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Mora (Buenos Aires)

versão On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.17 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./jul. 2011

 

LA CAJA FEMINISTA

Testimonios

 

Los años 80 del último siglo estuvieron marcados en el Cono Sur latinoamericano por las salidas de las sangrientas dictaduras que además de la barbarie ejercida sobre los cuerpos de los ciudadanos, el cercenamiento de las libertades individuales y la interrupción de los proyectos políticos, suspendieron el desarrollo de los discursos emancipadores. El pasaje de un estado dictatorial a uno democrático transformó las conciencias y los paisajes públicos provocando la apertura de los ideales libertarios que encontró a grupos de mujeres asociándose en diferentes proyectos, pergeñando sus propias utopías. El cambio no tomaba entidad sobre un paisaje yermo. En la Argentina, en los primeros años de la década del 70 habían surgido diferentes organizaciones como la Unión Feminista Argentina (UFA) o el Movimiento de Liberación Femenina (MLF, 1972) y también las primeras revistas Persona (1974) y Muchacha (mujeres del PRT), ambas en 1974.
     Son décadas donde el ingreso de las mujeres a la lucha armada, la posterior derrota y las irrupciones en el espacio público de madres y abuelas exigiendo justicia y verdad desde identidades familiares removieron radicalmente las sedimentaciones de los modelos femeninos tradicionales. Algunas de las voces que se transcriben, como la de Tununa Mercado, recuerdan esos tiempos previos a la dictadura donde algunas periodistas burlaban las ideologías oficiales de los periódicos implementando estrategias lúdicas y cuestionadoras.
     Asimismo, viajes y exilios alteraron el mapa de América Latina y así fue como argentinas, uruguayas o chilenas se encontraron ejerciendo un giro en sus cuerpos, experiencias y discursos ya que empezaban a tomar conciencia del cambio histórico que el feminismo traía. Algunos de esos puntos de emergencia o momentos fundacionales son recordados en esta sección en los testimonios referidos a la revista mexicana Fem o a la conformación de las redes de intercambio, conocimiento y difusión de las luchas de las mujeres en todo el continente, como fueron ISIS y Fempress.
     Hacia mediados de los años 80 el activismo se reavivó después del intervalo de las dictaduras y renovó sus contenidos. En esa época se visualizan grupos diversos, tendencias, luchas, demandas sociales que desde hace unos años están saliendo a la luz por investigaciones que emprenden nuevas generaciones de estudiosas. Las acciones se multiplicaban: se articulaban proyectos por la implantación de nuevas leyes, se escribían solicitadas, se emprendían campañas, se lanzaban consignas. En las décadas siguientes dichas empresas no se abandonaron; se fueron reconvirtiendo al calor de la conquista de algunas leyes y derechos, de la organización de encuentros y conferencias internacionales, que continúan hasta hoy pero donde es fácil advertir una merma de la radicalidad y cierta decepción por objetivos todavía no alcanzados.
      A continuación se presentan los testimonios de feministas que llevaron adelante parte de esos proyectos en el contexto de un feminismo militante como las revistas Brujas, Feminaria o Cotidiano Mujer. Ellas recuerdan, reflexionan, hacen sus balances sobre los momentos de emergencia de cada revista. Ediciones que surgían al costado del periodismo masivo. El acontecimiento que generaban con la creación de revistas o redes asumía simultáneamente la presencia de un grupo de lectoras que se expandía por los diferentes países y que requería también de insumos propios de información. La primera persona retoma esos comienzos pero también las continuidades y cambios que encararon al calor de los procesos políticos y sociales que trajeron las décadas siguientes en cada uno de los países.

