo. En total participamos unas 120 personas (docentes, activistas del hospital y gente de la escuela de canotaje y guardavidas).

     Recordemos que la Casa de Gobierno estaba sitiada por manifestantes, de manera que Sobisch y su gabinete no tenían más opciones que operar desde la residencia. El rodeo a la gobernación era entonces tan férreo que la propia guardia policial había quedado dentro del edificio sin posibilidad de salida: enardecidos manifestantes los esperaban en las afueras. Y en una acción que quedó grabada por las cámaras periodísticas locales Jorge Sobisch tuvo que salir, de tarde y disfrazado de policía, de aquel lugar jaqueado por los docentes. De allí que la residencia se convirtiera en una suerte de búnker oficial alejado del epicentro de los escraches. Pero evidentemente no los resistió.
     Al promediar la siesta del 13 de abril, unos quince kayacs repletos de docentes, docentes-feministas, estudiantes universitarios, miembros de la escuela de kayac, guardavidas y activistas varios con megáfonos comenzaron a lanzar el "grito de guerra". Lo mismo ocurría por tierra, una caravana de autos ya había rodeado el lugar. "Estaba todo cronometrado, los guardias de la quinta no entendían nada". En efecto, hay que hacer el ejercicio de imaginar semejante situación (ver FOTO III): en simultáneo, por agua y por tierra, comenzaron a llover las voces "Carlos Fuentealba, ¡presente!", tres veces para comenzar y tres veces para cerrar la acción. Los corpiños fueron colgados en el alambre que rodea la periferia residencial. Un cartel adosado a las prendas rezaba "Elite parapolicial", y a su costado, un termo donado como material didáctico por una enfermera que simulaba una bala. Mientras, otro cántico elaborado para la ocasión sostenía: "Por el agua, por la tierra, Sobisch asesino, nunca te daremos tregua". Calles circundantes pintadas, gritos, arengas, bombas de color, autos, kayacs: el escenario impensado donde el poder político perdíala batalla y la sensación de injusticia, aunque momentáneamente, resultaba revertida. La causa feminista de la acción, vindicada, reiteraba una vez más que la calle era su territorio, y el "escrache", otra vez, su arma expresiva.


FOTO III: Escrache "por agua" en kayacs. Miembros de la escuela de kayacs anuncian con megáfonos el "grito de guerra" junto a las feministas.

     Los guardias siguieron pululando y comunicándose por handy. Este "escrache", como casi todos mientras duró este conflicto, fue fugaz, cronometrado, finamente calculado. No es posible forzar los testimonios con más rasgos ni detalles, son así. Suceden. Por eso, en la memoria de los protagonistas no quedaron las descripciones exhaustivas, densas. Al menos resulta así en la inmediatez de estos testimonios y con la omnipresente imagen de la tragedia de trasfondo, imborrable. Pero al mismo tiempo, lo que sí quedaron fueron las expresiones: Mucha euforia, adrenalina, tembleque, y alegría [...] después nos felicitamos, y a veces nos preguntamos ¿adónde fuimos?.
     Para algunas docentes, los "escarches" también fueron sentidos como acciones efímeras sin mayor efecto en el sistema político local. Alegres, audaces, catárticos, relativamente inofensivos, su valor residió en el desafío y en la vindicación por mano propia de las injusticias que quedaban impunes. Proporcionaron una suerte de alivio temporal al lograr, aunque sea por poco tiempo; sembraron incomodidad al férreo aparato político del MPN. Y quizás, para no pocos, escrachar haya sido la forma más libre de gritar el dolor por la muerte de Carlos Fuentealba.

Los alcances del escrache yo creo que son limitados, pero teniendo en cuenta el contexto en el que estamos en esta lucha me parecieron una medida importante porque se consigue una participación buena de compañeros. Y por otro lado [...] tocamos lo que, digamos genéricamente, se llama la vida privada de los funcionarios o de instituciones y que sabemos que a ellos les duele mucho16.

