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Mora (Buenos Aires)

versión On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.16 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jul. 2010

 

DOSSIER. FOTÓGRAFAS

Presentación

Nora Domínguez*

*Directora del IIEGE; ILH

Esta sección  señala nombres propios y entiende que ellos sintetizan una historia personal y profesional y un lugar en la historia de un campo y de una tradición artísticos.  Las fotógrafas Grete Stern  (Alemania, 1904- Buenos Aires, 1999), Gabriela Liffschitz (Buenos Aires, 1963-2004)  y Adriana Lestido (Buenos Aires, 1955) han explorado los recursos de la vanguardia, las variantes del autorretrato o las posibilidades del documento social, respectivamente, inscribiendo por medio de cada una de estas técnicas y géneros artísticos contenidos y significaciones de un femenino heterogéneo y plural. Si se toma esta dimensión de género como un punto de partida y simultáneamente como un efecto que el trabajo artístico visual produce y reelabora según procedimientos específicos se advierte que lo femenino con el que se enfrenta y sobre el que interviene cada una de estas artistas es una caja de aristas, ángulos, texturas y luminosidades muy variadas. La diversidad en los modos de representación que cada una practicó confirma una vez  más una imaginación imposible: la que se ocupe de adecuar lo femenino a una única definición.
     Los contextos en los que han actuado Stern,  Liffschitz  o Lestido exigen que sus textos sean puestos en relación con sus condiciones de producción (la participación en una columna de una revista popular, el registro del abandono social en instituciones del estado, la toma del propio cuerpo) que han dado lugar a diferentes experiencias de y con la práctica fotográfica y a distintos entrenamientos de la mirada. Pero, sobre todo han implicado desafíos artísticos que comprometían los riesgos personales de acceder y ocuparse de objetos poco habituales al momento en que eran tratados por ellas (los sueños de las mujeres de clase media en la década del 40, las alternativas de un cuerpo enfermo o los rostros de las mujeres presas) y de políticas de representación. Que estas sean consideradas únicamente en términos fotográficos y desdeñen sus vínculos con referentes externos es una de las preguntas que se plantea el ensayo de Paola Cortés Rocca cuando analiza el trabajo de Gabriela Liffschitz en sus libros Recursos Humanos y Efectos colaterales. El artículo problematiza tanto la idea de que el lenguaje verbal/visual pueda cubrir y suplir una falta en lo Real como expresar una capacidad ingenua de reproducción. Pone en el centro de la argumentación los modos en que el sujeto mira su cuerpo, se mira, acecha sus movimientos y poses e indaga las posibles vías por las que un texto visual pueda decir yo. Liffschitz en el interior de un estudio casero y con recursos  del mismo tipo prepara los escenarios donde será a la vez sujeto y objeto y refuerza su apuesta en dos sentidos: exhibe su cuerpo enfermo y le inscribe una subjetividad mientras afirma que ese cuerpo puede ser el de cualquiera.
     Por su parte, Adriana Lestido ha ido presentando sus deseos de mirada e investigación durante incursiones por cárceles y hospitales infanto-juveniles. Se ha ubicado en un borde: entre el testimonio visual y la apuesta estética, entre la reportera gráfica y la artista de firma y desde allí ha plasmado un proyecto visual que se continúa hasta hoy. Espacios social y culturalmente connotados funcionan como lugares que absorben y marcan a fuego las identidades que se manifiestan en sus fotos en  escenas robadas al instante de la toma y a la urgencia de la mirada que la registra. En las poses de madres adolescentes o de madres presas  Lestido descubre los espacios de la marginalidad y el abandono y las somete a un juego de variaciones que modulan diferentes formas de la ausencia y la pérdida, sea ésta de la libertad, del amor pero también de la pareja y de los hijos. Como la fotógrafa norteamericana Dorothea Lange (1895-1965) que colaboró en la construcción del archivo fotográfico de la gran depresión económica y social  de la década del 30 y tomó la famosa foto de la "Madre migrante", una mujer sola con siete niños en busca de trabajo,  Lestido da a ver ciertas imágenes del presente que no son parte de los registros habituales que reproducen los medios. Las argentinas Alicia D´Amico (1933-2001) y Sara Facio  en su proyecto conjunto Humanario (con fotos tomadas en 1966 pero publicadas en 1976) ya habían registrado el abandono de un grupo de enfermos psiquiátricos y también trabajaron en ese límite en el que la fotografía busca un contacto más directo con lo real mientras nos devuelve una  imagen de fuerte interpelación. Adriana Lestido comenzó como reportera gráfica y luego se dedicó a los ensayos fotográficos que ya mencionamos para ir deslizándose hacia temáticas ingenuamente consideradas más privadas, como pueden ser las relaciones entre madres e hijas  o las marcas melancólicas del amor sobre espacios y cuerpos.
     Este Dossier se completa con dos trabajos dedicados a la fotógrafa alemana Grete Stern que vivió en Buenos Aires a partir de 1935 y que al momento de instalarse en el país ya contaba con una experiencia profesional desarrollada al calor de los principios de la escuela de la Bauhaus en su país de nacimiento. Partícipe y protagonista del movimiento cultural que se desarrollaba por esos años en Buenos Aires, Stern intervino con sus fotomontajes en la revista Idilio, puntualmente en la sección titulada "El psicoanálisis te ayudará", entre 1948 y 1951 hecho que, en su caso, dio por resultado una apuesta estética que, como dice Paula Bertúa en uno de los ensayos aquí presentados, le permitió compaginar los recursos de la vanguardia con los de la  cultura de masas. Stern supo aprovechar este espacio y ese material significativamente denso e imaginariamente potente que ofrecía la interpretación psicoanalítica de la época para dar rienda suelta a un despliegue de imágenes  sobre el mundo onírico de las mujeres de la clase media argentina.  Como dice Bertúa, Stern "retomó y sometió a torsiones novedosas relatos instalados en el imaginario de la modernidad" organizándolos en núcleos densos de significación que iban ligando a las mujeres con ciertos tópicos como el de la cultura de masas, la naturaleza o el primitivismo. A través de estas construcciones,  se apropió y reelaboró zonas de la iconografía artística y resignificó, mediante la  figuración visual, los relatos construidos sobre la mujer. El trabajo de Claudia Soria, por su parte, analiza los desplazamientos que la fotógrafa realiza de la interpretación verbal -colocada en un rango de mayor autoridad-  para descubrir las marcas de la ironía estilística y del desvío en la interpretación de los roles de género. Si en una primera observación de los materiales parece primar cierta identificación entre unos textos y otros, la mediación de los sueños permite interrogar al lenguaje del deseo alejándose de la detección excluyente de la opresión. En síntesis, afirma Soria "miradas en conjunto, las fotos se prestan a ser leídas como una galería del goce femenino que define y redefine los clichés del género a la vez que los cuestiona, a la vez que los afirma, a la vez que invita a abandonarlos".

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