Brujas. Buenos Aires, Argentina

Magui Bellotti: "La revista Brujas está unida a la historia del grupo al que pertenezco que es ATEM 25 de noviembre, que surgió en el año 1982. La primera reunión pública la hicimos el 27 de abril de ese año y el boletín aparece el 6 de noviembre de 1982, cuando organizamos junto con otro grupo, CESMA, la primeras jornadas sobre Mujer y Familia. Esa terminó siendo la primera jornada, el 1° de diciembre haremos la número 26.
     La idea era difundir ideas feministas. La perspectiva que se construyó desde un principio -y que se fue generando y construyendo a lo largo de los años- fue la de considerar a las mujeres como protagonistas de un movimiento social y político denominado feminismo. Era una invitación a la construcción de la femineidad y la masculinidad sobre la base de relaciones de igualdad entre varones y mujeres. Tuvimos influencia del feminismo socialista y del feminismo radical, que nos motivaron reflexiones sobre política sexual y sobre las relaciones entre género y clase. Para nosotras, las editoras de la revista, la explotación del trabajo asalariado y la opresión de las mujeres (en el siglo que se habla de luchas de clases y contradicciones de género) son dos oposiciones fundamentales de la sociedad patriarcal capitalista, que se alimentan y refuerzan mutuamente, y no subordinamos ninguna de ellas a la otra. Género y clase se dan forma mutuamente desde nuestro punto de vista, pero también le dan forma los factores raciales, étnicos y a los distintos modos de resistencia a la heterosexualidad normativa entre los que destacamos, desde nuestra óptica, al lesbianismo. A lo largo de la historia del grupo y de la revista, que es inescindible, hemos tomado por consiguiente definiciones antipatriarcales y anticapitalistas y hemos generado reflexiones y relaciones en conexión con otros movimientos sociales.
     En el primer boletín hablábamos de una revista de acción y de un grupo y decíamos: ‛Somos una asociación de mujeres de distintas edades, estudios y posibilidades económicas, unidas en una misma tarea, luchar contra la opresión y la discriminación que configura nuestro presente y niega nuestro total desarrollo'. En esta primera revista ya publicamos un artículo que es representativo de nuestra propia existencia, de nuestras preocupaciones. Temáticas constitutivas hasta de nuestro propio nombre: me refiero a la violencia. En ese número, hablábamos de la violencia doméstica (que hoy no la llamaríamos así) y de un artículo extraído del libro Nuestros cuerpos, nuestras vidas del Colectivo de Mujeres Feministas de Boston. El último número es un producto más cercano a la tecnología y en su tapa podemos ver que persiste el tema. La tapa tiene un cartel que dice ‛Las feministas exigimos, ni una mujer más víctima de las redes de prostitución'.
     En todos los números, nuestra preocupación era reflejar la sensibilidad del movimiento feminista y de mujeres: las campañas, las luchas, los encuentros, los debates. La revista se hacía y se hace mientras participábamos y participamos de campañas como el Movimiento por la Patria Potestad Indistinta y la campaña por el divorcio, que hoy parecen de la prehistoria. Hemos participado de las Multisectorial de las Mujeres, la organización del Primer Encuentro Nacional de Mujeres, en acciones contra la violencia, contra los edictos policiales, contra la represión de las mujeres en situación de prostitución, actualmente en la Red No a la Trata.
     Con respecto a la relación con la academia consideramos que, al menos en nuestro país, existe una escisión entre el movimiento y esta, salvo las excepciones de mujeres que circulan en ambos mundos. Esto, a nuestro juicio, conlleva el riesgo de separar la teoría de la acción, produciendo un aislamiento academicista por un lado y un cierto pragmatismo en los grupos de mujeres por el otro. Tal vez por el lugar en el que estoy situada tiendo a ver más el primer fenómeno que el segundo, y digo esto porque encuentro interés en los grupos de mujeres en la teoría y no encuentro tanto interés en las mujeres académicas en relacionarse con las acciones del movimiento.
     Puedo afirmar que hemos contribuido desde nuestros orígenes a poner en la escena pública del país cuestiones constitutivas de la opresión de las mujeres de las que no se hablaba: la violencia, el aborto, la ausencia de derechos, la heterosexualidad obligatoria, la prostitución como una forma de violencia contra las mujeres, etc.
     Lo importante es destacar y comprender que no somos idénticas, que las diferencias entre nosotras no constituyen una amenaza y que nuestras propias vidas ponen en cuestión, de distintas maneras, las normas patriarcales relativas a nuestras identidades. Por otra parte, Brujas no está pensada como una revista que considere exclusivamente las posiciones de nuestro grupo, sino que intenta apreciar otros puntos de vista y generar debates. Es una revista que se autofinancia por decisión política, contamos con la solidaridad de mujeres que ponen avisos y que nos apoyan con su afecto y estímulo, también con la venta en la Librería de Mujeres en encuentros y jornadas. El tema de la autofinanciación tiene que ver con nuestra definición de autonomía, definición que tomamos desde el comienzo de nuestro grupo y de la propia revista y la entendemos como independencia del Estado, de las iglesias, de los partidos políticos de todo signo, sindicatos, organismos internacionales, organismos de cooperación internacional y toda institución u organización. En definitiva, como un punto de partida que nos permita generar nuestras propias ideas políticas, manejar nuestra organización y recursos. Autonomía, por último, no significa aislamiento (como a veces se pretende), sino que implica construir movimiento y pensamiento partiendo de las mujeres pero buscando articulaciones con otros movimientos sociales, definiendo políticas que hablan de la opresión pero también de la libertad, de las víctimas pero también de las protagonistas".