     Los "escarches" cedieron luego de dos semanas de intensas acciones. Ahora el combate –sin tregua– se trasladó contra los docentes, "los carneros", que intentaban reemplazar a los huelguistas. Se trataba entonces de "recuperar" escuelas de manos de los "punteros" del MPN, quienes intentaban romper los candados de las que permanecían cerradas simbólicamente por duelo. A esta altura, ATEN y las bases cerraban la salida final del conflicto obteniendo todos sus reclamos, y era menester detener cierta deriva de las acciones. La salida anunciada no sería negociada con Sobisch sino con los cuadros técnicos de su sucesor en las inminentes elecciones para gobernador, hecho que marcaría el tiempo de la realpolitik local, puesto que no se esperaba en la sociedad neuquina la continuidad del MPN en el poder: se sabía que Jorge Sapag, perteneciente al linaje político fundador del MPN, iba a ser el referente a interpelar como futuro gobernador neuquino.
     Al interior de los ánimos del activismo, las amenazas de muerte recibidas por el hijo de la referente máxima de La Revuelta,y el inevitable bajón anímico que padecían las bases docentes tras largos meses de conflicto, preanunciaron la desmovilización generalizada.

Activismo feminista y sindicato. Algunas derivas de una relación compleja

Para comprender un poco más el éxito del accionar del activismo feminista en este conflicto en particular habría que contemplar varios factores. En principio, y como ya se señaló oportunamente, el colectivo(a) feminista La Revuelta está compuesto en gran medida por docentes, afiliadas activas en ATEN, cuyas referentes llegaron a ocupar cargos directivos en períodos anteriores y cuentan con un notable prestigio anclado en esa trayectoria. Esto les confiere una implantación nada desdeñable entre las propias bases docentes y un idéntico respeto entre las sucesivas dirigencias atenienses. En el mismo sentido, el principal ámbito de trabajo activista es en relación a cuestiones político-pedagógicas: campañas de esclarecimiento (por ejemplo, sobre educación pública no discriminatoria, no androcéntrica, no sexista, no heterosexista), dictado de talleres, foros de discusión, asesoramiento, acompañamiento a mujeres docentes en casos de violencia familiar, abuso sexual infantil, abortos clandestinos, entre otros.
     El énfasis exclusivo puesto en cuestiones relacionadas con la problemática de género, dato identitario irreemplazable, irrenunciable, y razón de existir de La Revuelta, contribuyó positivamente a la construcción de una autonomía como colectivo que logra navegar en las turbulentas aguas de la razón sindical. Sobre este punto, una integrante nos comenta:

Siempre dijimos que era algo que no íbamos a negociar [...] porque siempre llevamos debates al interior del sindicato que intenten aportar miradas, y no desde una política de confrontación al estilo de una agrupación interna de un  partido de izquierda organizado o algo así.

     También es cierto que esta mirada crítica se posiciona en un doble frente con el sindicato y con la tradición de la izquierda partidaria, por fuera de toda ingenuidad política. Es que entre las filas revueltas existen también ejemplos de ex integrantes y dirigentes de partidos de izquierda que extraen de aquella experiencia, no pocas veces frustrante, formas alternativas de organización y de planteo del debate político. Triple frente si se pretende ahondar un poco más: las mismas bases docentes de un sindicato abrumadoramente compuesto por mujeres no son absolutamente permeables a los reclamos feministas. Y si esto es así, ¿qué cabe pensar de la dirigencia ateniense? Allí hay una tensión mayor, que este conflicto no resolvió por su complejidad intrínseca, complejidad que remite a la reticencia a cambios radicales que estas sociedades apenas se disponen a procesar. En el ámbito específico de ATEN, los roces se evidencian más claramente en las jornadas de capacitación sindical:

A medida que fuimos desarrollando nuestro laburo, fuimos convocando a ATEN a auspiciar jornadas de capacitación o fuimos organizando cursos con ellos. Más bien nosotras siempre proponiendo ¿quieren sumarse?, y como no querían quedarse afuera se sumaban [...] Recuerdo que donde hubo rispideces fue en la campaña del aborto legal, para una jornada en la que convocamos unas 500 personas (400 docentes) y ATEN no auspició porque tenía ciertos reclamos de la conducción del interior provincial acerca del tema [...] Con el paso del tiempo y a raíz de nuestra inserción política fuimos adquiriendo cierto respeto por nuestro activismo. Así es que hoy el sindicato es un lugar donde podemos reunirnos, no ejercen control sobre nosotras, ni damos explicaciones.