Cotidiano Mujer. Montevideo, Uruguay

Elena Fonseca: "Cuando en agosto de 1985 publicamos el primer número de Cotidiano,primera revista feminista de América Latina y el Caribe, nos sentimos muy valientes porque dijimos sí somos feministas, así como si nos largáramos a una piscina sin agua. Pensábamos somos feministas porque cada una de nosotras ha vivido de una u otra manera la discriminación como mujeres, somos feministas -estaba escrito en el primer número de Cotidiano- porque trabajamos para organizarnos como mujeres y para que esta organización genere un movimiento en todos los ámbitos de la sociedad. Acabábamos de salir de una dictadura militar de doce años en la que expresarse era un riesgo. Cuando salieron las presas políticas, cuando volvieron las exiliadas, que ya estaban trabajando en términos de feminismo, cuando nos encontramos todas, "las inciliadas", como acuñaba la palabra de Quijano -el director de Marcha- nos dimos cuenta del potencial que habíamos concentrado en muchos años de silencio y de dolor. Creamos ahí, en ese vacío de todo tipo, una identidad y adoptamos un feminismo que estaba indefectiblemente unido a la acción. El primer día dijimos ‛vamos a escribir una revista, vamos a hacerla con métodos pretecnológicos, con máquinas de escribir, pero siempre pensamos: no nos vamos a quedar sentadas, tenemos que participar de lo que está pasando'. Era un momento de euforia en Uruguay que hoy ya no existe. Éramos siete u ocho mujeres que por equis motivos nos juntábamos, cada una trabajaba en lo suyo y de noche nos encontrábamos para conversar y nombrar las cosas, nombrar la realidad para poseerla. Eso aprendimos, que había que imponer, acuñar, integrar a la jerga común una cantidad de términos y conceptos: la violencia doméstica era un delito, no un derecho de padres, maridos y hermanos; la sexualidad era un derecho, no era una virtud ser virgen; el placer era un derecho a conquistar; la elección de cómo, cuándo y con quien vivir la sexualidadera una opción; el aborto debía ser legalizado. En esos años, en el año 87, publicamos un libro, Yo aborto, tú abortas, todos callamos.
     Empezamos a hablar de todos los temas que iban saliendo: la prostitución, la maternidad, el trabajo, la sexualidad, las parejas, los afectos, el amor, la violencia, todo fue pasando por nuestro análisis. Era la época en que todos los artículos de cada Cotidiano los discutíamos durante tres noches. Los números de Cotidiano se poblaron de reflexiones pero también de muchas dudas, eran todas preguntas y también contactos con otras mujeres, con otros grupos que más o menos surgieron en la misma época en Montevideo. Todos esos años supimos en carne propia que todo eso era un acto político, lo sentíamos cuando salíamos a la calle, porque además éramos muy callejeras. Cuando murió Flor de Liz, una muchacha que fue asesinada por el marido y que nosotras conocíamos, salimos por primera vez con unas pancartas a la comisaría a exigir explicaciones. De ahí en adelante salíamos también por la impunidad, contra la ley de caducidad. Y de esta manera molestábamos a mucha gente, incluso a nuestros compañeros de lucha, a lo compañeros de izquierda. No entendían, no aceptaban estos cambios que empezaban y respondían con la descalificación, el ninguneo, la broma barata.
     Cotidiano Mujer no se discontinuó aunque se hizo más lenta su publicación. Desde 1985 salimos primero una vez por mes regularmente, durante cuarenta números. Luego hubo un cambió de diagramación, de colores. Después pasamos a salir cuatro veces por año. Actualmente una o dos por año, según la plata que tengamos. Pero la revista nunca dejó de salir. Siempre fuimos un colectivo editorial que hoy integramos Lilian Celiberti, Lucy Garrido y yo.
     Somos una prensa alternativa en oposición a los medios masivos, pero claro, marcamos un espacio, un lugar en la sociedad, donde fuimos construyendo una subjetividad nueva, resignificando la historia, como dice Marcela Lagarde, y también encontrando la historia de las mujeres invisibles, de las mujeres que no estaban en ninguna parte, hubo que investigar mucho. Voy a citar aquí a Lilian Celiberti, porque en un seminario reciente que hicimos en Cotidiano con la radio comunitaria, ella sintetizó lo que Alberto Melucci, el sociólogo italiano (1943-2001), llamó los movimientos simbólicos, que son aquellos que surgen en los años 70 y que se diferencian de los clásicos, de los impulsados por sindicalistas, estudiantes, en que no plantean una reivindicación de tipo económica puntual o una mejora en el estatus sino que se colocan frente a los impactos de la sociedad en su conjunto. Son generadores de ‛códigos culturales alternativos a los dominantes' como un recurso fundamental a la construcción de identidades, especialmente de lo que se llaman identidades colectivas. Melucci se refiere al movimiento ecologista, al pacifista y al feminista. Los ecologistas porque plantean la necesidad de mantener un equilibrio, y esto para nosotras es importante porque no es que sean aliados, ni trabajemos juntos, pero sí sabemos que estamos en un mundo con las mismas opciones. Es imposible ser feminista y no cuidar el medio ambiente o ser feminista y ser racista. Para mí, ser feminista y ser de derecha es imposible. El cuestionamiento vinculado con lo público y lo privado creo que fue uno de los momentos más cruciales. Cuando el movimiento feminista cuestiona esta división entre lo público y lo privado, el mundo... se viene abajo de alguna forma ¿no? Se viene abajo, se atrinchera mucho más todavía, el patriarcado rechina porque empieza a verse lo invisible. Se ve la violencia doméstica, se abren las puertas, se abren las ventanas, la sujeción de las situaciones familiares, la discriminación contra las mujeres, etc. Melucci dice que todos estos movimientos son una forma de acción que tienen entre sus objetivos construir nuevas identidades enmarcadas en nuevos sentidos acerca de la vida colectiva. Estas nuevas formas de acción eran necesarias para movilizar a la ciudadanía, para producir un sentido alternativo de la acción.
     Cotidiano consideró, unos años más tarde, que necesitábamos otra forma de expresarnos, otra voz, y así surgió el programa de radio "Nunca en Domingo", que tiene catorce años consecutivos de vida. Es de una hora diaria, se emite en una radio comercial, una radio AM.
     Los crecimientos de Cotidiano -de la revista pero sobre todo el grupo- son de distinto tipo: nos estamos regionalizando. La articulación feminista Mercosur es una de ellas, es una forma de trabajar regionalmente, un paso adelante importante. A partir de los diálogos feministas que surgieron en el Segundo Foro Social Mundial nos conectamos con las feministas de Asia, de África. Hacemos charlas una vez por semana en unas horas rarísimas. Fue muy impactante encontrar que somos todas feministas pero que las soluciones a los problemas son otros, hay otras realidades en la India, hay otra realidad para hablar del aborto en Finlandia. Empezamos a trabajar el tema de las mujeres migrantes, la prostitución forzada, el trabajo doméstico, por ejemplo, que son los temas actuales".

Feminaria. Buenos Aires, Argentina

Diana Maffia: "Cuando Nora me propuso reemplazar a Lea Fletcher, la directora de Feminaria desde siempre, la editora, la inventora de esa revista, me dio un ataque de melancolía porque Lea Fletcher se volvió en junio del 2007 a EE.UU, sin perspectivas de que regrese a Buenos Aires. Pocos días antes de que ella se fuera salió el último número de Feminaria, la revista cumple el año que viene veinte años de existencia. El primer número salió en 1988 y se la conseguía en dos o tres quioscos de la calle Corrientes, en la zona de librerías de Corrientes y Montevideo. Feminaria era una revista modestísima, porque siempre se hizo sin ningún financiamiento. Todas las que trabajamos, trabajamos ad honorem, incluso un equipo que traduce artículos como Jutta Marx del alemán o Alicia Genzano del italiano (que también está en el Comité Editorial) o Márgara Averbach del inglés. Esos artículos entonces se publican indicando de dónde fueron extraídos, se incluye un índice del libro o de la revista para que se sepa cuál es el resto del contenido. De esta manera se busca restituir el contexto. Siempre en la revista hubo alguna producción del feminismo que se discutía en otros lugares, pero también se insiste en que haya algo de lo que se produce en la Argentina. Desde el comienzo hubo una sección literaria que estuvo a cargo de Marcela Castro y Silvia Jurovietzky. Esta sección fue creciendo y ahora en la versión electrónica se autonomizó.
     Lea Fletcher, que había llegado unos pocos años antes a la Argentina, decidió hacer esa revista un poco como emprendimiento personal. Ella misma escribió el prólogo, una editorial que se escribió por única vez. Un texto brevísimo, como era su estilo. Ese prólogo decía lo siguiente:

Feminaria nace de la necesidad crucial de establecer redes cada vez más fuertes y extendidas entre las mujeres. Una de las herramientas imprescindibles para cambiar nuestro mundo es comprender que el sexismo afecta absolutamente todo lo que se piensa y se hace. Es insidioso, aún en los aspectos menos sospechados de la vida cotidiana. Provistas de un conocimiento no sólo práctico sino también teórico, las personas pueden descubrir maneras para mejorar la situación de la mujer y también del hombre. En su esfuerzo por contribuir a este fin, Feminaria quiere compartir teoría feminista de alto nivel producida fuera y dentro del país, posibilitando así un debate amplio de experiencias ya vividas en el exterior y en la Argentina que aportan a la definición de estrategias propias.
Feminaria es feminista, pero no se limita a un único concepto del feminismo. Se considerará toda escritura que no sea sexista, racista, homofóbica, ni que exprese ningún otro tipo de discriminación.
La revista se reserva el derecho de emancipar el lenguaje de cualquier elemento sexista -por ejemplo: el hombre como sinónimo de humanidad- en los artículos entregados. Consideramos que la relación entre el poder y el saber también se expresa a través del ejercicio del idioma'.

     Lea Fletcher ya estaba pensando hace veinte años en redes. Feminaria se plantaba no solo como una revista de mujeres para mujeres. De hecho, en los primeros números escriben algunos varones. Después no, por algún motivo se fue haciendo de un feminismo quizá un poco... atemorizante, pero la idea era justamente que no fuera únicamente una publicación sexista. El perfil entonces era compartir teoría feminista de distintos tipos de feminismo de distintas procedencias. Aspiraba a publicar feminismo teórico porque había algunos textos que resultaban muy militantes. Una revista del feminismo teórico era en ese momento novedosa. La idea era cómo verbalizar y cómo transformar en artículos un quehacer de mujeres que ya era realmente algo muy activo dentro de la Argentina, sobre todo a través de organizaciones no gubernamentales.
     Hay que recordar que en el año 88, había algunos grupos que estábamos intentando dar algunos pasos en la academia: Gloria Bonder en la Facultad de Psicología, Clara Kuchnir y yo que desde el 89 hasta el 94 coordinamos los encuentros interdisciplinarios de estudios de género en el Museo Roca. En los años 90 se instalaron los estudios de género en todas las universidades. La Universidad de Luján creo que fue una de las primeras en fundar uno de los centros. En realidad, a fines de los 80 estaba bullendo todo eso pero todavía no estaba escribiéndose de manera sistemática.
     [...] Un artículo que hay en este primer número es ‛El sexismo lingüístico y su uso acerca de la mujer' y lo escribió precisamente Lea Fletcher que ha tratado insistentemente este tema. El formato de la revista incluía una parte de ensayos, ensayos teóricos que eran principalmente traducciones y otros ensayos escritos por pensadoras. Una sección que era en general algún dossier temático. Los dossiers temáticos fueron acompañando los episodios que en Argentina iban resultando relevantes. Menciono algunos: en 1990, ‛Mujer y crisis'; en 1992, ‛El feminismo en estos tiempos neoliberales'; en el 93, ‛Mujeres, política y poder' (en el 93 se estaba discutiendo la Ley de Cupos); en el 94, ‛El aborto' (se estaba cerca de la reunión de Beijing y preparando la negativa del gobierno y la insistencia en poner una cláusula prohibitiva del aborto en la constitución); en el 95, ‛Historia, Mujer y Género en América Latina', en otro número del 95, ‛La maternidad'; en el 97, un debate sobre el Séptimo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe que se hizo en Chile, y donde explotaron todos los planetas; en el 99, ‛La prostitución', etc.
     Siempre había arte en la tapa -arte de mujeres que era bastante difícil de conseguir- y en la contratapa humor de mujeres. La parte de Feminaria literaria que está dedicada tanto a narrativa como a poesía fue cada vez más importante, al punto que, ahora que Lea Fletcher hizo una página web de Feminaria (www.feminaria.com.ar), Feminaria literaria es ya casi una revista autónoma.
      ‛Espejo roto' fue también una sección que se agregó mucho más tarde, era sobre comunicación, pensar los medios de comunicación. Una sección también nueva fue ‛Volviendo del silencio' cuya idea era traer historias de mujeres del siglo XVIII y XIX.
     El último número de Feminaria salió muy poquitos días antes del viaje de Lea. Yo creo que ella estaba esperando el número y a la semana siguiente se fue. No lo presentamos en público, esta es la primera presentación que hay de este último número de Feminaria. Por eso para mí representar esta ausencia es una sensación muy desgarradora. Y ahora nos dedicamos a hacer los libros que están en la página web a distancia que también es emocionante".