     Claro que hay también un "uso estratégico" mutuo desde ambas instancias (sindicato y colectivo feminista). La Revuelta se sirve de recursos sindicales (fotocopias, comunicaciones, etc.) y de su inserción en él para agilizar la llegada, mediante el aval de cursos, a las bases docentes. Y a la inversa, podríamos preguntarnos: ¿acaso la dirigencia de ATEN no usufructuó el activismo feminista como presión extra sindical, extra orgánica, presentándolos como sectores internos "ingobernables" y por esa vía aumentar la presión frente al gobierno local? Es probable que en un primer momento esto haya sido así en vistas de las alicaídas reservas energéticas de unas bases docentes diezmadas por la extensión del conflicto y por el inesperado y trágico desenlace. No obstante ello, es de remarcar que todas las decisiones sobre acciones realizadas a través de "escraches" tuvieron su correspondiente aval en las asambleas de ATEN, y muchas de ellas ni siquiera se originaban en el activismo feminista. Una vez que esto ocurría: "Nosotras tomábamos el guante y desarrollábamos esa acción de escrache votada, con cierta creatividad e impronta feminista".
     Por todo esto, la provocación del periodista Leonardo Boela se inscribe en una de las tantas estrategias del oficialismo para volcar la opinión pública en contra de ATEN a través de la denostación del activismo feminista, que como se vio, logró acicatear aún más el énfasis militante, ya en pleno desarrollo, por lo que ni siquiera es pensable como el factor detonante de los escraches que, por otra parte, se efectuaban ya con cierta asiduidad. La novel "tradición" de La Revuelta, su capital militante forjado en los breves años previos a este conflicto, la experiencia política de sus miembros, su historial de performances hábilmente dirigidas a sorprender por la espectacularidad de las acciones, y el prestigio –en consolidación– con las bases y la dirigencia de ATEN, hicieron el resto.

Abriendo conclusiones (o pensando en términos de performance)

El título de este breve trabajo es "La Revuelta de los corpiños...",porque remite a un particular accionar desplegado por el activismo feminista en interacción con el sindical. En efecto, la extensa huelga docente capitaneada por ATEN tuvo un inesperado condimento estético-político; inesperado tanto por la irrupción revitalizante de los escraches que escapaban a la órbita sindical, como por la carga simbólica que el activismo feminista supo agregarles a través del despliegue de formas disruptivas sustentadas en cierta idea de la protesta como actuación/expresión. Sobre esto último es que descansan las derivas que concluyen este trabajo.
     Dijimos que, en el contexto particular en el que se despliegan las luchas sociales y políticas de la Argentina actual, las formas de protesta como el "piquete", las movilizaciones, huelgas, entre otras tantas, atraviesan una etapa transicional respecto de su eficacia, quizás hacia otras formas o repertorios aún difíciles de dilucidar17. Esto por un lado. Pero también existe –o pensemos en que siempre existió– otra dimensión del acto de protesta que atraviesa momentos igualmente críticos: el malestar, la disconformidad, la rebelión, el cansancio, la injusticia y hasta el humor no suelen expresarse bajo un unívoco estilo de acción, más aún si consideramos el restringido ámbito de las acciones sindicales tradicionales. En el caso de ATEN y sus bases queda claro que la directriz del conflicto y sus tiempos políticos quedaron a grandes trazos delineados bajo el compás de la política institucionalizada: necesidad de un acuerdo, tiempo de elecciones, reacomodamientos intrapartidarios, entre otros. Sin embargo podemos preguntarnos, ¿acaso la protesta es solo expresión manifiesta –exteriorizada– de una necesidad económica o de un desacuerdo político? Si nos quedamos con esta porción de la dinámica social, de seguro estaremos subordinando a una visión reduccionista las acciones colectivas que no necesariamente indican esa dirección. Por otra parte, ¿qué ocurre con las acciones colectivas propiamente dichas?, ¿debemos siempre esperar su desarrollo de acuerdo a la "estructura" en la que se inscriben (sindicatos, Estado, régimen político)? No se trata aquí de plantear una dicotomía entre lo determinado y lo indeterminado. Las acciones detalladas en este trabajo demuestran dos cuestiones a explorar: 1) el ineludible peso de los condicionantes estructurales en las vidas de las personas y de los grupos o colectivos que conforman (y sobre esto incluimos las tensiones propias del mundo del trabajo, las tradiciones culturales y políticas de lucha), y 2) la imprevisibilidad del modo de actuar de la gente (imprevisibilidad que obliga a pensar en otros aditamentos de la acción, como el estético, que abre de por sí una dimensión relativamente autónoma de producción de esas acciones).
     Hablar desde el concepto de perfomance implica una manera de pensar las prácticas sociales y su relativa autonomía de la cadena explicativa que se les suele atribuir. Un evento y su lógica inscripta en otro horizonte de sentido/s que no obstante interviene como "acto vital de transferencia" de ellos. Esta deriva de lo no predecible (pensemos en el mundo de las prácticas sindicales docentes) ocurre porque existen otros sentidos latentes que emergen cuando el espacio social parece más permeable a su aparición, o más receptivo a otros "modos de actuar"18. La performance como acto de intervención política se distingue entonces por privilegiar algo que semeja estar "actuado", o mejor, sobrerrepresentado en relación a lo esperable. Tiene su efecto porque exacerba de algún modo lo real, y porque hay cierta receptividad a tal (sobre)representación19. No necesariamente es una teatralización20 buscada de una situación ni tampoco pertenece al territorio de la tradición cultural en el sentido más estricto del término, pero sí es la dimensión estética de la política, una política de la estética, o al menos en nuestro caso, una estética politizada. La performance es tal cuando irrumpe inesperadamente –y a veces con cierta espectacularidad– sobre lo cotidiano ("¿y ahora qué?"), por sobre las formas de lucha y resistencia cotidiana.
     La performance expresa. Es también intervención del ser; ya como "puesta en escena", como constructo, como "evento", como "arte de acción" o, como finalmente hace La Revuelta, como "instalación". Se trata de un modo activo del ser que la realiza. Performance es intersección de sentidos. Taylor sostiene la idea del acto del "escrache" como "transmisión de información cultural codificada": releamos La Revuelta en clave del "escrache" originario en la Argentina de las últimas décadas21, es decir, el de las agrupaciones de derechos humanos("adonde vayan los iremos a buscar"), pero incorporando al código de la acción la simbología feminista (corpiños, bombachas, tampones) y el humor negro ("aguante el neumococo"). El formato comando, las acciones cargadas de ironía ("elite parapolicial"), los reaseguros frente a la policía y el Estado (las "visitas pedagógicas"), y las señales de inicio y final de la acción (el "grito de guerra") dejan abierta la posibilidad de entenderlas como actuaciones bizarras, efímeras y efectivas de un ideario, si se quiere, militar-guerrillero. De conjunto, una equilibrada performance sindical, docente, feminista, pero también "escracheril", guerrillera, contenciosa, beligerante, "ingobernable". Y si la performance expresa, pues lo hace con una intensidad aumentada: "Euforia, adrenalina, tembleque y alegría".
     Esta combinación es posible por la presencia del activismo que, justamente, activa: moviliza, mezcla, trae, lleva, invita, irrita, empuja. Incluso autodenomina a sus acciones como performance, "puestas en escena", "instalaciones". La jerga artístico-estética proviene de ese universo simbólico y conceptual, que es el capital político inyectado al conflicto por el activismo feminista. Allí hay una anunciada reflexividad del acto-evento y de los nombres. Las manifestaciones estéticas, al menos éstas, reconocen su carácter político, no reniegan de él, y reconocen su linaje en aquella mixtura inescindible postulada entre arte y política –vieja deuda con los años 1960 y 1970– donde estas intersecciones afloraron y se propusieron traspasar los espacios originarios de acción y circulación (Felshin, 1995). Por eso es posible conjugar performance y protesta política, por eso también es posible superar ese lugar que le asigna a la primera un valor meramente táctico o estético, esto es, solo una "acción directa en estado puro", como diría De Certeau, y colocarla, como intenta La Revuelta, en el horizonte estratégico de las luchas políticas actuales.

Notas

1 Carlos Fuentealba militó inicialmente en el Movimiento al Socialismo –MAS–, partido de izquierda trotskista que atravesó su edad de oro a inicios de los años 1990, cuya inserción en Neuquén fue notable en el gremio de la construcción (UOCRA), en la primera coordinadora de desocupados neuquina (1995) y la educación (ATEN).