Fem, México1

Tununa Mercado: "Yo no traje nada escrito porque se supone que estas son experiencias más bien conversadas. Para ligar un poco con lo que se habló en la mesa anterior, quería recordar que yo también escribí en la revista Claudia, en la revista Vogue, en el diario La Opinión , en la sección llamada en un momento dado ‛La Mujer' pero anteriormente ‛Vida cotidiana' y antes ‛Vida libre'. Al comienzo de los 70, La Opinión aparecía como una experiencia de periodismo muy avanzada, en donde había periodistas estrellas. Algunos de los que sobrevivieron siguieron carreras ascendentes como Gelman o el senador Michelini, que fue asesinado en aquel momento en el 76 o 75. La sección ‛La Mujer' la dirigía Felisa Pinto. La idea era hacer subrepticiamente una sección feminista. Timerman era el director del diario, un hombre con un criterio sobre la mujer bastante reducido. Nosotras íbamos a meter gato por liebre. Eran muy interesantes esas estrategias que nosotros urdimos en la relación con un diario que se creía muy masculino con gente así, tan brillante, y que respaldaba lo que era el reparto de las secciones del diario. Mi amiga Felisa hacía la moda, pero una moda que en ese entonces era totalmente iconoclasta, una moda muy de ruptura. Ella misma como personaje representaba esa imagen, con unos zapatos con plataformas, con unas minifaldas impresionantes, unos cortes de pelo... mientras que yo era una muchacha del interior que me entendía mucho más con los uruguayos que con los porteños. En la división del trabajo me tocaba hacer las recetas; y empezamos a crecer. Yo empecé a crear un sector de notas en donde entrevistaba a psicólogas, sociólogas, pedagogas y de pronto podía entrar ese sesgo que nosotros queremos marcar como feministas. En ese momento era muy difícil, con los años iba a ser mucho más, aquí en Argentina, pensar en términos de feminismo. Pero de cualquier maneranosotras hacíamos lo posible por poner ese sentido. Recuerdo que yo entonces me inventé un pseudónimo, porque había que firmar con el nombre propio. Yo firmaba Tununa Mercado pero había artículos que firmaba como Ana María Fuertes y también como Micaela Bastida (que nadie imaginaba que era yo). Un día hice una entrevista a una pediatra muy politizada, Elena Delletonne, que hablaba de la importancia de la leche materna, en contra de la Nestlé. La publiqué y Felisa Pinto me dijo ‛me di cuenta que inventaste la entrevista...' porque ese nombre, Delletonne no era propiamente de las mujeres. Esas experiencias se fueron reduciendo y yo creo que la situación política tuvo mucho que ver. En un momento en que había empezado a surgir en Buenos Aires gente que se reunía a discutir, a pensar en términos de la condición femenina, yo creo que todo eso fue postergado.
     Después me fui a vivir a México, en donde, casi por razones prácticas, porque era periodista, me invitaron a trabajar en la revista Fem. La revista Fem había sido creada al calor del Año Internacional de la Mujer en el 75. Todo ese año fue de discusión, de encuentros, de foros, que se prendieron de ese primer Año Internacional de la Mujer, reunido en México. Lo importante fue que junto a lo que eran las representaciones oficiales de los gobiernos había foros -al menos muy drásticos, muy revolucionarios- decididos a vincular la problemática femenina o feminista a la lucha de clases, a la política lisa y llana.
     La revista fue creada en el año 1976 por dos militantes, Alaíde Foppa y Margarita García Flores, que en un viaje a Cuernavaca empezaron a elucubrar sobre las posibilidades de que existiera un medio en el que se pudiera reflexionar sobre todas las cuestiones y para lo cual iban a convocar a otras escritoras. Es decir, la idea podría haber parecido una idea elitista, y de hecho era una elite la que formaba ese primer grupo de mujeres. Estaba Elena Poniatowska -yo las anoté para no olvidarme de ninguna-, Lourdes Arispe, antropóloga, una mujer que después llegó a ocupar cargos muy importantes en las Naciones Unidas; Margarita Peña, una investigadora de la universidad dedicada especialmente a toda la literatura del siglo XVI y XVII de las mujeres, de las monjas; Kate, la norteamericana, que permaneció muy poco tiempo; y por supuesto, Elena Urrutia; Marta Lamas, que era la más disruptiva contra el poder; y Carmen Lugo. Marta Lamas es la que prosiguió en esa línea de revistas con Debate Feminista que sigue saliendo hasta hoy y que es, yo creo, una revista de importancia fundamental, no menos, no más de lo que fue la revista Fem en su momento.
     Creo que Fem fue la primera de las revistas feministas de América Latina. En los 90 apareció ISIS, pero yo creo que en términos generales, estos treinta años están recorridos por Fem o por las creadoras de Fem que prosiguieron en sus tareas en el Centro de Estudios de la Mujer en el Colegio de México, en la revista Debate feminista. Esa aspiración o esa reflexión que habían tenido desde el comienzo sobre el feminismo, la teoría feminista, la literatura feminista, prosiguió en todos los campos con estos personajes que les nombré.
     Entonces, esta revista estuvo marcada por este hecho importante de ser la única, pionera, que salía mes a mes. Cuando yo entré ya estaba formada por una dirección colectiva. Inicialmente las directoras eran Alaíde Foppa y Margarita García Flores, pero después se amplió, entraron otras compañeras y se creó una dirección colectiva, con la intención de un reparto de la dirección. Yo creo que a la larga resultó ser muy problemático porque todas eran directoras y unas trabajaban más que otras y otras querían imponerse pese a que uno de los números monográficos que se hizo de la revista Fem se llamó ‛Los pequeños poderes'. Allí se analizaba, precisamente, esa misteriosa manera de dirigir un medio gráfico y de dirigir o de manejar un grupo de mujeres.
     En esos años, hay un hecho tremendo que signa trágicamente a la revista. En octubre del 80 Alaíde Foppa, que era miembro del Comité de Solidaridad con el Pueblo Guatemalteco y guatemalteca ella, viajó a su país para ver a su madre. Estaba exiliada en México. Ella y su marido habían sido políticamente de izquierda y en ese viaje de visita fue secuestrada. La desaparición de ella y después la certeza de que había muerto en la tortura, produjo una fragmentación muy grande en la revista. Creo que por una especie de ‛locura del duelo'. En el equilibrio de fuerzas que confería ella a la revista, la dirección colectiva se quebró con su desaparición y empezaron a haber problemas. Al principio estábamos todas unidas en relación a ella, a ese personaje allegado que representaba una mujer de una formación clásica, literaria, poeta, traductora, verdaderamente un personaje muy importante dentro de la cultura en México. Eso significó para el resto una especie de herida, que en mi interpretación hirió de muerte a la revista porque unos años después terminó en el 87. Luego llegó a la dirección de la revista otra persona que se iba a hacer cargo.
     Mientras tanto, creo que cumplió un papel muy importante durante todos esos años. Si yo tuviera que decir a la luz de la comunicación que después existe en el mundo, me atrevería a hablar de una intensidad en los enfoques. Se publicaron un conjunto de números monográficos sobre las campesinas y el silencio que constituyó un corte sobre la sociedad campesina en México; dos números que se hicieron sobre las reuniones internacionales de mujeres, que son modelos de discusión o de críticas acerca de ese tipo de reuniones; un número muy importante sobre aborto; otro sobre la vejez, sobre feminismo, cultura y política; o ‛Mujeres en lucha'. La revista fue, al mismo tiempo, un resumen de la crítica que en ese momento existía en distintos sectores del feminismo. Otro de los valores importantes de la revista fue que, en esos años, a comienzo de los 80, caminó junto al movimiento de liberación sexual que empezó a aflorar en México. Me parece que uno de los logros muy importantes por los que la revista luchaba era la despenalización del aborto, que en México ya se ha dado. Entonces esa es mi experiencia, yo creo que para mí, como exiliada política, fue un grupo solidario, un grupo atento a las luchas de América Latina, fue un grupo muy politizado en el que, con matices, nunca se separó el feminismo de un concepto socialista y revolucionario".