2 La primera pueblada ocurrió en 1994 en la localidad neuquina de Senillosa, pero no tuvo mayores efectos simbólicos sobre el imaginario social. En 1996, en las localidades petroleras de Cutral Có y Plaza Huincul, miles de ciudadanos locales acuciados por la desocupación generada tras la privatización de YPF y frustrados por las repetidas promesas incumplidas de apertura de nuevas fuentes de trabajo, protagonizaron las "puebladas cutralquenses", también llamado "el cutralcazo", signando a posteriori al grueso de los movimientos de desocupados que emergieron en la Argentina de mediados de los años 1990. Desde entonces, pueblada y piquete se transformaron rápidamente en la forma de resistencia por excelencia al neoliberalismo, en especial el método del "piquete". Este último luego fue incorporado por ATEN en 1997, convirtiéndose en el primer y casi único caso de sindicato docente que practica este formato de protesta.

3 Escribo (a) porque el celo militante de La Revuelta es tan marcado que en su afán de definirse cambiaron la nominación "colectivo" por el de "colectiva".

4 En La Revuelta participan heterosexuales, bisexuales y lesbianas, a diferencia de otros colectivos que suelen ser menos inclusivos. Otro dato no menor es su posición antisistémica (anticapitalista).

5 Testimonio de Ruth Zurbriggen, una de las tres fundadoras de La Revuelta.

6 Un ejemplo es el "escrache" que se le asestó a Cacho "Chizito" Gutiérrez en el 2004, cuando amenazó a la periodista local Mónica Reynoso a raíz de una denuncia que publicó el Diario (8300) firmada por su esposo, Jorge Gadano, y dirigida a esclarecer los turbios manejos del encumbrado funcionario emepenista. Gutiérrez, a la sazón diputado y presidente de la cámara de diputados por la bancada del MPN, dijo en una radio local: "Gadano me las va a pagar, su mujer me va a tener que hacer un pete –una fellatio– todas las noches". La acción de respuesta consistió en lo siguiente: unas 40 activistas feministas se vistieron de negro y con tijeras de podar se acercaron a la casa de Gutierrez marchando dos cuadras al grito de "Las vamos a usar, te las vamos a cortar". Luego repartieron un volantes que estaban firmados como "Grupo Comando Lorena Bobbit". Cuenta una protagonista que también "a 'Chizito' le llenamos el parque de la casa de chizitos, para que no se agrande con el tema de que si llevábamos tijeras de podar creyéramos que la tenía demasiado grande. A la semana fuimos a la puerta de la Legislatura porque había sesión, a hacer casi lo mismo. Agregamos unos calzoncillos a los que llenamos de pintura roja en la parte de las bolas y los colgamos en la puerta de la entrada a la legislatura con grandes afiches de su cara y con el cántico de 'Las vamos a usas, te las vamos a cortar'. El tipo se fue, no la presidió la sesión del día y el recinto se llenó de milicos".

7 A la semana siguiente de la gigantesca manifestación se cumplían 10 años de la segunda pueblada cutralquenese (1997). Ese lunes se realizó otra notable acción encabezada por La Revueltay que consistió en vestir de luto al monumento al General San Martín agregando en tiras rojas los nombres de las tres muertes aún impunes: Teresa Rodríguez, Silvia Roggetti y Carlos Fuentealba (ver FOTO I).

8 Gran parte de los duros debates internos entre los docentes se dividían en dos posturas enfrentadas: permanecer en ese puente (sostenida por el sector más radicalizado compuesto por la izquierda partidaria) o rodear la Casa de Gobierno para concentrar al activismo en un punto más accesible, cercano a la ciudadanía, y céntrico.

9 Aunque lo estático también es contrapesado por la creación de un rico ámbito de sociabilidad en torno al acampe (guitarreadas, compartir comidas, repartir volantes a los transeúntes, conexión entre las seccionales del interior y capital del sindicato, etc.).  Para todo el trabajo utilizo los testimonios que recogí sobre media docena de activistas docentes de base participantes en los diversos escraches: tres hombres y tres mujeres (una de ellas activista de La Revuelta).