ISIS

Ana María Portugal: "Yo vengo de otro mundo, no soy académica pero mis intereses personales están muy cercanos a todo lo que es la historia de las mujeres. Al refrescar esta historia de Fem, realmente nos pone en la mira lo que yo considero que fue el ‛boom' de las publicaciones feministas después de los 80 en América Latina y que está también enmarcado por el Área Internacional de la Mujer. En este sentido, está también ligada la historia de Isis.
     Isis como tal, el nombre ISIS, fue una creación de tres mujeres de EE.UU y Europa en 1974. Su creación tiene que ver con el surgimiento de lo que se llamó la segunda ola del feminismo mundial. En noviembre de 1974, tres mujeres, Marilee Kart, Jane Cottingham y Judy Sidden fundaron ISIS en honor, según ellas, a la diosa egipcia en la creación del conocimiento, dando forma a lo que ellos consideraron un Centro de Investigación y Documentación sobre el Movimiento de Liberación Femenina a nivel internacional. El término era ese, liberación femenina. De modo que ISIS se inscribe en esa perspectiva y va a apuntar las bases para la formación de un servicio de información sobre las mujeres a nivel internacional.
     [...] Por la misma época, el crecimiento de una red de contactos que la oficina de Roma había reconstruido con los grupos de organizaciones de mujeres de la región latinoamericana y caribeña, fue determinante en la decisión de crear una sede en Santiago de Chile a cargo del pequeño grupo de chilenas que durante el exilio trabajaron en la oficina de Roma. De esta manera, en febrero de 1984, dos integrantes del equipo de ISIS Internacional de Roma llegan a Santiago con la misión de iniciar una nueva etapa de trabajo. En una pequeña oficina ubicada en el edificio de la bolsa en pleno centro de la capital, ISIS Internacional inicia su programa para América Latina y el Caribe. El año 1984 fue el año de las protestas contra el régimen de Pinochet y el ambiente político estaba muy convulsionado. Como escribió una colaboradora de ISIS para el primer número del boletín Mujeres en Acción, María Eugenia Gelliti, ‛El 8 de marzo hacía apenas dos días que había regresado a Chile después de algunos años de ausencia fue para mí un día de encuentros sucedidos con un clima muy particular; el primer familiar apareció a través de un grupo de mujeres que huía del baño de un carro lanza aguas, lo reconocimos mientras yo también me paraba en el ingreso a un edificio atiborrado de transeúntes atemorizados, pocos momentos antes, la policía nos había empujado hacia adentro del edificio, amenazándonos con sus ametralladoras. A pocos metros, frente al palacio del gobierno, un grupo de mujeres manifestaba uniendo a sus peticiones específicas las de libertad general del país. Las manifestantes fueron golpeadas, insultadas y detenidas; también fueron agredidos algunos periodistas que trataban de captar las imágenes de lo que estaba sucediendo en este singular Día Internacional de la Mujer santiagueño'.
     Entonces en 1984 se abre la oficina de Isis Internacional de Santiago de Chile.
     Posteriormente, en 1990, las actividades que estaban funcionando en Roma se trasladan a Manila con la idea de reforzar la red asiática, y más tarde el Programa de Intercambio en Ginebra se va a Uganda. Una de las estrategias de ISIS Internacional ha sido estimular la formación de redes, esta modalidad de trabajo es uno de los sellos característicos. En 1976, ISIS recibió el mandato de coordinar la flamante Red Feminista Internacional surgida después del Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres, celebrado en Bruselas: Las redes estaban orientadas a difundir y denunciar los casos de violencia y persecución política, y diversos atropellos a la dignidad de las mujeres. [...] En 1992, ISIS recibe igual mandato para coordinar la Red Feminista Latinoamericana y del Caribe contra la violencia doméstica y sexual [...].
n más Entonces, en estos treinta y tres años de existencia, ISIS Internacional a pesar de todo se ha mantenido fiel al concepto primigenio que fue ser un canal de información y comunicación para las mujeres a nivel regional e internacional". 2

Notas

1 Para una reflexión más amplia de Fem e ISIS, ver en esta misma revista el artículo de Karin Grammático "Feminismos en clave latinoamericana: Un recorrido sobre Fem, Isis y Fempress".

2Consultar en este mismo número el artículo de Karin Grammático

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