10 Para todo el trabajo utilizo los testimonios que recogí sobre media docena de activistas docentes de base que participaron en los diversos escraches: tres hombres y tres mujeres (una de ellas activista de La Revuelta).

11 "Escrache en la clínica donde Lara está internado", Diario Río Negro, 19/04/07.

12 "Seguidilla de escraches a funcionarios de Sobisch", Diario Río Negro, 7/04/07.

13 Es de imaginar que a esta altura de los acontecimientos la cuestión de los "escraches " preocupa a los funcionarios emepenistas en vistas de que eran blanco fácil del activismo. La tribuna habilitada para las quejas del oficialismo fue, como es tradición en Neuquén, las radios AM y FM de mayor alcance y los principales programas periodísticos televisivos, sin excepción. El único medio que permite expresarse a la oposición sindical neuquina es la radio universitaria (radio FM CALF-Universidad), pero es tan extrema esta divisoria de aguas que esta emisora es escuchada en exclusivo por el activismo, y no por el grueso de la población local.

14 En tono humorístico, se comenta que La Revuelta eran solicitadas para dictar un "Curso de escrache con puntaje docente".

15 Sobisch le espetaba a la dirigencia de ATEN que con un sindicato que tiene un grupo de "Elite Parapolicial" que cotidianamente "escarcha" a funcionarios en sus domicilios particulares (y que incluso él sufrió en su departamento céntrico) no se puede establecer ningún diálogo porque solo quieren "la violencia y la ilegalidad".

16 Testimonio de un docente de Nivel Medio, trascripto en el suplemento Sin Sostén.

17 Por supuesto, queda también la opción de pensar que se trata de un impasse de estas formas tradicionales, o mejor, de una mixtura entre lo viejo y lo nuevo.

18 Nótese que otro modo de actuar puede sugerir otra manera de concebir la política, sus medios, sus fines.

19 Y si no la hay, la genera.

20 "La delimitación que el concepto de 'teatralidad' implica no debe conducirnos a la idea de que cualquier tipo de escenificación, por ejemplo las acciones cotidianas o políticas, sea una forma de 'teatralidad' ya que el término obtendría así una intención y extensión tan amplia que finalmente podríamos desistir de él [...] 'teatralidad' sería luego una estrategia de producción metonímica y metafórica de situaciones teatrales o similares al teatro" (Toro, citado por Taylor, 2007).

21 Me refiero al contexto de su emergencia en la Argentina pos-dictadura militar mediante la acción de organismos de derechos humanos, en especial HIJOS.

Bibliografía

1. Certeau, Michel de, "De las prácticas cotidianas de oposición", en Paloma Blanco (ed.) Modos de hacer: arte crítico, esfera pública y acción directa, Ed. Universidad de Salamanca, 2001.         [ Links ]

2. Felshin, Nina, "¿Pero esto es arte? El espíritu del arte como activismo", en Paloma Blanco (ed.) Modos de hacer: arte crítico, esfera pública y acción directa, Ed. Universidad de Salamanca, 2001.         [ Links ]

3. Petruccelli, Ariel, Docentes y piqueteros. De la huelga de ATEN a la pueblada de Cutral Có, Buenos Aires, El cielo por asalto/El Fracaso, 2005.         [ Links ]

4. Prieto, Antonio, "La traducción transfronteriza del performance", en www.hemi.nyu.edu/eng/seminar/peru/call/workgoups/pertheoryprieto.html        [ Links ]

5. Taylor, Diana, "Hacia una definición de Performance", Trad. Marcela Fuentes, en www.crim.unam.mx/cultura/ponencia/PONPERFORMANCE/Taylor.html        [ Links ]

6. Taylor, Diana, "El espectáculo de la memoria: trauma, performance y política", en www.hemi.nyu.edu./archive/text/hijos2.html        [ Links ]

Otras fuentes consultadas

1. Sin Sostén. Suplemento menstrual sostenido por mujeres. Año II, número 13, Neuquén, mayo de 2007.         [ Links ]

2. Diario Río Negro, General Roca (Río Negro), abril de 2007.         [ Links ]

3. Diario (8300), Neuquén, abril/mayo de 2007.         [ Links ]

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